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BONANZA CAFETERA Y ESTABILIZACIÓN.

1975-1978

La administración López (1974-1978) volcó en un primer momento su atención hacia una promoción de
exportaciones apoyada inicialmente en la tasa de cambio y, en menor medida, el crédito de Proexpo, restándole
cierta importancia al CAT al reducir sus niveles a partir de 1975 como parte de una estrategia de contracción
del gasto público. Para compensar la pérdida de competitividad de las exportaciones menores por la reducción
de subsidios se buscó acelerar temporalmente la devaluación de la tasa de cambio. De esta forma, la
devaluación nominal pasó del 8% en 1973 a más del 18% en 1975. Como resultado de los elevados índices de
inflación, que fueron de 6,8% en 1970 a126% en 1974, los esfuerzos cambiarios quedaron reducidos a una
revaluación real de la tasa de cambio entre 1975 y 1978 (Capítulo 1) modificando en la práctica el enfoque
original del Plan de Desarrollo.

La estabilización de la economía, en particular la disminución de los índices de inflación a través del control de
la expansión de los medios de pago, reducción del déficit fiscal y reordenamiento del sistema financiero, fueron
las prioridades. En este sentido se adelantó una ambiciosa reforma tributaria, se liberaron las tasas de interés,
se contrajo el gasto público y se aceleró la devaluación para compensar la disminución de los subsidios a las
exportaciones menores.

A raíz del aumento del ingreso de divisas como resultado del alza de los precios internacionales del café, en
1975 se planteó la necesidad de adelantar un plan de estabilización con el objeto de contrarrestar el impacto
monetario que ellas causaban. Se suspendió la devaluación en el año de 1977 y se establecieron otras medidas
como el control a la tasa de interés, se elevó el encaje del sistema financiero y se enfatizó en el control al gasto
público. Para evitar un mayor ingreso de divisas se controló drásticamente el endeudamiento externo, tanto
público como privado. Los esfuerzos para restringir los ingresos de divisas generaron también medidas de
ahorro forzoso como la obligatoriedad para los exportadores de mantener durante al menos cuatro meses los
certificados de cambio antes de redimirlos en el Banco de la República.

Dada la necesidad de neutralizar la abundancia de divisas, reducir el contrabando técnico (5) y acercar las
protecciones arancelarias nominales y efectivas promedio a los niveles previstos en el Grupo Andino, en 1976
se tomaron nuevas medidas de rebaja de tarifas. Se buscaba adicionalmente estimular la importación de bienes
de capital y contrarrestar los impactos domésticos -por ejemplo, en precios- de la elevada concentración
industrial (Martínez, 1986).

La estructura de protección adoptada en 1976 recogió la reducción en los niveles arancelarios realizada en el
primer quinquenio de los setenta, la cual fue posteriormente profundizada con la liberación de importaciones
del período 1978 a 1982. Consecuentemente, en el período 1970-1976 el arancel promedio descendió desde
e150% en 1971 a130% en 1974, a128% en 1976 y llegaría hasta el 26% en 1979 (Cuadro 9.7).

Vale la pena resaltar las reducciones arancelarias según tipo de bienes ocurridas entre 1974 y 1976,
especialmente en el caso de los bienes de consumo no duradero que vieron reducido su arancel promedio
-aritmético simple- de un 47% aun 41% y sobre todo el de los bienes de capital para la agricultura de127% al
19%.

Los restantes bienes fueron objeto de reducciones que no superaron los cinco puntos porcentuales (Cuadro
9.6).

Debido a que las rebajas arancelarias entre tipo de bienes no fueron uniformes, se produjeron diferentes
efectos en la protección efectiva otorgada a dichos bienes. Las rebajas porcentuales según agrupaciones Cuode
fueron en orden descendente, así bienes industriales y equipo de transporte, maquinaria y equipo, bienes
primarios y bienes industriales de consumo. En general, todos los sectores industriales (CIIU tres dígitos)
vieron reducidos los márgenes de protección arancelaria (Cuadro 9.2).
Los sectores con mayor reducción arancelaria fueron: tabaco (23 puntos), cuero y calzado (20 puntos), vidrio
(14 puntos), otros productos alimenticios (13 puntos), bebidas (12 puntos), vidrio (12 puntos), productos
plásticos (1O puntos), productos minerales no metálicos (12 puntos) y editoriales (9 puntos). En contraste, los
químicos industriales, las industrias básicas de hierro y acero, refinerías de petróleo, papel y sus productos y
textiles mantuvieron sus niveles arancelarios (Cuadro 9.2).

En el caso de textiles se aconsejaba posponer la rebaja para el sector, y en el de calzado y tabaco los
compromisos asumidos con el Grupo Andino sobre arancel externo mínimo común impedían cualquier
modificación al respecto (Garay, 1993). Curiosamente los efectos a corto plazo observados en ese entonces
sobre los sectores industriales no se concentraron en aquellos objeto de una mayor liberalización arancelaria
(Capítulo 12).

Las modificaciones arancelarias ocurridas en el período no alteraron sustancialmente la tendencia vigente desde
inicios de los setenta en el sentido de ir reduciendo gradualmente la protección nominal otorgada ala industria.
Se consolidó la liberación de importaciones tanto con la rebaja de aranceles nominales como con la reducción
de restricciones no arancelarias, para enfrentar la acumulación de reservas, resultado de las bonanzas externas
cafetera y de otras índoles, y adicionalmente para reducir las tendencias inflacionarias.

Cuadro 9.7

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