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Modelo Psicoanalítico Grupal Estructurado para Pacientes Deprimidos,

con Técnicas y Recursos Psicodramáticos.

Psic. Amín Caram F.

Con la colaboración de los doctores:


Dr. Constantino Flores V.
Dr. José G. Mercado V.

Resumen:

Este artículo expone la propuesta de trabajo y el desarrollo, en un primer grupo, de un


modelo de terapia psicoanalítica breve focalizada, aplicado a un grupo de mujeres con
depresión recurrente o distimia (según la clasificación psiquiátrica) de un hospital
público en el Distrito Federal. Se explica el problema general de la depresión, así como
un modelo técnico de tratamiento institucional, con sus referentes teóricos, y después se
describe el trabajo clínico que se centró en la creación de una imagen grupal, que sirvió
como foco de la intervención. Se observó cómo la modificación de esta imagen focal
era indicador de la mejoría del cuadro clínico de las mujeres participantes. La
modificación clínica fue avalada con una aplicación de escalas, antes y después de la
intervención, con diferencias estadísticamente significativas. El recurso psicodramático
utilizado fue el de la multiplicación dramática, recurso ampliamente recomendado para
grupos focalizados de terapia breve.

Introducción:

La demanda de atención psicoterapéutica en instituciones públicas de salud mental


aumenta cada vez más. Por tanto, aumenta la necesidad de crear modelos de atención
psicoterapéutica estructurados, que tengan la posibilidad de ser reproducibles por el
personal de salud mental, y que puedan brindar atención a grupos de individuos con
patologías similares. La depresión es uno de los trastornos más frecuentes, según el
Programa Nacional de Salud, en el 2003, ya era la enfermedad mental más recurrente;
por ende, es muy importante desarrollar modelos de tratamiento psicoterapéutico (en
este caso psicoanalítico y psicodramático) para éste tipo de trastornos.

En la década de los 70s, Hernán Kesselman, Eduardo Pavlovsky y Luis Frydlevsky


(Kesselman y Pavlovsky, 1993, p. 129) crearon un modelo de intervención en el cual los
coordinadores de grupos que no tenían un espacio en el cual poder elaborar las
ansiedades propias de su quehacer como coordinadores pudieran, siguiendo una
metodología específica, elaborar ansiedades propias de dicho trabajo. Así surgió el
modelo de las escenas temidas del coordinador de grupo, con el fin ya referido. Este
modelo tenía una estructura que partía de la escena temida, para llegar a una escena
consonante que para el protagonista tenía relación con la escena temida pero tenía la
cualidad de gestarse en un pasado familiar, es decir, cubría las características de una

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escena regresiva de la escena temida actual. Después se buscaban en el grupo las
escenas resonantes, producto de estas primeras dos escenas y que mostraban la
percepción múltiple grupal, para finalmente llegar a la escena resultante, como un
ensayo de dar una nueva respuesta a la escena temida inicial. A partir de la experiencia
se hacía, finalmente, una conceptualización de lo trabajado.

El modelo de las escenas temidas del coordinador de grupo, al ser usado en experiencias
distintas, con grupos de personas que no se dedicaban a la coordinación de grupos, fue
modificado en su estructura metodológica. A partir de esta modificación surgió el
recurso de la Multiplicación Dramática (Kesselman y Pavlovsky, 1993, p. 129), la cual
partía de una escena inicial elegida por el grupo, que sería el referente de la escena
temida del modelo anterior, para buscar las escenas resonantes del grupo, producto del
fenómeno de consonancia de los demás integrantes del grupo con la escena inicial.
Cabe mencionar que en esta metodología la escena consonante, con características de
escena regresiva, era eliminada. A partir de las escenas resonantes, se conseguía una
estructura grupal resultante, la cual, podemos decir, era una elaboración y modificación
de la escena inicial a través del grupo.

Ambos modelos podemos decir que parten de la premisa de concebir al grupo como un
espacio de transformación y de elaboración en el cual el trabajo psíquico del
preconsciente, puesto en marcha por el grupo mismo, produce procesos de ligazón de
energía psíquica y de transformación de ésta a través de mecanismos y procesos
inconscientes. Partiendo de este concepto, cuando se agrupan individuos con una
patología similar, los procesos de apuntalamiento psíquico surgidos de la angustia de no
asignación, que para Kaës (Edelman y Kordon, 1995), se relaciona con sentimientos de
indefensión, inermidad, agresividad y tendencia a conductas impulsivas, por la falla en
los sistemas sociales de apoyo; harán que el grupo elija una escena inicial cuyo
contenido muestre la fantasía inconsciente común (Anzieu, 1986) en la patología de los
integrantes de dicho grupo. La escena inicial elegida contendrá dicha fantasía
inconsciente, pues parte de los elementos comunes a todos sus integrantes. Si es un
grupo con patología similar, lo común a sus integrantes será la fantasía inconsciente que
subyace en su cuadro psicopatológico. Esta escena inicial podrá determinarse como el
foco de la intervención, y se buscará que el trabajo del grupo a través de sus escenas
resonantes, lleve a la transformación y elaboración de esta escena inicial. La estructura
grupal resultante, que puede ser observada en una imagen grupal final, será indicadora
del proceso de transformación de la escena inicial, y también de la modificación del
cuadro clínico de los individuos que constituyen el grupo a través de la intervención.
Esta modificación clínica se basará en la modificación de la fantasía inconsciente que
subyace al proceso psicopatológico de los integrantes del grupo.

Si el enunciado anterior es comprobable abre el campo a un modelo psicoterapéutico


estructurado de intervención grupal en dispositivos de grupo focal a tiempo y objetivos
limitados que contenga en su desarrollo las posibilidades de evaluación de la mejoría.
Una forma de intentar comprobarlo es la experiencia que se relata en este trabajo. Se
trata de la intervención en un grupo de pacientes mujeres con diagnóstico de distimia o
de depresión recurrente, en un hospital psiquiátrico público del Distrito Federal. La
intervención fue a 16 sesiones, con un modelo de psicoterapia psicoanalítica breve
focal, con tiempo y objetivos limitados. El recurso técnico empleado fue el de la
multiplicación dramática. Este trabajo es un intento de análisis de dicha experiencia.

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Justificación:

Según cifras de la Secretaría de Salud (2003) en México existen cinco millones de


personas con Trastornos Depresivos. Según una encuesta del Banco Mundial (en
Programa Nacional de Salud, 2003), la depresión ocupa el quinto lugar entre las mujeres
y el séptimo entre los hombres en la estimación de la carga impuesta por la enfermedad
en los países en vías de desarrollo encuestados.

Los orígenes de la depresión son tanto biológicos como psicosociales:

Conocemos de la relación entre factores sociales y depresión y sus factores de riesgo.


Hay una correlación demostrada entre perdida del trabajo, recesión económica y
aumento de las tasas de suicidio y hospitalización psiquiátrica. Así también hay el nexo
entre la depresión y desarraigo social y la condición de refugiado. La depresión y la
ansiedad son los trastornos que se presentan más comúnmente en situaciones de estrés
agudo, tal como ocurre en condiciones de privación crónica de afecto, pérdidas que
sobrepasan las reservas de las personas, derrotas y desesperación que amenazan la
propia identidad y condiciones ambientales de inseguridad y violencia, en casos que
tengan este origen el tratamiento psicoterapéutico exclusivo es el electivo. Por otra
parte existen casos en los que el origen orgánico es predominante, como en el trastorno
bipolar. En este ultimo caso el tratamiento farmacológico, aunado a la psicoeducación,
será el indicado, así como el psicoterapéutico en los del primer tipo.

La evaluación de 15 años de experiencia en el seguimiento de deprimidos en el mundo


realizado por el Dr. Pichard (2001) reporta el mejor resultado con el uso de
psicoterapia y psicofármacos. En un estudio comparativo de cinco años de evolución,
la terapia ininterrumpida con antidepresivos combinada con psicoterapia interpersonal
produjo los mejores resultados. La terapia combinada será la de elección en aquellos
casos de origen psicosocial donde el tratamiento psicoterapéutico exclusivo haya
fracasado.

Adicionalmente se reconoce que la familia es el elemento clave del sistema de salud


mental. En sociedades como la india, la familia no solamente provee de atención en la
comunidad sino que también contribuye en aspectos cruciales de la atención hospitalaria
(Pichard, 2001). Están demostrados los beneficios de las actividades psicoeducativas
realizadas con la familia, tanto en relación con la asimilación de la carga que soporta
como en la adquisición de mayor destreza y efectividad como proveedora de cuidados.

Freud en su artículo “Duelo y Melancolía” de 1917, refiere el duelo como un proceso


normal ante una pérdida simple, que se relaciona con el examen de realidad que muestra
que el objeto amado ya no existe más. Ante la identificación de esta pérdida por el yo,
este debe realizar un proceso de descatectización del objeto perdido, y la posibilidad de
recatectizar nuevos objetos con esa energía si el proceso de duelo se realiza
satisfactoriamente. En el caso de la depresión tipo melancolía, la pérdida del objeto se
acompaña de un empobrecimiento del yo y de la valoración que hace el yo de la
realidad. Las cualidades de la relación, como factores de idealización o dependencia
extremos, hacen que una parte del yo, identificada como conciencia moral, se
contrapone a otra que toma por objeto de sus críticas y reproches. Los reproches contra
el objeto de amor recaen sobre el yo propio. La libido retirada del objeto no resultó

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aprovechable para nuevas catectizaciones, sino que se retiró sobre el yo, identificándolo
con el objeto perdido y descargando su ira hacia él. Por eso refiere que “la sombra del
objeto cayó sobre el yo, quien, en lo sucesivo, pudo ser juzgado por una instancia
particular como un objeto, como un objeto abandonado.” (p. 246). Para que ocurra tal
fin, además de la dependencia hacia el objeto, tuvo que haber habido un rechazo para tal
relación de objeto, apoyado por una identificación de carácter narcisista. La
dependencia al objeto es a su vez una afrenta para el narcisismo propio, y ante su
pérdida la conciencia moral castiga al yo por tal dependencia o por la idealización del
objeto.

Melanie Klein fue otra autora que se dedicó al estudio de la depresión, ella siguió la
teoría de las líneas de desarrollo propuestas por Abraham (1924), quien le da una mayor
importancia al factor de la agresión en los vínculos y al carácter ambivalente de las
relaciones tempranas. Para Abraham los trastornos afectivos como la melancolía,
tendrán su origen en la imposibilidad de resolver la relación ambivalente preedípica
con los objetos, que imprime a estas relaciones una fuerte carga de agresión que
después regresa al yo. Klein (1940) sigue esta línea de pensamiento: Para ella hay una
conexión entre el juicio de realidad en el duelo normal y los procesos mentales
tempranos. Para ella, el niño en su desarrollo temprano pasa por procesos comparables
al duelo normal del adulto, y la resolución de estos procesos tempranos será reeditada
en situaciones futuras, cuando se experimenta algo penoso. Todo duelo se remite a la
“posición depresiva” y al duelo por el primer objeto perdido: el pecho de la madre.
Para esta autora la posibilidad del bebé de valorar al pecho como un objeto amado y a la
vez atacado, pone en marcha intentos reparatorios hacia ese objeto, que si culminan
satisfactoriamente, podrán internalizarlo como un objeto que enriquezca al yo. Si esta
primera relación objetal está llena de agresión, la reparación será imposible y el objeto
se introyectará como un objeto malo de características persecutorias y dañino para el yo.
Es la cualidad de esta primera pérdida de objeto la que se repetirá en los duelos futuros,
favoreciendo o impidiendo su adecuada resolución, y así promoviendo procesos
patológicos depresivos. Para esta autora toda pérdida implica un dolor psíquico
caracterizado en el penar, este dolor puede ser tan intenso que ponga en marcha
defensas maníacas que impidan la resolución de la pérdida e intenten negarla. La
negación de la pérdida por defensas maníacas que desprecian al objeto perdido, o una
relación objetal llena de agresión que transforma al objeto perdido en un objeto
persecutorio interno, son los dos factores principales que obstaculizan la correcta
resolución del duelo, identificados en el origen de la depresión o de patologías como el
trastorno bipolar.

Hugo Bleichmar (1980), hace una clasificación de la depresión como narcisista o


culposa. La primera es producto de un “colapso narcisista”, producto de la emergencia
de aquello que no puede ser renegado por el yo, o ante los éxitos logrados por otra
persona. La depresión narcisista se relaciona con un elevado ideal narcisista o yo ideal;
con la minusvalía del yo representación, relacionada con la identificación con el
negativo del yo ideal; o con una intención agresiva del sujeto contra sí mismo a través
de su conciencia crítica. La depresión culposa es producida por elevados ideales de no
agresión y de bienestar del objeto; o por quedar identificado con la representación de sí
como la de alguien malo, agresivo. Esta depresión también puede ser producto de la
agresividad de la conciencia crítica que crea una brecha entre el ideal de no agresión y
la representación del yo como trasgresor a la norma. Bleichmar (2003), refiere otro tipo
de patología depresiva que no depende de la ambivalencia ni de la culpa. La refiere

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como pérdida simple de objeto, y esta se basa en una pérdida que es seguida de un
proceso de idealización o de fijación secundaria al objeto, ante la imposibilidad de
lograr un objeto que lo remplace, y la desesperación que esto genera. Esta idealización
es como la creación imaginaria de un paraíso, una vez que la vida ha mostrado su
dureza. Se relaciona con un déficit yóico que deja al self como impotente o indefenso
ante la pérdida, idealizando al objeto perdido inalcanzable.

El deprimido responde ante sus situaciones vitales, con patrones poco operantes,
aprendidos en épocas pasadas, y que le generan insatisfacción y sufrimiento. Un
ejemplo de éstos podría ser la reacción de tristeza, la desesperanza, el abandono y las
ideas de minusvalía, las cuales le restan la posibilidad de usar respuestas nuevas y más
satisfactorias, así como de enfrentarse adecuadamente a situaciones nuevas.

Esta visión de la psicopatología del deprimido le permite ser candidato a una


psicoterapia que siga el recurso técnico del psicodrama, definido por Moreno como “el
método que sondea a fondo la verdad del alma mediante la acción” (Moreno, 1987).
Este será un recurso capaz de llevar al deprimido, desde su situación actual, hasta
aquellos momentos de su historia en los que eligió los modos de respuesta que usa
actualmente y que lo enferman. Ante esta restricción de roles, incidir en ese momento
de su historia y con las personas que favorecieron su patología, dentro de un espacio
dramático, podrá favorecer que se permitan ensayar y usar nuevas respuestas,
ampliando su repertorio de roles y accediendo a un estilo de vida más espontáneo y
creativo, es decir, mas sano.

Por último, la estructura metodológica de la multiplicación dramática, que es una


metodología del psicodrama psicoanalítico (Kesselman y Pavlovsky, 1993), ofrece al
paciente deprimido ciertos beneficios adicionales: Usar la acción dramática como
mecanismo de expresión, brinda la posibilidad de ampliar los canales de comunicación
del paciente que generalmente se muestran limitados por su misma patología. Es un
método que genera una movilización intensa en el paciente y lo obliga, a él y al grupo, a
enfrentarse y resolver, en un corto tiempo, situaciones que le han sido difíciles a lo largo
de su historia, o al menos, lo invita a proponer alternativas de solución. Es un método
que impulsa la catarsis y la expresión emocional como catalizadores del insight y
entendimiento de lo que es dramatizado. Favorece la cohesión grupal y la autoayuda
dentro del grupo, buscando procesos identificatorios dentro de éste, y que funcione
como un generador de alternativas.

Lo expuesto anteriormente, como la conjunción entre la explicación psicopatológica y la


metodología planteada para su tratamiento, además de tratarse de un proyecto original;
justifica el que la propuesta de un modelo psicoterapéutico estructurado con técnicas y
recursos del psicodrama psicoanalítico, para pacientes deprimidos pueda llevarse a
cabo. Se considera un proyecto viable, tomando en cuenta que la depresión es una de
las patologías más frecuentes en nuestros días.

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Metodología:

Objetivo:

Demostrar la utilidad de un modelo psicoterapéutico psicoanalítico estructurado, con


técnicas y recursos psicodramáticos, dentro de un marco de terapia breve, para
modificar la imagen grupal inicial de un grupo de pacientes deprimidos o distímicos.

Establecer que la modificación de dicha imagen por la intervención propuesta es


indicador de la modificación del cuadro clínico del paciente deprimido o distímico.

Hipótesis:

Hipótesis Nula:

Un modelo psicoanalítico estructurado, con técnicas y recursos psicodramáticos,


dentro de un marco de terapia breve, no modifica la imagen grupal inicial de un grupo
de pacientes deprimidos o distímicos.

La modificación de la imagen grupal inicial, a través de la intervención propuesta, no es


indicador de la modificación del cuadro clínico del paciente deprimido o distímico.

Hipótesis Alterna:

Un modelo psicoanalítico estructurado, con técnicas y recursos psicodramáticos dentro


de un marco de terapia breve, modifica la imagen grupal inicial de un grupo de
pacientes deprimidos o distímicos.

La modificación de la imagen grupal inicial a través de la intervención propuesta, es


indicador de la modificación del cuadro clínico del paciente deprimido o distímico.

Criterios de Inclusión:

➢ Pacientes pertenecientes al servicio de consulta externa, de ambos sexos, de


entre 25 y 50 años, con diagnóstico de distimia.

➢ Pacientes que acepten voluntariamente ser incluidos en el grupo de psicodrama


psicoanalítico para pacientes distímicos.

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Criterios de Exclusión:

➢ Pacientes que se rehúsen de forma voluntaria a ser incluidos al grupo.

➢ Pacientes cuya sintomatología es producto de la descompensación de trastornos


de personalidad de tipo narcisista o borderline, como diagnóstico psiquiátrico
principal.

➢ Pacientes que presenten sintomatología psicótica al momento de su inclusión al


grupo.

➢ Pacientes que presenten un riesgo suicida evidente en el momento de ser


incluidos al grupo.

Características Metodológicas del Grupo de Pacientes Deprimidos o Distímicos:

✓ Se propone un contrato de 12 a 16 sesiones semanales de una hora y cuarenta y


cinco minutos de duración.

✓ La metodología de cada sesión seguirá las fases de la sesión psicodramática:


caldeamiento, dramatización y compartir.

✓ El recurso técnico utilizado para la intervención será el de la multiplicación


dramática, con su estructura de escena inicial, consonancia, escenas resonantes y
estructura grupal resultante. La estructura grupal resultante se podrá evidenciar
en una imagen grupal final.

✓ Se respetarán las reglas de confidencialidad y de restitución, propias del


encuadre terapéutico grupal.

✓ El grupo de pacientes tendrá un mínimo de seis y un máximo de diez


integrantes, buscando así un mayor aprovechamiento de la actividad.

✓ Los pacientes que integren el grupo pueden o no estar bajo tratamiento


farmacológico, siempre y cuando cumplan con los criterios clínicos para ser
incluidos, de acuerdo a la valoración inicial que se les realice.

✓ El equipo terapéutico constará de dos psicoterapeutas en coterapia, con igual


responsabilidad ante el grupo.

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Materiales:

❑ Sala amplia ubicada en el servicio de Consulta Externa, con adecuada


iluminación y ventilación.

❑ Sillas propias de dicha sala.

❑ Dos tapetes que delimitarán el espacio dramático.

❑ Diez almohadas las cuales se utilizarán como apoyo en la dramatización de los


pacientes.

Diseño de Investigación:

Se utilizará un diseño test-retest a un solo grupo. Se hará una aplicación inicial de los
instrumentos, antes de la experiencia con el modelo de trabajo. Una segunda aplicación
de los mismos instrumentos se realizará al final de la experiencia con el modelo de
trabajo. Se buscará establecer una significatividad estadística de las diferencias halladas
entre el test y el retest, a través de la prueba t de student.

Instrumentos de Medición:

Escala de Autoevaluación de Zung (para Depresión). Esta será aplicada antes y después
de la experiencia con el modelo de trabajo en el grupo.

Inventario de Beck. Esta será aplicada antes y después de la experiencia con el modelo
de trabajo en el grupo.

Ambas escalas brindarán una mayor significatividad clínica, en relación a la severidad


del cuadro de depresión mostrado por las pacientes antes y después de la aplicación del
modelo con metodología psicodramática.

Referentes Técnicos Básicos:

Psicodrama: Para Moreno es un método que sondea a fondo la verdad del alma
mediante la acción. Bello (1999) fundamenta la definición al decir que es un camino
para abordar un objetivo, que se basa en un conjunto de procedimientos que pueden
sistematizarse en pasos, técnicas y recursos dramáticos, y deriva de una teoría con la
cual es coherente. El fondo que explora el psicodrama es en general lo más obvio, y lo
que casi siempre se nos escapa al sobre interpretar la realidad.

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Sociodrama: Se puede definir como aquella dramatización en la que el protagonista es
el grupo. Está al servicio de la elaboración de vínculos reales y concretos entre
personas, así como de problemas sociales o comunitarios.

Núcleos teóricos: Espontaneidad es la capacidad de dar una respuesta nueva a una


situación conocida o responder a situaciones nuevas. Las conductas se basan en roles
que son las unidades mínimas que determinan como reacciona un individuo en
situaciones que involucran a otras personas u objetos. Tele es la mínima capacidad de
percepción a distancia que es encargada de las elecciones recíprocas. La transferencia
es la rama patológica del tele, responsable de la distorsión de las percepciones y de los
desencuentros.

Elementos: Protagonista es aquel en el que se centra la acción dramática. Yo auxiliar es


aquel que ayuda al protagonista interpretando sus otros significativos, parte de su
personalidad o al protagonista mismo. Director es aquel que coordina la sesión en sus
aspectos verbales y dramáticos. Espacio dramático es el lugar en el que se lleva a cabo
la dramatización. Audiencia es el resto del grupo que toma un carácter de observador
participante y que en cualquier momento puede adquirir un papel más activo si es
elegido como yo auxiliar por el protagonista.

Fases de la sesión: Caldeamiento es la parte de la sesión en la que se prepara al grupo


para la espontaneidad, de ahí surge el protagonista y el tema a dramatizar.
Dramatización es el momento de la sesión en el que se lleva a cabo la acción dramática
propiamente dicha. Compartir es el momento de la sesión en el que todos los
integrantes del grupo mencionan los sentimientos y elementos identificatorios para con
el protagonista.

Técnicas dramáticas: Son los procedimientos sencillos que se usan para armar las
escenas de la dramatización y favorecer la comprensión del protagonista. Las técnicas
básicas son el doble, el espejo y el cambio de roles.

Recursos dramáticos: Son procedimientos más complejos que pueden incluir a una o
varias técnicas a la vez, entre ellos se encuentran los juegos dramáticos, y las
dramatizaciones centradas en un tema, como la dramatización de sueños.

Los mecanismos de acción: Son el insight dramático, como un darse cuenta profundo y
emocional que surge de la dramatización. La catarsis de integración que tiene que ver
con la integración del pasado y el presente, la integración de acciones, sentimientos y
pensamientos, y la integración de protagonista con yo auxiliares, audiencia, e incluso
director. Elaboración verbal es el cambio cuantitativo que surge en los integrantes del
grupo a través de la reflexión sobre el tema que fue dramatizado.

Existe una variante del psicodrama, el psicodrama psicoanalítico, que es producto del
uso de técnicas y recursos psicodramáticos por psicoanalistas. Aquí dichas técnicas y
recursos son empleados de forma auxiliar dentro de un marco psicoanalítico grupal, que
usa principalmente técnicas interpretativas. Como ejemplo del psicodrama
psicoanalítico tenemos la “Teoría de la Escena” de Martínez Bouquet (1977), “La
Multiplicación Dramática” de Kesselman y Pavlovsky (1993), “El Psicodrama
Psicoanalítico de Grupo” de Kaës (2001), e incluso la “Teoría del Psicodrama” con

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referentes psicoanalíticos lacanianos, propuesta por Gennie y Paul Lemoine (1996), a
partir del “juego del carretel” propuesto por Freud.

Dentro de los instrumentos de la técnica psicoanalítica que fueron utilizados, se


encuentran la pregunta, el señalamiento, la confrontación y la interpretación.

La pregunta, es un instrumento que comparte el psicoanálisis, con la técnica


psicodramática, y tiene por finalidad obtener una información precisa, siendo que para
Etchegoyen (1993, p. 279) se formula sin otro propósitos y sin segundas intenciones.

El señalamiento circunscribe un área de observación, llama la atención, con el objetivo


de que el paciente observe y ofrezca más información. El señalamiento implica siempre
un grado de información que el analista le da al paciente para llamar su atención, pero lo
que lo define es que busca recibir información (Etchegoyen, 1993, p. 280).

La confrontación muestra al paciente dos cosas contrapuestas con la intención de


colocarlo ante un dilema, para que advierta una contradicción. Destaca dos aspectos
distintos y contradictorios del material, haciéndolos evidentes para el paciente.

La interpretación se refiere a algo que pertenece al paciente, pero de lo que él no tiene


conocimiento (Etchegoyen, 1993, p. 287). La interpretación siempre se dirige al
paciente, ya que evidencía algo de lo que él no tiene conocimiento, pero que sólo a el le
pertenece. Además, al tener solamente la experiencia con el paciente, no podemos saber
lo que hacen sus otros significativos, y por lo tanto no los podemos interpretar. Dentro
del trabajo realizado, las interpretaciones emitidas siempre estuvieron acompañadas de
dramatizaciones, siendo en ocasiones realizadas desde el rol del otro significativo con
el que se compartía la escena, y otras veces interpretando la escena completa para darle
un sentido distinto al que le brindaba el protagonista.

Procedimientos Técnicos y Recursos Sugeridos Para Cada Sesión (Modelo


Psicoterapéutico Estructurado de Intervención):

1ª Sesión: Integración Grupal.


Procedimiento: Se da el encuadre. Con psicodrama: a) Sociometría en Acción. b)
Sociogramas: A quién conozco. A quién me gustaría conocer. c) Trabajos de
Presentación: con cambio de roles, autopresentación metafórica en base a un personaje,
animal, elemento de la naturaleza, etc.

2ª Sesión: La Primera Escena.


Procedimiento: Se usa un caldeamiento inespecífico (por ejemplo: traer una situación
como si fuera una foto), y a partir de ahí se elige alguna de las situaciones y se hace una
dramatización, la cual puede ser de la situación actual o incluir alguna escena regresiva.
Esta escena también es la presentación del grupo, del cual surgió como emergente. Se
espera que la primera escena contenga como emergente el tema de la depresión. Se pasa
a compartir.

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3ª, 4ª, 5ª Sesión: La Imagen de la Depresión.
Procedimiento: Se usa un caldeamiento específico, en el cuál la escena de la sesión
pasada, se trae brevemente, puede ser en una pequeña escena o en una escultura. A
partir de ahí el grupo empieza a hacer una multiplicación dramática, mostrando escenas
resonantes con ayuda del equipo terapéutico. La resultante será una imagen creada por
el grupo de lo que es la depresión.

6ª, 7ª Sesión: El Átomo Social del Deprimido.


Procedimiento: Se usa un caldeamiento específico en el cuál a partir de la imagen
creada en la sesión anterior, y utilizando escenas resonantes, se trata de incluir los otros
significativos que forman parte de esa imagen: Qué lugar ocupa el padre, la madre, la
nana, el hermano, etc. Se intenta cambiar esa imagen por un átomo social que muestra
las relaciones significativas y su cualidad, en el caso del paciente deprimido. También
se puede optar por la multiplicación dramática, en base a la imagen grupal hallada. .

8ª, 9ª, 10ª Sesión: Trabajos de Encuentro o de Duelo con los Otros Significativos
Hallados.
Procedimiento: Se traen en un caldeamiento específico los otros significativos que
surgieron de la sesión anterior, puede ser a modo de silla vacía, o un yo auxiliar puede
ocupar ese lugar. A partir de ahí se hacen trabajos de encuentro o de duelo, que
impliquen a todos los integrantes del grupo que necesiten trabajar algún “asunto
pendiente” con esas figuras significativas. También se puede usar para traer breves
escenas en las que se muestre una dificultad concreta con alguno de esos otros
significativos. Los elementos de la imagen grupal inicial pueden ser incluidos. Este
trabajo se planea a tres sesiones pero puede abarcar una más.

11ª Sesión: Propuesta de un Nuevo Átomo Social.


Procedimiento: En base a lo que se haya podido trabajar, resolver o elaborar en las
sesiones pasadas se les pide que grupalmente armen un átomo social deseado, o un
átomo social futuro, en el que incluyan las características de las nuevas relaciones que
creen posible establecer con sus otros significativos. Incluso se puede traer a este nuevo
átomo social, nuevos integrantes que le den nuevas características, o eliminar alguno de
los integrantes del primer átomo social. Se intentará proponer un nuevo átomo social
que permita una imagen distinta a la de la depresión.

12ª Sesión: Propuesta de Una imagen distinta que Pueda Sustituir la de la Depresión.
Procedimiento: Basándose en un caldeamiento específico, en el nuevo átomo social
creado, se les propone que ahora construyan, ya sea de forma grupal, o en breves
escenas, una especie de proyección a futuro, en la que propongan una nueva escena que
pueda sustituir a la de la depresión. Al final, estas nuevas escenas se condensan en una
imagen grupal distinta, que pueda sustituir a la inicial. Esta sesión, al igual que la
pasada, también puede contener breves trabajos elaborativos de situaciones que aún no
hayan sido trabajadas o elaboradas en los trabajos de encuentro anteriores.

13ª Sesión: Cierre y Despedida.


Procedimiento: Se incluye desde el caldeamiento que esta sesión será de cierre y
despedida del grupo. Se puede trabajar dramáticamente qué me llevo y que dejo a partir
de la experiencia de trabajo con el grupo que está por concluir (Ejemplo: Se imagina un
perchero, del cual me “llevo puesto” algo que obtuve del grupo, y un bote de basura en
el que “tiro” lo que pude quitar de mi persona con ayuda del trabajo grupal).

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Referente Teórico que Justifica el Modelo Propuesto:

Fantasía Inconsciente, Grupo y Psicodrama.

Este apartado es un intento de integrar diversas conceptualizaciones que brinden un


panorama general sobre en qué consiste y cuales son las características de la fantasía
inconsciente. Después se intentará esbozar cómo ésta se manifiesta en el grupo, y como
el psicodrama, y en particular la escena psicodramática, trabajan con ella. Esto a su vez
justificará, dentro del modelo propuesto, el uso de una imagen grupal como referente de
la condición clínica de las pacientes, la cual, a su vez, pueda incidir en dicha condición.

Como inicio tenemos que para Freud, el concepto de fantasía nunca alcanzó el
significado ni la amplitud que obtuvo en desarrollos posteriores. Freud la conceptualizó
a partir de experiencias tempranas de frustración que llevaban a la “satisfacción
alucinatoria de deseos”. Al respecto Segal (1991) refiere: “En general, podría decirse
que para Freud el fantasma está bastante próximo a la ensoñación. Es una idea de
realización de deseos que entra en juego cuando la realidad externa es frustrante.
Básicamente, un fantasma consiste en un deseo inconsciente afectado por la capacidad
de pensamiento lógico, de modo tal que da origen a una expresión disfrazada y una
realización imaginaria del deseo pulsional. Los fantasmas se mantienen subordinados al
principio del placer, pero son formados por el “proceso secundario”; esto es, por la
lógica racional normal que es característica del sistema preconsciente y consciente.” (p.
40).

Siguiendo a esta autora, para Freud, la fantasía estuvo relacionada con procesos
conscientes, y mostrándose en un estatus similar a la “ensoñación diurna”, aunque, igual
que el síntoma y el sueño, servía para develar contenidos inconscientes, lo que le daba
una importancia clínica fundamental, haciéndola objeto, de las interpretaciones del
analista. Por otra parte, la fantasía era un fenómeno tardío en el desarrollo, en parte
debido a que Freud no estudió con rigurosidad el desarrollo temprano pues mantuvo su
hipótesis del “narcisismo primario”. Para Freud el yo se iba construyendo como una
“capa diferenciada del ello” por continuos contactos con el mundo exterior. Esta
formación del yo era una condición necesaria para la diferenciación de la realidad
externa, con respecto a la realidad interna, y la fantasía era posterior a esta
diferenciación y a las experiencias de frustración provenientes de la realidad externa,
originándose como una forma de lidiar ante éstas.

Las limitaciones del concepto de fantasía en Freud son libradas por Melanie Klein, en
parte porque establece la hipótesis de que desde el inicio de la vida hay un yo, el cual
siguiendo a Segal es “....suficiente para experimentar angustia, para constituir algunas
relaciones de objeto en la realidad y el fantasma y para utilizar defensas primitivas.” (p.
45). Para Klein la fantasía inconsciente es una actividad mental primaria, que existe
desde el origen de la vida, ya que es una expresión en el psiquismo del individuo tanto
de las pulsiones como de las defensas ante dichas pulsiones. También la fantasía
inconsciente será “el lente “ a través del cual se perciba la realidad exterior, siendo esta
modificada por la fantasía y a la vez la fantasía modificada por la realidad exterior,
quien además la complejiza en un interjuego simultáneo. Entonces para Klein, las
fantasías inconscientes, como procesos mentales primarios son “...subyacentes a los

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sueños, la percepción, el pensamiento y la creatividad.” (p. 60). Lo que quiero decir es
que no hay actividad mental en la que no esté presente la fantasía inconsciente.

Creo que el párrafo anterior brindó demasiada información, la cual voy a tratar de
explicar a continuación:

El escrito de Melanie Klein que, según mi parecer, sirve mejor para explicar la función
de la fantasía inconsciente, es el de “Notas Sobre Algunos Mecanismos Esquizoides” de
1946. En el introduce la posición esquizo-paranoide y habla de que en la etapa del
desarrollo que siguen al nacimiento, el ser humano tiene que empezar a lidiar con la
agresión como el principal factor que amenaza su existencia, generándole ansiedades de
aniquilamiento. Klein refiere que para poder tramitar esa agresión y defenderse de ella,
tiene que hacer uso de mecanismos de defensa primitivos como la escisión, la
identificación proyectiva, la negación y la identificación. Pero además, y es la parte
más pertinente en relación a lo que intento desarrollar, tanto las pulsiones agresivas,
como las libidinales, como estos mecanismos de defensa primitivos que tratan de
hacerles frente, son expresados psíquicamente a través de fantasías, las cuales, dice la
autora, son vividas como “muy reales”, siendo que lo que acontece en esas fantasías es
inseparable de lo que ocurre en la realidad, lo afecta y es afectado por esta. Estas
fantasías son, podríamos decir, argumentos que se echan a andar en escenas psíquicas, y
que le dan ciertas cualidades a las vivencias posteriores. La fantasía inconsciente, será
entonces el guión y la escena inconsciente que hace que nos comportemos hacia el
exterior y hacia nuestros objetos internos de tal forma y usando tales mecanismos.
Además la fantasía inconsciente, al igual que la pulsión que representa psíquicamente,
nos impondrán formas de relación objetal que siempre estarán funcionando en nuestras
relaciones futuras. Así la fantasía inconsciente será un fenómeno vincular.

Hay características de esta fantasía inconsciente que me gustaría no dejar pasar por alto,
y que para ello me auxiliaré de la conceptualización que hace Susan Isaacs al respecto, a
mi parecer la más completa. En primer lugar, cuando se habla de fantasía inconsciente,
se habla de procesos que se diferencian de todas las fantasías diurnas en relación a que
siempre mantendrán su carácter inconsciente, y la autora refiere que “...son siempre
inferidas, nunca observadas como tales;...” (1948, p. 75). Ahora bien, desde su
condición inconsciente van a darle cualidades específicas a la actividad mental del
individuo, a sus relaciones con los demás y serán modeladoras de su personalidad.
Estas serán el contenido primario de los procesos mentales inconscientes. Al referir esta
autora que la fantasías inconscientes surgen de impulsos orgánicos y están entretejidas
con afectos y sensaciones corporales, nos muestra que toda sensación corporal es
también matizada por fantasías inconscientes, incluso en un inicio estas son
experimentadas como sensaciones, después se podrán experimentar como “imágenes
plásticas y representaciones dramáticas” que influirán en nuestras percepciones o
interpretaciones de la realidad. Finalmente detrás del lenguaje verbal, el simbolismo, el
pensamiento y la adaptación a la realidad también estarán actuando fantasías
inconscientes, que además pueden facilitar o dificultar y entorpecer a cada proceso
detrás del cual actúan. Al igual que las pulsiones, las defensas que se pongan en marcha
contra tales pulsiones también seguirán el guión de una fantasía inconsciente, y se
mostrarán en escenas. Por ejemplo, la agresión dirigida a un objeto que actúa con una
fantasía destructiva, al mismo tiempo puede eliminar de la realidad psíquica a todos los
objetos malos, los cuales luego reaparecerán mediante esa misma fantasía como objetos

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externos malos con ansias de venganza. Aquí además de una fantasía inconsciente
podríamos tener el argumento de una serie televisiva.

Para concluir sobre la importancia de la fantasía inconsciente y su repercusión en el


individuo podemos citar a Segal quien dice: “El fantasma inconsciente y las estructuras
que se desarrollan a partir del mismo pueden considerarse como determinantes de la
estructura y el carácter básico de la personalidad, como la matriz de nuestra estructura y
vida mentales.” (p. 53). Esto último tendrá gran importancia al ver las repercusiones en
la estructura psicopatológica de la fantasía inconsciente.

El hecho enunciado anteriormente respecto a que detrás de todo proceso mental está
funcionando una fantasía inconsciente, también es respaldado por Levin (1996), quien
desde un marco referencial distinto al kleiniano, refiere como la fantasía inconsciente
brinda la matriz para todas las percepciones y por lo tanto, juega un papel en todo
comportamiento, como respuesta a dichas percepciones. Este autor refiere que para
Sandler “La fantasía inconsciente, provee el escenario mental en el cual los estímulos
sensoriales son percibidos e integrados” (Levin, p. 144). Para este autor también las
relaciones con los demás parten de impulsos que se representan psíquicamente por
fantasías y que serán modificadas por las experiencias en las relaciones, experiencias
que a su vez serán afectadas por la fantasía subyacente. Podríamos resumir diciendo
que las funciones yoicas de percepción, conducta, memoria y relación con los demás,
también son afectadas por fantasías inconscientes.

Laplanche y Pontalis (1964) son otros autores que podemos pensar, apoyan la tesis de
que la fantasía inconsciente se encuentra presente desde los inicios de la vida, para esto
retoman el planteamiento freudiano de las fantasías originarias, como aquellas que son
transmitidas filogenéticamente y se encuentran presentes en el individuo por el hecho de
integrar a la especie humana. Refieren que el contenido de dichas fantasías originarias,
se vincula a los orígenes: “...en la escena primitiva, es el origen del individuo el que se
ve figurado; en las fantasías de seducción, es el origen, el surgimiento de la sexualidad;
en las fantasías de castración, es el origen de la diferencia de los sexos.” (p. 128). A
estas fantasías originarias, siempre inconscientes y formadas en el inconsciente, estos
autores añaden otras que en algún momento pudieron haber sido conscientes y que
llegaron al inconsciente por “represión”. Esto a su vez respalda la tesis de la mutua
afectación entre fantasía y realidad, pues las fantasías reprimidas, en algún momento
sueños diurnos, serían aquellas que surgieron ante eventos y frustraciones de la realidad,
y que al tornarse inconscientes, afectaron a las fantasías siempre inconscientes, que a su
vez afectan la relación del individuo con la realidad.

Por último estos autores ven a la fantasía como escena del deseo, lo que indica que se
representa, como toda escena en una unidad de tiempo, espacio y circunstancia, en la
cual el deseo se escenifica. Respecto a esta escena refieren que puede ir desde aquella
en la que el sujeto tiene un lugar marcado e invariable, con una organización
estabilizada por el proceso secundario, que hace que el sujeto “viva su ensoñación”;
hasta el otro polo, el de la fantasía originaria, que “se caracterizaría por una ausencia de
subjetivación que iría a la par con la presencia del sujeto en escena” (p. 135). Esto
último creo que tiene profundas implicaciones en relación a la psicopatología
estructural, pues podemos suponer que brinda un marco referencial desde la
indiferenciación (ausencia de subjetivación) hasta la diferenciación (con un lugar
marcado e invariable para el sujeto).

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Relacionando esta concepción con aportes de la psicopatología estructural, como el de
Bergeret (1974), tendríamos en el extremo de mayor indiferenciación, a las fantasías
monádicas, en las que sujeto, madre, padre, etc. están siendo representados por un solo
ente indiferenciado. Dichas fantasías y escenas corresponderían a la estructura
psicótica. En un segundo nivel, tendríamos las fantasías diádicas, en las cuales se dio
una diferenciación incipiente que sólo permite distinguir al sujeto y al otro, que puede
tener múltiples representantes, y del cual depende completamente el primero. A esta
dependencia Bergeret la llama anaclítica, y se caracteriza por un apuntalamiento del yo
del sujeto en el otro, cuya ausencia sería equivalente a un colapso yóico. Esta fantasía y
escena correspondería a las caracteropatías o, en términos de Bergeret, organizaciones
fronterizas o narcisistas. Por último, en un tercer nivel, Se encontrarían las fantasías
triádicas, en las cuales se alcanzaría una diferenciación sujeto-objeto completa, y se
incluiría a un tercero que propicie la separación completa entre el sujeto y el otro, lo que
correspondería al corte edípico, a la ley o a la metáfora paterna, y que mostraría una
fantasía de tres, dos de estos unidos por un lazo libidinal y un tercero promoviendo su
separación con los problemas de rivalidad y celos que esto conlleva. Aquí hablaríamos
de fantasías o escenas edípicas, correspondientes a la estructura neurótica.

Después de este repaso en relación al concepto de fantasía inconsciente, ahora queda


plantear qué pasa con la fantasía inconsciente en el grupo, seguiremos con esa cuestión.

Para dar respuesta a este asunto me referiré a Didier Anzieu y a su libro “El Grupo y El
Inconsciente” (1986). La relación de la fantasía inconsciente y el grupo se pone en
manifiesto en diversos enunciados de este texto, refiriendo para iniciar que sin elemento
imaginario no existe grupo, y además que el grupo será precisamente eso: la puesta en
común de las imágenes interiores y las angustias de los participantes. Cuando habla de
imaginario y de imágenes interiores, creo que a lo que se está refiriendo este autor es a
la fantasía inconsciente que se pone en juego en una escena, ya que finalmente todas las
imágenes remiten a escenas. Para Anzieu, serán las fantasías las que hagan la envoltura
del grupo y las que permitirán que ahí se construya un espacio interno en el que se
pongan en juego las fantasías inconscientes comunes a ese grupo. Cito: “Aunque no
existe más realidad interna inconsciente que la individual, la envoltura grupal se
constituye dentro del movimiento por el que los individuos proyectan sobre ella sus
fantasías, sus imagos, su tópica subjetiva (es decir, la forma en que se articula el
funcionamiento de los subsistemas dentro del aparato psíquico: Ello, Yo, Yo Ideal,
Superyó e Ideal del Yo). Y gracias a su cara interna la envoltura grupal permite el
establecimiento de un espacio psíquico transindividual que propongo llamar un si
mismo del grupo: el grupo tiene un sí mismo propio.” (p. 14).

Ahora bien, cuando este autor hace la metáfora del grupo como un sueño, pone en claro
que lo que se pone en juego en un grupo son fantasías inconscientes de carácter infantil,
que aunque permanecen inconscientes y son afectadas por la represión, tratan de
realizarse mediante empresas reales dentro del grupo. En el grupo, las catexias
objetales se retiran y son sustituidas por una sobrecatexia del grupo, y la situación del
grupo, al igual que el sueño, produce una triple regresión: cronológica, tópica y formal.
La regresión cronológica va, para el autor, no sólo a un narcisismo secundario, sino al
narcisismo primario, y desde un punto de vista genético clásico, desde la posición
edípica al estadío oral. La regresión tópica implica que ni el superyó ni el yo pueden
controlar suficientemente a los representantes-representaciones de la pulsión, esto hace

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al grupo un lugar privilegiado para poner en marcha las fantasías inconscientes de sus
integrantes como representantes psíquicos de la pulsión. La regresión formal se observa
en el recurso a modos de expresión arcaicos, más próximos a proceso primario, que, al
llegar a la temática del psicodrama, relacionaré con el lenguaje dramático, y con que la
dramatización ofrece una escena como medio de comunicación grupal, que sería más
regresivo que el lenguaje verbal secundarizado. (Ver Caram, 2003).

Lo anterior implica que en un grupo pueden coexistir fantasías acordes con distintos
niveles de desarrollo psíquico, desde la indiferenciación, hasta una diferenciación más
acabada, y desde lo monádico hasta lo triangular, de acuerdo a los niveles de regresión y
progresión que la fantasía inconsciente permita en el grupo. Esto es ejemplificado por
Anzieu cuando habla de la ilusión grupal, como un yo ideal común, que revive las
primeras relaciones de objeto del niño con la madre, con una función más afectiva que
representativa, que exalta los encuentros con el pecho como objeto parcial bueno que
proporciona placer. Del lado más progresivo estaría el ideal del yo del grupo, que
representa la interiorización del padre totémico y el nacimiento de la pareja superyó-
ideal del yo. Este se constituye con la organización edípica y tiene esencialmente una
función de representación, pues propone proyectos al grupo, y lo guía en lo que tiene
que hacer de acuerdo a un deber ser.

La función regresivante del grupo hace que en este puedan coexistir integrantes con
diversos niveles de estructuración, donde los más regresivos ofrecerán la posibilidad de
explorar fantasías monádicas indiferenciadas, mientras que los integrantes con una
estructura más diferenciada que pueden poner en juego fantasías triangulares, serán un
motor importante para la progresión y desarrollo, y para los intentos incipientes de
diferenciación de los integrantes más regresivos. Lo anteriormente expuesto tiene
implicaciones clínicas significativas.

Para finalizar con la expresión de la fantasía inconsciente en el grupo, quisiera hacer


una breve referencia a Kaës (en Anzieu, 1986) quien hace referencia de la construcción
en un grupo del “Aparato Psíquico Grupal”, el cual se apoya en los aparatos psíquicos
de los integrantes que componen el grupo y en la cultura circundante y las
representaciones colectivas del grupo que dicha cultura proporciona. Creo que este
concepto se puede tomar como un puente entre lo cultural-colectivo, lo grupal y lo
individual. Para que este aparato psíquico grupal pueda existir, dice Anzieu, se necesita
crear una envoltura y, para conseguirlo, recurre a una instancia común a los aparatos
psíquicos individuales que lo componen. Según la instancia común puesta en juego será
el funcionamiento psíquico consciente e inconsciente del grupo. Esta instancia
psíquica, es a mi parecer, una fantasía inconsciente compartida por los integrantes del
grupo, la cual será la base para la constitución de este aparato psíquico grupal, como
analogía a la fantasía inconsciente individual de base en el psiquismo individual. La
fantasía inconsciente, además de ser lo que envuelve y pone en funcionamiento al
psiquismo grupal, también producirá efectos particulares sobre los afectos, los
pensamientos y las conductas de cada uno de los miembros del grupo.

Ahora llegaré al tercer punto, intentando relacionar la fantasía inconsciente con el


trabajo psicodramático.

El psicodrama es definido por Moreno, su creador, como el método que sondea a fondo
la verdad del alma a través de la acción. (Moreno, 1946). El modo de expresión

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dramática, a través de la acción, da un primer acercamiento entre esta metodología y la
expresión de la fantasía inconsciente, ya que ambos se manifiestan a través de escenas.
Creo que la escena es para la acción, lo que la oración es para el lenguaje hablado, es
decir, así como una persona no puede expresar una idea verbalmente sino es mediante
oraciones, tampoco puede expresar algo mediante acciones sino es en una escena, ya
que esta encuadra la acción en una unidad de tiempo (cuándo ocurre), lugar (en dónde
ocurre) y circunstancia (qué ocurre). En el Diccionario de Psicodrama y Sociodrama
(Menegazzo, Zuretti y cols., 1992) refieren que la escena es la estructura esencial de la
dramatización, y Moreno le dio nuevas posibilidades de utilización en las ciencias del
hombre.

Un puente teórico importante entre el psicodrama y la fantasía inconsciente lo desarrolla


Carlos Martínez Bouquet (en Menegazzo, Zuretti y cols., 1992), al desarrollar su
“Teoría de la Escena”. Para este autor, lo que caracteriza por excelencia el fenómeno
dramático, es, sin duda, la escena. Desde el punto de vista de su teoría de la escena,
pueden ser descritas dos estructuras escénicas profundamente articuladas entre sí, mas
claramente diferenciables, tanto teórica como instrumentalmente, mediante un proceso,
descrito por el autor como proceso de escena. Estas dos estructuras escénicas serían:
Primero, la escena tal como aparece en la dramatización, o sea, en su ámbito manifiesto.
Asociada a la anterior, el autor describe otra escena, que sucede al mismo tiempo que la
anterior, detrás de la cual se oculta y por medio de la cual se expresa, y que el llama
escena latente o escena imaginaria. Su estructura puede ser descrita en el ámbito
imaginario, que contiene, según Martínez Bouquet, un determinado número de
personajes imaginarios, entre los cuales se establece un complejo sistema de
comunicaciones que van y vienen, consistentes en afectos, impulsos, deseos, etc., y que
constituyen la llamada tensión dramática.

La teoría de la escena creo que nos brinda un enlace entre el método psicodramático y la
fantasía inconsciente, ya que esta sería análoga a la escena latente o imaginaria, la cual
se ocultaría y a la vez se expresaría en la escena latente, determinando además su guión.
Se podría continuar la analogía diciendo que si la escena manifiesta muestra la actividad
psíquica del grupo de psicodrama y es su emergente y denominador común, la escena
latente mostrará la fantasía inconsciente grupal que se pone en juego en esa escena
manifiesta.

Una segunda analogía con la fantasía inconsciente sería el concepto de escena nuclear
conflictiva, la cual se define por Menegazzo, Zuretti y cols. (1992) como una figura
dramática que se traduce en el trabajo siempre que, siguiendo el hilo conductor de un rol
inadecuado o irresuelto por el protagonista, en el desarrollo de un programa
psicodramático, queda evidente en el escenario en un momento, un espacio y una acción
determinada que configuran una escena vincular, correlacionada a la situación
originaria en que emergió y se imprimió por primera vez, tal como se presenta, el rol
que está siendo dramáticamente investigado. Esto nos lleva a que esta escena nuclear
conflictiva es la que da el guión de las conductas repetitivas del protagonista que se
manifiestan en la dramatización. Aunque los autores la equiparan a una escena
traumática real que se debe elaborar, creo que el concepto se amplía al hacer la analogía
de esta escena con una fantasía inconsciente que, siguiendo el desarrollo del concepto,
determina las acciones y las percepciones del protagonista, y les da cualidades
específicas. Esta analogía es útil, ya que muchos de los traumas humanos, más que
apoyarse en hechos reales se apoyan en hechos fantaseados, como lo mostró Freud al

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abandonar su teoría de la seducción infantil. Además no podemos mantener esa
división tajante entre hechos reales y fantaseados, ya que, como vimos anteriormente,
detrás de toda acción y percepción de la realidad, esta en acción una fantasía
inconsciente que la acompaña.

Para finalizar este camino quisiera hacer referencia a Kaës en su libro “El Psicodrama
Psicoanalítico de Grupo” (2001). En este refiere que en el psicodrama psicoanalítico de
grupo las diferentes partes de la psique de cada integrante están implicadas y afectadas
en la acción, la cual no es únicamente la escena dramatizada, sino que precede de la
dinámica de la situación grupal que lleva a tal dramatización. Lo refiere como “una
“vía final común” a la que conducen, en la acción, las diversas fuentes de la vida
psíquica, individual, grupal y mítica; así el psicodrama psicoanalítico de grupo es el
lugar y momento de resurgimiento potencial donde cada uno puede reactualizar en la
acción los diversos orígenes de su vida psíquica.” (p. 199). En ese mismo libro
Missenard refiere que el psicodrama es un momento y un espacio en el cual la dinámica
individual y la grupal están articuladas una con otra. Estas últimas referencias creo que
enriquecen la equiparación de la fantasía inconsciente con la escena psicodramática que
he intentado hacer, refiriendo que la acción psicodramática partiría de una fantasía
inconsciente grupal que surge de la dinámica del grupo en un momento determinado y
se pone en juego en la acción llevada a cabo en la escena. Esa escena y la acción que en
ella se desarrolla servirán de medios para investigar esta fantasía inconsciente y la
situación real e imaginaria que le dio origen, ya que toda situación comparte esas dos
vertientes.

Creo que ha llegado el momento de intentar proponer conclusiones acordes a los


distintos desarrollos llevados a cabo en este apartado.

La fantasía inconsciente es el contenido principal de los procesos mentales


inconscientes. Tales procesos se encuentran activos en todo momento en el individuo y
afectan la totalidad de su actividad mental, así como sus funciones yóicas y su relación
con los demás y con la realidad en general. La fantasía inconsciente se muestra
principalmente en escenas inconscientes que brindan el argumento que matiza la
actividad mental y las relaciones del individuo.

Es la fantasía inconsciente la que une a los individuos en un grupo, ya que estos la


ponen en juego con los demás integrantes de éste, con el terapeuta, con el grupo como
todo y con la realidad; creando distintos escenarios de fantasía inconsciente que siempre
estarán presentes y que también matizarán todo intercambio que se de dentro del grupo.
La función del terapeuta del grupo consiste en develar las distintas fantasías
inconscientes que se ponen en juego en cada momento y mostrar cómo estas afectan en
la dinámica grupal. En un grupo pueden estar en juego distintas fantasías inconscientes
acordes a distintos niveles de desarrollo y distintas psicopatologías, que estarán
afectándose entre sí y que marcarán los movimientos regresivos y progresivos del
grupo.

El psicodrama como método que prioriza la acción, cuya unidad en tiempo, lugar y
circunstancia es la escena, se vuelve un vehículo para que a esta se liguen las diversas
escenas que ponen en juego las fantasías inconscientes. Toda escena psicodramática,
grupal o individual, pone en juego escenas latentes cuyo contenido serán fantasías
inconscientes que, al igual que en la psicoterapia de grupo, deben ser develadas por el

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terapeuta. Lo anterior orilla a pensar que el psicodrama es un método auxiliar idóneo
para poner en juego y develar las fantasías inconscientes.

Análisis Cualitativo:

El grupo estaba formado originalmente por nueve mujeres, cuyos diagnósticos eran de
depresión recurrente o de distimia. Una de ellas abandonó el grupo en la décima sesión,
abandono que pudo tener relación con que clínicamente no era evidente que compartiera
el mismo diagnóstico. Sobre el diagnóstico del resto de las integrantes del grupo, se
encontraban otras dos, una con depresión moderada o mayor, y la otra con importantes
rasgos fronterizos en su personalidad, que la llevaron a realizar conductas con alto grado
de impulsividad en momentos que tendrían que ver con un mayor desarrollo de su
proceso terapéutico, como lo fue después de una de sus protagonizaciones individuales.
Esto nos haría pensar, una vez concluida la experiencia, sobre la importancia de la
homogenización diagnóstica para este tipo de trabajos, ya que el resto del grupo tuvo un
desarrollo y un aprovechamiento más parejo en relación a los fines terapéuticos.

El grupo se llevó con una metodología psicodramática, o de psicoterapia


psicodramática, ya que se priorizó en todo momento el uso de técnicas dramáticas y de
la expresión dramática de sus conflictos, aunque en ocasiones se mezclaban las técnicas
dramáticas con técnicas interpretativas, de acuerdo al marco referencial que mantenía
uno de los coordinadores del grupo. La coordinación fue compartida por dos personas,
además de contar con un grupo de observadores en cámara de gessell, lo que brindaba
mayor retroalimentación a la hora del análisis y la reflexión respecto a lo que había
ocurrido en cada sesión. La metodología general de cada sesión era la de la sesión de
psicodrama, con sus fases de caldeamiento, dramatización y sharing o compartir. La
metodología que se pensó para el proceso grupal, fue la de grupo de terapia breve con
técnicas dramáticas, que implicaba tiempos y objetivos limitados, pactándose un
encuadre con rango de doce a dieciséis sesiones, de alrededor de dos horas de duración.
Se pretendía centrar la investigación clínica y la acción terapéutica en una escena focal
grupal, producto de la confluencia de los grupos internos de los integrantes (Bernard,
1995). La hipótesis fue, que la modificación de esta escena por la técnica empleada,
podría ser el indicador de cambios clínicos y logros terapéuticos en los miembros del
grupo.

Para el análisis del proceso grupal llevado a cabo y de las formulaciones teóricas y
técnicas en las que se apoya, haré un seguimiento del desarrollo del proceso, podríamos
decir un tanto “disparejo”, pues me centraré más en aquellas sesiones con mayor
implicación en el proceso grupal, haciendo menos énfasis en las elaboraciones
individuales de cada una de las integrantes. El análisis tendrá una secuencia
cronológica, partiendo del inicio hasta el final de la experiencia.

Ante la creación de un nuevo grupo, constituido en este caso por la mitad de integrantes
desconocidas, ya que cuatro de ellas habían asistido previamente a una sesión de
inducción; la situación de desconocimiento y de agrupación enfrenta a las integrantes a
lo que Kaës (1976, en Edelman y Kordon, 1995) denomina angustia de no asignación.
En el nuevo grupo creado, no existen sistemas sociales de apoyo, y el agrupamiento en
relación a lo común en el grupo constituye una posibilidad de restituir ciertos niveles de

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apoyatura perdidos. Este grupo de desconocidas, trabaja en la primera sesión con un
recurso dramático cuyo fin es presentarse, se trata de la autopresentación metafórica en
base a un personaje, como la define Rosales Fontcuberta (1990). En ésta, después de
un psicodrama interno en el que desfilan ante ellas una serie de personajes de su
historia, deben elegir a uno que les sirva para poderse presentar desde su rol.

Esta primera sesión podría mostrar de forma general lo que Bion (1994), refiere como
grupo en supuesto básico de dependencia. Este se instala como una respuesta ante la
situación clínica, en la cual el o los terapeutas expertos les deberán decir que hacer para
aliviar su sufrimiento. Desde la presentación surgen personajes sufrientes: un padre sin
motivaciones, una madre para quien nada de lo que haga su hija es suficiente, un
campesino sin rumbo, padres, hermanos o parejas indiferentes. Las presentaciones se
dan desde el sufrimiento y el dolor, siguiendo a Kaës (1999), podríamos decir que
surgen las alianzas inconscientes para constituir el grupo, y cada escena de sufrimiento
propuesta por cada integrante servirá como apuntalamiento del psiquismo de los demás,
constituyéndose así un “grupo de sufrientes”. La alianza inconsciente refuerza en los
integrantes procesos inconscientes de co-represión de los logros y los eventos
placenteros. Se genera así una defensa contra la angustia de no asignación, su yo ahora
tiene un espacio dentro del co-sufrimiento grupal, tomando, como lo dice Kaës, un lugar
decisivo, en ese momento, para la vida psíquica de los integrantes.

En la siguiente sesión se trabaja con una protagonización individual, cada integrante


toma entre sus manos una escena que haya surgido a raíz de su presentación y le ponen
un título, después entre las mismas integrantes eligen aquella escena que les sea de más
utilidad, buscando según Kesselman y Pavlovsky (1993), la escena que les genere más
consonancia. Ya no será su cualidad de dolientes la que apuntale su psiquismo, ahora
buscan un apuntalamiento que, ligado a la consigna, lo dará la escena inicial. Para
Hauser (1999), la primera protagonización de un grupo de psicodrama, equivale al
primer sueño en el análisis de un paciente individual, tomándose como una vía de
acceso a lo inconsciente, a la fantasía que oculta y a la vez muestra la dramatización.
Esta es muy reveladora, muestra la sensación de abandono y de falta de atención de una
de las integrantes del grupo quien no es tomada en cuenta por sus hermanas ni por su
madre. La paciente en cuestión tiene que enfermar y verse sometida a intervenciones
quirúrgicas para, a partir de estas, obtener vicariamente la atención de sus familiares.
Fantasía de desamparo que siguiendo a Laplanche y Pontalis (1964), podría equipararse
en lo más primitivo a la fantasía originaria de seducción. Esta fantasía, aunque intenta
responder, según estos autores, al origen de la sexualidad, también es el origen de la
búsqueda de protección ante el desamparo y la indefensión infantil. Cabe mencionar
que será a partir de ésta dramatización que surgirán las escenas iniciales del resto de los
integrantes del grupo, siguiendo el trabajo del preconsciente (Kaës, 1995).

Las dos sesiones siguientes muestran las escenas iniciales de las demás integrantes,
siendo que la consonancia ahora produce las escenas resonantes. Desde el psicodrama
Moreno (en Menegazzo, et al. 1992), lo explicará con el término de co-inconsciente,
como un vínculo de inconsciente a inconsciente, creado por la intermediación de
experiencias compartidas. Es a este fenómeno al que Martinez Bouquet hace referencia
con el término de escena latente, la cuál describe un “pedazo” del imaginario al que se
tuvo acceso. Además la escena latente siempre es vincular, surge de las ligazones
conscientes e inconscientes que cada integrante del grupo hace con la escena manifiesta.

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Una escena manifiesta puede dar origen a un sinnúmero de escenas latentes, de acuerdo
a los vínculos que se establecen con ésta.

Las escenas iniciales del resto de las integrantes del grupo, muestran la resonancia con
la escena inicial de la segunda sesión, así se mantienen en el grupo las alianzas
inconscientes, los procesos de co-represión, y la instalación de un supuesto básico de
dependencia acorde a la fantasía de desamparo infantil. Es un grupo de pacientes-niños
seduciendo a los terapeutas-padres a partir del desamparo, el abandono y la indefensión.
Es la fantasía originaria de seducción, secundarizada por las historias y escenas
individuales que marcan el inicio de cada una de las integrantes.

Estas escenas iniciales son finalmente condensadas en una imagen grupal, una imagen
que inicia fortuitamente, el primer elemento de ésta es el triunfo, que se propone por
una integrante que se debe retirar antes de que concluya la sesión y que deja ese
elemento como “herencia” al resto del grupo. Este elemento no resuena en el resto de
las integrantes, cuya mayoría se encuentra tirada en el suelo. Uno de los terapeutas es
quien debe tomar el rol heredado. De pronto, una de las integrantes hace una conexión
a través de la imagen de la balanza, que colocará al otro extremo al otro terapeuta como
un sol inalcanzable. Completando, la imagen grupal inicial es como sigue: De un lado
siete integrantes tiradas en el suelo como si ocuparan el plato más pesado de la balanza.
La balanza desequilibrada, encarnada en otra integrante. Del lado más ligero de la
balanza un sol inalcanzable, deseado por el resto de las integrantes y encarnado por uno
de los terapeutas. Junto a la integrante eje de la balanza, otro terapeuta encarna el
triunfo, como un guardia que la flanquea.

Cuando Kaës (1995) hace referencia a las funciones fóricas, establece que son
“funciones intermediarias” requeridas en el arreglo de cualquier vínculo, y necesarias
para el proceso de acoplamiento psíquico intersubjetivo. Se podría hacer referencia a la
integrante que incluye el elemento de la balanza dentro de la imagen grupal, como la
porta-imagen, ya que con su inclusión se pueden acoplar todos los elementos de la
imagen grupal. Esta imagen será a su vez la representación de una fantasía, en esta se
deposita una especie de fotografía del mundo interno de las integrantes del grupo; un
mundo poblado por objetos idealizados inalcanzables, y objetos devaluados, carentes y
necesitados, con los que ellas se identifican, apuntando al mecanismo de identificación
con un objeto interno (Klein, 1957). Dentro de la teoría de las Configuraciones
Vinculares podría representar un vínculo dual, fusional, representando una relación con
un objeto único (Berenstein y Puget, 1984, en Bernard y Puget, 1986), idealizado, cuya
dependencia es total. Rojas y Steinbach (1994, en Pachuk y Friedler), definirán esta
imagen como narcisística, marcada por el deseo de fusión que genera una ilusión de
plenitud, y a su vez originada en el desamparo primordial. Esta imagen inicial
apuntala los psiquismos de cada una de las integrantes, las lleva a la indiferenciación, a
lo fusional (Bernard, 1992) y a la isomorfía (Kaës, 1995). Por otra parte. Bleichmar
(2003), en una de las conceptualizaciones que hace del fenómeno depresivo, lo explica
como una pérdida seguida de un proceso de idealización o fijación secundaria, en el
cual hay un déficit yóico que deja al self como impotente o indefenso ante la pérdida,
idealizando al objeto perdido inalcanzable. La imagen inicial del grupo parece referir a
un vínculo de este tipo, el cual exige una relación de exclusividad con este objeto
idealizado, que se refiere como lejano e inalcanzable para las integrantes.

21
El trabajo clínico a seguir en el grupo será el de iniciar con los procesos de
diferenciación de cada una de las integrantes a partir de esa imagen inicial, imagen que
a su vez materializa el foco del trabajo terapéutico dentro del encuadre de terapia breve.
La diferenciación como logro terapéutico es propuesta por Bernard (1992, en Kordon y
Edelman, 1995), y así el paso de fantasías más primarias a aquellas más desarrolladas y
estructuradas, que además puedan disminuir la polaridad de las imágenes objetales del
mundo interno de cada integrante.

En las dramatizaciones que siguen una integrante pude mostrar su capacidad como
médico y como profesionista, capacidad siempre cuestionada por su madre y su familia
de origen. Otra de las integrantes puede rescatar de su historia la posibilidad de ser una
madre cariñosa y comprensiva. Otra de ellas, su enojo ante una situación de
dependencia que ella misma favorece, intentando hacer que ésta se vuelva de cierta
forma egodistónica. Otra de las integrantes, aquella que clínicamente impresionaba
como una depresión moderada o mayor, trae una escena en la que no hay salida alguna,
siendo la depositaria y la culpable del sufrimiento familiar. Finalmente otra
protagonización individual, en ésta se da cabida a formas de relación de pareja y de
sexualidad que no se basen en el abuso, ni pongan en riesgo la integridad personal.

Los procesos de diferenciación respecto a la imagen grupal inicial empiezan a llevarse a


cabo, favoreciendo además fenómenos identificatorios más precisos en el resto de las
integrantes, que pueden identificarse tanto con los roles en conflicto, como con las
capacidades y diversidad de opciones que las dramatizaciones de sus compañeras
pueden mostrar. Cabe mencionar que después de la dramatización que hace referencia
al tema de la sexualidad, una de las integrantes, la que había incluido el elemento del
triunfo en la imagen inicial, y que abandonaba las sesiones antes de que concluyeran,
comenta su condición de ser la amante de un hombre casado, padre de su hijo. Esta
condición pensamos que influía en su patología, pero esta hipótesis no se pudo
comprobar, ya que ella abandonó el grupo después de la sesión de su confesión. Este
evento puede ayudarnos a pensar que cuando se trata de introducir la diferenciación
dentro de un grupo terapéutico, esto a su vez puede generar ansiedades que en ocasiones
no puedan manejarse por los integrantes del grupo. Estas son producto de movimientos
en los apuntalamientos psíquicos de los integrantes que no se pueden restaurar. Por otra
parte también nos ayuda a reflexionar sobre la necesidad de la homogenización
diagnóstica en grupos con marco de terapia breve focalizada, pues estas imprecisiones
diagnósticas también pudieron explicar la deserción, y que la acción terapéutica del
grupo no se mostrara con el mismo impacto en algunas participantes.

Así llegamos a la décima sesión, en esta se usa el recurso del teatro espontáneo, como
una forma de revisión del trabajo psicodramático realizado en cada una de las
protagonizaciones individuales. Cada una de las protagonistas de las cuatro sesiones
anteriores tomaba un lugar en la audiencia y observaba la representación que las
integrantes del resto del grupo hacían de su dramatización. Esta fue una forma de
sintetizar cada uno de los procesos individuales, y promover la reorganización de
identificaciones tanto en las protagonistas de las escenas anteriores, como en el resto de
los integrantes del grupo. Al término de esta sesión una de las integrantes se quejó del
método utilizado, refiriendo que era una forma de ridiculizar y de satirizar lo que les
ocurría, y que no podían saber todo lo que le pasaba con una sola sesión. Se aceptó su
queja, la cual mantuvo hasta el término del grupo, inclusive en alguna de las sesiones
siguientes en la que volvió a protagonizar. Es difícil de explicar este hecho;

22
independientemente de su patología individual y de los rasgos de personalidad
fronteriza que mostraba, pudo haber tenido una función fórica para el resto del grupo.
Se volvía la porta-queja, y la depositaria inconsciente de toda la inconformidad y la
frustración grupal, que a su vez servía al resto de las integrantes para mantener el
trabajo grupal. Sus quejas fueron toleradas por el resto del grupo y por el equipo
terapéutico hasta la finalización del grupo, lo que a su vez refuerza la hipótesis de que
éstas tenían una utilidad inconsciente dentro del funcionamiento grupal.

Para la onceava sesión se regresó a la imagen grupal inicial, y se intentó que en


dramatizaciones más breves, cada una de las integrantes del grupo pudiera incluir esa
imagen dentro de su conflictiva individual. Dentro de la estructura de la multiplicación
dramática (Kesselman y Pavlovsky, 1993) como propuesta técnica para el trabajo
grupal, implicaba no sólo una sucesión de escenas resonantes, sino la inclusión en estas
del fenómeno de consonancia para con la escena grupal inicial. Escena que a su vez era
una condensación de las escenas iniciales propuestas por cada una de las participantes.

Así la imagen de la balanza apareció en cada una de las pequeñas dramatizaciones que
siguieron, buscando que estas abordaran tanto las propuestas individuales del integrante
que ofrecía la pequeña escena, como las implicaciones y acoplamientos del grupo a
dicha escena. Podríamos pensar siguiendo a Kaës (1993) que se trataban de poner en
evidencia los distintos apuntalamientos psíquicos. Las pequeñas escenas eran
representantes de la subjetividad de quien las proponía, y los fenómenos de consonancia
representaban el apuntalamiento en la subjetividad del otro y el trabajo psíquico y de
transformación que cada escena ponía en marcha. También se podía pensar como una
forma de evidenciar el trabajo del preconsciente en el grupo, y las diversas formas de
acoplamiento psíquico entre las subjetividades de los integrantes que lo conforman, las
cuales a su vez se vertían verbalmente en los momentos de compartir.

Es así como llegamos a la última sesión del grupo y a su última dramatización, en ella
se propone como consigna desde la coordinación que se elabore una nueva imagen
grupal, que incluya las modificaciones que posibilitó el trabajo grupal con la imagen
inicial. Esta consigna siguió la hipótesis del grupo como un espacio de transformación.
La nueva imagen, o escena resultante según la estructura de la multiplicación dramática,
eliminaba al elemento del triunfo, y colocaba a todas las integrantes, menos una, en el
lugar del eje de la balanza. La integrante que optó por no tomar ese lugar, continuaba,
aunque un poco más incorporada, pero cercana al suelo. Cabe mencionar que esta
integrante era la que reflejaba clínicamente un cuadro de depresión moderada o mayor,
más severo que el del resto de las integrantes. Uno de los terapeutas continuaba en el
lugar del sol, aunque un poco más distante del grupo de balanzas. Esta nueva imagen
proponía una mayor diferenciación u homomorfía. Cada una de las integrantes desde su
lugar de balanza admitía que podía optar por diversas posiciones de equilibrio y
desequilibrio de ésta, pero tomaba un lugar de mayor responsabilidad y menor
polaridad, que podría indicar un cambio en el mundo interno que ahora se ponía en
juego en la nueva escena grupal. Las alianzas inconscientes aunque persisten como
fenómenos grupales también pueden ser modificadas, proponiendo, vale decir, la co-
responsabilidad. La escena grupal final también da testimonio sobre el proceso de
transformación que puede llevar a cabo el trabajo grupal, como explicación
metapsicológica del proceso de cura. Esta transformación opera sobre las
identificaciones, las alianzas y el tipo de fantasías que se ponen en juego en el proceso
grupal, apuntando a procesos de desarrollo, simbolización, castración y alteridad (Rojas

23
y Steinbach, 1994). Mira hacia lo más discriminado y edípico, y para Bernard y Puget
(1986), tiene que ver con el paso de una configuración diádica, a una triádica, pues
permite la inclusión de un intruso con función discriminatoria y posibilita la salida de
una situación dual. Las integrantes, en su lugar de ejes de la balanza, podían optar por
la dependencia de ese sol lejano, o por la inclusión, en el brazo libre de la balanza, de un
nuevo objeto que cortara la relación dependiente dual con dicho sol. Podían elegir la
forma de equilibrar y liberar su balanza. Era el primer paso para ingresar a una
configuración triangular y dar cabida a un tercero.

Dentro de la teoría general de psicodrama, podríamos decir que la intervención liberó


los roles que se habían tornado conserva. Propuso nuevas conductas más espontáneas y
creativas en relación a cómo asumir la situación vital de cada integrante del grupo. La
creatividad se evidencio en la posibilidad de modificar las imágenes grupales. Esto a su
vez es acorde con la idea de salud en psicodrama, que para Moreno (1987), tiene que
ver con la capacidad de ser espontáneo y creativo.

Conclusiones:

Siguiendo el análisis desarrollado en este apartado, “no quisiera concluirlo sin decir
que…”, estas reflexiones me llevan a las conclusiones siguientes (a manera de sharing):

1. El trabajo psicodramático con pacientes deprimidos dentro del marco de la


terapia breve psicoanalítica focalizada es posible, y clínicamente nos muestra
efectos terapéuticos en los integrantes del grupo que se ve sometido a ésta
metodología.

2. Para un trabajo dentro de un encuadre de terapia breve psicoanalítica focalizada,


como en éste caso, es importante la homogenización diagnóstica de sus
integrantes para obtener resultados terapéuticos similares en todo el grupo. En
grupos a largo plazo, es probable que esta homogenización no sea necesaria,
pero en un marco de terapia breve es importante (Navarro, 1995), ya que
favorece que se evidencie, en una escena grupal, la fantasía común del grupo, y
que esta refleje las características similares de los mundos internos de los
integrantes.

3. La teoría psicoanalítica de las configuraciones vinculares, y la metapsicología


grupal propuesta por Kaës, son dos aportes teóricos útiles para la comprensión
de los fenómenos psíquicos que se dan dentro del grupo. Para este trabajo
fueron útiles los conceptos de alianzas inconscientes, trabajo del preconsciente,
funciones fóricas, apuntalamiento, mundo interno, fantasía, diferenciación,
isomorfía y homomorfía.

4. En relación a la técnica utilizada, el recurso psicodramático de la multiplicación


dramática, y su concepción ampliada propuesta por Bello (1998), en la que
incluye la catarsis de integración como una de las metas de este recurso; mostró
ser ideal para el trabajo psicodramático, dentro del marco de terapia breve
focalizada. La estructura de este recurso: escena inicial, consonancia, escenas
resonantes y escena resultante, fue la guía que siguió nuestra intervención.

24
Análisis Cuantitativo:

Se contó con un total de nueve mujeres, de las cuales sólo ocho terminaron el proceso
grupal completo. Sus edades se encontraron en el rango de los 25 a los 47 años, con
una media de edad de 37.71 años.

Todas las integrantes del grupo recibían consulta y tratamiento psiquiátrico,


principalmente a base de antidepresivos, no tuvimos conocimiento de modificaciones en
su tratamiento farmacológico durante el trabajo grupal, por lo que ese factor constituyó
una variable extraña.

De las ocho personas que cursaron el grupo completo, sólo a siete de ellas se les
aplicaron las escalas de evaluación antes y después del tratamiento, por lo que ese fue el
número final de sujetos para nuestro análisis. Los resultados de las dos escalas
aplicadas fueron los siguientes:

Escala de Autoevaluación de Zung (para Depresión).

Pre-test Post-test Diferencia


Sujeto 1 35 39 -4
Sujeto 2 37 42 -5
Sujeto 3 39 36 3
Sujeto 4 44 40 4
Sujeto 5 41 36 5
Sujeto 6 39 39 0
Sujeto 7 39 47 -8

Inventario de Beck.

Pre-test Post-test Diferencia


Sujeto 1 32 17 15
Sujeto 2 30 21 9
Sujeto 3 11 5 6
Sujeto 4 28 18 10
Sujeto 5 29 4 25
Sujeto 6 9 10 -1
Sujeto 7 15 9 6

En la escala de autoevaluación de Zung, se encontró una t de student de -0.38, la cual no


muestra diferencias estadísticamente significativas entre el pre-test y el post-test. En el
inventario de Beck, se encontró una t de student de 3.22, la cual muestra diferencias
estadísticamente significativas entre el pre-test y el post-test con 0.05 grados de libertad.

25
La falta de significatividad estadística, y la escasa diferencia entre el pre-test y el post-
test, en la escala de autoevaluación de Zung, puede relacionarse con la imprecisión y
escasa discriminación de sus reactivos, tomando parámetros tan poco claros como: muy
pocas veces, algunas veces, muchas veces y la mayoría de las veces. El inventario de
Beck, muestra reactivos más precisos, que cuentan con parámetros bien delimitados,
que favorecen una mayor discriminación. En esta escala se observó que hubo una
reducción significativa de los síntomas depresivos en las integrantes del grupo. Este
resultado se apoya en la observación clínica que tuvimos de las integrantes del grupo, a
lo largo de las sesiones, y que refleja una disminución importante de su sintomatología
depresiva.

Este análisis nos muestra la necesidad de crear instrumentos clínicos para una
evaluación más precisa de los síntomas depresivos en el paciente distímico.

Resultados:

En base a los análisis descritos, podemos aceptar la hipótesis alterna.

La experiencia nos permitió observar que el modelo psicoterapéutico psicoanalítico


estructurado, con técnicas y recursos psicodramáticos, dentro de un marco de terapia
breve, modifica la escena grupal inicial en un grupo de pacientes deprimidas o
distímicas.

El análisis cuantitativo y la experiencia clínica, nos mostraron cómo la modificación de


la escena grupal inicial fue indicador de la mejoría del cuadro clínico de las integrantes
del grupo. Esta modificación tendió a la reducción en intensidad y remisión de
sintomatología depresiva en dichas pacientes.

26
Conclusiones:

Para las conclusiones del presente trabajo, quisiera proponer cuáles serían las
limitaciones de la investigación, para después, a riesgo de ser repetitivo, mostrar las
conclusiones y propuestas que de esta derivan. Algunas de las conclusiones ya han sido
plasmadas a lo largo del trabajo en cuestión, pero en este apartado se plantea una
condensación de las mismas.

Dentro de las limitaciones, podemos pensar que el hecho de que se trate de una
experiencia única con un grupo de ocho mujeres, dificulta la generalización de los
resultados. Este trabajo deberá tomarse como una experiencia inicial en relación al uso
del modelo con la patología depresiva, que tendrá que ser confirmado con futuros
trabajos que repitan ésta experiencia.

Una segunda limitación tiene que ver con que los factores de medicación y
modificación de tratamiento, los cuales fueron variables extrañas de esta investigación.
Una nueva aplicación del modelo propuesto, necesitaría tener mayor conocimiento e
incluso incidencia en el tratamiento farmacológico de los integrantes. Así se evitaría
que los cambios clínicos encontrados fueran producto de modificaciones en el
tratamiento farmacológico. En último caso, se pueda llevar un registro preciso de las
modificaciones realizadas en su medicación.

Por último, una tercera limitación, tiene que ver con los instrumentos clínicos de
medición, que llegan a ser imprecisos, como fue con una de las escalas aplicadas. Por
otra parte, los elementos metapsicológicos detectados en la modificación de la escena
grupal, no pueden ser sujetos a medición. Una propuesta sería crear un instrumento de
medición nuevo, acorde con el modelo propuesto, que pueda valorar el impacto
subjetivo de éste en los participantes. Ese podría ser el objetivo de alguna investigación
posterior.

Dentro de las conclusiones podemos referir, en primer lugar, la necesidad de crear


nuevos modelos de atención para enfermedades como la depresión, que se ha vuelto un
problema de salud pública.

Como metodología, la psicoterapia psicoanalítica grupal y la psicoterapia breve, pueden


servir de ejes de referencia, ya que disminuyen los recursos humanos necesarios y
posibilitan un campo de acción más amplio para la intervención. Siguiendo estos dos
ejes, la teoría psicoanalítica de las relaciones objetales, con los conceptos de fantasía
inconsciente e identificación proyectiva, así como la teoría de las configuraciones
vinculares y la metapsicología grupal de Käes, nos brindan elementos teóricos para la
explicación metapsicológica de las manifestaciones clínicas observables durante el
desarrollo del grupo.

El uso de un marco de terapia breve, con una intervención focal, a tiempo y objetivos
limitados, hace necesaria la homogenización diagnóstica de los integrantes del grupo.
Esta debe buscarse de la mejor forma posible, pues favorecerá que la intervención
impacte en lo común de la patología de las integrantes. Las diferencias diagnósticas
favorecen la complejización y diversificación de la patología, lo que dificulta encontrar
el foco de la acción terapéutica para el marco de terapia breve.

27
La técnica psicodramática, y el recurso de la multiplicación dramática, dentro de un
marco de terapia breve focal, con la estructura de escena individual inicial, escenas
individuales resonantes, imagen grupal inicial, dramatizaciones enfocadas a la
modificación de dicha imagen, e imagen grupal final, ofrecen una estructura
metodológica viable parta este tipo de intervención. La presente investigación es un
ejemplo de la posibilidad de usar esta metodología para modificar la condición clínica
del paciente distímico.

Por último, el presente trabajo ofrece la descripción de la estructura de un modelo


psicoterapéutico psicoanalítico estructurado de terapia breve con técnicas y recursos
psicodramáticos. Éste modelo puede ser una propuesta de trabajo para otras patologías.
Quedará en futuras investigaciones y experiencias clínicas el confirmar su utilidad para
el tratamiento de otras entidades psicopatológicas.

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