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Mitos del psicoanálisis.

¿Son factibles estos mitos?

Incluso en la actualidad, se tiene una concepción errada de lo que es asistir a un proceso de


análisis; con un psicoanalista, la mayoría de las personas utilizan dichas frases como: “no
estoy loco para ir con un loquero”, “no lo necesito, ni que estuviera enfermo”, “es sólo un
conjunto de estafas, quieren mi dinero”, etc.

Esas entre otras ideas, mitos o prejuicios rodean al psicoanálisis y a sus terapeutas;
provocando que muchas personas no se permitan asistir con un psicoanalista. O que
simplemente no busquen ayuda o apoyo para sus problemas o conflictos. Dentro de este
pequeño ensayo abordaremos 5 de los mitos que embargan al psicoanálisis.

Podemos iniciar con la sensacional idea de que el analista trabaja con la hipnosis, es creído
que va de cajón y que es necesaria y fundamental para la terapia, para que la misma sea
efectiva, sin embargo, tenemos que desmentir esta idea, debido a que, en realidad, no se
trabaja de esa manera (bueno, no en todas las terapias ni con todas las personas).

El método que el psicoanálisis trabaja parte del discurso que los mismos pacientes brindan,
con todo aquello que es expresado y transmitido desde los pensamientos del mismo, que la
mayor parte de las veces pasa desapercibida por éste, aquello que se mantiene escondido y
es poco apreciado en realidad; además, incluso se abordan los sueños, los cuales son más
representativos y ejemplifican de gran manera la problemática que se debe abordar.

Dejando, así como último recurso la hipnosis, como una terapia, pero de manera apartada al
ejercicio del psicoanálisis en los casos más severos.

Otro mito es que el asistir al psicoanalista es por motivos de locura, o por no saber cómo
manejar o resolver sus propios problemas de la vida cotidiana, e incluso se cree que la
persona asiste porque se encuentra necesitado de alguien que le instruya cómo resolverlos.
Este es un mito algo erróneo, debido a que, durante las sesiones, los conflictos son el centro
de las mismas y el psicoanalista, trata de que el paciente sea capaz de reconocer las propias
capacidades, cualidades y habilidades, que son desconocidas por el analizado, incluido que
el analista busca que el paciente sea capaz de esclarecer por sí mismo las situaciones
conflictivas, que sea consciente de su vida, de su personalidad y de esas áreas o aspectos de
la misma que funcionan o no como lo hacen y se parte de ese nuevo conocimiento para
conducirlo a un estado de cura.

Además, si se hace un correcto uso de los términos y pasamos a hablar de locura (bien
podría ser una referencia a esquizofrenia, paranoia, etc.), recordemos que, para tal campo
los psiquiatras están especializados para llevar un mejor manejo de tales trastornos y
proporcionarles una mejor calidad de vida. Tal vez se puede hablar mejor de un tratamiento
integral, mientras se acude a un proceso analítico con un profesional se puede llevar a la par
un tratamiento psicofármaco con un psiquiatra y generar u obtener un mayor bienestar.

Pero bien, ¿cuántas personas no se han permitido asistir a un proceso de psicoanálisis por la
creencia de que muy costosa?; son bastantes aquellos que se limitan al tener dicha idea
errónea sobre este método, pues, en realidad como se ha visto el psicoanálisis es para todos;
no sigue un margen ni un lineamiento acerca de estratos o niveles socioeconómicos; así
como se puede trabajar con uno, se trabaja con otro.

Si hablamos de una cuestión económica y del coste de los honorarios del analista pues, de
él dependerá el determinar el coste de cada sesión, y las condiciones de pago; además, por
ejemplo, en la actualidad existe la posibilidad de recurrir a centros de atención psicológica
en donde se encontrarían profesionales adecuados y de los cuales, la mayoría tendrá un
costo accesible. Agregando aquello que nos han enseñado, es que el costo de la sesión se
determinará por medio de la indagación que se realice en la primera sesión así adecuándose
en medida de lo posible a la situación en particular de cada paciente; por ello es irracional
decir que, si eres de escasos recursos, el psicoanalista elevará el costo para que te sea
imposible acceder a la terapia, sonaría como si el mismo analista creara y colocara trabas
para no permitir mejorar o curarse.

En este caso el costo por sesión lleva una importancia terapéutica ya que se trata de que
genere un compromiso con el proceso analítico, darle la estima y el valor necesarios para
que el mismo analizado quiera o se vea incitado a cumplir con las sesiones prestablecidas;
tal vez bajo el precepto de que, si cuesta, entonces vale la pena y se debe cumplir con ello
para que no sea una inversión en balde o un mal uso de su economía y tiempo.
Otra idea popular es que los psicoanalistas sólo se limitan a escuchar y en base a lo relatado
se dedican a dar consejos; sabemos que eso es un gran mentira, puesto que, el psicoanálisis
no busca dar consejos y salidas inmediatas a los problemas de los pacientes, sino al
contrario, busca dar interpretaciones a los relatos expresados por los pacientes, bridando un
esclarecimiento, herramientas y caminos que conllevarían a una posible solución, la cual se
coloca a elección del paciente, es decir, el psicoanalista brinda caminos y opciones que
serán las posibles soluciones, las cuales serán analizadas y valoradas por el paciente y así,
el mismo sería quien elija a su razón lo que le parece mejor.

Cabe aclarar que un profesional de la terapia psicoanalítica lleva todo un proceso y tiempo
de formación que lo van instruyendo y moldeando como alguien capaz de ver más allá de lo
que el paciente relata, así mismo va realizando las interpretaciones y atando los cabos que
se necesitan para organizar todo el material que se obtiene por sesión, sin descuidar la
atención e interacción con el paciente (evitando intercambios que generen conclusiones
precipitadas o malos entendidos).

Y el último de los mitos que abordaremos es, que lo único que se obtiene al asistir con un
psicoanalista es sacar aquello que quieres guardar porque hace daño, sin embargo, en esta
ocasión se puede hablar de una verdad a medias, ya que es necesario que los problemas y
áreas conflictivas del paciente sean expuestas y tratadas, traerlas hacia la parte consciente
para poder entenderlas e incluso modificarlas y que sea posible generar algún cambio. Pero
no es sacar a relucir lo doloroso sólo porque si, sólo por tener dónde comenzar; un analista
debe ser capaz y responsable de todo aquello que “abra”, buscando resolver los conflictos
que se encuentren atados a ello y “cerrar” de manera adecuada sin dejar al analizado en un
estado de sufrimiento y dolor constante.

Consecuente de este promover un nuevo ritmo en la vida diaria, la vida cambiaría cuando
los problemas se dejan de lado, cuando son resueltos y superados, pues estos generan peso
(psicológico) que conflictúan el vivir de manera plena, por ello el tener miedo de exponerlo
o de sufrir, es una excusa que se basa en las resistencias del paciente. Por ello se busca
aprender de ellos y tal vez generar un repertorio de experiencias para saber cómo
conducirse para recobrar el estado subjetivo de plenitud y bienestar o al menos conocerse a
sí mismo lo suficiente para que el mismo problema no sea causa de derrumbe total o punto
de quiebre.

Referencias

Islas, C. (2016, 8 de abril). 5 mitos del psicoanálisis. Psico.mx.


https://www.psico.mx/articulos/5-mitos-de-psicoanalisis

Alumnas:
- Gloria Estela Arellano Carrillo.
- Rosa Isela Ríos Vázquez

Grado: 9° Grupo: C1

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