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TEETETES O DE LA CIENCIA

El diálogo “Teetetes o de la Ciencia”


El centro de la conversación, la búsqueda de la diferencia entre el saber y la ciencia.

La opinión de Teetetes quién afirma, influenciado por las lecturas que ha hecho sobre Protágoras, que
“si se siente que se sabe una cosa, la ciencia no se diferencia en nada de la sensación” (la ciencia
es una sensación) y la propia opinión de Protágoras quien dice que “el hombre es la medida de todas
las cosas, de la existencia de las que existen, y de la no existencia de las que no existen”, es decir que
las cosas son en relación a como el hombre las ve.

Esta descripción produce, según la peculiar forma de examinar de Sócrates, un nuevo cuestionamiento;
es difícil comprender el objetivo de un ciencia particular, si no se conoce qué es la ciencia en si.

Sócrates dirije su examen hacia las sensaciones, hacia como el hombre ve las cosas y hacia el
movimiento y dice que lo que el ser humano percibe es una mezcla entre las sensaciones y el
movimiento ya que este es el que rige lo que nos parece existir y que debido a nuestra ignorancia es
necesario examinar si nuestros pensamientos se contradicen o si están de acuerdo; esto es, examinar y
estudiar los diferentes aspectos bajo los que se presentan las cosas para así poder comprenderlas
siguiendo tres principios básicos:

➢ Nunca una cosa se hace más grande ni más pequeña por la masa, ni por el número, sino que
permanece igual.
➢ Si no se le aumenta o disminuye de manera deliberada, permanecerá igual.
➢ Lo que no existía antes y existe después, no puede existir si no pasa por la vía de la generación.

Todo está en movimiento y que este puede ser activo o pasivo y de su contacto mutuo entre ambos
surgen la sensación y la sensibilidad, no pudiendo darse una sin la otra. La sensación se refiere a lo
que nuestros sentidos captan (oído, olfato, gusto, tacto, frío, caliente) y a nuestras emociones (placer,
dolor, deseo, temor), mientras que la sensibilidad surge como consecuencia de la sensación; juntas
producen una idea diferente cada vez que interactúan. Por lo que si todo está en y nada es estable y no
pude solamente ser o existir, sino que más bien se produce gracias a su interacción mutua y que el
hombre también esta en movimiento y es cambiante, ya sea por el estado de vigilia o de sueño en el que
se encuentre o por su condición de enfermedad o locura. Por esto es que las sensaciones son diferentes
para cada ser humano debido a que este, influenciado por el movimiento, es diferente. Este
movimiento o cambio hace que cada causa activa produzca distintos efectos sobre la causa pasiva, en
este caso el hombre, con respecto a la causa activa. El ejemplo de Sócrates sobre el vino es bastante
ilustrativo; en un estado de salud el vino producirá una sensación dulce, mientras que en un estado de
enfermedad producirá una sensación amarga. El vino, la causa activa, produce diferentes efectos sobre
Sócrates, la causa pasiva, como resultado del movimiento o cambio de la causa pasiva que se verá
reflejado en el efecto que provoca la causa activa. Así que en efecto, nuestros sentidos nos engañan
pero no solamente por que sí, sino porque hay una causa que produce este engaño.
Comprobación de las tres posturas, si estas son ciertas o si son producto de la fantasía,
Sócrates comienza un nuevo examen; ¿son las cosas producto de que existen en relación
al hombre, o son producto del constante cambio o son producto de las sensaciones?
Primero, si la sensación es la medida de todas las cosas y tanto los hombres como los
animales tienen sensación la conclusión lógica sería que no existe diferencia entre
ambos y que el hombre no supera al animal. Segundo, si nuestras opiniones solo son
producto de nuestras propias y únicas sensaciones, ¿cómo podemos saber que es verdad
y que es mentira si todo es diferente para cada quien?, por lo que no existiría una verdad
sino que muchas verdades. Aclarada de manera general la falacia sobre la existencia de
que las cosas son como el hombre las ve, Sócrates examina la opinión de Teetetes acerca
de la igualdad entre la sensación y la ciencia. De nuevo por medio del cuestionamiento,
se acuerda que el recibir la sensación de algo o el sentir las cosas no significa el poderlas
comprender; el ver las letras no significa el poder entender la lectura, ya que además de
la sensación existe la memoria, y el objeto de esta es lo que se ha aprendido y sentido.
No siempre se necesita sentir para saber puesto que recordar lo ya sentido es suficiente.
Con esto la conclusión lógica del examen de estas dos opiniones es clara, la sensación
no es lo mismo que la ciencia y por lo tanto se continuará buscando una definición para
ciencia.

Sócrates plantea la postura de Protágoras para después poder discutirla y llegar a una
concusión. El punto de partida es este; ¿ es posible que la persona misma que sabe una
cosa, no sepa que la sabe? , es decir que si se puede saber algo y no saber que se sabe. A
este respecto la postura de Protágoras es la siguiente: cuando la impresión no subsiste,
las cosas que se han sentido no se conservan en la memoria ya que la memoria y la
sensación tienen la misma naturaleza así que lo que se experimento ya no se
experimenta. Así sigue defendiendo su punto acerca de que las sensaciones le son
propias al que las siente y que cada hombre es la medida de lo que es y de lo que no es y
que la diferencia entre los hombres es que a pesar de que las cosas son, parecen
diferentes a cada uno y que se distingue a aquel que sabe por que este último es capaz de
hacer que el que cree en algo distorsionado cambie a creer que es verdadero. Para
clarificar esto, Protágoras, citado por Sócrates, retoma el ejemplo anterior del vino y
opina, el que sabe, o sabio, sabe lo que es el vino y el enfermo que lo percibe diferente
no es que sea ignorante sino que lo percibe diferente. Por esto todas las opiniones son
verdaderas, aunque unas sean mejores que las otras, pero son diferentes ya que cada
quién siente de forma diferente y el trabajo del quien sabe es hacer que el que piensa mal
pase del estado malo al bueno; hacer que el bien parezca bien. A este respecto y antes de
examinar los nuevos cuestionamientos de Sócrates me atrevería a resumir la opinión de
Protágoras en que el que sabe es aquel que tiene la facilidad de convencer a los demás
con sus palabras de lo que este cree que sabe para así unificar el criterio de aquellos que
lo escuchan en torno al de él. No en vano Protágoras perteneció a la escuela Sofista de la
primera etapa. La cual se centraba solo en la introspección y el análisis intrapersonal del
hombre olvidándose de la totalidad del cosmos.

Sócrates analiza estas opiniones y responde de la siguiente manera; primero dice que si
ver es saber, no es posible saber algo y no saber que se sabe ya que las cosas que se
saben no solo se saben por que entran por nuestros sentidos. Segundo, los sabios superan
a otros no porque los pueden convencer mediante palabras sino por que pueden discernir
entre lo mejor y lo peor. Tercero, si lo que le parece a cada uno es para el tal como le
parece y hay hombres a los que les parece que saben mas que otros, como los
especialistas en un oficio en especial y que por eso son escogidos por otros par mandar
en ese oficio, entonces si existen los ignorantes. Cuarto, entonces si existen sabios e
ignorantes eso significa que no todas las opiniones humanas son verdaderas sino que las
hay falsas y verdaderas y que las opiniones de uno no pueden ser verdaderas para uno y
falsas para todos los demás por que entonces se afirmaría que la verdad no existe. Mas
aún, si lo que parece a cada uno es verdadero y el que la contradice, en este caso el
sabio, cree que la suya es la verdadera y logra convencer al otro para que la cambie cabe
la posibilidad de que la opinión del sabio sea falsa ya que habrá otro que lo crea y de
esta forma todo puede entonces ser puesto en duda. Si la verdad de Protágoras es lo que
le parece a el entonces esta verdad propia puede ser puesta en duda. Quinta; si la verdad
fuese individual, ya que la verdad de uno no es verdadera para nadie, y ya se aclaró que
los ignorantes si existen, cuál sería entonces la diferencia entre la sabiduría y la
ignorancia.

Para ejemplificar la diferencia entre la sabiduría y la ignorancia, y quizá para probar la


ignorancia de Protágoras y de los sofistas, Sócrates hace un pequeño paréntesis en su
examen sobre la ciencia y la sensación y se enfoca hacia dos puntos; en la diferencia
entre ambos conceptos y en la diferencia entre los filósofos, claro está que excluyendo a
los sofistas, y los hombres dedicados a otros menesteres como el gobierno y la política.
La diferencia primigenia entre la sabiduría y la ignorancia, dice Sócrates, radica en la
capacidad de discernimiento entre lo bueno y lo malo y es precisamente con esta
capacidad con la que se supera al otro y la que diferencia a los filósofos de los otros
hombres. Los filósofos, opina él, son libres ya que tienen tiempo para discutir y utilizan
el tiempo y los discursos a su favor para buscar y descubrir la verdad. Los otros en
cambio son esclavos del tiempo, de sus discursos y de lo que ya está escrito por lo que
no disciernen buscando la verdad ya que ni siquiera se preguntan si esta existe. Saben
mucho de cosas comunes pero son incapaces de discernir o discutir. Se enfocan hacia
sus riquezas, posición social y demás cuestiones particulares y, el ver solo lo que tienen
enfrente sin ver la totalidad del ser humano es lo que los hace ignorantes. El tiempo y la
libertad de la que gozan los filósofos les permite mirar más allá de su propio cuerpo;
hacia el universo y hacia la búsqueda de qué es el hombre y qué es lo que lo hace
distinto a los demás hombres. El filósofo busca la justicia, la sabiduría y la santidad, no
para evitar la mala reputación ante los hombres sino para asemejarse a Dios. Para
Sócrates, el verdadero mérito del ser humano es llegar a ser justo pues de esta manera
conocerá a Dios y esto lo llevará a saber y a ser virtuoso; el que no es justo no llegará a
conocer a Dios y permanecerá ignorante y no virtuoso. Estos últimos serán castigados ya
que caerán en un camino desgraciado que los alejará de Dios viviendo conformemente
gracias a la imitación que ellos mismos se han fijado y estarán rodeados siempre de
hombres como ellos, y aunque se burlen de los discursos creerán que son personas
hábiles. Sin embargo cuando se encuentren ante una discusión, como las que llevan los
filósofos, no serán capaces ni de comprender lo que ellos mismos discuten confirmando
así que de hábiles no tienen nada.

Terminado este paréntesis, Sócrates retoma el tema principal de la conversación;


examinar la pretensión de que toda cosa es siempre para cada uno tal como le parece.
Para seguir examinado más a fondo ahora toma el tema de la justicia en relación a esta
pretensión y menciona que siguiendo este principio “lo que una ciudad erige en ley, por
parecerle justa, es tal para ella, mientras subsiste la ley”. Para él sería muy atrevido
asegurar que esta ley siempre será justa mientras este en vigor pues aunque las leyes se
proponen para que sean ventajosas en el momento y en el tiempo que seguirá mientras el
Estado esta en poder, esto no siempre sucede y para probar su punto continúa refutando
la opinión de Protágoras quién dice que la opinión del hombre será verdadera y real en
relación a si mismo; por lo tanto garantiza la certidumbre de las opiniones de los demás.
A este respecto Sócrates lo refuta asegurando que no todas las opiniones de los demás
son verdaderas y utiliza para probar esto varios argumentos. Las opiniones de los
hombres cree él que serían más acertadas si esta opinión es dada por alguien que se
dedica al oficio del que se opina y por esto la opinión del experto y la del no experto
serán diferentes por lo que ambos no pueden estar de acuerdo en un mismo punto ya que
uno es experto y el otro no. Así es como un hombre es más sabio que otro. Por lo tanto,
en el caso del Estado no pueden darse leyes sin faltar frecuentemente a lo ventajoso. Y
por eso el hombre no es la medida de todas las cosas a menos que sea un hombre hábil.

Concluido esto, Sócrates ahora examina la opinión de Heráclito acerca del movimiento
contra la opinión de Parménides sobre que todo es estable con el fin de continuar
refutando tanto la opinión de Protágoras como la de Teetetes.. Para Sócrates existen dos
clases de movimiento; el de alteración que se refiere a cuando una cosa cambia y el de
translación que se refiere a cuando algo se mueve sin mudar de lugar. Las cosas se
mueven y pasan de estas dos maneras, no subsisten. El problema se presenta cuando uno
quiere definir o determinar algo si este algo se mueve sin cesar, y en el caso de las
sensaciones sería imposible definirlas ya que estas no subsisten pues están en constante
movimiento y por eso no se puede afirmar que se ve o que se siente algo. “En el caso de
la ciencia sería una cosa que no es ciencia ni deja de serlo”. Y por eso si todo está en
movimiento la sensación no puede ser la ciencia.
En relación a la opinión de Parménides, Sócrates prefiere reservarse, tal ves por respeto
y admiración, sus opiniones y prefiere continuar cuestionando a Teetetes sobre si la
ciencia y la sensación son una misma cosa desde el punto de vista de que todo es estable.

La respuesta de Teetetes es la siguiente; Los objetos existen por separado y los órganos
por los que los sentimos también existen por separado; sin embargo, existe algo que nos
da a conocer las cualidades comunes a todos los objetos y este algo es el alma. Mientras
los órganos examinan los objetos por separado, el alma examina lo que los objetos
tienen en común, lo que son y lo que no son ya que esta combina el pasado, y aquí
Teetetes esta de acuerdo con Sócrates sobre la memoria, y el presente con el futuro. El
sentimiento entra por el cuerpo y el alma es la que lo reflexiona para descubrir la esencia
del sentimiento y así llegar a la verdad.

Por esto la ciencia no se basa en la sensación sino mas bien en el razonamiento de la


sensación y solo por medio de este se puede llegar a la ciencia y a la verdad, y quien
examina las cualidades comunes a todos los objetos no es el alma sino el juicio.

Una vez comprendido esto, Sócrates decide examinar lo que es un juicio y para
comenzar da tres definiciones para tener un punto de partida. Dice él que pensar es un
discurso que el alma se dirige a si misma sobre los objetos que considera, que un juicio
es la conversación del alma consigo misma en la que se interroga, responde, afirma y
niega algo con el fin de poder expresar la propia conclusión, y que juzgar es hablar y
opinar consigo mismo. existen dos tipos de juicios, los verdaderos y los falsos, y el
hombre emite tanto juicios verdaderos como falsos respecto a cada objeto que se sabe y
que se siente, en el caso de los juicios falsos se juzga sobre dos cosas que se saben y
nunca sobre lo que no se sabe. El primer análisis se centra en qué son los juicios falsos,
si son confusiones, anticipaciones, engaños personales o la falta de sensación de aquello
que se sabe. Al respecto Sócrates menciona que no se necesita la sensación de que se
sabe para saber, segundo, que al conocer algo y desconocer otra cosa nunca habrá
confusión y no se emitirá un juicio acerca de lo que no se sabe y menos sobre dos cosas
que no se conocen. El juicio falso se da cuando se sabe algo y teniendo la reflexión, la
sensación, el recuerdo y el conocimiento, se aplica esta imagen a la sensación
produciendo así una equivocación, esto sería tomar una cosa por otra o imaginarnos que
algo es otra cosa que la ya se conoce. El juicio falso es un error entre la interacción de la
sensación y el pensamiento. Aquellos que emiten juicios verdaderos tienen el alma
profunda, grande y bien preparada, por lo que los objetos que entran por los sentidos se
graban en ella dejando huellas tan profundas que permiten que se retenga lo que se ha
aprendido para no confundir los signos de las sensaciones; a estos se les conoce como
sabios. Los que por el contrario tienen un alma impura, pequeña, muy blanda o muy
dura emiten juicios falsos por que el signo de los objetos no es limpio provocando que
atribuyan a un objeto lo que le corresponde a otro y a estos se les conoce como
ignorantes.
Desde el punto de vista del saber es imposible no saber lo que se sabe pero si es posible
equivocarse respecto a lo que se sabe y emitir un juicio falso. Para Sócrates es necesario
conducir el diálogo hacia explicar lo que es saber, y esto se torna difícil si no se conoce
lo que es la ciencia. Así se producen nuevos conceptos como el de enseñar que significa
poner la ciencia en manos de otro, el de aprender que significa recibirla de manos de
otro y el de tenerla o poseerla que significa saber. Él dice que saber es poseer la ciencia
y con el término poseer se refiere a no sólo tenerla sino a usarla teniéndola presente en el
pensamiento y ser capaz de examinar lo que sabe. Desde este punto de vista, sobre el
saber, es imposible no saber lo que se sabe, pero si es posible equivocarse respecto a lo
que se sabe y emitir un juicio falso; pero desde el punto de vista de la ignorancia se cree
saber lo que se ignora por lo se emite un juicio falso creyéndolo verdadero.

Pero para Sócrates el punto de vista del saber no lleva a conocer lo que es un juicio falso
así que para entenderlo se debe saber primero que es la ciencia y desde luego que no es
lo contrario de un juicio falso, que sería un juicio verdadero. La ciencia no es un juicio
verdadero ya que existen grandes oradores, diría yo que se refiere a los sofistas y de
nuevo busca refutar a Protágoras, que saben persuadir más no enseñar y de esta forma
provocan que algunos formen juicios que no serán producto de la ciencia sino de la
persuasión, y si esta está bien fundada los juicios resultantes serán verdaderos pero no
será esto ciencia. A este camino cerrado, Teetetes propone que el juicio verdadero debe
estar acompañado de una explicación, que sería la descripción del todo por sus
elementos, para ser ciencia, a lo que Sócrates agrega que la descripción de los elementos
debe ser en orden pero que lo más importante es saber explicar la diferencia entre una
cosa y las otras y cuando se puede diferenciar cada objeto entonces si se emite un juicio
verdadero pero que al igual que la sensación tampoco este es la ciencia.

Así con estos dos juicios, la sensación no es la ciencia y el juicio verdadero no es la


ciencia, Sócrates pone fin a su diálogo, y para darle ánimos a Teetetes concluye con que
conocer, ya sea mediante la explicación de un objeto o mediante su diferencia con los
demás, es lo más bello que hay en la ciencia.

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