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EN LA AMÉRICA
COLONIAL
BIENES, MERCADOS, COMERCIO Y CULTURA
DEL CONSUMO DESDE MÉXICO
HASTA BUENOS AIRES
MARIANO BONIALIAN
CHINA
EN LA AMÉRICA
COLONIAL
BIENES, MERCADOS, COMERCIO Y CULTURA
DEL CONSUMO DESDE MÉXICO
HASTA BUENOS AIRES
Editorial Biblos
Bonialian, Mariano
China en la América colonial: bienes, mercados, comercio y cultura
del consumo desde México hasta Buenos Aires / Mariano Bonialian;
con prólogo de Josep Fontana. – 1ª ed. - Ciudad Autónoma de Buenos
Aires: Biblos-Instituto Mora (México), 2014.
263 pp.; 23 x 16 cm. - (Filosofía)
ISBN 978-987-691-283-9
D. R. © Editorial Biblos
Pasaje José M. Giuffra 318, C1064ADD Buenos Aires
info@editorialbiblos.com / www.editorialbiblos.com
Hecho el depósito que dispone la Ley 11.723
Prólogo
Josep Fontana ...................................................................................... 11
Introducción ...................................................................................... 17
Josep Fontana
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Josep Fontana
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Prólogo
mundial, como antecedente del dólar (no hay que olvidar que el signo
con el que representamos habitualmente el dólar no es más que una
simplificación del reverso de la moneda española, con las dos columnas
del estrecho de Gibraltar que figuran a ambos lados del escudo y la
cartela del “plus ultra”). De la amplitud de la circulación de estos pesos
dan buena prueba las monedas acuñadas en México a fines del siglo
xviii que llegaron posteriormente a España, a partir de la apertura de la
ruta comercial de Cádiz a Manila, y que circularon por el país llevando
impresas las marcas características de los banqueros chinos.
A este ejercicio de repensar la evolución de la economía mundial,
y el papel del imperio español en ella, ha contribuido Mariano Ardash
Bonialian con diversos trabajos, entre los que destaca su libro El Pa-
cífico hispanoamericano: política y comercio asiático en el imperio es-
pañol, 1680-1784. La centralidad de lo marginal, donde reivindica la
importancia que tuvo hasta la primera mitad del siglo xviii el tráfico
en el Pacífico, no sólo por cuanto se refiere al galeón de Manila, sino
por la redistribución posterior de las mercancías hacia los puertos
del sur.
Un mercado del Pacífico americano que ignoraban de hecho los go-
bernantes españoles, como puede verse por los planteamientos que
hacía Rodríguez Campomanes en sus “Apuntaciones” de 1788.4 En
aquellos momentos había cesado ya el viejo sistema de los galeones
a Portobelo, cuyas mercancías cruzaban el istmo y proveían el sur a
través de Lima. Desde la paz de Aquisgrán, que había dado fin a la
“guerra de la Oreja de Jenkins”, el comercio se efectuaba en registros
por el Cabo de Hornos, lo cual había estimulado el tráfico en “la Mar del
Sur”, aunque siguiese controlado por el Consulado de Lima, algo que
Rodríguez Campomanes aspiraba a transformar, con el fin de “aumen-
tar aquel tráfico interno, removiendo el monopolio del consulado”.5 Los
gobernantes españoles parecían ignorar el desarrollo que había alcan-
zado el comercio en esta área, sobre todo después de la legalización del
4. “Apuntaciones de lo que importa averiguar para resolver con acierto el gran problema
de si conviene a la España en el comercio de las Indias occidentales seguir el sistema
antiguo o una libertad indefinida”, en Rodríguez Campomanes, Inéditos políticos, 1996,
pp. 7-60.
5. Sobre las limitaciones a que el control de los comerciantes peruanos sometía las activi-
dades económicas de los de Chile, Ramírez Necochea, “Antecedentes”, 2007, ii, pp. 68-73
y 100-110.
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Josep Fontana
tráfico entre Acapulco, Filipinas y Perú entre 1779 y 1783, con motivo
del bloqueo del Atlántico durante la guerra angloespañola en ocasión de
la independencia de los Estados Unidos. Hasta tal punto que Rodríguez
Campomanes, que era consciente del importante papel que tenía el con-
trabando para suplir las deficiencias del aprovisionamiento que llegaba
a las colonias desde la metrópoli, consideraba necesario diseñar una
política adecuada a las necesidades de expansión en este espacio, para
lo cual había que comenzar estudiando mejor los puertos del Pacífico,
“con los ríos navegables que hay a la banda del norte” (puesto que era
precisamente “la internación por los ríos” la que, en su opinión, había
facilitado la penetración del comercio de los extranjeros) e “indagar los
hechos y artículos que forman el comercio de la Mar del Sur”, puesto
que “serían muy aventuradas las providencias que estuviesen destitui-
das de estas luces”.6
Esta nueva contribución de Bonialian sobre China en la América
colonial. Bienes, mercados, comercio y cultura del consumo desde Méxi-
co hasta Buenos Aires profundiza en temas como el de la importancia
de México como “corazón mercantil del Imperio”, en un análisis a largo
plazo que muestra la forma en que la metrópoli fue perdiendo el control
del ámbito peruano, que pasaría a ser dominado desde la Nueva Espa-
ña. Su aporte más innovador es seguramente el que viene a rebatir la
imagen tradicional de un comercio asiático limitado a productos de lujo
para el consumo de las clases superiores, para sostener, por el contra-
rio, que “gran parte de los bienes chinos que se consumían en la Améri-
ca colonial se asocian a una cultura de consumo cotidiano en la que sus
elementos articuladores se centran en la baratura de los precios de los
objetos, su sencillez, su adaptación para responder a los hábitos locales
americanos y su mediana u ordinaria calidad”. Sólo así puede explicar-
se la amplitud de su difusión, que llevaba a un observador a decir en
la Lima de 1745 que “parece haberse abierto la feria de Pekín”. Una
difusión que corrobora muy especialmente su estudio sobre “Los objetos
de China en la cultura material de Córdoba y Buenos Aires durante el
siglo xviii”, elaborado a partir de una base de datos en que ha recogido
toda una serie de informaciones, tomadas de inventarios y testamentos,
sobre la presencia de artículos chinos, en especial tejidos y cerámica, en
la gobernación de Tucumán y en Buenos Aires.
6. Una ignorancia que llega al extremo en lo que se refiere a Filipinas, donde reconoce que
“el tráfico interior de las Indias e islas Filipinas es casi del todo desconocido a la nación”.
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Prólogo
Barcelona, 2013
7. Attman, The Bullion, 1981; Bernal, La financiación, 1993; Morineau, Incroyables ga-
zettes, 1985; Everaert, De internationale, 1973; Álvarez Nogal, “Las remesas”, 1998, Nº
2, pp. 453-488.
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Introducción
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1. Mazín y Ruiz Ibáñez, Las Indias Occidentales, 2012. Sobre el concepto de eje geohistó-
rico véase el ensayo de Carmagnani que aparece en esta misma compilación: “La organi-
zación”, 2012, pp. 331-356.
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Introducción
imperio. Nos encontramos aquí con una noción analítica que, al igual
que la categoría de eje geohistórico, manifiesta la enorme cuota de po-
der e influencia de las elites locales en cada reino de las Indias al dis-
poner de mallas sociales centradas en las colonias y que superan la
frontera imperial y escapan al control de la ley o del poder central.2 La
noción de red parte de la historia local, pero nos ofrece pistas históricas
para el análisis de procesos más amplios y generales. Como se verá, el
presente libro comparte de algún modo estas formas de historiar; ese
interés desdoblado y contradictorio que asumimos por lo general y lo
individual, por lo grande y por lo pequeño al mismo tiempo.
China en la América colonial intenta acercar aspectos de la cultura
material asiática que llegan a plasmarse sobre la realidad hispanoame-
ricana. Viene a profundizar algunas de las problemáticas expuestas en
un libro anterior: El Pacífico.3 Allí tuvimos la oportunidad de explorar
el oculto universo de circuitos comerciales que unen Hispanoamérica
con el espacio asiático y el curso que va tomando entre 1680 y 1784 la
política económica española con el fin de contrarrestar sus efectos sobre
el Atlántico. Un tema tan amplio como el que trata El Pacífico necesa-
riamente abre un abanico de interrogantes. El libro que nos convoca en
esta oportunidad no sólo intenta responder varias de estas líneas que
quedaron abiertas, sino que también aspira a revisar críticamente al-
gunos de los postulados señalados en su momento en El Pacífico. Eso sí,
se insiste en colocar como punto de perspectiva ese entorno geopolítico
para llegar a reconocer que la cultura económica hispanoamericana se
nutre del mundo asiático oriental de una manera asombrosa, directa y
determinante.
Todavía no nos hemos percatado de la importante influencia econó-
mica que logra generar el imperio chino de las dinastías Ming o Ching
en las experiencias históricas del mundo hispanoamericano. A diferen-
cia del sistema europeo, donde la expansión territorial, la formación de
imperios comerciales y los intercambios de larga distancia constituyen
mecanismos de competencia interestatal, la vía de desarrollo de la Chi-
na se presenta como la antítesis. En los siglos que aquí nos ocupan,
China no muestra interés por la expansión oceánica y prioriza el co-
2. Ibarra y Valle Pavón (coords.), Redes sociales, 2007; Yun Casalilla (ed.), Las redes del
Imperio, 2008.
3. Bonialian, El Pacífico, 2012.
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Introducción
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los ritmos y las vías de los flujos trasatlánticos establecidos entre Espa-
ña y América. Las últimas páginas del texto se ocupan de identificar y
fundamentar las razones de su nacimiento y desarrollo. Una de aque-
llas razones estaría en el tipo de consumidor al cual responde; elemento
nodal para comprender su magnitud.
El último texto, “Los objetos de China en la cultura material de Cór-
doba y Buenos Aires durante el siglo xviii”, estudia la cultura económi-
ca que giraba en torno de los bienes chinos en espacios marginales del
imperio. Allí se propone que la cultura material de lo asiático no es un
fenómeno social reducido a los espacios de México y del Perú. Apoya-
do en un riguroso apéndice documental, se comprueba que la fuerza
económica de lo chino supera las fronteras de las economías regiona-
les, las administrativas y también las políticas, alcanzando rincones
que podríamos considerar “periféricos” del espacio continental, como
la gobernación de Tucumán y Buenos Aires. Hacia mitad del siglo xviii
Lima es considerada como una “feria de Pekín”. El calificativo no sólo
se explicaría por los bienes asiáticos que circulan y se consumen en la
propia ciudad, sino también en contar con un excedente de ellas que
la convierten en un punto redistribuidor hacia otros mercados regio-
nales, alcanzando incluso el puerto atlántico de Buenos Aires. Consi-
derando las transformaciones de la coyuntura mercantil que vive el
imperio español durante el siglo xviii, en el trabajo se identifican las
diferentes vías de ingreso que hicieron posible el consumo de telas y
cerámica asiática -tanto las edificadas por el espacio del Pacífico como
las del Atlántico- y los actores o grupos sociales que participan en su
tráfico y consumo. Un apartado particular merecerá el fenómeno de
la “metamorfosis” de los bienes orientales; esa suerte de juego que el
fenómeno de la mundialización provoca en los bienes, ya sea occiden-
talizando lo oriental u orientalizando lo occidental.
Ahora bien, China en la América colonial invita a un diálogo con
una valiosa historiografía de vertientes diferentes ¿Cómo lograr enu-
merar todos los trabajos históricos que aportan reflexiones sobre te-
mas tan variados? ¿De qué manera reseñar de la manera más sinté-
tica posible la rica y multifacética historiografía abocada a la historia
del comercio, a la historia del consumo, a la historia del Pacífico, de
China o aun, a la historia colonial de cada espacio hispanoamericano?
Nos resulta imposible tan sólo presentar aquí el aporte que nos brin-
da cada texto con diferente impronta. El lector encontrará al final de
este libro una extensa bibliografía que analiza los diferentes espacios
y problemáticas. No obstante, y con el inevitable riesgo de incurrir en
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China en la América colonial
6. Fisher, “Trade Textiles”, 2006, pp. 184-185; Curiel, “Consideraciones”, 1992, pp. 127-
160; Kuwayama, “Cerámica china”, 2000-2001, pp. 20-29; Porro Girardi, Astiz y Rospide,
Aspectos, 2 vols., 1982. El escenario de suntuosidad de los géneros asiáticos es una visión
general que también se encuentra en estudios sobre historia europea y mundial. Véase
por ejemplo: Gruzinsky, Las cuatro partes, 2010; Berg, “New commodities”, 1999, pp. 63-
87, y McKendrick, Brewer y Plumb, The Birth, 1982.
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I
Periferia centralizada: México y el modelo
comercial con China, España y el Perú
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en los años iniciales del siglo xvii. Tal el caso de Chaunu (1960), al re-
marcar el alcance que desde finales del siglo xvi llega a tener la ruta te-
rrestre que conecta Veracruz, ciudad de México y Acapulco en la movi-
lización de personas, objetos y metales preciosos.1 Chaunu nos dice que
desde aquellas tempranas décadas coloniales la edificación de la Nueva
España, la gran base para la vida de las relaciones, se hace posible por
la intersección de los denominados caminos “de Castilla” (Veracruz-ciu-
dad de México) y “de China” (Acapulco-ciudad de México); un verdadero
eje transversal este-oeste que acopla y ata definitivamente al espacio
virreinal con la economía mundial.2 Vale también rescatar el concep-
to de eje geohistórico que recientemente nos ofrece Carmagnani en su
comprensión sobre las dinámicas económicas, sociales y políticas que
se asientan en el recorrido Veracruz-Ciudad de México-Acapulco. El eje
se nos presenta como una realidad colonial escasamente institucionali-
zada, de tipo informal, producto de la negociación entre la Corona y el
poder local, detentado fundamentalmente por el tribunal del Consulado
de la ciudad de México.3 La hipótesis de eje geohistórico que presenta
Carmagnani es una importante herramienta conceptual para compren-
der el modelo comercial que en estas líneas vamos a desarrollar.
En efecto, apropiándonos de la fina prosa de Balbuena y rescatando
estas perspectivas analíticas contemporáneas, el siguiente ensayo expo-
ne lo que podríamos denominar un modelo comercial de alcance imperial
y mundial cuyo polo concéntrico, el corazón, se encuentra en la Nueva
España, particularmente en la ciudad de México. Para captar la natu-
raleza y el verdadero sentido del modelo nos resulta necesario despo-
jarnos de los rígidos marcos interpretativos que colocan al eje atlántico-
peninsular como punto nodal para comprender cualquier fenómeno que
sucede dentro de las fronteras de las Indias Occidentales. El complejo
mercantil que presentamos en estas páginas sitúa a México como “om-
bligo” del imperio. Su papel central se debe, en gran medida, al notable
dinamismo que presentan aquellos caminos “de Castilla” y “China”. El
modelo funciona durante gran parte del período colonial y, con efectos
de contracción o de complementariedad, se aprovecha y se desarrolla en
simultaneidad con el régimen oficial de la Carrera de Indias.
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5. Entre una abundante cantidad de trabajos mencionemos los de: Yuste, Emporios, 2007;
Bernal, “La carrera”, 2004, pp. 485-525; Bonialian, El Pacífico, 2012, pp. 175-198.
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8. Álvarez, “E la nave va”, 2013, pp. 25-84; agi, Filipinas, 6, s/n fs.
9. agn, Reales Cédulas Duplicados, vol. 180, legajo 3, Nº 55 y Nº 17, fs. 6-6v.
10. agi, Filipinas, 1, Nº 66, fs. 4-23.
11. García Fuentes, Los peruleros, 1997.
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esta primera coyuntura para luego entrever cómo los peruleros se inter-
nan y compran los artículos europeos en México.
No cabe duda de que uno de los grupos que mayor indiferencia sufre
en este giro mercantil son los oficiales reales de Panamá. Guardianes
del comercio oficial por Portobelo, estos funcionarios no ahorrarán nin-
gún detalle para denunciar el fenómeno mercantil que transcurre por
las aguas de la Mar del Sur. En 1591, informan:
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17. Borah, Comercio y navegación, 1975, p. 122. Véase también agi, Lima, 33, f. 43.
18. agi, Panamá, 16, R. 8, Nº 91, fs. 9-11.
19. agi, Panamá, 16, R. 2, Nº 23, f. 11.
20. agi, Panamá, 16, R. 2, Nº 23, f. 14.
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25. agn, Reales Cédulas Duplicado, vol. 80, Nº 88, s/n fs.
26. Chaunu, Seville et Atlantique, 1955-1959, t. v, pp. 291-292.
27. agi, México, 27, N. 66, f. 6.
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28. agn, Reales Cédulas, vol. 1, expediente 120, fs. 225-226. Escalona, Gazophilacium,
1775, pp. 178-179.
29. Grau y Monfalcón, Justificación, 1640, pp. 75-85.
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El valor total del cargamento alcanza una suma crecida: 231.228 pe-
sos. Desafortunadamente, en el documento no se especifica el rubro ni el
tipo de mercancía traficado; sólo se menciona de manera genérica su pro-
cedencia como “efectos de Castilla y China”.30 Lo que sí merece una con-
sideración son los agentes involucrados en el comercio. Si nos tomamos
el trabajo de buscar los antecedentes de estos personajes, veremos que
estamos en presencia de una extraordinaria red mercantil entre recono-
cidos mercaderes novohispanos y peruanos que usan como escudo ins-
titucional sus respectivos consulados de comercio. En la mayoría de los
casos son los primeros los que remiten los bultos de mercaderías desde su
propio espacio y los segundos los que reciben la carga en Lima a través de
sus consignatarios o intermediarios ubicados en el puerto de Acapulco.
Citemos como casos emblemáticos al primer remitente que aparece en
la lista: Clemente de Valdez será en la primera mitad del siglo xvii prior
del consulado de México. También merece destacarse el registro de Fer-
nando Bravo Laguna, quien se convertirá, décadas más tarde, en el con-
tador del Tribunal de Cuentas de Lima.31 Enseguida veremos que Bravo
Laguna es el principal inversor de plata que el navío Santiago lleva a
Acapulco el año anterior. La red comercial se enriquece con la presencia
de autoridades políticas y religiosas de gran renombre, como es el caso de
Pedro de Vega Sarmiento, deán de México y obispo de Guatemala.
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Han llegado al puerto de Acapulco del Perú dos naos con plata
que traen desde el puerto de El Callao para este reino que ha sido
provechoso porque había sobras de mercaderías.32
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Vemos en el caso del navío Santiago que las botijas de vino y el cacao
de Guayaquil se anexan al metal como medio de cambio que se ofrece
a los mercaderes de México. Si bien el detalle documental le otorga
singularidad al caso del navío Santiago, el hecho del drenaje de plata
peruana hacia México no tiene nada de excepcional. Sin dudas, la clave
del funcionamiento del modelo en esta primera coyuntura está dada por
la plata del Perú; región que se convierte, hasta la primera mitad del
siglo xvii, en la principal productora de plata del mundo.33
Desde 1605 se prohíben los envíos de plata peruana hacia México que
superen esos 200.000 ducados para utilizar en el intercambio de los “efec-
tos de la tierra”.34 Pero los papeles poco freno pueden hacer cuando el
interés comercial es lo que activa la realidad. Es tan intenso e íntegro
el abastecimiento de lo asiático por todos los mercados regionales del Perú
que bajo la sombra de los 200.000 pesos en plata autorizados para enviar
a la Nueva España van “millón y medio según las cartas de todos los mer-
caderes, arruinándose así la contratación y flota de Portobelo”.35
Woodrow Borah sostiene que en los últimos años del siglo xvi la pla-
ta peruana que fluye hacia Acapulco ronda los 3 millones de pesos y
que en 1597 llegan a Acapulco 8 millones de pesos llegan para cargarse
en el galeón de Manila que sale con la notable suma de 12 millones.36
Lo ocurrido en 1597 es excepcional. Los estudios acuerdan que regu-
larmente se exportan desde El Callao hacia Acapulco entre 1,5 a 3 mi-
llones de pesos por año. Estos números se corresponden bastante bien
si consideramos que regularmente salen diez o quince barcos cada año
desde El Callao o Guayaquil hacia México con cargamentos de plata
que, como lo demuestra el caso del navío Santiago, rondan entre los
100.000 y 200.000 pesos.37 Esta situación bastante común podría con-
dimentarse con casos de mayor trascendencia, como el protagonizado
por el virrey del Perú marqués de Montesclaros, acusado en su juicio de
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Más estos 500 mil pesos vienen cada año en barras y monedas
con que esta plaza de México se hinche de plata y los emplean los
que los traen en los géneros que esta tierra lleva de cosecha y en
mercaderías de castilla si las hay de sobra como algunas veces
acaece y en ropa de china.42
Las barras de plata venden aquí los del Perú parte a los que
labran moneda en esta casa donde pagan sus derechos y parte a
mercaderes de esta ciudad que las envían por granjería a España
para sus empleos, que les es mejor que no enviar Reales […] por lo
que cesa lo que algunos han querido decir que muchas de ellas se
envían a las islas Filipinas que no es así que aquí hay barras de pla-
ta en la tierra que poder enviar si conviniese. Pero mejor se hallan y
se entienden con reales los chinos que no con plata en pasta.43
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La Casa de la Moneda
de la ciudad de México
Salidas de plata labra y funde el metálico Flujo de metálico
peruana amonedada, bruto peruano peruano en crisis
en pasta y en barra
Perú
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Siguen los del Perú esta contratación con México no tanto por-
que sean muy gruesos los intereses que a lo mucho no pasan de
10 a 12 por ciento cuanto porque cada año van y vienen con sus
caudales sin riesgos de mar y de corsarios que les es de mucho
más provecho que el trato de Castilla, que en idas y vueltas cuen-
tas al fiado y cobranzas dilatadas se les pasan cuatro y cinco años
primero que vuelvan a su poder las haciendas y reguladas las
ganancias con dilación del tiempo fletes de mar y tierra averías
riesgos pérdidas y derechos afirman que no les rinde su dinero
un año con otro a siete por ciento, esta es la causa de continuarse
entre estos dos reinos el trato.51
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El cuadro expresa que desde la segunda mitad del siglo xvii las re-
mesas públicas peruanas enviadas hacia España disminuyen de forma
significativa. Si para la cuarta década del siglo el flujo de metálico pe-
ruano despachado hacia España ronda el 40% de los ingresos totales,
en la década de los 80 llegará a ser tan sólo del 5%. Es cierto que la
drástica disminución de los envíos de metálico nos expresa dos situacio-
nes íntimamente relacionadas: disminución de la producción de plata
de Potosí y una menor actividad en las ya poco celebradas ferias de Por-
tobelo, centro neurálgico de los intercambios. Pero esas dos variables no
pueden tomarse como indicadores determinantes para pensar en una
crisis general de la economía peruana.
La disminución de los ingresos públicos explicaría sólo en parte la
caída de las remesas enviadas a España. Si bien los ingresos públicos
del virreinato de la segunda mitad del siglo son inferiores a los de la
primera mitad, las cantidades retenidas en el Perú aumentan signifi-
cativamente. Una explicación al fenómeno sería que parte del metálico
es retenido por la elite local para responder a la creciente complejidad
que vive la estructura social, política y económica del virreinato. Hay que
financiar tareas de administración, de defensa, como también el de-
sarrollo del comercio local, interamericano y mundial. Es evidente la
resistencia peruana del envío de su plata hacia España; expresión no
menor de que en el último cuarto del siglo xvii se inicia un “distancia-
miento” del espacio peruano respecto a la península ibérica y una más
intensa conexión con México.
La retención de metálico en el Perú refleja, a la vez, el agitado estado
en el que se encuentra su comercio exterior. En términos mercantiles se-
ría arriesgado referirse a la crisis del comercio oficial por Portobelo como
decadencia generalizada del comercio peruano. A excepción del comercio
formal, Perú no estaría viviendo una crisis mercantil. Si el tráfico ofi-
cial languidece es porque, en buena medida, aumenta el contrabando y
se intensifican las relaciones comerciales interamericanas. A partir del
último cuarto del siglo xvii el régimen monopólico de comercio resulta
incapaz (o insuficiente) para responder a un notable crecimiento del con-
sumo por los mercados hispanoamericanos. Claro está que el “apetito”
por consumir alienta el contrabando extranjero. Pero también propicia
la creación de nuevos cauces comerciales a escala intercontinental e
intercolonial, y el desarrollo del fraude por los flujos ultramarinos ofi-
ciales. La propia elite mercantil del Perú, con un excedente mercantil
considerable a su disposición y con el control de los asientos de comer-
cio, tiene la oportunidad de responder a ese crecimiento del consumo
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57. A partir de 1660, el Consulado de Lima logra tener en sus manos la administración de
la avería del Mar del Norte, la avería de la Mar del Sur, el asiento de los almojarifazgos,
alcabalas, comisos y Unión de Armas. Céspedes del Castillo, La avería, 1945, pp. 154-160.
Suárez, Desafíos, 2001, pp. 309-314.
58. Assadourian, “Integración”, 1994, pp. 141-164.
59. En un artículo de años atrás ya hemos analizado algunas de las características más
sobresalientes del modelo para este preciso período de 1680-1740. En las próximas líneas
intentamos complejizar aún más la problemática con nuevos datos e interpretaciones.
Véase al respecto: Bonialian, “México”, 2011, pp. 7-28.
60. García Fuentes, El comercio, 1980, pp. 65-77.
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63. Fernández de Pinedo, “Comercio colonial”, 1986, pp. 121-131; García Fuentes, El co-
mercio, 1980, pp. 164-215.
64. Pérez-Mallaina, Política naval, 1982, p. 13.
65. Alcedo y Herrera, Piraterías, 1883, p. 8; Walker, Política española, 1979, p. 44. Aun-
que no se definen como galeones comerciales, habría que contemplar el envío de mer-
cancías en las expediciones de guerra de 1700 y 1713. Son diez buques mercantes y 19
buques de guerra los que realizan en esos años la Carrera de Portobelo, moviendo un
total de 14.700 toneladas de mercaderías. Véase este punto en: Pérez-Mallaina, Política
naval, 1982, p. 19.
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plata y no haber salida de cosa ninguna y por estar los géneros muy en
bajos precios”.76
Sin éxito, en febrero de 1701 Agesta, aún con las mercaderías de
Munárriz, se dirige al puerto de Acapulco para emplear el dinero conse-
guido por algunas ventas previas en mercancías de China. La entrada
de Agesta, como de tantos otros gachupines, al puerto de Acapulco no
es un fenómeno circunstancial; la práctica peninsular es denunciada,
al menos, desde 1725. En ese año, el Consulado de la ciudad de México
acusa a sus pares españoles de que “como si nunca se hubieran de irse
los gachupines quieren emplear en Acapulco en géneros de china y en
cacao y meterse en otras dependencias que por postre no pueden ser
sino dañosas […] en el tiempo de la dilación se valen de los productos
de las facturas de su cargo o para enviarlos a el puerto de Acapulco a
emplearlos en ropas de China o para suplirlos en los intereses a los
mercaderes de filipinas”.77
El sobreabastecimiento de mercancías con la consecuente caída de
sus precios hace que el cargador sevillano supere la frontera de la
feria atlántica para internarse por los mercados internos del espacio
colonial. La internación española es tan punzante que llega incluso a
una activa y directa participación en Acapulco, con la estrategia de
adquirir los tan rentables bienes chinos. La presencia de los comisio-
nistas o de los flotistas españoles por los circuitos internos provoca
una reiterada denuncia de los almaceneros al ver en jaque su monopo-
lio de circulación por el reino.
Ahora bien, en este gran contexto de saturación de mercancías im-
portadas, de descenso de sus precios y de internaciones peninsulares
aparecen los barcos de los peruleros por el Pacífico mexicano que logran
descomprimir la tensión mercantil que vive la Nueva España. Los ve-
cinos de la ciudad de México remiten hacia el Perú ropa de China y de
Castilla “sin limitación”.78 Hay tanta ropa europea y china en los depó-
sitos y almacenes de los comerciantes de la ciudad de México que ven
con buenos ojos los pedidos que realizan los peruanos por el Pacífico.
Éstos son bienvenidos siempre y cuando no cuestionen, como sí lo hacen
los flotistas, el monopolio que detentan sobre la circulación de bienes y
65
China en la América colonial
79. agnm, Indiferente virreinal, caja 187, expediente 9, fs. 1-132. Por el contrario, la fuer-
za de los gachupines es tan potente que durante estas décadas el problema de sus inter-
naciones llega a manifestarse en un cúmulo de pleitos y representaciones que realizan
ambos tribunales de comercio ante la Corona y el Consejo de Indias en defensa de sus
argumentos.
80. agi, México, 2501, s/n de expediente.
81. Las embarcaciones peruanas llegan previamente a Acapulco y a otros puertos occi-
dentales novohispanos ofreciendo plata, cacao, azogue, vino y aceite. Para un detalle de
los barcos y cargamentos, véase Bonialian, El Pacífico, 2012, pp. 274-274 y 302-303.
66
Periferia centralizada
jeros por la Mar del Sur–, entre 1680 y 1740 el circuito México-Perú se
encuentra totalmente prohibido por la legislación española.
Son las coimas que reciben los agentes aduaneros y las autoridades
políticas las que permiten que el flujo sea sistemático. ¿Pero quiénes
son realmente los que alientan el flujo? Al revisar las representacio-
nes o las cartas que el Consulado de Lima envía al Consejo de Indias
y al rey se explicita su firme voluntad en sancionar y eliminar el flujo
asiático por el Pacífico. Según los informes, las responsabilidades se re-
parten entre varios grupos sociales ajenos a cualquier competencia del
Consulado. En 1710 la Junta de Comercio de Lima exige castigar a los
“corregidores, oficiales reales, ministros, dueños de bajeles, maestres y
pilotos, en especial, de los que salen del puerto de Guayaquil, con cacao
y plata, a los de la Nueva España que vuelven al dicho puerto, o a otros
de esta costa, cargados de mercaderías de ropa de China y Castilla”.82
Años antes, en 1704, el propio Tribunal de Comercio de Lima acusa
a los comerciantes de la ciudad de México por su participación en el con-
trabando asiático hacia el Perú, pues “sus intereses han sido sin ponde-
ración de las diez partes las nueve” en la carrera por la Mar del Sur.83
La responsabilidad del Consulado novohispano es cierta, pero no
encierra a todos los que están comprometidos. Las pruebas documen-
tales nos vienen a confirmar también que son los grandes mercaderes
de Lima, muchos de ellos con altos cargos consulares, los que promocio-
nan el circuito de mercaderías extranjeras y plata entre los virreinatos.
Vimos algunos protagonistas para la primera coyuntura (1580-1640).
Vale ahora presentar algunos casos para la segunda (1680-1740). En
los primeros años del siglo xviii la Audiencia de Lima acusa a la corpo-
ración diciendo que “desorden de los ilícitos comercios de México [lo rea-
lizan los] que se llaman de plaza […] los que componen y constituyen el
cuerpo de comercio [y] serán de esta clase los que se hubieran mezclado
en tan perniciosa granjería”.84
En 1682, durante el mandato del virrey duque de Palata, Pedro Las-
curain Zumaeta, quien será prior del Tribunal del Consulado en 1710,
y Francisco de Beloachaga, prior en 1700, obtienen permisos secretos
por parte de autoridades locales para traficar con México sin ningún
67
China en la América colonial
consentimiento del rey. Con el guiño del virrey, ambos mercaderes lo-
gran introducir clandestinamente géneros asiáticos por los puertos del
Perú.85 En 1715 se identifica a Jacobo Mansilla Osorio, reconocido mer-
cader que llegará al cargo de cónsul del Tribunal entre 1724 y 1726,
como el principal accionista de un cargamento de 432 piezas asiáticas,
castellanas y tabaco traído en la nave Nuestra Señora de Loreto proce-
dente de Acapulco. Mansilla Osorio integrada una red junto con Juan
de la Puente, maestre de Lima, y Pablo Sáenz Durón, por esos años
corregidor de Guayaquil. Juan de Berria, integrante del Consulado y
futuro diputado general del comercio de Lima en Cádiz, es delatado
en 1716 como el principal responsable de introducir ilegalmente por
El Callao a través del navío Santo Cristo de León géneros asiáticos y
rezagos de la flota novohispana. Su cómplice es Matías de Talledo, uno
de los más poderosos comerciantes de Lima y dueño de varias fragatas
que hacen el giro por la Mar del Sur.86 En 1739 se comisan en El Callao
dos embarcaciones procedentes de la Nueva España con un total de 58
baúles de ropa china, europea y de Castilla. Son los navíos Nuestra
Señora de Balvanera y Nuestra Señora de Concepción. La carga de la
primera nave pertenece a Juan Bautista Baquijano, un acaudalado
mercader limeño muy vinculado con el Consulado. En la segunda nave
vienen partidas a nombre de Gaspar de Velarde Quijano; mercader de
renombre que se casa en 1737 con la hija de los marqueses de Torre
Tagle. En 1747 Velarde toma el cargo de alcalde ordinario de Lima, y
alcanza en 1757 el máximo cargo de prior del Tribunal. Gracias a la
intervención del Consulado, Baquijano y Velarde quedan en libertad al
pagar multas insignificantes y en posesión de los bienes importados.87
En este escenario de complicidades, coimas e ilegalidades un anónimo
residente en el Perú escribe en 1742 que “todos los millones de ropa
que comercia México meten la mano los comerciantes autorizados […]
diez particulares que se llaman consulado y que están parcializados
con virreyes y oidores”.88
85. agi, Ramo Escribanía, “Pleitos Audiencia de Guatemala”, 1680-1684, legajo 337a, s/n
de fs.
86. Dilg, “The Collapse”, 1975, pp. 34-37.
87. anl, Ramo Superior Gobierno, Sección Real Acuerdo, Resolutivos, caja 21, doc. 21,
año 1740, f. 1.
88. “Estado Político del reino del Perú. Gobierno sin leyes, 1742”, en bprm, Miscelánea de
Ayala, legajo ii, expediente 2888, fs. 100-101.
68
Periferia centralizada
89. anl, Ramo Superior Gobierno, Sección Real Acuerdo, Resolutivos, Caja 2, doc. 7, año
1678: 320.
90. agi, Ramo Lima, legajo 411, expediente 1.
91. agi, Ramo Lima, legajo 1475, doc. Nº 2, fs. 1-36.
69
China en la América colonial
Similar denuncia nace del autor anónimo Estado político del Reino
del Perú; manuscrito contemporáneo al de Alcedo y Herrera:
70
Periferia centralizada
94. Arauz Montante, El contrabando, 1984; Pérez Mallaina, Política naval, 1982, pp.
53-54.
95. Walker, Política española, 1979, pp. 95-123; Studer, La trata, 1956.
96. Malamud Rikles, Cádiz, 1986; Tandeter y Watchel, “Precios”, 1992, pp. 221-302. Para
el caso del comercio directo entre Perú y Cantón en navíos franceses: Bonialian, El Pací-
fico, 2012, pp. 187-213.
97. Orsúa y Vela, Historia de la Villa, 1965, t. iii, p. 55.
71
China en la América colonial
bios en la feria de Portobelo.98 En los años finales del siglo xvii, la Junta
de Comercio de Lima asegura que el fracaso de la feria de 1696 fue el
“haber arribado al puerto de Buenos Aires tres navíos de permiso”. A
ellos se les sumaron otros “tres que llegaron en los años siguientes”.
Dicen que los navíos están llegando con “exceso”, con la capacidad para
“abastecer el Reino de Chile y las Provincias de arriba [sic]”. Los car-
gadores peninsulares y limeños que negocian en la feria de Portobelo
de 1696 se sienten obligados a la “rebaja de los precios en que perdie-
ron gran parte de sus caudales”.99 De todos modos, si consideramos los
trabajos de Céspedes del Castillo y Enrique Tandeter sabemos que la
orientación mercantil de gran parte de la economía del espacio peruano
hacia Buenos Aires se dará recién en el segundo cuarto del siglo xviii,
con la finalización de la gran actividad francesa por el Pacífico y con las
concesiones para comerciar a navíos de registros españoles. La siste-
mática presencia de navíos particulares en el puerto del Río de la Plata
genera un desvío permanente de capitales peruanos hacia Charcas en
su ruta terrestre hacia la puerta atlántica.100
Ahora bien, sin desacreditar todas estas variables retomemos el fac-
tor que aquí más nos interesa, la pieza clave del modelo comercial con
centro en México: el flujo por la Mar del Sur. Tenemos que tener en
cuenta que las ferias de Portobelo celebradas en 1678 y 1696 tampo-
co logran la estima de los mercaderes peruanos por la inclinación de
sus capitales hacia el comercio con México. La primera es un fracaso
porque, según Alcedo, el virrey peruano, conde de Castellar, concede
a naves del Perú permisos y “licencias para hacer viaje a los puertos
de Nueva España habiendo introducido tan crecidas cargas de ropa y
tejidos de la China y de Castilla que descaecieron [sic] con grandísima
pérdida de su estimación las mercaderías de Castilla de los empleos de
feria”.101
La feria celebrada en 1696 sufrió una gran penuria por fenómenos
similares. El viajero italiano Gemelli Carreri nota al año siguiente que
en Acapulco se encuentran comerciantes del Perú con 2 millones en
72
Periferia centralizada
73
China en la América colonial
a navíos de algunos particulares para pasar por la Mar del Sur a los
puertos de Nueva España; y convertidas aquellas porciones en el ex-
pediente de flota que también tenía adyacente de la nao de permiso La
Isabel en la Veracruz y faltaron en Tierra Firme para poder celebrar
la feria de Portobelo”.107
En adelante, la feria de Portobelo ya no podrá ser reactivada. Su co-
lapso obligará a que España emprenda nuevas medidas para reactivar
el comercio formal con el Perú. Desde 1740 el tráfico entre España y los
espacios sudamericanos viven transformaciones profundas, estructura-
les, que tendrán un impacto determinante en el modelo semiclandesti-
no imperial con centralidad en México que aquí presentamos. Éste sólo
podrá reaparecer en un contexto económico singular, con componentes
novedosos que no había presentado en coyunturas pasadas.
74
Periferia centralizada
108. Nos referimos al proceso que se materializará por las décadas finales del siglo xviii en
nuevos consulados y el reconocimiento formal de las Juntas de Comercio por cada una de
las regiones. Para el caso de Guadalajara véase Ibarra, “Redes de circulación”, 2007, pp.
279-293. Para el de Buenos Aires, Kraselsky, “Las Juntas”, 2007, pp. 249-277.
109. Álvarez, “El impacto”, 2007, pp. 187-214.
75
China en la América colonial
76
Periferia centralizada
En este sentido, en 1779 Carlos iii emite una real cédula en la cual
autoriza la plena libertad para que navíos americanos puedan comer-
ciar entre “la América septentrional y meridional en derechura por la
Mar del Sur”.113 Se da vía libre al comercio del galeón de Manila y a
cualquier embarcación de compañía o particular española que quie-
ra abastecer a los mercados hispanoamericanos de “todas las ropas y
mercaderías de China que fuesen posible”.114 Se vuelve así al escena-
rio legislativo de finales del siglo xvi que hemos tenido oportunidad
de comunicar al analizar la primera coyuntura histórica del modelo;
cuando México, Perú y toda la región centroamericana gozan del per-
miso para traficar con las Filipinas, con total libertad y sin límites.
Al mismo tiempo, desde la península ibérica se promueve que el
volumen de las importaciones en artículos europeos y castellanos por
el puerto de Veracruz sea superior a la capacidad de consumo de los
mercados internos. La Corona estimula, ahora de manera oficial, que
los mercaderes de la ciudad de México compren más de lo que necesi-
tan las plazas del virreinato y así lograr almacenar en sus depósitos la
mercadería venida en la flota y en los navíos de registro para posibles
reexportaciones hacia Guatemala y el Perú. El tribunal de Consulado
novohispano lo sintetizará en 1782 con las siguientes palabras: “A este
comercio le tiene mucho en cuenta vender lo existente y darle salida por
todos los rumbos”.115 De tal manera que “lo que ahora se reexpide hacia
el Perú se reduce a lo que abunda y sobra en este reino y a lo que es de
difícil despacho. Las mercaderías y sus precios bajos son muy cómodos
para los peruanos a lo que debían valer en las circunstancias de la ac-
tual guerra”.116
Habría que aclarar que desde el año 1774, en momentos de políti-
cas de “libre comercio”, la ruta entre México y Perú por el Pacífico se
institucionaliza, pero sólo para el tráfico de efectos de la tierra. El flujo
de plata y de bienes extranjeros continúa cerrada para el área. Será
recién en 1779, a partir de este contexto bélico y de serios problemas
en el tráfico transatlántico de los navíos de registro que se dirigen hacia
el Perú por el Cabo de Hornos, que el poder español toma la decisión
77
China en la América colonial
78
Periferia centralizada
79
China en la América colonial
122. Para justificar nuestras ideas en estas líneas véase el apéndice documental Nº 2.
123. Véase para mayor detalle de casos: anl, Aduana, Paita, C 16, 1193-92, s/n de fs.
124. Villa Esteves, “Liderazgo y poder”, 2000, pp. 133-174.
125. Véase el detalle en el apéndice documental Nº 2.
80
Periferia centralizada
81
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Conclusiones
82
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83
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84
Periferia centralizada
85
ii
La ruta hispanoamericana de la seda china
En los últimos años del siglo xix el geógrafo alemán Ferdinand Freihe-
rr von Richthofen nos informa de un notable descubrimiento: la exis-
tencia de una gigantesca red de rutas comerciales entre Asia y Europa
que perdura desde 110 a.C. hasta el siglo xv. En diferentes períodos
históricos, la red llega a extenderse desde Chang’an (China) pasando
por Constantinopla y Antioquía hasta alcanzar los reinos hispánicos
peninsulares. Este inmenso tejido de circuitos tiene una clara “colum-
na vertebral”: la seda china, pieza más codiciada en todos los merca-
dos por donde la red mercantil hace su recorrido. La seda china ejerce
tal gravitación en la naturaleza y desarrollo de la red, que Ferdinand
87
China en la América colonial
1. Freiherr von Richthofen, Ferdinand, China. Ergebnisse Eigener Reisen, Berlín, 1877-
1905.
2. Desde 1593, la reglamentación peninsular estipula sólo dos galeones de Manila por año
de 300 toneladas cada uno harán la ruta transpacífica; queda abolido el comercio libre entre
las Indias Occidentales y China siendo Acapulco el único puerto autorizado para el comer-
cio con el Oriente y, Nueva España, no podrá negociar los tejidos orientales en las restantes
colonias de las Indias. En ese mismo año se informa de la prohibición para los contactos
directos entre China y Perú. Véase sobre este último punto: “Prohibición de ir navíos del
Perú a China”, 1593, agi, Patronato, 25, R. 56. Para una detallada exposición sobre el curso
legislativo del comercio de China en la América colonial, véase Escalona Agüero, Gazophi-
lacium, 1775, fs. 160-189; Yuste, “De la libre contratación”, 2013, pp. 85-106.
88
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10. Véanse por ejemplo los casos de los jesuitas Nyel y Taillandier a principios del siglo
xviii; en Zermeño, Cartas edificantes, 2006, pp. 61-108. También, el informe “Noticias de
los jesuitas sobre la religiosidad en China (1638-1649)”, ahn, Diversos-Colecciones, 27,
N.14, fs. 1-4.
11. Álvarez de Abreu, Extracto, 1977.
93
China en la América colonial
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La ruta hispanoamericana de la seda china
19. Véase una clara diseminación de las sedas y bienes chinos en 1779 por el virreinato
en agnm, Indiferente virreinal, vol. 1109, expediente 1.
20. Grau y Monfalcón, “Memorial (sin fecha)”, 1866, pp. 470-474.
21. Las sedas chinas ingresan como si fueran producción local al Reino de Nueva Grana-
da vía Cartagena, véase al respecto: “Cartas y expedientes: Tribunal de Cuentas de Santa
Fe (1612)”, agi, Santa Fe, 52, N. 84, fs. 1-32.
22. Para el caso venezolano: Arauz Monfante, El contrabando holandés, 1984, p. 178. Por
ejemplo, en 1718 un mercader novohispano solicita al gobernador de Filipinas la restitu-
ción de 18.000 pesos en concepto de un envío de sedas desde Veracruz hacia Europa que
“no logran venderse por no tener estimación, ni salida”. ahnm, Diversos-colecciones, 43,
Nº 19, fs. 1-3.
23. “Pleitos de la Audiencia de Santo Domingo (1607)”, agi, Escribanía, 3B, s/n fs.
97
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98
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30. Véase un caso representativo que ocurre en 1716 en Dilg, “The Collapse”, 1975, pp. 34-35.
31. Juan y Ulloa, Noticias (1747), 1991, pp. 205 y 227.
32. Véase al respecto Solórzano Pereira, Política [1647], t. i, p. 20.
33. “La Audiencia de Quito sobre diversos asuntos (1608)”, agi, Quito, 9, R. 11, N. 82 bis,
s/n de fs. También, agi, Quito, 9, R. 11, N. 80, s/n fs.
34. Juan y Ulloa, Noticias (1747), 1991, pp. 205-206.
35. Ibid., p. 208.
101
China en la América colonial
36. Para el temprano período colonial véase Macleod, “Aspectos de la economía”, en His-
toria, 1990, p. 182. Para las décadas que van de 1680 a 1740: Bonialian, El Pacífico, 2012,
pp. 315-331.
37. Juan y Ulloa, Noticias (1747), 1991, pp. 214-215.
38. “Carta del virrey marqués de Guadalcázar (1619)”, agi, México, 29, Nº 21, f. 5.
39. Murúa, Historia, 2001 [1606-1613], p. 292.
102
La ruta hispanoamericana de la seda china
103
China en la América colonial
dad, está activo durante los doscientos años en que la ruta de la seda
funciona. Así lo confirman los numerosos inventarios de los españoles
que viven en Santiago.43 El circuito de El Callao-Valparaíso termina en
el entronque terrestre de Santiago y la gobernación de Tucumán, por
donde los rasos de seda china viajan junto con los paños de Castilla, de
México y Quito para vestir a los españoles “del común”.44
Ahora bien, volvamos a situarnos en Lima y veamos la extensión del
camino terrestre hacia el sur. Hay una derivación meridional de la ruta
de la seda china muy importante y es la que parte desde Lima y pro-
sigue hacia Potosí, realizando escalas en La Paz y Oruro. Para Potosí
contamos con dos sólidas referencias, que contemplan los dos extremos
del arco temporal en que funciona la ruta de la seda china. La primera
referencia corresponde a la Relación de Capoche de 1585. Sin dudas,
por los tempranos tiempos que escribe Capoche, Potosí es, a raíz del no-
table arrastre económico que genera la producción de plata, uno de los
principales mercados consumidores de toda América. Los objetos ofre-
cidos de todo el mundo en sus mercados y tiendas ubican a Potosí como
un centro económico planetario. Nos dice Capoche que en los listados
de mercaderías siempre se encuentran los vestidos de tejidos y sedas de
China utilizados por los pobladores de la villa.45 A principios del siglo
xviii, el gran cronista potosino Arzans Orzúa relata la continuidad de
esta extraordinaria amplitud consumidora de la ciudad, a pesar de que
la producción de metálico está en crisis y muy distante de los tiempos
de esplendor que relata Capoche. Para esos tiempos, Potosí dispone de
un gran repertorio de mercancías extranjeras, como “granos, cristales,
marfil y piedras preciosas de la India; diamantes de Ceilán; perfumes
de Arabia; alfombras de Persia, el Cairo y Turquía; todo tipo de espe-
cias de la península de Malaya y Goa; porcelana blanca y vestidos de
seda de la China”.46
A este gran tronco sudamericano de la ruta de seda china se le anexa
un adicional “brazo” que va aún más hacia el Sur. Con mulas y arrie-
43. Para los primeros tiempos véase Márquez de la Plata, “Los trajes”, 1934, p. 31; para
el caso del siglo xvii: Amenábar, “Trajes y moda”, 1986, p. 11; en el caso de La Serena de
las primeras décadas del xviii: Sayago, Historia, 1973, p. 367.
44. Assadourian, El sistema, 1982, p. 71.
45. Capoche, Relación, 1959 [1585], p. 134.
46. Orsúa. Historia de la Villa, 1965, t. i, p. 8.
104
La ruta hispanoamericana de la seda china
ros se lleva la seda desde Potosí hacia Jujuy, Salta, Tucumán y Córdo-
ba para, desde ahí, bifurcarse en dos últimos trayectos hacia Santiago
de Chile, vía Mendoza, o al puerto atlántico de Buenos Aires. Valdría
mencionar dos casos representativos sobre Chile y Buenos Aires. En
abril de 1608, el virrey Montesclaros se encuentra en El Callao, gestio-
nando “apretadas diligencias añadiendo a las ordinarias acerca de la
prohibición de mercaderías que venían de Nueva España”.47 Informa
que su presencia tiene buen efecto, pues “queda cantidad de ropa conde-
nada que me dicen puede valer cuarenta mil pesos a los precios de aquí,
siendo estas ropas de la China”.48 Lamentablemente, el documento no
ofrece detalle sobre el textil comisado, pero Montesclaros hace mención
al tafetán, una suerte de seda ordinaria para el consumo cotidiano de
diferentes grupos sociales. A contrapelo de lo que ordena la legislación,
el virrey decide por su circulación y consumo.
47. “Carta del virrey Montesclaros a Felipe iii desde el puerto del Callao”, en “Expedien-
tes cartas de Virreyes Perú, 1604-1610”, agi, Lima, 35, f. 43.
48. Ibid.
49. “Expedientes cartas de Virreyes Perú, 1604-1610”, agi, Lima, 35, f. 43v.
105
China en la América colonial
cerrar este puerto siendo una minoría cuanto viene por él y se les
da tan poco de esa puerta tan grande [El Callao] donde van cada
año tantos millones.50
50. “El obispo del Río de la Plata a su merced. Que se tripliquen los despachos tocantes a
la contratación con las Filipinas y la mercaderías y ropa de la China que se prohíben en
el Perú”, agi, Charcas, 135, f. 1.
51. Véase al respecto el último artículo del libro en donde se relata el caso del capitán
Juan de Buitrón. También puede consultarse: ahpc, Escribanía 1, 1719, legajo 241, expe-
diente 9, fs. 188-193.
106
La ruta hispanoamericana de la seda china
52. “Carta del virrey de Nueva España Martín Enríquez sobre cultivo de lino y seda
(1572)”, ahn, Diversos-colecciones, 25, Nº 17, fs. 13-26.
53. De ahí la gran dificultad en los registros para distinguir en los controles de Perú la
seda de origen asiática o novohispana.
54. Borah, Silk Raising, 1943, pp. 32-38 y 85-102. Bazant, “Evolución”, 1988, pp. 473-516.
107
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108
La ruta hispanoamericana de la seda china
109
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110
La ruta hispanoamericana de la seda china
llegando al Perú sin pagar un solo real al fisco. Por lo tanto, uno de
los elementos que hacen codiciable a la seda china en el espacio del
Perú son todos los beneficios que redunda su entrada clandestina y,
por ende, su mínimo precio.
111
China en la América colonial
64. Martínez, “Descripción”, 1969 [1609], pp. 153-154. En el breve ensayo de Álvarez se
ofrecen evidencias sobre el consumo de telas chinas por los indígenas de Filipinas en los
años finales del siglo xvi. Véase Álvarez, “E la nave va”, 2013, pp. 47-48.
65. agnm, Reales Cédulas Originales, caja 3552, expediente 26, (1724), fs. 3-4.
112
La ruta hispanoamericana de la seda china
ticas que dividen a México porque “el arribo de una flota [a Veracruz] es
celebrada por los mercaderes ricos que llaman de almacén y son los que
hacen empleos de su carga: pero que la mayor parte de este reino desea
con mayor eficacia la Nao de China y que se dilata su llegada ocasiona
muchos clamores”.66
El descontento social que puede generar la ausencia del galeón de
Manila en Acapulco se debe a las necesidades consumidoras de la ma-
yoría de la población. Un gran conocedor de la historia del galeón de
Manila, como lo es el historiador Schurz, sintetiza el fenómeno diciendo
“que todas las clases sociales, desde los indios de los pueblos de las
tierras bajas tórridas, a los cuales las convenciones y leyes españolas
compelían al usar vestuario, hasta los mimados criollos de la capital, se
vestían con las telas del Extremo Oriente y las sedas de China”.67
Durante todo el período colonial, ya sea desde México o desde el
Perú, las conclusiones tienen un pleno consenso y unanimidad: exis-
te la elegante seda asiática para “los selectos”, pero la mayoría de las
sedas chinas que se consumen por los mercados americanos y que, en
definitiva, configuran el esqueleto primario de lo que hemos llamado la
ruta de la seda, son baratas, de mediana a ordinaria calidad y de poca
duración. Hay de todos los gustos y calidades puesto que “el grueso de
las sedas chinas era consumida por peninsulares y criollos blancos pero
también abastecen a la gente pobre y constituye el vestido corriente
de los nativos de Nueva España”.68 Un viajero anónimo asentado en
Acapulco se asombra al ver en 1702 que el galeón de Manila alcanza
un tonelaje de 2.000, lejos de los 200 estipulados por la ley y ello se ex-
plica por los 11.000 fardos de seda china “barata y de baja calidad”.69Al
mismo tiempo, idénticas opiniones sobre el tipo de consumo de la seda
china circulan por el espacio peruano. En 1591, el contador de Tierra
Firme Miguel Ruiz de Duayen le escribe al rey español:
66. Ibid., f. 4.
67. Schurz, The Manila Galleon, 1959, p. 362.
68. agnm, Reales Cédulas Originales, caja 3552, expediente 26, (1724), f. 4.
69. Villar, El contrabando, 1967, p. 29.
113
China en la América colonial
visten y remedian con ello gente pobre porque es más barato que
lo de Castilla, pero no de tanta dura, ni tan bueno.70
Las mercancías chinas son tan baratas y las españolas tan ca-
ras que me parece imposible recortar ese comercio hasta el punto
que en este reino se deje de consumir productos chinos, ya que un
hombre puede vestir a su mujer con sedas chinas por doscientos
reales [25 pesos] mientras que no podría proporcionarle vestidos
con seda española por doscientos pesos.72
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La ruta hispanoamericana de la seda china
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Los objetos de China en la cultura material
de Córdoba y Buenos Aires durante el siglo xviii
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Los objetos de China en la cultura material de Córdoba y Buenos Aires
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nes económicas entre China y América que logre escapar del control
peninsular concentrado en los ejes transatlánticos. Esto es verdad y, de
hecho, ocurrió; pero también veremos que en tiempos de la creación
del virreinato del Río de la Plata, la cultura china se presenta por el
Atlántico, a partir de la mediación del mundo occidental. Los vínculos
que unen a un consumidor porteño o cordobés con una tela o loza china
muestran, en efecto, que la cultura material de la época colonial no se
limita a Europa ni a su pasado indígena: hay un horizonte oriental to-
talmente dispuesto para su exploración que vendría a enriquecer aún
más los tesoros del pasado que abriga nuestro continente.
Pues bien, el propósito de nuestro trabajo es, en primera instancia,
identificar los bienes chinos presentes en la región de Córdoba y de
Buenos Aires durante todo el siglo xviii. Por su naturaleza y caracterís-
ticas, serán los inventarios el principal corpus documental seleccionado
para cumplir con este inicial objetivo. Luego de comprobar la existencia
de los artículos chinos, el segundo paso será el de establecer un nivel de
jerarquía entre ellos en función de la intensidad de su circulación y con-
sumo. Veremos que el papel adquirido por cada uno de los rubros no es
uniforme ni mucho menos estable durante todo el siglo, sino que varía
de acuerdo con cada coyuntura histórica y con el espacio geográfico que
se atienda. De ahí que serán considerados los fenómenos mundiales,
imperiales y regionales afines a nuestra problemática para comprender
los cambios en las pautas de consumo y en las rutas de ingreso de las
piezas.
Comenzaremos por comprender el papel de Lima como punto redis-
tribuidor de las mercancías chinas que llegan a Córdoba y a Buenos
Aires. La ciudad peruana llega a categorizarse como una “feria de
Pekín” hacia mediados del siglo xviii. Esta definición otorgada a la ciu-
dad se explicaría por ser una plaza de intercambio con excedentes de
esos bienes permitiendo que se deslicen, como una suerte de cascada,
hasta alcanzar las regiones más australes del espacio. Posteriormen-
te, indagamos lo que denominamos el boom de telas y tejidos chinos
que se vive en las primeras cuatro décadas del siglo por Córdoba y,
en menor medida, por Buenos Aires. A partir de la información que
brindan los inventarios sobre tasaciones, calidad y composición de los
productos se busca precisar las vías por donde circulan las telas y los te-
jidos, así como a qué público consumidor van dirigidos. Añadimos a
esta sección un caso de microhistoria referido al capitán y mercader
residente en Córdoba Juan de Buitrón para confirmar algunas de las
hipótesis sugeridas sobre el comercio y consumo de sedas chinas por
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16. Es muy recurrente encontrar en los inventarios objetos de los que no figura su pro-
cedencia. Nuestro trabajo se dedicó a reproducir aquellos en los cuales se expresa de
manera explícita su origen chino o asiático.
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Para comprobar que los textiles de China llegan a las ciudades inte-
riores de la Audiencia de Charcas y aun al Río de la Plata, habría que
partir desde Lima y ver la razón por la cual una autoridad porteña llega
a calificar a esa ciudad como la “feria de Pekín”.17
Los funcionarios instalados en algún puerto del Atlántico no son in-
diferentes a la gravitación del eje Pacífico. En los años que cierran la
primera mitad del siglo xviii, el apoderado de la ciudad de Buenos Aires,
Domingo Marcoleta, notifica al Consejo de Indias que en Lima “parece
haberse abierto la feria de Pekín”. Muchos de los 18 millones de mercade-
rías que estarían circulando por el Perú en esos tiempos eran, según Mar-
coleta, asiáticos y no podían explicarse por las operaciones realizadas en
las antiguas ferias de Portobelo. El fenómeno tampoco podía declararse
por el nuevo método de los navíos de registro; transporte que abastece de
mercaderías a Buenos Aires y a las costas del Pacífico chileno y peruano
luego de cruzar el Cabo de Hornos. El ingreso de bienes asiáticos tiene
lugar porque, a pesar de las prohibiciones legislativas, “el comercio
de Lima es y ha sido siempre interesado en dejar las puertas abiertas de
Panamá y México”.18 Con estos términos, Marcoleta llega a responder al
Consulado de Lima, que responsabiliza al contrabando practicado por el
puerto del Río de la Plata de la crisis y el definitivo colapso en 1740 de los
galeones de Tierra Firme y las ferias oficiales de Portobelo.
Podría ser exagerado el planteo de Marcoleta, pero hay evidencia para
suponer la realización de ferias informales por todo el Perú ofertando bie-
nes asiáticos. Desde el último cuarto del siglo xvii hasta la primera mitad
del siglo siguiente los mercados del Pacífico sudamericano, desde Guaya-
quil hasta Santiago de Chile pasando por el interior de la Gobernación
de Tucumán, abundan de artículos asiáticos. Se podrían identificar tres
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Los objetos de China en la cultura material de Córdoba y Buenos Aires
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des coloniales, en los cuales la frase “a la moda” con la cual se los asocia
resulta ser una expresión común. Veamos algunos de los numerosos
casos.
En 1727, Antonio de Querejazu, un reconocido comerciante de la
ciudad de Lima, posee en su patrimonio 3 espaldares y 3 antepuer-
tas de damasco carmesí de China. En el inventario de herencia del
marqués de Torre Tagle de 1761 se destaca un escritorio negro de
China y una mesa de estrato de azafate oriental. Juan de Valdivieso,
diputado del Tribunal del Consulado durante esos años, cuenta con 3
malagones [sic] de China.27 En el inventario post mortem de 1722 de
la marquesa de Piedra Blanca de Guana, una acaudalada propietaria
de La Serena del reino de Chile, se registra loza y vestidos de lino
y de seda de la China.28 Francisco Berroterán, marqués del valle de
Santiago y gobernador del reino de Nueva Granada, dispone en su
inventario de 1715 de una gama de artículos de China, como corti-
nas, ropajes de silletas de estrado de damasco, colgaduras de cama y
cojines en seda, 4 grandes escritorios de maqué de diferentes colores
y una rica variedad en platos y pocillos de porcelana.29 En 1704, José
de La Rañeta, teniente general de Portobelo y una de las máximas
figuras políticas que, en teoría, deben celar por el comercio oficial de
los galeones de Tierra Firme, sufre un embargo en bienes de sedas y
cerámica de China.30 El maestre de campo José de Cabrera y Velazco,
una de las personalidades más reconocidas de la Gobernación de Tu-
cumán, anota en sus inventarios de bienes de 1713 y 1715 la posesión
de exquisitos tejidos de la China como una ongarina de gurbión de 60
pesos, una chupa de brocato azul en 80 pesos, seis “cortinas de raso de
china del coche” y calzones aforrados.31
La tentación por adquirir mercadería oriental llega hasta las máxi-
mas autoridades políticas del virreinato. Ya fuera en complicidad o en
competencia con los mercaderes, funcionarios y virreyes participan ac-
tivamente en el comercio y consumo de géneros asiáticos traídos desde
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Los objetos de China en la cultura material de Córdoba y Buenos Aires
32. agi, Ramo Quito, legajo 133, expediente 38, s/n de fs.
33. agi, Ramo Panamá, legajo 232, expediente 11, fs. 119-123.
34. Mugaburu, Diario (1640-1694), 1918, pp. 13-14.
35. Paz-Soldán y Moreyra y Céspedes del Castillo, Virreinato, 1955 t. iii, p. 319.
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40. anl, Ramo Real Hacienda, Guayaquil, Legajo 500, cuaderno 41, 1748, f. 37; anl, Ramo
Real Tribunal del Consulado de Lima, Sección Judicial, caja 161, documento 159, año
1768-1769, f. 15.
41. Duarte, Mobiliario, 1996, p. 232; ahpc, Ramo Escribanía 1, 1724, legajo 250, expe-
diente 9, fs. 35-36.
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42. Céspedes del Castillo, Lima y Buenos Aires, 1947, pp. 34-35.
43. Véase el segundo artículo del presente libro.
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46. Moutoukias, Contrabando, 1988, p. 73. Véase también Tandeter, “El eje”, 1991, pp.
185-201.
47. Los textiles de seda china predominan en la primera parte del siglo por Europa mien-
tras que los tejidos de algodón de la India alcanzan gran preferencia en la segunda mitad.
Blanning, The Eighteenth, 2000, pp. 234-250. Carmagnani, Las islas, 2012, pp. 122-138.
48. Lanes y Duval, Arte de la cría, 1787, p. 245.
49. Malo de Luque, Historia política, Madrid, t. v, 1790, p. 25.
50. Derry y Williams, Historia, 1990, pp. 145-148.
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Fuente: http://larutadelasedacat.wordpress.com/rutadelaseda/
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por considerar los tejidos chinos como de “regular vestuario”, con “pre-
cio muy acomodado” y porque la “mayor parte del reino deseaba la nao
de China con sus telas” que el arribo de la flota española, la cual oferta
sus vestidos a un precio “más subido”.52 Retengamos este argumento
que parece ser un denominador común y la clave para comprender la
extensión del uso y el consumo de telas y tejidos de China por toda
Hispanoamérica. En términos precisos, por ser el textil chino barato y
de uso habitual en las familias coloniales, logra superar incluso los pe-
didos de la sociedad novohispana. Hay que partir de la premisa de que
su ingreso en “exceso”, sin registro, por el puerto de Acapulco desde las
islas Filipinas no es una respuesta exclusiva a los pedidos realizados
desde mercado novohispano, sino que también contempla la demanda
de las plazas mercantiles ubicadas en el virreinato del Perú.
El fenómeno de engarce de flujos marítimos y terrestres por el eje
del Pacífico posibilitando que telas y tejidos para el hogar así como ves-
timenta procedente de China lleguen a lugares tan recónditos de hispa-
noamericana cobra luz en nuestro listado documental. Hay una mayor
recurrencia de textil chino en la región de Córdoba que en el mercado
portuario de Buenos Aires. El eje del Pacífico, que tiene como punto de
escala dominante la ciudad de Lima, es responsable para que se viva
por estas décadas (1700-1740) un boom en el consumo de ropa de China
por Córdoba y toda la Gobernación de Tucumán.
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54. agi, México, legajo 2501, “Memorial del Consulado de Sevilla de 1714”, s/n de fs.; tam-
bién Álvarez de Abreu, Extracto, 1977, t. i, pp. 120-128.
55. Studer, La trata, 1958, pp. 237-249.
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Los objetos de China en la cultura material de Córdoba y Buenos Aires
china ofrecen una identificación de clase, una regla general a seguir que
cohesiona a “los selectos”. La prohibición no impide en lo más mínimo
que los objetos orientales se expongan no sólo como decorados de los
hogares y en el vestuario, sino también en los espacios públicos de gran
sociabilidad. El glamour hacia la seda china alcanza a superar el hori-
zonte del vestuario: incluso muchos capitanes y eclesiásticos “aforran”
y cubren sus carruajes con cortinas y flocaduras de seda china para
pasearse por las calles de la urbe.60
No ponemos en duda el consumo de fina seda china en los círculos
sociales de elite; un mercado que vendría a compartir y a complemen-
tarse –no tanto a competir– con la manufactura europea. Pero nuestro
propósito es ver la problemática en su complejidad y superar la mirada
tradicional que lo “chino” o “asiático” sólo se reduce a lo suntuoso, a
lo “extravagante” o, más aún, a ser un signo de excepcionalidad en la
conformación de la cultura material colonial. Durante gran parte del
período, la legislación española prohíbe a los grupos de mediana y baja
condición el uso de plata, oro, prendas de seda y otros artículos de lujo
reservados al consumo exclusivo de los “principales vecinos” de la socie-
dad. No obstante, sabemos que en Córdoba se sanciona –hasta reprimir
de manera violenta– a mulatos y mestizos por usar atuendos suntuosos
en público.61 La imitación en el vestir de la moda de elite puede expli-
carse desde lo simbólico, como los intentos de algunos sectores sociales
por aparentar el ascenso social. La ley otorga una importancia clave
al vestuario como un claro indicador cultural de estatus socioétnico y
económico. Pero hay interrogantes previos que deberían responderse:
¿cómo acceden aquellos grupos a prendas supuestamente suntuarias?
¿Son sólo fuerzas simbólicas y culturales las que tientan a los grupos
de posición media e inferior a buscar la democratización del consumo
de telas y vestimentas que, en principio, se encuentran reservadas a la
elite?
Creemos que hay que considerar lo que ocurre por el lado del co-
mercio y la economía, particularmente desde el plano de la oferta. En
otros términos, la notable variedad y calidad de telas chinas que se
ofrecen al público resulta clave para advertir lo que sería un proceso
60. Véase en el apéndice documental Nº 3 los casos de Valentín Escobar Bezerra (1690) en
Córdoba, del Chantre de la Catedral de Córdoba Bazán de Pedrás Gil (1716) y del capitán
José Cabrera de Velasco (1713).
61. Concolorcorvo, El lazarillo, 1946, pp. 58-59.
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la seda junto con otros tejidos del Oriente se colocan como una de los
textiles más utilizados por el público consumidor. Lo notable del caso
del textil chino no sólo es que transita por el plano de la ilegalidad y la
prohibición, sino que aún más importante responde a diferentes niveles
sociales de consumo porque las variedades en su calidad y precio le
dieron interesantes armas para la conquista de este doble mercado: el
de elite y el masivo.
Retomemos con la explicación mercantil. La crisis del comercio legal
y la promoción de los variados circuitos de contrabando que antecedie-
ron a las políticas de Carlos iii de “libre comercio” provocan una dismi-
nución en los costes de las telas importadas, permitiendo que sectores
plebeyos y mestizos accedan a lo que en un principio era destinado al
consumo de elite. La variedad en calidades y precios permite que la
“moda” de lo chino goce una suerte de democratización en su consumo,
que sea apropiada por otros grupos sociales. Recordemos lo dicho en
páginas anteriores: por estas décadas de principios de siglo el textil
chino se moviliza desde México o directamente desde Cantón por rutas
ilegales que esquivan impuestos y logran ingresar bajo remates y su-
bastas a precios realmente bajos. Superando el caso de telas chinas, se
puede afirmar que el proceso de democratización de consumo de bienes
extranjeros alcanzó al espacio rioplatense. Fernando Jumar nota para
la misma época que el contrabando por el puerto atlántico de bretañas y
textil francés considerado de lujo logra abaratar sus precios y los torna
accesibles para la mayoría de la sociedad.68
Abordemos ahora variables más precisas, como son los precios y va-
lores. Los argumentos son más convincentes cuando cotejamos, por un
lado, los precios de las telas de fabricación local o también llamada
“ropa de la tierra” y los de procedencia europea con los de China, por el
otro. El ejercicio se apoya en los valores que nos brindan los diferentes
tipos de inventarios y comisos, complementándolo con la rica informa-
ción brindada por Arcondo. Antes de realizar la comparación, vale ad-
vertir que estamos lejos de establecer conclusiones absolutas: el precio
de un tejido o tela varía de acuerdo con su calidad o complejidad, sean
ellos de fabricación local, asiática o europea. Como venimos mencio-
nando en el texto, era tal la variedad de calidad y precio de la ropa de
China, que cada sector social podía contar con alguna prenda que esté
a la altura de sus posibilidades.
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en ajenos” hasta tanto las cuentas de Buitrón estén saldadas y que Josefa
logre adquirir en patrimonio los bienes de su padre. Al mismo tiempo en
que presenta su demanda, Manuela de Liendo otorga a su actual marido,
Bernardo Blanco, un poder absoluto para manejar no sólo sus bienes, sino
también el propio pleito que gira en torno a la sucesión del capital de Bui-
trón. Manuela lo señala claramente en un documento judicial:
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Los objetos de China en la cultura material de Córdoba y Buenos Aires
derías que envía, luego de abonar 1.035 pesos por cuenta de flete, el
albacea de Buitrón hacia Salta.84 Blas de Sevilla Zuasso se encarga de
recibir los artículos en Salta y por un documento posterior realizado
por la defensa de Las Casas, sabemos que las petacas llegan a manos
del maestre de campo José García Miranda y “que de su mano llega-
ron a la dicha Manuela de Liendo”.85
Cuadro 1
Bienes asiáticos Bienes europeos y de la tierra
2 calzones de felpa musgo de la China con 12 platillos, dos medianos, dos candele-
encaje de oro ros, 1 jarro de pico, un cucharón, un pero-
1 sobrecama de damasco carmesí de la chito [sic] que hacen todas 19 piezas
China forrada en saya saya 7 ½ en plata usada en seis piezas
12 libras de seda china 7 ½ en 2 pinonzillos [sic] y una planchita
51 libras de seda musga de la China 14 ½ en una palangana con relieve alre-
3 piezas de damascos carmesíes de la dedor
China 27 ½ en dos tachos de plata
2 piezas de otros damascos de la China Una cajetilla de plata con 1 piedra colora-
blanco da con su plata llave
9 piezas de rasos labrados de colores de Un mate guarnecido de plata y otro pe-
la China queño nuevo
12 libras de raso musgo labrados de la 2 tablas de manteles y servilletas hechas
China en el Cuzco
11 libras de brocato de la China 29 pares de medias de Inglaterra de se-
9 libras de raso labrado de la China gunda
2 libras de Jerga de la China 2 mazos de cuerdas
1 pieza de brocato carmesí azul y verde 11 armadores de gamuza blanca
con flores de oro de la China 23 libras de listonería de Nápoles y Génova
2 piezas de gorgoranes musgos de la China 18 libras de encajes de oro y plata del
5 atados de saya sayas de diferentes colo- Cuzco
res de la China que pesaron 35 libras 3 ½ 2 libras de senillanetas [sic] de oro del
Cuzco
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Cuadro 2
Telas, tejidos y loza china registrados en la Gobernación de Tucumán y
Buenos Aires en el siglo xviii
1720-1729 42 85 127 - 3 10 13 17
1740-1749 16 16 32 - 4 1 5 -
1750-1759 7 - 7 - - 10 10 62
1760-1769 2 4 6 17 1 - 1 15
1770-1779 - 3 3 11 5 - 5 190
1780-1789 - 11 11 26 - - - 99
1790-1799 3 - 3 5 3 - 3 235
Fuente: apéndice documental N° 3.
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Gráfico 1
Telas, tejidos y loza china registrados en la Gobernación de Tucumán y
Buenos Aires en el siglo xviii
Número de piezas
400
350
300
250
200
150
100
50
0
1700-1709
1710-1719
1720-1729
1730-1739 1740-1749 1750-1759
1760-1769 1770-1779
1780-1789
1790-1799
87. Bernal y Martínez Ruiz, La financiación, 1992, pp. 345-600. También García Baquero
González, Cádiz y el Atlántico, 1976, pp. 163-175.
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Gráfico 2
Número de piezas totales de textiles y loza china registrados por
la Gobernación de Tucumán y Buenos Aires en el siglo xviii
400
400
300
300
200
200
100
100
0
0 1700-1709 1710-1719 1720-1729
1700-1709 1730-1739
1710-1719 1720-1729 1740-1749 1750-1759
1730-1739 1760-1769
1740-1749 1750-1759 1770-1779
1780-1789
1760-1769 1790-1799
1770-1779
1780-1789
1790-1799
92. agn, Registros de Navíos, véanse los varios legajos existentes en el ramo.
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China en la América colonial
Cuadro 3
Cantidades totales del rubro textil y loza china registrados en
la Gobernación de Tucumán y Buenos Aires en el siglo xviii
Piezas Piezas
textiles Loza textiles Loza
1700-1709 232 13 1750-1759 17 62
1710-1719 414 2 1760-1769 7 32
1720-1729 140 17 1770-1779 8 201
1730-1739 200 20 1780-1789 11 135
1740-1749 37 1790-1799 6 240
Fuente: apéndice documental N° 3.
¿Qué ocurre con el tejido oriental, aquel rubro que durante las pri-
meras décadas del siglo aparecía con tanta frecuencia? El textil de
seda chino y de algodón de la India continuará ingresando, pero ya
no tendrá aquella intensidad registrada en la primera mitad de la
centuria. Los inventarios dan cuenta de la gran “invasión” de tejidos
europeos que con precios bastante módicos logran desplazar signifi-
cativamente del mercado consumidor a la tela china. Claro está que
ello es posible por el proceso de mecanización en las fábricas textiles
europeas.93
Pues bien, ¿qué tipo de loza china encontramos en los inventarios?
Priman los objetos de utilidad culinaria, de cocina y mesa, como: jícaras,
tasas para té, para café o para caldo, cafeteras, pocillos o pozuelos, te-
teras, vinajeras, platos o platillos para dulce, fuentes, soperas, floreros,
jarras, azucareras, tapaderas y poncheras. Importantes estudios ponen
de manifiesto que este tipo de piezas chinas circulan y se consumen du-
rante toda la época colonial y por todo el Orbe Indiano: desde la Nueva
España, pasando por Caracas, Cuenca, Quito, el Perú, Chile, hasta la
región costera atlántica de Brasil.94 Las regiones que ahora vendrían a
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Los objetos de China en la cultura material de Córdoba y Buenos Aires
es probable que haya sido la porcelana la que mayor impacto causó en la cultura material
brasileña. Do Amaral, A Bahia, 2000, pp. 209.
95. Kuwayama, “Cerámica”, 2000-2001, pp. 20-29.
96. Feng y Shi, Perfiles, 2001.
97. De Vries, La revolución, 2009, p. 163.
161
China en la América colonial
Plato de porcelana china del siglo xviii. Con ramitos y flores, color azul y blanco. Dise-
ño muy presente en los inventarios de Córdoba y Buenos Aires. Fuente: http://www.
todocoleccion.net/
98. Si bien la Compañía recibe, a través de una real orden de 1793, un permiso para
realizar expediciones directas de Filipinas a cualquier puerto de América del Sur, su uti-
lización recién se da en 1802. Díaz Trechuelo, La Real Compañía, 1965, p. 199.
99. Norman Weissel, “Arqueología”, 2005-2006, pp. 129-157; También Schávelzon, “La
cerámica”, 2010, pp. 196-200.
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114. Porro Girardi, Astiz y Rospide, Aspectos, 1982, vol. i, pp. 182, 212 y 228.
115. Johnson, “Salarios”, 1990, pp. 133-157.
116. Ibid.; Mayo, Estancia, 2004, p. 129.
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117. El movimiento a escala planetaria de los jesuitas y sus encuentros con culturas tan
remotas, como las de China e India, puede advertirse en la correspondencia que dejaron.
Para el caso concreto del siglo xviii, véase Zermeño, Cartas, 2006.
118. Morner, Actividades, 1940.
119. Sobre la gestión de los inventarios véase Bisio de Orlando, “Las temporalidades”,
1999, pp. 59-98.
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Fuentes: Iglesia y Colegio Máximo de Córdoba: ahpc, Ramo Temporalidades, 1769, fs. 23,
35, 70, 85 y 89; Catedral de Córdoba: aac, Cabildo, Libro de Cuentas (1761-1835), fs. 58-59,
67, 69, 263-264, 273, 276, 278 y 287; Colegio San Luis de Loyola: agn, Temporalidades, 21-
5-4, legajos 2 y 3, fs. 49-50, 59, 61, 93-95 y 98. Copia legalizada de la Biblioteca Nacional
de Chile.
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Los objetos de China en la cultura material de Córdoba y Buenos Aires
los mercaderes nos permite deducir que los artículos del Oriente, aun
conservando su “originalidad” y sus rasgos “exóticos”, sólo alcanzan a
ser un producto de mercado cuando se hacen reconocibles, familiares
y con mayores ventajas económicas respecto de sus pares europeos y
castellanos.
La metamorfosis de los bienes asiáticos también se refleja en Córdo-
ba y en Buenos Aires; espacios que no son ajenos a este gran fenómeno.
Para la primera mitad del siglo, las telas chinas, particularmente las
que llegan en vara o en piezas, son “domesticadas”: les son incorporados
estilos y diseños occidentales. Lo que vemos aquí es un movimiento en
donde “lo oriental” es trabajado y transformado hasta lograr su formato
occidental. Por el contrario, en el transcurso de la segunda parte del
siglo un importante número de piezas fabricadas en Occidente serán
intervenidas para copiar e imitar modas y diseños chinos que tuvieron
éxito en décadas anteriores. Estamos ahora ante un proceso de fuer-
zas inversas, donde el producto occidental se ve sometido a una inter-
vención en vistas de su “orientalización”. Ambas corrientes forman el
“cóctel” de lo que genera la globalización de la época y que impactan
fuertemente en la cultura material colonial por la región. La naturaleza
y la composición de los tejidos que presentan algún elemento oriental
nos muestra lo complejo de las fuerzas que activa la mundialización y
las permanentes transformaciones a las que son sometidos. Cuando las
piezas chinas entran al mundo hispanoamericano, la gran mayoría de
ellas pasa por un filtro de cambio con vistas a familiarizarlos, a ade-
cuarlos al gusto del público consumidor. Comencemos por ver lo que
ocurre con el textil chino.
La intervención a la que son sometidas las telas chinas se emprende
desde el primer instante en el espacio americano, cuando vemos que la
mayoría de las que ingresan viene en varas o piezas para su confección.
El cuadro 2 expresa que en el período de mayor auge del textil chino
(1700-1739) el número de varas o piezas importadas es de 752 mientras
que los tejidos elaborados alcanzan los 234. De manera discriminada:
en Córdoba computamos la cantidad de 489 varas y 192 de artículos
confeccionados, mientras que en Buenos Aires 263 y 42 respectivamen-
te. Prácticamente, el 75% de la tela china importada por el espacio viene
en vara o en piezas, listas para trabajarlas y decorarlas al gusto local.
Esta predominante modalidad de importar tela china en vara o en
pieza, no elaborada, nos asoma a dos procesos de producción industrial:
por un lado, la elaboración integral del textil chino en los talleres loca-
les o la tela asiática como función de complemento, de añadido al tejido
173
China en la América colonial
174
Los objetos de China en la cultura material de Córdoba y Buenos Aires
175
China en la América colonial
176
Los objetos de China en la cultura material de Córdoba y Buenos Aires
177
China en la América colonial
178
Los objetos de China en la cultura material de Córdoba y Buenos Aires
131. agn, Sucesiones, 6727, s/n de expediente, f. 67v.; para el caso de doña Teresa véase
Porro Girardi, Astiz y Rospide, Aspectos, 1982, vol. ii, p. 361.
132. Schávelzon, “La cerámica”, 1998, pp. 21-24.
133. Mariluz Urquijo, “La China”, pp. 7-9.
179
China en la América colonial
134. Porro Girardi y Barbero han encontrado abanicos originales de China en las tiendas
y comercios. Porro Girardi y Barbero, Lo suntuario, 1994, p. 183.
135. Impey, Chinoiserie, 1977. Sobre la influencia del chinoiserie en la América española
véase Fisher, “Trade”, 206, p. 180.
136. Berg, “New Commodities”, 1999, pp. 63-87.
137. Sobre las fuerzas de la occidentalización en la globalización véase Gruzinsky, Las
cuatro, 2010.
180
Los objetos de China en la cultura material de Córdoba y Buenos Aires
Conclusiones
181
China en la América colonial
182
Los objetos de China en la cultura material de Córdoba y Buenos Aires
nos, viajan tanto por las aguas del Pacífico como por las del Atlántico,
se consumen en México, pero también alcanzan los mercados de Buenos
Aires o de Córdoba.
Asimismo, los objetos de China son valorados en espacios urbanos,
pero también figuran en los pobres patrimonios de familias rurales de
la región. Podríamos estar aquí ante un “proceso de imitación”, donde la
vida material citadina extiende su influencia hacia el mundo social
indígena y del campesino. El estudio clásico sobre cultura material
en la Hispanoamérica colonial de Arnold Bauer nos recuerda de revisar
la opinión muy difundida acerca de que la cultura rural y campesina
es muy conservadora y cambia poco de siglo en siglo. Rescatando la
gran obra de George Foster Culture and Conquest, Bauer insiste que
esta visión resulta completamente falsa porque atribuye la imagen de
una vida rural estática, en donde los procesos de cambio que se viven
en las urbes no las afectan. Por el contrario, según estos autores, las
influencias de moda y consumo de las ciudades van filtrando hasta
llegar a la sociabilidad rural aun con los retoques para adaptarlas
al gusto local.138 El consumo de telas y porcelana china sería un ele-
mento visible, una categoría cultural y económica que se incorpora al
proceso de imitación.
En efecto, no hay límites administrativos, ni políticos, ni instancias
legislativas que logren frenar la circulación y el consumo de estos ob-
jetos. ¿Motivos de este flujo generalizado? La respuesta estaría, ante
todo, en las pautas de consumo de los productos orientales. La variedad
en calidad y precio de los tejidos para el uso personal o del hogar así
como en las piezas de loza y cerámica para utilidad culinaria permite
que su público consumidor sea amplio y diverso. A la América española
llegan productos chinos de fina calidad y de elevados precios pero tam-
bién –y quizá en mucho mayor grado– artículos ordinarios, de mediana
calidad con cotizaciones realmente accesibles para grupos de mediano
y bajos recursos. Hemos puntualizado otras razones de índole comer-
cial y productiva que ocurren a escala imperial o mundial que refuerzan
aún más la estimación de los objetos chinos por el público consumidor
americano. Pero lo que aquí valdría señalar es que aquella simbiosis
insistentemente planteada en cuanto a que el objeto y el consumo chino
o asiático es igual a lo exoticum, extravagante, seleccionado o elitista
termina por representar un falso sincretismo.
183
China en la América colonial
184
Conclusiones generales
185
China en la América colonial
186
Apéndice documental N° 1
Inventario
187
China en la América colonial
188
Apéndice documental
“que sin embargo de las repetidas diligencias que se han hecho para su venta
no han podido verificarse porque aunque al tiempo de las reiteradas almone-
das que se han hecho se han presentado diferentes personas de crédito de este
comercio con ánimo de hacer postura luego que han visto las tasaciones se han
retraído de ello” f. 28r. “no ha habido postores por lo subido del precio […] nuevo
avalúo de los géneros de China […] si hay que considerar estos géneros de la
China venidos por la vía del comercio legítimo o por la del de India a India; pues
sobre el de India a India claro está que el valor que he considerado es bastante
resupercrecido [sic]”. Segunda tasación del valor total de los géneros: 22.361
pesos.
189
Apéndice documental
Apéndice documental N° 2
191
China en la América colonial
Partida: 16. Factura: 15. Interesado: don Juan Fermín Aysisena para entregar
a don Antonio y José Matías Elizalde
Destino: a Lima guía Nº 20
Valor bienes extranjeros: 49.263 pesos
Bienes asiáticos: “72 sobrecamas de china” a 4 p. 288 pesos
“5 piezas de rasos de China” a 12 p. 60 pesos
“4 piezas de seda de China” a 22 p. 88 pesos
Total valor bienes asiáticos: 436 pesos
192
Apéndice documental
Partida: 27. Factura: 10. Interesado: remito don Isidro Antonio de Icaza, vecino
de México, a don Antonio y don José Matías Elizalde, vecino del Perú
193
China en la América colonial
C. “Extracto de la carga que canceló en este puerto el navío Santa Ana su maes-
tre don Joseph de Andrade que condujo de Acapulco”
194
Apéndice documental
195
Apéndice documental N° 3
196
mal tratada” na”
- “otra de gurbión de la - “bufete de Jacarandá
China con tres pares embutido en marfil de la
de calzones guarnecida China”
con encaje negro muy - “dos colchas una de
China en la América colonial
197
del difunto”
198
1703 Maestre de Campo y Testamento 1702 Capitán Don Antonio Inventario
encomendero José - 800 pesos en 21 libras Berois - “cofrecito de la China”
Díaz de Cáceres de encajes de oro y pla- Buenos Aires 2 p.
Santiago del Estero ta del Cuzco o Lima con - “seis platos y dos fuen-
China en la América colonial
199
1704 Jacinto Arrieta Inventario 1703 Capitán Alonso de Testamento
Córdoba - “una chupa de raso de Herrera y Guzmán. - “dos abanicos blancos
Apéndice documental
200
Hija del sargento y de la China que se Viuda Doña María de los Gurbión de la China”
regidor Sebastián compone de pollera y Reyes - “trece varas de capi-
Arguello casaca y la pollera con chola de la China mus-
encaje de oro” 90 p. ga”
China en la América colonial
Carta dotal
201
1704- Doncella Ana Pacheco. - “una pollera de raso de 1704 Capitán Pedro del Inventario
1705 Córdoba. la China carmesí con Fierro - “par de medias de la
Hija del capitán Juan de flores usado” 24 p. Buenos Aires China”
Pacheco
Apéndice documental
202
Capital total: 9.515 pesos
203
de la China todo de lo
mismo nuevo”
- “sobretodo nuevo de ca-
Apéndice documental
204
p.
1708 Antonio Márquez. San Inventario
Antonio de Totoral - “10 varas de raso de la
China de colores”
China en la América colonial
205
- “chupa de raso de la
China azul bordada”
16 p.
Apéndice documental
Año Nombre y lugar Documento. Año Nombre y lugar Documento.
Artículos Artículos
1709 Maestre de José de Concurso de Acreedores 1709 Capitán Antonio - “una ongarina de raso o
Cabrera y Velazco. - “ongarina de chino” 40 Guerrero pequín aforrada en raso
Córdoba p. a flores muy usada”
- “chupa de brocato de la - “un par de calzones
China” 60 p. de Gurbión de pequín
- “par de calzones de musgos muy usados”
chino musgo” 4 p. - “se halló una chupa de
1707- Capitán y Alférez José Inventario raso de Sevilla abroca-
1709 Zevallos. Córdoba - “9 varas de damasco lada o forrada en pe-
de la China a flores de quín musgo”
seda y lana” 13 p. - “un biombo de la China
- “vestido de pelo de ca- con flores de lienzo muy
mello doble de ongarina usado”
Capital total: 22.602 pe-
206
y calzones con botones
de oro aforrado con sos
gurbión de la China
usado” 25 p
- “otro vestido de gurbión
China en la América colonial
de la China ongarina y
calzones todo de oro y
cabeza de turco aforrado
en tornasol de la China
nuevo” 80 p.
- “una chupa de brocatillo
de la China verde a flo-
res de oro y plata guar-
necido con encaje de
oro con botón aforrado
en tafetán nácar”
1710 Capitán Gabriel de Ca- Sucesión
brera y Mendoza. Cór- - “una pollera de Pequín
doba con encaje de plata
usada” 20 p.
- “no se tasan los calzo-
nes usados de Pequín
por haberlos roto el
niño del difunto”
- “armador de Pequín
musgo con encaje de
plata” 13 p.
1710 Juan de Adaro y Inventario
Arrazola. Córdoba - “unos calzones de fon-
do negro y una en ho-
landilla musga bien tra-
207
tados con su ongarina
forrada en seda de la
China”
Apéndice documental
208
1710-1711 María de Arrieta. Carta dotal 1712 Doncella Flores Testamento
Córdoba - “pollera de Pequín con Catalina. - “una escribanía de Ja-
Hija del Capitán guarnición de encaje de Buenos Aires carandá embutida en
Francisco Pizarro plata usada” 20 p. Hija legítima del marfil de la China” 20 p.
China en la América colonial
Dote total: 3.376 pesos capitán José Flores - “una colcha de seda de
la China” 16 p.
Capital total: 4.195 pesos
1710-1711 María Magdalena de Ca- Carta dotal 1712 Capitán Felipe Inventario
rranza. Córdoba. Hija del - “vestido de Pequín ne- Herrera. - “una sobrecama de la
209
Capitán gro, pollera y jubón con Buenos Aires China” 60 p.
Sebastián de Carranza botón de cerdas, aforrado esposo de Doña Isabel - “Un pabellón ítem” 60
el jubón en tafetán negro” Matías de Tapia p.
Apéndice documental
210
grisco”
- “15 varas ½ de musgo
chino”
- “16 varas de Pequín ne-
China en la América colonial
gro”
- “10 varas de saia saias
de China”
- “echuras de marfil de la
China”
1711 Francisco de Cornejo. Inventario
Córdoba, valle de - “camisa en raso de la
Ischilín China con encajes de
plata”
- “armador de raso de la
China labrado
1711-1712 Doncella María Rosa Carta dotal
de Pacheco. Hija del - “Dos cortes de cojines
capitán Antonio de felpilla de la China
Pacheco y Mendoza. con sus ocho borlas
Córdoba grandes de seda” 32 p.
- “colcha amarilla de la
China” 25 p.
Dote total: 3.370 pesos
211
1712 Miguel de Acosta. Inventario 1714 Cristóbal Rendón. Inventario
Córdoba - “6 varas ½ de raso liso Buenos Aires - “un par de calzones de
Apéndice documental
212
mujer de la China”
- “ongarina de Pequín
ajustada aforrada en ra-
sillo de la China” 42 p.
China en la América colonial
213
Antonia de Las Casas - “ongarina de escarlatilla
y Zevallos. Córdoba en rasos de flores de
la China con trencillas
de plata y botones a la
Apéndice documental
moda” 35 p.
- “una pollera de raso liso
de la China azul con en-
caje de oro” 72 p.
1715 Jacinta de Toledo y Moli- Carta dotal 1715 Sargento Mayor Inventario
na. Córdoba - “reboso de raso de la Manuel Fernández - “vestido de raso mus-
Esposa del capitán Anto- China ralladillo aforra- de Vellarde. go de la China con ca-
nio de Camino do en raso de la misma Buenos Aires saca y calzón” 20 p.
echura” 60 p. Dote total: Capital total: 10.829 p
2.151 pesos
Año Nombre y lugar Documento. Año Nombre y lugar Documento.
Artículos Artículos
1715 Ángela Ferreira de la Carta dotal
Vega. Córdoba - “pollera de Pequín con
Esposa de Sebastián vueltas de encajes de
Goycochea oro” 20 p.
214
- “colcha de la China de
saplillo [sic]” 6 p.
Capital total: 67.156 pe-
sos
China en la América colonial
215
acanelados de la Chi-
na” 30 p.
- “8 barras de dicho gur-
Apéndice documental
216
1716 Capitán Pedro Inventario bien tratada”
González Jaime. - “chupa de raso de la - “un par de calzones de
Córdoba China forrada en olan- pequín azul aforrados
dilla con 24 botones de en tafetán”
China en la América colonial
217
Ladrón de Guevara da” 61p.
Dote total: 3.612 pesos
1718 Sebastián Goycochea. Inventario 1719 Don Tomás Leal Díaz Testamento
Córdoba - “armador de gurbión de Buenos Aires - “vestido de pequín
la China” musgo casaca y calzón
- “calzones de seda de la y chupa de tisú y plata
China” ya vieja” 30 p.
- “sobremesa olandilla de
la China en ocho reales”
1 p.
- “alfombra turquezca [sic]
bien tratada” 30 p.
218
“negra libre” - “pollera de raso de la Aires - “dos platos de losa de
China forrada con sar- Capitán esposo de Inés la China los dos en dos
guilla verde” 2p. Capital Esparsa y Ensina pesos”
total: 540 pesos
China en la América colonial
219
Estancia Nuestra - “pollera de Pequín mus-
Señora de Guadalupe de go con tres guarnicio-
Córdoba nes de cinta bien trata-
Apéndice documental
1721 José Machado. Río Seco Inventario 1720 Don Pedro Constanza Autos por fallecimiento
de Córdoba - “apretador de raso de la Buenos Aires - “cinco varas de brocati-
China nuevo, aforrado de llo rosado chino” 3 pe-
olandilla con sus botones sos la vara
de oro”, 14 p. - “cinco varas de tafetán
- “chupa de raso de la chino ordinario” de 4
China verde, aforrado reales c/u
de olandilla con botón
de plata”
Año Nombre y lugar Documento. Año Nombre y lugar Documento.
Artículos Artículos
1721 Clemente de Soto. Sucesión
Córdoba - “casaca de Chino mus-
go con botones de pla-
ta usada”
- “escritorio de vara de
largo y media con sus
embutidos de marfil de
la China” 25 p.
1722 Eclesiástico Luis de Me- - “manto de Pequín negro 1723 Agustina Escanvieta. Testamento
dina Laso de la Vega. bien tratado” 16 p. Potosí-Buenos Aires - “dos tinajas, dos tasas
Córdoba - “manto de Pequín usa- Hija del Capitán Florián grandes, tres fuentes de
do” 6 p. De Escanvieta gapón, platos y pozue-
220
- “sotana de Pequín de los, tasas conserveras
manto negro aforrada” todo de China y vidrios
12 p. de Christal”, 400 p.
- “sotana de Pequín de Capital total: 16.000 pesos
tafetán doble” 12 p.
China en la América colonial
- “sotana de Pequín de
paño negro”
- “gabán de Pequín mus-
go con botones de oro”
35 p.
- “par de calzones de
raso de la China”
- “pares mangas de Pe-
quín”
Capital total: 1.721 pesos
1723 Maestre de Campo Fran- Inventario
cisco Marthí. - “ropa de levantar de
Córdoba damasco azul de la
China forrada en blan-
co de raso bien trata-
da” 25 p.
- “ropa de damasquillo
de la China maltratada”
8 p.
- “casaca de Pequín mus-
go rota” 2 p.
- “un docelcito [sic] de
raso de la China no se
tasó porque el señor
juez lo mandó llevar a
las monjas Theresas
221
para la hija del difun-
to”
Apéndice documental
222
China”
- “dos varas y cuarto de
tafetán doblete de la
China” 5 p.
China en la América colonial
223
Hija del capitán azul de la China con
Cristóbal Carnero tres vueltas de plata
del Cuzco con pesta-
Apéndice documental
1726 Miguel Moyano Sucesión 1729 Juana Barragán. Autos por fallecimiento
Cornejo. Córdoba - “ongarina de Pequín Buenos Aires - “abanico con varillas de
aforrada en listadillo de Hija del Capitán Pablo marfil todo de la China”
seda” Barragán
1726 Cura rector de la Sucesión
Iglesia Francisco - “una bolsa verde de da-
Vilchez y Montoya masco de la China”
Tejeda. Córdoba
Año Nombre y lugar Documento. Año Nombre y lugar Documento.
Artículos Artículos
1726 Maestre de Campo Sucesión
Antonio de Arrascoeta. - “vestido pollera y casa-
Córdoba ca de meleque [sic] de
la China bien tratada
aforrado en saia saia
con su vuelta de enca-
jes de oro” 100 p.
- “7 varas de Pequín” 14
p.
Capital total: 9.076 pesos
1727 Capitán Bernardo Blanco Embargo de bienes 1730 El Duraznal Buenos Aires Comiso
Guerra. Salta - “4 libras de seda de la - “tres piezas de museli-
224
China de distintos colo- nas ordinaria de la Chi-
res” na” a 6 cada una, 18 p.
- “1 pieza de pequín ne- - “una chupa de paño
gro” musgo forrada en tafe-
China en la América colonial
225
la China” 6 p.
- “un biombo de la China
con 8 bastidores” 80 p.
Apéndice documental
226
1733 Capitán Pedro Álvarez. Inventario 1731 Patricio Joseph Cuitiño Sucesión
Córdoba - “chupa de Cantón en Buenos Aires - “dos tacitas y dos pla-
tafetán carmesí con tillos de losa de China
plata” 35 p. para té” 4 reales
China en la América colonial
1734 Mariana Arrascaeta. Cór- Carta dotal 1731 Francisco Pérez. Inventario
doba - “un pañuelo de género Buenos Aires - “una vara de raso de la
Hija del maestre de cam- Chino con su encaje de Ayudante de la China” 2 p.
po Antonio de Arrascaeta palmitos” 8p. Compañía de los
227
Dote total: 3.113 pesos inválidos
1734 Pedro de Cárdenas. Cór- Embargo de bienes 1731 Miguel de Jesús Embargo de bienes
Apéndice documental
doba -
“dos pañuelos de la Sastre - “cinco piezas empeza-
China” das y enteras de Chino
angosto”
- “pieza y 5 retazos de
pañuelos de seda de la
China”
- “otra pieza empezada
de lo mismo”
Año Nombre y lugar Documento. Año Nombre y lugar Documento.
Artículos Artículos
1735 Juan Antonio Inventario 1733 Juan de Carreaga Inventario
Barandiaran. Córdoba - “dos bandejas de ma- Buenos Aires - “34 varas de damasco
deras betunadas a negro chino en tres reta-
modo de las Chinas” zos a catorce reales vara
importan 59 p.”
- “17 piezas de lienzo
chino con cinco pa-
ñuelos cada pieza que
hacen ochenta y tres
reales cada uno” 31 p.
- “92 varas de angaripola
chino a setenta reales”
80 p.
228
Capital total: 1446 pesos
229
ja y rota” - “Un lienzo de Nuestra
Valor de los bienes tota- Señora de la Concep-
les: 11.174 pesos ción de vara y media
Apéndice documental
230
28 p.
- “sobrecama de angari-
pola de la China a flores
con forro de Coleta de
la India” 30 p.
China en la América colonial
231
- “ongarina y calzones de
Pequín musgo viejo” 6
p.
Apéndice documental
1751 Don Francisco Pérez Remate 1751 Lorenzo de Soriaga. Memoria de difunto
de Saravia. Tucumán - “dos docenas de cami- Buenos Aires - “6 piezas y ¾ varas de
sas de lienzo de la Chi- pequín negro a 12 la
na con olanes [sic]” 32 pieza” 77 p.
p. la docena - “4 piezas de pequín
amarillo a 12 pesos”
48 p.
Año Nombre y lugar Documento. Año Nombre y lugar Documento.
Artículos Artículos
1752 José Martínez. Sucesión 1756 Don Pedro Cueli. Inventario
Los Molinos Córdoba - “estuche de marfil de Buenos Aires - “dos docenas de plato
la China para guardar de loza de China” 15 p.
agujas” - “diecisiete tasitas de
- “pollera de damasco China para té” 8 p.
negro con su casaca de - “Nueve platillos para las
lo mismo forrada en pe- dichas tacitas”
quín” 30 p. - “Siete jícaras de Chi-
na para Chocolate” a 4
reales c/u
- “Una tetera de la China”
3 p.
- “Una vinajera de vidrio,
232
una tacita y un platillo
de losa de la China” 2
pesos todo
China en la América colonial
233
Capital total: 4.777 pesos
1760 Maestre de Campo Inventario 1759- Fernando Escalada Inventario de tienda
Jerónimo Luis de - “un bastón de caña de 1763 Comerciante de - Una fuente de china
Apéndice documental
234
ños de China” 6 p.
- “par de tinteros con
sus salvaderas, el uno
de cristal y el otro de
China en la América colonial
235
- “un biombo de madera
- “tres tasas para caldo
1774 María Josepha Benítez y con figuras chinescas”
de la China”
Carranza. Córdoba 30 p.
- “tres cafeteras de la
Apéndice documental
Inventario China”
- “3 vasos de losa de - “tres floreros de la Chi-
1774 Joseph Maldonado. China” 4r. cada uno na”
Río Cuarto Capital total: 36.602 pe- - “siete platillos para dul-
sos ce de la China”
- “seis pocillos sin asas
con sus platillos de la
China”
- “dieciséis pocillos de la
China con asas”
Año Nombre y lugar Documento. Año Nombre y lugar Documento.
Artículos Artículos
- “treinta y nueve tacitas
para café de la China”
- “treinta y nueve platillos
de la China” todo a 15
p.
- “tres batas de China
para mujer” a 10 pesos
son 30 p.
- “cuatro docenas de pa-
ñoletas de vecillo a la
chinesca con ramitos”
siete y medio pesos la
docena 30 p.
236
- “doce docenas pañue-
los de seda dobles
pintados a la chines-
ca” 14 pesos la doce-
na 168 p.
China en la América colonial
1777 José de Lenguina. Embargo de tienda 1777 Juan Manuel de Lavarden Inventario
Córdoba - “24 pañuelos de la Abogado de la Real Au- - “Cuatro fuentes de Chi-
China a 15 reales cada diencia de Buenos Aires. na. Una grande en 2 pe-
uno” 15p. Natural de La Plata sos y otra menor en 12
- “14 pañuelos azules de reales. Otra rosada en 4
algodón de China” reales” 5 p. toda
- “5 docenas y once pei- - “19 platos de China a 4
nes blancos de marfil reales c/u” 9, 14 p.
de la China” - “3 más”
- “una escupidera de la
1778 Petronita de Molina. Inventario
China” 6 reales
Los Cocos. Córdoba - “seis platillos de losa de
- “3 tazas de China para
China con dos jícaras”
237
caldo a 8 reales c/u” 2
6 p.
p. 4r.
Capital total: 16.659 pe-
- “17 jícaras de China. 12
sos
Apéndice documental
238
dinarios a 3 reales c/u”
- “12 platos de loza fina de
la china a 8 reales c/u”
- “1 taza de loza fina de
China en la América colonial
China a 1 p. 4r.”
- “2 fuentes medianas de
loza de China”
178 (¿?) Don Bernave Denis y Petición de bienes
Arce. Buenos Aires - “Cinco platillos de Chi-
na y dos frasquitos” 1p.
4r.
1780 Narciso Bengolea. Inventario 1780 Pedro Rodríguez Arévalo. Inventario
Río Cuarto - “un par de medias en- Buenos Aires - “un bastón de caña de
carnadas a la chinesca” la India con abrazade-
4 p. ras de plata” 6 pesos.
Capital total: 36.950 pe-
sos
1784 Sargento mayor Nicolás Inventario 1782 Don Matías Pacheco Inventario
Ascoeta. Córdoba - “47 varas de cintas a la Buenos Aires - “un San Bartolomé chi-
chinesca” 2 r. la vara quito de marfil de la Chi-
- “dos abanicos de marfil na en dos reales”
de la China”
Capital total: 23. 879 pe-
sos
239
Martiarena - “26 piezas de loza de
Marqués de Tojo. Jujuy China entre chicos y
más medianos que
unas y otras tasaron en
Apéndice documental
240
mayor a 13 pesos la do-
cena”
1788 José del Busto. Córdoba Inventario 1783 Don Vicente Quinzy Inventario
- “20 piezas de cintas Buenos Aires - “plato de losa China” a
China en la América colonial
241
de plata” 6 p.
- “9 platos de losa de
China a 1 real” 1p. 1r.
Apéndice documental
- “6 tacitas de losa de
China a 1 real” 6 reales
Capital total: 266.760 pe-
sos
1791 Rosa Carranza. Córdoba Inventario 1790 Don Juan Antonio Lerdo. Inventario
- “biombo a la Chinesca Buenos Aires - “Cuatro docenas de go-
cuyo lienzo tiene me- rros dobles de seda a
diano uso” la Chinesca fábrica de
Navarro a 17 pesos 4
reales la docena” 70 p.
Año Nombre y lugar Documento. Año Nombre y lugar Documento.
Artículos Artículos
1794 José Albornoz. Córdoba Inventario 1791 Don Eugenio Lerdo de Inventario
- “3 polleras de angaripo- Tejada “Losa de China”
las usadas de la China” Alcalde de Buenos Aires - “docena de platos, fon-
do blanco con azul, y
1791- Berísimo Araujo. Subasta de tienda
ramitos encarnados a
1794 Córdoba - “10 ceñidores dobles
uno y medio real” 2p 2r
de China de colores”,
- “once platillos para dul-
20 r.
ce con ramitos dorados
- “18 ceñidores sencillos
a seis reales la docena”
de colores de la China”,
- “diez Tacitas par dulce a
8 r.
siete reales la docena”
- “10 gorros de seda do-
- “doce platillos con ra-
ble a la chinesca a 8
mitos y azul siete r. la
reales cada uno”
242
docena”
- “5 pañuelos de seda
- “once platillos con rami-
china de a 8 reales cada
tos dorados y otros co-
uno”
lores siete r. la docena”
- “once Tacitas con rami-
China en la América colonial
243
a 6 reales
- “seis platillos oscuros a
3 reales”
Apéndice documental
244
reales
1795 Francisco Javier Sucesión 1792 Don Alonso Díaz. Inventario
Carranza. San Pedro, - “5 pocillos de losa de Las Vívoras - “cinco y media varas de
Córdoba China nuevas”, 3 r. c/ cintas a la Chinescas” a
China en la América colonial
Gobernación de Tucumán: ahpc, (1692), Año de tomo 1709, Escribanía 1, legajo 221, exp. 7, f. 33; (1702), 202, 9, f. 11; (1702), 1703, 206,
8, f. 10; (1702), 205, 1, f. 4; (1703), 206, 6, fs. 13-14; (1704), 1708, 219, 3, fs. 3-35; (1704-05), Protocolo, Registro 1, inventario 98, s/n
de fs.; (1704-05), 1, 98, s/n de fs.; (1704-05), 1, 98, fs. 233-234; (1704-05), 1, 98, s/n de fs.; (1705), Escribanía 1, legajo 209, exp. 4, fs.
245
56-58; (1705), 210, 3, f. 1; (1706), Protocolo, Registro 1, inventario 99, f. 67v., (1707), 100, f. 106; (1707), Escribanía 1, legajo 215, exp. 1,
fs. 5-6; (1708), 218, 4, f. 3; (1708), 1710, 226, 2, f. 286; (1708), 1709, 220, 5, f. 32; (1709), 1732, 268, 1, f. 65; (1707-09), 1709, 222, 2, fs.
1-2; (1710), 223, 1, f. 100; (1710), 225, 4, fs. 5-11; (1710-11), Protocolo, Registro 1, Inventario 103, f. 83; (1710-11), 1, 103, f. 98; (1710-
11), 1, 103, f. 152; (1710-11), 1, 103, f. 72; (1710), Escribanía 1, legajo 226, exp. 1, f. 100; (1711), Escribanía 2, 13, 1, fs. 40-43; (1711),
Apéndice documental
Escribanía 1, 227, 3, fs. 3-4; (1711-12), Protocolo, Registro 1, inventario 104, fs. 38-42; (1712), Escribanía 1, legajo 229, exp. 2, f. 6r.;
(1713), 231, 7, fs. 8-14; (1713), 232, 2, fs. 9-10; (1713-14), Ramo Protocolo, Registro 1, inventario 105, f. 73; (1714), 1, 105, f. 306; (1715),
Protocolo, Registro 1, inventario 107, año 1715-16, f. 28v.; (1715), 1, 107, 1715-16, f. 401; (1715), Escribanía 1, año de tomo 1730, legajo
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colo, Registro 1, inventario 108, f. 92; (1717-18), 108, f. 26; (1717-18), año 1723-26, 111, f. 227; (1718), 1717-18, 109, f. 196-97; (1718),
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6, f. 8; (1726), 1734, 276, 2, f. 42v.; (1726), 1737, 280, 2, f. 7: (1727), 1724, 251, 3, fs. 131-133; (1727), 258, 2, s/n de f.; (1731), 267, 3, f.
4; (1732) agn, Ramo Sucesiones 3859, leg. 7, f. 22; (1733), ahpc, Escribanía 1, legajo 272, exp. 1, f. 24 v.; (1733), Protocolo, Registro 1,
inventario 119, f. 23; (1734), 120, f. 235; (1734), Escribanía 1, legajo 275, exp. 2, f. 31 v.; (1735), 1740, 288, 8, f. 16; (1735), 1737, 282, 4,
f. 5; (1743), Protocolo, Registro 1, inventario 126, f. 69; (1745), Escribanía 1, año 1761, legajo 343, exp. 1, fs. 10-12; (1747), 1748, 302,
3, f. 2; (1748), Protocolo, Registro 1, inventario 131, f. 278; (1749), Escribanía 1, legajo 307, exp. 1, fs. 2-3; (1750), 310, 15, f. 12; (1751),
1756, 324, 1, f. 48; (1752), 315, 8, fs. 267-292; (1752), 512, 2, f. 25; (1752), 512, 4, f. 25; (1757), 1758, 334, 1, f. 5; (1760), 1762, 346, 1, f.
171; (1764), amc, Actas Capitulares, rollo 16, tomo xxxii, fs. 100-106; Año (1765), 1769, Ramo Escribanía 1, legajo 365, 4, fs. 4-5; (1774),
380, 8, f. 30; (1774), 379, 2, f. 44; (1777), 387, 1, fs. 3 y 10; (1778), 1784-85, 402, 7, f. 270; (1779), 391, 5, s/ de fs.; (1779), 1796, 426, 8,
f. 4; (1780), 1789, 408, 5, f. 89; (1784), 1784-85, 402, 6, fs. 20 y 31; (1785), Solá Miguel Angel, “La Hacienda de San Francisco de Xavi,
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10; (1790), 411, 6, fs. 6-8r.; (1791), 413, 8, s/n de fs.; (1791), 415, 5, f. 18; (1794), 424, 2, f. 3; (1791-4), 1793, 418, 11, f. 304 y 1794, 423,
2, fs. 10-135; (1795), 1798-99, 428, 10, f. 10v.
Buenos Aires: agn, Año 1668, Ramo Sucesiones, legajo 5671, exp. 18, f. 3v; 1690, 5671, 12, f. 151; 1695, 7700, s/n de exp., fs. 22-25;
1696, 7700, exp. 31, f. 19v; 1697, 7369, exp. 1, f. 12; 1700, 3909, s/n de exp., f. 87v.; 1700, 4309, s/n de exp., fs. 87-89; 1702, 4299, s/n
de exp., f. 29v; 1702, 7700, s/n de exp., f. 1v; 1703, 6369, s/n de exp., f. 21v.; 1704, 3857, s/n de exp., fs. 14v-17; 1704, 5868, exp. 11,
f. 15; 1707, 4300, s/n de exp., f. 3v-10; 1708, 7701, s/n de exp., fs. 17-18; 1709, 6246, exp. 3, fs. 40-42; 1712, 5868, f. 2; (1714), ahpc,
Escribanía 1, legajo 234, exp. 15, f. 4 y Protocolo, Registro 1, inventario 106, f. 306; 1715, 5868, s/n de exp., f. 18; (1716), ahpc, Escribanía
246
1, 1723, 248, 1, f. 6; 1716, 5868, s/n de exp., f. 18v.; 1718, 4300, exp. 23, fs. 2-8; 1719, 6263, s/n de exp., f. 28; 1719, 5558, s/n de exp.,
fs. 100-102; 1719, 8409, s/n de exp., f. 351; 1720, 5335, s/n de exp., f. 38v.; 1723, 5671, s/n de exp., f. 5r; 1726, 8409, s/n de exp., f.
37v; 1727, 6250, s/n de exp., f. 56v; 1729, 4301, exp. 1, f. 4; 1730, Contrabando y comisos, exp. 5, f. 2; 1730, Sucesiones, 6720, s/n de
exp., f. 87; 1730, 6369, s/n de exp., f. 7v.; 1731, 5336, exp. 6, f. 20; 1731, 7701, s/n de exp., f. 52v.; 1731, 6367, s/n de exp., f. 2; 1733,
5336, f. 13; 1734, 7369, s/n de exp., f. 4; 1739, 4301, s/n de exp., fs. 16-18; 1739, 8121, s/n de exp., fs. 150r-v; 1743, 8410, s/n de exp.,
China en la América colonial
fs. 4-38; 1744, 5671, s/n de exp., f. 44; 1748, 5346, s/n de exp., f. 1v; 1749, 4302, exp. 5, f. 15v.; 1751, 4302, s/n de exp., f. 36v.; 1751,
8410, exp. 19, fs. 9-10; 1756, Bienes de Difuntos, 15-04-07, exp. 4, fs. 8v-52; 1759, Sucesiones, 5672, s/n de exp., f. 20; 1760, 4303, s/n
de exp., f. 9; 1759-63, ahnm, Consejos, 20379, exp. 1, f. 54r.; 1770, agn, Sucesiones, 4309, exp. 7, fs. 3-4; 1772, 5339, s/n de exp., s/n
de fs.; 1774, 5563, s/n de exp., f. 104; 1774, 5673, s/n de exp., fs. 13-234; 1777, 6725, s/n de exp., f. 32; 1780, Porro, Aspectos, vol 1.,
pp. 32-33; 178(¿?), 5560, exp. 3, f. 175; 1780, 3866, s/n de exp., f. 4; 1782, 5561, s/n de exp., f. 8r.; 1782, 5561, s/n de exp., f. 48; 1782,
7773, 1, f. 84; 1783, 7773, 3, f. 102; 1790, 3866, exp. 10, fs. 38-57; 1790, 6727, s/n de exp., f. 67v.; 1791, 6727, s/n de exp., fs. 4-8; 1792,
5561, s/n de exp., f. 38; 1793, 5562, exp. 4, f. 95; 1793, 5674, s/n de exp. fs. 81-82; 1795, 7707, s/n de exp., f. 16.
Glosario de términos para el apéndice documental N° 3
247
China en la América colonial
248
Archivos
Siglas
agi Archivo General de Indias, Sevilla, España
ahn Archivo Histórico Nacional de Madrid
bnf Biblioteca Nacional de Francia
bprm Biblioteca del Palacio Real de Madrid
agnm Archivo General de la Nación de México
ahcm-cm Archivo Histórico de El Colegio de México Colección Muro
anl Archivo Nacional de Lima
ahpc Archivo Histórico de la Provincia de Córdoba (Argentina)
amc Archivo Municipal de Córdoba (Argentina)
aac Archivo del Arzobispado de Córdoba (Argentina)
agn Archivo General de la Nación (Buenos Aires, Argentina)
249
Bibliografía
251
China en la América colonial
252
Bibliografía
253
China en la América colonial
254
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en los talleres de Impresora y Encuadernadora Progreso,
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