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Con el pasar de loa años, muchas de las doctrinas Bíblicas han sido atacadas
y amenazadas por la ignorancia y el mal estudio de la Biblia. Durante muchos años
cristianos fieles han permanecido firmes en sus convicciones acerca de la veracidad de
la Biblia. La historia nos muestra que desde los tiempos del Señor Jesucristo ha
habido hombres que menoscaban la relevancia de cada una de las doctrinas de la
Biblia, y cuya enseñanza no depende de ella, sino de una forma de pensar meramente
humana.
Y precisamente, una de esas doctrinas que ha sido atacada con gran fuerza es,
lo que círculos teológicos se conoce como la PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS.
Muchas religiones actualmente y algunas otras creencias, que así mismas se
denominan cristianas, rechazan esta doctrina, diciendo que un cristiano puede tener
una vida de incrédulo. Generalmente, los que rechazan esta doctrina rechazan
también lo que llamamos Salvación de Señorío, un término para definir que en la
salvación el Señor Jesucristo es: Salvador y Señor al mismo tiempo. No puede ser
Salvador sin ser Señor, y si es Señor también es Salvador.
Por ejemplo, aquí hay algunas citas de hombres que están en contra de la
Salvación de Señorío:
Por eso es de vital importancia que estudiemos cada una de las doctrinas que nos
enseña la Biblia. A menos que estudiemos lo que las Escrituras dicen, estaremos
propensos a caer en el error y creer cualquier cosa que el mundo nos enseñe.
Por lo tanto, es falso que un creyente pueda pecar a su gusto, es falso que no ame
a Dios, es falso que no tenga fruto en su vida.
En el versículo 3 nos enseña que debemos tener una mente conocedora, es decir
un sentido de saber cuál va a ser el resultado de la prueba de nuestra fe, y por cierto,
ese es precisamente el tema de la epístola de Santiago: la prueba de la fe. En el
versículo 4 nos muestra que debemos tener una voluntad dócil. ¿Cómo puede Dios
llevar a cabo un cambio en nosotros? Cuando estamos dispuestos a ser moldeados por
Él, este es el sentido que Santiago quiere explicarnos aquí.
Finalmente, vimos que nos llama a tener un espíritu humilde, en los versículos 9-
11. Un espíritu que no pone sus ojos en las cosas terrenales, sino en las espirituales.
Un espíritu al que no le importa cuál es la condición que tiene en la tierra, sino en la
posición que tiene en el cielo con Dios.
Y ahora, a modo de resumen, nos enseña que la persona que ha resistido durante
la prueba, la persona que ha aplicado a su vida los principios que hemos visto.
4:
Por ejemplo, observe la primera palabra que nos dice Santiago:
“Bienaventurado”.
Recordemos que la palabra Bienaventurado significa “Ser feliz”, “bien decir”.
Esto es un eco de las bienaventuranzas que leemos en el evangelio de Mateo. La frase
completa que utiliza Mateo es “Bienaventurado el hombre que…” recuerdan.
Pero, bienaventurado significa mucho más que la simple felicidad de una vida sin
preocupaciones, con escasos conflictos y problemas. Más bien denota el concepto de
un gozo y una satisfacción interior muy profundos, un gozo que solo el Señor mismo
puede impartir a aquellos que, por causa de Él y en su poder, soportan fiel y
pacientemente las pruebas.
Observe lo que significa llevar la cruz del Señor: no significa soportar a la suegra
o a los cuñados, no significa soportar al hermano hígado, etc.
Llevar la cruz del Señor significa estar dispuestos a entregar todos los días nuestra
vida por amor al Señor. Es lo mismo de lo que Santiago está hablando. Soportar la
prueba significa atravesar por periodos de persecución, ser ofendidos por el Nombre
de Cristo, ser amenazados por la predicación del evangelio. Esto es a los que se refiere
Santiago al decir “soportar”.
Ahora, la palabra “tentación” debe entenderse mejor como “prueba”. La raíz que
Santiago utiliza es la misma que se utiliza para traducir ambas palabras: tentación y
prueba. Sin embargo, debido al contexto en el que la encontramos, debemos
entenderla mejor como prueba. Los versículos previos a este pasaje nos han explicado
cuál debe ser nuestra respuesta en las pruebas, de manera especial el versículo 2 nos
da más luz sobre esto.
¿En que momento de nuestra vida estamos soportando las pruebas? Alguien
alguna vez nos decía: el ser objeto de chismes y de injurias, es un tipo de persecución.
Ser perseguidos y maltratados por causa del evangelio, eso significa soportar la prueba.
John MacArthur dice: “Una persona que soporta la prueba es una persona que
nunca abandona su plena confianza en Dios.”
Simón Kistemaker dice: “Dios no está interesado en ver caer al creyente ni verlo
fracasar, el desea verlo trabajar, luchar y perseverar.”
La parte final de este versículo dice lo siguiente: “…que Dios ha prometido a los
que le aman”.
"El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y
el que me ama seráamado por mi Padre; y yo lo amaréy me manifestaré
a él."
6:
"Jes ús respondió, y le dijo: Si alguno me ama, guardar á mi palabra; y
mi Padre lo amar á, y vendremos a él, y haremos con él morada. El
que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que o ís no es
m ía, sino del Padre que me envió. "
Esta es realmente una condicional para la vida del cristiano: amar al Señor por sobre
todas las cosas. No es un asentimiento intelectual, no es por convivir con los
cristianos que una persona llega a nacer de nuevo. Es solo a través de escuchar la
Palabra de Dios, es solo mediante la exposición su pecado a través de la predicación
de la Palabra.
Recordemos lo que también dijo el Señor. Él resumió la ley y los profetas en dos
mandamientos, y leemos en Mateo 22:34-40:
"Pero al oí
r los fariseos que Jesús habí
a dejado callados a los saduceos, se
agruparon; y uno de ellos, intérprete de la ley, para ponerle a prueba le
preguntó: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley? Y El le dijo:
Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y
con toda tu mente. Este es el grande y el primer mandamiento. Y el
segundo es semejante a éste: Amaras a tu prójimo como a ti mismo. De
estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas."
Observen lo que implica amar a Dios. Mateo nos dice que amemos a Dios con el
corazón, con el alma y con la mente. Evidentemente Mateo no está diciendo que el
hombre está compuesto por 3 elementos, sino que se está enfocando en la totalidad
con la que se debe amar a Dios.
A veces hay algo que aparta nuestra atención de Dios, pero no permitamos que
haya algo que aparte nuestro amor de Dios. Roguemos a Dios para que nos permita
ser fieles. No seamos como la iglesia de Éfeso, una iglesia que tenía conocimiento de
Dios, que podía presentar el evangelio de manera adecuada, pero no tenían amor por
Dios. Que el Señor nos ayude a no caer en este tipo de error.
Amar a Dios significa morir a nosotros mismos, morir a nuestros deseos, morir a
nuestras preferencias, morir a nuestros argumentos, vivir para Cristo. Es como lo que
dijo el apóstol Pablo en Gálatas 2:20:
7:
"Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que
Cristo vive en m í; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe
en el Hijo de Dios, el cual me am ó y se entreg ó a s ímismo por m í."
Eso es lo que significa morir a sí mismo. Permitir que la vida del Señor Jesucristo
de refleje en nosotros.
¿Amamos a Dios al grado de estar dispuestos a morir por Él? La historia ha
registrado los nombres y la obres de muchas personas que han aceptado este precio.
Comenzando con Esteban, en el libro de los Hechos, continuando con Jacobo, el
hermano del apóstol Juan, Pedro, quien fue crucificado de cabeza, Pablo, quien fue
degollado, etc.
Leamos las biografías de tantos hombres que han dado su vida por la predicación
del evangelio. Es imposible que preguntemos si amaban a Dios cuando vemos sus
vidas consagrada a Él.
¿No les gustaría ser semejante a un Pablo, Pedro, Santiago, Tomás? Más aún, ¿no
nos gustaría parecernos más y más a nuestro Señor y Salvador Jesucristo?
Una mejor traducción, tal como lo dice la Biblia de las Américas, es que cuando
un creyente ha aprobado las pruebas, es decir, cuando ha permanecido firme en
8:
periodos de prueba y tribulación, cuando ha permanecido firme y no ha vacilado en
decir que es hijo de Dios, cuando ha sido fiel al predicar la Palabra de Dios, entonces
recibirá la corona de vida.
Otra traducción de la frase “corona de vida” es “la corona que es la vida”. Lo que
Santiago quiere que su audiencia entienda, es que un verdadero creyente perseverará
hasta el fin, estará firme el tiempo que sea necesario mientras el Señor lo tenga en este
mundo, y al final, recibirá la vida eterna.
Esta es la vida de un verdadero hijo de Dios. El hecho de que una persona haya
levantado la mano en una campaña de evangelismo, no garantiza que esa persona es
salva. El hecho de que haya hecho una oración, de que haya llenado una tarjeta o
cualquier otra cosa, no garantiza que sea salva.
Podemos ver si una persona es salva cuando observamos como reacciona en las
pruebas. Si pide a Dios su dirección, si en lugar de alejarse de Dios se acerca más,
podríamos pensar que realmente es hijo de Dios.
Oremos