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HISTORIA DE LA PATRIA

PATRIA-O-COLONIA
FEDERALES-O-UNITARIOS
BARBARIE-O-CIVILIZACIÓN
FEDERALES-O-PARTIDO LIBERAL
FEDERALES-O-PARTIDO NACIONAL
PATRIA-O-IMPERIO
PUEBLO-O-ANTIPUEBLO
PERÓN-O-BRADEN
PERONISMO-O-ANTIPERONISMO
LIBERACIÓN-O-DEPENDENCIA
DEMOCRACIA-O-GENOCIDIO
RESISTENCIA-O-NEOLIBERALISMO
"PATRIA-O-BUITRES"
PATRIA-O-CORPORACIONES NACIONALES E
INTERNACIONALES

“LA PATRIA ES EL OTRO” ARGENTINO Y LATINOAMERICANO


LA PATRIA SOS VOS, SOY YO, SOMOS TODOS.
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“Necesitamos que los distintos dirigentes responsables de las organizaciones,
también organicen cursos de formación sobre política internacional, sobre historia
internacional”.
“Ustedes se dieron cuenta que prácticamente, salvo cuestiones catastróficas o muy
evidentes, parece como que la Argentina fuera un planeta solo en el mundo, que no
existiera el resto, porque no hay una sola noticia internacional de nada, de las
económicas ni hablemos”.

“Tenemos que prepararnos, tenemos que saber, porque al que no estudia, al que no
sabe lo que pasa y cómo se fueron produciendo los acontecimientos, lo llevan de la
nariz. Sobre todo, en un mundo, donde los medios de comunicación y,
fundamentalmente también, las redes sociales han adquirido una gran importancia,
el problema es la selectividad de la información” (Militante peronista, ex Presidenta de la
República Argentina por 2 períodos consecutivos 2007-2015, Cristina Fernández de Kirchner
1943-1976
DE LA PATRIA JUSTA, LIBRE Y SOBERANA
AL GOLPE DEL 76
Contenido
Introducción: (1943-1976) ........................................................................................................................................................

Línea de Tiempo (1943-1976) ...................................................................................................................................................

q1 ...............................................................................................................................................................................................

Eduardo Tritten: “Movimiento Obrero durante el primer Peronismo” ........................................................................................

Javier Brosio: “¡Patria sí! ¡Colonia no!: Perón y la Tercera Posición” .......................................................................................

INTERNACIONAL ......................................................................................................................................................................

Jean-Paul Sartre: Prólogo a “Los Condenados de la Tierra” de Frantz Fanon .........................................................................

Jorge Abelardo Ramos: De Octubre a Septiembre – “América Latina entra en escena” .........................................................

ECONOMÍA ...............................................................................................................................................................................

Mario Rapoport: “El proceso de industrialización” .....................................................................................................................

Marcelo Diamand: "La estructura productiva desequilibrada y el tipo de cambio” ...................................................................

Norberto Galasso: De la Banca Baring al FMI – 1955-1976 .....................................................................................................

POLÍTICA ..................................................................................................................................................................................

Raúl Scalabrini Ortiz: “El subsuelo de la patria sublevado" ......................................................................................................

Juan Domingo Perón: Discurso de la creación del Partido Peronista (1947) ...........................................................................

Eva Perón: Mi Mensaje..............................................................................................................................................................

Padre Carlos Mugica: Peronismo y Cristianismo – “Los valores cristianos del peronismo” .....................................................

Debate Tosco-Rucci (1973) .......................................................................................................................................................

Héctor J. Cámpora: “Mensaje al Pueblo Argentino” – 9 de Marzo de 1973 ..............................................................................

Dardo Cabo: El Descamisado -- “Ante la muerte de José Rucci” .............................................................................................

DISCURSOS CFK .....................................................................................................................................................................

Inauguración Monumento a Evita ..............................................................................................................................................

Homenaje al Padre Mugica .......................................................................................................................................................

Sobre la lucha histórica del pueblo vietnamita ..........................................................................................................................

FRASES DE PATRIOTAS Y DE BUITRES ...............................................................................................................................


Introducción: Ejes de Formación (1943-1976)
PREGUNTAS PARA EL DEBATE: INTERNACIONAL

1.-¿El fin de la Segunda Guerra Mundial y el inicio de la Guerra Fría marcaron una reconfiguración del
poder imperial?
a.- ¿Cómo se sitúa América Latina dentro del nuevo orden mundial a partir de 1945?
b.- ¿cuáles son los límites para los gobiernos latinoamericanos en el marco de la Guerra Fría?
c.- ¿En qué consiste el bloque de países de los “no alineados”?
2.- ¿Cuál es la influencia de la firma de los acuerdos de Bretton Woods y la creación de los organismos
multilaterales de crédito en las políticas de los países de América Latina?
3.- ¿En qué consiste la escuela francesa de contrainsurgencia y cuáles son sus consecuencias para América
Latina?
4.- ¿Qué es la Escuela para las Américas y cómo se implanta la Doctrina de la Seguridad Nacional?
5.- ¿De qué manera influye la Revolución Cubana en las expresiones populares latinoamericanas?

PREGUNTAS PARA EL DEBATE: ECONOMÍA

1. ¿Qué fue la industrialización por sustitución de importaciones (ISI)?


2. Cuál fue la relación de la ISI con el 17 de octubre de 1945?
3. ¿ Cuál es la diferencia entre la primera etapa y la segunda etapa de la ISI?
4. ¿Qué es la restricción externa y su relación con los ciclos de Stop-and-go?
5. ¿Cuál fue el rol de la oligarquía diversificada (un sector de la oligarquía terrateniente con intereses
industriales, comerciales y financieros)?
6. ¿Por qué es falso que el modelo de la ISI estaba agotado?
7. ¿Cuáles fueron las principales medidas del tercer gobierno peronista?
8.- ¿Cuáles fueron los determinantes principales del arribo del golpe del 76?

PREGUNTAS PARA EL DEBATE: POLÍTICA

1. ¿Qué significó el 17 de octubre para la historia política argentina? ¿Puede pensarse al peronismo
como una revolución?
2. ¿Cuáles fueron los pilares de los dos primeros gobiernos de Perón? ¿Quiénes fueron los aliados
políticos y a quiénes se enfrentó?
3. ¿Cuáles son los objetivos de la Revolución Libertadora? ¿Cuáles son las resistencias a esta nueva
dictadura? ¿Qué características tuvo la denominada Resistencia Peronista?
4. ¿Cuáles son las causas del proceso de radicalización política de los años 60 y 70?
5. ¿Qué características particulares tuvo el gobierno dictatorial de Onganía?
6.- ¿Qué significó la asunción de Cámpora el 25 de mayo de 1973? ¿Qué consecuencias trajo la muerte de
Perón el 1ro de julio de 1974? ¿Cómo influyó la llegada de la dictadura del 24 de marzo de 1976 en el
peronismo?
Línea de Tiempo (1943-1976)
1943 - 1976: PERONISMO, GOBIERNO Y RESISTENCIA
“En el verano del 53, o del 54, se me ocurrió escribirle. Evita ya había muerto y yo había llevado el luto. No
recuerdo bien: fueron unas pocas líneas y él debía recibir tantas cartas que enseguida me olvidé del asunto.
Hasta que un día un camión del correo se detuvo frente a mi casa y de la caja bajaron un paquete enorme
con una esquela breve: "Acá te mando las camisetas. Pórtense bien y acuérdense de Evita que nos guía
desde el cielo". Y firmaba Perón, de puño y letra. En el paquete había diez camisetas blancas con cuello
rojo y una amarilla para el arquero. La pelota era de tiento, flamante, como las que tenían los jugadores en
las fotos de El Gráfico”
Osvaldo Soriano, “Cuentos de los años felices”, 1993

El surgimiento

Por repetida, la sentencia no deja de ser necesaria: cuando el 17 de octubre cientos de miles de
trabajadores comenzaron a caminar desde las fábricas y talleres del conurbano hacia la Plaza de
Mayo, la historia argentina dio un vuelco definitivo. Las consecuencias de esa acción social siguen
marcando buena parte de la dinámica política de nuestros días.

¿Por qué ocurrió el 17 de octubre? Como suele pasar con esos tipo de acontecimientos que se
convierten en bisagras históricas, se trata de momentos coyunturales que condensan procesos
anteriores muy largos y complejos. Hay años que se condensan en unos pocos días y hay días
que condensan años.

El 17 de octubre de 1945, a pesar de su aspecto “aluvional y sorpresivo, fue parte de un lento y


progresivo ingreso de los sectores populares -y más precisamente, de las organizaciones
sindicales- en la escena política argentina.

En los años previos, el ascenso de la figura de Perón se fue convirtiendo en el catalizador de las
demandas obreras y sindicales, que por primera vez tenían un interlocutor amistoso en los
despachos oficiales. Concretamente, la gestión al frente de la Secretaria de Trabajo y Previsión
Social (1943-1945) permitió a Perón llevar a cabo dos tareas simultáneas, que verían confluir,
justamente, aquel 17 de octubre. Por un lado, desplegó una legislación social y laboral inédita
(estatuto del peón rural, creación del aguinaldo, reconocimiento de los sindicatos como
“asociaciones profesionales”, instalación de Tribunales de Trabajo, seguro social y jubilaciones,
entre otros) y al mismo tiempo, comenzó a tejer vínculos políticos cada vez más estrechos con
dirigentes sindicales que provenían de las corrientes de izquierda socialista, comunista y
anarquista, que hasta ese momento hegemonizaban la representación obrera.

Ese “motor” de creación de derechos, producidos por la emergencia de un liderazgo político en


alianza con dirigentes sindicales, creó una dinámica nueva en la política argentina que mostraría
su potencial en la movilización del 17 de octubre, e inmediatamente después, durante los diez
años de control del gobierno nacional por parte de los sectores populares, hasta el golpe de
Estado de 1955.

Después del 17 de octubre

Si el 17 de octubre significó el nacimiento del peronismo en tanto sujeto político, a los pocos
meses -a partir de las elecciones de febrero de 1946 que ganó con holgura - también se
constituyó como gobierno. Es importante entender ambas naturalezas del peronismo (movimiento
político y social y a la vez gobierno) para poder comprender que no se haya agotado como
expresión social cuando a partir de 1955 -golpe de Estado mediante- tuviera que sobrevivir
durante 18 años por fuera de las estructuras estatales.

A menos de ocho meses de la movilización que lo rescató de la cárcel, donde había sido enviado
por el propio gobierno militar del que formaba parte, Perón asumió como Presidente del país. El
listado de las acciones de gobierno de los diez años posteriores resulta imposible de resumir en
pocas carillas, pero lo relevante, como instrumento de análisis, es comprender la dinámica general
que imprimió a la gestión estatal.
Conceptualmente, Perón construyó una alianza social y económica entre los trabajadores
sindicalmente organizados y el empresariado local, que se beneficiaría ante el desarrollo del
mercado interno y el vuelco de los ingresos por la venta de materias primas al exterior.

Sin embargo, esa alianza era más sencilla de enunciar que de practicar. Volvamos por un
momento hacia atrás. Cuando las acciones de Perón desde la secretaría de Trabajo y Previsión
mostraban ya una dirección en favor de los derechos laborales y el freno a los abusos patronales,
la respuesta empresarial estuvo lejos de la comprensión histórica. Comenzaron una feroz
campaña contra el entonces coronel, denunciando que esos nuevos derechos agitaban el
fantasma comunista en las fábricas, y se atentaba contra el orden económico en general. El
enfrentamiento con las principales cámaras empresarias fue en aumento, y constituyó una de las
razones por las que el gobierno militar terminó por desplazar a Perón de sus cargos oficiales en
1945.

Así y todo, una vez en el gobierno, Perón logró materializar por algún tiempo esa confluencia de
intereses, desde el poder del Estado. Durante los primeros años, las políticas públicas en favor de
los sectores asalariados garantizó un crecimiento muy importante del mercado interno, que fue
aprovechado por los empresarios locales, que tuvieron la posibilidad de invertir sus capitales en
nuevas industrias y empresas destinadas al consumo popular. Al mismo tiempo, el Estado
aumentó enormemente su intervención en la economía, garantizando su presencia en los
principales resortes de la estructura productiva (comercio exterior, la banca nacional, empresas
productoras de energía, desarrollo de la metalmecánica, industria naviera y aerea, infraestructura
de carreteras, portuaria, social, etc).

Al mismo tiempo, toda esta transformación económica (que permitió una formidable
transformación social en la Argentina) estuvo acompañada con una creciente organización y
movilización popular. En pocos años, los afiliados a la CGT pasaron de unos 200.000 en 1943 a
más de 6.000.000 al comienzo de la década del 50. Esto aseguraba a la obra de gobierno de
Perón un poder concreto, organizado y movilizado, que funcionó como escudo frente a las
presiones de los sectores empresariales, militares y conservadores.

Este poder social de un sujeto que hasta hacía poco tiempo atrás era reprimido desde las mismas
esferas estatales, también tuvo una traducción en términos de poder político. Luego de las
elecciones de febrero de 1945, además de lograr que Perón gane la presidencia de la República,
un nutrido grupo de sindicalistas que venían trabajando con el ex secretario de Trabajo,
accedieron a un cargo legislativo. Con la excepción del socialista Alfredo Palacios, quien había
llegado a ser legislador a comienzos de siglo por el barrio de La Boca, las cámaras de Diputados y
Senadores habían sido reductos infranqueables para los representantes de los trabajadores y
menos aún, representantes de extracción sindical. Por el contrario, la participación política de
dirigentes salidos del ámbito laboral fue una constante del peronismo, vinculando así la institución
legislativa con los intereses de los sectores obreros organizados.

El resultado de esta conjunción de avance político del sujeto obrero, con el liderazgo de Perón,
más la articulación de intereses con sectores empresarios locales, posibilitó una inédita bonanza
económica y social: entre 1945 y 1948 las ventas de cocinas hogareñas fueron un 106% mayores
que en el periodo anterior, las ventas de radios (el medio de comunicación más masivo de aquella
época) se incrementó un 600%, otro tanto pasó con la vestimenta, los alimentos, y demás
consumos populares. La industria local se expandió geográficamente, superando el cordón
bonaerense para desarrollar polos en Rosario y Córdoba. Hubo un desarrollo explosivo de los
servicios públicos básicos, como luz, agua y gas, lo que fue posible por la construcción de
embalses, centrales eléctricas, producción petrolera y gasífera. La Flota Mercante aseguró una vía
marítima soberana para las exportaciones, así como la construcción del aeropuerto de Ezeiza y la
fundación de Aerolíneas Argentinas, puso al país en la vanguardia del transporte aéreo. La
planificación de todo este enjambre de desarrollo productivo fue también otra marca de la época:
el primer plan quinquenal de gobierno (1947-1951) fue una herramienta del Estado que dotó de
coherencia y visión de largo plazo al impulso hacedor del peronismo. La reforma constitucional de
1949 fue la cara “programática” de todos estos avances, asegurando derechos sociales y
económicos de avanzada para la sociedad, y fijando un lugar central al Estado como agente de
todos estos cambios.
La “fiesta del despilfarro” como despectiva y simplonamente se quiso etiquetar a esa década, por
parte de quienes ayudaron a derrocarlo en 1955, fue en verdad un salto gigantesco en la calidad
de vida de millones de personas y un cambio en la escala productiva del país.

Avance y cimbronazos internos

La lógica política desatada después de la movilización de 1945 y plasmada en la obra de gobierno


a partir de 1946, no sólo generó años de prosperidad y mayor justicia social, sino también agudizó
las contradicciones de una sociedad capitalista aún dependiente. Como suele ocurrir, una
coyuntura económica menos favorable (las sequías de 1951 y 1952) no hizo más que volver esas
contradicciones más evidentes, angostando las posibilidades de maniobra del gobierno y de Perón
mismo.

El peronismo, como dijimos antes, fue una confluencia histórica compleja, donde además del
sujeto obrero, de los sectores populares, convergieron también sectores medios, intelectuales que
habían participado en el radicalismo, así como empresarios nacionales, algunos sectores de la
Iglesia y del ejército. Todo ese universo que en 1945 aparecía unificado bajo el liderazgo de Perón
se volvería mucho más inestable, producto del avance concreto y real de las conquistas sociales,
es decir, del mayor peso relativo que fueron ganando los trabajadores.

Al mismo tiempo, el gran avance económico también trajo nuevos problemas. Uno de ellos fue la
mayor demanda de energía, después de varios años de despegue industrial inédito en el país. Al
mismo tiempo, las principales exportaciones de la Argentina, los cereales, después de algunos
años de buenos precios, comenzaron a depreciarse en el mercado internacional.

Estas dificultades comenzaron a notarse conforme la alianza social y política del peronismo
comenzaba a resquebrajarse.

Primero la Iglesia católica y muchos de sus fieles se distanciaron del gobierno, el cual respondió
profundizando la autonomía del Estado frente a la religión (el peronismo había comenzado
incorporando la enseñanza religiosa en las escuelas públicas y terminó no sólo eliminándola, sino
promoviendo el divorcio civil). Subyacía a eso un cambio más global: en Europa, la Iglesia había
decidido conformar partidos “demócratas cristianos”, de tendencia socialdemócrata, para
oponerse al avance electoral de los partidos comunistas en el viejo continente. El éxito de esta
estrategia, que en pocos años logró ganar varias elecciones europeas, convenció a la Iglesia de
hacer lo mismo en Argentina, donde por otro lado crecía el temor por el avance real y concreto
que habían tenido los trabajadores. Lo cual separó aún más a los sectores católicos del
peronismo.

Pero no se trataba sólo de una crisis con la Iglesia, tanto en 1954 como a comienzos de 1955 Perón
convoca al Congreso de la Productividad y el Bienestar Social, donde empresarios y trabajadores,
cada uno representado por cámaras y sindicatos, respectivamente, discutían con el gobierno el
rumbo económico. Es notable la trasparencia de lo que allí se debatía y que deja a las claras tanto
lo que se había avanzado durante los primeros años del peronismo, como la situación de crisis y
encrucijada en la que se encontraba el proceso abierto en 1945.

En el segundo Congreso, un referente emblemático del empresariado aliado a Perón, José Ber
Gelbard, va a exponer los límites de la alianza policlasista: “tampoco es aceptable que, por ningún
motivo, el delegado obrero toque un silbato en una fábrica y la paralice”. La respuesta desde el
sindicalismo no tardaría en llegar. Eduardo Vuletich, secretario general de la CGT, declaró que:
“Se habla de ausentismo. Es, indudablemente, un mal que debemos y estamos dispuestos a
combatir; pero eso sí, cuando se comparen estadísticas se sepa diferenciar el ausentismo
culpable, del socialmente justo que resulta de la aplicación de las leyes obreras justicialistas... y
las que permiten el más holgado estándard de vida que relevan de los esfuerzos inhumanos,
eliminados por la justicia social de la nueva Argentina de Perón".

Sobre este escenario, la acción de los sectores reaccionarios y golpistas fue rápida y contundente.
El 16 de junio, Perón sería finalmente “excomulgado” de la Iglesia, un acto que no tenía
prácticamente antecedente en la Argentina. Para reafirmar la vinculación entre los sectores
reaccionarios, ese mismo día por la tarde, aviones de las Fuerzas Armadas bombardearon la
Plaza de Mayo matando a cientos de personas de a pie. La estrategia del golpe de Estado se
había puesto en marcha.

Golpe de Estado y “repliegue táctico”

A pesar de que los primeros movimientos insurreccionales fueron contenidos por el gobierno, el
golpe finalmente triunfaría en septiembre de 1955. Mucho se ha escrito y especulado sobre las
razones que llevaron a Perón a renunciar a cualquier acto de movilización para contrarrestar el
avance de los sectores golpistas.

Lo cierto es que, más allá de algunas escaramuzas e intentos aislados, no hubo una respuesta
articulada desde el campo popular ni desde las esferas estatales que siguieron bajo dominio de
Perón. Como suele ocurrir en esos casos, la derrota mostró que la unidad de aquel frente social y
político que había nacido en 1945 se encontraba debilitado y con muchas tensiones internas,
cuando no fracturas evidentes.

Para evitar hacer una lectura que pase exclusivamente por la voluntad del liderazgo de Perón, se
vuelve necesario indagar en cuestiones estructurales, propias de la esencia del peronismo. A
diferencia de los movimientos revolucionarios de izquierda clásicos, el peronismo se constituyó
siempre como un frente nacional amplio, policlasistas, que bajo el liderazgo de Perón supo
mantener la tensión de intereses que convivían en su interior. Sin embargo, como vimos antes, el
propio desarrollo de las políticas gubernamentales, enfocadas en el desarrollo productivo nacional
y la distribución de la renta en favor de los trabajadores, hicieron que esas tensiones fueran en
aumento. En ese sentido, cada vez más, el gobierno peronista fue el gobierno de los trabajadores
organizados, acentuando su carácter popular: La figura que resume esa trayectoria es la de Evita,
quién desde un inicio.

El Peronismo en la resistencia

El peronismo, entre su aparición como sujeto político-social con la movilización del 17 de octubre
de 1945 y durante el primer periodo como gobierno, entre 1946 y 1955, dio comienzo a un nuevo
ciclo histórico, creando una nueva subjetividad política en los sectores populares. Había nacido
una identidad clara, decisiva y divisoria de aguas, en tanto representaba intereses y aspiraciones
de una mayoría social. El golpe de Estado de 1955, inauguró un nuevo segmento de este capítulo
histórico, donde las clases subalternas, ya sin el control del gobierno, profundizaron su
experiencia política en distintos escenarios, y correlaciones de fuerzas cambiantes, en general
desfavorable. Esta nueva situación implicó la creación de otras formas de expresión y
organización del peronismo. Al mismo tiempo, se produjeron reacomodamientos doctrinarios, a
partir de pensarse ya no como un amplio frente que debía conducir un gobierno nacional, sino
como un movimiento político que, anulada la vía electoral, debía imaginar escenarios de
insurrección, boicot, o huelgas como formas de lucha principales.

El nombre que adquirió esta etapa es el de “resistencia peronista”, cuyos puntos extremos que lo
limitan en el tiempo van de 1955 hasta 1973, cuando después de 18 años, el peronismo puede
acceder nuevamente al gobierno por medio de elecciones.

El golpe de estado del 1955 contó con el apoyo de tres actores socioeconómicos cuyas
contradicciones internas determinaron parte de la dinámica y las características de este proceso
histórico. Por un lado, la intención de los sectores oligárquicos tradicionales (aliados a un ya residual
“imperio” británico -en claro declive respecto a EEUU-) de restaurar el ya viejo modelo agroexportador,
sin condiciones históricas para lograrlo. Desde la década del 30, y de forma mucho más notable,
desde 1943, la Argentina había dejado de ser aquella economía de simple exportación de
materias primas. Ahora existía un mercado interno importante, producciones industriales diversas,
un Estado articulando intereses y vastos sectores sociales trabajadores y clases medias que se
habían incorporado a la producción y el consumo. El retorno a la Argentina de las pasturas, los
terratenientes y los peones de bajos salarios era, sencillamente, impracticable.

Los grandes empresarios locales, vinculados a la Unión Industrial Argentina, y que habían sido
uno de los grandes beneficiarios de la década peronista tendrán como expectativa, luego del
golpe del 55, una mayor acumulación del capital para generar el recambio tecnológico en sus
plantas y mayores niveles de competitividad. El fin del peronismo como experiencia de gobierno,
les garantizaba el fin de la profundización de las conquistas sociales y laborales, y un freno al
avance del poder de los trabajadores dentro de las fábricas. Este sector empresarial representaba
el eslabón más débil de una nueva cadena de dominación mundial encabezada por la ahora
indiscutida primer potencia del mundo capitalista de post guerra, EEUU.

El modelo político local que acompañó este momento histórico fue el “desarrollismo”, en sintonía
con los planes norteamericanos de “modernización” en América latina desde finales de la década del
50 y los 60. Una forma de ver materializada esta alianza es con la llegada de inversiones industriales
en el sector automotriz: los países centrales, representados en las firmas líderes del mercado
automotor, lograron penetrar dentro del mercado interno local, volviendo “industria nacional” la
fabricación de autos, lo que en verdad se reducía al ensamble de piezas importadas. Así, la burguesía
industrial local pasó a ser un socio minoritario dentro de una estructura productiva de alcance global,
manejada por grandes empresas internacionales, generando una nueva forma de dependencia, en
tanto las mayores rentabilidades quedaban para el capital extranjero, así como el control de todo
el proceso productivo y comercial.

Una vez consolidado el poder militar a fines de 1955, la disputa interna entre los proyectos de
dependencia (uno ligado a la economía agroexportadora, el otro a una industrialización bajo
control externo), terminó definiéndose en favor de la última alianza descripta (EEUU y burguesía
local). Esta forma de “desarrollo”, sin embargo nunca llegó a producir un salto cualitativo que le
permita al país convertirse en una economía industrial en forma plena. La importación de los
productos de mayor valor agregado, aún en los sectores donde supuestamente estaba la clave del
desarrollo nacional, así como la dependencia de inversiones extranjeras o toma de deuda para
suplir el déficit generado por este esquema siguieron funcionando como las lógicas predominantes
de la economía argentina.

Es importante detenerse en esta cuestión: este nuevo proyecto económico se asentaba en la


inversión extranjera como agente dinamizador de la estructura productiva, y la llegada de flujos de
capital a nuestro país, permitió momentánea euforia producto de la mejora artificial en la balanza
de pagos. Es decir, mientras duró el boom inversor generó mayores divisas, lo que permitió un
equilibrio entre los pagos de las importaciones y las exportaciones (algo que, en la última fase del
peronismo había sido uno los mayores problemas económicos). Sin embargo, esto funcionaba
como un espejismo, porque una vez desarrollado el proceso de inversión, producción, venta y
acumulación, la parte de las ganancias empresarias no se reinvertían en el país, sino que se
fugaban, volviendo a las casas matrices en los países centrales. De esta manera, la balanza
volvía a ser deficitaria. A lo que habría que agregar algo clave: luego del Golpe de 1955, la
Argentina ingresaría en el FMI, el Banco Mundial y el Club de Paris, iniciando de a poco el ciclo de
deuda externa. Lo que provocó el comienzo de la vinculación con el dólar como elemento cada
vez más central en las ecuaciones económicas internas del país. Así, el retiro cíclico de capitales
mermaba la cantidad de moneda norteamericana, obligando a aplicar los planes de ajuste y las
mega devaluaciones, símbolos de los planes económicos de la época.

La resistencia peronista en la fábrica

Pero como la historia demuestra, ningún modelo, sistema o estructura entra en crisis sólo por su
propia dinámica, es necesario que un sujeto social concreto lo cuestione. Los sectores populares,
los trabajadores organizados, aún en un marco de retroceso después de la caída del peronismo,
lograron frenar, al menos parcialmente, los objetivos de este nuevo modelo de acumulación.

Para lograr tener un éxito final, el nuevo proyecto de los sectores dominantes necesitaba mayores
grados de explotación en las fábricas (lo que traducido al lenguaje de sus defensores sería
mayores grados de “productividad”) lo que chocó con la legislación laboral del peronismo. El
miedo a una reacción social incontrolable, los gobiernos anti peronistas no se atrevieron a tocar
aquella legislación laboral durante estas décadas. De hecho, la defensa de las conquistas
laborales y sociales fue una constante de la resistencia peronista y funcionó como el “programa”
tácito de los sectores populares.

No casualmente es allí donde el primer gobierno dictatorial posterior al golpe puso su energía
represiva: a la proscripción general del peronismo le siguió el encarcelamiento masivo de
delegados y activistas gremiales junto a la clausura de sindicatos y los intentos por reemplazar a
las conducciones tradicionales por otras no peronistas.

El objetivo era debilitar al movimiento obrero, generando condiciones para una “racionalización”
del proceso productivo, en otras palabras, el objetivo era transferir el poder dentro de la fábrica de
los trabajadores a los empresarios. Pero frente a la impotencia de los dirigentes sindicales (y, en
muchos casos, su paulatina vinculación con los gobiernos militares o directamente con las
empresas) surgieron comisiones internas clandestinas que bajo nuevos liderazgos juveniles
comenzaron a usar el sabotaje pasivo o activo, las huelgas focalizadas y las tomas de fábricas
como forma de lucha impidiendo o debilitando ese avance patronal.

La resistencia peronista contó con distintas fases, cada una con sus peculiaridades, aunque con
una identidad que permitió aglutinarlas como una experiencia común.

Una de ellas fue la necesidad de readecuar el funcionamiento de la base social peronista al nuevo
escenario: de ser dirección política del Estado a tener que hacer política contra un Estado de
carácter represivo y prescriptivo. Todo un aprendizaje social, teniendo en cuenta el
acostumbramiento de una década donde lo normal era esperar soluciones desde las instituciones.

La primer etapa de la resistencia tendrá a John William Cooke, quien había sido diputado nacional
durante el gobierno peronista, al mando, designado por Perón en su primer exilio desde el
Paraguay. Cooke quedó encargado de organizar la resistencia integral, entendida esta como una
batalla librada en todos los terrenos donde se pudiera expresar la contradicción de intereses entre
las masas peronistas y las fuerzas reaccionarias. Esto podía darse en el ámbito sindical (sabotaje,
huelgas, etc), el militar (como el levantamiento del general Valle en 1956) y circunstancialmente -y
de forma camuflada- el electoral (ya sea llamando al voto en blanco o con alianzas tácticas como
el voto por Frondizi en 1958).

La idea era generar un desgaste paulatino, de menor a mayor, acumulando pequeñas victorias
pero cada vez en mayor cantidad, hasta que la estructura de poder quedara paralizada. El
objetivo, en todos los casos era la vuelta de Perón al país, para reiniciar otra etapa de ofensiva, y
retornar al gobierno. Si bien esto no se lograría en el corto plazo, como suponían los militantes de
la segunda mitad de los años 50, la estrategia se mostró correcta, cuando Perón pudo regresar de
la mano de la movilización social y el desgaste del anti peronismo que, en todas sus formas, tuvo
que resignarse a convocar a elecciones democráticas en 1973.

La masificación de las comisiones internas de fábrica llevaron a una legalización de hecho y luego de
derecho de la actividad sindical. Esta situación llevó a los gobiernos militares o civiles pero basado en
la proscripción al peronismo (como los de Frondizi o Illia) a cambiar la estrategia hacia el movimiento
obrero. La ofensiva sobre la fábrica se fue desacelerando, ante la capacidad de respuesta de los
trabajadores contra los empresarios y el Estado. El formato de la represión lisa y llana, y la búsqueda
por hacer desaparecer al peronismo como expresión política fueron, finalmente, dejados de lado, al
advertirse que eran objetivos imposibles de ser realizados. De alguna manera, los sectores dominantes
vuelven a pensar distintas formas de “incorporar” al peronismo al sistema: domesticarlo, negociar con
algunas de sus ramas, proponer distintas fórmulas de un “peronismo sin Perón”, como caminos para
contener la respuesta social creciente, sin entregar el poder que habían recuperado los sectores
conservadores después de 1955.

Este cambio de estrategia y la moderación del objetivo de construir una sociedad pos peronista,
encubría, en verdad, la imposibilidad de imponer un proyecto económico que rompiera la inercia
que aún tenían los cambios que había producido el peronismo entre 1945 y 1955.

Las fuerzas oligárquicas, de nuevo con llegada directa a los despachos oficiales habían logrado
varios puntos de su agenda: la liberalización del control de cambios y de precios, la abolición del
I.A.P.I, la entrada del país a los organismos de créditos internacionales, la aparición de un
crecimiento constante de la deuda (antes del golpe de Estado el 1976 la Argentina ya debía 7 mil
millones de dólares, con Frondizi, en 1958, la deuda era de 2 mil millones, hasta el final del
gobierno de Perón era nula).

Pero aún con estas victorias relevantes, el bloque dominante no pudo durante los años 50 y 60
cambiar la matriz productiva del país que había configurado el peronismo. Los términos
distributivos entre capital y trabajo no pudieron ser modificados drásticamente, la sociedad de
pleno empleo se mantuvo, y la legislación laboral permaneció casi intacta.

El rol del Estado, por ende, tampoco fue radicalmente modificado, salvo algunos puntos concretos:
se privatizaron los colectivos y el frigorífico Lisandro de La Torre -luego de una guerra callejera sin
precedentes en nuestra historia, con una ocupación, huelga general y el despido de 9.000
obreros-, pero la función de servir de articulación con la economía no la perdió, aunque ahora,
evidentemente, esa articulación estuvo enfocada en ayudar a consolidarse al nuevo capital
concentrado local en alianza con el trasnacional.

El “empate hegemónico” y el ensayo represivo de Onganía

Los distintos traspiés de las clases dominantes y la imposibilidad de la resistencia de transformar


el desgaste en contraofensiva, llevó a un agotamiento de las fuerzas en conflicto. Este “empate”
desembocó en la llegada de otro interregno militar, esta vez encabezado por Juan Carlos
Onganía, un hombre de perfil mediocre, ultracatólico, que imaginaba un régimen de 20 o 30 años
conducido por él mismo, sin apertura democrática. Durante su mandato, que apenas duró cuatro
años, supuestamente enfocado en “modernizar” el país, a partir de aumentar la concentración de
capital. El objetivo era que, mediante una mayor inversión tecnológica, se podría reemplazar mano
de obra y, de esta manera, debilitar la centralidad que tenían los sindicatos industriales. Al mismo
tiempo, se prohibieron los partidos políticos por tiempo indeterminado, se cooptó a las burocracias
sindicales, se reprimió masivamente al movimiento estudiantil (y aún más, se persiguió a
reconocidos docentes universitarios, provocando un exilio en masa, lo que se conoció como “la
noche de los bastones largos”).

Además, se devaluó la moneda y se congelaron los salarios. En conclusión, estas medidas


avanzaron sobre los ingresos de los sectores populares y beneficiaron al capital monopólico
internacional, verdadero ganador de esta etapa histórica.

Luego de un impasse donde reinó la confusión popular, la movilización social retornó con más
fuerza, y con una desconocida alianza hasta el momento: la alianza entre trabajadores industriales
y el movimiento estudiantil, que tuvo un protagonismo fundamental durante el “Cordobazo” en
1969, pero impregnó a toda la época. Así, ya entrados los años 60, se produjeron insurrecciones y
movilizaciones populares como el Cordobazo, el Rosariazo , el Viborazo etc, donde además de
mostrar la deslegitimación del régimen militar, se planteó por primera vez desde el golpe de 1955,
una alternativa de poder que superaba la estrategia defensiva en que habían quedado los
sectores populares. Todo un ciclo de luchas comenzaba ahora, con la juventud como
protagonista, el clima de insurrección social y cultural que emergía en muchos países del mundo
en ese momento y las características propias de la Argentina, donde el sujeto peronista
encontraba el resquicio para volver a poner en la agenda el regreso del líder exiliado.

Así, ya no solo se planteaba la retirada de la dictadura, sino que se ponía en cuestión el papel de
las cúpulas sindicales, así como la raíz de la dependencia económica.

La crisis del gobierno militar y el auge de la movilización social

El Cordobazo terminó por limar el poder ya en declive de Onganía, que debió renunciar. Las
fuerzas armadas lo reemplazaron por Marcelo Levingston, que a los pocos meses cedió el lugar a
Alejandro Lanusse, quien estaría encargado de buscar una salida política al avance de la
movilización popular que ya se había mostrado con fuerza durante el gobierno de Onganía.

El gobierno de Lannuse, desde su inicio en 1971 estuvo signado por buscar alguna fórmula
política que permitiera a las fuerzas armadas retirarse del gobierno, sin ceder todo al peronismo.
De esa manera, durante ese año se levantó la prohibición para la actividad política, y comenzaron
a tener visibilidad pública los partidos y dirigentes. En ese contexto, Perón todavía desde el exilio
en España logró reunir a buena parte del sistema político democrática, a través de la convocatoria
de “La hora del pueblo”. Se reunían allí peronistas, radicales, socialistas y conservadores. Todos
pugnaban por el restablecimiento de la democracia sin proscripciones, lo cual constituía el objetivo
central del peronismo desde 1955.
Frente a esto, el gobierno militar de Lanusse propuso el GAN (Gran Acuerdo Nacional) que
pretendía erigirse como un acuerdo entre los partidos políticos y las fuerzas armadas, cuyo fin era
salvar el honor de las dictaduras que se habían sucedido en los últimos años, y controlar, al
menos en parte, la salida democrática.

Sin embargo, Perón rechazó el acuerdo y, ante la decisión del gobierno de que los candidatos a
presidente tenían que tener residencia en el país, el líder justicialista decidió conformar el
FREJULI, encabezado por Héctor Cámpora, donde confluyeron el peronismo, el movimiento de
integración y desarrollo, MID, de Arturo Frondizi y sectores de izquierda.

Pero el retorno del peronismo estuvo lejos de ser un juego de alta política solamente. Las
condiciones sociales y políticas que permitieron el triunfo de Cámpora y luego el regreso de
Perón, se construyeron en la movilización popular que había comenzado después del golpe del
55, pero que a comienzos de los setenta tuvo un nuevo pulso, a partir de la incorporación de miles
de jóvenes enrolados en la Juventud Peronista.

Toda una generación que, en su gran mayoría apenas tenía recuerdos de infancia del peronismo
en el poder, o directamente había nacido durante la proscripción, se sumó a la política. Confluían
para eso un ambiente general, en buena parte del mundo, con la explosión cultural de los años
sesenta que había puesto a los jóvenes en un lugar protagónico como no se había visto antes. La
misma identidad “juvenil” fue una creación de aquellos años, con reivindicaciones propias, como la
libertad, el combate a la sociedad de consumo, o la ligazón entre sectores medios intelectuales y
el mundo del trabajo.

Pero además de ese contexto general, que se vivía tanto en Argentina como en Francia o Estados
Unidos, una coyuntura local imprimió un carácter absolutamente único: estos jóvenes se
incorporaron a un movimiento existente, con raíces populares inocultables, y una experiencia de
lucha pero también de gobierno. El peronismo funcionó así como un gran receptor que en esos
años tuvo la elasticidad necesaria para incorporar un nuevo lenguaje, más vinculado a la izquierda
por momentos, como la consigna de “socialismo nacional”, que estaba ausente en los orígenes del
movimiento, o la dinámica movilizadora y de estructuras de militancia en sectores medios y
estudiantiles. Este fenómeno fue contemporáneo con un cierto desprestigio de algunos dirigentes
sindicales tradicionales que habían entrado en una dinámica negociadora con los poderes
militares de turno y habían, en muchos casos, privilegiado sus propios intereses antes que la
pertenencia al movimiento peronista.

La juventud sirvió, así, como un aire fresco en la larga lucha que venía llevando a cabo el
movimiento peronista para recuperar el poder. Su irrupción a comienzos de los años setenta, en
un contexto de crisis del régimen militar, ayudó a que tenga un lugar destacado en la campaña
electoral de 1973.
El Movimiento Obrero durante el primer
Peronismo
Eduardo Tritten

La organización del movimiento obrero argentino tiene sus orígenes en la segunda mitad del siglo
XIX, coincidiendo con la conformación del Estado, al mismo tiempo que la masiva inmigración
europea le dará un sesgo característico hasta mediados de la década del 30. Ya en el Siglo XX,
durante el período de entreguerras, y sobre todo durante la Segunda Guerra Mundial, la industria
nacional, a pesar de la obstinación oligárquica del Pacto Roca-Runciman, crecerá sin
precedentes, dando origen a la segunda oleada migratoria; esta vez desde el interior,
protagonizado por las masas rurales expulsadas. Durante todo este proceso de conformación del
movimiento, tres corrientes serán las hegemónicas, hasta confluir en la CGT, que luego será la
columna vertebral del Peronismo: Anarquistas, Socialistas y Sindicalistas. (1)

La actuación de la CGT durante la Década Infame había sido débil y fragmentaria. La adhesión de
los trabajadores a la actuación de Perón se dio en el marco de su rol al frente de la flamante
Secretaria de Trabajo y Previsión (STP), previamente Departamento Nacional del Trabajo, nacida
en noviembre del 43, meses después del Golpe del GOU. Entre las medidas más importantes de
la STP, se pueden contar: el Estatuto del Perón Rural, que reivindica la labor de estos
trabajadores—hasta ese momento tratados casi como cosas por los patrones y terratenientes con
el consiguiente rechazo de la Sociedad Rural, CARBAP y otras entidades por el estilo—; y la Ley
de Asociaciones Profesionales, con lo cual los Sindicatos pasaban a ser entidades de bien público
amparadas por el Estado, dejando atrás décadas de luchas por el reconocimiento de derechos.
Todas las leyes estaban en consonancia: las 8 horas de trabajo, las vacaciones pagas,
indemnización por despido, convenios colectivos de trabajo—donde el trabajador amparado por el
Estado podía a través del sindicato, discutir cara a cara las condiciones laborales con la
patronal—, y la creación de tribunales de trabajo, en donde los obreros empezaron a tener triunfos
sobre la patronal, calaron muy hondo en el sentimiento y parecer de los trabajadores, que veían
como una a una todas sus más caras reivindicaciones se cumplían. Por eso cuando la reacción de
la oligarquía con la burguesía como apéndice, aliados a las presiones extranjeras intenta
desplazar a Perón, los trabajadores se movilizarán hacia las jornadas de octubre del 45.

La conformación de nuevos gremios y sindicatos, y la afiliación masiva de los trabajadores que


durante la Década Infame estuvieron al margen de la lucha sindical, conformarán el movimiento
obrero organizado más grande de Latinoamérica. A la vez, desde este preciso instante, dicho
movimiento quedará identificado con el peronismo fuertemente a través de la CGT. Los números
son innegables: de 80.000 afiliados en 1943 pasó a 4.000.000 de afiliados en 1955.

El gobierno de Perón verá entonces, un progresivo desplazamiento de la distribución de la riqueza


hacia los sectores obreros, que pasará del 46,7% de 1946 al 61% en 1952, basado
fundamentalmente en un círculo virtuoso del consumo, a través del aparato productivo: el
trabajador al contar con mayor poder adquisitivo compraba más, manteniendo activa la industria
que a su vez generaba más empleo y más producción. (2)

El peronismo establecerá la plena participación en la política del país a los trabajadores, ya sea
3
como legisladores o funcionarios . Esto permitió una dignificación del trabajador y su
consolidación como una actor preponderante y de peso en la vida política nacional, como nunca
antes se había visto. Todos los derechos conquistados, serán ratificados al plasmarlos en la
reforma constitucional de 1949, que da lugar a la Constitución Justicialista. Derecho: de trabajar; a
una retribución justa; a la capacitación; a condiciones dignas de trabajo; a la preservación de la
salud; al bienestar; a la seguridad social; a la protección de su familia; al mejoramiento económico
y a la defensa de los intereses profesionales.
(1).-Cárdenas, Gonzalo H. Las Luchas Nacionales contra la Dependencia (Historia Social Argentina tomo
1).

(2).- Díaz, Claudio. El Movimiento Obrero Argentino. Historia de la lucha de los trabajadores y la CGT.
Ediciones Fabro. Buenos Aires. 2010.

(3).- En 1947 Perón decreto que delegados obreros fueran escogidos como agregados diplomáticos a las
embajadas.

Bibliografía sugerida para el tema:

Cárdenas, Gonzalo H. Las Luchas Nacionales contra la Dependencia (Historia Social


Argentina tomo 1). Editorial Galerna.

Buenos Aires. 1969.

Cullen, Rafael. Clase Obrera, Lucha Armada, Peronismos. Vol. I: Génesis, desarrollo y crisis
del Peronismo Original. Ed. De la campana. La Plata. 2009.

Díaz, Claudio. El Movimiento Obrero Argentino. Historia de la lucha de los trabajadores y la


CGT. Ediciones Fabro. Buenos Aires. 2010.

Puiggrós, Rodolfo. Las Izquierdas y el Problema Nacional. Ediciones CePe. Buenos Aires.
1973.

Ramos, Jorge Abelardo. Revolución y Contrarrevolución en la Argentina. Tomo II. Editorial


Plus Ultra. Buenos Aires. 1965
¡Patria sí! ¡Colonia no!: Perón y la Tercera
Posición

Javier Brosio
El Peronismo nace en una época turbulenta, signada por el surgimiento de los Totalitarismos Europeos
y la el fortalecimiento de la URSS bajo el régimen estalinista. La crisis de 1930 había golpeado
fuertemente la economía capitalista y expuso, como nunca antes, las contradicciones del sistema
económico imperante. En nuestro país, la crisis generó graves consecuencias económicas y sociales,
una marcada caída de la actividad económica, pérdida de mercados de exportación, desempleo y
miseria para los sectores populares. La salida intentadapor las oligarquías gobernantes fue profundizar
la dependencia hacia el Imperio Británico con la firma del Tratado Roca-Runciman.

Sin embargo, ya a mediados de los años 40 se tornaba irreversible la declinación británica y su


reemplazo por el surgimiento de la nueva potencia estadounidense, que ya había declarado desde
la Doctrina Monroe un claro objetivo de dominación imperial en todo el territorio americano.

La decisión argentina de mantener la neutralidad durante la Segunda Guerra Mundial, a


contramano de las presiones estadounidenses para un involucramiento pleno en la contienda, le
permitió a nuestro país acumular gran cantidad de reserva de divisas producto de la venta de
alimentos y materias primas a los países beligerantes en ambos bandos, a la vez que se volvía
acreedor de los mismos.

Con el fin de la Guerra el mundo cambió irremediablemente. En la Conferencia de Yalta, las


potencias victoriosas se dividieron el mundo y establecieron zonas de influencia para los
vencedores y las condiciones que se aplicarían a los pueblos derrotados. Tanto el Imperio
Estadounidense como el Imperio Soviético reclamaban para sí la hegemonía sobre amplias zonas
del mundo, y por razones geográficas nuestro país se encontraba indudablemente vinculado a los
intereses estratégicos de los Estados Unidos.

Sin embargo, esta relación nunca se caracterizó por ser sencilla. La falta de complementariedad
entre las economías, la neutralidad argentina durante la Guerra, y la desconfianza estadounidense
hacia el gobierno argentino sentó las bases para una relación problemática y conflictiva.

La intervención del Embajador de Estados Unidos SpruilleBraden en cuestiones de política


interna, al organizar y coordinar la campaña de la Unión Democrática, generó el rechazo por parte
del peronismo a ese atrevimiento imperial y dio lugar al nacimiento de una de las consignas que
consolidó la unión de todas las fuerzas comprometidas con el desarrollo de la Patria, Braden o
Perón.

Esta cuestión adquirió gran importancia durante la campaña presidencial, ya que hacía explícitos
los intereses que defendía cada una de las partes. Mientras que del lado de Braden se encontraba
la Unión Democrática, formada por todos los partidos del arco político, defendiendo los intereses
de la oligarquía terrateniente y el alineamiento automático con los Estados Unidos, Perón
claramente representaba los intereses de los sectores populares urbanos y rurales, con una clara
vocación de desarrollo industrial y de defensa de los intereses y la soberanía de la Patria.

El primer gobierno Peronista

En 1946, al asumir Perón la presidencia, la situación internacional de nuestro país era muy
compleja. Sumado a la desconfianza de los Estados Unidos, nuestro país recibió una fuerte
sanción de la comunidad internacional por la tardía declaración de guerra a Alemania,
convirtiéndose casi en un paria internacional.
Estas condicionalidades significaron un importante desafío para la política exterior peronista que, por
las lecciones aprendidas durante la Guerra, se había autoimpuesto el objetivo de lograr una mayor
autonomía respecto de las grandes potencias que comenzaban a definir las características del sistema
internacional. En este sentido Perón “creía que la política era la herramienta más apta para construir
nuevas realidades y procurar que prevaleciera el interés propio en las relaciones con los demás,
especialmente con los más fuertes. Podría decirse que se trataba de una variante de la política de
poder propia de estados de menores capacidades, orientada a equilibrar fuerzas y mejorar las
opciones ante las potencias” (Paradiso 2007, 17).

Con ese fin, Perón ejecuta una activa política exterior durante este período, cuyos hitos principales
podemos circunscribirlos al inicio de relaciones diplomáticas con la URSS, la ratificación del
Tratado de la ONU, y el inicio de relaciones diplomáticas con numerosos países del mundo, en
especial de América Latina.

De ésta manera, la política exterior del primer peronismo se diferencia por su activismo y por un
abandono del aislacionismo característico de épocas anteriores

La Tercera Posición La división del mundo entre las potencias y, la pretensión hegemónica
estadounidense sobre el hemisferio imponían fuertes restricciones a la intención autonomista del
peronismo.

Sin embargo, para nuestro país la división entre capitalismo y comunismo imponía una decisión
engañosa, puesto que cualquiera de los dos bandos lo único que proponía era una nueva relación
de dependencia neocolonial, al no existir una verdadera burguesía nacional y al estar el Partido
Comunista Argentino supeditado a la estrategia de la política exterior de Moscú cuando en
realidad la cuestión radicaba, como había planteado Jauretche, no en cambiar el collar sino en
dejar de ser perros. Animarse a plantear un verdadero camino de liberación nacional.

En este sentido, Perón realiza un análisis descarnado de las relaciones de poder mundial y evalúa
los posibles cursos de acción disponibles en el escenario político para reducir la vulnerabilidad
internacional de la Argentina en un contexto altamente cambiante.

Concluye que la única posibilidad para el desarrollo nacional se encuentra en una política que
inaugure una tercera posición entre las que se habían repartido el mundo. En ese sentido, Perón
en su discurso del 1° de mayo de 1952 afirma que, “El dilema que se nos presentaba era
terminante y al parecer definitivo: o seguíamos bajo la sombra del individualismo occidental o
avanzábamos por el nuevo camino colectivista. Pero ninguna de las dos soluciones había de
llevarnos a la conquista de la felicidad que nuestro pueblo merecía. Por eso decidimos crear las
nuevas bases de una tercera posición que nos permitiese ofrecer a nuestro pueblo otro camino
que no lo condujese a la explotación y a la miseria. (Perón 1952)

La doctrina de la Tercera Posición se encarnó como un camino para poder alcanzar un modelo
que asegure la justicia social, la independencia económica y la soberanía política, con el objetivo
supremo de alcanzar la paz social e internacional.

Sin embargo, es muy importante aclarar que la Tercera Posición no debe ser entendida como
equidistante entre las otras dos posiciones ideológicas, sino que claramente Perón “nunca ocultó
su respaldo a las potencias occidentales y suscribió los puntos de vista de éstas respecto de las
ambiciones expansionistas de Moscú y Pekín. No fue neutralista ni no alineado en el sentido que
se definirían esas políticas en los años cincuenta y sesenta. La principal articulación del
tercerismo peronista se derivaba de la pretensión de presentarlo como una doctrina de alcance
universal” (Oddone and Granato 2010, 25).

Uno de los objetivos centrales de la política exterior durante el peronismo fue ganar mayores
márgenes de autonomía ante las imposiciones por parte de la potencia hegemónica hemisférica.
Una de las herramientas empleadas fue difundir el modelo tercerista en la región como una forma
efectiva de enfrentar la amenaza que significaba la expansión de la URSS en América Latina,
atacando desde la raíz la desigualdad social y la pobreza, condiciones que favorecían el
desarrollo del comunismo.
El derrocamiento de Perón por la autodenominada Revolución Libertadora en el año 1955 canceló
la política autonomista del peronismo, adoptando una política de alineamiento irrestricto con los
Estados Unidos tanto a nivel político como militar. Se firmaron los acuerdos de Bretton Woods, por
los que nuestro país se incorporó al FMI, llegando incluso a participar del bloqueo naval a Cuba
durante la Crisis de los Misiles de 1961.

Finalmente, la política tercerista se recupera a partir del regreso del peronismo al poder con el
gobierno de Héctor Cámpora. Juan Carlos Puig, al frente de la cancillería durante la primavera
camporista, dio pasos claros en pos de retornar al país al frente de la Tercera Posición.
Bibliografía

Oddone, Carlos Nahuel, and Leonardo Granato. 2010. El Primer


Peronismo Y La Tercera Posición : Una Visión Desde La Autonomía Heterodoxa de Juan Carlos
Puig. Buenos Aires. http://www.caei.com.ar/sites/default/files/03_0.pdf.

Paradiso, José. 2007. Debates Y Trayectoria de La Política Exterior Argentina. Buenos Aires: Ed.
GEL.

Perón, Juan Domingo. 1952. “Discurso de Juan Domingo Perón a La Asamblea Legislativa El 1 ° de
Mayo de 1952 Donde Expone La Tesis de La Tercera Posición .‘“
INTERNACIONAL
JEAN-PAUL SARTRE
Prologo a “Los Condenados de la Tierra” de
Frantz Fanon

No hace mucho tiempo, la tierra estaba poblada por dos mil millones de habitantes, es decir,
quinientos millones de hombres y mil quinientos millones de indígenas. Los primeros disponían del
Verbo, los otros lo tomaban prestado. Entre aquéllos y éstos, reyezuelos vendidos, señores
feudales, una falsa burguesía forjada de una sola pieza servían de intermediarios. En las colonias,
la verdad aparecía desnuda; las "metrópolis" la preferían vestida; era necesario que los indígenas
las amaran. Como a madres, en cierto sentido. La élite europea se dedicó a fabricar una élite
indígena; se seleccionaron adolescentes, se les marcó en la frente, con hierro candente, los
principios de la cultura occidental, se les introdujeron en la boca mordazas sonoras, grandes
palabras pastosas que se adherían a los dientes; tras una breve estancia en la metrópoli se les
regresaba a su país, falsificados. Esas mentiras vivientes no tenían ya nada que decir a sus
hermanos; eran un eco; desde París, Londres, Ámsterdam nosotros lanzábamos palabras:
"¡Partenón! ¡Fraternidad!" y en alguna parte, en África, en Asia, otros labios se abrían: "¡...tenón!
¡...nidad!" Era la Edad de Oro.

Aquello se acabó: las bocas se abrieron solas; las voces, amarillas y negras, seguían hablando de
nuestro humanismo, pero fue para reprocharnos nuestra inhumanidad Nosotros escuchábamos
sin disgusto esas corteses expresiones de amargura. Primero con orgullosa admiración: ¿cómo?,
¿hablan solos? ¡Ved lo que hemos hecho de ellos! No dudábamos de que aceptasen nuestro
ideal, puesto que nos acusaban de no serles fieles; Europa creyó en su misión: había helenizado
a los asiáticos, había creado esa especie nueva. Los negros grecolatinos. Y añadíamos, entre
nosotros, con sentido práctico: hay que dejarlos gritar, eso los calma: perro que ladra no muerde.

Vino otra generación que desplazó el problema. Sus escritores, sus poetas, con una increíble
paciencia, trataron de explicarnos que nuestros valores no se ajustaban a la verdad de su vida,
que no podían ni rechazarlos del todo ni asimilarlos. Eso quería decir, más o menos: ustedes nos
han convertido en monstruos, su humanismo pretende que somos universales y sus prácticas
racistas nos particularizan. Nosotros los escuchamos, muy tranquilos: a los administradores
coloniales no se les paga para que lean a Hegel, por eso lo leen poco, pero no necesitan de ese
filósofo para saber que las conciencias infelices se enredan en sus gemidos, sería la de la
integración. No se trataba de pues, su infelicidad, no surgirá sino el viento. Si hubiera, nos decían
los expertos, la sombra de una reivindicación en sus gemidos, sería la de la integración. No se
trataba de otorgársela, por supuesto: se habría arruinado el sistema que descansa, como ustedes
saben, en la sobreexplotación. Pero bastaría hacerles creer el embuste: seguirían adelante. En
cuanto a la rebeldía, estamos muy tranquilos. ¿Qué indígena consciente se dedicaría a matar a
los bellos hijos de Europa con el único fin de convertirse en europeo como ellos? En resumen,
alentábamos esa melancolía y no nos parecía mal, por una vez, otorgar el premio Goncourt a un
negro: eso era antes de 1939.

1961. Escuchen: "No perdamos el tiempo en estériles letanías ni en mimetismos nauseabundos.


Abandonemos a esa Europa que no deja de hablar del hombre al mismo tiempo que lo asesina
por dondequiera que lo encuentra, en todas las esquinas de sus propias calles, en todos los
rincones del mundo. Hace siglos....que en nombre de una pretendida aventura espiritual' ahoga a
casi toda la humanidad." El tono es nuevo. ¿Quién se atreve a usarlo? Un africano, hombre del
Tercer Mundo, ex colonizado. Añade: "Europa ha adquirido tal velocidad, local y desordenada...
que va... hacia un abismo del que vale más alejarse." En otras palabras: está perdida. Una verdad
que a nadie le gusta declarar, pero de la que estamos convencidos todos - ¿no es cierto, queridos
europeos?

Hay que hacer, sin embargo, una salvedad. Cuando un francés, por ejemplo, dice a otros
franceses: "Estamos perdidos" -lo que, por lo que yo sé, ocurre casi todos los días desde 1930- se
trata de un discurso emotivo, inflamado de coraje y de amor, y el orador se incluye a sí mismo con
todos sus compatriotas. Y además, casi siempre añade: "A menos que...". Todos ven de qué se
trata: no puede cometerse un solo error más; si no se siguen sus recomendaciones al pie de la
letra, entonces y sólo entonces el país se desintegrará. En resumen: es una amenaza seguida de
un consejo y esas ideas chocan tanto menos cuanto que brotan de la intersubjetividad nacional.
Cuando Fanon, por el contrario, dice que Europa se precipita a la perdición, lejos de lanzar un
grito de alarma hace un diagnóstico. Este médico no pretende ni condenarla sin recurso -otros
milagros se han visto- ni darle los medios para sanar; comprueba que está agonizando, desde
fuera, basándose en los síntomas que ha podido recoger. En cuanto a curarla, no: él tiene otras
preocupaciones; le da igual que se hunda o que sobreviva. Por eso su libro es escandaloso. Y si
ustedes murmuran, medio en broma, medio molestos: "¡Qué cosas nos dice!", se les escapa la
verdadera naturaleza del escándalo: porque Fanon no les "dice" absolutamente nada; su obra -tan
ardiente para otros- permanece helada para ustedes; con frecuencia se habla de ustedes en ella,
jamás a ustedes. Se acabaron los Goncourt negros y los Nobel amarillos: no volverá la época de
los colonizados laureados. Un ex indígena "de lengua francesa" adapta esa lengua a nuevas
exigencias, la utiliza para dirigirse únicamente a los colonizados: "¡Indígenas de todos los países
subdesarrollados, uníos!" Qué decadencia la nuestra: para sus padres, éramos los únicos
interlocutores; los hijos no nos consideran ni siquiera interlocutores válidos: somos los objetos del
razonamiento. Por supuesto, Fanon menciona de pasada nuestros crímenes famosos, Setif,
Hanoi, Madagascar, pero no se molesta en condenarlos: los utiliza. Si descubre las tácticas del
colonialismo, el juego complejo de las relaciones que unen y oponen a los colonos y los "de la
metrópoli" lo hace para sus hermanos; su finalidad es enseñarles a derrotarnos.

En una palabra, el Tercer Mundo se descubre y se expresa a través de esa voz. Ya se sabe que
no es homogéneo y que todavía se encuentran dentro de ese mundo pueblos sometidos, otros
que han adquirido una falsa independencia, algunos que luchan por conquistar su soberanía y
otros más, por último, que aunque han ganado la libertad plena viven bajo la amenaza de una
agresión imperialista. Esas diferencias han nacido de la historia colonial, es decir, de la opresión.
Aquí la Metrópoli se ha contentado con pagar a algunos señores feudales; allá, con el lema de
“dividir para vencer", ha fabricado de una sola pieza una burguesía de colonizados; en otra parte ha
dado un doble golpe: la colonia es a la vez de explotación y de población. Así Europa ha fomentado las
divisiones, las oposiciones, ha forjado clases y racismos, ha intentado por todos los medios provocar y
aumentar la estratificación de las sociedades colonizadas. Fanon no oculta nada: para luchar contra
nosotros, la antigua colonia debe luchar contra sí misma. O más bien ambas luchas no son sino una
sola. En el fuego del combate, todas las barreras interiores deben desaparecer, la impotencia
burguesa de los negociantes y los compradores, el proletariado urbano, siempre privilegiado, el
lumpen-proletariat de los barrios miserables, todos deben alinearse en la misma posición de las masas
rurales, verdadera fuente del ejército colonial y revolucionario; en esas regiones cuyo desarrollo ha
sido detenido deliberadamente por el colonialismo, el campesinado, cuando se rebela, aparece de
inmediato como la clase radical: conoce la opresión al desnudo, la ha sufrido mucho más que los
trabajadores de las ciudades y, para que no muera de hambre, se necesita nada menos que un
desplome de todas las estructuras. Si triunfa, la Revolución nacional será socialista; si se corta su
aliento, si la burguesía colonizada toma el poder, el nuevo Estado, a pesar de una soberanía formal,
queda en manos de los imperialistas. El ejemplo de Katanga lo ilustra muy bien. Así, pues, la unidad
del Tercer Mundo no está hecha: es una empresa en vías de realizarse, que ha de pasar en cada país,
tanto después como antes de la independencia, por la unión de todos los colonizados bajo el mando
de la clase campesina. Esto es lo que Fanon explica a sus hermanos de África, de Asia, de América
Latina: realizaremos todos juntos y en todas partes el socialismo revolucionario o seremos derrotados
uno a uno por nuestros antiguos tiranos. No oculta nada; ni las debilidades, ni las discordias, ni las
mixtificaciones. Aquí, el movimiento tiene un mal comienzo; allí, tras brillantes éxitos, pierde velocidad;
en otra parte se detiene; si se quiere reanudarlo, será necesario que los campesinos lancen al mar
a su burguesía. Se advierte seriamente al lector contra las enajenaciones más peligrosas: el
dirigente, el culto a la personalidad, la cultura occidental e, igualmente, el retorno al lejano pasado
de la cultura africana: la verdadera cultura es la Revolución, lo que quiere decir que se forja al
rojo. Fanon habla en voz alta; nosotros los europeos podemos escucharlo: la prueba es que aquí
tienen ustedes este libro en sus manos; ¿no teme que las potencias coloniales se aprovechen de
su sinceridad?

No. No teme nada. Nuestros procedimientos están anticuados: pueden retardar ocasionalmente la
emancipación, pero no la detendrán. Y no hay que imaginar que podemos modificar nuestros métodos:
el neocolonialismo, ese sueño lánguido de las metrópolis, no es más que aire; las "Terceras Fuerzas"
no existen o bien son las burguesías de hojalata que el colonialismo ya ha colocado en el poder.
Nuestro maquiavelismo tiene poca influencia sobre ese mundo, ya muy despierto, que ha descubierto
una tras otra nuestras mentiras. El colono no tiene más que un recurso: la fuerza cuando todavía le
queda; el indígena no tiene más que una alternativa: la servidumbre o la soberanía. ¿Qué puede
importarle a Fanon que ustedes lean o no su obra? Es a sus hermanos a quienes denuncia nuestras
viejas malicias, seguro de que no tenemos alternativa. A ellos les dice: Europa ha dado un zarpazo a
nuestros continentes; hay que acuchillarle las garras hasta que las retire. El momento nos favorece: no
sucede nada en Bizerta, en Elizabethville, en el campo argelino sin que la tierra entera sea informada;
los bloques asumen posiciones contrarias, se respetan mutuamente, aprovechemos esa parálisis,
entremos en la historia y que nuestra irrupción la haga universal por primera vez; luchemos: a falta de
otras armas, bastará la paciencia del cuchillo.

Europeos, abran este libro, .penetren en él. Después de dar algunos pasos en la oscuridad, verán
a algunos extranjeros reunidos en torno al fuego, acérquense, escuchen: discuten la suerte que
reservan a las agencias de ustedes, a los mercenarios que las defienden. Quizá estos extranjeros
se den cuenta de su presencia, pero seguirán hablando entre sí, sin tan siquiera bajar la voz. Esa
indiferencia hiere en lo más hondo: sus padres, criaturas de sombra, criaturas de ustedes, eran
almas muertas, ustedes les dispensaban la luz, no hablaban sino a ustedes y nadie se ocupaba
de responder a esos zombis. Los hijos, en cambio, los ignoran: los ilumina y los calienta un fuego
que no es el de ustedes, que a distancia respetable se sentirán furtivos, nocturnos, estremecidos:
a cada quien su turno; en esas tinieblas de donde va a surgir otra aurora, los zombis son ustedes.

En ese caso, dirán, arrojemos este libro por la ventana. ¿Para qué leerlo si no está escrito para
nosotros? Por dos motivos, el primero de los cuales es que Fanon explica a sus hermanos cómo
somos y les descubre el mecanismo de nuestras enajenaciones: aprovéchenlo para revelarse a
ustedes mismos en su verdad de objetos. Nuestras víctimas nos conocen por sus heridas y por
sus cadenas: eso hace irrefutable su testimonio. Basta que nos muestren lo que hemos hecho de
ellas para que conozcamos lo que hemos hecho de nosotros mismos. ¿Resulta útil? Sí, porque
Europa está en gran peligro de muerte. Pero, dirán ustedes, nosotros vivimos en la Metrópoli y
reprobamos los excesos. Es verdad, ustedes no son colonos, pero no valen más que ellos. Ellos
son sus pioneros, ustedes los enviaron a las regiones de ultramar, ellos los han enriquecido;
ustedes se lo habían advertido: si hacían correr demasiada sangre, los desautorizarían de labios
afuera; de la misma manera, un Estado -cualquiera que sea-mantiene en el extranjero una turba
de agitadores, de provocadores y de espías a los que desautoriza cuando se les sorprende.
Ustedes, tan liberales, tan humanos, que llevan al preciosismo el amor por la cultura, parecen
olvidar que tienen colonias y que allí se asesina en su nombre. Fanon revela a sus camaradas -a
algunos de ellos, sobre todo, que todavía están demasiado occidentalizados- la solidaridad de los
"metropolitanos" con sus agentes coloniales. Tengan el valor de leerlo: porque les hará
avergonzarse y la vergüenza, como ha dicho Marx, es un sentimiento revolucionario. Como
ustedes ven, tampoco yo puedo desprenderme de la ilusión subjetiva. Yo también les digo: "Todo
está perdido, a menos que..." Como europeo, me apodero del libro de un enemigo y lo convierto
en un medio para curar a Europa. Aprovéchenlo.

Y he aquí la segunda razón: si descartan la verborrea fascista de Sorel, comprenderán que Fanon
es el primero después de Engels que ha vuelto a sacar a la superficie a la partera de la historia. Y
no vayan a creer que una sangre demasiado ardiente o una infancia desgraciada le han creado
algún gusto singular por la violencia: simplemente se convierte en intérprete de la situación: nada
más. Pero esto basta para que constituya, etapa por etapa, la dialéctica que la hipocresía liberal
les oculta a ustedes y que nos ha producido a nosotros lo mismo que a él.
En el siglo pasado, la burguesía consideraba a los obreros como envidiosos, desquiciados por
groseros apetitos, pero se preocupaba por incluir a esos seres brutales en nuestra especie: de no ser
hombres y libres ¿cómo podrían vender libremente su fuerza de trabajo? En Francia, en Inglaterra, el
humanismo presume de universal.

Con el trabajo forzado sucede todo lo contrario. No hay contrato. Además, hay que intimidar: la
opresión resulta evidente. Nuestros soldados, en ultramar, rechazan el universalismo
metropolitano, aplican al género humano el numerus clausus: como nadie puede despojar a su
semejante sin cometer un crimen, sin someterlo o matarlo, plantean como principio que el
colonizado no es el semejante del hombre. Nuestra fuerza de choque ha recibido la misión de
convertir en realidad esa abstracta certidumbre: se ordena reducir a los habitantes del territorio
anexado al nivel de monos superiores, para justificar que el colono los trate como bestias. La
violencia colonial no se propone sólo como finalidad mantener en actitud respetuosa a los
hombres sometidos, trata de deshumanizarlos. Nada será ahorrado para liquidar sus tradiciones,
para sustituir sus lenguas por las nuestras, para destruir su cultura sin darles la nuestra; se les
embrutecerá de cansancio. Desnutridos, enfermos, si resisten todavía al miedo se llevará la tarea
hasta el fin: se dirigen contra el campesino los fusiles; vienen civiles que se instalan en su tierra y
con el látigo lo obligan a cultivarla para ellos. Si se resiste, los soldados disparan, es un hombre
muerto; si cede, se degrada, deja de ser un hombre; la vergüenza y el miedo van a quebrar su
carácter, a desintegrar su persona. Todo se hace a tambor batiente, por expertos: los "servicios
psicológicos" no datan de hoy. Ni el lavado de cerebro. Y sin embargo, a pesar de todos los
esfuerzos, no se alcanza el fin en ninguna parte: ni en el Congo, donde se cortaban las manos a
los negros ni en Angola donde, recientemente, se horadaban los labios de los descontentos, para
cerrarlos con cadenas. Y no sostengo que sea imposible convertir a un hombre en bestia. Solo
afirmo que no se logra sin debilitarlo considerablemente; no bastan los golpes, hay que presionar
con la desnutrición. Es lo malo con la servidumbre: cuando se domestica a un miembro de nuestra
especie, se disminuye su rendimiento y, por poco que se le dé, un hombre de corral acaba por
costar más de lo que rinde. Por esa razón los colonos se ven obligados a dejar a medias la
domesticación: el resultado, ni hombre ni bestia, es el indígena. Golpeado, subalimentado,
enfermo, temeroso, pero sólo hasta cierto punto, tiene siempre, ya sea amarillo, negro o blanco,
los mismos rasgos de carácter: es perezoso, taimado y ladrón, vive de cualquier cosa y sólo
conoce la fuerza.

¡Pobre colono!: su contradicción queda al desnudo. Debería, como hace, según se dice, el ogro,
matar al que captura. Pero eso no es posible. ¿No hace falta acaso que los explote? Al no poder
llevar la matanza hasta el genocidio y la servidumbre hasta el embrutecimiento animal, pierde el
control, la operación se invierte, una implacable lógica lo llevará hasta la descolonización.

Pero no de inmediato. Primero, reina el europeo: ya ha perdido, pero no se da cuenta; no sabe


todavía que los indígenas son falsos indígenas; afirma que les hace daño para destruir el mal que
existe en ellos; al cabo de tres generaciones, sus perniciosos instintos ya no resurgirán. ¿Qué
instintos? ¿Los que impulsan al esclavo a matar al amo? ¿Cómo no reconoce su propia crueldad
dirigida ahora contra él mismo? ¿Cómo no reconoce en el salvajismo de esos campesinos
oprimidos el salvajismo del colono que han absorbido por todos sus poros y del que no se han
curado? La razón es sencilla: ese personaje déspota, enloquecido por su omnipotencia y por el
miedo de perderla, ya no se acuerda de que ha sido un hombre: se considera un látigo o un fusil;
ha llegado a creer que la domesticación de las "razas inferiores" se obtiene mediante el
condicionamiento de sus reflejos. No toma en cuenta la memoria humana, los recuerdos
imborrables; y, sobre todo, hay algo que quizá no ha sabido jamás: no nos convertimos en lo que
somos sino mediante la negación íntima y radical de lo que han hecho de nosotros. ¿Tres
generaciones? Desde la segunda, apenas abrían los ojos, los hijos han visto cómo golpeaban a
sus padres. En términos de psiquiatría, están "traumatizados". Para toda la vida. Pero esas
agresiones renovadas sin cesar, lejos de llevarlos a someterse, los sitúan en una contradicción
insoportable que el europeo pagará, tarde o temprano. Después de eso, aunque se les
domestique a su vez, aunque se les enseñe la vergüenza, el dolor y el hambre, no se provocará
en sus cuerpos sino una rabia volcánica cuya fuerza es igual a la de la presión que se ejerce
sobre ellos. ¿Decían ustedes que no conocen sino la fuerza? Es cierto; primero será sólo la del
colono y pronto después la suya propia: es decir, la misma, que incide sobre nosotros como
nuestro reflejo que, desde el fondo de un espejo, viene a nuestro encuentro. No se equivoquen;
por esa loca roña, por esa bilis y esa hiel, por su constante deseo de matarnos, por la contracción
permanente de músculos fuertes que temen reposar, son hombres: por el colono, que quiere
hacerlos esclavos, y contra él. Todavía ciego, abstracto, el odio es su único tesoro: el Amo lo
provoca porque trata de embrutecerlos, no puede llegar a quebrantarlo porque sus intereses lo
detienen a medio camino; así, los falsos indígenas son todavía humanos, por el poder y la
impotencia del -opresor que se transforman, en ellos, en un Techazo obstinado de la condición
animal. Por lo demás ya se sabe; por supuesto, son perezosos: es sabotaje. Taimados, ladrones.
¡Claro! Sus pequeños hurtos marcan el comienzo de una resistencia todavía desorganizada. Eso
no basta: hay quienes se afirman lanzándose con las manos desnudas contra los fusiles; son sus
héroes; y otros se hacen hombres asesinando europeos. Se les mata: bandidos y mártires, su
suplicio exalta a las masas aterrorizadas.

Aterrorizadas, sí: en ese momento, la agresión colonial se interioriza como Terror en los
colonizados. No me refiero sólo al miedo que experimentan frente a nuestros inagotables medios
de represión, sino también al que les inspira su propio furor. Se encuentran acorralados entre
nuestras armas que les apuntan y esos tremendos impulsos, esos deseos de matar que surgen
del fondo de su .corazón y que no siempre reconocen: porque no es en principio su violencia, es la
nuestra, invertida, que crece y los desgarra; y el primer movimiento de esos oprimidos es ocultar
profundamente esa inaceptable cólera, reprobada por su moral y por la nuestra y que no es, sin
embargo, sino el último reducto de su humanidad. Lean a Fanon: comprenderán que, en el
momento de impotencia, la locura homicida es el inconsciente colectivo de los colonizados.

Esa furia contenida, al no estallar, gira en redondo y daña a los propios oprimidos. Para liberarse
de ella, acaban por matarse entre sí: las tribus luchan unas contra otras al no poder enfrentarse al
enemigo verdadero -y, naturalmente, la política colonial fomenta sus rivalidades; el hermano, al
levantar el cuchillo contra su hermano, cree destruir de una vez por todas la imagen detestada de
su envilecimiento común. Pero esas víctimas expiatorias no apaciguan su sed de sangre; no
evitarán lanzarse contra las ametralladoras, sino haciéndose nuestros cómplices: ellos mismos
van a acelerar el progreso de esa deshumanización que rechazan. Bajo la mirada zumbona del
colono, se protegerán contra sí mismos con barreras sobrenaturales, reanimando antiguos mitos
terribles o atándose mediante ritos meticulosos: el obseso evade así su exigencia profunda,
infligiéndose manías que lo ocupan en todo momento. Bailan: eso los ocupa; relaja sus músculos
dolorosamente contraídos y además la danza simula secretamente, con frecuencia a pesar de
ellos, el No que no pueden decir, los asesinatos que no se atreven a cometer. En ciertas regiones
utilizan este último recurso: el trance. Lo que antes era el hecho religioso en su simplicidad, cierta
comunicación del fiel con lo sagrado, lo convierten en un arma contra la desesperanza y la
humillación: los zars, las loas, los santos de la santería descienden sobre ellos, gobiernan su
violencia y la gastan en el trance hasta el agotamiento. Al mismo tiempo, esos altos personajes los
protegen: esto quiere decir que los colonizados se defienden de la enajenación colonial
acrecentando la enajenación religiosa. El único resultado a fin de cuentas, es que se acumulan
ambas enajenaciones y que cada una refuerza a la otra. Así, en ciertas psicosis, cansados de ser
insultados todos los días, los alucinados creen un buen día que han escuchado la voz de un ángel
que los elogia; los denuestos no desaparecen, sin embargo: en lo sucesivo, alternan con el elogio.
Es una defensa y el final de su aventura: la persona está disociada, el enfermo se encamina a la
demencia. Hay que añadir, en el caso de algunos desgraciados rigurosamente seleccionados, ese
otro trance de que he hablado más arriba: la cultura occidental. En su lugar, dirán ustedes, yo
preferiría mis zars a la Acrópolis. Bueno, eso quiere decir que han comprendido. Pero no del todo,
sin embargo, porque ustedes no se encuentran en su lugar. Todavía no. De otra manera sabrían
que ellos no pueden escoger: acumulan. Dos mundos, es decir, dos trances: se baila toda la
noche, al alba se apretujan en las iglesias para oír misa; día a día, la grieta se ensancha. Nuestro
enemigo traiciona a sus hermanos y se hace nuestro cómplice; sus hermanos hacen lo mismo. La
condición del indígena es una neurosis introducida y mantenida por el colono entre los
colonizados, con su consentimiento.

Reclamar y negar, a la vez, la condición humana: la contradicción es explosiva. Y hace explosión,


ustedes lo saben lo mismo que yo. Vivimos en la época de la deflagración: basta que el aumento
de los nacimientos acreciente la escasez, que los recién llegados tengan que temer a la vida un
poco más que a la muerte, y el torrente de violencia rompe todas las barreras. En Argelia, en
Angola, se mata al azar a los europeos. Es el momento del boomerang, el tercer tiempo de la
violencia: se vuelve contra nosotros, nos alcanza y, como de costumbre, no comprendemos que
es la nuestra. Los "liberales" se quedan confusos: reconocen que no éramos lo bastante corteses
con los indígenas, que habría sido más justo y más prudente otorgarles ciertos derechos en la
medida de lo posible; no pedían otra cosa sino que se les admitiera por hornadas y sin padrinos
en ese club tan cerrado, nuestra especie: y he aquí que ese desencadenamiento bárbaro y loco
no los respeta en mayor medida que a los malos colonos. La izquierda metropolitana se siente
molesta: conoce la verdadera suerte de los indígenas, la opresión sin piedad de que son objeto y
no condena su rebeldía, sabiendo que hemos hecho todo por provocarla. Pero de todos modos,
piensa, hay límites: esos "guerrilleros"? deberían esforzarse por mostrarse caballeros; sería el
mejor medio de probar que son hombres. A veces los reprende: "Van ustedes demasiado lejos, no
seguiremos apoyándolos;" A ellos no les importa; para lo que sirve el apoyo que les presta, ya
puede hacer con él lo que más le plazca. Desde que empezó su guerra, comprendieron esa
rigurosa verdad: todos valemos lo que somos, todos nos hemos aprovechado de ellos, no tienen
que probar nada, no harán distinciones con nadie. Un solo deber, un objetivo único: expulsar al
colonialismo por todos los medios. Y los más alertas entre nosotros estarían dispuestos, en rigor,
a admitirlo, pero no pueden dejar de ver en esa prueba de fuerza el medio inhumano que los
subhombres han asumido para lograr que se les otorgue carta de humanidad: que se les otorgue
lo más pronto posible y que traten luego, por medios pacíficos, de merecerla. Nuestras almas
bellas son racistas.

Nos servirá la lectura de Fanon; esa violencia irreprimible, lo demuestra plenamente, no es una
absurda tempestad ni la resurrección de instintos salvajes ni siquiera un efecto del resentimiento:
es el hombre mismo reintegrándose. Esa verdad, me parece, la hemos conocido y la hemos
olvidado: ninguna dulzura borrará las señales de la violencia; sólo la violencia puede destruirlas. Y
el colonizado se cura de la neurosis colonial expulsando al colono con las armas. Cuando su ira
estalla, recupera su transparencia perdida, se conoce en la medida misma en que se hace; de
lejos, consideramos su guerra como el triunfo de la barbarie; pero procede por sí misma a la
emancipación progresiva del combatiente, liquida en él y fuera de él, progresivamente, las
tinieblas coloniales. Desde que empieza, es una guerra sin piedad. O se sigue aterrorizado o se
vuelve uno terrible; es decir: o se abandona uno a las disociaciones de una vida falseada o se
conquista la unidad innata. Cuando los campesinos reciben los fusiles, los viejos mitos palidecen,
las prohibiciones desaparecen una por una; el arma de un combatiente es su humanidad. Porque,
en los primeros momentos de la rebelión, hay que matar: matar a un europeo es matar dos
pujaros de un tiro, suprimir a la vez a un opresor y a un oprimido: quedan un hombre muerto y un
hombre libre; el superviviente, por primera vez, siente un suelo nacional bajo la planta de los pies.
En ese instante, la Nación no se aleja de él: se encuentra dondequiera que él va, allí donde él está
- nunca más lejos, se confunde con su libertad. Pero, tras la primera sorpresa, el ejército colonial
reacciona: hay que unirse o dejarse matar. Las discordias tribales se atenúan, tienden a
desaparecer; primero porque ponen en peligro la Revolución y, más hondamente, porque no
tenían más finalidad que derivar la violencia hacia falsos enemigos. Cuando persisten -como en el
Congo- es porque son alimentadas por los agentes del colonialismo. La Nación se pone en
marcha: para cada hermano está en dondequiera que combaten otros hermanos. Su amor
fraternal es lo contrario del odio que les tienen a ustedes: son hermanos porque cada uno de ellos
ha matado o puede, de un momento a otro, haber matado. Fanon muestra a sus lectores los
límites de la "espontaneidad", la necesidad y los peligros de la "organización". Pero, cualquiera
que sea la inmensidad de la tarea, en cada paso de la empresa se profundiza la conciencia social.
Los últimos complejos desaparecen: que nos hablen del "complejo de dependencia" en el soldado
del A.L.N. Liberado de sus anteojeras, el campesino toma conciencia de sus necesidades: ellos lo
mataban, pero él trataba de ignorarlos; ahora los descubre como exigencias infinitas. En esta
violencia popular, para sostenerse cinco años, ocho años como han hecho los argelinos, las
necesidades militares, sociales y políticas no pueden distinguirse. La guerra -aunque sólo fuera
planteando el asunto del mando y las responsabilidades- instituye nuevas estructuras que serán
las primeras instituciones de la paz. He aquí, pues, al hombre instaurado hasta en las nuevas
tradiciones, hijas futuras de un horrible presente, helo aquí legitimado por un derecho que va a
nacer, que nace cada día en el fuego mismo: con el último colono muerto, reembarcado o
asimilado, la especie minoritaria desaparece y cede su lugar a la fraternidad socialista. Y esto no
basta: ese combatiente quema las etapas; por supuesto no arriesga su piel para encontrarse al
nivel del viejo "metropolitano". Tiene mucha paciencia: quizá sueña a veces con un nuevo Dien-
Bien-Phu; pero en realidad no cuenta con eso: es un mendigo que lucha, en su miseria, contra
ricos fuertemente armados. En espera de las victorias decisivas y con frecuencia sin esperar
nada, hostiga a sus adversarios hasta exacerbarlos. Esto no se hace sin espantosas pérdidas; el
ejército colonial se vuelve feroz: cuadrillas, ratissages,? concentraciones, expediciones punitivas;
se asesina a mujeres y niños. Él lo sabe: ese hombre nuevo comienza su vida de hombre por el
final; se sabe muerto en potencia. Lo matarán: no sólo acepta el riesgo sino que tiene la
certidumbre; ese muerto en potencia ha perdido a su mujer, a sus hijos; ha visto tantas agonías
que prefiere vencer a sobrevivir; otros gozarán de la victoria, él no: está demasiado cansado. Pero
esa fatiga del corazón es la fuente de un increíble valor. Encontramos nuestra humanidad más
acá de la muerte y de la desesperación, él la encuentra más allá de los suplicios y de la muerte.
Nosotros hemos sembrado el viento, él es la tempestad. Hijo de la violencia, en ella encuentra a
cada instante su humanidad: éramos hombres a sus expensas, él se hace hombre a expensas
nuestras. Otro hombre: de mejor calidad.

Aquí se detiene Fanon. Ha mostrado el camino: vocero de los combatientes, ha reclamado la


unión, la unidad del Continente africano contra todas las discordias y todos los particularismos. Su
fin está logrado. Si quisiera describir integralmente el hecho histórico de la descolonización,
tendría que hablar de nosotros, y ése no es, sin duda, su propósito. Pero, cuando cerramos el
libro, continúa en nosotros, a pesar de su autor, porque experimentamos la fuerza de los pueblos
en revolución y respondemos con la fuerza. Hay, pues, un nuevo momento de violencia y nos es
necesario volvernos hacia nosotros esta vez porque esa violencia nos está cambiando en la
medida en que el falso indígena cambia a través de ella. Que cada cual reflexione como quiera,
con tal de que reflexione: en la Europa de hoy, aturdida por los golpes que recibe, en Francia, en
Bélgica, en Inglaterra, la menor distracción del pensamiento es una complicidad criminal con el
colonialismo. Este libro no necesitaba un prefacio. Sobre todo, porque no se dirige a nosotros. Lo
escribí, sin embargo, para llevar la dialéctica hasta sus últimas consecuencias: también a
nosotros, los europeos, nos están descolonizando; es decir, están extirpando en una sangrienta
operación al colono que vive en cada uno de nosotros. Debemos volver la mirada hacia nosotros
mismos, si tenemos el valor de hacerlo, para ver qué hay en nosotros. Primero hay que afrontar
un espectáculo inesperado: el striptease de nuestro humanismo. Helo aquí desnudo y nada
hermoso: no era sino una ideología mentirosa, la exquisita justificación del pillaje; sus ternuras y
su preciosismo justificaban nuestras agresiones. ¡Qué bello predicar la no violencia!: ¡Ni víctimas
ni verdugos! ¡Vamos! Si no son ustedes víctimas, cuando el gobierno que han aceptado en un
plebiscito, cuando el ejército en que han servido sus hermanos menores, sin vacilación ni
remordimiento, han emprendido un "genocidio", indudablemente son verdugos. Y si prefieren ser
víctimas, arriesgarse a uno o dos días de cárcel, simplemente optan por retirar su carta del juego.
No pueden retirarla: tiene que permanecer allí hasta el final. Compréndanlo de una vez: si la
violencia acaba de empezar, si la explotación y la opresión no han existido jamás sobre la Tierra,
quizá la pregonada "no violencia" podría poner fin a la querella. Pero si el régimen todo y hasta
sus ideas sobre la no violencia están condicionados por una opresión milenaria, su pasividad no
sirve sino para alinearlos del lado de los opresores.

Ustedes saben bien que somos explotadores. Saben que nos apoderamos del oro y los metales y
el petróleo de los "continentes nuevos" para traerlos a las viejas metrópolis. No sin excelentes
resultados: palacios, catedrales, capitales industriales; y cuando amenazaba la crisis, ahí estaban
los mercados coloniales para amortiguarla o desviarla. Europa, cargada de riquezas, otorgó de
jure la humanidad a todos sus habitantes: un hombre, entre nosotros, quiere decir un cómplice
puesto que todos nos hemos beneficiado con la explotación colonial. Ese continente gordo y lívido
acaba por caer en lo que Fanon llama justamente el "narcisismo". Cocteau se irritaba con París,
"esa ciudad que habla todo el tiempo de sí misma". ¿Y qué otra cosa hace Europa? ¿Y ese
monstruo supereuropeo, la América del Norte? Palabras: libertad, igualdad, fraternidad, amor,
honor, patria. ¿Qué se yo? Esto no nos impedía pronunciar al mismo tiempo frases racistas,
cochino negro, cochino judío, cochino ratón. Los buenos espíritus, liberales y tiernos -los
neocolonialistas, en una palabra-pretendían sentirse asqueados por esa inconsecuencia; error o
mala fe: nada más consecuente, entre nosotros, que un humanismo racista, puesto que el
europeo no ha podido hacerse hombre sino fabricando esclavos y monstruos. Mientras existió la
condición de indígena, la impostura no se descubrió; se encontraba en el género humano una
abstracta formulación de universalidad que servía para encubrir prácticas más realistas: había, del
otro lado del mar, una raza de subhombres que, gracias a nosotros, en mil años quizá,
alcanzarían nuestra condición. En resumen, se confundía el género con la élite. Actualmente el
indígena revela su verdad; de un golpe, nuestro club tan cerrado revela su debilidad: no era ni
más ni menos que una minoría. Lo que es peor: puesto que los otros se hacen hombres en contra
nuestra, se demuestra que somos los enemigos del género humano; la élite descubre su
verdadera naturaleza: la de una pandilla. Nuestros caros valores pierden sus alas; si los
contemplamos de cerca, no encontraremos uno solo que no esté manchado de sangre. Si
necesitan ustedes un ejemplo, recuerden las grandes frases: ¡cuan generosa es Francia!
¿Generosos nosotros? ¿Y Setif? ¿Y esos ocho años de guerra feroz que han costado la vida a
más de un millón de argelinos? Y la tortura. Pero comprendan que no se nos reprocha haber
traicionado una misión: simplemente porque no teníamos ninguna. Es la generosidad misma la
que se pone en duda; esa hermosa palabra cantarina no tiene más que un sentido: condición
otorgada. Para los hombres de enfrente, nuevos y liberados, nadie tiene el poder ni el privilegio de
dar nada a nadie. Cada uno tiene todos los derechos. Sobre todos; y nuestra especie, cuando un
día llegue a ser, no se definirá como la suma de los habitantes del globo sino como la unidad
infinita de sus reciprocidades. Aquí me detengo; ustedes pueden seguir la labor sin dificultad.
Basta mirar de frente, por primera y última vez, nuestras aristocráticas virtudes: se mueren; ¿cómo
podrían sobrevivir a la aristocracia de subhombres que las han engendrado? Hace años, un
comentador burgués -y colonialista- para defender a Occidente no pudo decir nada mejor que
esto: "No somos ángeles. Pero, al menos, tenemos remordimientos." ¡Qué declaración! En otra
época, nuestro Continente tenía otros salvavidas: el Partenón, Chartres, los Derechos del
Hombre, la svástica. Ahora sabemos lo que valen: y ya no pretenden salvarnos del naufragio sino
a través del muy cristiano sentimiento de nuestra culpabilidad. Es el fin, como verán ustedes:
Europa hace agua por todas partes. ¿Qué ha sucedido? Simplemente, que éramos los sujetos de
la historia y que ahora somos sus objetos. La relación de fuerzas se ha invertido, la
descolonización está en camino; lo único que pueden intentar nuestros mercenarios es retrasar su
realización.

Hace falta aún que las viejas "metrópolis" intervengan, que comprometan todas sus fuerzas en
una batalla perdida de antemano. Esa vieja brutalidad colonial que hizo la dudosa gloria de los
Bugeaud volvemos a encontrarla, al final de la aventura, decuplicada e insuficiente. Se envía al
ejército a Argelia y allí se mantiene desde hace siete años sin resultado. La violencia ha cambiado
de sentido; victoriosos, la ejercíamos sin que pareciera alterarnos: descomponía a los demás y en
nosotros, los hombres, nuestro humanismo permanecía intacto; unidos por la ganancia, los
"metropolitanos" bautizaban como fraternidad, como amor, la comunidad de sus crímenes;
actualmente, bloqueada por todas partes, vuelve sobre nosotros a través de nuestros soldados, se
interioriza y nos posee. La involución comienza: el colonizado se reintegra y nosotros, ultras y
liberales, y colonos y "metropolitanos" nos descomponemos. Ya la rabia y el miedo están al
desnudo: se muestran al descubierto en las "cacerías de ratas" de Argel. ¿Dónde están ahora los
salvajes? ¿Dónde está la barbarie? Nada falta, ni siquiera el tam-tam: las bocinas corean "Argelia
francesa" mientras los europeos queman vivos a los musulmanes. No hace mucho, recuerda
Fanon, los psiquiatras se afligían en un congreso por la criminalidad de los indígenas: esa gente
se mata entre sí, decían, eso no es normal; su corteza cerebral debe estar subdesarrollada. En
África central, otros han establecido que "el africano utiliza muy poco sus lóbulos frontales". Ésos
sabios deberían proseguir ahora su encuesta en Europa y particularmente entre los franceses.
Porque también nosotros, desde hace algunos años, debemos estar afectados de pereza mental:
los Patriotas empiezan a asesinar a sus compatriotas; en caso de ausencia, hacen volar en trozos
al conserje y su casa. No es más que el principio: la guerra civil está prevista para el otoño o la
próxima primavera. Nuestros lóbulos parecen, sin embargo, en perfecto estado: ¿no será, más
bien, que al no poder aplastar al indígena, la violencia se vuelve sobre sí misma, se acumula en el
fondo de nosotros y busca una salida? La unión del pueblo argelino produce la desunión del
pueblo francés; en todo el territorio de la antigua metrópoli, las tribus danzan y se preparan para el
combate. El terror ha salido de África para instalarse aquí: porque están los furiosos, que quieren
hacernos pagar con nuestra sangre la vergüenza de haber sido derrotados por el indígena y están
los demás, todos los demás, igualmente culpables -después de Bizerta, después de los
linchamientos de septiembre ¿quién salió a la calle para decir: basta?-, pero más sosegados: los
liberales, los más duros de los duros de la izquierda muelle. También a ellos les sube la fiebre. Y
el malhumor. ¡Pero qué espanto! Disimulan su rabia con mitos, con ritos complicados; para
retrasar el arreglo final de cuentas y la hora de la verdad, han puesto a la cabeza del país a un
Gran Brujo cuyo oficio es mantenernos a cualquier precio en la oscuridad. Nada se logra;
proclamada por unos, rechazada por otros, la violencia gira en redondo: un día hace explosión en
Metz, al día siguiente en Burdeos; ha pasado por aquí, pasará por allá, es el juego de prendas.
Ahora nos toca el turno de recorrer, paso a paso, el camino que lleva a la condición de indígena.
Pero para convertirnos en indígenas del todo, sería necesario que nuestro suelo fuera ocupado
por los antiguos colonizados y que nos muriéramos de hambre. Esto no sucederá: no, es el
colonialismo decadente el que nos posee, el que nos cabalgará pronto, chocho y soberbio; ése es
nuestro zar, nuestro loa. Y al leer el último capítulo de Fanon uno se convence de que vale más
ser un indígena en el peor momento de la desdicha que un ex colono. No es bueno que un
funcionario de la policía se vea obligado a torturar diez horas diarias: a ese paso, sus nervios
llegarán a quebrarse a no ser que se prohíba a los verdugos, por su propio bien, el trabajo en
horas suplementarias. Cuando se quiere proteger con el rigor de las leyes la moral de la Nación y
del Ejército, no es bueno que éste desmoralice sistemáticamente a aquélla. Ni que un país de
tradición republicana confíe a cientos de miles de sus jóvenes a oficiales putchistas. No es bueno,
compatriotas, ustedes que conocen todos los crímenes cometidos en nuestro nombre, no es
realmente bueno que no digan a nadie una sola palabra, ni siquiera a su propia alma, por miedo a
tener que juzgarse a sí mismos. Al principio ustedes ignoraban, quiero creerlo, luego dudaron y
ahora saben, pero siguen callados. Ocho años de silencio degradan. Y en vano: ahora, el sol
cegador de la tortura está en el cenit, alumbra a todo el país; bajo esa luz, ninguna risa suena
bien, no hay una cara que no se cubra de afeites para disimular la cólera o el miedo, no hay un
acto que no traicione nuestra repugnancia y complicidad. Basta actualmente que dos franceses se
encuentren para que haya entre ellos un cadáver. Y cuando digo uno...

Francia era antes el nombre de un país, hay que tener cuidado de que no sea, en 1961, el nombre
de una neurosis.

¿Sanaremos? Sí. La violencia, como la lanza de Aquiles, puede cicatrizar las heridas que ha
infligido. En este momento estamos encadenados, humillados, enfermos de miedo: en lo más
bajo. Felizmente esto no basta todavía a la aristocracia colonialista: no puede concluir su misión
retardataria en Argelia sin colonizar primero a los franceses. Cada día retrocedemos frente a la
contienda, pero pueden estar seguros de que no la evitaremos: ellos, los asesinos, la necesitan;
van a seguir revoloteando a nuestro alrededor, a seguir golpeando el yunque. Así se acabará la
época de los brujos y los fetiches: tendrán ustedes que pelear o se pudrirán en los campos de
concentración. Es el momento final de la dialéctica: ustedes condenan esa guerra, pero no se
atreven todavía a declararse solidarios de los combatientes argelinos; no tengan miedo, los
colonos y los mercenarios los obligarán a dar este paso. Quizá entonces, acorralados contra la
pared, liberarán ustedes por fin esa violencia nueva suscitada por los viejos crímenes rezumados.
Pero eso, como suele decirse, es otra historia. La historia del hombre. Estoy seguro de que ya se
acerca el momento en que nos uniremos a quienes la están haciendo.

Jean-Paul Sartre, septiembre de 1961.


JORGE ABELARDO RAMOS
“América Latina entra en escena”
Introducción:

Eduardo Tritten

Ramos alude en este capítulo al libro de un autor húngaro nacionalizado francés, llamado Tibor
Mende. Este autor nacido en Budapest se radica en Inglaterra al comienzo de la segunda guerra
mundial, lugar donde se especializa en economía en la London School of Economics, siendo más
tarde profesor en el Instituto de Asuntos Políticos de París y jefe de la Conferencia de las
Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, particularmente para el llamado “tercer mundo”. La
publicación de Mende a la que hace referencia Ramos se llama “América Latina entra en escena”
(Original en francés: L'Amérique latine entre en scène) en donde dicho autor aborda una
descripción política, económica y social de Brasil, Uruguay, Argentina, Chile, Perú, América
Central y México. Ramos, hace una vivisección de tal libro desnudando la mirada de los científicos
sociales europeos. Otra dato importante a tomar en cuenta es que dicha publicación es de 1952, y
el libro de Ramos en el cual se encuentra este capítulo, De Octubre a Septiembre. Los ensayos
políticos de Víctor Almagro es del año 1959 (aunque es un libro recopilatorio de artículos
periodísticos de Ramos entre los años 1952 y 1955), es decir, el libro es publicado durante el
primer año del gobierno de Frondizi y en plena resistencia peronista.

TEXTO:
Tibor Mende ofrece a los lectores de Europa su visión de América Latina. Este continente
espectacular, es más conocido por sus terremotos y motines, por su fauna salvaje y sus materias
primas que por sus problemas, sus ideas y sus hombres. Al perder Europa el control de sus
intereses en Latinoamérica, adquirió en cambio una comprensión mayor de nuestros fenómenos
políticos y sociales. Esto es muy fácil de explicar: los ingleses comprenden mucho mejor la
situación de Indochina que la de la India, exactamente al revés de lo que les ocurre a los
franceses. La superficialidad legendaria de los periodistas norteamericanos que visitan nuestras
tierras se deriva de los formidables intereses que las corporaciones de Wall Street poseen en
América Latina: su ecuanimidad se nubla por este detalle. A los periodistas que como Tibor
Mende pertenecen a potencias viejas y desplazadas, el destino les concede la oportunidad de ver
y relatar objetivamente lo que han visto. No siempre la aprovechan, por supuesto, ya que la
burguesía tiene a su servicio un tipo muy definido de periodista, pero en todo caso Tibor Mende
refleja en su libro "América Latina entra en escena" los méritos y los defectos de la vejez de
Europa. La palabra "imperialismo yanqui" no lo asusta. En Europa la comprenden cada vez más y
Tibor Mende intenta exponer al lector europeo de su libro el entrelazamiento entre la política
latinoamericana y el capital extranjero. Provee datos en abundancia. No se trata por cierto de una
obra destinada a ahogar el ocio del público francés. Pertenece más bien al género de libros que
reflejan el interés creciente de la burguesía europea por nuestros mercados. La tradicional
claridad intelectual francesa, particularmente cuando sus inversiones no están en peligro, permite
a Tibor Mende desarrollar ampliamente sus ideas sobre las "revoluciones sociales" que se
desarrollan actualmente en América latina. Esto último, aunque no sea completamente cierto,
permite señalar una relativa independencia de juicio que podrían imitar otros periodistas en sus
visitas relámpago al continente latinoamericano. En notas sucesivas destacaremos aquellas
observaciones del autor de "América Latina entra en escena" que no sólo nos permitirá conocer
las ideas de un europeo ante nuestra historia presente, sino también evaluar los datos
fundamentales de la realidad latinoamericana, su drama y su destino.

AMERICA LATINA A VUELO DE PAJARO

Al comentar el libro de Tibor Mende "América Latina entra en escena" observemos ante todo que
su autor procede como un europeo típico: considera a nuestro continente de habla hispano-
portuguesa como un budín africano, como un montón de naciones diferentes. Y como todos los
extranjeros imperialistas, tiende a subrayar en sus comentarios aquellos elementos que nos
separan o distinguen de nuestros vecinos, oponiendo así lo secundario a lo principal; diluye en la
imagen del lector, la unidad latinoamericana que subyace en su historia, manifestada
cotidianamente en su lengua, su cultura, su común teatro geográfico y la rigurosa necesidad
impuesta por su crisis económica. No obstante estas reservas, debemos reconocer que Tibor
Mende encuentra algunos hechos de interés y no teme escribirlos: "La prosperidad del Brasil —
afirma— ha sido siempre transitoria. Invariablemente ha dependido de la aparición espectacular
de una nueva tabla de salvación. Durante cuatrocientos años la economía del país ha estado
dominada por una serie de monocultivos: la madera, el algodón, el azúcar, el caucho, el cacao, el
tabaco, precedieron la arremetida contra el oro en 1700. Después del oro el país conoció
nuevamente altas y bajas, períodos de esperanza y de desaliento. Pero siempre surgía algo
nuevo. Hoy día es el café".

Tibor Mende alude también al hecho de que la "superficie cultivada representa apenas un 2 % del
suelo brasileño y solamente la mitad de esta superficie está dedicada a la producción de artículos
de consumo. Hay inmensas regiones de Brasil en donde millones de personas están menos que
subalimentadas y se mueren de hambre justamente en medio de una sobreabundancia potencial".
El autor deja en el tintero la explicación esencial de la cuestión: el monocultivo o sea la
exportación de un solo producto lanzado al mercado mundial como fundamento de la capacidad
de importación, es el rasgo específico con que el imperialismo ha deformado laeconomía
brasileña, como tantas otras en el continente, y constituye el sinónimo del coloniaje
latinoamericano. Suponer como Tibor Mende que un país elige por sí mismo una política
económica y luego la abandona cuando comprueba que no le conviene es desconocer el
desarrollo histórico de los Estados coloniales y semicoloniales, que sólo logran dejar atrás el
monocultivo y la inercia general mediante la higiene de una revolución. Sólo esta movilización
popular en gran escala permite modificar una política económica colonial y reemplazarla por otra
que responda a las necesidades nacionales. Pero si Tibor Mende maneja discretamente las
estadísticas, cuando entra en el campo del análisis político, su pluma tiembla de pudor.

BRASIL: INDUSTRIA PESADA Y SALVAJISMO

Tibor Mende parece asombrado por el carácter ambivalente y contradictorio de Vargas. No acierta
a explicarse cómo dicho político ha pasado alternativamente de revolucionario ardiente en el
movimiento de 1930 ("contra la plutocracia y los magnates del café") hasta el Estado Novo en
1937 con sus ribetes fascistas, y desde su posición francamente pronorteamericana a una actitud
fría y distante hacia el país del Norte en 1945. Las perplejidades de nuestro autor no ayudarán
mucho a sus lectores, pero ilustran bastante bien sobre la solvencia de este género literario que
consiste en fotografiar un país en seis semanas y agotar el análisis de un continente mediante la
reducción al absurdo, esto es, mediante la conocida antítesis de la "democracia" y las
"dictaduras".

Digamos en primer término que la versatilidad de Vargas reflejaba de manera notable la


cambiante relación de las clases sociales del Brasil en un agitado período de la historia
contemporánea. Brasil era en la década del 30 un país escasamente centralizado, en cuyos
Estados y sus intereses respectivos se expresaban las tendencias centrífugas de una comunidad
heterogénea en formación. Recién en 1935 Vargas pudo realizar, en un acto simbólico, la
anulación de los estandartes y enseñas estaduales que perpetuaban los factores dispersivos de la
precaria unidad brasileña. En realidad, apoyándose en los Estados menos fuertes, como Río
Grande del Sud, Vargas enfrentó al principio a los dos Estados cafeteros, San Pablo y Minas
Geraes, que dictaban la política económica del Brasil desde los tiempos del imperio. El ascenso
de Vargas al poder en 1930 restablece en cierta medida el equilibrio brasileño, buscando
constantemente apoyarse en uno u otro grupo social o estadual para hacer su política. La
impetuosa industrialización del Estado paulista, grandemente favorecido por su situación
geográfica, su clima y sus vías de comunicación, aporta al panorama brasileño un nuevo factor
que robustece a la orientación primordial de Vargas hacia una modernización técnica del país. Los
grandes intereses norteamericanos aliados a los sectores más atrasados de la economía
brasileña, del mismo modo que el espíritu proimperialista de la burocracia administrativa brasileña,
constituyen para Vargas un obstáculo que debe tomarse en consideración para evaluar
correctamente su política. En el Brasil se combinan la industria pesada y el salvajismo, la selva
impenetrable y el nylon, los aviones a chorro y las comunidades primitivas que ignoran la
existencia del jabón; bajo estas condiciones de inestabilidad en la propia estructura, es fácil
deducir que una política brasileña no puede ser siempre coherente y que Vargas debe conjugar a
la vez los intereses de los estancieros del Sur, de los industriales paulistas, de los plantadores de
café y de la naciente clase minera. A Tibor Mende, que ha olvidado la guillotina con que los
jacobinos cortaron la cabeza del feudalismo francés o el hacha de Cromwell, le parece muy simple
aplicar la palabra "dictadura" para calificar un proceso que no comprende. Lo que Inglaterra hizo
en el siglo XVII y Francia en el siglo XVIII, América Latina debe realizarlo en nuestro siglo. Vargas
es, en todo caso, un tímido y vacilante descendiente del grupo social en cuyo beneficio se hizo la
Revolución Francesa. Como era lógico esperar, si Tibor Mende no comprende este hecho, mucho
menos aceptaría reconocer que sólo la moderna clase trabajadora brasileña podrá realizar hasta
el fin la revolución democrática, cuyo más importante capítulo es la incorporación del Brasil a una
Confederación de pueblos latinoamericanos.

LA DIPLOMACIA BRITÁNICA FUNDA UNA NACIÓN EN SUDAMÉRICA

Bien, este señor Tibor Mende es un corresponsal viajero perfecto. Al llegar a Montevideo advierte,
con cierto tono donde se mezcla la complacencia y el desprecio, que su ambiente le recuerda a
Luxemburgo: "El número considerable de empresas de pompas fúnebres y la muchedumbre que
llena las pastelerías revelan las mismas preocupaciones: vivir bien y morir con dignidad". Este
género de chascarrillos agrada al lector de Mende que, en los crepúsculos glaciales de París,
evoca con los ojos del espíritu, —las piernas cerca del fuego— estas ciudadelas sudamericanas.
Lo único que ve Mende al pasear por la avenida 18 de Julio, es esa clase de prosperidad que
inevitablemente florece en todas las capitales del mundo junto a las casas de cambio, las
agencias de viaje y los bares de lujo. Esto le basta, repitiendo la falacia de Jules Romains, que al
visitar Viena en los años espantosos de la crisis mundial, declaraba gozosamente estar encantado
de ver muy concurridas las confiterías.

Tibor Mende no ha visitado las viviendas obreras del Cerro ni conoce la situación real de la clase
obrera uruguaya, que soporta sobre sus espaldas el peso de una industria ahogada por un
mercado estrecho. Le conmueve en cambio el sistema de legislación social y no se ahorra el lugar
común de llamar al Uruguay la Suiza de América. Sus lectores europeos ignoran en consecuencia
que Montevideo es, desde los años del viejo bloqueo anglo-francés, la plaza fuerte del
imperialismo extranjero dirigida contra la Argentina. Deja en el tintero la noticia de que el ministro
Canning decidió la fundación de un Estado tapón en el Río de la Plata, para impedir que un solo
Estado sudamericano, transformado en gran potencia, pudiera controlar los litorales atlánticos y
sobre todo los dos puertos del estuario.

La creación de esta Gibraltar tuvo la misma justificación histórica que la creación de Panamá o que el
establecimiento efímero de la República de Tucumán. Para impedir que surgiese de cualquier
manera una nación de habla castellana que abarcase el continente entero, Gran Bretaña en el
siglo pasado y sus sucesores en el presente siglo, se consagraron a estabilizar las pequeñas
soberanías. Así, Montevideo — pero no el pueblo trabajador uruguayo— fue el centro de todas las
conspiraciones contra las conquistas sociales del pueblo argentino. Tibor Mende no ha notado
nada de esto; si lo hubiera advertido, no hubiera podido publicar su libro. El equilibrio interno
uruguayo es vital para el imperialismo, que lo ha convertido en una plataforma esencial de su
estrategia antilatinoamericana. Al lector de Europa, es posible engañarlo; probablemente lo desea,
puesto que no le interesa el destino de este continente. Pero a los hombres y mujeres de América
Latina ya nos fatiga este tipo de gran reportaje cuya condición común es la velocidad de sus
autores y su escaso calado.

TIBOR MENDE, ADMIRADOR DE LA PRENSA "SERIA"

Tibor Mende, en su libro "América Latina entra en escena" (gran título, muy porencima de la
realización del autor), se ocupa también de proporcionarnos una imagen de Chile. No se reduce a
la técnica descriptiva de los manuales geográficos, sino que su ambición lo lleva más allá. En
efecto, Mende intenta caracterizar el tipo psicológico chileno. Sus errores pasarán a la regocijante
antología de los libros sobre América Latina que han forjado un mito para uso europeo. Tibor
Mende, después de aludir a los aportes inmigratorios que han contribuido a integrar el actual
pueblo chileno, declara: "Aunque predomina la dulce raza andaluza, Chile ha recibido un aporte
más considerable de sangre nórdica que cualquier otro país de América Latina. Otro factor
esencial es la influencia de la sangre araucana, cuya importancia no debe subestimarse. De ahí
provienen la pesadez y la lentitud, la tristeza inherente al carácter indígena, la melancolía
inspirada por los bosques sombríos, y esa ausencia de alegría tan típica, esa falta de juventud
que, indiscutiblemente, han marcado a los chilenos". Los banqueros, los altos burócratas y
también los periodistas ligados al imperialismo se alojan habitualmente en el lujoso Hotel Carrera
de Santiago. Bien, ni siquiera desde su "grill" es posible ignorar que lo que distingue al pueblo
chileno no es la tristeza más o menos indígena, sino una alegría vital que choca extrañamente con
sus condiciones de vida. Si tomamos este ejemplo al azar entre las opiniones de Tibor Mende es
solamente porque, al margen de la política, demuestra su ligereza notable. El autor de esta obra
no parece tomar muy en serio a Latinoamérica, reflejando quizás en su espíritu el estado de ánimo
del público de Europa, muy poseído del prejuicio de su superioridad frente a la difundida barbarie
sudamericana.

Refiriéndose al periodismo chileno, Mende anota que "Chile es el único país del mundo en que el
mejor y el más serio de los periódicos, «El Mercurio», tiene el mayor tiraje". En América Latina, la
palabra "serio", en conexión con el periodismo, es poco seria. Se llama generalmente "prensa
seria" a ese tipo de órganos periodísticos mastodónticos que, gracias al apoyo de la burguesía
comercial y del imperialismo, logra alcanzar en el país respectivo una desproporcionada
importancia. Prevalido de este apoyo extranjero, mediante generosos avisos, el periodismo "serio"
constituye en todas partes una columna del libre comercio, de la "solidaridad panamericana", del
estatuto colonial, de la reacción antiobrera, del imperialismo intervencionista. Ejemplo de este tipo
de periódico fue "La Prensa" en la era de los Paz, o precisamente "El Mercurio" en Chile. El
imperialismo ha distribuido a lo largo del continente una red de grandes diarios, a los cuales nunca
les falta papel, maquinarias modernas y excelentes servicios noticiosos de origen imperialista.
Asumen en cada Estado el papel de "fiscales de la opinión", pero de la opinión imperialista
extranjera. Son vacas sagradas, munidas de un juicio infalible, e intangibles, puesto que
desempeñan en nuestra época el papel que en otros tiempos tenían las tropas de ocupación. Bajo
la máscara de su "imparcialidad", la "prensa seria" asfixia, o pretende asfixiar, los gérmenes o
manifestaciones del pensamiento nacional independiente.

LA INCOMUNICACIÓN DE AMÉRICA LATINA

Si fuera necesario un solo ejemplo para demostrar la completa balcanización espiritual y política
que el imperialismo ha impuesto a los pueblos de América Latina, señalaríamos el
desconocimiento recíproco que se tiene en Chile y Argentina de nuestra respectiva historia
contemporánea. Millones de personas en ambos países conocen hasta detalles de la vida
personal de Franklin Roosevelt, pero probablemente ignoran quién fue Alessandri o Yrigoyen.
Extiéndase este ejemplo a todos los campos y veremos que el imperialismo nos ha disociado,
como método sistemático para dominarnos. En Buenos Aires o Santiago de Chile se sigue al día
el último acontecimiento literario de París, Londres o Nueva York, pero no rige la misma norma
para que el público argentino, chileno o latinoamericano en general, esté informado, aun
someramente, del desarrollo literario y político del propio continente de habla española. Por
supuesto Brasil está encerrado, desde este punto de vista, bajo doble llave. La orientación
geográfica de los cables submarinos o las conexiones de las teletipos constituyen sólo la
infraestructura de una corriente política imperialista que se aplica con el deliberado propósito de
tratar a cada uno de nuestros países por separado y de impedir su conocimiento mutuo. Sabemos
más de Indochina que de Managua, de Sartre que de Manuel Gálvez o Eduardo Barrios, del
senador Mac Carthy que de Scalabrini Ortiz, Cárdenas o Joao Alberto. Esta incomunicación
escandalosa de América Latina no La caído del cielo ni ha existido siempre. Como decía Manuel
Ugarte, en la época de los generales del siglo pasado, todos éramos americanos, desde México
hasta el Cabo de Hornos, y no nos hacía falta que lo aclaráramos con un prefijo para distinguirnos
de los yanquis.

Tibor Mende, en su libro "América Latina entra en escena", ratifica la política yanqui y europea de
considerarnos como Estados individuales, como "naciones" conclusas, cerradas en sí mismas.
Con semejante visión, no era difícil que Tibor Mende saliese de Latinoamérica como había
entrado, esto es, sin comprender nada. Con el puñado de informaciones proporcionadas por
revista y libros al alcance de todo turista ha intentado componer un rostro de Chile. Ayer
aludíamos a su deformada opinión sobre el periodismo chileno. Incapaz de penetrar en su
verdadera naturaleza, Mende supone que el periodismo es algo suprahistórico, colocado por
encima de los intereses y las clases. Sin embargo, su negligencia no le impide calificar al primer
gobierno de Ibáñez como de "social-fascista", simplemente porque tomó por la garganta a la
prensa imperialista, que quería voltearlo. ¿Por qué esta prensa le era hostil? En 1927 Ibáñez
reorganizaba la industria del salitre, asociando al Estado a los beneficios de su explotación y
buscando una salida chilena y no imperialista a la crisis que se avecinaba. Si en su actual gestión
y con el apoyo de las masas populares de Chile, Ibáñez no hubiera temido enfrentar a los agentes
del imperialismo parapetados detrás de la fachada parlamentaria y del aparato burocrático y
hubiera resueltamente "nacionalizado" la prensa chilena, la revolución popular del país vecino
habría salido adelante. Naturalmente, Tibor Mende consideraría esta reflexión como una herejía.
Estaría en su derecho. Pero las revoluciones no reciben lecciones de urbanidad de los amos que
intentan derrocar.

UNA PÁGINA PARA LA ANTOLOGÍA DE LA TRIVIALIDAD

Tibor Mende se desplaza en avión y se maneja con cheques en dólares: su visión ocular está
impregnada de ese centelleo de los aeropuertos, los bares americanos y las conversaciones
híbridas de los diplomáticos. Ahora nos ilustra sobre Centroamérica. Mujeres indígenas de rostros
acusados, damas elegantes, caballeros con vasos de whisky en la mano, camareros solícitos de
tez oscura, manuales de estadística agraria, todo se combina y se establece en un orden lo más
ameno posible en este catálogo "de las Américas" escrito por Mende. Chispazos folklóricos,
breves descripciones de las protuberancias orográficas, del costo del hotel, de la gente o la rudeza
nativas, profusas tapas ilustradas del "Saturday Evening Post", he aquí algo del heteróclito
material que nos brinda este veloz visitante. Su descubrimiento de Panamá ha de ser memorable
en la historia de las trivialidades que habitualmente consume el público de Europa y Estados
Unidos. Declara solemnemente, (a las dos horas de pisar tierra panameña, que "en un mundo
arrasado por las fiebres y las epidemias, las enfermedades prácticamente están proscriptas de la
zona del Canal". Esto es probablemente muy cierto, pero lo que no dice Mende es que la zona del
Canal y el Canal son propiedades del gobierno norteamericano y que los obreros, soldados y
técnicos yanquis que allí trabajan y viven ganan salarios en diferente manera que los percibidos
por ciudadanos panameños, parias en su propio suelo. Esta desigualdad irritante ha originado
reiteradas protestas hasta del gobierno de Panamá, generalmente muy cortés y respetuoso de las
ilegítimas prerrogativas yanquis.

Tibor Mende agrega, para no dejar lugar a dudas sobre los méritos de su vertiginosa mirada, que
"desde que el primer transatlántico franqueó las esclusas, el 3 de agosto de 1914, Panamá no ha
dejado de vivir del Canal y vive tan bien como para no preocuparse de sus otras posibilidades".
Esta infamia no es deliberada, sólo es un pecado accesorio de la frivolidad de nuestro autor y no
hay que acusarlo demasiado: él sirve a su clientela muy lejos de aquí y los errores de detalle le
serán perdonados. Tibor Mende no dice que en una noche de hace medio siglo los agentes
diplomáticos de la "política del garrote" provocaron una revuelta a sueldo en la provincia norteña
de Colombia y que al día siguiente la victoria de esta provocación internacional hacía nacer la
República de Panamá, provincia colombiana. Como el Senado de Colombia se había opuesto
hasta ese momento al otorgamiento de una concesión a Estados Unidos mediante la cual se
entregaba parte del territorio nacional para construir el famoso Canal, la aparición de Panamá en
el "concierto de las repúblicas civilizadas" (como decía el órgano socialista de Juan B. Justo en
Buenos Aires) se debió a un complot imperialista. Que antes de hablar de Panamá nadie olvide
que forma parte de Colombia, del mismo modo que cuando se mencione a cualquier Estado
latinoamericano debe indicarse que forma, parte de un gran país continental en formación. Tibor
Mende ha faltado a esta exigencia, pero según parece el avión lo aleja de las miserias terrestres.

MENDE DESCUBRE EL AZÚCAR DE CUBA

De un salto Tibor Mende ha pasado por América Central, abandonando con hastío el calor
sofocante, los golpes de Estado y los millonarios nativos. Ahora está, en las páginas de su libro
"América Latina entra en escena", en la Isla de Cuba. Nos informa que el imponente Capitolio
costó 20 millones de dólares, y que según la opinión de su chofer, no sirve para nada; que los
políticos cubanos son altamente corrompidos y que no se fatigan en la tarea de robar; que las
cubanas son muy bellas y aman el amor, como Lord Byron; que el dinero también interviene en
esta esfera y que la honradez es una virtud casi extinguida en Cuba.
Proporciona al lector algunos hechos económicos, por los cuales puede apreciarse que el azúcar
constituye la riqueza de exportación más importante de la Isla, y al mismo tiempo la fuente de sus
inquietudes políticas y sociales. Mende añade que de acuerdo con las informaciones recogidas
"en la calle", la política es la ocupación más lucrativa de Cuba, después del turismo.
Prescindiendo de la porción de verdad que encierra esta afirmación de un europeo en tránsito,
observemos que casi todos los libros del mismo género coinciden en mostrar como en un ramillete
las aberraciones de nuestra vida social, económica y política, señalar sus fenómenos
degradantes, la ignorancia y la corrupción, la venalidad y el crimen político, la mendicidad y las
violencias de América Latina. No se olvidan de señalar nada. Lo único que dejan en el tintero es
que somos un país irrealizado, que nuestra división es la causa principal del escaso desarrollo de
las fuerzas productivas del continente y que el imperialismo es el principal sostenedor de esta
balcanización. Dicho en otros términos, el visitante extranjero bien comido hace como los agentes
del imperialismo: degradan al país y luego menean la cabeza ante la degradación. Embrutecen al
indio con la coca, hunden al país en el marasmo o importan o reexportan drogas —como los
ingleses en China en el siglo pasado— ya que luego vendrá una comisión de la ONU, la UNESCO
o la DDT a levantar estadísticas del vicio y a publicar voluminosos informes (en tres idiomas)
adquiribles en las mejores librerías de Nueva York o Lima, en los que se aconsejará a los últimos
quechuas sobre la conveniencia de vivir con higiene y de no envenenarse. Tibor Mende procede
más o menos así en su examen aéreo de Cuba. En apariencia, abomina de los magnates cubanos
que dilapidan sus dineros mal habidos en los clubes nocturnos, pero no habla de su subordinación
a los dictados del imperialismo y de la valentía de su pueblo contra la dominación extranjera. Por
supuesto, considera a Cuba una nación. Tibor Mende ignora los problemas del Caribe, pero, buen
conocedor, aprecia su ron.

EL IMPERIALISMO ALIMENTA LAS DIVERGENCIAS REGIONALES

Por fin llegamos a México. Nuestro autor se ha sentido subyugado por el encanto (que él no
acierta a definir) del pueblo mexicano, de su caudaloso pasado histórico y de su complejo
presente. Pero nada puede intimidar a un turista resuelto a escribir un libro. Lo primero que salta a
la vista de Tibor Mende en tierra mexicana, es la diversidad de sus grupos étnicos, los problemas
del mestizaje, el aislamiento en que viven las distintas comunidades indígenas mexicanas. Se
apresura a declarar que en el censo de 1940 encontró mencionada la existencia de treinta lenguas
indígenas diferentes habladas en México.

La simpatía y minuciosidad con que los filólogos británicos estudiaron los ochocientos y tantos idiomas
que se hablan en la India, estaba dictada por la necesidad imperialista de persuadir al mundo y a la
misma India que una masa de contradicciones de todo género impedía verdaderamente la unidad
nacional hindú y nacía necesaria (por las rivalidades raciales y lingüísticas consiguientes) la
intervención paternal del imperio británico. Todos los imperios conocidos, desde Roma hasta hoy, han
aplicado frente a sus colonias y semicolonias una política central, que es la de buscar, encontrar o
inventar antagonismos reales o potenciales de los pueblos que dominan con el fin obvio de asegurar
su control sobre el conjunto. De ahí que se haya introducido en el alma de los europeos o
norteamericanos cultos, nociones que en apariencia han escogido por su libre albedrío, pero que en
realidad son simples productos culturales creados por el imperialismo.

Así, en este caso, Tibor Mende se interesa no por los problemas de la unidad de América Latina,
sino por las cuestiones de su diversidad, no por sus tendencias centrípetas, sino por sus
tendencias centrífugas. Esta curiosidad no es desinteresada, como es fácil comprender, ya que
después de un siglo de hablarse, escribirse y divulgarse universalmente la idea de que en América
Latina existen veinte naciones diferentes, parece pueril o titánico propagar la sencilla y honesta
idea de que en América Latina no existen esas veinte naciones sino, en realidad, veinte provincias
que no han logrado unirse todavía.

EL INDIGENISMO Y LA INTEGRACIÓN NACIONAL LATINOAMERICANA

El indigenismo, como lo hemos afirmado en otros artículos, resulta ser, paradójicamente, no sólo la
sincera reivindicación de los derechos pisoteados del indígena latinoamericano, sino en realidad una
corriente cultural y política que estimula el imperialismo con el objeto de levantar nuevos factores, de
división y de disociación en nuestro continente ya suficientemente dividido. El interés con que los
antropólogos y etnólogos extranjeros se ocupan de investigar y clasificar todos aquellos documentos y
testimonios de comunidades, razas, lenguas, dialectos o culturas precolombinas, está dirigido
conscientemente a ocultar el hecho de que América Latina está unida por un idioma románico ligado a
la cultura occidental y que constituye el principal elemento coagulante de nuestro vasto país
inconcluso. El idioma español, si dejamos a un lado su variedad dialectal, entre otras el portugués, es
común a la inmensa mayoría del pueblo latinoamericano. Si en México existen aún treinta y tres
lenguas indígenas que son más bien dialectos extraordinariamente pobres, ausentes de una literatura,
instrumentos primitivos de comunicación entre comunidades que, como dice Tibor Mende, no
ascienden a más de 500 personas, se debe a que el desarrollo histórico de México ha sido reprimido y
desfigurado por la intervención norteamericana, que ha amputado a su territorio grandes porciones
geográficas en el siglo pasado. La acción del imperialismo en México es suficientemente conocida
para que insistamos ahora en ello, pero es bueno anotar que sólo un desarrollo económico
capitalista de la economía mexicana o, dicho en otros términos, la realización completa de la
revolución agraria que inició Zapata y continuó Cárdenas, podrá incorporar a los campesinos
indígenas y a las comunidades primitivas de México a todo el mercado mexicano y
latinoamericano, lo que permitirá disolver en esa unidad, los últimos vestigios de las agonizantes
culturas indígenas.

Para que podamos darnos una idea de cuál es el método que utiliza Tibor Mende para estudiar la
realidad de México, nos permitiremos transcribir el siguiente párrafo en el que alude a la situación
de las comunidades primitivas: "En muchas de estas zonas de cultura folklórica el idioma español
oficial y las prácticas de la administración central son consideradas como extranjeras y aún
sospechosas, y chocan con el instinto de conservación obstinado de esas comunidades locales
específicas. La geografía es el obstáculo más grande que México ha encontrado hasta el presente
en el camino del progreso". .. ¡El factor geográfico un elemento decisivo en el progreso de México!
Si bien este determinismo vulgar no ha de satisfacer a los lectores europeos de Tibor Mende,
tampoco están interesados en comprender mucho. Resulta asombroso que un visitante de
México, por más superficial que sea, se permita en pleno siglo XX afirmar muy suelto de cuerpo
esta enormidad. Ese México sacudido por guerras civiles interminables, invadido media docena de
veces por tropas extranjeras, agitado por guerras campesinas, ocupado por el ejército francés que
coronó a un vástago balbuciente de los Habsburgos, ensangrentado por terratenientes, por los
agentes petroleros y por poderosos vecinos, debe soportar aún libros de este género. Digamos en
síntesis que la geografía pudo jugar un papel preponderante en los períodos históricos en que la
humanidad vivía en la Infancia de su técnica, pero a partir de los siglos XVII XVIII la geografía ha
tenido en el desarrollo histórico de cada país un papel cada vez menos importante, si tenemos en
cuenta la existencia de las metrópolis imperialistas, de las colonias y de las semicolonias, La
elección de la geografía como factor determinante de la moderna historia de México demuestra,
sino la ignorancia de nuestro autor, por lo menos la polvorienta sabiduría del imperialismo. En una
época como la nuestra, ni siquiera John Gunther puede usar tal argumento.

MÉXICO PARA TURISTAS

Tibor Mende, en su libro "América Latina entra en escena", no puede sustraerse al verdadero
paisaje mexicano. Recordemos su imagen de un indiecito vestido con andrajos, con su cabeza
embutida en el gran sombrero charro, contemplando con una mirada triste y asombrada el gran
globo terráqueo que gira, luminoso, en la vidriera feérica de una compañía norteamericana de
aviación. La televisión y la comunidad primitiva, el indio descalzo y el avión a chorro, el hotel
suntuoso y el hambre secular, las turistas yanquis comiendo langosta chilena en las terrazas y los
indios que llegan de aldeas lejanas calentando frijoles traídos de su tierra: así es México.

Pasaremos por alto la interpretación de la historia de México que formula Tibor Mende. Es
perfectamente comprensible que no se pueda cumplir esta tarea con manuales. Sólo diremos a
este respecto que Tibor Mende coincide en todos sus puntos con la versión oficial que de la
historia contemporánea de México puede leerse en las bibliotecas e institutos de los Estados
Unidos. En efecto, veamos cómo este periodista europeo se inclina ante la leyenda oficial: "En
1836, Texas se rebeló, separándose; la guerra con los Estados Unidos (1846-1848) condujo a la
pérdida de lo que constituye hoy los Estados de Nuevo México, de Arizona y de California".
Digamos, en primer lugar, que en 1836 Texas se rebeló, en efecto; pero es imprescindible para
todo latinoamericano y aun para los ciudadanos europeos y norteamericanos saber de qué
manera se gestó ese movimiento coronado por la escisión del rico territorio texano de la soberanía
mexicana. La política de expansión territorial norteamericana hacia el sur puede afirmarse que
coincide con los comienzos mismos del desarrollo capitalista norteamericano. Por esa misma
fecha, un senador del Oeste proclamaba que "la bandera estrellada debe flamear desde Nueva
York hasta la Patagonia". Recogiendo esas mismas palabras, el gran escritor argentino Manuel
Ugarte señalaba a los pueblos latinoamericanos, en sus resonantes giras continentales a
principios de siglo, que las fronteras políticas de América Latina terminan en la frontera de México
con los Estados Unidos, y que había sonado la hora histórica de la unidad nacional de nuestros
pueblos. De esta manera estaba ya planteada en esos años una disyuntiva que Tibor Mende, en
plena coincidencia con la versión norteamericana, aparenta ignorar.

AMERICA LATINA ES UNA NACIÓN

En notas anteriores hemos comentado el libro de Tibor Mende "América Latina entra en escena".
Intentamos demostrar que su autor, enriqueciendo la tradición euroamericana de ridiculización e
incomprensión de nuestro continente, ha rehusado buscar la clave de nuestro pasado histórico y
evaluar correctamente nuestra situación presente. Para Mende, como para la mayor parte de los
norteamericanos, europeos y cipayos latinoamericanos, la idea misma de la "unidad de América
Latina", posee un carácter meramente acústico, destinado a las celebraciones episódicas o a las
conferencias diplomáticas. En la práctica, conciben el destino de Latinoamérica como si la
balcanización impuesta por el imperialismo constituyera una realidad necesaria, permanente e
inevitable. Esto probaría que el imperialismo no sólo vence, sino que también convence y que el
intelectual más "puro" o "imparcial” está muy lejos de poseer independencia mental frente a los
hábitos ideológicos que el capital extranjero crea. ¿Qué importancia tendría actualmente Francia
si en lugar de realizar su unidad nacional hubiese dado nacimiento a la República de Normandía,
la de Provenza o a la de Alsacia? No faltarían seguramente otros Tibor Mende o John Gunther
que al visitar el territorio francés escribiesen —por cuenta del Imperio inglés— amenas crónicas
sobre la psicología "nacional" normanda, provenzal o alsaciana. Si ellos se han olvidado de sus
propias revoluciones es justo que nosotros no olvidemos las nuestras y, sobre todo, la que aún
está por hacerse y que no puede tener otro corolario que la unidad nacional de nuestros pueblos.

Todo esto parece pura fantasía a los "intelectuales", "políticos" o "estadistas", vendidos al
imperialismo, en dinero o en espíritu, y para los cuales la "política práctica" es todo. Estos
"políticos prácticos" se han desvalorizado bastante, sin embargo, como lo prueban las derrotas
sufridas en Argentina, Chile, Bolivia y otros Estados latinoamericanos, cruel testimonio que la
historia presenta para reiterar a las fuerzas del pasado que sólo los movimientos populares son
creadores y que sólo la fórmula de Dantón —"audacia, más audacia y siempre audacia"—
garantiza la renovación victoriosa de un país. Lo "práctico" es, en este plano, ilusorio, y las
grandes ideas engendran una grandeza real. Tibor Mende no puede comprenderlo, pero los
latinoamericanos están obligados a ello, pues no tienen destino sin esa unidad.
ECONOMÍA
MARIO RAPOPORT
El proceso de industrialización
La etapa de la industrialización sustitutiva, como rasgo principal de la actividad económica, puede
subdividirse en tres períodos diferenciados:

1. La industrialización «espontánea» (1930-1945).

2. El proyecto industrializador peronista (1946-1955).

3. La industrialización «desarrollista» (1955-1976).

Nuevamente otra crisis, en este caso de origen externo, que se inicia en EEUU en 1929 y
constituye el comienzo de un período de depresión económica mundial que duraría casi una
década, impacta en la Argentina. Fue la crisis más profunda que padeció el capitalismo en su
historia.

Este proceso recesivo se caracterizó por una severa deflación en un sentido amplio, dado que ge-
neró restricciones monetarias y financieras, bajas de precios y salarios, y retroceso de las
actividades económicas. Fenómenos que se manifestaron a través de reacciones en cadena,
puesto que la caída de la producción industrial indujo a una contracción de los mercados
internacionales y a una disminución de la demanda de materias primas, cuyos precios bajaron
acentuadamente. Los países productores de bienes primarios redujeron las compras de
maquinarias y manufacturas, al tiempo que entraron en bancarrota o devaluaron sus monedas, ya
que las deudas asumidas con anterioridad no podían ser canceladas. Del mismo modo, los países
industriales debieron soportar la caída de los precios de sus productos, aunque protegieron sus
mercados con barreras arancelarias o de otro tipo. No pudieron evitar, sin embargo, el cierre de
bancos y empresas, una creciente desocupación y situaciones extremas de hambre y pobreza de
gran parte de sus poblaciones. Todo ello llevó a la quiebra del sistema multi- lateral de comercio y
pagos, incluyendo el patrón cambio oro, y dio lugar a un retorno a los sistemas de preferencia
imperial y a los convenios bilaterales.

La Argentina, que tenía una economía abierta al mundo, sufrió de llenó ese impacto con una
severa caída de sus exportaciones y un amplio déficit en su balanza comercial, al no poder
prescindir de la importaciones de bienes industriales y de muchos bienes de consumo masivo.

El proceso de sustitución de importaciones, que proyectó al sector industrial por sobre el agrope-
cuario e inició una nueva etapa en la historia económica argentina, fue así en gran parte producto
de la necesidad y no de la voluntad política: había que hacer frente a la crisis económica mundial
que afec- taba al país. Además, cuando esta etapa comienza a desarrollarse con más fuerza, en
los comienzos de la década de 1930, retorna al poder, mediante un golpe de estado cívico-militar,
la elite oligárquica que había gobernado hasta 1916. Entonces, contra sus propias ideas imbuidas
de liberalismo, los gobiernos conservadores ponen en práctica una intervención creciente del
estado en la economía (control de cam- bios, juntas reguladoras, proteccionismo, diversas
medidas fiscales y financieras), que tienden a paliar la situación pero, también, a salvaguardar sus
propios intereses, vinculados al sector agropecuario.
Al mismo tiempo, el país logra cierto margen de autonomía económica aunque se mantienen los
servicios de la deuda externa y se intenta conservar a toda costa, a través del Pacto Roca-
Runciman, el mercado británico para la colocación de las carnes enfriadas, el negocio principal de
los terratenientes de la pampa húmeda, ahora en el poder político.

Hasta esa época la industria había crecido al compás del resto de la economía, pero subordinada
al esquema agroexportador. En cambio, a partir de los años 30, se convertirá en uno de los
sectores impul- sores del crecimiento económico, facilitado por una importante transformación en
la estructura de la producción, que aceleró el proceso de sustitución de importaciones. Los rubros
más dinámicos fueron las actividades relacionadas con insumos locales (especialmente los
textiles) y la metalurgia liviana. Este núcleo incluye los sectores que podríamos denominar de
«sustitución fácil de importaciones», compuestas por bienes de consumo, que reducían el peso
del déficit comercial con el exterior, contri- buían a canalizar una porción de la renta agraria a
través de inversiones industriales y ofrecían una salida a la producción agropecuaria, que hacía
posible disminuir la dependencia de las fluctuaciones de los mercados externos.

La expansión de la industria textil satisfacía la creciente demanda del mercado interno,


permitiendo, al mismo tiempo, el empleo como materia prima de lana y algodón producidos
localmente, cuyos mercados internacionales se encontraban afectados por la crisis. El conjunto de
ramas vinculadas al sector de automotores se convirtió también en un factor de crecimiento. Si
bien la industria automotriz de la época era poco más que un taller de ensamblado de partes
importadas, estimulaba el desarrollo de la producción de caucho para neumáticos, la industria de
la construcción relacionada con las carreteras y una pléyade de pequeñas firmas familiares de
producción de repuestos, actividades que ganarían intensidad en el futuro inmediato. Otro sector
cuya aparición en escala importante data de esta época es el de maquinarias y artefactos
eléctricos, así como la producción de electrodomésticos, cables y lámparas.

En general, las ramas de mayor crecimiento producían bienes de consumo finales, con mayor in-
tensidad en la utilización de mano de obra que en bienes de capital. Las maquinarias y los
insumos intermedios utilizados eran, en una alta proporción, importados. De esta forma, comenzó
a perfilar- se en esta época una característica que se acentuaría en las décadas siguientes: el
crecimiento de la producción impulsaba un incremento de las importaciones, hecho que en el
futuro enfrentaría al país a serios problemas en la balanza de pagos. En este marco, las ramas
tradicionales vinculadas al mo- delo agroexportador, como los productos agrícolas y ganaderos,
crecieron mucho más lentamente, perdiendo participación relativa en el PBI y, en 1944, el PBI
industrial superó por primera vez al PBI agropecuario.

Por otra parte, el PBI industrial se duplicó entre 1935 y 1939 y volvió a duplicarse durante la
segunda guerra mundial mientras crecían el número de establecimientos fabriles y la cantidad de
mano de obra ocupada en el sector.

Los cambios en la composición de la estructura social, como consecuencia de la ampliación de la


masa de trabajadores industriales y urbanos que trae este proceso de industrialización (a lo que
contri-buyeron las migraciones internas del campo a las ciudades), y el vacío político resultante de
gobiernos apartados de los derechos y aspiraciones de la ciudadanía (fraudulentos y represivos)
dieron lugar a la aparición de un fenómeno político nuevo, el peronismo, que estimulará el
desarrollo industrial sobre la base de la participación social de los nuevos sectores sociales y de la
ampliación del mercado interno y tendrá conductas de una mayor autonomía en el marco
internacional.

La industrialización promovida por el peronismo se diferenció de la controlada por la oligarquía. En


contraste con el carácter excluyente de esta última, el primer gobierno peronista amplió el
mercado interno en función de tres elementos que existían antes de la llegada al poder del
peronismo y que contribuyeron a hacerla viable en ese momento. En primer lugar, la creciente
dicotomía entre la expan- sión del mercado interno y el nivel de consumo de las masas. En
segundo término, la ausencia de leyes laborales que garantizasen mejores condiciones de vida y
de trabajo. Finalmente, el grado importante de intervención del estado en la economía con la
consiguiente ampliación del aparato burocrático, que acrecentó su papel no sólo político, sino
también social. Factores que Perón percibió, y constituyeron la base de su accionar político, y a
los que agregó la «sindicalización por arriba» del movimiento obrero. Mientras que el primer
partido popular, el radicalismo, surge levantando las banderas de la de- mocratización del sistema
político argentino, el peronismo nace planteando la necesidad de montar mecanismos de justicia
social que no existían, algunos de los cuales habían sido propuestos por diri- gentes socialistas y
de otros partidos en épocas anteriores, sin poderse aprobar o implementar por el poder que tenían
las fuerzas conservadoras en el Congreso y el Poder Ejecutivo Nacional.

No vamos a analizar exhaustivamente que significó el peronismo desde el punto de vista político
aunque puede señalarse la existencia de un estado omnipresente y de un partido político que
pretendía representar a todos los sectores sociales y minimizar a la oposición, sin impedirle
participar en las elecciones pero obstaculizando su accionar. Tampoco nos detendremos en sus
aciertos o errores desde el punto de vista económico, con un crecimiento fuerte en los primeros
años de gobierno aunque con políticas que se revelaron insuficientes para sostener el proceso de
industrialización, debiendo soportar una fuerte crisis entre 1950 y 1952 de la que costó salir. Sin
embargo, varios aspectos no pueden dejarse de mencionarse en el terreno económico y social.

Entre ellos, una apreciable mejora en la distribución de los ingresos, llegando los asalariados a
tener una participación del 50% del ingreso nacional; la entrada en vigencia de una serie de leyes
sociales – jubilaciones y pensiones, aguinaldos, vacaciones pagas, convenios colectivos de
trabajo–; el otorgamiento de beneficios diversos para los sectores de más bajos ingresos -
construcción de viviendas populares, hoteles sindicales, etc.; la transferencia de ingresos,
mediante una política crediticia y me- canismos institucionales de manejo del comercio exterior,
del sector agrario al industrial; y un proceso de nacionalización de las empresas de servicios
públicos, sobre todo en los primeros años de gobierno. De todos modos, pese que Perón fue
reelegido por una amplia mayoría de votos al termino de su primer mandato y se produjeron
cambios en la política económica que permitieron superar la crisis, en septiembre de 1955, en el
marco de un enfrentamiento creciente con la Iglesia Católica y sectores opositores, el presidente
se vio desplazado del poder por un golpe de estado cívico-militar. Este hecho inauguró una etapa
de inestabilidad política en la Argentina que llevó finalmente a la dictadura militar de 1976.

Es preciso destacar este punto, porque en todo el período que va de mediados de los años 40
hasta mediados de los 70, el país creció económicamente y la distribución del ingreso no empeoró
en demasía a pesar del diferente carácter de los distintos gobiernos que fueron pasando, civiles y
militares. Pero hubo una fuerte inestabilidad del sistema político, que comenzó con la proscripción
del peronismo. Esto condujo, por un lado, a la radicalización de vastos sectores populares,
influenciados también por la revolución cubana y movimientos contestatarios en otros países, y
llevó, por otro, a un endurecimiento de lo que llamamos el «partido de derecha», que se
expresaba a través de las fuerzas armadas. El gobierno desarrollista de Frondizi tuvo cerca de 30
planteos o intentos de golpes de estado antes de ser derrocado y, luego, el radical Illia, que
presidía un gobierno débil por las proscripciones políticas, cayó de la misma manera en 1966. El
peronismo volvió con el apoyo popular después de que los militares dejaron el poder en 1973,
pero entró pronto en profundas contradicciones internas (en la que participaron grupos armados
de izquierda y sectores paramilitares de derecha), que se agudizaron con la muerte de Perón y
dificultaron una nueva salida política.

En este período de industrialización, no se vuelve a caer en el fuerte endeudamiento externo de la


etapa agroexprotadora pero sí en repetidas crisis de la balanza de pagos, los conocidos ciclos de
stop-go, como consecuencia de los requerimientos del propio proceso de industrialización que se
contrapone con una estructura dependiente de las exportaciones agropecuarias.

Los ciclos económicos estaban ligados al mismo tiempo al mercado interno y a los mercados ex-
ternos. En la etapa de auge, ante el aumento de la producción industrial vinculada al consumo
local, se incrementaban las importaciones, para comprar bienes de capital e insumos básicos, y se
reducían las exportaciones, por la mayor demanda interna originada en la suba del salario real y
de los niveles de ingresos. Pero el déficit en la balanza comercial y la disminución de las divisas
llevaban a una devaluación que provocaba un aumento del precio de los productos agrarios
exportables y de lo insu- mos importados. Todo esto se traducía en crisis del sector externo,
procesos inflacionarios y políticas monetarias restrictivas.
Basado en el desarrollo del mercado interno y en las industrias livianas ese proceso de industria-
lización fue cambiando en los años 50 y pasando a otra etapa, con la creación de industrias
básicas, el énfasis en la necesidad de capitales externos y la necesidad de que el aumento de los
salarios esté ligado al incremento de la productividad. En su etapa final se agrega también un
tímido intento de exportación de manufacturas.

El gran problema en este período no fue principalmente económico sino político, en particular por
el hecho de que el partido mayoritario, el peronismo, estaba proscrito y de que los militares
intervinieron permanentemente en la vida pública.

Vemos, por el contrario, desde el punto de vista económico, un proceso de crecimiento


importante, que entre 1945 y 1963 padeció diversas crisis en la balanza de pagos y brotes
inflacionarios, pero que luego, entre 1964 y 1974, tuvo un período de ascenso ininterrumpido,
superando esos problemas cíclicos, con una tasa promedio del cerca de 5 % anual. Sin embargo,
desde el punto de vista político lo que se observa es una grave y seria inestabilidad que termina
con el golpe de estado de 1976, lo que de ninguna manera reflejaba el agotamiento del proceso
de industrialización.
MARCELO DIAMAND
LA ESTRUCTURA PRODUCTIVA DESEQUILIBRADA
ARGENTINA Y EL TIPO DE CAMBIO

INTRODUCCIÓN.

El ingeniero polaco que falleció en 2007 no tuvo formación académica como economista, pero su
actividad empresarial lo llevó a observar el funcionamiento de la economía argentina y sus
particularidades. Tanto es así que llega a escribir la estructura productiva desequilibrada argentina
y el tipo de cambio en 1972, volviéndose referencia obligatoria para todo aquel que defienda ideas
heterodoxas en economía.

¿De qué se trata eso de la estructura productiva desequilibrada? Fácil de comprender para un
empresario industrial, consciente de sus intereses sectoriales. Diamand critica muchas de las
políticas económicas aplicadas en el país, y a muchos de sus defensores, por estar basadas en
ideas producidas en países sin la característica distintiva de la Argentina: un sector primario
(agropecuario) con una productividad muy alta, competitiva en términos internacionales, y un
sector industrial que si fuera librado a la suerte del mercado no podría sostenerse, por su baja
productividad. Es importante aclarar, como lo hace Diamand, que dentro de la industria no todos
los sectores necesitan de “protección”.

Para empezar es bueno aclarar qué es eso de la productividad. Es una medida de desarrollo de
un país y la misma consiste en la relación entre lo que el mismo produce y la mano de obra que
requiere. O sea, la cantidad de horas hombre utilizadas para generar el producto, que se
estandariza midiéndolo en alguna unidad monetaria. Como la comparación internacional requiere
la misma medida, se hace en dólares (PBI per cápita). Y ahí es donde aparece el tipo de cambio:
para salvar las diferencias de competitividad en el mercado internacional, existe la política
cambiaria (el manejo del tipo de cambio). El problema es cuál es el tipo de cambio “adecuado”
para un país como la Argentina. Porque si se fija al nivel de la industria, se le estará dando una
altísima rentabilidad al agro, mientras que si se fija al nivel de equilibrio de este último, se condena
a la industria a la quiebra.

Veamos un ejemplo vinculado al texto de Diamand: el agro argentino, para producir por un millón
de pesos necesita muy poca mano de obra (por las características del suelo y el clima, y en la
actualidad, por el paquete tecnológico de siembra directa y pesticidas). En cambio, cualquier
industria, para generar la misma cantidad de producto (un millón de pesos), requiere, desde ya,
muchos más empleados y maquinaria (generalmente importada).

Partiendo de eso, Diamand señala que la argentina, a diferencia de los países desarrollados, tiene
una estructura productiva con dos sectores de productividad muy diferentes: la industria y el agro.
El primer sector, necesita de divisas (dólares) para su funcionamiento y aumenta la demanda
cuando está en crecimiento. Por otro lado, el agro es quien provee esas divisas ya que es
exportador neto (vende al mundo más de lo que compra del mismo). Esto es así por lo que
señalábamos anteriormente: la industria no llega a ser competitiva a nivel internacional (por su
baja productividad actual) mientras que el agro sí lo es.

Entonces vemos que tenemos dos inconvenientes a resolver: el primer lugar, cómo fijar el tipo de
cambio que dé incentivos a la industria sin generar transferencias de ingresos injustificadas al
agro (que, por otro lado, desincentivarían las inversiones industriales) y en segundo término, cómo
resolver la falta de dólares que se genera con el crecimiento industrial (la llamada restricción
externa).
Para el primer conflicto Diamand propone algunas soluciones, entre ellas un tipo de cambio
diferenciado: uno para la industria y otro para el agro. Y una de las formas de conseguirlo es
fijando un tipo de cambio único (“nominal”) y aplicando retenciones (derechos de exportación) al
agro. Así, lo que efectivamente quedaría vigente, son dos tipos de cambio.

Durante los ciclos de “stop and go” (desde mediados del ´45 a mediados de los ´70) la resolución al
segundo problema era de la siguiente manera: luego de una etapa de crecimiento industrial las
reservas del país (divisas) se iban agotando. El sector primario no puede crecer al mismo ritmo que la
industria (el suelo es limitado y las tierras no utilizadas son las menos productivas) por lo tanto se
producía una devaluación, encareciendo las importaciones y bajando el salario real. Esto generaba un
menor consumo y “ahorraba” divisas por dos vías: al caer el consumo había más saldos exportables y
menos importaciones. Así, se recuperaban reservas y se podía reiniciar el ciclo del “go”. Es de resaltar
que este tipo de funcionamiento generaba cambios bruscos en las estructuras de precios y costos
sociales elevados en los momentos de la devaluación. Se hacía cerrar los números pero
“con la gente afuera”, con caídas en el consumo Estos son los dilemas que plantea Diamand y
que son de una actualidad innegable. Entender el planteo del empresario industrial nos permite
pensar con mayor claridad los desafíos actuales.

TEXTO:

En una serie de trabajos publicados en el transcurso de los últimos años hemos insistido en que la
incapacidad del país de salir de su estancamiento y las recurrentes crisis de las que padece se
originan en un divorcio entre las ideas de la. sociedad argentina y la realidad. Dichas ideas se
derivan de las teorías económicas tradicionales y se basan en propiedades de las estructuras
productivas de los países industriales, muy diferentes a las que tiene un país exportador primario
en proceso de industrialización como la Argentina. Sin embargo, se aplican obstinadamente, sin
que la sociedad se percate de que ni las ideas ni las prioridades operativas que surgen a partir de
ellas corresponden a la realidad. Como resultado de la desorientación resultante, la mayor parte
de los sectores de actividad económica no tiene ni idea de cómo defender sus intereses a incluso
algunos de ellos ejercen sistemáticamente una presión política suicida, totalmente contraria a ellos
(1).

La característica esencial de la nueva realidad económica de los países exportadores primarios en


proceso de industrialización es lo que hemos bautizado como una estructura productiva
desequilibrada. Se trata de una estructura productiva. compuesta de dos sectores de niveles de
precios diferentes : el sector primario -agropecuario en nuestro caso -, que trabaja a precíos
internacionales, y el sector industrial, que trabaja a un nivel de costos y precios considerablemente
superior al internacional. Esta configuración peculiar, ni siquiera imaginada por las generaciones
dedicadas a la elaboración de la teoría económica que hoy se enseña en las universidades, da
lugar a un nuevo modelo económico, caracterizado por la crónica limitación que ejerce sobre el
crecimiento económico el sector externo (2).

En efecto, mientras el crecimiento de la economía -en particular el crecimiento industrial requiere


siempre cantidades crecientes de divisas, el alto nivel de precios industriales que caracteriza a la
estructura productiva desequilibrada impide que la industria exporte. De modo que, a diferencia de
lo que sucede en los países industriales, en los cuales la industria autofinancia las necesidades de
divisas que plantea su desarrollo, el sector industrial argentino no contribuye a la obtención de las
divisas que necesita para su crecimiento. Su abastecimiento queda siempre a cargo del sector
agropecuario, limitado sea por falta de una producción mayor, sea por problemas de la demanda
mundial o por ambas cosas a la vez.

En la etapa inicial de este tipo de desarrollo una rápida sustitución de importaciones hace que la
industria contribuya a mantener equilibrada la balanza de pagos ahorrando divisas.
Posteriormente el proceso sustitutivo se hace cada vez más lento. Se llega finalmente a que la
sustitución como máximo puede alcanzar a neutralizar el incremento de importaciones que trae el
progreso tecnológico por la incorporación de nuevos productos (automóviles, televisión, hilados
sintéticos, etcétera).

A partir de este momento se inicia un proceso de divergencias entre el crecimiento del sector
industrial consumidor de divisas, que no contribuye a producirlas, y la provisión de estas divisas a
cargo del sector agropecuario de crecimiento mucho más lento. Esta divergencia es responsable
de la crisis de balanza de pagos en la Argentina y constituye el principal limitador de crecimiento
del país. La expansión de la producción interna, cada vez que se produce, hace crecer las
importaciones. Una vez que se agotan las reservas, el país se ve forzado a una devaluación. Esta
se produce aun de no mediar un aumento previo de costos, que obligue a restablecer la paridad.
Se trata de una devaluación de otro tipo, que resulta impuesta por el desequilibrio que nace en la
estructura productiva misma, a raíz de la divergencia ya señalada entre el consumo y el
abastecimiento de divisas.

Si el déficit externo apareciera en forma gradual, podría dar tiempo a que se despierte la
conciencia del peligro, y a que se adopten eventuales medidas correctivas. Sin embargo, dicho
fenómeno suele desencadenarse en forma muy brusca, debido a la influencia desequilibrada de
los créditos a corto plazo (3).

LOS CRÉDITOS EXTERNOS

La falta de mercados de capitales y la insuficiencia de los créditos bancarios hace que las
empresas y las entidades financieras locales, confiando en la estabilidad de la moneda, recurran a
créditos y a capitales extranjeros. Contrariamente a lo que se cree, el valor de estos aportes no
reside en su capacidad de suplir la insuficiencia del ahorro nacional, sino en el hecho de que
ingresan al país en .divisas. Estas divisas se convierten en moneda nacional en el mercado de
cambios, siendo compradas por aquellos que necesitan solventar sus operaciones con el exterior.

De este modo, dichas divisas se usan indirectamente para financiar las importaciones y los demás
gastos corrientes del país, compensando así el déficit externo. El eventual exceso es adquirido por
el Banco Central, pasando a acrecentar sus reservas. Sin embargo, a menos que durante la
afluencia de los créditos se produzca el incremento de la capacidad sustitutiva de importaciones o
de la capacidad exportadora, el desarrollo industrial para el consumo interno que continúa gracias
al respiro obtenido, incrementa aún más el consumo de divisas. Se agrega, además, el pago de
los intereses por los nuevos créditos, creciendo así por dos motivos simultáneos el déficit externo
inicial.

Este incremento del déficit hace que para mantener el equilibrio en el mercado cambiario ya no
basta que los créditos se vayan renovando cada vez que vencen. Además, para compensar los
intereses y el aumento de los gastos de divisas que se produce en el ínterin, es necesario que se
vaya incrementando en forma continua al volumen de nuevos créditos a inversiones que ingresan.

El proceso es esencialmente inestable. Basta que se reduzca la entrada de nuevos créditos o que
un problema momentáneo de desconfianza frene el ritmo de las renovaciones para provocar el
desequilibrio en el mercado cambiario con lo cual el Banco Central se ve forzado a vender una
parte de sus reservas. Las entradas de nuevos créditos y las renovaciones se retraen aún más,
culminado el proceso en un pánico generalizado, en una fuga masiva de divisas y en una brusca
devaluación (4).

LA INFLACIÓN CAMBIARIA Y LA RECESIÓN

Dado que el tipo de devaluación que estamos describiendo se origina en características peculiares
de la estructura productiva argentina, también son peculiares sus efectos.

La teoría de la devaluación se basa en la estructura productiva de los países industriales. Dado


que en todos ellos el sector industrial exporta, la devaluación, al hacer más competitiva una amplia
gama de productos industriales, provoca automáticamente el incremento de exportaciones de
esos productos. Por otra parte, las importaciones en una gran proporción no son esenciales para
el funcionamiento de la economía y se efectúan por razones de precio. Por lo tanto, el
encarecimiento de los productos importados que trae la devaluación lleva a que muchos de ellos
sean sustituidos por la producción nacional.

Pero en la Argentina el precio de los productos industriales está demasiado alejado del nivel
internacional para que una devaluación provoque un aumento importante de las exportaciones de
manufacturas. Las limitaciones de oferta y los eventuales problemas de demanda de las
exportaciones agropecuarias hacen que éstas, por lo menos a corto y mediano plazo, respondan
poco al tipo de cambio. Finalmente las importaciones o son esenciales o se producen al amparo
de lagunas en el régimen de protección y el margen de sustitución que logra la devaluación es
pequeño.

El equilibrio externo se restablece, pero por un mecanismo totalmente diferente al que supone la
teoría. La elevación del tipo de cambio produce el aumento de costo de todos los productos
importados, que se propaga a los precios. Al mismo tiempo, el aumento de precio que recibe en
moneda nacional el exportador de productos agropecuarios provoca por arrastre el aumento de
los mismos productos en el mercado interno, lo que se traduce en el alza de precios de los
alimentos. Se desencadena así un tipo muy especial de proceso inflacionario.

Esta inflación, a la que denominamos cambiaría, no proviene del exceso de demanda con
respecto a la oferta, sino que se origina a raíz de las devaluaciones a indirectamente, a raíz del
desequilibrio en el sector externo. La elevación de costos y precios causada por la devaluación
provoca un complejo mecanismo de transferencia de ingresos a favor del sector agropecuario a
costa de la reducción del salario real, y además, cuando la cantidad de dinero no aumenta en
proporción a los costos, provoca iliquidez monetaria. La consecuente disminución de demanda
desencadena una recesión y la caída de actividades. Los gastos estatales se adelantan a las
recaudaciones a causa del aumento de precios. Además, la capacidad contributiva se reduce
debido a la recesión. Ambos fenómenos conducen en forma inevitable al déficit del presupuesto.

De modo que la característica esencial de la inflación cambiaria es el alza de precios internos,


simultánea con la caída de los salarios reales, con la iliquidez, con la disminución del nivel de
actividades y con el déficit del presupuesto, es lo último inducido -o por lo menos muy agravado
por el fenómeno.

Es así que mientras el diagnóstico tradicional atribuye todo fenómeno inflacionario al exceso de
demanda con respecto a la oferta global, en las estructuras productivas desequilibradas aparece una
inflación con recesión, un contrasentido en términos de inflación de demanda. Este tipo peculiar de
inflación, originado en los desequilibrios de la balanza de pagos, en la Argentina suele alternarse
periódicamente y entrelazarse con la inflación de demanda y la inflación de salarios.

La inflación cambiaría constituye una pieza vital en el mecanismo equilibrador de la devaluación


argentina. La recesión que desencadena hace que baje el nivel de la actividad interna, y
disminuya la cantidad de importaciones que requiere el país, recuperándose así el equilibrio
externo.

La mayor sustitución de importaciones y el incremento de exportaciones que, según se supone,


.debería producirse a causa de la devaluación, quedan reemplazadas en la Argentina por un
mecanismo que restablece el equilibrio externo por vía de descenso de la actividad interna.

El desequilibrio en el mercado cambiario, la devaluación forzada por dicho desequilibrio, la


inflación cambiaría y la recesión conforman conjuntamente la crisis de balanza de pagos
argentina. Producido el desequilibrio externo, la devaluación y la inflación avanzan precisamente
hasta el punto de provocar una recesión de suficiente intensidad como para que la reducción de
importaciones vuelva a restablecer el equilibrio en el mercado cambiario.

Lo anterior explica los golpes inflacionarios provocados por las devaluaciones, las transferencias
de ingresos al agro y las recesiones en las que cae periódicamente desde hace veinte años la
economía argentina y cuyos ejemplos más típicos fueron las crisis de 1959 y 1962. En cada una
de las oportunidades citadas la expansión de la capacidad productiva se estrelló contra la
insuficiencia de divisas, haciendo descender la actividad económica desde el nivel determinado
por la plena utilización de la capacidad productiva a un nivel inferior, compatible con la
disponibilidad de divisas, dando lugar, además, a fenómenos inflacionarios conexos.

También tuvo el mismo origen la restricción monetaria que cortó el proceso de expansión
económica de 1969, igual que la devaluación compensada de 1970 que provocó la primera
ruptura del proceso estabilizador. El recrudecimiento actual del proceso inflacionario a raíz de la
reciente devaluación y del gravamen adicional a las importaciones -medidas con las cuales el
gobierno acaba de romper la tregua de ingresos también se origina en el mismo fenómeno de
estrangulamiento externo.

SOLUCIONES PARA LOS DESEQUILIBRIOS EXTERNOS

Sin embargo, no hubiese sido nada difícil evitar que se produjeran estos continuos retrocesos en
el crecimiento del país. El primer paso en este sentido hubiese sido dado por una política correcta
frente al sector agropecuario. Las limitaciones actuales a la exportación agropecuaria se derivan
de una insuficiencia de producción. La producción no aumenta debido a que una explotación más
intensiva de la tierra -el incremento de los rindes por hectárea o la incorporación de tierras
marginadas implican costos crecientes de explotación, o sea -en un ejemplo sencillo la segunda
vaca por hectárea cuesta más que la primera. El obstáculo puede ser superado mediante
incentivos que compensen este incremento de costos.

Sin embargo, cuando estos incentivos se otorgan en forma tradicional, o sea por medio de
devaluaciones, provocan transferencias injustificadas de ingresos a favor de la producción
agropecuaria que ya se obtenían a los niveles anteriores de producción por hectárea. Estas
transferencias se hacen a costa de los ingresos industriales y de los salarios. Las perturbaciones
económicas y sociales que se generan -en particular las consecuencias recesivas que aparecen
resultan insostenibles política y socialmente y den lugar a una onda compensatoria de aumentos
salariales que a corto plazo anula los incentivos otorgados.

Una política de incentivos al agro, compatible con los intereses del conjunto de la sociedad, debe
estimular los aumentos de producción pero sin provocar transferencias gratuitas de ingresos al
agro. En otras palabras, el aumento de ingresos debe corresponder únicamente a la nueva
producción que es la que involucra el mayor costo.

Este objetivo se puede lograr de varias maneras. La más simple es subsidiando las inversiones y
los insumos tecnológicos para el agro, necesarios para el aumento .de producción o para la
incorporación de tierras marginales. La más sofisticada es la combinación de precios
agropecuarios más altos con un impuesto sobre la tierra. El aumento de precios proveería un
incentivo mayor para los aumentos de producción basados en inversiones o mejoras. El impuesto,
sin afectar estos incentivos para la nueva producción, neutralizaría el incremento de ingresos
correspondientes a los volúmenes que ya se estaban produciendo de antes en base a la
explotación extensiva. En otras palabras, el sistema .dejaría mayores incentivos a la segunda
vaca, sin aumentar los ingresos por la primera (5).

Independientemente de una mejor política agropecuaria también hubieran ayudado a mantener el


equilibrio externo políticas sustitutivas más coherentes que las que han existido. El país ha
oscilado entre una sustitución a cualquier costo aun en sectores que trabajan muy por encima de
los precios promedios del sector industrial, y un desaliento a la sustitución incluso en rubros que
trabajan muy por debajo de este promedio. Períodos de restricciones a ultranza que llegaron a
afectar incluso la importación de materias primas a insumos indispensables para hacer funcionar
la. capacidad productiva, se fueron alternando en forma periódica con lapsos en los que bajo
slogans de "eficientismo" se fueron liberalizando globalmente las importaciones y "desustituyendo"
nuevamente los rubros ya sustituidos. Esta situación debería terminar. Debería establecerse un
límite realista al costo de sustitución, compatible con el nivel promedio actual de los costos
industriales y promoverse enérgicamente la sustitución de todas las importaciones que pudiera
hacerse dentro de este límite de costo.

Sin embargo, las políticas de promoción de exportaciones tradicionales y políticas sustitutivas más
coherentes, aunque hubiesen podido aliviar mucho la acción limitante del sector externo, no la
hubieran podido evitar en su totalidad. El nudo central del problema externo reside en las
discrepancias entre las necesidades crecientes de divisas del sector industrial y la capacidad
generadora de divisas por parte del sector primario, cuyo crecimiento, aun en la mejor de las
hipótesis, nunca puede igualarse al del sector industrial. Dejaremos de lado, pues, el análisis de la
política agropecuaria y de la política sustitutiva ya hecho en otros trabajos y nos ocuparemos de la
carencia de las exportaciones industriales, responsable principal de la discrepancia entre la
generación de divisas y el crecimiento.
Dijimos que esta carencia se origina fundamentalmente en el hecho de que la industria trabaja a
precios superiores a los internacionales. Pero estos altos precios no se deben tal como se cree
comúnmente a la ineficiencia de la industria sino a la menor productividad de la industria con
respecto al agro que fija el tipo de cambio. Veámoslo en detalle.

LOS ALTOS PRECIOS INDUSTRIALES Y EL TIPO DE CAMBIO "NATURAL"

Las actividades industriales tienen en todos los países una productividad correspondiente al grado
de desarrollo del país en cuestión: muy baja en Corea, intermedia en Italia y muy alta en los
Estados Unidos. Los precios industriales expresados en términos de hora-hombre varían en forma
diversa a esta productividad y son muy bajos en los Estados Unidos, intermedios en Italia y muy
altos en Corea. Es esta diferencia de productividades y de precios internos la que determina la
diferencia entre los niveles de vida de los tres países.

Sin embargo, los precios industriales de los tres países, aunque distintos desde el punto de vista
del poder adquisitivo interno, cuando se expresan en dólares, resultan aproximadamente iguales.
Esto se debe a que aunque la productividad determina el nivel de vida, no determina precios
internacionales. Estos no dependen de la productividad, sino de la relación entre los costos
internos de un producto y el tipo de cambio. En cada uno de los países tomados como ejemplo el
tipo de cambio se sitúa precisamente en un nivel necesario para que el precio de los productos
industriales al traducirse en dólares se iguale con el precio internacional. Gracias a este
mecanismo de ajuste puede funcionar el comercio internacional y pueden intercambiar su
producción países de tan distintas productividades como Corea y Estados Unidos.

En la Argentina este mecanismo no funciona debido a la presencia de otro sector que es el


agropecuario y que, en virtud de ventajas especiales provistas por la naturaleza, tiene una
productividad particularmente alta. Dado que el tipo de cambio se fija sobre la base de este sector
privilegiado, no resulta adecuado para el sector industrial de una productividad menor. Es así que
los precios industriales, expresados al tipo de cambio agropecuario que no les corresponde,
resultan más altos que los internacionales.

De modo que la sobreelevación de los precios industriales argentinos sobre el nivel internacional
no se debe a una productividad industrial particularmente baja -la productividad de cada país es
como es y resulta un fiel reflejo del grado de desarrollo alcanzado -, sino que se debe a la menor
productividad relativa de la industria argentina frente al agro argentino. De la misma forma, los
altos precios industriales en Venezuela se deben a la incapacidad de la industria focal de competir
con el petróleo venezolano y los altos precios industriales chilenos a su incapacidad de competir
con el cobre chileno, etcétera.

Repasemos entonces todo el razonamiento. Independientemente del hecho de que una política
agropecuaria y sustitutiva mejor concebida hubiera permitido aliviar el problema externo, la causa
principal de éste es la falta de exportaciones industriales, originada en altos precios del sector
industrial. Estos altos precios a su vez se generan, por un lado, debido a una menor productividad
relativa del sector industrial frente al sector agropecuario y, por el otro -y esto es de importancia
fundamental -, debido a que este sector agropecuario sirve de base al tipo de cambio (6).

El hecho de que el tipo de cambio está fijado en base al sector más productivo se convierte en el
determinante central de la falta de exportaciones industriales a inicia la cadena de
acontecimientos que culmina con las crisis y con el estancamiento argentino. Sin embargo este
hecho central del cual derivan las múltiples deformaciones de la economía argentina no refleja
ninguna ley de naturaleza, sino que se arrastra por tradición desde las estructuras productivas
equilibradas. Si se preguntara cuáles son las razones que motivan la coincidencia entre el tipo de
cambio y el sector primario, los interrogados tendrían una gran dificultad en encontrar una
respuesta precisa y la reacción más probable sería decir que este tipo de cambio es el natural. Se
incurriría así en uno de los estereotipos más persistentes y más alejados de la realidad que traban
el análisis y la acción de las estructuras productivas desequilibradas.

La noción de un tipo de cambio "real", "natural", "de equilibrio", o de "paridad correcta" de la


moneda es uno de los conceptos transmitidos prácticamente desde la cuna y firmemente
arraigados en, la mentalidad colectiva. Sin embargo, aunque todo el mundo acepta su existencia
como un dogma indiscutible, nadie tiene una clara idea de cómo surge y cómo se forma. Cuando
se exige una definición más clara surgen una serie de respuestas en las que se entremezclan -a
menudo en forma incoherente y contradictoria las nociones de paridad de equilibrio, de paridad
histórica y de paridad de poder adquisitivo. Según ellas, el tipo de cambio real sería
respectivamente el que surgiría de un mercado libre, el que mantuviera la relación histórica entre
el precio de las divisas y los costos internos o, finalmente, aquel que equiparase los precios
internos con los internacionales.

Sin embargo, en la Argentina, cuya estructura productiva descansa sobre el régimen restrictivo de
comercio exterior, la búsqueda de pautas objetivas para la fijación del tipo de cambio es ilusoria,
ya que el concepto del tipo de cambio "real" en sí, cualquiera que sea el criterio que se aplique, se
basa en la premisa de libre comercio internacional, que no existe ni tampoco puede existir en la
actual estructura productiva argentina.

EL CRITERIO DE LIBRE CAMBIO

El criterio más difundido identifica el tipo de cambio "real" o "natural" con aquel que resultaría del
libre juego de oferta y demanda en un mercado libre de cambios. Sin embargo, la demanda de
divisas en la Argentina está controlada mediante un régimen de derechos de importación y
mediante otras restricciones que la regulan. Por lo tanto, el tipo de cambio que surge como
resultado del tal llamado libre juego de oferta y demanda no tiene mucho de "libre" y ni de "real".
En este caso el mercado libre se diferencia del mercado controlado únicamente en que la
demanda de divisas en vez de controlarse directamente, se restringe por vía indirecta, a través de
un régimen de importaciones tan "arbitrario" o "intervencionista" como el control directo.

La conclusión que se desprende, pues, es que la libertad cambiaria es un mito y que, ya que los
controles existen, por lo menos hay que diseñarlos para que aseguren el equilibrio externo
Compatible con el crecimiento interno.

Los sostenedores del cambio de "equilibrio" no lo ven así. Cuando se les señala la incongruencia
de hablar de un tipo de cambio de equilibrio en medio de los controles indirectos, responden que
precisamente lo que habría que hacer es eliminar todos estos controles, o sea todas las
restricciones al intercambio. Según ellos, si se procediera a eliminar todos los derechos de
importación, el tipo de cambio se colocaría en su valor "real" o "de equilibrio" y desaparecerían los
problemas del sector externo. Sin embargo, cuando se habla del valor "real" de la divisa, se
presupone siempre que este valor "real" se refiere a una cierta estructura productiva, existente en
un momento dado. La supresión de la protección llevaría la demanda de divisas en un primer
instante a valores varias veces superiores a los actuales. La necesidad de reducir esta nueva
demanda a nivel de la oferta forzaría a una devaluación muy intensa, la que provocaría un
traslado masivo de ingresos hacia el agro, una caída brusca del salario real, una reducción de la
demanda efectiva y una consecuente recesión.

Estos efectos, que acompañan a todas las devaluaciones argentinas, se verían tremendamente
agravados por la desaparición de los derechos de importación, ya que la única protección que
quedaría para las actividades industriales sería un tipo de Cambio más alto que el actual. Aunque
la diferencia con respecto al tipo de cambio actual fuese sustancial, nunca compensaría la
desaparición de los derechos a la importación. Las actividades que necesitan una protección
mayor a la que sería provista por este nuevo tipo de cambio -probablemente la mayor parte de las
actividades industriales del país desaparecerían por la influencia de la competencia externa. El
masivo desempleo, a su vez, quitaría mercado, incluso a aquella parte de la industria que opera
en condiciones más competitivas. El resultado sería una virtual destrucción de la capacidad
industrial del país y una violenta Caída de ingreso y un masivo desempleo, incomparablemente
mayor que el que se dio en cualquiera de las recesiones habidas hasta ahora.

Ahora bien, la coexistencia de un sector industrial de productividad relativa menor con un sector
primario más productivo es contraria al principio de la óptima división del trabajo internacional de
la economía clásica, ya que, a la luz de este principio, aparece como una asignación ineficiente de
recursos.
De ahí el verdadero significado del calificativo "ineficiente" que se le da a la industria. Aplicando
correctamente el pensamiento clásico -y no en forma deformada como trasciende a la opinión
pública las actividades industriales no serían ineficientes operativamente, o sea, en el sentido de
que Las mismas actividades podrían producir a. un costo menor si quisieran y si se preocuparan.
Serían ineficientes, en cambio, a la luz de este pensamiento, porque en las condiciones del país
representarían una asignación ineficiente de recursos y no debieron haber surgido como tales. Es
por ello que la corriente liberal del país, cuyo pensamiento descansa sobre la teoría clásica,
cuestiona fuertemente las políticas que condujeron a la aparición de la estructura productiva
desequilibrada actual y quita legitimidad a la realidad económica que surgió en base a ella.
Desemboca así en una actitud intelectual muy peculiar: le atribuyen a la estructura productiva
existente características de una estructura hipotética que presuntamente "debería existir", y
explican las discrepancias con la estructura existente alegando su carácter .de patológica. La
actitud en materia cambiaria es perfectamente consistente con este enfoque de base: se sigue
sosteniendo firmemente la existencia de un tipo de cambio de equilibrio, y la inexistencia de este
equilibrio en el mundo real se atribuye a las "distorsiones" a "ineficiencias" de la realidad.

Aun reconociendo los múltiples errores del proceso de industrialización en la Argentina, por
razones que se señalarán más adelante, discrepamos con el diagnóstico liberal en cuanto califica
de ineficiente a una estructura productiva por el solo hecho de estar desequilibrada. No obstante,
supongamos como hipótesis de trabajo que esta calificación sea acertada, y que si hubiese estado
en nuestro poder evitarlo, la estructura productiva desequilibrada nunca hubiese surgido.

Así y todo tenemos que partir de la base de que dicha estructura productiva hoy es un dato de la
realidad y existe independientemente de nuestra aprobación o desaprobación. Frente al hecho
caben únicamente dos posturas coherentes. La primera es reconocer la situación de partida y
tratar de crecer a partir de ella. En este caso, independientemente de tratar de encaminar el futuro
crecimiento en forma más acorde con las pautas dadas por las ventajas comparativas, el primer
paso sería crear condiciones para que este crecimiento se opere. Sería necesario analizar
adecuadamente la estructura productiva existente y definir sus instrumentos de política económica
necesarios para crecer. Dentro de esta técnica se hace inevitable reconocer que en la estructura
actual -guste esto o no guste el tipo de cambio de equilibrio no existe.

Otra alternativa coherente sería seguir sosteniendo la existencia de un tipo de cambio de equilibrio
y actuar sobre la realidad para adecuarla al esquema: abogar por la abolición de todas las
restricciones de importación y estar dispuesto a afrontar las consecuencias destructivas que este
paso traería.

Sin embargo, esta segunda postura en las condiciones reales en las que se encuentra el país es
totalmente utópica, a tal grado que ni siquiera los liberales más fanáticos se atreven a proponerla
seriamente. La corriente liberal cae, entonces, en una actitud intermedia y totalmente incoherente.
Por un lado acepta la existencia de la estructura productiva actual, considerándola como un mal
inevitable. Por el otro, le sigue dando el carácter de patológica y se niega persistentemente a
reconocer a nivel intelectual sus propiedades reales, manejándose conceptualmente en un mundo
fantasioso de estructura productiva equilibrada, que no tiene nada que ver con la realidad.

EL CRITERIO HISTÓRICO

Abandonado el criterio de libre cambio, el segundo enfoque que surge para determinar el tipo de
cambio "natural" puede ser el histórico. Tomándose como base la relación del tipo de cambio y de
los precios internos en un cierto lapso, dicha relación se consideraría como una guía para el
futuro. Sin embargo, el mantenimiento de una relación constante entre el tipo de cambio y los
precios internos depende de varios parámetros

a. El mantenimiento de la misma participación en el producto bruto y de la misma


productividad relativa de todos los sectores: del sector exportador tradicional que comercia al
cambio nominal, del sector industrial protegido y del intrínsecamente no comerciable (servicios a
inmuebles).

b. El mantenimiento de la misma distribución de las cargas fiscales entre estos tres


sectores (que contribuye a determinar los precios relativos).
c. El mantenimiento del mismo régimen de protección a través del tiempo.

d. La constancia de los términos de intercambio, o sea la relación de precios mundiales


entre los productos exportables a importables.

e. El mantenimiento de los mismos objetivos de la política económica.

Dichos parámetros no sólo no se mantienen constantes a través del tiempo sino que varían
constantemente. Incluso, la variación de alguno de ellos es el acompañante obligado del
desarrollo de las estructuras productivas desequilibradas. De modo que el enfoque histórico no
provee ninguna guía útil.

EL CRITERIO DE LA PARIDAD DE PODER ADQUISITIVO

El tercer criterio de cambio "real" prescinde del mecanismo del mercado cambiario y del enfoque
histórico y trata de determinar el tipo de cambio en base a. la paridad de poder adquisitivo interno.
Se supone que la relación de tipos de cambio entre dos países debe ser tal que sus precios
internos resulten iguales, ya que de no mantener los tipos de cambio esta relación, se produciría
un flujo de comercio que desequilibraría su balanza de pagos. El país en cuestión se vería
obligado a devaluar, con lo que se llegaría a la situación de equilibrio caracterizada por la igualdad
de precios internos.

Este es precisamente el mecanismo descripto antes que permite a los distintos países comerciar
entre sí, a pesar de las diferentes productividades. Pero el funcionamiento del mecanismo que
lleva a la igualación de poderes adquisitivos internos se basa en la premisa implícita de que no
existe ningún régimen de protección, ya que únicamente en este caso la desigualdad de precios
se traduce en un aumento de importaciones.

En las estructuras productivas desequilibradas, nacidas al amparo de fuertes regímenes de


protección, la premisa de libre comercio no se cumple. Precisamente este incumplimiento permite
surgir a la estructura productiva desequilibrada ya que posibilita el crecimiento del sector industrial
de precios relativos mayores que el sector exportador primario. Por lo tanto, un tipo de cambio
capaz de igualar los precios del sector exportador con los internacionales es incapaz de igualar
con ellos los precios industriales, ya que todo el sector industrial funciona en un nivel más alto de
precios.

Esto significa que en las estructuras productivas desequilibradas desaparece la paridad única de
poder adquisitivo y aparece un espectro de paridades múltiples -paridad agropecuaria y paridad
industrial y dentro de esta última, diferentes paridades correspondientes a distintas industrias.

Nace así de hecho una estructura múltiple de cambios, cada uno de ellos adecuado a la paridad
del sector que representa. Sin embargo, la implementación de un sistema explícito de cambios
múltiples discrepa con las reglas de juego del comercio internacional y con la teoría económica en
vigencia, las que presionan hacia un tipo de cambio único. Pero si el tipo de cambio es único, no
puede coincidir con todas las paridades a la vez, sino con una sola de ellas. Como solución al
dilema se crea un tipo de cambio nominal, que coincide con una de las paridades y un sistema
paralelo formado por vía de derechos a la importación, cada uno de los cuales provee la
adecuación de la paridad a la productividad del sector de actividad al que corresponde. Estos
derechos, sumados al cambio nominal, de hecho pasan a desempeñar el papel de estructura de
cambios múltiples, los que reflejan y al mismo tiempo determinan la estructura interna de precios.
La reflejan, ya que deben ser lo suficientemente altos para que las actividades industriales
subsistan frente a la competencia externa. A1 mismo tiempo la determinan por la incidencia de los
gravámenes a la importación en el costo de las materias primas, de los productos semielaborados
y de los bienes de capital importados, que intervienen en la producción.

El nombre de "protección" que reciben estos gravámenes es otro de los resabios de las
estructuras productivas equilibradas. Cuando el sector exportador que fija el tipo de cambio es
representativo de la economía del país, o sea de una estructura de costos y precios que puede
considerarse "normal", los productos cuyo precio es superior a este nivel "normal" para poder
defenderse de la competencia internacional deben contar con una. "protección" nombre con claras
connotaciones de un régimen de excepción.

Pero en las estructuras productivas desequilibradas toda la política lleva deliberadamente al


crecimiento del sector "protegido”, con lo cual los criterios de lo "normal" y de lo "anormal"
deberían variar en forma paralela. Cuando, tal como sucedió en la Argentina, el sector industrial
llega a duplicar el aporte que efectúa el sector primario al producto bruto, se pierde definitivamente
todo justificativo racional de seguir considerando la productividad de este último como una
referencia normal para toda economía.

En este caso se pasa claramente a una economía compuesta por dos sectores de productividades
específicas diferentes –el sector industrial a su vez con grandes diferencias de productividades
internas sin que ninguno de ellos pueda considerarse a priori como normal.

LAS IMPLICANCIAS DEL TIPO DE CAMBIO NOMINAL FIJADO EN BASE AL SECTOR


PRIMARIO MÁS PRODUCTIVO

Una vez visualizado que en la estructura productiva desequilibrada no existe ni un tipo de cambio
de equilibrio, ni se puede aplicar el criterio histórico, ni tampoco existe una paridad única de poder
adquisitivo, sino una estructura múltiple de paridades, decidir con cuál de las paridades de esta
estructura corresponde hacer coincidir el tipo de cambio nominal es una elección totalmente libre
que implica, consciente o inconscientemente, ciertos objetivos económicos. Lo lógico sería que
estos objetivos implícitos coincidan con los objetivos explícitos que fija a nivel político la sociedad.
Desafortunadamente, sucede exactamente lo contrario.

La elección usual es fijar el tipo de cambio nominal en base al sector más productivo o por lo
menos muy cerca de él. Esta decisión, que parece "obvia" y "natural", en realidad constituye la
herramienta tradicional para preservar el equilibrio de la estructura productiva. Cuando se adopta
este criterio, todas las actividades de una productividad relativa menor que la del sector elegido
como base para el régimen cambiario resultan con precios mayores que los internacionales y se
ven impedidos de subsistir por la competencia mundial. En otras palabras, el criterio de hacer
coincidir el tipo de cambio con el sector más productivo es la expresión consciente o inconsciente,
del propósito de asegurar el principio de ventajas comparativas. Este propósito se ve alterado
frecuentemente por la aparición de actividades protegidas, pero éstas tal como dijimos tienen una
clara connotación de "excepcionalidad". La imposibilidad de exportar por parte de las nuevas
actividades asegura y refirma esta "excepcionalidad".

El desarrollo industrial de los países como la Argentina significa un abandono deliberado de


ventajas comparativas, la creación de un desequilibrio dentro de la estructura productiva y la
promoción del crecimiento industrial, o sea la promoción del crecimiento del sector de una
productividad relativa menor. Conservar los instrumentos cambiarios diseñados precisamente para
obstaculizar el camino que se está emprendiendo es un monumental contrasentido en el que caen
la mayoría de los países exportadores primarios en proceso de industrialización.

Vimos que este proceder contradictorio lleva de hecho a la necesidad de crear un régimen de
cambios múltiples por vía de derechos de importación, cuya misión es reflejar las paridades de
poder adquisitivo de diferentes sectores de actividad. Pero dichos seudocambios constituyen una
solución nada más que parcial. Su grave defecto consiste en que la estructura que forman es
asimétrica y funciona solamente para las importaciones, mientras que para las exportaciones
industriales sigue vigente el cambio nominal basado en la paridad correspondiente al sector
primario.

De este modo, se pretende que los mismos productos industriales, cuya menor productividad
relativa se reconoce por medio de tipos de cambio importadores muy superiores al nominal, se
exporten en base a un tipo de cambio primario que no les corresponde. Es esta asimetría
cambiaria la que imposibilita el desarrollo de las exportaciones industriales, obliga a seguir el
camino autárquico y lleva al callejón de la política sustitutiva, caracterizado por la imposibilidad de
autofinanciar en divisas el desarrollo y por periódicas crisis que tienden a desindustrializar el
país7.
Es así que mientras la voluntad política impulsa hacia el desarrollo industrial, los instrumentos
heredados de otras estructuras y mantenidos por tradición impulsan -sin que la sociedad se
percate de ello hacia la desindustrialización. La situación se parece al famoso tejido de Penélope,
que avanzaba de día y se deshacía de noche.

UN ENFOQUE CAMBIARIO APROPIADO FRENTE A LA ESTRUCTURA PRODUCTIVA


DESEQUILIBRADA

Una vez visualizada la contradicción entre la realidad de la estructura productiva desequilibrada y


la colocación del tipo de cambio nominal al nivel del sector más productivo, se hace clara, la
necesidad de modificar la estructura cambiaria.

Dicha modificación puede instrumentarse de varias maneras alternativas. La primera de ellas sería
similar a lo que se, suponía debió haber sido la devaluación compensada de 1967 -una fuerte
devaluación, acompañada de fijación de derechos a la exportación tradicional, que dejarían en el
mismo lugar anterior al tipo de cambio exportador agropecuario y acompañada también de una
disminución de derechos a la importación que dejaría sin alterar los tipos de cambio importadores
(8).

La segunda variante puede ser similar a la que se está tratando de hacer ahora -un
desdoblamiento del tipo de cambio en uno comercial y otro financiero y la negociación en el
mercado financiero en porciones variables según el grado de elaboración de las exportaciones
industriales.

La tercera variante puede ser un sistema de draw-back generalizado que compense la


sobreelevación del precio de las materias primas y bienes intermedios -incluso cuando éstos son
de origen local o un sistema de reintegros que oficie como una estructura implícita de tipos de
cambio exportadores (9). Dejando de lado, por quedar fuera de los límites de este trabajo, el
análisis de las diferencias entre estos esquemas, su denominador común es la compensación de
la sobreelevación de los precios y costos industriales internos por encima de los internacionales,
que constituye la característica esencial de las estructuras productivas desequilibradas.
Cualquiera que sea el esquema -o combinación de esquemas-, tiene que cumplir una condición:
tiene que existir un consenso a nivel de los sectores dirigentes de que se está tomando una
medida en la estructura real de productividades y no de un estímulo temporario otorgado de
lástima a una industria ineficiente. Únicamente en este caso se podrá hacer una promoción
realmente enérgica y además darle el carácter verdaderamente estructural y permanente a la
medida. Lo esencial es evitar que los incentivos otorgados por una repartición se anulen por
disposiciones tornadas en otra, queden abolidos por el próximo gobierno o se diluyan
gradualmente a través de una política de cambio estable frente a los costos internos crecientes.
La exportación no es un negocio de un día y ante todo requiere expectativas de permanencia de
incentivos. Las continuas contramarchas en este sentido constituyen la mejor manera de
desalentarla.

¿QUIÉN PAGA LA PROMOCIÓN?

La pregunta obligada que surge siempre frente al tema es quién paga la promoción de
exportaciones. La respuesta es que en algunos casos no la paga nadie, ya que los fondos se
originan en el crecimiento que no se hubiese operado de no existir dicha promoción, y en otros el
peso de la promoción queda repartido entre el crecimiento y algunas transferencias de ingresos
convenientes para la economía.

Partamos del supuesto razonable de que, de no existir el problema externo, el país podría crecer
en base a su propio ahorro en un 6 por ciento anual. Supongamos también que:

a) la sustitución de importaciones ya operada y la que se va a operar en el futuro permite


mantener el gasto de divisas en un 10 por ciento del producto;

b) las exportaciones tradicionales alcanzan justo para cubrir este 10 por ciento y se
mantienen invariables.
En este caso, si el país quiere crecer, el financiamiento de este crecimiento en divisas debe
provenir de las exportaciones industriales. Manteniendo la hipótesis del 6 por ciento de
crecimiento, las exportaciones deben ir aumentando anualmente en 0,1 del 6 por ciento, o sea en
un valor equivalente a 0,6 por ciento del producto.

Partamos de la premisa de que para posibilitar dicho crecimiento se requiere un subsidio igual al
50 por ciento del valor de las exportaciones. En este caso el subsidio permitiría lograr
exportaciones industriales por valor equivalente a 0,6 por ciento del producto, y permitiría financiar
en divisas un crecimiento del 6 por ciento del producto, crecimiento que de otra forma no se
hubiese operado. La relación entre la inversión fiscal y el beneficio a obtenerse es más que
favorable y muestra claramente la eficiencia macroeconómica de la promoción de exportaciones.

Nos referimos a la inversión fiscal y no al gasto, debido a que el fisco recupera ampliamente la
erogación. Las recaudaciones fiscales son aproximadamente proporcionales al producto. Dentro
de una hipótesis modesta de una recaudación en concepto de derechos a la importación y de
impuestos internos equivalente al 15 por ciento del producto, el crecimiento del 6 por ciento
permitirá elevar los ingresos fiscales en 0,9 por ciento -un ingreso 3 veces mayor que el que sería
necesario para compensar los subsidios. Este superávit es necesario ya que no debemos olvidar
que los gastos fiscales también aumentan a medida que el producto crece, aunque no en la
misma proporción10. Dentro de la variante de un tipo de cambio financiero más alto -tal como se
da en la devaluación compensada o en un doble mercado cambiario-, una parte del costo ni
siquiera recae sobre el fisco, sino sobre las transferencias financieras que se ven encarecidas. En
este caso, la promoción se paga parcialmente por el crecimiento mismo, y parcialmente por el
turismo hacia afuera, licencias, fuga de capital del país, etcétera -o sea también a costa del
encarecimiento de ciertos gastos en divisas.

Aunque la, hipótesis que habíamos adoptado fue altamente simplificada y las limitaciones de
crecimiento del sector primario fueron exageradas, se llega a conclusiones similares suponiendo,
por ejemplo, que el crecimiento de exportaciones agropecuarias permite crecer al 3 por ciento y
las exportaciones industriales son necesarias para cubrir el otro 3 por ciento o con cualquier otra
hipótesis similar.

¿PROMUEVE EL USO INEFICIENTE DE RECURSOS LA PROMOCIÓN DE EXPORTACIONES


INDUSTRIALES?

El primer punto que hay que analizar en conexión al tema es la validez de la postura liberal que
identifica toda industrialización que implica el desequilibrio de la estructura productiva -o sea la
industrialización basada en tipos de cambio diferenciados con una asignación ineficiente de
recursos. Para ello debemos tomar en cuenta que las condiciones reales del mundo actual son
totalmente diferentes a las premisas que dieron lugar a la economía clásica y que, por lo tanto, los
criterios clásicos de óptima asignación de recursos y de la división internacional del trabajo deben
ser drásticamente revisados.

Independientemente de las tan mentadas restricciones a la demanda, mundial para productos


primarios -a veces exagerados en lo que se refiere al agro argentino y de la incapacidad de las
actividades primarias de dar empleo a toda la población, el desarrollo tecnológico introduce una
nueva premisa al análisis. La productividad industrial aumenta automáticamente con la
incorporación de tecnologías, con las economías externas derivadas de la proximidad física de
diferentes industrias complementarias, con el entrenamiento de la población, con la difusión de
técnicas de manejo empresario y de organización -en suma con el grado de industrialización del
país. Este carácter creciente de la productividad industrial hace que el concepto de ventajas
comparativas se vuelva totalmente dinámico. Muchas de las actividades que a la luz del principio
de ventajas comparativas representaban el use ineficiente de recursos hace 10 años, dentro de la
estructura actual ya se pueden considerar como eficientes incluso a la luz de este principio y
muchas de las que todavía no lo son hoy, lo serán dentro de los próximos 10 años.

Sin embargo, estas actividades industriales nunca hubiesen podido surgir y pasar su etapa de
menor productividad si su nacimiento hubiese sido condicionado por ventajas comparativas
inmediatas, tal como sucede cuando la política económica se inspira en la economía clásica. Es
por ello -e independientemente de las actuales restricciones de demanda y de oportunidades de
empleo en el sector primario que creemos firmemente que la industrialización de los países
exportadores primarios, incluso cuando pudiera parecer ineficiente a, la luz de la teoría clásica, es
en realidad altamente deseable, aunque para realizarla haya que apartarse por algunas décadas
del principio de ventajas comparativas. Es muy sugestivo que precisamente éste fue el camino
recorrido en su época prácticamente por todos los países industriales que hoy, una vez que
entraron al club de los poderosos, se convierten en defensores acérrimos del principio de las
ventajas comparativas.

Empero, tal como ya dijimos al analizar la inexistencia del tipo de cambio de equilibrio, no es
necesario compartir esta opinión para llegar a la conclusión de que la Argentina necesita una
estructura cambiaria más racional. La estructura productiva desequilibrada argentina existe y ante
su existencia caben únicamente dos actitudes coherentes: aceptarla como un dato de la realidad o
tratar de retornar a una economía agropecuaria. La última tentativa explícita de desindustrializar el
país se hizo en el año, 1962, momento a partir del cual el desarrollo industrial se convierte en un
valor social que ninguna corriente política se atreve a cuestionar abiertamente.

La contradicción entre una estructura productiva industrial considerada "ineficiente" y la imposibilidad


práctica de terminar con esta "ineficiencia" lleva a un manejo cambiario "vergonzante", el que se realiza
mediante una estructura disimulada de cambios importadores, también vergonzantes. Los ministros y
los secretarios de estado se desentienden sistemáticamente de este instrumento "patológico",
relegándolo a nivel de funcionarios de tercer y cuarto nivel. Dentro de un vacío total creado por falta de
directivas, el manejo de derechos de importación se rige por presiones sectoriales y por la ideología de
los funcionarios de turno, frecuentemente en contradicción con objetivos explícitos de la política
económica. Se cae así en el peor procedimiento de todos: en un régimen cambiario improvisado,
incoherente y asimétrico que no sólo impide crecer a la economía, sino que de hecho impulsa a
una ineficiencia cada vez mayor y a desequilibrios cada vez más pronunciados de la estructura
productiva.

Es importante destacar este último hecho, o sea que la negativa de reconocer explícitamente el
grado de desequilibrio de la estructura productiva existente no sólo impide crecer, sino también
conspira en contra de la asignación más eficiente de recursos en el futuro. La imposibilidad de
exportar productos de industrias relativamente más productivas que podrían competir en el
mercado internacional en base a un dólar que –digamos no superase más que en un 70 por ciento
al dólar agropecuario, lleva a las periódicas crisis de balanza de pagos. Estas -tal como sucedió
en 1959, tal como se vieron forzadas a hacer a pesar de su ideología liberal las autoridades en
1962 y tal como va a suceder en forma inexorable en el futuro cercano obligan a regímenes cada
vez más restrictivos de importaciones, los que impulsan a la aparición de actividades industriales
relativamente menos productivas, que nunca hubiesen surgido por decisiones explícitas si no
existiese la presión de la balanza de pagos. En otras palabras, la negativa de aceptar como
legítimo el promedio de productividad industrial existente por la sola gravitación de los hechos
lleva a la aparición obligada de actividades sustitutivas de una productividad mucho menor que
este promedio.

Más grave todavía es el efecto de las periódicas crisis sobre la eficiencia operativa de las
actividades ya existentes. Permanentes problemas financieros, continuos vaivenes en las reglas
del juego, baja rentabilidad industrial y la existencia casi permanente de capacidad productiva
ociosa impiden concentrar los esfuerzos empresariales en las mejoras organizativas y de manejo
y desalientan la tecnificación y las inversiones tendientes al aumento de la productividad industrial.

En suma, aun poniéndose en la posición liberal y suponiendo que el grado de productividad del
sector industrial argentino pudiera considerarse anormalmente bajo, no existe un medio mejor de
perpetuar esta situación que las crisis del sector externo motivadas por la negativa de reconocer el
grado de productividad existente como un dato de La realidad.

Para terminar, es imprescindible señalar que la oposición a las medidas que pudieran desbloquear
el crecimiento se debe en gran medida a la desorientación analítica. La mayor parte de los
economistas, de los funcionarios y de los factores de poder que obstaculizan la adopción de
instrumentos que pudieran solucionar los problemas del sector externo no se dan cuenta ni
remotamente de las consecuencias de sus actos. No tienen ni idea de que están haciendo
implícitamente una opción a favor de la corriente "saneadora" de la economía y del retorno al país
agropecuario, posturas a las que de ningún modo prestarían su adhesión explícita. Es así que,
como se dijo al comienzo, sectores muy importantes del país -fundamentalmente el sector
empresario industrial- se oponen y bloquean medidas conducentes al crecimiento únicamente a
causa del sometimiento cultural a ideas tradicionales, que los lleva a ejercer una presión política
en contra de sus intereses. La crónica incapacidad de "despegar" que muestra el país no es más
que el resultado inevitable de esta desorientación conceptual.

NOTAS

1 La desorientación generalizada, originada en la incomprensión de este nuevo modelo y el debate estéril al


que da lugar fueron analizados exhaustivamente por el autor en "Seis falsos dilemas en el debate
económico nacional" (El Cronista Comercial, enero de 1971 y Cuaderno del Centro de Estudios Industriales,
no 5).

2 La descripción detallada del modelo puede verse en "Por qué fallan en Argentina las teorías económicas",
del autor (revista Competencia, febrero de 1971). La traducción de los conceptos vertidos al lenguaje
neoclásico y su análisis fueron hechos por JUAN CARLOS DE PABLO en "¿Fallan en Argentina las teorías
económicas?" (Revista Competencia, mayo de 1971). 3 El papel de los capitales extranjeros en la estructura
productiva y desequilibrada fue analizado en "Desarrollo industrial, política autárquica y capital extranjero",
del autor (Cuaderno del I.D.E.S., año 6, no 16).

4 La descripción de diferentes procesos inflacionarios y análisis de la devaluación argentina pueden verse


en los trabajos del autor "Los cuatro tipos de inflación argentina" (revista Competencia, abril de 1971) y en
"Por qué una maxidevaluación sería recesiva e inflacionaria" (El Cronista Comercial, agosto de 1971).

5 Para el análisis más detallado del tema agropecuario ver "Falsa antinomia agroindustria", de MIGUEL H.
ALFANO (Cuaderno del Centro de Estudios Industriales, no 4).

6 El tema de productividad y eficiencia fue tratado en detalle en "Bases para una política industrial
argentina", del autor (El Cronista Comercial y Cuaderno del Centro de Estudios Industriales, no 2) y en
"Desarrollo industrial y el sistema cambiario", de ABRAHAM STEIN (Cuaderno del Centro de Estudios
Industriales, no3); igual que en "Por qué fallan en argentina las teorías económicas", ya citado. En particular,
fue analizado el múltiple equívoco -al cual nos referimos más adelante que surge de confundir la menor
productividad relativa de la industria con respecto al agro con la eventual ineficiencia de asignación de
recursos implícita en la industrialización como tal y de confundir esta última con la ineficiencia operativa de
las actividades industriales existentes.

7 Esta contradicción fue señalada insistentemente por GUIDO DI TELLA. Ver por ejemplo "Objetivos
específicos de una política industrial" (Cuaderno del Centro de Estudios Industriales, no 1)

8 Históricamente, en la Argentina se pueden distinguir tres modelos diferentes de la devaluación


compensada: el propuesto por el autor, el que elaboró Raúl Peyceré y el puesto en práctica por Krieger
Vasena. El primero de los esquemas, que reconoce por finalidad básica promover exportaciones
industriales, fue publicado por primera vez en la Argentina por CARLOS PATERNOSTRO en 1963 en El
Economista. Un análisis más elaborado puede verse en "Proyecto de modificación de la estructura
arancelaria-cambiaria" (C.A.D.I.E., setiembre de 1966), bajo la dirección del autor y con la colaboración de
LUIS ALONSO FERNANDEZ. Otro proyecto similar, elaborado independientemente, fue el de DANIEL
SCHYDLOWSKY "From Import Sustitution to Export Promotion for Semigrown un Industries" (Debeelopment
Advisory service, Harvard, 1967). El segundo modelo, elaborado por Raúl Peyceré en 1964, proveía un tipo
de compensación arancelaria algo diferente, la que a la par de desplazar el tipo de cambio más cerca de la
paridad industrial, tendió a aumentar la protección a las industrias básicas y a bajarla para los bienes
finales. El modelo de Peyceré puede considerarse también como exportador, aunque los incentivos a la
exportación que provee por vía de la devaluación tienden a verse neutralizados parcialmente por el
encarecimiento relativo de las materias primas que implica. El esquema puesto en práctica finalmente por
Krieger Vasena fue una simple herramienta de estabilización y el objetivo exportador no pasó de un
enunciado. El aumento de los incentivos a las exportaciones presuntamente provisto por la devaluación fue
anulado por la supresión simultánea de los reintegros a la exportación preexistentes y por el mantenimiento
posterior del tipo de cambio fijo frente a los costos industriales crecientes -proceder expresamente
rechazado en los dos modelos anteriormente mencionados que presuponían una relación constante entre el
tipo de cambio y los costos después de la devaluación. Esta poítica cambiaria fue en gran medida la
responsable del auge de importaciones que tuvo lugar a partir de 1967. En estas circunstancias , el tipo de
compensación elegido por Peyceré, criticado en su momento por el autor por debilitar los incentivos a la
exportación, demostró ser beneficioso, ya que salvó a una serie de industrias básicas e intermedias que de
otro modo hubiesen sido mucho más perjudicadas de lo que fueron por el fenómeno de protección
decreciente que trajo el plan Krieger.
9 Véase "Régimen de drawback generalizado y las exportaciones industriales", del autor (El Cronista
Comercial, setiembre de 1968). Véase también "efective Tariff, The Domestic Cost of Foreing Exchange and
The Equilibrium Exchange Rate", de BELA BALASSA y DANIEL SCHYDLOWKY (Development Advisory
Service, Harvard).

10 Un modelo para una economía con capacidad ociosa mucho más sofisticado y tratado con mayor rigor
matemático fue desarrollado por DANIEL SCHYDLOWSKY en "Short Run Employment Policy in Semi-
Industrialized Economies" (Development Advisory Service, Harvard, 1967).
NORBERTO GALASSO
De la Banca Baring al FMI
Capítulo VII: 1955-1976

Aramburu, Rojas y el FMI

Entre 1945 y 1955, la vieja clase dominante había sido desplazada del poder político por el
peronismo y había sufrido la confiscación parcial de la renta agraria diferencial, a través del control
de las exportaciones y los cambios. Había sufrido, además, la congelación de los arrendamientos
y de las locaciones urbanas y lo que resultaba aún peor, la irrupción de los explotados con sus
vinchas, sus bombos y su pretensión de nuevos derechos. De ahí su furibundo odio a Perón -18
años de destierro- y a Evita -secuestro y desaparición de su cadáver. Pero no había sido destruida
en la base de su poderío económico: las estancias.

Esperó, pues, su oportunidad y ésta llegó cuando las bases de sustentación del peronismo se
agrietaron. Los empresarios nuevos -al retaceárseles el crédito por el achicamiento de la renta
agraria disponible- recurrieron a la vieja fórmula, planteando, en el Congreso de la Productividad,
la obtención de mayor plusvalía bajo el disfraz de mayor productividad. La Iglesia, por su parte,
temió que el peronismo profundizase la liberación nacional en camino al socialismo y se desgajó
del frente organizando su propio partido, el Demócrata Cristiano, a la vez que criticaba a las
organizaciones estudiantiles creadas por el gobierno, que le restaban clientela a la Acción
Católica. Los mandos militares nacionalistas, por su parte, pasaron a la conspiración, ante los
agravios a la "Santa Madre Iglesia" y, además, molestos por las negociaciones del gobierno con
una empresa petrolera norteamericana. Después del bombardeo del 16 de junio de 1955 -ése al
cual el minucioso historiador Halperín Donghi dedica unos pocos párrafos, obviando toda
referencia a las víctimas- la alianza reaccionaria de la oligarquía con amplios sectores de la clase
media y según versiones, ayudada por "una manito" de la armada inglesa en alta mar, dio el golpe
de setiembre de 1955, derrocando a Perón.

Así, queda atrás el ensayo nacional de que habla Jauretche y con él, aquella deuda extema -
eliminada o insignificante en esa época-comienza nuevamente a crecer, como en la tradicional
historia de la Argentina semi- colonial.

La política económica desarrollada entre fines del 55 y febrero del 58 desmantela los' principales
mecanismos forjados por.jel proyecto nacional: desnacionalización de los depósitos bancarios,
eliminación del control estatal sobre el comercio exterior, derogación de tipos de cambio selectivos
destinados al crecimiento industrial, anulación de mecanismos reguladores defensivos del salario
real (precios máximos), derogación de la Constitución reformada en 1949 eliminando el artículo 4
0 que protege al patrimonio nacional. En definitiva, se intenta un imposible retorno al primitivismo
agrario del 30, a aquella Arcadia idealizada por la oligarquía: con toros gordos y peones flacos,
con peso"saño y pueblo enfermo.

Con ese propósito, en junio de 1956, el gobierno decide la incorporación de la Argentina al Fondo
Monetario Internacional y al Banco Mundial, como así también denuncia los convenios
comerciales bilaterales para ingresar al multilateralismo a través de las negociaciones del llamado
"Club de París". C o m o ocurre siempre con los planes de reconversión económica en perjuicio
del pueblo, la represión resulta ingrediente insoslayable:"pros—-cripción del partido peronista,
prohibición de toda propaganda o apología del gobierno depuesto, desde nombres y escuditos,
hasta el canto de la marcha partidaria (decreto 4161), clausura de periódicos, intervención o toma
por asalto de los sindicatos, inhabilitación de dirigentes gremiales, encarcelamientos, torturas y
hasta veintisiete fusilados al producirse un intento insurreccional en junio de 1956.
El informe económico presentado por Raúl Prebisch, asesor del gobierno, caracteriza la situación
como "la peor crisis de la historia argentina". El prestigioso economista -ahora olvidado de sus
juicios de la CEPAL, para volver a constituirse en el Prebisch de la Década Infame- se atreve a
dar cifras sobre déficit del comercio exterior y caída del P.B.I. para 1955, como definitivas, cuando
aún faltan tres meses para terminar el año. Arturo Jauretche ha señalado que varios economistas
colaboraron o más bien, prepararon, bajo la dirección de Rodolfo Katz, director del periódico
Economic Survey, el informe y el Plan presentado por Prebisch. Entre ellos, menciona a Julio
César Cueto Rúa, Adalbert Krieger Vasena y Roberto Alemann. Pero es interesante consignar que
no solo estos economistas ganan espacio en los "medios" asesorando a la "Revolución
Libertadora" sino también otros que completan el "elenco estable" del sistema: Eustaquio Méndez
Delfino, Alvaro Alsogaray, Roberto Verrier, Coll Benegas y unos pocos más, de segunda línea. A
partir de ese momento, todos ellos se alternan en los programas televisivos, manifestando idéntica
condena a la política económica del peronismo, así como se sucederán, luego, e n el ministerio de
Economía con reiterados programas liberales que provocan, invariablemente, extranjerización de
nuestra economía y redistribución del ingreso e n perjuicio de los sectores populares.

El "Informe Prebisch", así como su Plan, es refutado por ensayistas del campo nacional, entre
otros, Raúl Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche, Abrah a m Guillen y José Liceaga. E n su crítica,
Jauretche profetiza con certeza el futuro argentino:

El Plan Prebisch significará la transferencia de una parte sustancial de nuestra riqueza y de


nuestra renta hacia las tierras de ultramar (...) Y como nuestra balanza de pagos será deficitaria,
en razón dé la caída de nuestros precios de exportación y de la carga de remesas al exterior, no
habrá entonces más remedio que contraer nuevas deudas e hipotecar definitivamente nuestro
porvenir.

Es decir, otra vez la deuda externa en el horizonte argentino. Él balance de pagos, e n los dos
años enteros de gestión aramburista, da sucesivos resultados negativos:

Una política económica al servicio de los sectores privilegiados, acordada con organismos
"internacionales" sobre los cuales prevalecen los intereses norteamericanos, se correlaciona con
mayor endeudamiento externo.

Así, al concluir el gobierno de Aramburu, el I° de mayo de 1958, la deuda extema alcanza, según
Julio Norta, a 1.051 millones de dólares. La mayor parte de ese endeudamiento proviene del
acuerdo con el Club de París que , como se ha señalado, convirtió deuda comercial flotante en
deuda financiera.

Pero el saldo más perjudicial que deja el gobierno Aramburu-Rojas - además, de la liquidación de
los instrumentos protectores de nuestra industria y nuestro patrimonio- está dado por la sumisión
de nuestra política económica a los dictados de los organismos internacionales.

Frondizi y "la traición de la burguesía industrial"

En las elecciones del 23 de febrero de 1958, triunfa el frente nacional presidido por Arturo
Frondizi, producto del pacto concertado con Perón. En las Fuerzas Armadas persisten, sin
embargo, sectores renuentes a entregar el poder, especialmente liderados, en la Armada, por el
almirante Isaac F Rojas, y en el Ejército, por el general Bonnetti, comandante del Primer Cuerpo.
Aramburu ofrece, entonces , l a solución: le asegura a Frondizi la entrega del poder formal , a
cambio de no aplicar e l programa sustentado en la campaña ("Acero, Carbón, Petróleo", "YPF:
Yrigoyen, Perón, Frondizi"). En marzo del 58, el presidente electo mantiene entrevistas, en el
Ministerio de Economía,. con Julio César Cueto Rúa, hombre ligado al capital extranjero y ahí
parece haber nacido el acuerdo, que Jauretche llama "el segundo pacto" de Frondizi, ahora con
Aramburu. En su ensayo sobre el gobierno frondizista, Jorge Landaburu llega a afirmar:
El interregno entre las elecciones y la asunción de la presidencia había persuadido a Frondizi que
tenía poco poder. Más aún, hasta el gabinete fue consultado con Aramburu, quien, a su vez, debió
convencer al partido militar de la necesidad de volver a los cuarteles.

El nuevo presidente asume el 1°de mayo, respetando a la cúpula militar existente. (Incluso, poco
después, envía un proyecto al Congreso para el ascenso de Aramburu y de Rojas).

Frondizi ha llegado a la Casa Rosada, pero se halla condicionado. Así, logra muñirse de los
atributos formales de la soberanía, pero el poder real queda en manos de los mandos "gorilas".
(Años después, reconoce que no debió haber aceptado "en esas condiciones, pues el poder
efectivo lo tenían los militares ".)

La concepción ideológica que debía orientar al nuevo gobierno - sostenida por Frondizi y
Frigerio— es "el desarrollismo" en lo económico y el "integracíonismo" en lo político. El primero se
basa e n la tesis de que el imperialismo norteamericano -para evitar que Argentina gire hacia la
órbita soviética- se hallaría dispuesto a continuar el proceso industrial impulsado por la crisis y la
guerra y sostenido, después, por el peronismo. Así, las inversiones extranjeras acrecentarían la
sustitución de importaciones, al mismo tiempo que una fuerte política de inversión nacional
permitiría el crecimiento de las empresas públicas y de la mediana y pequeña industria.

Este proyecto nace —según Frigerio- de que así como existen empresas imperialistas dispuestas
a consolidar la vieja estructura agroimportadora y semicolonial -"capital extranjero malo"- también
existen empresas imperialistas "dispuestas a satisfacer las necesidades del mercado interno y
reemplazar a los bienes importados", es decir, "el capital extranjero bueno".. En ese momento
histórico, el capital extranjero "malo” sería el inglés y el "bueno", el norteamericano. (Frigerio
argumenta que no interesan los medios -el imperialismo- sino los fines: el crecimiento económico.)
De esa política -que debería provocar el crecimiento de las fuerzas productivas-surgiría la
recomposición del pacto social, es decir "la integración" de empresarios y trabajadores, para
impulsar una Argentina "moderna, sostenida en un gran frente nacional". El "frondizismo"
resultaría así continuador del peronismo y según sus más fervorosos partidarios, incluso su
superación, en tanto desarrollaría la industria siderúrgica y resolvería el problema energético.

Sin embargo, "el desarrollismo", en el tapete de la historia, se encuentra con el rostro real del
imperialismo que, si estaba dispuesto a invertir -por otra parte, con la voracidad que lo caracteriza-
también se halla decidido a imponer su propia política económica, en detrimento tanto de las
empresas estatales, como de la mediana y pequeña industria argentina y en perjuicio de los
trabajadores. Esto significa, a poco andar, fuertes disensiones con el peronismo. Así, "la
integración" no se produce. Aquello que se había proyectado como pacto social, se reduce a la
cooptación de algunos gremialistas, a través del soborno. Esteban Rey dirá que "Frigerio se
convierte en el principal corruptor de 'mayores' de la política argentina".. Asimismo, las fuertes
presiones de los "mandos gorilas" obligan a Frondizi a marchas y contramarchas que mediatizan
su proyecto y acentúan su acercamiento al imperialismo, construyendo así su camino hacia la
frustración. Desde mayo hasta diciembre de 1958, "el desarrollismo" intenta su utopía. El 3 de
mayo se suspenden las licencias a la importación, el 13 del mismo mes se decreta un aumento
general de salarios del 60% (aunque, en valores reales, es mucho menor porque se integra
parcialmente con aumentos anteriores), a fines de mayo se dictan precios máximos, para la
misma época se levantan las intervenciones de varios sindicatos, así como se envía al Congreso
el proyecto de Ley de Asociaciones Profesionales y el 24 de julio se anuncia "la batalla del
petróleo", conformada por acuerdos con petroleras extranjeras. Pero esta política -expresión de su
proyecto- tiene vuelo corto. La presión imperialista -externa- y el cerco "gorila" -los mandos
militares-- conducen a una reorientación decisiva... hacia una política dirigida hacia una auténtica
libre empresa e iniciativa privada", a partir del 31 de diciembre de 1958. Ese día, Frondizi anuncia
el acuerdo con el F M I que consiste en el "plan de estabilización y desarrollo".

El condicionamiento impuesto por el organismo -teóricamente internacional, yanqui en su


actuación concreta- surge de una carta del ministro de Economía -Emilio Donato del Carril-
inicíalmente ocultada por el gobierno. El Plan se halla impregnado de una fuerte filosofía liberal,
con precisos objetivos recesivos: reducción de empleados estatales en un 15%, paralización de
obras públicas, privatización o reducción de empresas estatales (ferrocarriles, frigorífico
municipal), libertad de precios salvo la canasta familiar de 10 artículos, aumento de tarifas de
empresas de servicios, restricción crediticia, mantenimiento de salarios en el mismo nivel durante
dos años.

Sostiene Celia Szusterman que:

quienes no podían aceptar la razonabilidad de este plan, lo atribuyeron a una imposición del FMI,
mientras otros destacaban el compromiso desarrollista de adoptar estas medidas. Así, Díaz
Alejandro nota que entre varios planes de estabilización "sugeridos por los economistas del FMI,
Frondizi optó personalmente por el más severo y austero". En enero de 1959, se sanciona la ley
de inversiones extranjeras otorgando iguales derechos a las empresas foráneas que a las de
capital nacional. A mediados del mismo mes, el gobierno pretende avanzar en la privatización del
frigorífico municipal" Lisandro de la Torre", provocando la reacción de los trabajadores. Bajo la
dirección sindical de Sebastián Borro, obreros y empleados -alrededor de cinco mil- ocupan el
frigorífico, con el apoyo de la CGT que convoca a un paro general. El gobierno responde
reprimiendo: los tanques del Ejército derrumban los altos portones del frigorífico para que las
fuerzas armadas copen el establecimiento, desalojando a los trabajadores. Durante tres días, el
barrio vecino Los Perales permanece e n estado de insurrección, e n abierta hostilidad a la política
privatizadora.

Poco después, se efectiviza la venta de 40 empresas estatales -el grupo DINIE- negociación que
ya había iniciado el gobierno de Aramburu.

Un sector del nuevo empresariado surgido en la posguerra apoya la reorientación del gobierno.
Aquellos que hasta tiempo atrás, aparecían como decididos a liderar un frente nacional, ahora,
optan por entrelazar sus intereses con el capital extranjero. Esteban Rey analiza este cambio en
su libro citado. El pacto les reditúa créditos y algunas inversiones, pero el precio es el abandono
del proyecto de un capitalismo autónomo. Ahora, el objetivo se reduce a inversiones focalizadas y
ala explotación petrolera, en el marco de un plan económico pactado con el FMI dirigido a bajar el
costo salarial y a debilitar a la pequeña y mediana industria nacional. Otros empresarios, en
cambio,.disienten con la nueva política: "Manuel Madanes, presidente de la única fábrica
argentina de neumáticos de la época", señala Celia Szusterman, "destacó tanto las grandes
esperanzas que había depositado en Frondizi como su desilusión ante la falta de protección para
la industria nacional." Otro empresario insatisfecho fue Guido Di Telia quien-dijo ser "uno de los
más desilusionados por Frondizi: Recuerdo la furia que sentía, así como la que sentían muchos
otros argentinos por haber sido miserablemente engañados...". "Al hacer hincapié en el sector de
capital intensivo de propiedad extranjera, Frondizi malquistó a los empresarios locales que tanto lo
habían apoyado y que empezaron a alejarse, a mirar con nostalgia los viejos días anteriores a
1955, cuando ningún capital extranjero competía con ellos . "

Ya Trotsky se había referido a este fenómeno del desarrollo combinado donde el imperialismo
moderniza algún sector económico aislado, al precio del estancamiento del resto del país. Por
esta razón, la política de "desarrollo" -que debía generar pleno empleo y mejora del salario real-
produce efectos contrarios; malestar social, huelgas, movilizaciones, efe, contestando el gobierno
con la aplicación del Plan Corantes (Estado de Conmoción Interna).

En mayo de 1959, Perón denuncia el incumplimiento del pacto. Para Jauretche, aquel que había
sido un programa "para veinte millones de argentinos" se ha transformado en un "programa para
veinte millonarios". La participación de los trabajadores en el ingreso nacional ha caído ya
notablemente respecto, a diez años atrás, tal como señala Aldo Ferrer:

La participación de los trabajadores alcanza su punto máximo en 1952 con el 56,9%. De 1952 a
1958, el porcentaje tiende a fluctuar aunque siempre en tomo a niveles superiores al 52%. Pero
entre 1958 y 1959 se produce una caída del 53,1% al 45,8%. Para 1960, la cifra disponible es
45,9%.

En esos años, ingresan capitales, en su mayor parte norteamericanos, invertidos


fundamentalmente en la explotación petrolera y en las industrias automotriz y química,
insertándose en la vieja estructura agropecuaria creada por los.ingleses, que el peronismo no
había logrado liquidar totalmente. Szusterman da estos datos: Durante los cuatro años
desarrollistas, se autorizó la radicación de 254 empresas (...) Aunque abarcaban todo el espectro
industrial, el 90% se concentraba en los sectores petroquímico, de transportes, metalúrgico y de
maquinaria. Los 25 proyectos más grandes abarcaban el 67% de las inversiones
propuestas.'Entre esos 25, los tres gigantes de Detroit representaban el 20% de la inversión (...)
Las firmas norteamericanas representaban el 60% de la . inversión extranjera. Las firmas
instaladas empleaban a 60.000 personas - poco más del 4% de la mano de obra empleada en la
industria- pero entre 1958 y 1963, el empleo industrial se redujo en 250.000 trabajadores (...) La
apertura significó la caída de decenas de establecimientos pequeños.

Así, si por un lado, crecen bolsones de desarrollo, como la Córdoba industrial de las empresas
automotrices, también se produce grave deterioro del aparato productivo industrial de origen nacional,
como también deformación económica, en tanto las nuevas inversiones no se insertan en un plan
general de transformación. En el caso particular del petróleo, son reiteradas las denuncias de los
expertos energéticos del campo' nacional en el sentido de que los contratos - coimas mediante-
encarecen la extracción de nuestra propia riqueza.

El cambio operado por Frondizi respecto al proyecto "nacional y popular" de la campaña electoral
queda corroborado el 2 4 de julio de 1959 con la designación del ingeniero Alvaro Alsogaray como
ministro de Economía, quien permanece hasta el 26 de abril de 1961. La versión más difundida es
que este nombramiento.fue impuesto por los mandos militares. El capitán ingeniero sostiene, en
cambio, que "Frondizi se había convertido a las ideas de Ludwig Erhard, que eran las que
sostenía el Partido Cívico Independiente", mientras que algunos frondízistas aducen que,
convencido Frigerio que no había otra salida que cumplir los planes fondomonetaristas, n o
encontró nada mejor -para calmar a los capitales y a los generales- que recurrir al capitán-
ingeniero. Cabe recordar, además, que Alsogaray fue reemplazado en el ministerio por Roberto
Alemann y que, incluso, Frondizi llamó a colaborar a Federico Pinedo en cuestiones de energía.

Estas gravísimas concesiones del Presidente a la derecha militar debilitan hondamente a su


gobierno. Más de. treinta planteos militares se suceden en esos cuatro años, hasta que finalmente
los generales se deciden a dar el golpe. Primero, Aramburu y luego, el embajador norteamericano
Robert McClintock, intentan salvaguardar la continuidad de Frondizi en la presidencia, pero no
logran el objetivo. El 29 de marzo de 1962, Frondizi es derrocado y enviado preso a la isla Martín
García, aunque la hipocresía de la Suprema Corte de Justicia, así como de gran parte de la
dirigencia política, permite la aplicación de la ley de Acefalía, pasando a ocupar la presidencia el
senador José María Guido.

Según un estudio de Julio Notta sobre la evolución de la deuda externa, en ese período se
habrían producido empréstitos con el FMI, el Eximbank y bancos privados norteamericanos por
328 millones de dólares en 1958, 171 millones en 1959 y 157 millones en 1960, es decir, un
endeudamiento, en tres años, por 656 millones de dólares. A esto deben agregarse 100 millones
del FMI para 1961 y créditos del Club de París, lo que lleva a un aumento de la deuda externa de
aproximadamente entre 850 y 900 millones de dólares, que, agregados a los 1.051 millones de
deuda al Inicio del período -y restadas las amortizaciones- permiten estimar la deuda externa, al
producirse el golpe contra Frondizi, en una cifra cercana a 1.900 millones de dólares o, para ser
más precisos, siguiendo una información del gobierno, 1.868 millones de dólares (deuda pública
del Estado nacional: 1.757.000.000; deudas provinciales: 111.000.000).

La "Santísima Trinidad": Pinedo-Aisogaray-Martínez de Hoz

José María Guido se calza la banda presidencial pero el grupo militar "colorado", heredero de la
llamada "revolución libertadora" y expresión de los intereses económicos dominantes, nativos y
extranjeros, maneja los hilos del poder. A esto se debe que Federico Pinedo, nuestro viejo
conocido, sea convocado para una nueva experiencia como ministro del área económica.

Su designación resulta el símbolo contundente de la naturaleza oligárquica del gobierno títere, así
como también de la fuerte presión de los Estados Unidos sobre la Argentina, pues Pinedo ha
abandonado al Imperio Británico en decadencia para 'pasarse' al imperialismo yanqui. Ya desde la
época de la Guerra Mundial, ha comenzado a visitar universidades y empresas norteamericanas .
Su esposa recuerda, con entusiasmo : "En los Estados Unidos, Federico era reconocido como un
personaje. Apenas llegaba, le ofrecían hotel, traslado, todo gratis. Hasta le enviaban flores a la
habitación." Incluso él mismo se refiere al aggiomamento familiar: "Mi hijo (Enrique) es abogado
de algunas empresas norteamericanas. Aunque con estas últimas trabajan mucho los Beccar
Várela." "Este abogado Enrique Pinedo fue el primer becario de la Fundación Eisenhower y
durante un año recorrió 46 estados norteamericanos" consustanciándose con la vida y los
intereses del país del Norte.

Cabe recordar, asimismo, que después de ser encarcelado y expropiado por el gobierno peronista
-en los años cincuenta- Pinedo (padre) había regresado a la función pública, en marzo de 1961,
para asesorar al gobierno de Frondizi en cuestiones, eléctricas, al tiempo que este hijo Enrique se
constituía en importante dirigente de la Unión Conservadora.

Ahora, en 1962 , al ser nombrado ministro de Economía por el presidente Guido, Don Federico
pasa fugazmente por la función pública: solo 19 días. Sin embargo, en tan breve período, su
acción es contundente: el dólar pasa de 82 pesos a 120 pesos. Jauretche comenta: Nunca Pinedo
jugó tan a la vista (...) Con esta devaluación se beneficiaron todos los que estaban en el secreto;
no lo estaban los bancos que vendieron a término, ni los funcionarios del Banco Central. E n
realidad, el único que estaba en el secreto era Pinedo. Y tal vez el doctor Klein, que viene
directamente de las oficinas de una casa cerealista (...) Los beneficios fueron del orden de los
miles de millones.

(Pero no se equivoque el lector: este Guillermo Walter Klein no es el mismo que aparece luego
junto a Martínez de Hoz, sino el padre, honroso antecesor pues es Presidente de la Academia
de.Ciencias Económicas y, por entonces, Director del FMI, por el área sudamericana desde 1960,
cargo que desempeñará hasta 1964.)

Alejado Pinedo, la gestión económica pasa a manos del ingeniero Alsogaray, en la misma línea
liberal, quien hunde al país en una de las recesiones más graves de su historia. Mientras aparece
dibujando cronogramas en las pantallas televisivas, Alsogaray populariza una frase: "Hay que
pasar el invierno". Esos meses del año 62 y parte del 63, quedan en la memoria colectiva como un
período negro, de "mishiadura" pocas veces vista, solo comparables a aquellos años del treinta,
cuando se cantaba "Yira... yira.. " y "¿Dónde hay un mango, viejo Gómez?". La participación de
los trabajadores en el ingreso nacional, que pocos años antes, sobrepasaba el 50%, se la estima
ahora en cercana al 35%.

La política de restricción monetaria achica brutalmente la demanda, las ventas caen


estrepitosamente, baja la ocupación y los empleados públicos cobran en bonos. El empréstito "9
de julio" queda como recuerdo imborrable para tantos maestros obligados a ofrecer fuertes
descuentos para poder cambiarlos por mercaderías. Aldo Ferrer señala que "esta política de
shock radicaba en los compromisos asumidos con el FMI" pero que "también respondía a la
estrategia de los grupos internos: desarticular al movimiento obrero, reinstalar los mecanismos de
poder económico y la distribución del ingreso vigentes antes del peronismo y asentar a la
economía argentina, nuevamente, en el sector agropecuario agroexportador y en los grupos
comerciales y financieros vinculados a ellos"

Este gobierno presidido por Guido no se priva de nada: además de Pinedo y Alsogaray, en los
últimos meses de su gestión lleva al ministerio de Economía nada menos que a José Alfredo
Martínez de Hoz.

La deuda externa, por su parte, continúa creciendo. Durante la breve presidencia de Guido se
pactan nuevos empréstitos, entre ellos, uno del FMI, por cien millones de dólares. El
endeudamiento público, que en marzo de 1962 estimamos en 1.868 millones de dólares, alcanza,
al final de esta gestión a 2.100 millones de dólares.

Pero no es posible abandonar este período negro sin detenerse a analizar quién es Alvaro Carlos
Alsogaray, el hombre que ha mantenido pertinaz presencia en todos los gobiernos desde 1955 a
1962.

Un capitán ingeniero de triste memoria

Don Alvaro proviene de una familia de militares. Su bisabuelo, Alvaro José de Alzogaray fue
coronel de marina de la Confederación rosista y combatió, a cargo de la batería "Restaurador", en
la Vuelta de Obligado, e n 1845. Este inicio promisorio enfrentando a la escuadra anglo-francesa
no duró demasiado, pues luego se pasó al mitrismo, falleciendo en 1879. S u hijo Alvaro -abuelo
del capitán ingeniero-aparece más coherentemente Inserto e n el mitrismo como teniente coronel
y participa en el genocidio conocido como Guerra de la Triple Alianza. L a decadencia familiar
continúa manifestándose en la siguiente generación, pues el padre -también Alvaro y también
militar- se destaca como uno de los capitanes seguidores del general Uriburu, en el golpe del 6 de
setiembre de 1930.

Las sucesivas claudicaciones de esta familia a la causa nacional se coronan en nuestro personaje
que nace en Esperanza, el 22. de junio de 1913,y manifiesta, desde niño, gran inteligencia y
contracción al estudio. Así resulta abanderado del Colegio Militar y luego estudiante con notas
altas en la Escuela Superior Técnica del Ejército. Pero a los 33 años -1946 - decide pasar a retiro
con el grado de capitán: "El capitán Alsogaray prefirió el dinero a la charrasca y decidió hacerse
hombre de negocios." Así, incursiona en el rubro aeronavegación, como socio, en la empresa
Zonda, luego adquirida por el Estado - a fines de los cuarenta - y convertida en FAMA
(antecedente de Aerolíneas), de la cual es designado presidente. Pero este acercamiento al
gobierno peronista concluye cuando al ingeniero se le frustra un importante negocio. Esa
posibilidad de jugosas ganancias se origina cuando compra "por unas monedas" los derechos
sobre las minas de Sierra Grande a su descubridor, un minero puntano de apellido Novillo.
Llevado el trámite ante el Banco Industrial, u n funcionario le reconoce jurisdicción a Fabricaciones
Militares pues considera que es el organismo que debe explotar esa riqueza minera y cuando
Alsogaray va en audiencia ante Perón para recuperar su derecho, el Presidente rechaza su
reclamo. De allí provendría el antiperonismo del ingeniero, según Jauretche. A su vez, Perón
recuerda de este modo el paso de Alsogaray por su gobierno:

El ministro de Aeronáutica, De la Colina, m e recomendó " u n experto" para la presidencia de la


flota aérea estatal, que no era otro que este caradura. - Fue un poco antes de poner en
funcionamiento el aeropuerto ministro Pistarini-Ezeiza. El hecho de que ostentara el grado de
capitán-Ingeniero debía haberme servido de advertencia. Era capitán de u n ejército donde, con
un poco de buena salud y cuidando de no pelearse con nadie, se llega a general. O a ingeniero
militar, con algunas materias más y saber algo de aritmética. Pero me aguanté y le di la
oportunidad. Tuve que sacarlo a empujones por los desastres que cometió.

Desde esa época, Alsogaray cultiva un furibundo antiperonismo:

Si comparamos el nacional-socialismo con el peronismo vemos que, salvo las cámaras de gas, no
hay mayores diferencias entre uno y otro. En lugar de Himmler se llamaba Borlenghi, en lugar de
Goebbels se llamaba Apold y en lugar de Hitler se llamaba Perón, pero la mezcla es la misma: un
nacionalismo a ultranza y un socialismo que lo invadía todo y que hada desaparecer la actividad
privada.

Años después, Alsogaray se desempeña como subsecretario de Industria en la presidencia del


general Lonardi y después, como secretario de Comercio, en el gobierno del general Aramburu.
Luego, en 1957, irrumpe sorpresivamente en la política argentina con una millonaria campaña
publicitaria a favor de las concesiones petroleras, agitada por una organización política gestada
por él mismo: "El Partido Cívico Independiente", que fracasa rotundamente en las elecciones del
23 de febrero de 1958. Rogelio García Lupo destaca "la colaboración que el gran capital
internacional ha prestado a todas las aventuras políticas de Alsogaray"

Pero, para una mayor aproximación al conocimiento de este personaje, resulta útil la opinión de
alguien que lo conoció de cerca en la función pública y mantuvo con él una gran coincidencia
ideológica: el general Pedro Eugenio Aramburu. Recurrimos entonces al libro Aramburu,
confidencias,actitudes, propósitos, de Jacinto Toryho. Lo reproducimos extensamente porque ha
sido poco difundido, como ocurre normalmente con las noticias importantes:

"A Alsogaray empecé a conocerlo cuando fue menester separarlo de la Secretaría de Industria -
testimonia Aramburu-. El 2 de junio de 1956, él dispuso la liquidación de CIFEN, una dependencia
de DINIE, que tenía a su cargo la importación exclusiva de pino brasil. Veinte días después, la
Sociedad Anónima Financiera e Industrial del Paraná pasó a ser controlada por Alsogaray a través de
varios parientes (...) y su primera operación fue importar 10 millones de pies cuadrados de pino Brasil.
E inmediatamente adquirió el más importante aserradero de Santa Fe. El Servicio de Informaciones
Navales denunció todo y comprobada la veracidad, fue separado del cargo. El doctor Eugenio Blanco
podría aportar muchos más datos sobre esto, si viviera (...) Alsogaray es un hombre inteligente y
ambicioso y maneja muchos millones de dólares (...) Nuevamente, conocí a Alsogaray cuando
Domingo Nogués Acuña, el 2/10/62, publicó en La Razón (...) que a él y a otros caballeros que tenían
la dirección del partido Demócrata Nacional, Alsogaray les ofreció contribuir al fondo electoral del
mismo con 10 millones de pesos a condición de que la agrupación postulara en su programa e hiciera
tema de su propaganda, la prolongación o renovación de las concesiones de los servicios de
electricidad (...) Ahí está revelada la clave de su 'buena suerte' política: era hombre de la CADE, que
se transformó en SEGBA por un proyecto suyo o que él apoyó. Alsogaray, además, elevó de 3 5
millones de pesos a 700 millones la cantidad que Agua y Energía debió abonara aquella, al hacerse
cargo de la sociedad eléctrica de Rosario. También - por gestión suya- el Estado condonó a la CADE
la suma de 2.000 millones de pesos, al discutirse la revaluación de sus bienes, en octubre de 1959. El
despojo a Agua y Energía de la prestación del servicio a catorce partidos del noroeste de Buenos
Aires, entregado a SEGBA, se debió a él y al doctor Federico Pinedo (...) Lógicamente. SEGBA ha
premiado a Alsogaray de muy diversos modos (...) Por ejemplo, otorgó el 15% de los seguros contra
incendio a 'La Universal', de Alsogaray y Cía. (...) Alsogaray tiene en su haber numerosas 'proezas',
como la de haber dispuesto que a una firma establecida en Panamá, con 5.000 dólares de capital
declarado, se le autorizara la radicación en la Argentina de 6 0 millones de dólares, gracias a lo
cual se convirtió en monopolizadora de la industria petroquímica, sin arriesgar un solo centavo."

Aramburu se explaya aquí sobre el caso Fish, empresa cuya falsa radicación provoca una
denuncia penal presentada por el Movimiento en Defensa del Petróleo, integrado por viejos
luchadores de prístina trayectoria: Jorge del Río, Alejandro Mareque, Antonio J. Vulin, Ismael
Viñas, Naum Minsburg, Alberto Casella y Eduardo Castañeda, constituyendo domicilio en el
estudio de Adolfo Silenzi de Stagni. Allí informan al juez que existieron conversaciones en Nueva
York entre el señor Raymond Fish y el ministro de Economía, Ingeniero Alvaro Alsogaray, y que la
carta del 28/10/59, de Fish al ministro de Economía, dice: " Nosotros entendemos que esta
propuesta adicional está en un todo de acuerdo con las conversaciones mantenidas entre su
Excelencia y el señor Fish." En la misma denuncia se reitera que "el ingeniero Alvaro C.
Alsogaray, ministro de Economía de la Nación y, en consecuencia, asesor directo del señor
presidente Frondizi, ha sido simultáneamente consejero del señor Fish y asesor del Primer
magistrado de la Nación. Al señor Fish le aconsejó como debía redactar su propuesta y al señor
presidente le aconsejó firmar un decreto que aprobaba la propia conducta del ministro" Al igual
que nuestro viejo conocido Manuel J. García y tantos otros discípulos, el capitán-ingeniero se
coloca, en las negociaciones, a ambos lados del mostrador.

Aramburu denuncia, a su vez, "otras hazañas, como la prestada por Alsogaray a la compañía de
transporte aéreo La Transcontinental S.A., la cual, por gestiones y presiones del ministro de
Economía, recibió del Banco Industrial, más de 400 millones de pesos, y semanas después de
haberlos recibido, quebró (setiembre de 1961). Otra "faena" de Alsogaray: "Intercerea
(exportadora de cereales) (...) se hallaba en situación desastrosa en 1962 (...) y la empresa Indo le
había salido de aval (Indo es propiedad de Alsogaray). Por consejo de Alsogaray, Intercerea
solicita al Banco Nación un crédito por 1.500.000 dólares que le es otorgado rápidamente. A
pocas semanas de haberlo recibido, Intercerea se presenta en convocatoria de acreedores a la
que sigue, como era de esperar, la quiebra."

Otro entuerto de Alsogaray: la compra de los coches ferroviarios japoneses Marubeni causó al
Estado perjuicios por 800 millones de pesos. La operación fue resuelta por él como ministro de
Economía. En 1962, disolvió por decreto la Comisión Nacional de Investigaciones que había
puesto de relieve su personal responsabilidad en la mencionada operación. Con respecto al
"negociado" de las chapas de hierro (12.000 toneladas,) Aramburu sostiene que: "en 1961, los
diarios se ocuparon de. él con amplitud. Menos publicidad tuvo la intervención de Alzogaray en la
denominada 'Operación Mayo', cuando en el seno del Ejército se produjo aquel conflicto de
setiembre de 1962 (...) Alsogaray participó facilitando un millón de dólares (del Estado) para la
adquisición en Bélgica de proyectiles perforantes capaces de echar a pique al portaaviones
'Independencia' y otras unidades. El doctor Manuel Ordóñez denunció esto ante las cámaras de
televisión de canal 9, el 8/10/ 62, reiterado ante las mismas cámaras el 17 de ese mes por un
grupo de ' periodistas.'.." "Y nuevamente tengo que mencionar a Alsogaray, cosa que rae resulta
desagradable -agrega Aramburu-: Otro de los negociados que tuvo extensa publicidad en esos
años fue el del trigo candeal (...) Una comisión nacional de investigaciones (...) expidió un
dictamen condenatorio para altos funcionarios del gobierno. Un 'negociado' de 1.200 millones de
pesos ..(;..,) Guando la comisión iba a analizar otros aún más graves, fue fulminantemente
disuelta por el ministro Alsogaray" La importancia de estas denuncias radica, precisamente, en
que no provienen de un fanático antiimperialista, sino de un liberal que, en el mismo libró • -
manifiesta su aversión a las empresas del Estado y además se horroriza "porque bajo el
peronismo "el 48% de la economía nacional fue estatizada y super burocratizada". Además, estas
denuncias explican que "cada vez que e!' genera! Aramburu se reunía con Frondizi para 'un
cordial intercambio de ide-as', ie decía que tenía que echarlo a Alsogaray".

Esta es la historia de este capitán ingeniero que influye decididamente en el manejo de nuestra
economía entre 1955 y 1962, y que luego del derrocamiento de illa, volverá a tener ingerencia:

"Esta revolución (el golpe del 28/6/66) la hicimos yo y mi hermano que es general de caballería y
tres generales más en servicio activo. Es una revolución que viene a rectificar todos los errores y
anular todos los desatinos cometidos por el gobierno anterior, principalmente en el rubro
petrolero."

Con hombres como éste en el ministerio de Economía es comprensible que la deuda extema
continúe incrementándose y supere ya, como se ha señalado, los dos mil millones de dólares.

El nacionalismo agrario y las buenas cosechas

En esos años, el peronismo proscripto continúa siendo -como lo señala Cooke- "el hecho maldito
del país burgués". Abroquelado en los sindicatos, ilegitima a los gobiernos que en nombre de la
democracia practican la antidemocracia, pero, a su vez, no logra recuperar el poder perdido en
1955. De ahí un cierto empate de fuerzas y la consiguiente crisis, introducida ahora en los
cuarteles, con el enfrentamiento "azules" y "colorados", los primeros con cierta vocación
profesionalista, los segundos, ardorosos continuadores del golpismo gorila. Aunque Cooke acota
que los acontecimientos demostrarán que si los "colorados" eran de un permanente "gorílismo",
los "azules" solo eran "gorilas" en el momento necesario.

Los militares "azules" logran prevalecer en el conflicto castrense y para las elecciones de mediados del
63, parecen dispuestos a permitir la concurrencia del peronismo. U n empresario que ha crecido al
calor de la posguerra -Carlos Pérez Companc- se apresura a visitar a Perón, en Madrid, aspirando al
"dedo" que lo consagre candidato. El jefe exilado, prefiere armar una fórmula con políticos: Vicente
Solano Lima (de origen conservador- Silvestre Begnis (de origen radical). La Nación comenta
irónicamente que, a través de nuestra historia, solo Perón ha podido gestar una fórmula integrada por
un conservador y un radical. El radicalismo, por su parte, haciendo gala de su vocación democrática,
sostiene, a través de Balbín, que habrá de abstenerse, si el peronismo es proscripto. Finalmente, se
decreta la proscripción e incluso se ilegaliza también la fórmula Matera-Sueldo, pocos días antes de
las elecciones. La Unión Cívica Radical concurre, sin embargo, y Balbín intenta justificarlo: "Vamos a
las urnas llorando."

En las elecciones del 7 de julio de 1963, triunfa el Radicalismo del Pueblo llevando a la
presidencia al doctor Arturo Humberto lilla, con apenas el 25% de los votos del padrón. Hombre de
la intransigencia nacional de Córdoba que había liderado Amadeo Sabattini, Illia expresa la
consecución del viejo yrigoyenismo, es decir, una posición nacional-democrática, agrarista y
defensiva.

Sus tres años de gestión se caracterizan por centrar la solución de los problemas económicos en el
crecimiento de las exportaciones agropecuarias, al tiempo que intenta, con suma prudencia, una
gradual reactivación para sacar al país del estado recesivo. Esta política resulta favorecida por la
evolución favorable de los términos de intercambio, así como por los progresos tecnológicos
introducidos en el agro bajo el gobierno fronzidista y especialmente, por condiciones climáticas muy
favorables. Las exportaciones crecen de este modo (en millones de dólares):
Esas excelentes cosechas provocan balanzas externas positivas que permiten disminuir el
endeudamiento (en millones de dólares):

Félix de Elizalde, presidente del Banco Central durante ese período, manifiesta: "La deuda externa
total, desde el año 63 hasta cuando lo sacan a Illia, se redujo en mil millones de dólares. Eran, en
un principio, 3.400 millones de dólares y se dejó en 2.400 millones (me refiero a la deuda total,
pública y privada)." La reivindicación de Elizalde es justa, aunque, al correr del comentario abulte
algo las cifras: la deuda total, de 3.390 millones de dólares se reduce a 2.661 millones; la deuda
pública baja 338 millones (de 2.106 a 1.768) y la privada, 391 millones (de 1.284 a 893). Más allá
de estas diferencias en los importes, lo destacable es la disminución, hecho inusual en esta
historia del endeudamiento.

En esa época no se contraen nuevos préstamos, ni se aceptan imposiciones del FMI, acorde con
ese nacionalismo defensivo que había predicado don Hipólito. La anulación de los contratos
petroleros firmados por el "frondizismo", así como el control sobre las multinacionales de la rama
medicamentos, son otras expresiones de esa política dirigida a acotar la acción del capital
extranjero. Su estrategia, sin embargo, no va más allá y el mismo Elizalde, cuando un periodista lo
interroga acerca del mejoramiento del comercio externo, responde: "Buena cosecha." Por esta
razón, Rapoport sostiene correctamente que ese gobierno "se mostró contraproducente a la hora
de emprender transformaciones estructurales". Efectivamente, la lentitud de la gestión, la carencia
de audacia, la incomprensión acerca de la industria y los sindicatos -herencia del viejo
yrigoyenismo agrarista- revelaron su impotencia para dar respuestas de fondo. Por otra parte, el
carácter restringido de la democracia imperante -con el peronismo aún proscripto y su líder
impedido de regresar al país, cuando lo intenta a fines de 1964—también conspira, debilitando al
gobierno. Así se crean las condiciones para el golpe militar.del 28 de junio de 1966 que pone fin a
esta experiencia radical.

En general, los indicadores económicos de ese período son halagüeños: crecimiento del producto
bruto, para 1964 y 1965, del 10,3 y 9,1 respectivamente; disminución de la tasa de desempleo, del
8,8% en 1963 al 5,2% en 1966, mejoramiento de la participación de los trabajadores en la
distribución del ingreso: del 36,5% en 1963 al 41,10 en 1966. Sin embargo,

estas cifras se relativizan si se tiene en cuenta que se parte de una época anterior de deterioro
absoluto de los términos económicos (gobierno de Guido), por lo cual los avances se hacen desde
un piso muy por debajo de los niveles medios de evolución normal (...) Por otra parte, la inversión
en bienes de capital fue casi nula (...) y la producción nacional se ubicó solo en un 8% por encima
de la de 1958.

Resumiendo, en lo que atañe al aspecto central de este trabajo, a la fecha del derrocamiento de
Illia -28 de junio de 1966- el monto de la deuda externa pública sería el siguiente:

Krieger Vasena, hombre de confianza del capital extranjero

En el golpe militar que derroca a Illia, se entrecruzan dos líneas: nacionalistas clericales.
(Onganía, Señorans, Díaz Colodrero, Borda) y liberales proimperialistas (Lanusse, los hermanos
Alsogaray, Krieger Vasena). Después de una breve gestión de Salimei (de la firma Sasetru,
competidora de Bunge y Bom) preponderan, en el ministerio de Economía, los hombres ligados al
capital norteamericano, mientras los nacionalistas van a misa y solo se ocupan de imponer un
orden autoritario.

Designado el 31 de diciembre de 1966, Adalbert Krieger Vasena pone en marcha su plan


económico en marzo de 1967. Conviene detenerse aquí, pues se trata de otro de los
"prohombres" que continúan la trayectoria iniciada en el siglo anterior por García y De la Riestra.

Krieger Vasena es heredero de dos tradiciones nefastas: Suleyman Krieger, su padre, fue
financista del golpe militar de 1930; María Teresa Vasena, su madre, era hermana de Pedro
Vasena, quien, asociado a los ingleses C. Lockwood y A. Prudam controlaba la empresa
metalúrgica TAMET, que provocó el conflicto de la Semana Trágica, en enero de 1919. Además,
lleva en sí, la sal imperialista para completar el cuadro: no se llama Adalberto sino Adalbert Sully.
Esta condición foránea, en su carácter de hombre ligado a monopolios norteamericanos, se la
hace notar a los periodistas con vivo interés porque no desea, en manera alguna, que su nombre
sea castellanizado. Jauretche asociaba esta circunstancia al caso de Cueto Rúa, a quien le dieron
un premio de Economía en la ciudad de Dallas justamente cuando nacía su hija en Buenos Aires y
él dio directivas telefónicas para que le dieran por nombre "Dallas", a lo cual comentaba
Jauretche: -Tuvo suerte la piba, que el premio al padre no se lo dieron en Chicago o en Utah.

Adalbert, nacido el 13 de febrero de 1920, estudió en Estados Unidos y algunos maledicientes


aseguran que durante la Segunda Guerra se convirtió en yanqui. El radical Aldo Tessio sostuvo
precisamente que Krieger tomó ciudadanía norteamericana en 1939 y para ello renunció a la
ciudadanía argentina. Krieger lo ha desmentido pero, como se comprende, a veces no es
necesario tener ciudadanía norteamericana para pensar y obrar como norteamericano.

Al regreso a la Argentina, ya era, poco tiempo después, hombre ligado a una docena de
"empresas estadounidenses, así como a Investaires S.A., su compañía de mayor confianza.
Luego, cumplió funciones oficiales en 1945, como integrante de la delegación a la conferencia de
San Francisco,donde se crearon las Naciones Unidas", pero según su currículo, en 1946, "la
dictadura peronista lo separó de la función pública". Al producirse el golpe setembrino del 55 fue
reivindicado designándoselo secretario de la comisión asesora honoraria de Economía y Finanzas
y posteriormente, integró la misión financiera a los Estados Unidos que gestionó la incorporación
de la Argentina al FMI y al Banco Mundial. Después, fue designado director del Banco Central y
de allí saltó -el 25/3/57- al cargo de ministro de Hacienda en la presidencia de Aramburu. En esos
años, manifestó una implacable aversión al INDER (Instituto Nacional de Reaseguros),
preocupándose, en diversas oportunidades, por su liquidación. Ello se explica dada la vinculación
de Krieger con la Compañía de Seguros El Comercio.

Su presencia en el ministerio -en 1966- es un símbolo rotundo del intento del imperialismo yanqui
por consolidarse en estas tierras, durante tantas décadas coto vedado de su Graciosa Majestad
Británica. El capital yanqui ya ha hecho sus primeras incursiones bajo el gobierno de Alvear
radicando algunas empresas y otorgando empréstitos, luego vio frustrados sus esfuerzos en el 45
cuando Braden cayó derrotado por los descamisados pero, sin embargo, realizó su segunda
avalancha bajo el gobierno de Frondizi y ahora, en 1966, logra un avance mucho mayor. "No es
Onganía quien gobierna sino Krieger", decía Jauretche en esa época y tan es así que les rapiña el
fruto de la devaluación a los ganaderos y hasta un Anchorena -alto funcionario que renuncia con
enérgica protesta- llega, sorprendentemente, a la conclusión de que el imperialismo yanqui existe.

Poco tiempo después, la realidad económica del país muestra transformaciones importantes en
ese sentido: la industria nacional del tabaco pasa a manos del capital imperialista, (Massalin y
Celasco, por Phillips Morris; Impartíales, por Reval; Particulares, por Brinckmann; siendo Nobleza
de capitales ingleses), el Banco Argentino de Comercio se convierte en el Chase Manhatan Bank,
de Rockefeller; el Banco Argentino del Atlántico y el Banco de Bahía Blanca son adquirido por el
Citibank, el Banco Francés del Río de la Plata pasa a manos de la Banca Morgan de New York,
Acinfer es adquirida por Ford Motors, Hisisa por Ducilo, Protto por Kelsey Hayes Coip, Birome por
Parker y varias empresas petroquímicas también se extranjerizan. Por pocas chirolas -dada la
devaluación del 40% con que Krieger inaugura su política económica- el capital norteamericano se
apropia de empresas en marcha y tiempo después, impone la escandalosa Ley de Hidrocarburos
para abrir el campo del petróleo y del gas a sus audaces empresarios.
El general Juan Enrique Guglialmelli desnuda esa "extranjerización de la economía argentina" al
renunciar a su cargo en el Consejo Nacional de Desarrollo: "Entre el I° de enero de 1967 y el 31
de agosto de 1968, 32 empresas privadas nacionales fueron absorbidas por el capital extranjero.
Diecisiete de los grupos compradores fueron norteamericanos." Ratifi-co", agregará Guglialmelli,
en 1972, "que la gestión del ex ministro Krieger Vasena favoreció los intereses de empresas
extranjeras y conglomerados multinacionales."

Sin embargo, un estribillo -coreado tantísimas veces pero siempre incumplido- se hace carne esta
vez en las calles de la ciudad de Córdoba, el 29 de mayo de 1969: "Obreros y estudiantes/ unidos,
adelante": es el "Cordobazo". Trabajadores de las empresas automotrices, lucifuercistas y otros
conjuntamente con el estudiantado universitario del Barrio Clínicas dominan la ciudad, obligando
al repliegue policial. El estallido popular lo saca a empujones del escenario al ministro Krieger,
dejando malherido políticamente al gobierno de Onganía quien cae, u n año después, en medio de
la conmoción producida por el secuestro y muerte del general Aramburu. Guglialmelli denuncia
que "al abandonar su ministerio, Krieger fue nombrado casi sin solución de continuidad en uno de
los más altos cargos directivos de DELTEC International, con sede en las Bahamas". Asimismo,
tiempo después, Krieger pasa a revistar como jefe del Departamento de Asuntos
Latinoamericanos del Pacífico, del Banco Mundial, donde luego, en 1975, asciende al cargo de
Vicepresidente, para asuntos latinoamericanos.

El general Roberto Marcelo Levingston reemplaza a Onganía, en el cargo de Presidente, a partir


del 18 de junio de 1970. E n su gobierno, el ministerio de Economía es ocupado inicialmente por
Carlos Moyano Llerena, quien recibe este juicio también del general Guglialmelli: "El doctor
Moyano Llerena representa, en Atanor, a la empresa multinacional Dow Chemical." En Hacienda
es designado Enrique E. Folcini, de la consultora Folcini-Videla, una de las más importantes del
país, entre cuyos prestigiosos clientes figuran el Grupo Comercial del Plata, la Compañía General
de Combustibles y Benito Roggio. Pocos meses después -ante la perplejidad de los mandos-
Moyano Llerena es reemplazado por un economista radical de corte nacionalista: Aldo Ferrer.
Pero, al poco tiempo -en marzo de 1971- un general de apellido claramente vacuno, Alejandro
Agustín Lanusse, pasa a ocupar la Casa Rosada y no es casualidad que el precio de la carne
trepe muy pronto hacia las nubes.

Jaqueada por los estallidos populares -tucumanazos, mendozazos, rosariazos, etc.- y por las
organizaciones guerrilleras, esa autodenominada "revolución argentina" acepta a regañadientes
que los militares deben regresar a los cuarteles y que es necesario levantar la proscripción del
peronismo. Lanusse intenta negociar con Perón para incorporarlo al proyecto militar (GAN: Gran
Acuerdo Nacional), gestándose una difícil partida de ajedrez a través del océano. El líder
desterrado dialoga amablemente hasta que, recuperado el cadáver de Evita y lograda la
convocatoria a elecciones, endurece su posición: designa a Héctor Cámpora en lugar de Jorge
Paladino, como su delegado personal y denuncia que el gobierno militar ha intentado sobornarlo
ofreciéndole 4 millones de dólares. El GAN fracasa. Lanusse se pone violento: "Los militares no
tenemos las armas de adorno". Desde Madrid, Perón le responde: "Lo que tienen de adorno es la
cabeza". En medio de espontáneos estallidos populares y de operativos guerrilleros, no existe otro
camino que elecciones sin proscripciones.

¿Qué hicieron Onganía, Levingston y Lanusse mientras concitaban el repudio popular? Por
supuesto, continuar las reverencias y humillaciones ante la banca mundial y declarar a los diarios,
con entusiasmo digno de mejor causa, que obtenían nuevos empréstitos, es decir, que el usurero
daba una nueva vuelta de tuerca sobre nuestra soberanía, nuestra riqueza y nuestro futuro.

Krieger Vasena sostiene que:

buscamos el financiamiento a largo plazo y nos impusimos no tomar créditos extemos a menos de
ocho años y tratamos de realizar las inversiones en el sector público con préstamos a largo plazo.
Recurrimos para ello al Banco Mundial, al Banco Interamericano y después de varios años,
comenzamos a emitir bonos en el mercado externo.

Y agrega:
"En 1968 la Argentina lanza su primer empréstito en Alemania, gracias al apoyo brindado por e\s
presidente del Deutsche Bank, Hermán Abs. O sea que financiamos la inversión pública con
recursos a largo plazo, tanto internos como externos.”

Guillermo O'Donnell informa que el endeudamiento público producido en esa época -sin registrar
endeudamientos provinciales, ni directamente concertados por empresas públicas- es el siguiente:

Estos préstamos suman u$s 1.810.000.000. Sin embargo, La Opinión del 11/2/72 informa que en
1972 se obtuvieron los siguientes préstamos: 326 millones de dólares del FMI, 150 millones del
Banco Mundial, 100 millones del Eximport y 145 millones de bancos privados, lo cual implica un
endeudamiento por 7 2 1 millones de dólares, superior en 9 1 millones al importe consignado por
O'Donnell. Asimismo, en agosto de 1972, el Ban- co Mundial otorga un nuevo préstamo por 8 4
millones de dólares.

De aquí resulta que a las cifras de O'Donnell habría que agregar 91 millones y 84 millones, es
decir 175 millones, lo que llevaría el endeudamiento durante esos gobiernos militares a una cifra
cercana a los dos mil millones de dólares', a los cuales deberían sumarse los 1.762 millones de
deuda al inicio, más empréstitos provinciales y de empresas públicas y restarle amortizaciones.

En principio, podría estimarse una deuda pública -a fines de 1972- entre 3.500 y 4.000 millones de
dólares.

Probablemente, con mayor información, Pablo Kandel ofrece estos datos (en millones de dólares):

La cifra que da Kandel (3.782 millones de dólares) puede tomarse como correcta.

Cuando ya no existe otra solución, los jefes militares abandonan la Rosada, admitiendo su derrota
política El 25 de mayo de 1973, ante un gentío que viva al presidente Cámpora, clama alborozado
"Chile, Cuba / el pueblo te saluda" y los increpa al grito de "Se van, se van/ y nunca volverán", los
jefes militares se retiran dejando una deuda externa total de 6.082 millones de dólares, de la cual
3.782 millones de dólares corresponden a la deuda pública, es decir, más del doble de la deuda
que existía al momento del derrocamiento de Illia.

El regreso de Perón

Después de dieciocho años de proscripción y persecución, el peronismo regresa al poder.


Nuevamente se trata de un frente de liberación nacional, pero su composición es distinta. Se halla
integrado por trabajadores y empresarios "nacionales", como en el 45, pero el Ejército, del cual un
ala importante participó en la primera época, carece casi de presencia. Por otra parte, el frente se
nutre de un nuevo protagonista, constituido ahora en su factor más dinámico: sectores de la
pequeña burguesía, en especial, juveniles, que propugnan "la patria socialista". Y hacia el otro
extremo del movimiento, se nuclea un grupo reaccionario alrededor de una siniestra figura: José
López Rega.
Durante la dura lucha del destierro y la proscripción, Perón ha logrado conducir, desde lo alto, al
vasto frente, merced a su táctica pendular. Pero, ahora, al abrirse las compuertas, un torrente
popular - desde la noche del 25 de mayo de 1973- se desata en eclosión transformadora, con
incontenible participación desde abajo, fenómeno que signa los 49 días de gobierno del "tío"
Cámpora.

Al regresar definitivamente al país, el viejo líder (80 años, no 78 como se suponía, pues nació en
1893) encuentra que los antagonismos dentro del peronismo son cada vez más difícilmente
arbitrables desde la cúspide. El bonapartismo entra en crisis, en Ezeiza, el 20 de junio de 1973: la
derecha y la izquierda del movimiento y a no son conciliables. Sus diferencias no admiten la
conducción pendular, ni tampoco se dirimen en el debate ideológico, sino a balazos.
Probablemente ese día queda signada la frustración de las esperanzas crecidas al calor de las
puebladas y la acción guerrillera.

Héctor J. Cámpora, al asumir el poder, afirma, respecto a la deuda, ante la Asamblea Legislativa:

La Argentina se ha convertido en un campo de saqueo de los intereses extranjeros (...) El ahorro


de los argentinos dejó de estar al servicio del crecimiento propio (...) La captación del ahorro
nacional por sucursales de los bancos extranjeros aumentó notablemente y bancos de capital
argentino pasaron a ser controlados por compañías externas. Tenemos así al desnudo una de las
facetas de la dependencia. El control del sistema financiero por elinterés externo determina que
los planes de expansión de la economía argentina y los planes sociales de asistencia popular,
queden rezagados a favor de la penetración del capital extranjero (...) Los argentinos estamos
financiando a las grandes corporaciones multinacionales, el poder de las cuales es, a veces,
superior al del propio Estado. Todo ello se agrava con el elevado monto de la deuda externa y la
sangría en divisas que significa, año por año, solventar el servicio de la misma. Esa deuda ha
alcanzado ya los siete mil millones de dólares.

La estimación de Cámpora -superior en mil millones al total de deuda pública y privada que surge
de la estadística ofrecida por Kandel en La Opinión- proviene, probablemente, de una estimación
del economista Alfredo Gómez Morales quien, en Clarín, del 25/7/73 justiprecia la deuda externa
total en 7.300 millones de dólares. La diferencia podría originarse en que se hayan capitalizado
intereses aún no vencidos o que entre el fin de 1972 y los primeros cinco meses de 1973,
hubiesen crecido la deuda pública o la deuda privada en esos importes. Sin embargo, dado que
este trabajo otorga preponderancia al análisis de la deuda pública, es preferible partir del
endeudamiento señalado por Kandel: deuda externa pública: 3.782 millones de dólares.

Tanto en la brevísima gestión. de Cámpora, como en el interregno de Lastiri y en los ocho meses
de gobierno de Perón (12/10/73 al 29/6/74) n o se gestionan préstamos. Pedro Paz señala: "En
1973 y 1974 no hubo endeudamiento externo (...) Durante 1973 y 1974 se cerraron los créditos
externos para el proyecto Gelbard." (No solo Argentina evita nuevos empréstitos, sino que incluso
otorga préstamos, como el que facilita por entonces a Cuba.)

"Con el pago de las amortizaciones", agrega Pedro Paz, "la deuda externa disminuyó en esos
años". La Memoria del Banco Central da, para fin de 1973, un endeudamiento extemo público de
3.559 millones de dólares, correspondiendo esos 221 millones de dólares de disminución, a las
amortizaciones abonadas durante ese año.

Como en su experiencia del 46, el peronismo del 73 intenta redistribuir el ingreso y promover el
desarrollo industrial, dentro de la concepción de "la comunidad organizada" que presidió en
aquellos años. Para ello apunta a reconstruir el mercado interno, recuperar resortes
fundamentales de la economía para el Estado (nueva nacionalización de depósitos bancarios,
control de exportaciones a través de la Junta de Carnes y Cereales), mantener independencia
respecto del FMI y buscar inversiones y comercio en el área socialista. Estos intentos
transformadores encuentran dificultades debido a las contradicciones existentes en el frente
policlasista.

En política exterior, se avanza en la posición tercermundista con la incorporación de Argentina a


los "países no alineados". E n sendas reuniones latinoamericanas, tanto el jefe del Ejército general
Carcagno, como el vice- canciller Jorge Vázquez, sostienen un clara posición antiimperialista y de
unificación de la Patria Grande

Pero la medida más avanzada -el impuesto a la renta normal potencial de la tierra- con la cual el
ministro Gelbard intenta concluir con el parasitismo agropecuario, es resistida por la burocracia
sindical y no llega a reglamentarse.

Hacia fines del 73 y primeros meses del 74, los antagonismos internos se acentúan. Poco antes
del fin de año, el general Carcagno abandona la jefatura del Ejército. Poco después, caen dos
gobernadores alineados con la Juventud Peronista (Primero Bidegain en la provincia de Buenos
Aires, luego Obregón Cano, en Córdoba). En una reunión con Perón, el secretario general de la
CGT Adelino Romero sostiene: "La clase trabajadora argentina prefiere incluso perder con usted,
antes que ganar con otro"... Es una prueba de lealtad, pero también de reclamos insatisfechos. En
el acto del 1° de mayo, la disidencia entre los jóvenes peronistas y el Presidente se agudiza.

Asimismo, el cuadro latinoamericano se ha modificado pues las fuerzas antiimperialistas sufren


varios reveses: el gobierno de los generales, en Perú, involuciona a partir de la enfermedad de
Velasco Alvarado, en Bolivia ha sido derrocado Juan José Torres en 1971, la situación de
Salvador Allende, en Chile, se toma cada día más difícil. Al oriente, la derrota de los "tupamaros" y
la "bordaberrización" del gobierno uruguayo complican las posibilidades del proceso de liberación
nacional en la Argentina.

Al mediodía del 1° de julio de 1974, muere Juan Domingo Perón, con la consiguiente congoja de
millones de argentinos.

La declinación del peronismo

Isabel Perón ejerce -ahora- la presidencia, recostándose en la derecha del movimiento. Tres
meses después -octubre de 1974-Gelbard es reemplazado por Alfredo Gómez Morales en el
ministerio de Economía. Muchnik se refiere a este cambio en estos términos: "En tanto Gelbard
despreció a los organismos financieros internacionales y continentales, Alfredo Gómez Morales
procuró estrechar buenos vínculos."

Asimismo, la situación económica se torna desfavorable. Después de dos años de balanzas de


pagos favorables (a consecuencia de altos precios de las exportaciones), en 1975 se conjugan
varios factores para arrojar un resultado deficitario:

Luego de una situación favorable en 1973 y 1974, el saldo de la cuenta corriente de la balanza de
pagos arroja un déficit de más de 1.300 millones de dólares en 1975, de los cuales 900 se
originan en el déficit comercial. Las exportaciones decrecen: pasan de 3.931 millones de dólares
(1974) a 2.961 millones de dólares (1975). Las importaciones , a su vez, aumentan de 3.635
(1974) a 3.946 millones de dólares (1975). Estos cambios provienen, por un lado, de la
interrupción de compras de carnes por parte del Mercado Común Europeo y por otro, del alza de
precios de combustibles e insumos importados. "El país entero debe congratularse con esta
connivencia fructífera con los intereses multinacionales", sostiene Isabel Perón el 18/6/75 al firmar
el Acta de compromiso con la Industria Automotriz. Por este camino se recae en el
endeudamiento.

Aunque algún autor manifiesta que la deuda externa no aumentó durante el gobierno de Isabel, lo
cierto es que existió un importante incremento, provocado, en su mayor parte, por el déficit en la
balanza de pagos del año 1975: 1.284 millones de dólares. La información dada por Pedro Paz
permite registrar, para 1975, la contratación de los siguiente préstamos:
Pero el endeudamiento es aún mayor porque:

a) existe un préstamo de 75 millones de dólares, de bancos extranjeros

b) se reciben "facilidades petroleras", del FMI, por 44 millones de dólares

c) préstamo del Banco de Londres: 50 millones de dólares;


d) préstamo del Chase Manhattan Bank: 100 millones de dólares;

e) swaps: 170 millones

f) se perciben -del FMI- dos tramos de 130 millones de dólares cada uno, negociados por el
ministro Mondelli en el verano de 1976.

La cifra total se aproxima a los mil millones de dólares.

Si bien Pedro Paz sostiene que hubo amortizaciones y que la deuda pública -basándose en
CEPAL- solo aumentó 310 millones de dólares, la Memoria del Banco Central informa, para el
31/12/75, un endeudamiento mayor, según "estos datos, en millones de dólares:

Este crecimiento de la deuda externa pública resulta una de las tantas expresiones de la
declinación del movimiento nacional peronista. Perón había intentado continuar la revolución
nacional que había quedado inconclusa en 1955, suponiendo que era posible reeditar "la
comunidad organizada" del 45, es decir, el frente nacional policlasista -empresarios, trabajadores,
militares nacionales- bajo su conducción bonapartista. Pero las condiciones mundiales y de la
Argentina eran otras...y el líder, además, llevaba sobre sus espaldas casi treinta años más. Por
otra parte, el nuevo componente del movimiento -esa juventud bulliciosa que reclama "la patria
socialista"-antagoniza frontalmente con el nacionalismo oligárquico que el imperialismo ha
infiltrado en su costado derecho (López Rega).

El líder, desde el exilio, había propiciado la integración de los sectores juveniles a su movimiento
en su convicción permanente de que solo sumando fuerzas era posible aislar a los sectores
dominantes y derrotarlos, suponiendo que los nuevos militantes se plegarían a la verticalidad
tradicional del peronismo. A su vez, los jóvenes - cuestionadores de los partidos tradicionales
incluyendo a la izquierda-habían encontrado en el demonizado caudillo (su nombre
impronunciable, el cadáver de su mujer desaparecido) al único confiable para los grandes
cambios, suponiendo que éste sería receptivo a sus reclamos... y exigencias. Posiblemente, un
doble equívoco signó la tragedia provocando la gran frustración: ni los jóvenes aceptarían la
verticalidad, ni el líder abandonaría su concepción de "la comunidad organizada", en pos de una
renovación programática profunda. En esa época de dramático desencuentro, hubo dos hombres
cuyos corazones no pudieron resistir: Arturo Jauretche, fallecido el 2 5 de mayo de 1974,. y Juan
José Hernández Arregui, el 22 de setiembre del mismo año. Jauretche había señalado:

El país reclama una política nacional cuyas grandes líneas fueron interrumpidas en 1955 y no es
cuestión ya de imitarlas parcialmente, quedándose a mitad de camino, ni siquiera de reproducirlas.
Desde aquella base, hay que ir mucho más adelante, más definida y claramente.

Hernández Arregui había dicho:

Justicia Social hoy se llama Socialismo. Esta superación del programa originario del peronismo es
su continuación histórica, no su negación.

Lo ocurrido quizás ratificaba algo obvio pero importantísimo: Perón no había hecho el 17 de
octubre, el 1 7 de octubre lo había hecho a Perón y lo había gestado como un líder nacional, no
como un líder socialista. De ahí la dificultad para liderar un proceso por el cual la revolución
nacional debía ingresar, para salvarse, en el camino al socialismo, no con la celeridad que
soñaban los jóvenes, pero tampoco en el "todo en su medida y armoniosamente", que postulaba
el líder.

La muerte de Perón significó el fin de toda esperanza. Cooke había sostenido, con gran
convicción, que Perón debía cumplir su rol y no sería obstáculo a la profundización revolucionaria.
Pero Perón muere y deja en el poder a Isabel, resultado de su criterio de no rodearse de personas
con personalidad propia que puedan disputarle el liderazgo.

A partir del 1° de julio de 1974, se exacerba el enfrentamiento entre las diversas alas integrantes
del peronismo. El lopezrreguismo y la burocracia sindical se alían para terminar con Jotapé-
Montoneros, y también con Gelbard, expresión del empresariado nuevo. Luego, en el 75, el
lopezrreguismo y la burocracia sindical se enfrentan con motivo del "rodrigazo" y cuando los
trabajadores logran desplazar al "brujo", los jerarcas sindicales no saben qué hacer, teniendo el
poder a sus manos. Se cambian varios ministros de Economía para culminar en un. liberal (Emilio
Mondelli), mientras el gobierno hace agua y los meses iniciales de 1976 se convierten en un
verano caliente por los reclamos obreros. Las columnas de sustentación del peronismo se
desmoronan y los sectores reaccionarios aprovechan la oportunidad para dar el golpe. Es el 24 de
marzo de 1976.
POLÍTICA
RAUL SCALABRINI ORTIZ
“El Subsuelo de la Patria Sublevado” (1945)

Pasaban los días y la inacción aletargada y sin sobresaltos parecía justificar a los escépticos de
siempre. El desaliento húmedo y rastrero caía sobre nosotros como un ahogo de pesadilla. Los
incrédulos se jactaban de su acierto. Ellos habían dicho que la política de apoyo al humilde estaba
destinada al fracaso, porque nuestro pueblo era de suyo cicatero, desagradecido y rutinario. La
inconmovible confianza en las fuerzas espirituales del pueblo de mi tierra que me había sostenido
en todo el transcurso de mi vida, se disgregaba ante el rudo empellón de la realidad.

Pensaba con honda tristeza en esas cosas en esa tarde del 17 de octubre de 1945.

El sol caía a plomo cuando las primeras columnas de obreros comenzaron a llegar. Venían con su
traje de fajina, porque acudían directamente de sus fábricas y talleres. No era esa muchedumbre
un poco envarada que los domingos invade los parques de diversiones con hábito de burgués
barato. Frente a mis ojos desfilaban rostros atezados, brazos membrudos, torsos fornidos, con las
greñas al aire y las vestiduras escasas cubiertas de pringues, de restos de breas, grasas y
aceites. Llegaban cantando y vociferando, unidos en la impetración de un solo nombre: Perón. Era
la muchedumbre más heteróclita que la imaginación puede concebir. Los rastros de sus orígenes
se traslucían en sus fisonomías. El descendiente de meridionales europeos, iba junto al rubio de
trazos nórdicos y el trigueño de pelo duro en que la sangre de un indio lejano sobrevivía aún. El
río cuando crece bajo el empuje del sudeste disgrega su enormemasa de agua en finos hilos
fluidos que van cubriendo los bajidos y cilancos con meandros improvisados sobre la arena en
una acción tan minúscula que es ridícula y desdeñable para el no avezado que ignora que es el
anticipo de la inundación. Así avanzaba aquella muchedumbre en hilos de entusiasmos que
arribaban por la Avenida de Mayo, por Balcarce, por la Diagonal.

Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad. Un hálito áspero crecía en densas vaharadas,
mientras las multitudes continuaban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los
talleres de la Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las
fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas. Brotaban de los pantanos de
Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados en el mismo grito y en la
misma fe iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor mecánico de
automóviles, la hilandera y el peón.

Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba, como
asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto. Era el substrato de nueva
idiosincrasia y de nuestras posibilidades colectivas allí presente en su primordialidad sin reatos y sin
disimulos. Era el de nadie y el sin nada en una multiplicidad casi infinita de gamas y matices humanos,
aglutinados por el mismo estremecimiento y el mismo impulso, sostenidos por una misma verdad que
una sola palabra traducía: Perón.
JUAN DOMINGO PERÓN
Creación Partido Peronista
Discurso del General Don Juan Domingo Perón ante los delegados del Congreso General
Constituyente del Partido Peronista, 01-12-1947

Señores:

En primer término, celebro tener la inmensa satisfacción de poder saludar reunidos a todos los
hombres que en estos momentos representar el sentir y traen la representación de las fuerzas
políticas que apoyan nuestra obra y nuestro trabajo en todas las latitudes de la República. Lo
celebro, señores, porque nuestras fuerzas habían constituido hasta ahora, y especialmente
durante las luchas comiciales del 24 de febrerolo que yo llamo más o menos “una guerra de
montoneras”- una fuerza que tenía más entusiasmo y decisión que organización. Y lo celebro
más, porque de ahora en adelante someteremos a la capacidad que nos dio ese entusiasmo y esa
decisión que suele ser decisivo: la organización.

Señores: Muchas veces he pensado que este movimiento, que nosotros consideramos salvador
para la nacionalidad necesitaba consolidarse en el tiempo y en el espacio. De esa consolidación
podemos esperar el cumplimiento de todos los postulados que nos han llevado paulatinamente a
las realizaciones que, con todo el esfuerzo y venciendo todas las dificultades, estamos salvando;
valorando también el entusiasmo y la decisión de esta organización, que todavía es bastante
primaria dentro del orden institucional.

Etapa de Organización

Siempre pensé que para los movimientos del tipo como es el nuestro adquieran, dentro del
panorama nacional, la relativa perennidad que ellos necesitan para ser útiles, deben seguir a las
etapas de aglutinación de las masas un sentido organizativo; es decir, pasando de la primera
etapa, que generalmente es gregaria en todos estos movimientos, a la etapa de la organización, y
de ésta a la etapa de consolidación, porque sino estos movimientos suelen resultar fragmentarios
y no cumplen tanto en el tiempo como en el espacio con la misión que les está encomendada.

Por eso también he dicho muchas veces que este movimiento que nosotros representamos, que
ahora está detrás de un hombre, ha de transformarse paulatinamente para colocarse detrás de
una bandera y detrás de un ideal. De esa manera le habremos dado el sentido de perennidad a
que me he referido.

Nuestra misión no la podemos cumplir en la corta vida de un hombre. Los hombres pasan y las
naciones suelen ser eternas. En consecuencia, buscando esa eternidad para nuestra patria y la
perennidad para nuestro movimiento, es necesario que lo organicemos con declaraciones de
principios, con doctrinas perfectamente establecidas y con cartas orgánicas que den a este
movimiento la materialización orgánica que él necesita. Busquemos darle también un alto grado
de perennidad que nos prolongue a través de nuestros hijos, de nuestros nietos y de las demás
generaciones.

¿Qué hemos hecho, en este orden de ideas, con nuestro movimiento?

Los movimientos de este tipo tienen dos influencias. Una, la que representa en sí el mismo
movimiento, y la otra, la que irradia para el resto de los hombres que forman la Nación y sus
instituciones, sean éstas de nuestra ideología o de cualquier otra. En cuanto al primer objetivo,
para nuestro movimiento, primero nos hemos puesto de acuerdo en el fondo de nuestra
concepción: hemos irradiado a las masas una doctrina que fija nuestra posición, determina
nuestras ilusiones y fija los objetivos que queremos alcanzar.

Esto lo hemos logrado por persuasión y por sentimiento, que es como normalmente se llega a las
grandes masas. En las masas hay quienes piensan y quienes sienten la aglutinación que llega de
una mística común que ha de alcanzar tanto al que piensa por persuasión como al que siente por
su corazón.

Este trabajo, tan difícil de realizar, ha sido hecho por nosotros en este movimiento. Una gran
cantidad de argentinos piensan y sienten como nosotros. Sin las condiciones a que me he
referido, los movimientos de aglutinación colectiva son irrealizables, de manera que el haberlo
alcanzado nos crea una posibilidad, pero nos crea también una responsabilidad.

Para responder a esa responsabilidad es que surge hoy el imperativo de organizarse. Tenemos la
base de esa organización, que es la misma manera de apreciarlo y una manera semejante de
resolverlo.

Es necesario, ahora, dar consistencia racional orgánica a ese movimiento, que hoy solamente
está unido, podríamos así decirlo, espiritualmente, para que resista al tiempo y a la lucha que es lo
que nosotros consideramos justo y honrado al resto de los argentinos que no piensan y sienten
como nosotros.

En eso también ha conseguido el movimiento un avance considerable. Bastaría decir, en este


sentido, que nosotros hemos realizado una reforma casi integral de los distintos sectores de la
vida nacional en este tiempo.

¿Cómo fue encarada esa reforma integral? Pensamos que la República Argentina ha ido pasando
por sucesivas etapas y transformaciones que han sido trascendentes o intrascendentes, hayan
sido ellas encaradas con un criterio acertado o con medios desacertados.

Pensamos que desde 1810 y 1816, en que se dio comienzo a la realización de nuestra
independencia política, hasta 1828, en que realmente se realizó esa independencia, fue una etapa
constructiva de realizaciones, profundamente trascendental para la Nación y para la nacionalidad.
¿Cómo se realizó eso, señores? Todo el pueblo puso a disposición de esta naciente comunidad
de criollos todo lo que tenía, lo jugaron y ganaron, pero quedaron todos desposeídos porque esa
larga guerra fue consumiendo todo lo que los argentinos tenían. En esa guerra, cada uno puso
cuanto tenía, incluso sangre y vida, y era de esperar que obtenido el triunfo, el beneficio habría de
repartirse también poseyendo cada argentino en la medida en que había perdido. Podríamos decir
que lograda la independencia política de la Nación, era menester luchar para que esos que todos
los habían perdido, que habían quedado totalmente desposeídos, volviesen a recuperar, por lo
menos en grado aceptable, cuanto habían puesto al servicio de la Nación.

Sentido y Alcance de las Revoluciones Argentinas

¿Y cuál fue el panorama que contemplaron más de veinte generaciones de argentinos? Toda esa
lucha, para la mayor parte de la población, había sido estéril. Por eso, vemos a menudo, o vimos,
guerreros, descendientes de guerreros, que pedía limosna por las calles de Buenos Aires. Ya
Martín Fierro cantó por primera vez la rebelión de esos hombres que lo habían perdido todo, pero
no se interpretó eso como el sentir de esa clase de hombres desposeídos, sino como poema más
o menos iluso de los tiempos de la organización nacional. Desde entonces hasta ahora, señores,
los movimientos revolucionarios populares se han venido sucediendo en la República Argentina
en etapas de 12, 10, 8, 7 ó 6 años, pasando a ser la revolución una institución ya constitucional
porque los beneficiarios de los golpes de Estado juraron respetar y hacer respetar la Constitución
Nacional. Normalmente, en este mismo salón, más de cinco revolucionarios han fracasado desde
entonces hasta hoy. ¿Por qué fracasaron? Yo, en mi corta, relativamente corta vida, he visto res
revoluciones fracasadas, triunfantes en el golpe de Estado, pero fracasadas como revolución,
porque en esta tierra los golpes de Estado han sido todos venturosos, pero una vez en el poder
los revolucionarios o beneficiarios de los golpes de Estado, han fracasado todos; y las
revoluciones fueron siempre populares.
El pueblo estuvo con las revoluciones, porque el pueblo esperaba algo que no venía. ¿Por qué era
eso? Porque cada una de esas revoluciones o seudo revoluciones, interpretó el golpe de Estado
como un hecho político y no era un hecho político. Los revolucionarios llegaron al poder y dijeron:
"una revolución política cambió los hombres y siguió con los mismos sistemas", pero sin
comprender mayormente, de manera profunda, la formación y el fondo de las instituciones
argentinas; y así pasaron intrascendentemente, normalmente vilipendiados por el mismo pueblo
que estuvo de acuerdo cuando hicieron el golpe de Estado.

Esta revolución del 4 de junio hubiera sido exactamente lo mismo si hubiéramos dejado marchar
los acontecimientos por el cauce que parecía más simple y más fácil, cambiando unos cuantos
hombres y poniendo otros.

Nosotros interpretamos de distinta manera este movimiento. Nosotros creíamos y creemos que el
problema argentino no es un problema político. Es un problema económico- social que la Nación
viene reclamando se solucione desde hace casi un siglo que no fue nunca encarado por los
movimientos revolucionarios que tuvieron una razón de ser en este problema económico- social y
que se desvirtuaron porque encararon las formas y las soluciones políticas que al pueblo
argentino no interesaban las soluciones de sus problemas sociales y económicos.

La influencia que nuestro movimiento va a tener en el orden jurídico e institucional ¿cómo la


hemos venido realizando hasta ahora? La hemos realizado en forma de adaptar al Estado las
necesidades que popularmente surgían. El error más grave que puede cometer un político es no
ubicarse en el panorama real de la situación del país, es decir, mirar el espectáculo y no
penetrarlo ni conocerlo y, en consecuencia, apreciarlo y resolverlo equivocadamente. Hemos visto
cómo hasta ahora en nuestro concepto, se había equivocado el enfoque de esa situación y de ese
panorama de la Nación.

Veamos cómo lo enfocamos nosotros y cómo tratamos de resolverlo para que se aprecie cuál es
el beneficio que hasta ahora hemos ofrecido con nuestro movimiento revolucionario a la Nación
misma y al pueblo argentino en especial.

Señores: ustedes han vivido conmigo esta etapa de la historia argentina y saben también como yo
lo que se ha hecho pero yo solamente voy a hacer una rápida revista de las realizaciones
trascendentales, no de las pequeñas realizaciones.

Encarar la Revolución, la Reforma Social y Económica

Nosotros encaramos en primer término una reforma social que anunciamos ya en el año 1943.
Cuando les voy a decir demostrará que no hemos venido tropezando, sino que somos hombres
que firmemente estamos ejecutando un plan que vamos cumpliendo en todas sus etapas. Esa
reforma social nace con lo que era fundamental para nosotros. Los tiempos que vivíamos nos iban
indicando el camino. A ese dolor de la tierra que tenía sublevada a la mitad de la población de la
República Argentina, o a sus tres cuartas partes, durante muchos años, se había ido sumando los
que llegaban de Europa, tan descontentos como los que estaban aquí, trayendo a la vez sus
propios problemas sociales, trasplantando- diremos así- el dolor de otras tierras al dolor de
nuestra tierra, con lo cual el problema social había aumentado.

Señores: La reforma social se encaró casi empíricamente, sobre el camino. Se encaró en la única
forma en que podía encararse una reforma social; no por el método ideal, porque todavía
estaríamos planeando cómo debíamos realizarla, sino por el método real de lo que era necesario
hacer y poniéndose a realizarlo inmediatamente, única manera de poner al día, sin pérdida de
tiempo, el problema de la justicia social en nuestra tierra, que ya estaba en tren de provocar
reacciones que quien sabe a qué extremos podían haber llegado, con
pérdida para todos los argentinos, sean éstos ricos o pobres.

Ustedes saben tan bien como yo, cómo se realizó la reforma social. A ella nosotros debimos
agregar la reforma económica, porque ésta sentada las bases de posibilidad para la reforma
social. Una reforma social que no lleve hacia una reforma económica es siempre relativa: tiene un
límite del que no se puede pasar.
La reforma económica trataba simplemente dos puntos fundamentales: mantener dentro del país
la riqueza del mismo; repartir esa riqueza equitativamente, sin que hubiera hombres que de esa
riqueza sacaran tanto provecho que fueran extraordinariamente ricos, ni hombres que de esa
misma riqueza sacaran tan poco beneficio que fueran extraordinariamente pobres.

Declaramos la independencia económica, porque era la etapa final del primer ciclo: mantener
dentro del país la riqueza de los argentinos, tapando todos los agujeros e intersticios de donde se
escapaba hacía ya tantos y tantos años. Queremos establecer que paulatinamente vaya
completando la reforma social, de manera que los beneficios sean equitativamente distribuidos, es
decir, en razón directa al esfuerzo y al sacrificio que cada uno de los argentinos realiza.

Señores: Yo podría decirles que estas dos reformas han sido ya cumplidas. Queda por cumplir la
tercera etapa, que es su consolidación, porque es inútil que quisiéramos creer que esto está
consolidado. En la vida de las naciones, en tres o cuatro años no se consolida nada. Es menester
encarar decididamente la tercera etapa, es decir, la consolidación de estas dos reformas: la
consolidación de la reforma social y la consolidación de la reforma económica, favoreciendo de
esta manera la materialización de una nueva, que es casualmente la reforma política.

Reforma Política

Nosotros, en esta última, consideramos a su vez tres etapas distintas: la primera es la reforma
política propiamente dicha, es decir, conformar una serie de principios y una doctrina que con el
poder de nuestra fuerza política hemos de imponer al futuro del país, llamando a todos los
hombres de buena voluntad a que nos acompañen en esta obra, que consideramos de bien
porque está basada- como ustedes habrán visto- en principios morales, sin los cuales la política
se vuelve un arma contraria del país. Los que afirman que la política es mala, se olvidan de decir
que la política es buena cuando se hace en beneficio del país y es mala cuando se hace en su
ejercicio, y ello depende de que esa política se base en principios constructivos o, por el contrario,
en principios destructivos. Los principios constructivos son los que nosotros tratamos de introducir
dentro de la política argentina, morigerando las pasiones, creando instrumentos de defensa y de
bien público afirmándolos en principios morales y de la nacionalidad a fin de dar a nuestra fuerza
política un alto grado de constructibilidad, sin lo cual sería una triste fuerza, tanto más triste
cuando más poderosa fuese.

Esa reforma política está dirigida, en primer término, a sacar de las instituciones y de Estado
cualquier fuerza que esté al servicio de otra causa que no sea la Nación. Queremos que las
instituciones de la República no estén manejadas sino por los funcionarios de la República, y que
esos funcionarios sean leales y honrados servidores de la Nación.

Queremos que la política se realice en los medios políticos pero no más allá, vale decir, señores,
haciendo valer aquello por lo que, durante tantos años todos ustedes como yo hemos protestado
gritando a quien nos ha querido oír, de que la Nación no puede estar al servicio de la política, sino
la política al servicio de la Nación. Eso es cuanto nosotros queremos realizar, y debemos luchar
para que así sea.

Creo que la reforma política, después de barrer con el fraude y con todos esos graves
inconvenientes con que se ha luchado en la Argentina, durante tantos años, después de liquidar
las persecuciones y combinaciones de toda clase que se hacían en perjuicio del Estado, debe
hacer desaparecer la política de las instituciones, de modo que éstas sirvan a sus objetivos y
finalidades sin la influencia de una determinada política, que bien puede ser destructiva y para mal
de la Nación.

Es por ello que nosotros queremos organizar nuestra fuerza política, crear un verdadero partido
inteligente, idealista, con profundo sentido humanista, sin lo cual las masas pasan a ser oscuros
instrumentos de hombres que pueden ser esclarecidos o pueden ser miserables.

La organización es indispensable para que nos manejemos nosotros y es indispensable para bien
de la Nación; porque como muchas veces he dicho, si no somos nosotros quienes hacemos el
bien a la Nación, por lo menos le hacemos el inmenso bien de obligar a nuestros adversarios a
que también se organicen, para que formen una fuerza orgánica que represente, no el sentir de un
sector de la Nación, sino que sea intérprete y ejecutoria de su sentir.

Esa organización es la que nosotros encaramos y en mi concepto tiene dos aspectos que
debemos resolver. La de un partido organización político que solamente esté destinado a aglutinar
hombres llevados por cualquier sentimiento, que no sea el bien de la nacionalidad, no es un
partido político; es una turba política, cuando mucho.

La Fuerza del Espíritu Guía al Hombre

Lo primero que hay que darle a un organismo es su espíritu. Así como un hombre sin alma es
siempre un cadáver, un organismo que no posea espíritu o alma colectiva está formada por una
serie de principios y sentimientos que individualizan a esa masa, como que piensa, en conjunto,
de una manera similar, tiene un objetivo común y se aglutina detrás de un ideal, que también es
común , para todos los hombres que la componen. Por esta razón, al hacer los planteamientos
básicos para la organización definitiva de nuestro partido, hemos comenzado por fijar claramente
los principios y la doctrina, porque ellos representan el alma del movimiento.

Sin una manera similar de interpretar y sin una manera similar de sentir, cuando está aquí dicho
es inútil, así grite "Viva Perón" y se llame a sí mismo "peronista".

Para ser peronista no es suficiente haber intervenido en nuestro movimiento; no es suficiente


haber sido elegido para una función dentro del mismo, no es suficiente decirlo y que lo digan los
demás. Es necesario e imprescindible que cuanto se dice aquí se sienta profundamente.

Eso es lo fundamental de nuestro movimiento y de la organización del mismo. Quien piensa y


quien siente lo que aquí se dice, está unido al otro que piensa y siente lo mismo, pero quien
piensa distinto, aun cuando se ponga un rótulo en el pecho, no es peronista.

Como vengo diciendo, esto es lo fundamental. Sin eso no existe partido y sin eso no iremos a
ninguna parte, porque son las fuerzas del espíritu las que guían y llevan al hombre, aunque él las
quiera resistir. No son las fuerzas materiales ni las pasiones la fuerza motriz del hombre. Será el
espíritu el que lo llevará y quién no tenga el espíritu inclinado a pensar y sentir de una manera
similar a la de su agrupación, será siempre un hombre díscolo y difícil dentro de un movimiento de
hombres que tienen un mismo sentir y pensar.

Una vez llenado este primer requisito de la organización, es decir, el que lleva a la aglutinación de
los hombres por el espíritu, viene el aspecto material, el que muchas veces suele ser un telón que
tapa una triste realidad; pero lo que necesitamos, para que esté de acuerdo con el fondo, es decir
que sea la representación real de una real unidad. En otras palabras: la organización material no
hace sino poner en conjunción y en formación orgánica a hombres que tienen una conformación
espiritual exacta o relativamente exacta entre uno y otro.

Este anteproyecto contiene las dos cosas: contiene la organización espiritual, vale decir, la
declaración de principios y doctrinas que conforman el alma de nuestro movimiento, y una carta
orgánica que le da forma material a esa aglutinación que solamente puede hacerse por el espíritu
y el corazón.

Eso es lo que yo quiero que ustedes interpreten en esta declaración.

Nosotros, en la reforma política, comenzaremos por modificar los métodos. Hasta ahora, los
partidos políticos contaban solo con una carta orgánica que contenía un sinnúmero de
enunciaciones, más o menos vagas, en las que los valores morales brillaban, a menudo, por su
ausencia. Nosotros vamos hacia otra clase de iniciación.

Queremos hombres que piensen y sientan como nosotros, que tengan un objetivo similar al
nuestro, que estén dispuestos a sacrificarse como nosotros en bien de la Nación. Unámonos para
realizar ese sacrificio de beneficio colectivo, para servir solamente a la Nación y para practicar el
bien como lo entendemos y como lo iremos perfeccionando durante nuestra marcha.

Tenemos un punto de partida distinto. Sabemos lo que queremos y sabemos adonde vamos.
Bastaría ahora que tuviéramos la fuerza de espíritu suficiente para cumplir cuanto anhelamos.

Señores: Esta organización, que representa para nosotros la verdadera reforma política, sería
inútil encararla dándole a la población algunas máximas para cumplir o algunas directivas para
realizar. Las reformas se hacen reformando y comenzando por reformarse a sí mismos porque es
muy viejo y muy conocido el método que encara la reforma por la reforma de los demás, y ya
nadie cree a ese que predica de una manera y obra de otra. El primer aspecto de esta
organización-recapitulando- es dar orgánicamente un espíritu al movimiento, con su mística, con
sus principios, con la determinación de las grandes normas de ejecución. Eso conforma un
estado, diríamos así, espiritual del movimiento, que se entiende algunas veces y que se siente
otras. ¡Bendito sea quién puede entenderlo y sentirlo! Y aquel que solamente lo siente, se ponga a
estudiar, a trabajar y a meditar, para también comprenderlo. Y aquel que solamente lo comprenda,
que le pida a Dios que lo haga bueno para sentirlo. Y no se crea que esto es una "perogrullada",
porque hay políticos que han hecho la política durante cincuenta años, sin comprenderla, en tanto
que otros lo han comprendido sin haberla hecho jamás.

Factores de Organización

El segundo aspecto es el de la organización material. Esa organización material, ¿cómo ha de


realizarse? Toda organización de masas, sean las masas tomadas en un sentido o en otro, implica
siempre un problema material de organización similar, porque entre los hombres hay quienes
mandan en primer grado, quienes manden en segundo grado y quienes obedecen, sino no puede
haber organización material de las masas.

En primer grado son los que dirigen el conjunto; en segundo grado son los que dirigen las partes,
y en tercer grado son las mismas partes que realizan obedeciendo. Sin eso no hay organización,
lo que quiere decir, señores, que toda organización implica un problema de tres incógnitas a
despejar: el conductor, que es el que maneja el conjunto; los cuadros, que son los dirigentes de
segundo grado que dirigen a las partes; y el tercero, la masa. Las incógnitas de esta ecuación se
van dilucidando durante la marcha. Es la marcha la que dice quién es el conductor, quiénes son
los cuadros y es la marcha quien dice quién es la masa.

Hay muchas distorsiones en este campo de la organización; hay enormes distorsiones. Muchas
veces existe un conductor que no merece serlo, pues que ha sido hecho en una convención por
decreto, por audacia, o por cualquier otra razón. Cuando ello sucede el conjunto puede ser
homogéneo, marchar bien, pero no va a buen puerto, porque no lo llevan a buen puerto. Pero
puede suceder también a la inversa: que el timonel central, el que dirige el conjunto, va a buen
puerto, pero no puede llegar porque los cuadros que lo sirven durante la marcha disocian las
fuerzas.

Pero también, con un conductor capaz, si se desean, pero con una masa indisciplinada que no
obedece ni a uno ni a otros, fracasa la organización. De manera que si aspiramos a hacer una
organización como ella debe ser, ha de tener un conductor capaz, cuadros capacitados para la
conducción parcial y una masa unida doctrinaria y materialmente. Llegamos al cuarto, factor de la
organización, que es casualmente, señores, la disciplina. La disciplina es muy buena o muy mala,
según se la aplique bien o se la aplique mal. No importa la cantidad de disciplina; lo que interesa
es la calidad de la disciplina. Yo soy un hombre formado desde los doce años en la disciplina más
férrea que puede existir; soy un amante de la disciplina y soy un defensor de la disciplina. Pero la
disciplina, señores, tiene también su límite. Como yo digo siempre, el pan es el mejor alimento,
pero a quien se come una bolsa no le resulta el mejor alimento. La disciplina puede ser militar y la
cumplen bien los militares con un código de justicia militar, que es de lo más terrible; puede ser
eclesiástica, yo creo que no la cumpliríamos ninguno de nosotros; y es porque no somos
eclesiásticos. Si a ustedes quieren hacerles cumplir la disciplina militar, no la querrán, porque no
son militares. Si queremos entender lo que es la disciplina, es menester que analicemos la
verdadera acepción de la palabra disciplina. Nosotros, en esta organización, no necesitamos ni la
disciplina militar ni la eclesiástica. Necesitamos la disciplina política, que es distinta a todas las
disciplinas.
Concepto de la Disciplina Política

¿En qué consiste la disciplina política? Ofrece dos aspectos, como todas las disciplinas: forma y
fondo. ¿ Cuál es el fondo de la disciplina política? Para explicarlo haré un paralelo entre la
disciplina política y la disciplina militar.

La disciplina militar encuadrada al hombre, le saca su ropa, le pone otra, le enseña a caminar de
otra manera, le enseña a recibir una orden y ejecutarla con inteligencia pero fríamente: va guiada
permanentemente por el superior desde que sale hasta que lleva a cumplir su objetivo. Si se
detiene en le camino ha de ser por orden superior, es decir, es conducido, en el verdadero
concepto, sin ser en ningún caso conductor. Obra por acción de presencia y siempre en conjunto.

¿Qué es la disciplina política? Cada hombre, aun dentro de la masa, obra individualmente, porque
es una disciplina confiada a su conciencia y no a la voluntad de uno que manda y que dirige todos
los actos.

El militar sale con su tropa y llega al objetivo con ésta, todo en conjunto y a voz de mando algunas
veces.

El político está librado a sus propios pensamientos y a sus propias reflexiones. El sólo tiene un
punto de partida común y un objetivo adonde debe llegar, y él elige su camino. El marcha por
distintos caminos y de distintas maneras, individualmente, a su libre albedrío y si no le gusta se
vuelve. El marcha con una sola condición: no perturbar a los que marchan con él y llegar
simultáneamente al objetivo que se ha fijado por su propia voluntad en el momento en que es
preciso que llegue.

Lo que la disciplina política no permite es el engaño. Lo que la disciplina política no tolera es el


mal procedimiento.

Lo que la disciplina política impone es la sinceridad y la lealtad en todos los procedimientos y por
sobre todas las cosas. En la disciplina política nadie está obligado a realizar lo que su conciencia
no le obliga, y en consecuencia, quien quiera realizar un mal acto no solamente corrompe la
disciplina partidaria, sino que se hace pasible de que esos hombres que deban obedecerlo sean
quienes tengan derechos a mandar a quien está mandado.

Señores: quien realice una trenza o quien efectué una maniobra en beneficio propio no puede
imponer ni exigir disciplina a quienes deben obedecer. Por esa razón la disciplina política es una
disciplina eminentemente de fondo. Por esa razón también, el conductor no se hace, nace: y, por
esa misma razón, los cuadros directivos tampoco se hacen sino que nacen. Desgraciado quien
cree que se puede hacer un conductor por decreto o por elecciones. Esto es simple de explicar:
conducir es un arte y el artista nace, no se hace. Esta disciplina de que yo oigo hablar tan a
menudo, es como muchas otras cosas, que están en todas las bocas y en muy pocos corazones.
Mande con dignidad, mande con sinceridad, mande con desinterés y con lealtad, mande con
honradez, y será obedecido. Pero mande tergiversando la realidad o con engaños en provecho
propio y no del conjunto, mande a base de combinaciones, y verán cómo el mejor conductor no
será obedecido.

Y en esto volveré a repetir lo que tantas veces he dicho. Cuando un dirigente manda debe ser
obedecido y siempre que esté encuadrado dentro de ese "slogan" que tanto conocemos y que
dice: "todos seamos artífices del destino común, pero ninguno instrumento de la ambición de
nadie".

Si se manda así, la disciplina no tendremos que imponerla. La disciplina será una consecuencia
de la acción que nosotros realizamos. No mandemos nunca lo que no es justo y seremos
obedecidos. No impongamos jamás una injusticia, porque eso trae la rebelión de las masas.

De la disciplina podríamos hablar mucho, pero basta decir que para ser obedecidos tenemos que
mandar bien.
Desgraciadamente todavía no hemos podido organizarnos, porque los acontecimientos no nos
han llevado a esa organización y comenzamos ahora esta nueva etapa del movimiento; vale decir,
la etapa de la consolidación del mismo, que ha de lograrse con esta organización que iniciamos.
Si la inspiramos en cuanto he dicho, el éxito está alcanzado, pero en caso contrario es inútil que
trabajemos durante años y años tras una ilusión que nos resaltará inalcanzable.

Por eso es que hay que llevar a todas partes de la República estas ideas, con el objeto de lograr
la formación de un organismo homogéneo.

¿En qué consiste la homogeneidad de ese movimiento? En una cosa muy simple que los hombres
olvidan a menudo. Conocer adónde vamos y qué es lo que queremos, es decir, realizar un
movimiento que se analice a sí mismo y dé razón de ser por el objetivo que persigue. Una acción
absoluta de objetividad en la realización y concepción de todas nuestras cuestiones.

Para llegar a la unidad de eso sólo nos será necesario vivir la situación de la Nación, apreciar el
lugar de conjunto de la misma y los problemas que son comunes. De esa apreciación saldrá una
misma resolución y una misma manera de resolver los problemas. Esto es lo que el movimiento
alcanzará con su organización.

El organismo suficientemente nos ha traído algunos problemas que ustedes conocen como yo,
problemas que comienzan por ser políticos y luego se trasforman en institucionales. De eso no
resulta ningún beneficio y sin grades perjuicios para la Nación y especialmente para las lejanas
provincias y departamentos donde esos conflictos se producen.

No Hay Nada Superior al Interés del Conjunto

Es desgraciado pensar, aunque explicable, que nosotros, por no tener una oposición con quien
combatir, nos estamos combatiendo entre nosotros mismos. Yo no critico a un bando ni a otro.
Critico a los dos, porque cuando uno no quiere, dos no pelean. Y porque estas peleas terminan
siempre con acusaciones de bandolerismo político en un bando y en el otro lo que habla muy poco
a favor de aquellos que no pueden solucionar los problemas. Vale decir, que la solución del
problema institucional la posponen a una solución personal.

Pero ahí no termina el mal. Los facciosos crean las facciones, y así el problema adquiere
virulencia de segundo grado. Y de las facciones viene la disociación que ya es, diré, de tercer
grado y peligrosa.

Cuando dentro de una fuerza política aparece un faccioso que quiere influenciar a un sector para
formar una facción, es como cuando se produce una caries en una muela: hay que sacar la muela;
no hay otro remedio.

Y ahí, precisamente, está el caso de la disciplina partidaria. Debe haber un organismo -ya se ha
creado: son los Tribunales de Disciplina Partidaria- que cuando aparezca uno de estos hombres
para quienes el interés personal prima sobre el interés del conjunto, le aplique la condigna
sanción: "Señor, usted es personalista; usted quiere trabajar para sí, váyase al campo y trabaje
para usted".

Señores: dentro de nuestro movimiento todos trabajamos para todos y no hay cabida para quienes
quieran aprovechar el trabajo de los demás y trabaje para él. Todo ello sin contar que a menudo
estos facciosos forman cámaras negras de difamación de los propios compañeros organizados,
preparando planos de cómo lo van a difamar a Zutano o a Mengano, para hacerle perder el
ascendiente partidario y pasar ellos adelante.

Eso no es una falta de disciplina partidaria; eso entra en los límites de la delincuencia común y
está descartado que en nuestras fuerzas no pueden convivir tales delincuentes.

Se habla a veces de hombres que tienen grandes aspiraciones y aún de los que tienen
ambiciones. Bien, señores, yo en eso tengo mi manera de pensar . Yo pienso que si Napoleón
Bonaparte no hubiera sido un ambicioso hubiera muerto como capitán de artillería y Francia no
tendría hoy el resplandor de su propia gloria puesta en el resplandor de la gloria de Napoleón.
Desgraciado nuestro movimiento si no tuviera hombres con aspiraciones y aún hombres
ambiciosos, porque esa es una fuerza motriz que el género humano ha recibido de la Divina
Providencia, unos en mayor grado y otros en menor grado. Quien se conforma con su suerte de
andar por entre las cosas que han creado los demás, es un mediocre. El ser con aspiraciones,
que quiere crear cosas nuevas, que no se conforma con andar entre las cosas que han creado los
demás, ese es el hombre.

Señores: Lo que si hay que agregar a esto, es que la ambición y la aspiración de los hombres han
de ser, en primer término, justificadas y para justificarlas es necesario que esa ambición o esa
aspiración la cumpla él con su trabajo constructivo y no para perjudicar o molestar a los que van
junto a él.

Esta es una carrera, señores. Es una carrera en que cada uno corre por su andarivel, y el que
tiene aspiraciones o ambiciones de ganar tiene que correr más ligero, pero no hacerle trampa al
de al lado.

Y, como a nosotros, a las autoridades del partido les toca hacer de jueces, a aquel que no corra
por su andarivel o moleste al que corre al lado, lo tenemos que descalificar y lo hemos de
descalificar inflexiblemente para poder afirmar la verdadera y única disciplina que debe reinar
dentro de nuestro movimiento, es decir, la honradez en los procedimientos. Estamos de acuerdo
en que se lucha para sobresalir, pero sobresalir por métodos honrados.

EL MOVIMIENTO ACOGE A TODOS LOS HOMBRES SINCEROS Y HONRADOS

Hay otro aspecto que también quería mencionar: me refiero al de los prejuicios y de los
preconceptos. Nuestro movimiento ha sido formado por hombres que llegan a él desde los más
diversos rumbos. Nosotros no hemos preguntado de dónde vienen, sino que hemos preguntado
quiénes son y qué es lo que piensa y hacia adónde van. Esta debe ser una norma para nosotros,
porque nuestra aspiración ha de ser que todos los argentinos que piensen como nosotros y que
estuvieron equivocados honradamente se coloquen a nuestro lado para luchar, cualquiera sea su
procedencia o cualquiera haya sido su equivocación. Nosotros, como un movimiento popular, no
podemos "a priori" descartar a los hombres que sean honrados y decentes, vengan de donde
vengan, sepan lo que sepan, sientan lo que sientan, siempre que estén de acuerdo en que es
necesario ponerse a trabajar sin descanso para corregir los males de la Nación y para llevar
nuestra tierra al puerto de la gloria y de grandeza que cada uno de los argentinos bien nacidos
debe desear para su patria.

Por eso yo mismo estoy realizando actualmente una política que creo que es justa: una política de
acercamiento de todos los hombres que puedan haber pensado de distinta manera que nosotros,
siempre que vengan de buena fe a colaborar. Todas las fuerzas son utilizables en nuestro
movimiento, si son nobles y leales, y todos los hombres serán bienvenidos si vienen con lealtad y
con sinceridad a servir bajo nuestra bandera. Esta amplitud es la que nos va a hacer triunfar. La
historia de todos los movimientos del mundo demuestra que los movimientos colectivos fracasan
cuando se sectarizan y triunfan cuando se universalizan.

Esa debe ser nuestra concepción del movimiento. Todos deben venir a él con una condición:
servirlo lealmente, pensando que dentro de este gran movimiento todo es posible y que todos
pueden tener razón. Serán los hechos y la marcha los que nos irán indicando esa razón y si esos
hombres han tenido derecho a discutirnos nuestras propias doctrinas. Nosotros no somos
impermeables a la discusión, no queremos imponer, queremos proceder, y queremos proceder
con los hechos que es el mejor procedimiento que puede utilizar el hombre.

Si nuestro movimiento, con una gran amplitud, sin sectarismos de ninguna naturaleza, sin
coerciones que puedan ejercerse en ninguna forma, avanza por el camino ancho de la verdad y
de la realidad, no tenemos nada que temer.

Si nos sectarizamos, iremos perdiendo paulatinamente la fuerza con que contamos y nos
convertiremos en un movimiento que vivirá en su torre de marfil, pero que no representará dentro
de la República, el sentir del conjunto, transformándose en un pequeño organismo que marchará
contra la corriente.
Los movimientos populares son también cuantitativos y en la selección de la especie humana es
necesario tomar la totalidad de sus miembros, no seleccionando partículas de un pequeño sector
que nada representa y que nada es.

Nuestro movimiento es popular. Luego, el pueblo tiene libre acceso a él y dentro del mismo tiene
libertad de pensamiento y el derecho a imponer su voluntad, si ella es superior.

Por eso yo uso la tolerancia aun contra la intolerancia. Dejemos ahora las armas y como digo
amenudo , tomemos el violín que puede ser más efectivo. Esto es de una gran sabiduría, aunque
lo exprese de una manera simplista.

En la República no tenemos oposición, pero sí tenemos algunos opositores. Con procedimientos


honrados debemos ir persuadiéndolos de que están equivocados y que se encuentran colocados
en mal terreno, ya que piensan y sienten desde hace años como nosotros. Han dicho muchas
veces que es necesario hacer lo que nosotros hacemos, y hoy están en la oposición.

Ello se explica porque andan detrás de posiciones personales y no defienden un movimiento


nacional. El hombre priva sobre la colectividad. El egoísmo no es buen consejero.

Por eso estamos empeñados en este movimiento y en seguirlo con alta tolerancia.

DEBEMOS DAR UNA LECCIÓN DE UNIDAD

No deseo alargar más esta conversación que es tan grata para mí. Solamente quiero hacerles
llegar un consejo, que tengo la obligación de darles como más viejo. En este congreso partidario
que realizamos hemos de dar la sensación al país de que estamos unidos, que pensamos de una
misma manera, y que tenemos todos un mismo objetivo, y, sobre todo, lo que tanto predicamos, o
sea, ser artífices del destino común y no un instrumento de la ambición de nadie. Debemos
destacar que estamos de acuerdo y que vamos a trabajar por el bien de todos. Eso es lo que ha
de salir de este congreso.

Si en él nos peleáramos por pequeñas cosas que no tienen importancia, hubiéramos dado un
triste espectáculo y quizás fuera un factor de debilidad frente a nuestra propia grandeza. Somos
muchos; estamos empeñados en una misma obra; demos el ejemplo de que estamos unidos y
que trabajamos y de que no hay intereses personales entre nosotros. Si damos esa lección el
partido ha de salir de este congreso tonificado y honrado en sus procedimientos.

Por eso sería hermoso para nuestro movimiento, que un congreso al que concurren hombres de
14 provincias y 9 gobernaciones, se reúnan en representación de sus pueblos peronistas y lleguen
a conclusiones exactamente iguales en un acuerdo y en una amistad que nos honra a todos.

Esa lección la debemos dar a todos los demás partidos y a la masa de nuestro partido. Esa
lección de unidad, tolerancia, lealtad y sinceridad para con nosotros mismos será el ejemplo más
tonificante para la Nación. Si de este Congreso sale una acción de conjunto habremos dado un
hermoso ejemplo a la ciudadanía Argentina.

Todos los congresos y todas las convenciones que se realizan terminan siempre mal. Nosotros
seremos los primeros que terminaremos en una absoluta armonía y eso representará una
conquista mayor que todas las demás conquistas que podamos obtener.

Hemos encarado la reforma social, la económica y la política que la vamos a hacer nosotros y la
vamos a mostrar con nuestro propio ejemplo. Después seguirán las otras reformas.

REFORMA DEL DERECHO ARGENTINO

El año que viene iniciaremos la verdadera reforma del derecho argentino. Nuestro movimiento no
puede haber terminado con reformar el orden social, el orden económico y el orden político. Es
necesario consolidar esas tres etapas con la consolidación jurídica de nuestro movimiento. Esa
reforma ya se ha iniciado. Debemos a las Cámaras de la Nación el haber seleccionado el
elemento humano para ir reformando nuestra justicia y yo estoy satisfecho de lo que se ha hecho
hasta el presente.

Hecha esa parte de la reforma humana, del cambio de los hombres, reformaremos la legislación.
El año 1948 ha de ser de profundos cambios en lo jurídico. Hemos de poner al día nuestros
códigos de procedimiento y de fondo; hemos de dar al país una verdadera legislación más a tono
con los días que vivimos. Es anacrónico que en estos días en que se está intentando la
navegación estratosférica, en que se emplean 10 horas para venir de Europa a Buenos Aires,
empleemos un Código de Comercio que fue hecho para la navegación a vela, cuando se tardaba
6 meses en llegar al continente europeo. Y cito eso como ejemplo, por no citar más.

Hemos de encarar la reforma de los códigos de procedimientos, del derecho del trabajo que ha
sido formado alrededor de una ley subsidiaria: la de accidentes del trabajo, a la que se le fueron
agregando nuevos adornos como a un árbol de navidad, con nuevas leyes y nuevas
disposiciones. Hay que ir a la reforma dela legislación de fondo: ningún movimiento trascendental
como el nuestro lo ha dejado de encarar, porque es necesario poner al día la parte jurídica.

Eso representará en el devenir de los tiempos la consolidación de nuestro movimiento, la


afirmación definitiva de que nuestras conquistas han sido buenas y que la reforma social,
económica y política ha sido real porque ha sido afirmada en el tiempo y justificada y consolidada
por la acción de la justicia.

Luego ha de venir la reforma de la educación. Hemos de encarar la instrucción primaria,


secundaria, técnica y la universitaria para ponerla a tono porque sería incompleto que reviéramos
todo y no tratáramos de instruir a nuestra juventud en el fondo de esas reformas.

Empecemos por educar ya a los hombres dentro de esa concepción doctrinaria, pongamos a su
alcance toda esa reforma y eduquémoslos en la ciencia para servir el objetivo de la Nación con
unidad de concepción y de acción. Extenderemos esa reforma a la cultura para que las artes y las
letras en nuestra tierra comiencen a fructificar ese beneficio de los argentinos, aprovechando el
remanente de nuestra cultura y de la cultura europea que hemos heredado, para ir colocando
nuevos jalones en la marcha, para no ser los que nos conformemos con andar entre las cosas que
otros crearon.

El año 1948 hemos de dar un tono determinante a la reforma para ajustarla a las nuevas
concepciones que consideramos justas.

RENACIMIENTO ARGENTINO

Luego seguirán otras reformas largas de explicar, pero que toman todo el resto de las actividades
nacionales. Y pensamos que en el año 1949, tal vez en 1950, la Nación entera ha de iniciar un
nuevo ritmo de marcha al influjo de todos esos cambios para que todos los hombres y los
organismos de la Nación se dirijan hacia un objetivo común de una manera similar y armónica. Si
nuestro movimiento cumple eso es probable que pase a la historia como el Renacimiento
Argentino.

Y nosotros, en nuestro ambicioso objetivo, aspiramos a que ese Renacimiento Argentino sea la
reestructuración de la Nación, política, soberana y económicamente libre.

En esta marcha no habrá fuerza que la pueda detener. Nuestro movimiento tiene que cumplir ese
objetivo y lo ha de cumplir solamente

si nosotros, que representamos el elemento directivo de esa masa, luchamos incansablemente


para conseguirlo y tratando al mismo tiempo que cada uno de los elementos que constituyen esa
masa luche también incansablemente detrás de igual objetivo.

Si realizamos esa labor de conjunto con la organización material de nuestras fuerzas el éxito total
está asegurado.
Tenemos actualmente el gobierno social, económico y político de la Nación, y tenemos luego la
posibilidad con ello de influenciar toda la marcha de la República. Todos los que respondan a
nuestra bandera tienen la obligación de secundarnos, luchando incansablemente y con sacrificio si
es necesario, para conseguir esos objetivos. Estoy persuadido y lo espero, con las fuerzas de mi
espíritu de ciudadano argentino, que cada uno sabrá cumplir con su deber.
EVA PERÓN
Mi Mensaje
1.- INTRODUCCIÓN

En estos últimos tiempos, durante las horas de mi enfermedad, he pensado muchas veces en este
mensaje de mi corazón. Quizás porque en "La Razón de mi Vida" no alcancé a decir todo lo que siento
y lo que pienso, tengo que escribir otra vez. He dejado demasiadas entrelíneas que debo llenar; y esta
vez no porque yo lo necesite. No. Mejor sería acaso para mí que callase, que no dijese ninguna de las
cosas que voy a decir, que quedase para todos, como una palabra definitiva, todo lo que dije en el
primero de mis libros, pero mi amor y mi dolor no se conforman con aquella mezcla desordenada de
sentimientos y de pensamientos que dejé en las páginas de "La Razón de mi Vida".

Quiero demasiado a los descamisados, a las mujeres, a los trabajadores de mi pueblo, y por
extensión quiero demasiado a todos los pueblos del mundo, explotados y condenados a muerte
por los imperialismos y los privilegiados de la tierra. Me duele demasiado el dolor de los pobres,
de los humildes, el gran dolor de tanta humanidad sin sol y sin cielo como para que pueda callar.
Si, todavía quedan sombras y nubes queriendo tapar el cielo y el sol de nuestra tierra, si todavía
queda tanto dolor que mitigar y heridas que restañar, cómo será donde nadie ha visto la luz ni ha
tomado en sus manos la bandera de los pueblos que marchan en silencio, ya sin lágrimas y sin
suspiros, sangrando bajo la noche de la esclavitud! Y como será donde ya se ve la luz, pero
demasiado lejos, y entonces la esperanza es un inmenso dolor que se rebela y que quema en la
carne y el alma de los pueblos sedientos de libertad y justicia! Para ellos, para mi pueblo y para
todos los pueblos de la humanidad es "Mi Mensaje".

Ya no quiero explicarles nada de mi vida ni de mis obras. No quiero recibir ya ningún elogio. Me
tienen sin cuidado los odios y las alabanzas de los hombres que pertenecen a la raza de los
explotadores. Quiero rebelar a los pueblos. Quiero incendiarlos con el fuego de mi corazón.
Quiero decirles la verdad que una humilde mujer del pueblo -¡la primera mujer del pueblo que no
se dejó deslumbrar por el poder ni por la gloria!- aprendió en el mundo de los que mandan y
gobiernan a los pueblos de la humanidad. Quiero decirles la verdad que nunca fue dicha por
nadie, porque nadie fue capaz de seguir la farsa como yo, para saber toda la verdad. Porque
todos los que salieron del pueblo para recorrer mi camino no regresaron nunca. Se dejaron
deslumbrar por la fantasía maravillosa de las alturas y se quedaron para gozar de la mentira. Yo
me vestí también con todos los honores de la gloria, de la vanidad y del poder. Me dejé engalanar
con las mejores joyas de la tierra. Todos los países del mundo me rindieron sus homenajes, de
alguna manera. Todo lo que me quiso brindar el círculo de los hombres en que me toca vivir,
como mujer de un presidente extraordinario, lo acepté sonriendo, "prestando mi cara" para
guardar mi corazón. Sonriendo, en medio de la farsa, conocí la verdad de todas sus mentiras.

Yo puedo decir ahora lo mucho que se miente, todo lo que se engaña y todo lo que se finge,
porque conozco a los hombres en sus grandezas y en sus miserias. Muchas veces he tenido ante
mis ojos, al mismo tiempo, como para compararlas frente a frente, la miseria de las grandezas y
las grandezas de la miseria. Yo no me dejé arrancar el alma que traje de la calle, por eso no me
deslumbró jamás la grandeza del poder y pude ver sus miserias. Por eso nunca me olvidé de las
miserias de mi pueblo y pude ver sus grandezas. Ahora conozco todas las verdades y todas las
mentiras del mundo. Tengo que decirlas al pueblo de donde vine. Y tengo que decirlas a todos los
pueblos engañados de la humanidad. A los trabajadores, a las mujeres, a los humildes
descamisados de mi Patria y a todos los descamisados de la tierra y a la infinita raza de los
pueblos! como un mensaje de mi corazón.
2.- TENIA QUE VOLAR CON ÉL

En "La Razón de mi Vida" dije con mis pobres palabras cómo un día maravilloso de mi existencia me
encontré con Perón. El ya estaba en la lucha. Lo recuerdo como si lo viese, con la mirada llena de
brillo, con la frente levantada, con su limpia sonrisa, con su palabra encendida por el fuego de su
corazón. Vi desde el primer momento la sombra de sus enemigos, acechando como buitres desde la
altura o como víboras pegajosas desde la tierra vencida. Vi a Perón demasiado solo, excesivamente
confiado en el poder vencedor de sus ideales, creyendo en la primera palabra de todos los hombres
como si fuese su propia palabra, limpia y generosa, sincera y honrada. No me atrajeron ni su figura ni
los honores de su cargo y, menos, sus galones de militar.

Desde el primer momento yo vi su corazón, y sobre el pedestal de su corazón, el mástil de sus


ideales sosteniendo cerca del cielo la bandera de su Patria y de su Pueblo. Vi su inmensa
soledad, una soledad como la de los cóndores, como la de las altas cumbres, como la soledad de
las estrellas en la inmensidad del infinito. Y a pesar de mi pequeñez, decidí acompañarlo. Por
seguirlo, por estar con él, hubiese sido y hubiese hecho cualquier cosa menos torcer la ruta de su
destino. Fue cuando le dije un día: "estoy dispuesta a seguirlo, donde quiera que vaya". Poco a
poco yo entré también en sus batallas. A veces porque me provocaron sus enemigos. Otras,
porque me indignaron sus traiciones y sus mentiras.

Había decidido seguirlo a Perón, pero no me resignaba a seguirlo de lejos, sabiéndolo rodeado de
enemigos y ambiciosos que se disfrazaban con palabras amistosas. Y de amigos que no sentían
ni el calor de la sombra de sus ideales. Yo quería estar con él los días y las noches de su vida, en
la paz de sus descansos y en las batallas de su lucha. Ya sabia que él, como los cóndores, volaba
alto y solo. ¡Y sin embargo yo tenía que volar con él! Confieso que no medí desde el principio toda
la magnitud de mi decisión. Creí que podía ayudar a Perón con mi cariño de mujer; con la
compañía de mi corazón enamorado de su persona y de su causa, pero nada más. Pensé que mi
tarea, junto a su soledad, era llenarla con la alegría y con los entusiasmos de mi juventud.

3.- MI CORONEL

Y así emprendimos el camino: alegres y felices en medio de la lucha. Un día me confesó que yo,
su pequeña "giovinota" como solía llamarme, era la única compañía sincera y leal de su
existencia. ¡Nunca como ese día me dolió tanto mi pequeñez! ¡Ese día decidí hacer lo posible
para acompañarlo mejor! Recuerdo que le pedí que fuese mi maestro y él, en las treguas de su
lucha, me enseñó un poco de todo cuanto pude aprender. Me gustaba leer a su lado. Empezamos
por "Las vidas paralelas" de Plutarco y seguimos después con las "Cartas completas de Lord
Chesterfield a su hijo Stanhope". En un tiempo me enseñó un poco de los idiomas que él sabia:
inglés, italiano y francés.

Sin que yo lo advirtiese, fui aprendiendo también a través de sus conversaciones la historia de
Napoleón, de Alejandro y de todos los grandes de la historia. Y así fue que me enseñó también a
ver de una manera distinta nuestra propia historia. Con él aprendí a leer en el panorama de las
cuestiones políticas internas e internacionales. Muchas veces me hablaba de sus sueños y de sus
esperanzas, de sus grandes ideales. Metida en un rincón de la vida de "mi Coronel", se me ocurre
que yo era algo así como un ramo de flores en su casa... Nunca pretendí ser más que eso. Sin
embargo, la lucha que se libraba en torno de Perón era demasiado dura, muy grandes sus
enemigos, casi infinita su soledad y demasiado grande mi amor para que yo pudiese conformarme
con ser nada más que un poco de alegría en su camino.

4.- LAS PRIMERAS SOMBRAS

La mayoría de los hombres que rodeaban entonces a Perón creyeron que yo no era más que una
simple aventurera. Mediocres al fin, ellos no habían sabido sentir como yo quemando mi alma, el
fuego de Perón, su grandeza y su bondad, sus sueños y sus ideales. Ellos creyeron que yo
"calculaba" con Perón, porque medían mi vida con la vara pequeña de sus almas. Yo los conocí
de cerca, uno por uno. Después, casi todos lo traicionaron a Perón, algunos en octubre de 1945,
otros más tarde. Me di el gusto de insultarlos de frente, gritándoles en la cara la deslealtad y el
deshonor con que procedían o combatiéndolos hasta probar la falsía de sus procedimientos y de
sus intenciones. Yo me quedé sola junto a mi coronel hasta que se lo llevaron prisionero.
Desde aquellos días desconfié de los amigos encumbrados y de los hombres de honor y me
aferré ciegamente a los hombres y mujeres humildes de mi pueblo que sin tanto "honor", sin
tantos títulos ni privilegios saben jugarse la vida por un hombre, por una causa, por un ideal. ¡O
por un simple sentimiento del corazón! Aquellas primeras grandes desilusiones me hicieron ver
con claridad el camino: Perón no podía creer en nada ni en nadie que no fuese su pueblo. Desde
entonces se lo he dicho infinitas veces en todos los tonos de voz como para que nunca se le
olvide, en medio de tantas palabras con que mienten su honor y lealtad los hombres que rodean
por lo general a un presidente. Los pueblos de la tierra no sólo deben elegir al hombre que los
conduzca: deben saber cuidarlo de los enemigos que tienen en las antesalas de todos los
gobiernos. Yo cuidé por mi pueblo a Perón y los eché de sus antesalas, a veces con una sonrisa,
y a veces también con las duras palabras de la verdad que dije de frente con toda la indignación
de mi rebeldía.

5.- LOS ENEMIGOS DEL PUEBLO

Los enemigos del pueblo fueron y siguen siendo los enemigos de Perón. Yo los he visto llegar
hasta él con todas las formas de la maldad y de la mentira. Quiero denunciarlos definitivamente.
Porque serán enemigos eternos de Perón y del pueblo aquí y en cualquier parte del mundo donde
se levante la bandera de la justicia y la libertad. Nosotros los hemos vencido, pero ellos
pertenecen a una raza que nunca morirá definitivamente. Todos llevamos en la sangre la semilla
del egoísmo que nos puede hacer enemigos del pueblo y de su causa. Es necesario aplastarla
donde quiera que brote si queremos que alguna vez el mundo alcance el mediodía brillante de los
pueblos, si no queremos que vuelva a caer la noche sobre su victoria.

A los enemigos de Perón yo los he conocido de cerca y de frente. Yo no me quedé jamás en la


retaguardia de sus luchas. Estuve en la primera línea de combate; peleando los días cortos y las
noches largas de mi afán, infinito como la sed de mi corazón, y cumplí dos tareas. ¡No sé cuál fue
más digna de una vida pequeña como la mía, pero mi vida al fin! Una, pelear por los derechos de
mi pueblo. La otra, cuidar las espaldas de Perón. En esa doble tarea, inmensa para mi, que no
tenía más armas que mi corazón enardecido, conocí a los enemigos de Perón y de mi pueblo. Son
los mismos. iSí! Nunca vi a nadie de nuestra raza y la raza de los pueblos! peleando contra Perón.
A los otros en cambio, si... A veces los he visto fríos e insensibles. Declaro con toda la fuerza de
mi fanatismo que siempre me repugnaron. Les he sentido frío de sapos o de culebras. Lo único
que los mueve es la envidia. No hay que tenerles miedo: la envidia de los sapos nunca pudo tapar
el canto de los ruiseñores. Pero hay que apartarlos del camino. No pueden estar cerca del pueblo
ni de los hombres que el pueblo elige para conducirlos. Y menos, pueden ser dirigentes del
pueblo. Los dirigentes del pueblo tienen que ser fanáticos del pueblo. Si no, se marean en la altura
y no regresan. Yo los he visto también con el mareo de las cumbres.

6.- LOS FANÁTICOS

Solamente los fanáticos -que son idealistas y son sectarios- no se entregan. Los fríos, los indiferentes,
no deben servir al pueblo. No pueden servirlo aunque quieran. Para servir al pueblo hay que estar
dispuestos a todo, incluso a morir. Los fríos no mueren por una causa, sino de casualidad. Los
fanáticos sí. Me gustan los fanáticos y todos los fanatismos de la historia. Me gustan los héroes y los
santos. Me gustan los mártires, cualquiera sea la causa y la razón de su fanatismo. El fanatismo que
convierte a la vida en un morir permanente y heroico es el único camino que tiene la vida para
vencer a la muerte. Por eso soy fanática. Daría mi vida por Perón y por el pueblo.

Porque estoy segura que solamente dándola me ganaré el derecho de vivir con ellos por toda la
eternidad. Así, fanáticas quiero que sean las mujeres de mi pueblo. Así, fanáticos quiero que sean
los trabajadores y los descamisados. El fanatismo es la única fuerza que Dios le dejó al corazón
para ganar sus batallas. Es la gran fuerza de los pueblos: la única que no poseen sus enemigos,
porque ellos han suprimido del mundo todo lo que suene a corazón. Por eso los venceremos.
Porque aunque tengan dinero, privilegios, jerarquías, poder y riquezas no podrán ser nunca
fanáticos. Porque no tienen corazón. Nosotros sí. Ellos no pueden ser idealistas, porque las ideas
tienen su raíz en la inteligencia, pero los ideales tienen su pedestal en el corazón.

No pueden ser fanáticos porque las sombras no pueden mirarse en el espejo del sol. Frente a
frente, ellos y nosotros, ellos con todas las fuerzas del mundo y nosotros con nuestro fanatismo,
siempre venceremos nosotros. Tenemos que convencernos para siempre: el mundo será de los
pueblos si los pueblos decidimos enardecernos en el fuego sagrado del fanatismo. Quemarnos
para poder quemar, sin escuchar la sirena de los mediocres y de los imbéciles que nos hablan de
prudencia. Ellos, que hablan de la dulzura y del amor, se olvidan que Cristo dijo: "¡Fuego he
venido a traer sobre la tierra y que más quiero sino que arda!" Cristo nos dio un ejemplo divino de
fanatismo. ¿Qué son a su lado los eternos predicadores de la mediocridad?

7.- NI FIELES NI REBELDES

Yo he medido con la vara de mi corazón la frialdad y el fanatismo de los hombres. Los dos
extremos han desfilado permanentemente ante mis ojos. El paisaje de estos años de mi vida es
un inmenso contraste de luces y sombras. En todos los momentos de esta vida mía me es dado
contemplar y sufrir ese tremendo encuentro del fanatismo y de la indiferencia. Confieso que no me
duele tanto el odio de los enemigos de Perón como la frialdad y la indiferencia de los que debieron
ser amigos de su causa maravillosa. Comprendo más y casi diría que perdono más el odio de la
oligarquía que la frialdad de algún hijo bastardo del pueblo que no siente ni comprende a Perón.

Si alguna cosa tengo que reprocharle a las altas jerarquías militares y clericales es precisamente su
frialdad y su indiferencia frente al drama de mi pueblo. Sí, no exagero: lo que sucede en nuestro
pueblo es drama, auténtico y extraordinario drama por la posesión de la vida, de la felicidad, del simple
y sencillo bienestar que mi pueblo venia soñando desde el principio de su historia. El 17 de octubre fue
el encuentro del Pueblo con Perón. Aquella noche inolvidable se selló el destino de los dos, y así
empezó el inmenso drama... Frente a un mundo de pueblos sometidos Perón levantó la bandera de
nuestra liberación. Frente a un mundo de pueblos explotados Perón levantó la bandera de la justicia.
Yo le sumé mi corazón y entrelacé las dos banderas de la justicia y de la libertad con un poco de
amor... pero todo esto -la libertad, la justicia y el amor, Perón y su pueblo-, todo esto es demasiado
para que pueda mirarse con indiferencia o con frialdad.

Todo esto merece odio o merece amor. Los tibios, los indiferentes, las reservas mentales, los
peronistas a medias, me dan asco. Me repugnan porque no tienen olor ni sabor. Frente al avance
permanente e inexorable del día maravilloso de los pueblos también los hombres se dividen en los
tres campos eternos del odio, de la indiferencia y del amor. Hay fanáticos del pueblo. Hay
enemigos del pueblo. Y hay indiferentes. Estos pertenecen a la clase de hombre que Dante señaló
ya en las puertas del infierno. Nunca se juegan por nada. Son como "los ángeles que no fueron
ni fieles ni rebeldes".

8.- CAIGA QUIEN CAIGA

Yo he visto a Perón peleando incansablemente por su pueblo frente a las fuerzas dominantes de
la humanidad. Este capítulo está dedicado a ellas. No puedo callar porque sería mentirle a mi
pueblo y a todos los pueblos de la tierra que han sufrido y sufren la despiadada prepotencia de los
imperialismos. Es hora de decir la verdad, cueste lo que cueste y caiga quien caiga. Existen en el
mundo naciones explotadoras y naciones explotadas. Yo no diría nada si se tratase solamente de
naciones, pero es que detrás de cada nación que someten los imperialismos hay un pueblo de
esclavos, de hombres y mujeres explotados.

Y aún las mismas naciones imperialistas esconden siempre detrás de sus grandezas y de sus
oropeles la realidad amarga y dura de un pueblo sometido. Los imperialismos han sido y son la
causa de las más grandes desgracias de una humanidad que se encarna en los pueblos. Esta es
la hora de los pueblos, que es como decir la hora de la humanidad. Todos los enemigos de la
humanidad tienen las horas contadas. ¡También los imperialismos! En la hora de los pueblos lo
único compatible con la felicidad de los hombres será la existencia de naciones justas, soberanas
y libres, como quiere la doctrina de Perón. Y esto sucederá en este siglo. Aunque parezca ya una
letanía de mi fanatismo sucederá, "caiga quien caiga y cueste lo que cueste".

9.- LOS IMPERIALISMOS

¡Los imperialismos! A Perón y a nuestro pueblo les ha tocado la desgracia del imperialismo
capitalista. Yo lo he visto de cerca en sus miserias y en sus crímenes. Se dice defensor de la
justicia mientras extiende las garras de su rapiña sobre los bienes de todos los pueblos sometidos
a su omnipotencia. Se proclama defensor de la libertad mientras va encadenando a todos los
pueblos que de buena o de mala fe tienen que aceptar sus inapelables exigencias.

10.- LOS QUE SE ENTREGAN

Pero más abominable aún que los imperialistas son los hombres de las oligarquías nacionales que
se entregan vendiendo y a veces regalando por monedas o por sonrisas la felicidad de sus
pueblos. Yo los he conocido también de cerca. Frente a los imperialismos no sentí otra cosa que
la indignación del odio, pero frente a los entregadores de sus pueblos, a ella sumé la infinita
indignación de mi desprecio. Muchas veces los he oído disculparse ante mi agresividad irónica y
mordaz. "No podemos hacer nada", decían. Los he oído muchas veces; en todos los tonos de la
mentira. ¡Mentira! ¡Sí! ¡Mil veces mentira...! Hay una sola cosa invencible en la tierra: la voluntad
de los pueblos. No hay ningún pueblo de la tierra que no pueda ser justo, libre y soberano. "No
podemos hacer nada" es lo que dicen todos los gobiernos cobardes de las naciones sometidas.
No lo dicen por convencimiento sino por conveniencias.

11.- POR CUALQUIER MEDIO

Nosotros somos un pequeño pueblo de la tierra, y sin embargo con nosotros Perón decidió ganar,
frente al imperialismo capitalista, nuestra propia justicia y nuestra propia libertad. Y somos justos y
libres. Podrá costar más o menos sacrificio ¡pero siempre se puede! No hay nada que sea más fuerte
que un pueblo. Lo único que se necesita es decidirlo a ser justo, libre y soberano. ¿Los
procedimientos? Hay mil procedimientos eficaces para vencer: con armas o sin armas, de frente
o por la espalda, a la luz del día o a la sombra de la noche, con un gesto de rabia o con una
sonrisa, llorando o cantando, por los medios legales o por los medios ilícitos que los mismos
imperialismos utilizan en contra de los pueblos. Yo me pregunto: ¿qué pueden hacer un millón de
acorazados, un millón de aviones y un millón de bombas atómicas contra un pueblo que decide
sabotear a sus amos hasta conseguir la libertad y la justicia? Frente a la explotación inicua y
execrable, todo es poco. Y cualquier cosa es importante para vencer.

12.- EL HAMBRE Y LOS INTERESES

El arma de los imperialismos es el hambre. Nosotros, los pueblos sabemos lo que es morir de
hambre. El talón de Aquiles del imperialismo son sus intereses. Donde esos intereses del
imperialismo se llamen "petróleo" basta, para vencerlos, con echar una piedra en cada pozo.
Donde se llame cobre o estaño basta con que se rompan las máquinas que los extraen de la tierra
o que se crucen de brazos los trabajadores explotados... ¡No pueden vencemos! Basta con que
nos decidamos. Así quiso que fuese Perón entre nosotros y vencimos. Ya no podrán jamás
arrebatarnos nuestra justicia, nuestra libertad y nuestra soberanía. Tendrían que matarnos uno por
uno a todos los argentinos. Y eso ya no podrán hacerlo jamás.

13.- EL ODIO Y EL AMOR

En años de lucha he aprendido cómo juegan su papel en el gobierno de los pueblos las fuerzas
políticas nacionales e internacionales, las fuerzas económicas y espirituales de la tierra, y cómo se
disfrazan las ambiciones de los hombres. Yo he visto a Perón enfrentándolos de pie, sereno e
imperturbable, mirando siempre más allá de su vida y de su tiempo, con los ojos puestos
exclusivamente en la felicidad de su pueblo y en la grandeza de su Patria. Nada ni nadie pudo ni
podrá apartarlo de su camino. Yo recuerdo cómo, en los primeros tiempos de su lucha, debió
enfrentar la calumnia que intentaba separarlo de sus descamisados: decían que él era un peligro
para el pueblo porque era militar. Algunos años después, como la calumnia no prosperó, sus
enemigos trataron de enfrentarlo con las fuerzas armadas.

Decían que Perón intentaba crear una fuerza en los trabajadores para sustituir el influjo militar en
el Gobierno de la República. Sobre todas estas cosas quiero decir la verdad ¡mi auténtica verdad!
y espero que alguna vez se imponga sobre tanta mentira, o por lo menos -aunque no me crean-
sirva para algo a los pueblos del mundo en sus luchas por la justicia y por la libertad. Declaro que
pertenezco ineludiblemente y para siempre a la "ignominiosa raza de los pueblos". De mí no se
dirá jamás que traicioné a mi pueblo, mareada por las alturas del poder y de la gloria. Eso lo
saben todos los pobres y todos los ricos de mi tierra, por eso me quieren los descamisados y los
otros me odian y me calumnian. Nadie niega en mi Patria que, para bien o para mal, yo no me
dejé arrancar el alma que traje de la calle. Por eso, porque sigo pensando y sintiendo como
pueblo, no he podido vencer todavía nuestro "resentimiento" con la oligarquía que nos explotó. ¡Ni
quiero vencerlo!

Lo digo todos los días con mi vieja indignación descamisada, dura y torpe, pero sincera como la
luz que no sabe cuando alumbra y cuando quema. Como el viento que no distingue entre borrar
las nubes del cielo y sembrar la desolación en su camino. No entiendo los términos medios ni las
cosas equilibradas. Sólo reconozco dos palabras como hijas predilectas de mi corazón: el odio y el
amor. Nunca sé cuando odio ni cuando estoy amando, y en este encuentro confuso del odio y del
amor frente a la oligarquía de mi tierra -y frente a todas las oligarquías del mundo- no he podido
encontrar el equilibrio que me
reconcilie con las fuerzas que sirvieron antaño entre nosotros a la raza maldita de los
explotadores.

14.- LOS ALTOS CÍRCULOS

Me rebelo indignada con todo el veneno de mi odio, o con todo el incendio de mi amor -no lo sé
todavía-, en contra del privilegio que constituyen todavía los altos círculos de las fuerzas armadas
y clericales. Tengo plena conciencia de lo que escribo. Sé lo que sienten y lo que piensan de esos
círculos los hombres y mujeres humildes que constituyen el pueblo. Todos los pueblos de la
humanidad. Yo no los condeno personalmente. Aunque personalmente me combatieron y me
combaten como enemiga declarada de sus propósitos y de sus intenciones. En el fondo de mi
corazón, yo no deseo otra cosa que salvarlos con mi acusación, señalándoles el camino del
pueblo por donde llega el porvenir de la humanidad.

Yo sé que la religión es el alma de los pueblos y que a los pueblos les gusta ver en sus ejércitos la
fuerza pujante de sus muchachos como garantía de su libertad y expresión de la grandeza de su
Patria. Pero sé también que a los pueblos les repugna la prepotencia militar que se atribuye el
monopolio de la Patria, y que no se concilian la humildad y la pobreza de Cristo con la fastuosa
soberbia de los dignatarios eclesiásticos que se atribuyen el monopolio absoluto de la religión. La
Patria es del pueblo, lo mismo que la Religión. No soy antimilitarista ni anticlerical en el sentido en que
quieren hacerme aparecer mis enemigos. Lo saben los humildes sacerdotes del pueblo que me
comprenden a despecho de algunos altos dignatarios del clero rodeados y cegados por la oligarquía.
Lo saben los hombres honrados que en las fuerzas armadas no han perdido contacto con el pueblo.
Los que no quieren comprenderme son los enemigos del pueblo metidos a militares. Ellos desprecian
al pueblo y por eso desprecian a Perón, que siendo militar abrazó la causa del pueblo aún a costa
de abandonar en cierto momento su carrera militar.

Yo veo no sólo el panorama de mi propia tierra. Veo el panorama del mundo y en todas partes hay
pueblos sometidos por gobiernos que explotan a sus pueblos en beneficio propio o de lejanos
intereses. Y detrás de cada gobierno impopular he aprendido a ver ya la presencia militar,
solapada y encubierta o descarada y prepotente. En este mensaje de mis verdades, no puedo
callar esta verdad irrefutable que se cierne como la más grande sombra cubriendo los horizontes
de la humanidad. Es necesario que los pueblos destruyan los altos círculos de sus fuerzas
militares gobernando a las naciones. ¿Cómo? Abriendo al pueblo sus cuadros dirigentes. Los
ejércitos deben ser del pueblo y servirlo. Deben servir a la causa de la justicia y de la libertad. Es
necesario convencerlos de que la Patria no es una geografía de fronteras más o menos dilatadas
sino que es el pueblo. La Patria sufre o es feliz en el pueblo que la forma.

En la hora de nuestra raza, en la hora de los pueblos, la Patria alcanzará su más alta verdad. Es
necesario que los ejércitos del mundo defiendan a sus pueblos sirviendo la causa de la justicia y
de la libertad. Solamente así se salvarán los pueblos de caer en el odio contra "eso" que antes se
llamaba Patria, y que era una mentira más ¡una bella mentira que inventó la oligarquía cuando
empezó a vender la dignidad del pueblo, es decir la dignidad augusta y maravillosa de la Patria!

15. EL PUEBLO ES LA ÚNICA FUERZA

Yo no sé si no será posible que alguna vez el mundo cancele todo cuanto signifique una fuerza de
agresión y desaparezca la necesidad
de sostener ejércitos para la defensa, pero mientras eso -que sería lo ideal, acaso lo
sobrenatural o lo imposible- no suceda, los pueblos del mundo deben cuidar que sus fuerzas
militares no se conviertan en cadenas o instrumentos de su propia opresión. El ejército de mi
Patria custodió en 1946 las elecciones que consagraron a Perón presidente de los argentinos. En
aquella ocasión, fueron sus militares una garantía para el pueblo. A pesar de eso, yo considero
que la función militar no debe ser en ningún caso garantía cívica de la justicia y la libertad. Porque
la fuerza suele tentar a los hombres, lo mismo que el dinero. La garantía de la voluntad soberana
del pueblo debe estar en el propio pueblo. Sacarla de sus manos es reconocerle una debilidad
que no existe, porque los pueblos constituimos por nosotros mismos la fuerza más poderosa que
poseen las naciones. Lo único que debemos hacer es adquirir plena conciencia del poder que
poseemos y no olvidarnos de que nadie puede hacer nada sin el pueblo, que nadie puede hacer
tampoco nada que no quiera el pueblo. ¡Sólo basta que los pueblos nos decidamos a ser dueños
de nuestros propios destinos! Todo lo demás es cuestión de enfrentar al destino. ¡Basta eso para
vencer! ¡Y si no que lo diga nuestro pueblo!

16.- SERVIR AL PUEBLO

En estos momentos el mundo es una inmensa fortaleza. Todos los gobiernos han sido dominados
por los altos círculos de sus fuerzas armadas. Así como la Edad Media fue clerical y la iglesia
gobernó sobre los pueblos por medio de los reyes y los reyes dominaron a los pueblos valiéndose
del clero, así en la Edad de nuestro siglo las fuerzas armadas mandan sobre los pueblos
infiltradas en los gobiernos de las naciones y los gobiernos oprimen y sojuzgan y explotan a los
pueblos valiéndose del instrumento colosal de sus ejércitos. Todo es militar en este mundo
nuestro. Yo no diría una sola palabra si lasfuerzas armadas fuesen instrumentos fieles al pueblo.
Pero no es así: casi siempre son carne de oligarquía. O porque la oligarquía copó los altos
círculos de la oficialidad, o porque los oficiales a los que el pueblo dio a sus fuerzas armadas se
entregaron, olvidándose del pueblo, de sus dolores, y de su inmenso dolor!

Nosotros, el pueblo, tenemos que ganar las altas jerarquías de las fuerzas armadas de las
naciones. No se trata de destruirlas, aunque yo pienso que alguna vez serán inútiles. Se trata de
convertirlas al pueblo y después, cuando todos sus dirigentes -sus oficiales- sean carne y alma del
pueblo, habrá que permanecer alertas, vigilándolas para que no se entreguen otra vez. No creo
que la solución sea la que adoptaron los espartanos en los años de su decadencia y que los
generales tengan que ser elegidos por el pueblo. El pueblo sólo tiene que elegir a sus
gobernantes para que ellos hagan lo que el pueblo quiere. Los generales deben servir al gobierno
del pueblo con plena y absoluta conciencia de que nada en la Nación puede sobreponerse ni
oponerse a la voluntad del pueblo.

17.- LA GRANDEZA O LA FELICIDAD

La patria no es patrimonio de ninguna fuerza. La patria es el pueblo y nada puede sobreponerse al


pueblo sin que corran peligro la libertad y la justicia. Las fuerzas armadas sirven a la patria
sirviendo al pueblo. El gran error de algunas fuerzas armadas consiste en creer que servir a la
patria es una cosa distinta. Entonces, en aras de lo que ellos creen que es la patria, no les importa
sacrificar al pueblo, sometiéndolo a las reglas de la prepotencia militar. En todos los siglos de la
historia ha sucedido lo mismo. El espíritu militar ha considerado que el gran ideal de su existencia
consistía en alcanzar la grandeza de la Nación y que, ante ese objetivo supremo se justificaba
todo, incluso sacrificar la felicidad del pueblo. Perón nos ha enseñado que la felicidad del pueblo
es lo primero; que no se puede hacer la grandeza de un país con un pueblo que no tiene
bienestar. Las fuerzas armadas del mundo deben convencerse de esta absoluta verdad del
peronismo. Si no es así, los pueblos mismos, por su propia mano, con la conciencia plena de
nuestro poderío insuperable, las iremos borrando de la historia de la humanidad.

18.- SOMOS MÁS FUERTES

Todas estas ideas y razones me llevan a decirle a mi pueblo y a todos los pueblos del mundo en
este mensaje de mis verdades: nadie puede más que nosotros. Somos más fuertes que todas las
fuerzas armadas de todas las naciones juntas. Si nosotros no queremos que la fuerza bruta de las
armas nos domine, no podrá dominarnos. Con las armas pueden matarnos, pero morir de hambre
es más doloroso, y nosotros sabemos lo que es morir por hambre! No podrán matarnos. Los
soldados son hijos nuestros y no se atreverán a tirar sobre sus madres aunque los manden miles
y miles de oficiales entregados y vendidos a la oligarquía. Podrán vencemos un día, en la noche o
de sorpresa, pero si al día siguiente nos largamos a la calle, o nos negamos a trabajar, o
saboteamos todo cuanto ellos quieran mandar; tendrán que resignarse a devolvernos la libertad y
la justicia.

Si toda esta resistencia puede organizarse, mejor; si no, lo mismo venceremos con tal de que
tengamos plena conciencia de nuestro poderío soberano. Debemos convencernos definitivamente
de una sola cosa: de que el gobierno debe ser del pueblo y que nadie sino el pueblo puede
ocuparlo, porque, si no, no será tampoco para el pueblo. La hora de los pueblos no será
alcanzada por nuestro siglo si no exigimos participación activa en el gobierno de las naciones.
Pero ¿cómo? Como nosotros lo hemos hecho en nuestra tierra, gracias a Perón. Llevando a los
obreros y a las mujeres del pueblo a los más altos cargos y responsabilidades del Estado. Y
cuidando después que los dirigentes políticos del pueblo y los dirigentes sindicales no pierdan
contacto con las masas que representan. Los gobernantes del pueblo deben seguir viviendo con
el pueblo. Es una condición fundamental para que los pueblos no empiecen a sentirse
traicionados. Y para gobernar con sentido real de lo auténticamente popular.

19.- VIVIR CON EL PUEBLO

Es lindo vivir con el pueblo. Sentirlo de cerca, sufrir con sus dolores y gozar con la simple alegría
de su corazón. Pero nada de todo eso se puede si previamente no se ha decidido definitivamente
encarnarse en el pueblo, hacerse una sola carne con él para que todo dolor y toda tristeza y
angustia y toda alegría del pueblo sea lo mismo que si fuese nuestra. Eso es lo que yo hice, poco
a poco en mi vida. Por eso el pueblo me alegra y me duele. Me alegra cuando lo veo feliz y
cuando yo puedo añadir un poco de mi vida a su felicidad. Me duele cuando sufre. Cuando los
hombres del pueblo o quienes tienen obligación de servirlo en vez de buscar la felicidad del
pueblo lo traicionan. También tengo para ellos una palabra dura y amarga en este mensaje de mis
verdades. Yo los he visto marearse por las alturas. Dirigentes obreros entregados a los amos de la
oligarquía por una sonrisa, por un banquete o por unas monedas. Los denuncio como traidores
entre la inmensa masa de trabajadores de mi pueblo y de todos los pueblos. Hay que cuidarse de
ellos: son los peores enemigos del pueblo porque han renegado de nuestra raza. Sufrieron con
nosotros pero se olvidaron de nuestro dolor para gozar la vida sonriente que nosotros les dimos
otorgándoles una jerarquía sindical. Conocieron el mundo de la mentira, de la riqueza, de la
vanidad y en vez de pelear ante ellos por nosotros, por nuestra dura y amarga verdad, se
entregaron. No volverán jamás, pero si alguna vez volviesen habría que sellarles la frente con el
signo infamante de la traición.

20. LAS JERARQUÍAS CLERICALES

Entre los hombres fríos de mi tiempo señalo a las jerarquías clericales cuya inmensa mayoría
padece de una inconcebible indiferencia frente a la realidad sufriente de los pueblos. Declaro con
absoluta sinceridad que me duelen como un desengaño estas palabras de mi dura verdad. Yo no
he visto sino por excepción entre los altos dignatarios del clero generosidad y amor... como se
merecía de ellos la doctrina de Cristo que inspiró la doctrina de Perón. En ellos simplemente he
visto mezquinos y egoístas intereses y una sórdida ambición de privilegio. Yo los acuso desde mi
indignidad, no para el mal sino para el bien. No les reprocho haberlo combatido sordamente a
Perón desde sus conciliábulos con la oligarquía. No les reprocho haber sido ingratos con Perón,
que les dio de su corazón cristiano lo mejor de su buena voluntad y de su fe.

Les reprocho haber abandonado a los pobres, a los humildes, a los descamisados, a los
enfermos, y haber preferido en cambio la gloria y los honores de la oligarquía. Les reprocho haber
traicionado a Cristo que tuvo misericordia de las turbas. Les reprocho olvidarse del pueblo y haber
hecho todo lo posible por ocultar el nombre y la figura de Cristo tras la cortina de humo con que lo
inciensan. Yo soy y me siento cristiana. Soy católica, pero no comprendo que la religión de Cristo
sea compatible con la oligarquía y el privilegio. Esto no lo entenderé jamás. Como no lo entiende
el pueblo. El clero de los nuevos tiempos, si quiere salvar al mundo de la destrucción espiritual,
tiene que convertirse al cristianismo. Empezar por descender al pueblo. ComoCristo, vivir con el
pueblo, sufrir con el pueblo, sentir con el pueblo. Porque no viven ni sufren ni sienten ni piensan
con el pueblo, estos años de Perón están pesando sobre sus corazones sin despertar una sola
resonancia. Tienen el corazón cerrado y frío. ¡Ah, si supieran qué lindo es el pueblo, se lanzarían
a conquistarlo para Cristo que hoy, como hace dos mil años, tiene misericordia de las turbas!

21.- LA RELIGIÓN

Cristo les pidió que evangelizasen a los pobres y ellos no debieron jamás abandonar al pueblo
donde está la inmensa masa oprimida de los pobres. Los políticos clericales de todos los tiempos
y en todos los países quieren ejercer el dominio y aún la explotación del pueblo por medio de la
iglesia y la religión. Muchas veces, para desgracia de la fe, el clero ha servido a los políticos
enemigos del pueblo predicando una estúpida resignación... que no sé todavía cómo puede
conciliarse con la dignidad humana ni con la sed de Justicia cuya bienaventuranza se canta en el
Evangelio. También el clero político pretende ejercer en todos los países el dominio y aún la
explotación del pueblo por medio del gobierno, lo que también es peligroso para la felicidad del
pueblo. Los dos caminos del clericalismo político y de la política clerical deben ser evitados por los
pueblos del mundo si quieren ser alguna vez felices.

Yo no creo, como Lenín, que la religión sea el opio de los pueblos. La religión debe ser, en
cambio, la liberación de los pueblos; porque cuando el hombre se enfrenta con Dios alcanza las
alturas de su extraordinaria dignidad. Si no hubiese Dios, si no estuviésemos destinados a Dios, si
no existiese religión, el hombre sería un poco de polvo derramado en el abismo de la eternidad.
Pero Dios existe y por El somos dignos, y por El todos somos iguales, y ante El nadie tiene
privilegios sobre nadie. ¡Todos somos iguales! Yo no comprendo entonces por qué, en nombre de
la religión y en nombre de Dios, puede predicarse la resignación frente a la injusticia. Ni por qué
no puede en cambio reclamarse, en nombre de Dios y en nombre de la religión, esos supremos
derechos de todos a la justicia y a la libertad. La religión no ha de ser jamás instrumento de
opresión para los pueblos. Tiene que ser bandera de rebeldía. La religión está en el alma de los
pueblos porque los pueblos viven cerca de Dios, en contacto con el aire puro de la inmensidad.

Nadie puede impedir que los pueblos tengan fe. Si la perdiesen, toda la humanidad estaría
perdida para siempre. Yo me rebelo contra las "religiones" que hacen agachar la frente de los
hombres y el alma de los pueblos. Eso no puede ser religión. La religión debe levantar la cabeza
de los hombres. Yo admiro a la religión que puede hacerle decir a un humilde descamisado frente
a un emperador: "¡Yo soy lo mismo que Usted, hijo de Dios!" La religión volverá a tener su
prestigio entre los pueblos si sus predicadores la enseñan así: como fuerza de rebeldía y de
igualdad, no como instrumento de opresión. Predicar la resignación es predicar la esclavitud. Es
necesario, en cambio, predicar la libertad y la justicia. ¡Es el amor el único camino por el que la
religión podrá llegar a ver el día de los pueblos!

22.- LAS FORMAS Y LOS PRINCIPIOS

Yo vivo con mi corazón pegado al corazón de mi pueblo y conozco por eso todos sus latidos. Yo
sé cómo siente, cómo piensa y cómo sufre. No se me escapa que muchas veces ha sido
engañado y que en materia religiosa tiene demasiado prejuicios y acepta numerosos errores. Yo
no me siento autorizada para juzgar sobre este trascendente tema. Mi mensaje está destinado a
despertar el alma delos pueblos de su modorra frente a las infinitas formas de la opresión, y una
de esas formas es la que utiliza el profundo sentido religioso de los pueblos como instrumento de
esclavitud. El sentimiento religioso debe ser defendido por los pueblos y por eso todas sus
deformaciones reclaman una condenación imperdonable.

Yo creo que tanto mal han hecho a la humanidad los que creen que la religión es una simple
colección de formalidades exteriores como aquellos que no ven otra cosa que principios de
absoluta rigidez. La religión es para el hombre y no el hombre para la religión, y por eso la religión
ha de ser profundamente humana, profundamente popular. Y para que la religión sea así,
profundamente popular; debe volver a ser como antes. Ha de volver a hablar en el lenguaje del
corazón que es el lenguaje del pueblo, olvidándose de los ritos excesivos y de las complicaciones
teológicas también excesivas. Cuando al pueblo se le habla con sencillez y con amor; acepta la
verdad que se le ofrece. Y con más fe todavía si se le predica con el ejemplo. Desgraciadamente
nuestro pueblo, y acaso todos los pueblos de la tierra, sólo han visto demasiado interés en los
predicadores de la fe y acaso por eso mismo, les han cerrado el corazón.
23.- LOS PUEBLOS Y DIOS

Muchas veces, en estos años de mi vida, he pensado qué lejos estaban ciertos predicadores y
apóstoles de la religión del corazón del pueblo... porque la frialdad y el egoísmo de sus almas no
podía contagiar a nadie ni sembrar en las almas el ardor de la fe, que es fuego ardiente. Yo sé -y
lo declaro con todas las fuerzas de mi espíritu-que los pueblos tienen sed de Dios. Y sé también
como trabajan sacerdotes humildes en apagar aquella sed. Mi acusación no va dirigida contra
éstos, sino contra quienes por egoísmo, por vanidad por soberbia, por interés o por cualquier otra
razón indigna a la causa que dicen defender. alejan a los pueblos de la verdad, cerrándoles el
camino de Dios. Dios les exigirá algún día la cuenta precisa y meticulosa de sus traiciones con
mucho más severidad que a quienes, con menos teología, pero con más amor, nos decidimos a
darlo todo por el pueblo. Con toda el alma, con todo el corazón.

24.- LOS AMBICIOSOS

Enemigos del pueblo son también los ambiciosos. Muchas veces los he visto llegar hasta Perón,
primero como amigos mansos y leales, y yo misma me engañé con ellos, que proclamaban una
lealtad que después tuve que desmentir. Los ambiciosos son fríos como culebras pero saben
disimular demasiado bien. Son enemigos del pueblo porque ellos no servirán jamás sino a sus
intereses personales. Yo los he perseguido en el movimiento peronista y los seguiré persiguiendo
implacablemente en defensa del pueblo. Son los caudillos. Tienen el alma cerrada a todo lo que
no sean ellos. No trabajan para una doctrina ni les interesa el ideal. La doctrina y el ideal son ellos.

La hora de los pueblos no llegará con ningún caudillo porque los caudillos mueren y los pueblos
son eternos. Por eso es grande Perón, porque no tiene otra ambición que la felicidad de su pueblo
y la grandeza de su Patria. Y porque ha creado una doctrina -una doctrina es un ideal- para que
su pueblo siga su doctrina y no su nombre. Yo pienso, en cambio, que los pueblos cuando
encuentran un hombre digno de ellos, no siguen su doctrina, sino su nombre. Porque en el
hombre y en el nombre ven encarnarse a la doctrina misma y no pueden concebir la doctrina sin
su creador. Por eso yo no puedo concebir al justicialismo sin Perón, y por eso he declarado tantas
veces que yo soy peronista, no justicialista. Porque el justicialismo es ladoctrina, en cambio el
peronismo es Perón y la doctrina. ¡La realidad viva que nos hizo y que nos hace felices!

Los caudillos en cambio, los ambiciosos, no tienen doctrina porque no tienen otra conducta que su
egoísmo. Hay que buscarlos y marcarlos a fuego para que nunca se conviertan en dueños de la vida y
las haciendas del pueblo. Yo los he conocido de cerca y de frente, y algunas veces incluso me han
engañado, por lo menos momentáneamente. Hay que identificarlos y hay que destruirlos. La causa del
pueblo exige nada más que hombres del pueblo que trabajen para el pueblo, no para ellos. En esto se
distinguen los ambiciosos: en que trabajan para ellos, nada más que para ellos. Nunca buscan la
felicidad del pueblo, siempre buscan más bien su propia vanidad y enriquecerse pronto. El dinero, el
poder y los honores son las tres grandes "causas", los tres "ideales" de todos los ambiciosos.

No he conocido ningún ambicioso que no buscase alguna de estas tres cosas o las tres al mismo
tiempo. Los pueblos deben cuidar a los hombres que elige para regir sus destinos. Y deben
rechazarlos y destruirlos cuando los vean sedientos de riqueza, de poder o de honores. La sed de
riquezas es fácil de ver. Es lo primero que aparece a la vista de todos. Sobre todo a los dirigentes
sindicales hay que cuidarlos mucho. Se marean también ellos y no hay que olvidar que cuando un
político se deja dominar por la ambición es nada más que un ambicioso; pero cuando un dirigente
sindical se entrega al deseo de dinero, de poder o de honores es un traidor y merece ser
castigado como un traidor. El poder y los honores seducen también intensamente a los hombres y
los hacen ambiciosos. Empiezan a trabajar para ellos y se olvidan del pueblo. Esta es la única
manera de identificarlos. El pueblo tiene que conocerlos y destruirlos. Solamente así, los pueblos
serán libres. Porque todo ambicioso es un prepotente capaz de convertirse en un tirano. ¡Hay
que cuidarse de ellos como del diablo!

25.- No quisiera morirme, por Perón y por mis descamisados. No por mí, que he vivido todo lo que
tenía que vivir. Perón y los pobres me necesitan.

26.- ¿Sabrán mis "grasitas" todo lo que yo los quiero?


27.- Si alguien me preguntase, en estos momentos difíciles y amargos de mi vida, cuál es mi
deseo más ferviente y cuál mi voluntad más absoluta, yo les diría: vivir eternamente con Perón y
con mi pueblo. Muchas veces, en las horas largas y duras de mi enfermedad, he deseado vivir no
por mí, que ya he recibido de la vida todo cuanto podía pedir y más todavía, sino por Perón y por
mis "grasitas", por mis descamisados. La enfermedad y el dolor me han acercado a Dios y he
aprendido que no es injusto todo esto que me está sucediendo y que me hace sufrir. Yo tenía
todas las posibilidades de tomar, cuando me casé con Perón, el camino equivocado que conduce
al mareo de las altas cumbres. En cambio Dios me llevó por los caminos de mi pueblo y por
haberlo seguido he llegado a recibir como nadie el cariño de los hombres, de las mujeres, de los
niños y de los ancianos. Pero le pido a Dios que me dé algunas vacaciones en mi sufrimiento.

28.- EL GRAN DELITO

Muchas veces, sobre todo en los años de la revolución, oía como los altos jefes militares trataban
de disuadir al Coronel de su amor por el pueblo. Ellos no concebían que un oficial superior
pudiese entregarse así a "la chusma". Al principio creían que el Coronel hacia demagogia para
conquistar el poder. Fue entonces cuando, envidiosos del éxito de Perón, le hicieron la primera
revolución, le exigieron su renuncia y loencarcelaron en Martín García. Pero felizmente el pueblo
ya lo había conocido a Perón, y ya no veía en él al jefe militar con vocación de dictador; sino al
compañero cuyo corazón había sentido el dolor de nuestra raza. Y el pueblo se lanzó a la calle
dispuesto a todo.

Los jefes militares de la reacción huyeron asustados y la oligarquía se escondió con ellos. Fue el
17 de octubre de 1945. Después, las cosas cambiaron. El Coronel, ya Presidente, siguió fiel a sus
descamisados. Ya no podía ser que fuese demagogo, como decían. Era cierto entonces aquello
de que Perón, un jefe militar, concedía importancia fundamental a los trabajadores de su pueblo. Y
a medida que los trabajadores se organizaban constituyendo la más poderosa fuerza del país, la
oligarquía infiltrada también en las fuerzas armadas preparaba la reacción. Yo he presenciado la
dura batalla de Perón con el privilegio de la fuerza, tan dura como las luchas contra el privilegio
del dinero o de la sangre.

Yo sé lo que ha sufrido, aunque he tenido el raro y maravilloso privilegio de ser algo así como el
escudo donde se estrellaron siempre los ataques de sus enemigos. Ellos, cobardes como todos
los traidores, nunca lo atacaron de frente, lo atacaron por mí... ¡Yo fui el gran pretexto! Cumplí mi
tarea gozosa y feliz, parando los golpes que iban dirigidos a Perón. Sin embargo los que no me
querían a mí, siempre terminaron por alejarse de Perón. De alguna manera se fueron... ¡Y muchos
lo traicionaron! La verdad, la auténtica y pura verdad, es que la gran mayoría de los que no
quisieron a Perón por mí, tampoco lo quieren sin mí. En cambio el pueblo, los descamisados, los
obreros, las mujeres, que me quieren a mí más de lo que merezco, son fanáticos de Perón hasta
la muerte. En el pueblo reside la fuerza de Perón, no en el ejército.
Solamente el pueblo lo quiere a Perón con fanatismo y sinceridad. Y cuando en los últimos
tiempos algunos oficiales de las fuerzas armadas quisieron "terminar con Perón, tuvieron que
enfrentarse con el pueblo que rodeó a su Líder; oponiendo a los traidores el pecho descubierto, la
fuerza infinita del corazón. Aún en el ejército, los hombres leales, aún las que cayeron en defensa
de Perón, fueron hombres del pueblo, humildes pero nobles y fieles ante la defección traidora de
la oligarquía.

Aquel día, el 28 de septiembre, yo me alegré profundamente de haber renunciado a la


vicepresidencia de la República el 22 y el 31 de agosto. Si no, yo hubiese sido otra vez el gran
pretexto. En cambio, la revolución vino a probar que la reacción militar era contra Perón, contra el
infame delito cometido por Perón al "entregarse" a la voluntad del pueblo, luchando y trabajando
por la felicidad de los humildes y en contra de la prepotencia y de la confabulación de todos los
privilegios con todas las fuerzas de la antipatria. ¡Este es el gran delito de Perón! El gran delito
que yo bendigo desde el fondo de mi corazón descamisado. En mí, no tiene importancia ni tiene
valor todo lo que yo siento de amor y de cariño por mi pueblo, porque yo vine del pueblo, yo sufrí
con el pueblo.

En cambio, el amor de Perón por los descamisados vale infinitamente más, porque dada su
condición de coronel, el camino más fácil de su vida era el de la oligarquía y sus privilegios. En
cambio se decidió por el pueblo, contra toda probabilidad, venciendo las resistencias de muchos
compañeros y abrazó nuestra causa definitivamente. ¡Cometió el gran delito! Pienso que,
cometiéndolo, salvó él sólo a las fuerzas armadas de mi Patria del descrédito y del deshonor. Si
Perón no fuese militar, nuestro pueblo estaría convencido de que las fuerzas armadas son un
reducto de la oligarquía. Los militares tienen, en este año dePerón, la gran oportunidad de
asegurarse el porvenir ayudándolo en su tarea de servir al pueblo, partiendo de la base
fundamental de que eso no es delito: es servir a la Patria.

29.- MI VOLUNTAD SUPREMA

Quiero vivir eternamente con Perón y con mi Pueblo. Esta es mi voluntad absoluta y permanente y
será también por lo tanto cuando llegue mi hora, la última voluntad de mi corazón. Donde esté
Perón y donde estén mis descamisados allí estará siempre mi corazón para quererlos con todas
las fuerzas de mi vida y con todo el fanatismo de mi alma. Si Dios llevase del mundo a Perón
antes que a mí, yo me iría con él porque no sería capaz de sobrevivir sin él, pero mi corazón se
quedaría con mis descamisados, con mis mujeres, con mis obreros, con mis ancianos, con mis
niños para ayudarlos a vivir con el cariño de mi amor; para ayudarlos a luchar con el fuego de mi
fanatismo y para ayudarlos a sufrir con un poco de mis propios dolores. He sufrido mucho, pero mi
dolor valía la felicidad de mi pueblo y yo no quise negarme -no quiero negarme-, acepto sufrir
hasta el último día de mi vida si eso sirve para restañar alguna herida o enjugar alguna lágrima.

Pero si Dios me llevase del mundo antes que a Perón, yo quiero quedarme con él y con mi pueblo,
y mi corazón y mi cariño y mi alma y mi fanatismo seguirán en ellos, seguirán viviendo en ellos,
haciendo todo el bien que falta, dándoles todo el amor que no les pude dar en los años de mi vida,
y encendiendo en sus almas todos los días el fuego de mi fanatismo que me quema y me
consume como una sed amarga e infinita. Yo estaré con ellos para que sigan adelante por el
camino abierto de la justicia y de la libertad hasta que llegue el día maravilloso de los pueblos.
Yo estaré con ellos peleando en contra de todo lo que no sea pueblo puro, en contra de todo lo
que no sea la "ignominiosa" raza de los pueblos. Yo estaré con ellos, con Perón y con mi Pueblo,
para pelear contra la oligarquía vendepatria y farsante, contra la raza maldita de los explotadores
y de los mercaderes de los pueblos. Dios es testigo de mi sinceridad. El sabe que me consume el
amor de mi raza, que es el pueblo. Todo lo que se opone al pueblo me indigna hasta los limites
extremos de mi rebeldía y de mis odios, pero Dios sabe también que nunca he odiado a nadie por
si mismo, ni he combatido a nadie con maldad, sino por defender a mi pueblo, a mis obreros, a
mis mujeres, a mis pobres "grasitas" a quienes nadie defendió jamás con más sinceridad que
Perón y con más ardor que "Evita".

Pero es más grande el amor de Perón por el pueblo que mi amor; porque él, desde su privilegio
militar supo encontrarse con el pueblo, supo subir hasta su pueblo, rompiendo todas las cadenas
de su casta. Yo, en cambio, nací en el pueblo y sufrí en el pueblo. Tengo carne y alma y sangre
del pueblo. No podía hacer otra cosa que entregarme a mi pueblo. Si muriese antes que Perón,
quisiera que esta voluntad mía, la última y definitiva de mi vida, sea leída en acto público en la
Plaza de Mayo, en la Plaza del 17 de Octubre, ante mis queridos descamisados. Quiero que
sepan, en ese momento, que quise y que quiero a Perón con toda mi alma y que Perón es mi sol y
mi cielo. Dios no me permitirá que mienta si yo repito en este momento una vez más, como León
Bloy, que "no concibo el cielo sin Perón".

Pido a todos los obreros, a todos los humildes, a todos los descamisados, a todas las mujeres, a
todos los pibes y a todos los ancianos de mi Patria que lo cuiden y lo acompañen a Perón como si
fuese yo misma. Quiero que todos mis bienes queden a disposición de Perón como representante
soberano y único del pueblo. que todos misbienes, que considero en gran parte patrimonio del
pueblo y del movimiento peronista, que es del pueblo, y que todo lo que dé "La Razón de mi Vida"
y "Mi Mensaje", sea considerado como propiedad absoluta de Perón y del pueblo argentino.

Mientras viva Perón, él podrá hacer lo que quiera de todos mis bienes: venderlos, regalarlos e
incluso quemarlos si quisiera, porque todo en mi vida le pertenece, todo es de él, empezando por
mi propia vida que yo le entregué por amor y para siempre, de una manera absoluta. Pero
después de Perón, el único heredero de mis bienes debe ser el pueblo y pido a los trabajadores y
a las mujeres de mi pueblo que exijan por cualquier medio el cumplimiento inexorable de esta
voluntad suprema de mi corazón que tanto los quiso. Todos los bienes que he mencionado y aún
los que hubiese omitido deberán servir al pueblo, de una o de otra manera. El dinero de "La
Razón de mi Vida" y de "Mi Mensaje", lo mismo que la venta o el producido de mis propiedades,
deberá ser destinado a mis descamisados.

Quisiera que se constituya con todos esos bienes un fondo permanente de ayuda social para los
casos de desgracias colectivas que afecten a los pobres y quisiera que ellos lo aceptasen como
una prueba más de mi cariño. Deseo que en estos casos, por ejemplo, se entregue a cada familia
un subsidio equivalente a los sueldos y salarios de un año, por lo menos. También deseo que, con
ese fondo permanente de Evita, se instituyan becas para que estudien los hijos de los
trabajadores y sean así los defensores de la doctrina de Perón, por cuya causa gustosa daría mi
vida. Mis joyas no me pertenecen. La mayor parte fueron regalos de mi pueblo. Pero aún las que
recibí de mis amigos o de países extranjeros, o del General, quiero que vuelvan al pueblo. No
quiero que caigan jamás en manos de la oligarquía y por eso deseo que constituyan, en el Museo
del Peronismo, un valor permanente que sólo podrá ser utilizado en beneficio directo del pueblo.
Que así como el oro respalda la moneda de algunos países, mis joyas sean el respaldo de un
crédito permanente que abrirán los bancos del país en beneficio del pueblo, a fin de que se
construyan viviendas para los trabajadores de mi Patria.

Desearía también que los pobres, los ancianos, los niños, mis descamisados, sigan
escribiéndome como lo hacen en estos tiempos de mi vida y que el monumento que quiso levantar
para mí el Congreso de mi Pueblo recoja las esperanzas de todos y las convierta en realidad por
medio de mi Fundación, a la que quiero siempre pura como la concebí para mis descamisados.
Así yo me sentiré siempre cerca de mi pueblo y seguiré siendo el puente de amor tendido entre
los descamisados y Perón. Por fin, quiero que todos sepan que si he cometido errores los he
cometido por amor y espero que Dios, que ha visto siempre mi corazón, me juzgue no por mis
errores ni mis defectos, ni mis culpas, que fueron muchas, sino por el amor que consume mi vida.
Mis últimas palabras son las mismas del principio: quiero vivir eternamente con Perón y con mi
Pueblo. Dios me perdonará que yo prefiera quedarme con ellos, porque él también está con los
humildes y yo siempre he visto en cada descamisado un poco de Dios que me pedía un poco de
amor que nunca le negué.

30.- UNA SOLA CLASE

Es necesario que los hombres y mujeres del pueblo sean siempre sectarios y fanáticos y no se
entreguen jamás a la oligarquía. No puede haber, como dice la doctrina de Perón, más que una sola
clase: los que trabajan. Es necesario que los pueblos impongan en el mundo entero esta verdad
peronista. Los dirigentes sindicales y las mujeres que son pueblo puro no pueden, no deben
entregarse jamás a la oligarquía. Yono hago cuestión de clases. Yo no auspicio la lucha de clases,
pero el dilema nuestro es muy claro: la oligarquía que nos explotó miles de años en el mundo
tratará siempre de vencemos. Con ellos no nos entenderemos nunca, porque lo único que ellos
quieren es lo único que nosotros no podremos darle jamás: nuestra libertad.

Para que no haya luchas de clases, yo no creo, como los comunistas, que sea necesario matar a
todos los oligarcas del mundo. No, porque sería cosa de no acabar jamás, ya que una vez
desaparecidos los de ahora tendríamos que empezar con nuestros hombres convertidos en
oligarcas, en virtud de la ambición, de los honores, del dinero o del poder. El camino es convertir a
todos los oligarcas del mundo: hacerlos pueblo, de nuestra clase y de nuestra raza. ¿Cómo?
Haciéndolos trabajar para que integren la única clase que reconoce Perón: la de los hombres que
trabajan. El trabajo es la gran tarea de los hombres, pero es la gran virtud. Cuando todos sean
trabajadores, cuando todos vivan del propio trabajo y no del trabajo ajeno, seremos todos más
buenos, más hermanos, y la oligarquía será un recuerdo amargo y doloroso para la humanidad.
Pero, mientras tanto, lo fundamental es que los hombres del pueblo, los de la clase que trabaja,
no se entreguen a la raza oligarca de los explotadores. Todo explotador es enemigo del pueblo.
¡La justicia exige que sea derrotado!
PADRE CARLOS MUGICA
Peronismo y Cristianismo

Capítulo II:
“Los valores cristianos del peronismo”

Lo primero que debemos considerar es porqué hoy, los cristianos en general, se interesan por la
relación entre peronismo y cristianismo. Por qué empiezan a cuestionarse sobre las dimensiones
políticas de la existencia.

El proceso empieza, fundamentalmente, en 1943 con la “Divino Afilante Spiritu” en la que Pio XII
invita a los cristianos a volver a la Biblia. Y como la Biblia es un libro camal, concreto e histórico en
el que se muestra que Dios se revela a los hombres a través de la historia humana (lo que Juan
XXIII va a llamar los signos de los tiempos) los cristianos empiezan a interesarse por este mundo.

Después de la gran influencia de Theilard de Chardin, del marxismo, de los grandes profetas de la
iglesia contemporánea y de los grandes profetas de nuestro tiempo como Camilo Torres, Helder
Cámara, el Che” Guevara, Marx, Freud, es decir de todos aquellos hombres que se han
preocupado por el hombre y por la aventura humana.

Cuando empezamos a volver a la Biblia, empezamos a descubrir que Dios se revela a los
hombres a través de la historia, para este descubrimiento también contamos con los grandes
documentos de la Iglesia: Concilio Vaticano II, la constitución de Gadium et Spes, la Populorum
Progressio y su aplicación para América latina que es Medellín y la aplicación de Medellín en la
Argentina, que es San Miguel.

En síntesis, podemos decir que los cristianos, que habíamos privilegiado la relación personal en el
amor, empezamos a descubrir que además de esa dimensión absolutamente irreemplazable, los
hombres están condicionados; como dice el Papa en la Octogésima Adveniens, determinados por
las estructuras en las que viven. Por lo tanto, tengo que amar a los seres humanos y amar las
estructuras que contribuyen a que esos seres humanos se realicen como hombres, a que vivan
creadoramente. Y debo tratar de destruir o modificar las estructuras que les impiden vivir de esa
manera. Y aquí entra todo lo que hace a la dimensión política.

En 1954 aparece ese gran profeta que fue el abate Pierre, del que ya hemos hablado, y ocho años
después en América latina Camilo Torres, otro profeta que dirá: “Los que hoy no tienen techo en
América latina son legión, por lo tanto, el modo de lograr que esos hermanos míos tengan techo
es hacer la revolución.” Es decir, cambiar las estructuras de manera radical y posibilitar que el
pueblo acceda al poder.

El año último, cuando fuimos a misionar al Chaco santafecino, por la mañana, se hacían las visitas
a las casas para ver si la gente necesitaba ropa y para invitarlos al culto de la tarde.
Personalmente pienso que hay una dimensión fundamental de esa misión rural: la de
preocuparnos siempre por el anuncio explícito del mensaje de Cristo. No basta sólo con comulgar
con los problemas humanos de loshombres. Desde el vamos tenemos que hablar explícitamente
del mensaje de Cristo, hablar de que Cristo no sólo viene a liberar al hombre de la enfermedad, la
injusticia, el egoísmo… sino que le da la posibilidad de adquirir la dimensión del hijo de Dios. Y
esta es una dimensión superhumana, como la llama Theilhard de Chardin, es la dimensión divina.
En esa misión cuando una chica llegó a un rancho una viejita le dijo “a mí qué me vienen a hablar de
Dios si me estoy muriendo de hambre”.

A los muchachos esto les dolió profundamente porque sentían en carne propia el dolor de los
pobres. A la tarde organizamos una reunión con hacheros, vinieron unos noventa y cinco que
además era la primera vez que estaban en una reunión y uno de ellos empezó a decir: “yo soy la
alpargata del patrón”.

Ni el mejor literato, ni Borges hubiera dicho las cosas con tanta precisión y claridad.

Como cristianos descubrimos entonces que nuestro amor y nuestro compromiso de


evangelización tiene dos dimensiones: el amor personal y el amor colectivo. Y esto no es nuevo
sino que es descubrir las entrañas bíblicas del mensaje cristiano.

Voy a comentar brevemente el documento “Justicia y pastoral popular” del Episcopado Argentino
porque entronca directamente con la valoración del problema social del peronismo.

Este documento me parece que da un enfoque revolucionario del pecado, de qué es la plenitud
del hombre para nosotros cristianos. Pero en la Iglesia lo más revolucionario es lo más tradicional,
porque después de 2000 años de vida no se ha inventado nada nuevo.
Cuando se nos dice que por ser curas del Tercer Mundo queremos cambiar la Iglesia,
contestamos que no, que queremos volver a la auténtica tradición de la Iglesia. Es decir, que la
Iglesia asuma hoy los mismos valores que asumió la comunidad prototípica para los cristianos.
Esa comunidad prototípica en la que todavía resonaba la voz de Cristo. Es decir, la primera
comunidad cristiana que vivió en auténtica comunidad de bienes (Hechos de los apóstoles,
capítulos 2 y 4).

Dicen los obispos: “Afirmamos que el ejercicio de la virtud, de la justicia, se encarna en la vida entera
de la sociedad… “No es solo una actitud personal, no basta con darle a cada uno lo suyo
individualmente. “El pecado se da siempre en el interior del hombre …”

Esto es muy importante tenerlo en cuenta porque ninguna revolución y económica podrá crear el
hombre nuevo que todos buscamos, si simultáneamente no se da la revolución interior. Lo que los
cristianos llamamos la conversión personal que es absolutamente irreemplazable.

Eso es lo que dice Mao cuando preconiza la revolución cultural proletaria, dice: no basta cambiar
las estructuras. Mao tiene conciencia de la tremenda experiencia soviética donde es evidente que
se hizo una revolución económica social, pero no una real revolución cultural ni una real
revolución política. El pueblo no accedió al poder, hay una burocracia parasitaria que se impone
entre ambos.

Para nosotros, los cristianos, la auténtica revolución cultural significa formar hombres que vivan en
función de servicio hacia los otros. Hombres que sean capaces de crear y no como en la Unión
Soviética, donde pareciera que el prototipo de hombre que se busca es cada vez más, el hombre
consumidor. Es decir, no hay auténtica revolución y Mao tiene plena conciencia de esto, por eso
señala (en mi opinión por influencia evangélica, aunque no lo sepa) que la revolución debe estar
permanentemente revolucionada.

Nosotros lo sabemos porque sabemos que la verdadera y auténtica revolución se va a dar cuando
venga Cristo: en la escatología. Y tenemos que tratar de acelerar la venida del Señor tratando de
modificar la tierra.

“…El pecado se da siempre en el interior del hombre…” Y los obispos dan una definición de
pecado que la puede entender cualquier ateo:

“Pecar es rechazar el amor e instalar la injusticia (y ahora viene lo novedoso) pero del corazón del
hombre el pecado pasa a sus actividades, a sus instituciones, a las estructuras creadas por él.” Y
por eso creo que ahora discutimos el peronismo.

Dicen los obispos: “Cuando Dios revela su designio divino como plan para los hombres, la justicia
no aparece solo como un don personal — José varón justo— sino como un estado del pueblo. De
tal modo que es el pueblo todo quien está en situación de pecado cuando se cometen injusticias,
se las consienten o no se las reparan.” Por eso en este momento en la Argentina estamos en
pecado grave y no podemos comulgar si en realidad no estamos haciendo algo eficaz, en la
medida de nuestras posibilidades, para remediar este estado de injusticia. Una injusticia que se
traduce en un índice cada día mayor de mortalidad infantil, de desocupación, y en ese nuevo
pecado colectivo de nuestra patria: la tortura.

En la Biblia hay un caso muy concreto, cuando Dios decide acabar con Sodoma y Gomorra
porque allí se cometían pecados sexuales contra la naturaleza. No es que todos los sodomenses
fueran sodomitas. No. Unos cometían el pecado por vía directa, otros lo consentían o
pasivamente lo toleraban. Creo que si en este momento un cristiano no hace algo eficaz para que
acabe la tortura en nuestra patria es un cotorturador de sus hermanos, porque en la medida en
que no hago algo positivo soy cómplice.

Algunas personas dicen “no soy violento”. Pero la Iglesia siempre justificó la violencia justa y
condenó la injusta. Es decir que ser no violento no significa ser pasivo sino significa denunciar la
violencia del sistema aceptando que recaiga sobre uno. El cristiano puede o no estar dispuesto a
matar —y esto por razones de conciencia, de información o de ideología— o sea a responder o no
a la violencia con la violencia que sufre. Pero lo que no puede dejar de ver es que debe estar
dispuesto a morir y esto es clarísimo.

Dicen los obispos: “Como la vocación suprema del hombre es una sola, la divina…” Creo que lo
más importante que nosotros hacemos en la Villa es hacerle tomar conciencia a los villeros de que
son hijos de Dios. Y creo que para un hombre tomar conciencia de que es hijo de Dios es
tremendamente dinamizante. Porque si soy hijo de Dios no voy a dejar que el patrón me ponga el
pie encima. Es una consecuencia lógica.

No me voy a dejar aplastar porque tengo una dignidad. Creo que es muy importante que cada uno
aprenda a amarse a sí mismo porque quien no se ama a sí mismo no ama a nadie. Cuando digo
amarse a sí mismo no digo contentarse consigo mismo sino que necesariamente supone exigirme
a mí mismo.

“Como la vocación del hombre es una sola, la divina…” la misión del hombre es una sola: “salvar
integralmente al hombre”. Por eso ya la Iglesia no habla más de salvación a secas. Dice liberación
o salvación integral para evitar todo maniqueismo. “En consecuencia, laevangelización comprende
necesariamente todo el ámbito de la promoción humana. Es nuestro deber trabajar por la
liberación total del hombre e iluminar el proceso de cambio de las estructuras injustas y opresoras
creadas por el pecado.”

En abril de 1969, los obispos hacen un diagnóstico de la realidad que actualmente tiene plena
vigencia: “Comprobamos que a través de un largo proceso histórico, que aun tiene vigencia, se ha
llegado en nuestro país a una estructuración injusta.” Es decir, no es un cambio de hombres o de
gobierno sino que es un cambio de estructuras, de sistema. “La liberación debería realizarse en
todos los sectores donde hay opresión. En el orden jurídico, en el político, en el cultural, en el
económico y en el social”.

En el orden jurídico hay una ley anticomunista que afirma que todo argentino es comunista a
menos que demuestre lo contrario. O como el Código Civil, cuya génesis ya he explicado.

En el orden político todos sabemos la marginación en la que vive nuestro pueblo y las dificultades
de las corrientes populares para abrirse paso hoy. Basta con decir que el gobierno que tenemos
fue elegido por tres personas.

En el orden cultura! hay opresión porque el pueblo y entiendo aquí por pueblo fundamentalmente
a los oprimidos, a los trabajadores, no tienen acceso a la enseñanza superior y tienen difícil
acceso a la secundaria y aun a la primaria. A veces porque no hay bancos y si los hay, porque los
chicos tienen que lustrar zapatos para que la familia aguante. Además de esto nuestra enseñanza
es tecnócrata y colonialista, para gente que no moleste, que no incomode el día de mañana y se
adecúe a este sistema montado sobre la base del lucro.
En el orden económico y social, los obispos dicen que nuestra estructura económica es
anticristiana y opresora. Primero, porque en lugar de estar la economía al servicio del hombre, el
hombre está al servicio de la economía. Segundo, porque lo social está subordinado a lo
económico con las consecuencias que acarrea. “La subordinación de lo social a lo económico,
impuesta por la acción de fuerza foráneas (podemos nombrarlas: Fondo Monetario Internacional,
Banco Internacional de Desarrollo, etc., etc.) sectores y grupos internos de opresión (A.C.I.E.L.,
Sociedad Rural, Unión Industrial, etc.) que se manifiesta en los desequilibrios regionales (desde
que empezó la Revolución Argentina emigraron más de 200.000 tucumanos, y esto en una sola
provincia) y en las racionalizaciones que provocan desocupación e inseguridad”.

En el orden social el índice de mortalidad infantil y de desocupación son cada vez mayores.

“Frente a esto qué hay que hacer”, se preguntan los obispos y responden: “El proceso de
liberación deberá contener siempre el aporte fecundo de los auténticos valores y sanas tradiciones
originadas desde el comienzo de nuestra nacionalidad, que reflejan el sentir y espíritu de nuestro
pueblo”.

En el documento pastoral popular se vuelve a hablar de asumir las sanas tradiciones de nuestro
pueblo: “La Iglesia debe estar encarnada en el pueblo. Para encamarse e insertarse en la experiencia
nacional del pueblo argentino, la Iglesia tiene el ejemplo en la imagen de Cristo. La Iglesia deberá
acercarse especialmente a los pobres, oprimidos y necesitados y viendo ella su propia pobreza y
renunciando a todo lo que puede parecer deseo de dominio. La Iglesia debe discernir acerca de su
salvación liberadora o salvífica desde la perspectiva del pueblo”.

La acción de la Iglesia debe estar orientada hacia el pueblo, perotambién desde el pueblo mismo.
Y creo que esto es fundamental para hacer una valoración del peronismo. Porque una cosa es
mirar el peronismo desde los pobres, desde el pueblo, y otra cosa es mirarlo desde la clase media
o desde la oligarquía.

Yo he vivido personalmente esa experiencia con plenitud. Yo fui antiperonista hasta los 26 años y
mi proceso de acercamiento al peronismo coincidió con mi cristianización. Es decir, en la medida
en que descubrí en el Evangelio, a través de la Teología que Iglesia es de todos pero ante todo es
de los pobres, como decía Juan XXIII y que Cristo evangeliza a todo sin distinción de personas,
pero sí con distinción de grupos y prefiere a los de su propia condición, a los pobres, empecé a
mirar las cosas desde otro punto de vista.

Podríamos seguir citando documentos en los que se hace un llamamiento a la acción política.
Podríamos citar la “Octogessima Adveniens”, donde al final el Papa dice: “Es un deber de todos
los cristianos hoy, entrar en la lucha por transformar la sociedad, o renovar el orden temporal”.
Aquí el Papa no hace distinción entre curas, monjas y laicos, sino que dice “todos los cristianos”.
Esa es la acción política; la acción que tiende a transformar, a modificar la sociedad. Por eso
Santo Tomás dice que la acción política es la más noble de todas las actividades, porque no
tiende al bien de uno o de algunos, sino al bien de todos, de toda la sociedad.

Ser cristiano es, fundamentalmente, aceptar a Cristo, creerle a Cristo y creer en Cristo y por lo
tanto responderle. La vivencia cristiana supone una obediencia a la fe en el Señor. Y uno le cree a
Cristo no por lo que piensa sino por lo que hace… “Ustedes son mis discípulos, si hacen lo que yo
les digo…” “No, el que dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos sino aquel que hace la
voluntad de mi Padre.”

Entonces yo tengo que hacer, tengo que optar en concreto y toda opción concreta está cargada
de historicidad y por lo tanto es relativa. ¿En qué reside la diferencia entre lo cristiano y un
movimiento político como es el peronismo? Los valores cristianos son propios de cualquier época,
trascienden los movimientos políticos, en cambio el peronismo es un movimiento que asume los
valores cristianos en determinada época.

¿Cuál es la medida que tengo para darme cuenta de que hoy el peronismo es el movimiento
histórico al que yo pienso, debe acceder naturalmente un cristiano para mirar las cosas del lado
de los pobres? Y esto no significa que no se puede ser cristiano y no peronista. Lo que sí me
parece más difícil es ser cristiano y antiperonista. Aunque en la adhesión a cualquier movimiento
político, un cristiano debe siempre mantener una distancia crítica desde la fe. Tiene que
revitalizarlo, que no significa minimizarlo. Puede adherir a él pero un cristiano sabe que un
movimiento político no va a crear la sociedad perfecta, va a realizar sí determinados valores pero
también corre el riesgo permanente de desvirtuar esos valores. Pero puede criticarlo solo en la
medida de su participación en el proceso, en la medida en que no esté mirando el partido desde
afuera.

¿Cuál es ese juez que me permitirá valorar si el peronismo es hoy la instancia histórica a través
de la que me interpela Cristo, a través de la que voy a mostrar mi amor a mi pueblo y a mis
hermanos? El juez es la gente, el pueblo, los oprimidos. La categoría pueblo casi coincide con la
categoría pobres aunque no la abarque totalmente.

Yo sé por el Evangelio, por la actitud de Cristo, que tengo que mirar la historia humana desde los
pobres. Y en la Argentina la mayoría de los pobres son peronistas, para decirlo de manera muy
simple.Aquí tendríamos que hacer una distinción entre el ideólogo y el político.

El ideólogo se maneja con ideas que tienen mucha claridad, pero siempre se refieren al fin que
hay que alcanzar, es escatológico. No se refiere a lo que es actual. Un ejemplo serían los que
adhieren al ERP o al Partido Comunista. Un militante del ERP, por ejemplo, diría: Todos los
hombres son iguales y tengo que establecer cuanto antes sea esa igualdad.” Trata de poner en el
presente lo que es del futuro. “Hay que suprimir todas las clases sociales, ya” y ahí surge el
problema de los medios a emplear.

Ahora bien, en esto de la supresión de clases, yo como cristiano pienso que si bien desde el punto
de vista económico debe haber una desaparición de las clases, sostener la total igualdad de los
hombres es desconocer la realidad del pecado. Para mí, cristiano, la plena igualdad sólo se dará
cuando venga el Señor y no antes. Pienso que en esto reside el error del marxismo y de los
marxistas. Privilegian al hombre económico y se olvidan del político, por eso les es difícil entender
el peronismo, que privilegia más lo político que lo económico.

Como privilegia lo económico el marxista afirma la prioridad de la lucha de clases pero desde el
punto de vista económico.

El político, en cambio, en lugar de manejarse escatológicamente, maneja las fuerzas existentes.


Actúa como quien tiene que tomar decisiones. Por ejemplo, las tres grandes banderas del
peronismo — independencia económica, soberanía política y justicia social— son pautas
acequibles, como el programa del Frente que propone Perón es un programa mínimo de
coincidencias, no es el programa definitivo. Lo escatológico en el peronismo es el socialismo
nacional hacia el que tenemos que apuntar, pero la pregunta que hoy se hace el político es: ¿Qué
pasos puedo dar ahora para ir implantando el socialismo nacional?

El peligro del ideólogo es el sectarismo que lo lleva a una estructura en el fondo racionalista y lo
lleva a separarse de la realidad.

El peligro del político es el populismo, a veces la utilización de los medios le puede hacer olvidar
los fines.

Los cristianos siempre hemos tendido a ser ideólogos, siempre le hemos tenido mucho miedo a la
realidad concreta porque es ambigua. Y mientras nos preguntamos si estará bien, si estará mal, el
problema ya lo habían resuelto otros. Siempre quisimos la opción pura y perfecta y la política es
una cosa sucia que nos obliga a arriesgar, nos obliga a optar con probabilidad. En el fondo la
opción política siempre es por el mal menor, siempre estoy eligiendo de esta manera porque el
bien perfecto no existe.

En el Evangelio Jesús no nos reprueba por haber optado mal, a menos que nuestra opción nos
sea imputable por irresponsabilidad o por falta de preparación, no condena al que usó el talento y
no lo hizo fructificar mucho, condena al que guardó el talento, al que no lo quiso, arriesgar, al que
por miedo a equivocarse no hace nada.
Ya dije que Dios no elige personas, habla con todo el mundo. Con María Magdalena, con Mateo,
con Zaqueo, con los fariseos, con Simón el leproso que era fariseo. Pero sí elige grupos. A los
fariseos les dice:
“Ustedes son amigos del dinero” y también se las agarra con el Sanedrín, que eran los
sacerdotes y estudiosos, el gabinete al que Roma le había dado todo el poder de las relaciones
exteriores.
Jesús no prefiere a los fariseos o los doctores, prefiere a la gente inculta. Jesús anuncia,
fundamentalmente, la liberación de los pobres.

Y de ahí el problema que se le plantea al Sanedrín. “Si éste sigue así, todo el pueblo lo va a
seguir, todos van a ir detrás de El.” Y eso que hay que reconocer que los fariseos eran gente
popular, un poco los maestros, eran generosos, fraternales, insertada en el pueblo, pero cuando
aparece Jesús, el pueblo lo sigue. ¿Por qué? Porque Jesús está con el pueblo.

Cuando los fariseos se referían al pueblo decían “esa gente”, como ahora se dice “esa gente de
las villas”. Y esa gente elige a Jesús y es elegida por Jesús.

En otra época, la gente era realista, estaba acostumbrada a proyectarse en el rey, pero ahora eso
no basta, el hombre ha tomado conciencia de su dignidad, cada hombre quiere ser responsable,
protagonista, quiere poder decidir su destino que puede ser un acto de gracia o de pecado. Para
el cristiano hoy se abre un nuevo campo al servicio de la gracia: el acto de decidir políticamente.

El que roba a la gente su derecho a decidir y es el caso de los militares en la Argentina, está en
pecado porque les roba el derecho de santificarse al elegir.

Para poder santificarme, para poder realmente crecer en el amor a Dios y a mis hermanos, tengo
que servir con capacidad creadora. No debo renunciar a mi derecho a decidir y tengo que hacerlo
con fuerza aunque sin odio.

El 17 de octubre de 1945 el pueblo decide. Descubre un hecho concreto: un hombre lo interpela y


lo interpreta y el pueblo comienza a santificarse, a liberarse al decidir. Hay un artículo muy
interesante del padre Dri en la revista Envido, número 5, “Peronismo y marxismo trente al hombre”
donde pueden advertirse claramente los valores cristianos del peronismo.

El padre Dri critica al marxismo como una ideología del centro, como una ideología que surge en
Europa, una ideología racionalista, que tiende, como ya dije antes, a privilegiar sobre todo lo
económico-científico. Aunque eso de científico habría que ponerlo entre comillas, porque hay que
ver si realmente es científico, o si es mitificación de la ciencia. Y dice que en los grandes
movimientos liberadores, como por ejemplo la revolución cubana, la revolución china y el
movimiento peronista, se tiende a privilegiar el proyecto humano, la valoración del hombre, de lo
nacional y de lo religioso.

Así, por ejemplo, la muerte del “Che” provoca el siguiente juicio de Perón: “Hoy ha caído en esta
lucha como un héroe, la figura más extraordinaria que ha dado la revolución en Latinoamérica. Su
muerte me desgarra el alma. Es un ejemplo de conducta, de desprendimiento, de espíritu de
sacrificio, de renunciamiento…” Y no hay nada de científico en este juicio, es un juicio ético. “…la
profunda convicción en la justicia, de la causa que abrazó y le dio tuerza, el valor y el coraje que
hoy lo eleva a la categoría de mártir.”

Toda esta terminología es netamente cristiana.

Y en su obra Conducción Política había dicho Perón varios años antes, hablando de los
movimientos revolucionarios: “Estos movimientos triunfan por el sentido heroico de la vida que es
lo único que salva a los pueblos, y ese heroísmo se necesita no sólo para jugar la vida todos los
días o en alguna ocasión, por nuestro movimiento, sino para luchar contra lo que cada uno lleva
adentro, para vencerlo y hacer triunfar al hombre de bien. ”Y el “Che” precisamente decía que el
hombre nuevo se dará cuando en cada nombre la vida cotidiana se trasmute en heroísmo.
Cuando cada hombre viva heroicamente sus instancias cotidianas. Pero esta es una visión del
hombre más ideológica que política. Es negar la existencia del pecado original. Pero hay que
tender a eso sin descuidar la realidad que el peronismo siempre asume.
Por eso dice el padre Dri: “El peronismo es una filosofía de la vida, simple, práctica, popular y
profundamente humana.” Evidencia claramente la primacía del hombre sobre las estructuras. Por
eso Perón afirma que el problema en la Argentina es netamente político. El Partido Comunista, en
cambio, va a decir que el problema es netamente económico.

Para Perón “la verdadera democracia será aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere
y defiende un solo interés, el del pueblo”.

La característica exclusiva del peronismo es la de servir al pueblo y además obedecerle. Y


precisamente en Cuba y en Argelia, cuando se hace la revolución no se trata antes que nada de
cambiar la propiedad y los medios de producción, sino que lo primero que hace es crear un
proyecto político liberador. Por eso, personalmente pienso que la primera lucha por la liberación
de nuestro pueblo está dada por esta opción: dependencia o liberación nacional. En esta lucha por
la liberación nacional no se tiene que dar, necesariamente, la lucha de clases. Pueden entrar en
ella no solo los obreros, los estudiantes, sino inclusive los empresarios con sentido nacional. Creo
que después sí va a venir la cosa entre los empresarios y los obreros, en un segundo tiempo. Es
decir, una sociedad en la que se realicen plenamente los valores cristianos, será una sociedad sin
empresarios. Los roles subsistirán, pero no la relación de dependencia deshumanizante. Tuvimos
una reunión con empresarios cristianos y coincidían plenamente con nosotros. Nos quedamos
bastante mal al ver esa coincidencia tan total, pero en la segunda reunión se empezaron a aclarar
más las cosas y a coincidir menos.

Como a lo mejor un hombre de la Iglesia a pesar de ser Cardenal, puede ser evangélico. Pero no
es cosa que de suyo me ayude a mí a la vivencia cristiana.

Las famosas leyes económicas, de las cuales se ha hablado tanto, son leyes que a lo mejor hoy
hay que criticar desde las bases, porque el principio que las fundamenta es falso, porque es el
principio del lucro. Cuando el gobierno dice que aumenten los salarios, los empresarios dicen que
ya no pueden aumentar un peso más, porque, claro, los 800.000 pesos de sueldo que ellos tienen
son intocables. Porque nadie se pone a Cuestionar la tajada que, desde ya, se supone
corresponde al empresario.

La valoración del hombre que se hace desde el peronismo, es una valoración que pone siempre el
acento en los valores éticos, sin ios cuales no se puede llevar adelante el proyecto liberador. Y así
Evita dice, por ejemplo, que las cuatro virtudes fundamentales del pueblo, son: generosidad,
sinceridad, desinterés y ante todo humildad. Nosotros, intelectuales, vemos las cosas de Evita o
de Perón, y nos parecen demasiado simples; decimos que no tienen consistencia ideológica,
porque claro, esa gente habla como el pueblo, no habla como nosotros, intelectuales que tenemos
ideas claras, precisas y a menudo bastante abstractas.

Dice Evita: “Ningún justicialista debe sentirse más de lo que es, ni menos de lo que debe ser. Si se
sobrevalora pasa a ser oligarca, si se disminuye no sirve para la construcción de la nueva
Argentina.” Es decir, tiene que tomar conciencia de su dignidad. “El peronista nunca dice “Yo, dice
Evita, dice ‗nosotros‘, y ese nosotros es el pueblo, porque no hay nada más importante, y es el
derecho más grande, que el de sentirse pueblo.” Por eso Camilo Torres, les decía a los
estudiantes: “Ustedes tienen que ascender a la clase popular.”

Recuerdo cuando discutí con un coronel sobre el plan de erradicación de Villas, que hoy habría
que llamarlo plan de radicación porque después de cinco años, en la zona de Retiro, que al
comienzo tenía 30.000 personas, hoy hay 50.000. El coronel me decía: “A la gente de las villas
hay que llevarlas a una vivienda transitoria porque no están en condiciones de vivir en casas
definitivas”. Y yo le dije que ojalá nunca adquirieran nuestras pautas culturales, que mantuvieran
su cultura original sin contaminarse con la nuestra, porque a lo mejor visto desde el Evangelio
pueden tener mucho de rescatable.

“Ah, pero los negros en la época de Perón plantaban repollos en la bañadera y tomaban agua del
bidé.” Pero ¿en qué lugar del Evangelio se dice que no hay que tomar agua del bidé? Yo doy un
ejemplo muy grosero, pero tenemos una serie de pautas que son así. Y ellos no son
“como uno”, gracias a Dios. Lo que no significa, por supuesto, que no tengan sus vicios. No es
cuestión de mitificarlos, pues en todo ser humano existe el pecado, pero yo diría que hasta los
pecados de la gente humilde y del pueblo son más normales. (Cuando se agarran una borrachera
lo hacen con Crespi y no con whisky importado). Lo que no quiere decir que no haya que
combatirlo. El cristiano o el sacerdote, en contacto con cualquier grupo humano, en la medida que
empiece por la autocrítica y luche por su conversión personal siempre tendrá que ser interpelador
y crítico. Y el cristiano peronista tendrá que criticar, permanentemente, al peronismo.

Hoy la evangelización supone dos dimensiones: la dimensión concreta e inmediata, yo tengo que
ayudar a este hermano mío que sufre hambre, o que sufre soledad, y tiene tristeza, yo tengo que
acompañarlo, amarlo profundamente y ayudarlo a encontrar un sentido a su vida, que yo como
cristiano sé que recién va a ser pleno cuando descubra a Jesucristo, cuando descubra la visión
trascendente de la vida. Y hay otra dimensión, que es la dimensión estructural. Porque vive
integrado en estructuras que pueden ser liberadoras u opresoras.

Veamos qué pasó históricamente con el peronismo en estas dos dimensiones.

Con respecto a la primera, la gran novedad del peronismo, que comienza a gestarse a comienzos
del año 1944 desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, es que Perón empieza a entender las
necesidades bien concretas e inmediatas: las reivindicaciones de la clase trabajadora enfrentando
las duras críticas del Partido Comunista que dice que eso es, en el fondo, quitarle a la clase
trabajadora la fuerza revolucionaria. Esto lleva, además, a que algunos vayan a las villas y
piensen “hay que exacerbar el hambre del pueblo para que desesperado…”. Dicen esto porque
nunca pasaron hambre. Es una forma de despreciar al pueblo.

En el libro El peronismo y sus causas, en el capítulo que se llama “Viraje del movimiento obrero”,
su autor, Rodolfo Puiggrós, enumera las realizaciones de Perón.

Dice Perón: “Cuando llegué a la Secretaría de Trabajo en 1945, el primer pedido que recibí de los
obreros fue la anulación de un decreto del año 43, en el que se establecía para las asociaciones
gremiales, un régimen de tipo totalitario. El primer decreto que firmé desde la secretaría fue la
derogación de ese reglamento”.

Y luego enumera las realizaciones. Voy a dar algunos ejemplos más. ”La primera consigna de la
Secretaría de Trabajo y Previsión fue cumplir las leyes obreras, leyes que en lo sustancial eran
obra de los legisladores socialistas, pero que no se aplicaban, o se aplicaban a medias. A los
discípulos de Juan B. Justo les resultaba intolerable que un coronel recién llegado a la
problemática social, impusiera y vigilara la estricta observancia de la jornada de ocho horas, de la
ley de accidentes de trabajo, del pago de horas extras, de las reglamentaciones sanitarias en
talleres y fábricas. Hasta en las lejanas Salta y Jujuy, en cuyos ingenios y minas, cualquier
tentativa de organización sindical era castigada con la expulsión y a veces la muerte, hasta en los
quebrachales de Chaco y los yerbales misioneros, donde se compraba la vida del mensú, llegaron
los inspectores y se instalaron las delegaciones de la Secretaría de Trabajo y Previsión. La ley de
asociaciones profesionales, que concede personería gremial al sindicato mayoritario del gremio.”
Y por eso fue bombardeada por los comunistas y después por la Revolución Libertadora.

El estatuto del peón de campo, desde el bando del gobernador intendente de la provincia de
Buenos Aires del 30 de agosto de 1815, que condenaba a todo individuo de la campaña a servir a
un patrón, no se había legislado sobre ese sector de los trabajadores. El Estado peronista era la
antítesis del Bando de Oliden y superaba todos los proyectos socialistas, dice Puiggrós. Había
algo más que sueldo mínimo, alimentación adecuada, habitación sana y decente, descanso
dominical, seguridad e higiene, atención médica, vacaciones, indemnización por despido, ya que
destruía el antiguo paternalismo del estanciero, la antigua jerarquía de clases de la campaña, y el
neón recibía además el instrumento legal de defensa de sus derechos. La garantía de la
Secretaría de Trabajo y Previsión de que serían respetados. La ley 21665 de jubilaciones: Las
jubilaciones existían solo para algunos pocos gremios.

“Y precisamente la objeción de los comunistas y socialistas era que frenaba la combatividad de


la clase obrera. Darles jubilación frenaba y mataba su espíritu revolucionario.”
“El Instituto de Remuneraciones que llevó a la práctica lo siguiente: el aguinaldo, vacaciones
pagas, pagos hasta 6 meses por enfermedad, indemnización por despido y fallecimiento,
aumentos de salarios. Los tribunales de trabajo: fijaban las reglas de procedimiento y agilizaban
los trámites, el fuero laboral, el descanso semanal y aguinaldo para el servicio doméstico, etc.,
etc.”

Y bastaría ahora añadir un balance hecho por un antiperonista — Carlos Fayt— en su libro La
naturaleza del peronismo, sobre las impresionantes realizaciones del gobierno del general Perón.

Yo estaba en Cuba, cuando leí un trabajo estadístico de las realizaciones del gobierno de Perón, y
les digo que Perón en dos años hizo más que la revolución cubana en diez, en cuanto a las
realizaciones.

Con respecto a la otra dimensión, la estructural, es todo lo que va apuntando en la vivencia del
Movimiento desde 1955 para acá y que ya se fue gestando durante el gobierno de Perón, en el
sentido que la clase trabajadora empezó a sentirse gente, empezó a sentirse protagonista y esto,
con la incorporación además del estudiantado y de otros sectores al peronismo, produjo la
evolución que lleva a una profundización del peronismo. Lo reivindicativo asciende desde la
tercera posición, desde un capitalismo justo por decirlo así, a un socialismo nacional.
RODOLFO WALSH
“El Cordobazo”
Crónica publicada en el Periódico de la CGT de los Argentinos, 1969

Trabajadores metalúrgicos, del transporte y otros gremios declaran paros para los días 15 y 16 de
Mayo, en razón de las quitas zonales y el no reconocimiento de la antigüedad por transferencias
de empresas.

Los obreros mecánicos realizaban una asamblea y son reprimidos, defienden sus derechos en
una verdadera batalla campal en el centro de la ciudad el día 14 de Mayo.

Los atropellos, la opresión, el desconocimiento de un sin números de derechos, la vergüenza de


todos los actos de gobierno, los problemas del estudiantado y los centros vecinales se suman.

Se paraliza totalmente la ciudad el 16 de mayo. Nadie trabaja. Todos protestan. El gobierno


reprime.

En Corrientes es asesinado el estudiante Juan José Cabral. Se dispone el cierre de la


Universidad.

Todas las organizaciones estudiantiles protestan. Se preparan actos y manifestaciones. Se trabaja


en común acuerdo con la CGT. El día 18 es asesinado en Rosario, el estudiante Adolfo Ramón
Bello. Se realiza con estudiantes, obreros y sacerdotes tercermundistas una marcha de silencio en
homenaje a los caídos.

El 23 de Mayo es ocupado el Barrio Clínicas por los estudiantes y son apoyados por el resto del
movimiento estudiantil.

El 26 de Mayo el movimiento obrero de Córdoba resuelve un paro general de las actividades de


37 horas a partir de las 11 horas, para el 29 de Mayo, con abandono de trabajo y concentraciones
públicas de protesta.

Los estudiantes adhieren en todo a las resoluciones de la CGT. Los estudiantes organizan y los
obreros también. Millares y millares de volantes reclamando la vigencia de los derechos
conculcados inundan la ciudad los días previos.

El 29 de Mayo amanece tenso. Los trabajadores de luz y fuerza son atacados con bombas de
gases a la altura de Rioja y Gral. Paz. Una vez más la represión está marcha.

Las columnas de los trabajadores de las fábricas automotrices llegan a la ciudad y son atacados.
El comercio cierra sus puertas y la gente inunda las calles.

Corre la noticia de la muerte de Máximo Mena, obrero mecánico. Se produce un estallido popular,
la rebeldía contra tanta injusticia, contra los asesinatos, contra los atropellos. La policía retrocede.
Nadie controla la situación.

Es el pueblo. Son las bases sindicales y estudiantes que luchan enardecidas. El apoyo total de la
población. Es la toma de conciencia contra tantas prohibiciones. Nada de tutelas ni usurpadores
del poder, ni de cómplices participacionistas.

El saldo de la batalla de Córdoba, "El Cordobazo", es trágico. Decenas de muertos, cientos de


heridos. Pero la dignidad y el coraje de un pueblo florecen y marcan una página histórica
argentina y latinoamericana que no se borrará jamás.
En medio de esa lucha por la justicia, la libertad y el imperio de la voluntad del pueblo, sepamos
unirnos para construir una sociedad más justa, donde el hombre no sea lobo del hombre, sino su
hermano.

"Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no
tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de
las luchas anteriores. La experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan.

La historia aparece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las cosas.
Esta vez es posible que se quiebre el círculo...
DEBATE TOSCO-RUCCI (1973)
En consecuencia, creo que el compañero Tosco no está dentro de estos requisitos que, por
supuesto, no son míos sino de los congresos nacionales de la entidad madre, es decir, la
CGT.

Entrevista televisiva realizada al secretario general de la CGT, José Ignacio Rucci y al


dirigente gremial clasista, Agustín Tosco. Sucedió el martes 13/02/73, en el programa
"Las dos campanas", por los entonces periodistas Gerardo Sofovich y J. Conti en Canal
11.

GERARDO SOFOVICH: Antes de entrar de lleno en el debate quiero rendir un


homenaje a la coherencia de los dos entrevistados. Tanto el señor José Ignacio
Rucci como el señor Agustín Tosco no perdieron la oportunidad de aceptar
públicamente este desafío de enfrentarse, dialogando uno con el otro, y eso no se
da en la vida pública argentina muy comúnmente.

Rucci, ¿las diferencias que tiene con Tosco son un problema de tipo ideológico, de
tipo personal, o ambas cosas a la vez?

RUCCI: Quiero aclarar que cuando se trata de debatir los grandes problemas del movimiento
obrero, de ninguna manera deben privar los problemas de tipo personal. Quiero decir que
este aspecto queda perfectamente aclarado. La diferencia está en la forma de encarar el
movimiento obrero en su conducción orgánica. Yo sostengo que el movimiento obrero
sindicalmente organizado se encuentra en la Central Obrera y que las delegaciones
regionales de todo el país deben a la Central Obrera todas aquellas exigencias que le
imponen los estatutos.

—Señor Tosco, ¿qué puede decir al respecto?

TOSCO: Nosotros conceptuamos al movimiento obrero como una práctica


eminentemente democrática, como una democracia que surge de las bases. Sostenemos
que todo compañero que es representante de una organización obrera debe mirar más
hacia las bases que hacia la cúspide. Más hacia el contenido de lo que reclaman los
trabajadores, los sectores populares, que a las formalidades. Por otra parte, hemos
dejado bien en claro, siempre, que la CGT de Córdoba está dentro de la CGT nacional.
No pretendemos ni como CGT de Córdoba, ni como Movimiento Nacional Intersindical, ni
como Sindicato de Luz y Fuerza, constituir un ente paralelo a la CGT. Lo que sí
reivindicamos es nuestro derecho a la crítica, nuestro derecho a ir contra el burocratismo,
nuestro derecho a que surja desde las bases, ya sea desde la Capital Federal o desde el
interior, el mandato a que nosotros nos debemos. Si los trabajadores de Córdoba luchan,
si los compañeros, por los problemas que padecen, exigen plenarios de gremios
confederados, nosotros ¿qué decidimos?, pues ir a la lucha y realizar los plenarios
confederados; todo por la defensa de la clase trabajadora. Y eso es lo principal, y no estar
al margen de la Central Obrera, sino tener una Central Obrera similar a la CGT de
Córdoba. Y eso es lo que nos guía a nosotros.

—¿Acaso José Rucci no fue elegido casi por unanimidad en el seno de un


Congreso de la CGT?

T: Nosotros hemos cuestionado permanentemente una práctica en las organizaciones


sindicales que no permite la expresión auténtica de los trabajadores. Hay sobrados
ejemplos: uno clásico, como es el de la Unión Ferroviaria. De ahí que seguimos
insistiendo en que el mandato de las bases no se da en los congresos de la CGT, sino en
las bases mismas, que es donde actuamos y donde no hemos observado que la mayoría
de los dirigentes que están en la CGT realicen esa práctica.

—Rucci, creo que la posición de Tosco es bastante clara.

R: Sí, clara pero no compartida. Porque se supone que cualquier institución de bien
público, en este caso la CGT, tiene que regir su cometido a través de cartas orgánicas
que son legisladas precisamente por los representantes de los trabajadores. En
consecuencia, esa expresión, que puede causar mucho efecto, de consulta a las bases,
es una expresión que no cabe dentro de un movimiento sindicalmente organizado porque
la CGT tiene secretario, un Consejo Directivo y un Comité Central Confederal.

—Concretamente, ¿usted está contra las bases o no?

R: El Comité Central Confederal es el conducto hacia las bases y, cuando la Central


Obrera toma una resolución, no es que la toma Rucci ni el Consejo Directivo, sino que es
la resultante de las resoluciones que toma el Comité Central Confederal integrado por
todas las organizaciones sindicales del país.

—Sin embargo, el señor Tosco acusa a la CGT de no escuchar las críticas.

R: ¿Y a usted le parece que la CGT no es criticada? La CGT es un organismo que tiene


setenta y cinco delegaciones regionales en el interior del país. Desde que yo he sido el
secretario general he sido el que más ha convocado plenarios de las delegaciones
regionales del interior. Jamás el compañero Tosco se hizo presente una sola vez en la
CGT para debatir este tipo de problemas con sus pares.

—¿Ustedes lo han invitado?

R: Por supuesto. Todas las regionales deben concurrir a la CGT cuando son convocadas. Yo,
honestamente, todavía no he visto al compañero Tosco participar de un debate de los
delegados regionales del interior del país frente al Consejo Directivo.

—¿Por qué se abstiene usted de participar en esos debates?

T: Porque nosotros respondemos a las decisiones de las bases y de los cuerpos


orgánicos. Los que deciden quiénes deben concurrir al plenario de delegaciones
regionales son los compañeros cordobeses, y a mí no me han designado hasta el
presente, sino que han designado a otros compañeros. Si me designaran, vendría.

—El señor Rucci señaló recién la verticalidad de la estructura de la CGT, pero la


sospecha de que esa verticalidad es burocrática se alimentó en muchos sectores
ante la idea de que las grandes movilizaciones populares, incluyendo los episodios
de Córdoba y Mendoza, no surgieron de una decisión orgánica de la CGT ni
sindical.

R: ¿Me permite que lo corrija? Lo de Mendoza no es exacto porque contó con el aval, el
apoyo, de la Central Obrera.

—Según mi conocimiento, es un aval a posteriori o cuando la gente ya estaba en la


calle. El Sr. Fiorentini, de la CGT de Mendoza, consultó por teléfono.

R: Exacto.
—Y el episodio de Córdoba fue previo a una decisión de la CGT. La impresión de
mucha gente es que en la CGT no se puede resolver una movilización ni pararla.
Entonces surge la pregunta de ¿cuál es la estructura vertical?

R: No es exacto. La CGT en estos momentos está en condiciones de paralizar el país si su


estrategia, dentro del concierto político que está viviendo el país, así lo señalara.

—¿En la época de Onganía también estaba en condiciones?

R: En la época de Onganía yo no era el secretario de la CGT. Era un humilde dirigente de


quinta categoría.

—Si se obligara a que el Frejuli no se presentara a elecciones, si fuera proscripto,


¿la CGT podría paralizar el país en horas?

R: Si el gobierno adoptara un hecho de esa naturaleza, indudablemente se plantearían en el


país situaciones sumamente serias y graves. Y frente a esto, yo no creo que
ningún argentino pueda marginarse de expresarse dentro de los medios que considerare
más oportunos.

—Y usted, Tosco, ¿qué haría en ese caso?

T: Sería consecuente como siempre, con la lucha de la clase obrera y el pueblo. Siempre,
y particularmente desde el 28 de junio de 1966, del golpazo de la dictadura de Onganía,
hemos luchado por la libre expresión política de la clase obrera y del pueblo. Nosotros
hemos luchado y hemos señalado desde el primer momento que reivindicaremos el
derecho político de los argentinos, general y no corporativo y fascista, como pretendía
Onganía, de expresarse. Nosotros reivindicamos los plenos derechos democráticos en los
que están incluidos el general Perón y el Frejuli, y en los que deberían estar incluidos
aquellos que también están proscriptos de esta elección tramposa, amañada, fabricada
por la dictadura.

—¿Al Partido Comunista se refiere usted?

T: Al Partido Comunista y a todos aquellos argentinos que estén proscriptos por las leyes
y el Estatuto de los Partidos Políticos. Nosotros no hacemos diferencia de ningún tipo.

—Y ya que la elección es fraudulenta, como ha declarado, ¿usted piensa que hay


que ir a la abstención?

T: Hay distintos caminos, y nosotros no hacemos de esta elección una cuestión de vida o
muerte. Creemos en la lucha del pueblo, que está más allá de un día en que se pone una
boleta. Yo no planteo una abstención, incluso he dicho que respeto a todos aquellos que
desde dentro del proceso plantean un cambio a fondo, una transformación revolucionaria
de este sistema. De allí que de una u otra manera nosotros siempre –tanto como contra
los cinco puntos de la cúspide militar como contra la proscripción del Frejuli o la de los
compañeros peronistas– hemos de luchar y estamos dispuestos a luchar y vamos a
promover la lucha. Esperamos que otros, que en general sostienen esos mismos criterios,
también lo lleven a la práctica. Seríamos nada más que consecuentes con nuestra
práctica.

—Tosco, usted ha formulado declaraciones en las que expresó su apoyo a la


fórmula del Frejuli en el ámbito provincial. ¿Cuál es su posición frente a la fórmula
del peronismo en el ámbito nacional?

T: Nosotros damos nuestra identificación –y la doy personalmente– con la fórmula “Obregón


Cano - López”, porque queremos ser consecuentes con una línea de unidad combativa que
ha sido práctica en la CGT, de la cual es secretario general el compañero Atilio López; del
peronismo y del sector combativo, como también de otros sectores de izquierda. De ahí que
no podríamos reflejar en este proceso electoral otra actitud que nuestra propia práctica,
identidad y objetivos sancionados en el Plenario de Gremios Confederados de la CGT de
Córdoba. En cuanto al orden nacional, no tenemos el mismo concepto por la propia
composición del Frejuli, por la presencia de Solano Lima, por lo que significa Frondizi, su
Conintes, su entrega del petróleo. Y aún en este momento debatimos con nuestros
compañeros cuál ha de ser esa actitud, pero tenga la seguridad de que ella ha de ser
consecuente con nuestra trayectoria de unidad combativa,
de unidad de todas las fuerzas democráticas, populares, revolucionarias y antiimperialistas
de la Argentina.

—Cabe preguntarle lo mismo a Rucci, es decir, que haga una definición concreta
acerca del Frente.

R: Yo voy a recoger la misma pregunta y si me permite daré la respuesta de un militante


peronista y de un trabajador. Nosotros los peronistas apoyamos un programa, al que lo
sostiene el Frente Justicialista de Liberación. Ese es el programa que nace de un
movimiento, que es el Movimiento Peronista, y nosotros no podemos admitir como
valedero que esa filosofía solamente sea sostenida por determinados candidatos,
cualesquiera sean sus matices; tendrán que cumplirlo porque el pueblo así se lo va a
exigir. Otro tipo de planteo con respecto al Frente constituiría un factor de perturbación al
proceso que va a enfrentar ese sector político.

—Usted ha acusado a Tosco públicamente y en repetidas oportunidades de ser


antiperonista. ¿Insiste en esa acusación?

R: Insisto.

—¿Y Tosco se considera antiperonista?

T: Nosotros creemos que hay sugestivos motivos por los cuales se quiere dividir al país en
peronistas y antiperonistas. Con el mismo derecho nosotros señalamos que la división que
debe hacerse no es así, sino entre quienes están consecuentemente con la lucha del pueblo y
quienes están con la entrega.

—Pero eso ya lo dijo Perón.

T: Yo no soy antiperonista, siento un gran afecto por muchos compañeros peronistas,


convivo con ellos y lucho con ellos. Y a su vez, en perspectiva, pretendo esa unidad
combativa con los compañeros peronistas, con las fuerzas de izquierda y revolucionarias.
Eso no está aquí, pero sí en la CGT de Córdoba, y creemos que en el plano político en
general, por eso no nos detenemos en el 11 de marzo, porque la historia está más allá de
esa fecha y se construirá con todos los que hemos luchado juntos: peronistas y no
peronistas, radicales, marxistas, cristianos, ateos, comunistas; se construirá de esta
manera como se está construyendo en Latinoamérica, pero no con alianzas que
evidentemente le dan un carácter espurio a ese programa.

—Correcto, Tosco, pero usted se escapa un poco. Hace muy poco tiempo dijo: “Si nos
proclamamos socialistas no podemos tener un líder como Perón”. Quiere decir que
usted está marginado totalmente y al decir que siendo socialista no puede tener un
líder como Perón, está del otro lado.

T: Si yo le hablo de que debemos constituir una unidad combativa, la unidad popular, los
líderes serán todos aquellos que la...

—A usted le gusta mucho hablar de “unidad popular”...


T: Sí, me gusta, y apoyo al gobierno de la Unidad Popular que transita hacia el socialismo en
la hermana República de Chile. Y
a todos los movimientos de latinoamericanos que levantan el socialismo, incluida Cuba.

—¿Y no tiene miedo a cierto tipo de ententes que han hecho durante mucho tiempo
los frentes populares, como por ejemplo la Unión Democrática en 1945?

T: Bueno, usted le da ese nombre de “frente popular” a la Unión

Democrática, no soy yo quien se lo está dando. Por otra parte, la historia está llena, en
todos lados, de imperfecciones, y el propio pueblo va superando esas imperfecciones y va
a construir la unidad popular (se llame así o no se llame así) de nuestro pueblo, para
liberarnos de la explotación de la oligarquía y de las clases dominantes y del imperialismo.
En eso tengo fe, para eso trabajo, con la perspectiva histórica en que está planteada en
Argentina y en Latinoamérica.

—Hace un momento Rucci dijo que si se llegara a declarar o sacar del ámbito
político al Frejuli, se movilizaría la CGT.

R: No dije tal cosa.

—Pero dio a entender que se llamaría a la lucha. ¿Por qué, si la CGT se declara
peronista, no se movilizó cuando se lo proscribió a Perón?

R: Es muy difícil poder aceptar para quien no es peronista la estrategia que tiene el
peronismo dentro de los problemas políticos que se debaten en el país. Porque el peronismo
no es un partido político, es un movimiento que, como lo dijo el compañero Tosco, tiene un
líder, tiene mentalidad revolucionaria y si se encaja como partido político es para enfrentar
la batalla dentro de un proceso y asumir el poder. Lo que implica que cuando se entra en
este juego, se hace lo que conviene por la sencilla razón de que una actitud emotiva, o
una actitud justificada, puede ser el factor o elemento que perturbe esa estrategia y no se
logre el objetivo.

—¿Qué es la revolución para usted, Rucci?

R: La revolución es la que se plasmó en 1946 cuando el peronismo, prácticamente por


sus votos, barrió la alianza nefasta de la Unión Democrática.

—Pero con eso no la define...

R: Bueno la revolución es... Es decir, la revolución, mejor dicho una revolución, creo que
no es ninguna novedad saber lo que es una revolución... Una revolución puede ser
cruenta o incruenta. La revolución es provocar el gran cambio que entierre esta estructura
que somete a los pueblos; estructuras que someten a los trabajadores y que colocan al
país en el terreno de la dependencia. Revolución es liberación; la forma de encarar la
revolución, la forma de llevarla y concretarla, eso depende...

—¿Pero si usted dice que la propiedad de los medios de producción debe ser de los
particulares, del Estado o del...?

R: No. La revolución que sostenemos los peronistas no es la revolución de decir aquello


que tenés vos es mío y vos hoy no tenés nada. Es decir, acá no se trata de apropiar nada.
Acá la revolución tiene que tener como objetivo fundamental el respeto
a la dignidad humana. Punto segundo: que el capital cumpla una función social y se
integre a las necesidades del país.
—¿Usted entiende que en los países socialistas no hay respeto por la dignidad
humana?

R: Si usted me dice que Rusia es un país socialista yo le digo que es uno de los pocos
países, quizá el único en el mundo, donde el sindicalismo no existe. No hay libertad
sindical sino que los dirigentes son funcionarios del gobierno, lo que implica...

—Le estoy hablando de Cuba, Rucci.

R: Bueno, yo diría que el fenómeno de Cuba es la lógica consecuencia que se plantea en el


momento en que vivimos.

—Concretamente, sin tantas palabras...

R: Soy un admirador de la revolución cubana.

—¿Adoptaría ese tipo de salida para la Argentina?

R: Yo apoyaría toda revolución destinada a la liberación del pueblo.

—Entonces, ¿cómo tendría que ser la liberación del pueblo en un futuro inmediato?

R: La liberación del pueblo en un futuro inmediato se puede dar a través del proceso que
el Movimiento Peronista ha optado: las elecciones. Lo que no implica de manera alguna
que ése sea el único hecho idóneo para una revolución. Optamos por el camino incruento.
Hay un proceso que se gesta en el mundo que nada ni nadie podrá detener.

—¿Todos los sindicalistas optan por ese camino, o hay otros que están buscando
la conspiración para entenderse con un sector militar?

R: En este aspecto creo que lo fundamental para mí, por lo menos como secretario
general de la CGT, es mantener la vida orgánica, y si algún dirigente ilusoriamente cree
que él o algunos más pueden torcer este proceso en el cual está empeñado el movimiento
obrero, se equivoca.

—¿Por la vía orgánica de la CGT se puede acceder al poder?

R: Nosotros entendemos que el movimiento obrero debe participar en el gobierno.

—¿Pero no se plantea nunca la toma del poder?

R: Escúcheme, permítame, puede ser a través de las elecciones. En 1946 se concretó a


través de las elecciones.

—Tosco, ¿por qué cuando estuvo detenido rechazó los pedidos de libertad que se
hacían por parte de la CGT? ¿Porque los hacía Rucci?

T: No. Nosotros no aceptamos el pedido de libertad sino que reclamábamos la libertad de


todos los compañeros presos, políticos, gremiales y estudiantiles, entre los cuales me
encontraba yo. Y porque nosotros, en este momento, no le pedimos a la dictadura la
libertad de los presos sino que luchamos. El paro que hemos hecho en la CGT de
Córdoba; nuestros pronunciamientos categóricos donde exigimos la libertad de todos los
compañeros presos, políticos, gremiales y estudiantiles, son elocuentes...

—Pero Rucci, como máximo dirigente de la CGT, tenía la obligación de pedir por su
libertad.
T: Yo creo que la obligación que tenía Rucci era la de luchar por nuestra libertad, no la de
pedirla...

—¿Por qué Rucci no luchó por la libertad de Tosco?

R: Yo quiero aclarar que también he sido tirado a las mazmorras de las cárceles, yo
también he sido tirado a la bodega de un barco. En aquella oportunidad el compañero
Tosco era dirigente y yo no creo que haya hecho nada, tampoco por la libertad de los
presos que estábamos en aquella época, en 1955 y 1956.

—¿Qué dice Tosco a eso?

T: Yo tengo el honor de decir que jamás decliné la realización de un paro y siempre


estuve adelante, impulsando la lucha por la libertad de los presos. Y en aquel momento
evidentemente estábamos en la lucha y no tal vez con el conocimiento que hoy tiene la
gente de nuestra actitud, pero sí permanentemente estuvimos en la lucha.

—Es decir que usted nunca ha claudicado...

T: Yo creo que tengo, como el común de la gente, errores e imperfecciones.


Conscientemente jamás lo haré.

—¿Usted, Rucci, se siente claudicante?

R: Yo nunca he claudicado. No hay razones ni motivos para claudicar. Porque en este


momento en que se plantean tantos problemas al país, sería muy cómodo irme de la
CGT, pero asumo la responsabilidad y he tenido el gran honor de que los trabajadores me
hayan colocado al frente de la CGT. Y ahí voy a estar.

—¿Usted tiene algo que ver con esa famosa frase que se le adjudica de que Tosco
es “el dirigente de la triste figura”? Ocurre que estamos portándonos como chicos
buenos de colegio, cuando en realidad ustedes se han enfrentado con unas
solicitadas tremendas. Además, usted dijo, Rucci, que en el movimiento peronista
había “infiltrados asquerosos bolches”, aludiendo directamente a Tosco y otros
dirigentes...

R: No... No... Yo puedo haber dicho eso, pero de ninguna manera ese tipo de calificativos
o agravios pueden haber sido dirigidos a determinadas personas del movimiento... Está
dirigido este calificativo a quienes solapadamente se esconden detrás de un bombo o se
infiltran en el movimiento peronista, gente que nada tiene que ver con el movimiento
obrero. Me parece que he sido claro porque en ningún momento he mencionado nombres,
por lo menos con ese tipo de agravios.

—¿Qué es infiltrarse en el movimiento obrero? ¿Qué haya gente que no piensa


como usted?

R: No... De ninguna manera. El compañero Tosco ha dicho una cosa con la que yo estoy
completamente de acuerdo: “El peronismo no es sectario”. Incluso el Partido Comunista,
en la época de Perón, tenía personería jurídica y votaba.

—Si es así, ¿por qué usted los trata como “asquerosos bolches”?

R: Porque todo aquel que atenta contra la unidad orgánica del movimiento obrero, que no
es un invento de Rucci, ni un invento de Tosco, sino un invento de los trabajadores, a
través de sus cuerpos orgánicos, que se han organizado y tienen una central obrera. De
este modo quienes atenten contra esa unidad con slogans que nada tienen que ver con
los trabajadores son infiltrados.
—Usted, Tosco, ¿atenta contra la unidad del movimiento obrero?

T: ¿Cómo? ¿De qué forma atento? Como directivos de la CGT nosotros acatamos
resoluciones de los cuerpos orgánicos. Y cuando estamos en la lucha siempre hemos
cumplido. La CGT de Córdoba jamás dejó de cumplir un paro... Rucci no es el dueño de la
CGT. No hay máxima autoridad para nosotros. Sólo hay cuerpos orgánicos democráticamente
constituidos y todas las resoluciones se dan en ese carácter, que es lo único que respetamos.
Córdoba jamás ha dejado de cumplir un paro, ha hecho muchos más paros que la CGT.
Porque la CGT nacional se ha limitado a una serie de paros, y nosotros creemos que se
puede ir mucho más allá, como lo hemos probado.

—Tosco, ¿me permite? Nosotros creemos que Córdoba es un caso atípico dentro
del movimiento obrero del país. Con todo, es posible que para la unidad del
movimiento obrero, con una sutura de las 62 Organizaciones, se consiga una
unidad que englobe a no peronistas como usted y peronistas como Rucci. ¿Puede
funcionar en la práctica?

T: Córdoba no es una isla, ni está fuera del país ni del mundo. Creemos que con buena
voluntad, con comprensión, con espíritu de lucha, se puede llegar a una unidad. Córdoba
no es una isla y el “Cordobazo”, al contrario, expresa la avanzada de las luchas obreras y
populares argentinas que luego se dieron en Tucumán, Rosario, Malargüe, Trelew... es
porque tiene ese papel, y detrás de esto –no con un sentido de subordinación sino como
expresión de un proceso histórico– se va dando la lucha de todo el movimiento obrero y
se va a dar en el orden nacional.

—Para usted, Rucci, ¿la CGT de Córdoba es una isla dentro del movimiento obrero?

R: Yo no diría eso. Pero la CGT de Córdoba tiene una característica muy particular. Yo soy un
ferviente defensor del movimiento obrero, del debido respeto a los cuerpos orgánicos que han
elegido los congresos. He dicho hace un rato que hay setenta y pico de delegaciones
regionales en todo el país. Todas cumplen y consultan a la Central Obrera para tomar
cualquier determinación. La única CGT y los únicos dirigentes que no han consultado jamás
para tomar actitudes son los de la CGT de
Córdoba. Si lo hubieran hecho, como lo hizo Mendoza, que consultó y la CGT de
inmediato se puso del lado de los trabajadores de Mendoza e intervino en el conflicto e
hizo todo el aporte necesario para...

—¿Le parece que era necesario que consultara, cuando la gente ya estaba en la
calle?

R: ¿Cómo cuando la gente estaba en la calle? Sí, la gente de Mendoza estaba en la calle,
pero el compañero Fiorentino inmediatamente se comunicó con la CGT para decir la
actitud de la gente y...

—¿Para pedir permiso? ¿No será que la CGT de Córdoba es rebelde? ¿No tendrá
motivos?

R: Yo no diría que es rebelde. Más bien diría, como lo señala el compañero Tosco, que su
forma de conducir al movimiento no es la misma que nosotros queremos imponer a las
otras delegaciones del interior del país. A pesar de que se dice lo contrario, cuando se
habla de unidad, no se conciben dos centrales obreras, y nadie puede admitirlo, aunque
los hechos y la forma como se llevan a cabo ciertas actitudes están demostrando que
realmente quieren dos centrales obreras.

—¿No es una acusación un poco corporativista?


R: No. Es el resultado de normas que fueron legisladas por los congresos nacionales de
la CGT. En el supuesto caso de que no sean útiles, será un congreso el que reformará,
pero hasta el momento, ése es el estatuto de la Central Obrera y como dirigentes
disciplinados a ese estatuto nos debemos ajustar.

—Esa rebeldía de la CGT-Córdoba, ¿a qué se debe? ¿A la directiva de Rucci o a un


problema del Consejo Directivo?

T: A que la CGT-Córdoba interpreta el mandato de las bases. A que está ligada a las
aspiraciones de los trabajadores. Quieren luchar y la CGT-Córdoba lleva a la práctica esa
lucha, cosa que no hace la CGT nacional.

—Aquí Rucci quiere aclarar algo...

R: La CGT cumple estrictamente con el mandato de los trabajadores. Acá nadie puede
sentirse, menos en el caso de dirigentes como el compañero Tosco, dirigente auténtico,
que responde a las bases, porque el Comité Central Confederal es el genuino cuerpo que
está ligado a las bases integrado por los secretarios generales de todo el país, incluso por
el secretario general de su gremio, Luz y Fuerza.

—¿La CGT es un factor de poder, Tosco?

T: Está encuadrada en el concepto de defensa del sistema. Para nosotros, el movimiento


obrero y la CGT deben ser una palanca para transformaciones revolucionarias en esta
sociedad capitalista.

—¿Rucci, entonces, está defendiendo el sistema?


T: Si entiende que es un factor de poder, la coloca dentro del sistema.

R: Cuando a un hombre dice lo que yo he dicho en el reportaje en Nueva Plana y en la


revista Mayoría, indudablemente parece que estamos muy lejos de estar defendiendo el
sistema.

—En esos reportajes, Rucci, usted dijo, hablando de la Juventud Peronista, que en
ciertos aspectos tiene razón. ¿Qué quiere significar con eso? ¿En qué falla la JP?
¿Es una actitud paternalista, de poner la mano en el hombro...?

R: Eso de poner la mano en el hombro es un juicio suyo. El sentido de lo que dije es otro.
La Juventud Peronista hace críticas a determinados dirigentes gremiales, yo me animo a
admitir que ciertas críticas son valederas cuando digo que en cierta forma tienen razones.

—¿Se hace una autocrítica?

R: No en este momento, dije que soy consciente de mis responsabilidades y las he


asumido íntegramente. Y me consta que mis actitudes pueden ofrecer conceptos
contrarios a la honestidad y lealtad de los trabajadores.

—¿La Juventud Peronista lo apoya, Rucci?

R: Soy muy amigo de infinidad de compañeros de la Juventud

Peronista...

—Cuando Tosco estuvo en la cárcel, dio a conocer a la opinión pública una serie de
críticas a su persona. Usted trató de lograr un pedido de amnistía. ¿Debe
interpretarse esa actitud suya como demagógica?
R: Quiero aclarar que me siento un hombre con dignidad. Y que merecen mi mayor
respeto aquellos que caen presos aun por un ideal que yo no comparto. El compañero
Tosco, a pesar de estar en la cárcel, podía criticar todos los días en la prensa al secretario
general de la CGT. Y permanecí mudo. Recién cuando el compañero Tosco salió en
libertad, en igualdad de condiciones, entonces, yo recién dije lo que era mi verdad.

—¿El sistema lo defendía a él mandándolo preso?

R: Yo no he dicho que el sistema lo defendía mandándolo preso. Pero fíjese que resulta
sospechoso que cuando un hombre está detenido tenga la facilidad de dar comunicados a
la prensa y la prensa de publicárselos. Yo no voy a decir que está en el sistema, pero sí
que con esos comunicados estaba sirviendo al sistema, porque esos comunicados
atentaban contra la unidad de la CGT.

—Pero usted, ¿está en contra o a favor del sistema?

R: Soy un peronista con una postura bastante conocida y definida. No cabe ese tipo de
preguntas, no tienen sentido. No estoy con el sistema, ni comparto el sistema.

—Aquí Tosco quiere aclarar.

T: No es tal el silencio en cuanto a que nosotros estábamos presos. Aquí tengo yo una
carpeta firmada por el Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba y la Federación Gráfica
Bonaerense donde refuta los conceptos de Rucci y en la cual acusa al compañero Raimundo
Ongaro de ser “trosko” y de que yo estaba en la cárcel como medio de promocionarme. Esto,
además de injusto, es arbitrario. Las pocas cartas que sacamos de la prisión eran
transmitidas en los locutorios por nuestros abogados, que las sacaban en sus portafolios que
son inviolables. Y me significaron nueve sanciones, tanto en Devoto como en Rawson.
Incluso, una vez, no pude ver a mis familiares porque estaba sancionado. Este documento
pueden requerirlo al Servicio Penitenciario. Sin embargo, nuestra actitud fue, aun desde la
cárcel, seguir defendiendo nuestras posiciones, y si teníamos que hacer acusaciones o
críticas sobre la CGT también las hacíamos, o al imperialismo, o a la dictadura, a todos esos
factores que hacen a la situación actual de dependencia, de opresión, de explotación de
nuestro pueblo y a nuestra patria.

—Rucci, ¿por qué los trabajadores no peronistas deben soportar que sus gremios
estén adheridos a las 62 Organizaciones, un nucleamiento partidario?

R: Es que no es un nucleamiento partidario. ¿Quién le dijo eso?

—Es el brazo gremial del movimiento peronista...

R: Las 62 Organizaciones mantienen una filosofía que se plasma dentro del movimiento
peronista. No se cierran dentro de un esquema partidario.

142
—¿Qué opina de las 62 Organizaciones, Tosco?

T: Es un nucleamiento sindical que levanta las banderas del peronismo. No pertenezco a


él. Levanto yo las del Movimiento Nacional Intersindical.

—¿Qué ideología tiene ese nucleamiento?

T: El MNI es socialista, levanta la bandera de la liberación nacional y social.

—¿A través del marxismo?


T: Yo tengo raíz marxista. Pero el socialismo, en la Argentina, tiene una raíz heterogénea.
Hay compañeros que levantan desde el peronismo al socialismo. Y, evidentemente esos
compañeros peronistas van asumiendo el socialismo en unidad con los demás sectores.

—¿Sostiene la lucha de clases el MNI?

T: Más que sostener, interpreta un hecho histórico que es la lucha de clases.

—¿El peronismo plantea la lucha de clases?

R: Plantea la unidad de todos los sectores... No plantea la lucha de clases. Bien lo ha dicho el
general Perón cuando estuvo acá. Esta no es una cuestión de partidos políticos sino que ésta
es una cuestión programática nacional en la cual tienen participación todos los que estén
dentro de esta filosofía en lo que respecta al socialismo. El peronismo no es un movimiento
estático. Evoluciona, y dentro de esta evolución da lugar a un proceso que va a terminar en el
socialismo nacional.

—¿Podría definirlo?

R: El socialismo tiene, en distintos países del mundo, diversos matices. El socialismo que
yo planteo es una integración de una sociedad donde, por sobre los sectores o grupos,
prive el respeto a la dignidad y priven también los fundamentos en que está basada
nuestra sociedad.

T: Nosotros queremos rescatar los medios de producción y de cambio que están en las
manos de los consorcios capitalistas, de los monopolios, para el pueblo. Socializarlos y
ponerlos al servicio del pueblo. Deben desaparecer las clases y debe existir una clase, la
de quienes trabajan. Y no como ahora, que existe la de los explotados y la de los
explotadores.

R: Eso no es socialismo...

—¿Le tiene mucho miedo al marxismo, Rucci?

R: No, no le tengo miedo. Pero considero que el marxismo ya no tiene más vigencia en el
mundo.

—¿No cree que el marxismo puede ser un aporte para el peronismo?

143
R: El peronismo puede tener aporte de todas las ideologías, siempre y cuando encajen
dentro de la filosofía que plantea el peronismo.

—¿Cuál es la tarea concreta del secretario general de todos los trabajadores?

R: El dirigente gremial que se limita a plantear reivindicaciones sociales es un mentiroso.


Las reivindicaciones sociales son la resultante de la justicia social. Y únicamente para
lograr la justicia social hay que asumir el poder. El dirigente gremial tiene que estar
perfectamente esclarecido. El planteo que se formula en este momento es asumir el
poder. Integrados todos aquellos que se dispongan a defender los intereses de la nación,
sean peronistas o no.

—¿Usted cree, como Tosco, que existen explotados y explotadores?

R: Existen explotados y explotadores. Y nosotros tenemos que plantear la cuestión para


que desaparezcan los explotados y los explotadores dentro de una sociedad integrada,
cada uno con sus obligaciones y sus derechos, pero jamás como está ocurriendo en este
momento. Un millón y pico de trabajadores prácticamente sin la posibilidad de llevar sus
salarios a sus casas... Todo eso es el resultante, no –como muchos suponen– de la
actitud de la CGT; esto tiene origen en un sistema que, aunque muchos dicen que lo
combaten, se complican con el sistema, combatiendo a la Central Obrera. Nosotros
estamos en la lucha por la asunción del poder. Hemos optado, como
hombres del peronismo, por el camino de las elecciones. Pero ahí no termina.

—¿Usted identifica el concepto de explotados y explotadores con el sistema


capitalista?

R: En este momento se plantea una cuestión de dependencia. Y no solamente la


presencia de monopolios en nuestro país, sino de argentinos cipayos que se ofrecen a
esos monopolios. Lo primero que hay que plantear cuando el gobierno asuma el poder es
la defenestración de todos aquellos capitales que no están al servicio de la Nación y que
no se integran dentro de la comunidad. Como hay industriales mercenarios que se
ofrecen con generosidad a los capitales extranjeros, también hay industriales que son
argentinos y tanto o más nacionalistas que nosotros.

—¿Cuál es su opinión, Tosco?

T: El movimiento obrero no puede menos que plantearse, en esta etapa, los grandes
problemas que surgen de la dependencia. La liquidación del dominio imperialista en nuestro
país sobre la base de medidas concretas y, al mismo tiempo, en estrecha solidaridad con los
movimientos de liberación, como en el caso del gran triunfo del pueblo vietnamita y la lucha
de los pueblos de África y Asia, que también levantan estas banderas de independencia.
Quien se queda en los estrechos márgenes del economicismo del movimiento obrero que
demanda solamente aumentos de salarios va a ser permanentemente un apéndice del
sistema, pero ésas son banderas que se levantan desde hace mucho tiempo en el
movimiento obrero. Por otra parte, le diré que donde hay un asalariado y hay un capitalista,
hay explotados y explotadores. Lo que no quiere decir que en el proceso de liberación
nacional y social, no haya etapas que debemos cubrir en alianza con aquellos sectores de
la pequeña y la mediana burguesía que estén dispuestos a enfrentar esa penetración
imperialista.

—¿Aun dentro del radicalismo? Porque a usted siempre se lo vincula con el


radicalismo. Incluso hace muy poco tiempo le preguntaron qué opinaba del doctor
Balbín y usted dijo que no lo conocía. Eso parece un chiste. Porque, aunque no lo
conozca personalmente, no es necesario para opinar sobre él.

T: Yo he dicho que Balbín representa el sector de derecha, el sector conservador del


radicalismo. Y ese planteo lo ratifico aquí. El doctor Illia es un amigo personal al cual
respeto. He tenido contacto epistolar con él. No lo niego. Lo asumo con toda honestidad.
Sin que ello signifique que comparta la política y la ideología del doctor Illia.

—¿Con los dirigentes de la Alianza Popular Revolucionaria, Oscar Allende y


Horacio Sueldo, se siente identificado?

T: Los conozco también. No soy demócrata cristiano ni del Partido Intransigente. Creo
que hay una serie de programas que, como en el caso del peronismo, levantan
reivindicaciones fundamentales antiimperialistas. También me siento identificado con
puntos fundamentales de la plataforma de la APR.
—Usted ha dicho que tanto la fórmula Cámpora-Lima como la radical de Balbín
representan los márgenes de derecha del peronismo y del radicalismo...

T: Así es. Y en el caso del peronismo, particularmente con el doctor Solano Lima, que ha
dicho en Resistencia que si acceden al poder van a erradicar al marxismo porque pregona la
lucha entre los hombres. No. No pregona la lucha entre los hombres, y si es entre los
hombres, va contra aquellos que por la vía militar o por la explotación capitalista se sirven de
esos otros hombres.

—Es decir que, a pesar de Solano Lima, ¿usted encuentra en el peronismo


coincidencias con la ideología que sustenta?

T: Evidentemente. Con el peronismo combativo, con nuestros hermanos peronistas con


los que estamos todos los días, no sólo nos sentimos identificados, sino hermanados
como clase obrera para la lucha común y esperamos esa gran unidad con ellos a la que
ya me he referido.

R: Acá estamos para esclarecer, ¿no es cierto? A mí no me gusta que me coloquen


donde yo no estoy. Se pretende colocarme donde yo no estoy. En primer lugar, soy un
hombre muy respetuoso de cualquier ideología. No soy antimarxista, ni anticomunista, ni
anti nada. Soy peronista y respeto la ideología de todos. Y creo que en un proceso como
éste todos tienen derecho a votar y a dar sus opiniones. Yo voy a votar Cámpora-Solano
Lima.

—Cuando usted estuvo en España, se le atribuyó haber declarado que cuando


regresara a la Argentina iniciaría una campaña por la erradicación de la infiltración
marxista del movimiento obrero...

R: Es totalmente falso. No soy de aquellos que dicen, como mucho se ha dado en decir,
que pretendo hacer discriminaciones ideológicas en la CGT, donde hay miembros que no
son peronistas. Hay dirigentes comunistas que van al Comité Central Confederal y son
respetados. No se trata acá de señalar una cuestión de carácter ideológico. Aquí se trata
de que esa ideología no sea el caballo de Troya para tratar de perturbar y desunir al
movimiento obrero. O de torcer el camino que se ha dado como objetivo.

—Pero si la gente quiere torcerlo...

R: Hay cosas que usted no tiene la obligación de saber porque no milita en el movimiento
obrero. Ahí cerca se reunieron 700 delegados que se desparraman a lo largo y a lo ancho
del país, 500 delegados que vinieron en representación de los trabajadores del interior del
país. Y fueron ellos los que eligieron en la asamblea de la CGT a Rucci, con sus votos.
Sería desmerecer mucho a los trabajadores pensar que cometieron tal error de elegir
como sus dirigentes a traidores.

T: Yo no creo que se trate de un error de los trabajadores, sino de la imposibilidad de


expresarse democráticamente por la intervención de las patronales, del Ministerio de
Trabajo y de las burocracias.

—Rucci, ¿hay burocracia? R: Yo quisiera discriminar, porque a veces las palabras están
ligeramente expresadas y suenan a hueco. ¿Qué es la burocracia sindical? ¿Qué es lo
que hay que hacer para no ser burócrata sindicalmente?

—Vamos a preguntárselo a Tosco.

T: La burocracia sindical es el ejercicio de los cargos sindicales con el criterio de reducir


todo al sindicalismo; de administrar desde posiciones de poder los beneficios sociales; de
discutir especialmente los convenios colectivos de trabajo; de quedarse gobernando al
movimiento obrero desde posiciones administrativas. Es decir, desde el mismo término
burocrático surge: gobierno de empleados. Significado gramatical que trasladada al
campo sindical significa no asumir esa proyección general de la lucha del movimiento
obrero como factor de liberación nacional y social.
R: Tengo derecho a la réplica. Eso es burocracia, pero eso no alcanza al sindicalismo
argentino. Porque gracias al sindicalismo argentino, podemos decirlo así, donde están los
burócratas, según algunas calificaciones, tenemos un movimiento obrero politizado que
sabe lo que quiere y adónde va. Esos calificativos son elementos rebuscados para
efectuar ataques sin sentido. Si hay un hombre al cual no le cabe ese calificativo, es al
secretario general de la CGT, que hace escasamente dos años ha asumido la
conducción. Y nace desde abajo, ¡eh!, porque nadie me colocó en un sillón y soy el que
menos estoy en la CGT.

—No conozco un pronunciamiento claro y terminante del secretario general de la CGT


sobre la economía del país. Tosco ha sido muy claro: dominio del crédito,
nacionalización bancaria...

R: Permítame. Parece que acá se lee lo que se quiere leer y lo que no se quiere leer no
se lee. La CGT, a los tres meses de asumir el Secretariado y el Consejo Directivo, produjo
un documento que denominó “Proclama y convocatoria”, donde se sintetizan las
aspiraciones del movimiento obrero y de todo el país. Documento que mereció el elogio
de muchos sectores, incluso que no comulgaban con el planteo de la CGT.

—¿Usted se queda contento porque lo elogió “La Prensa”?

R: Bueno, es muy difícil que el diario La Prensa... Todos sabemos que La Prensa
responde a intereses contrarios a los que sostenemos los argentinos, cualquiera sea
nuestra ideología.

—Tosco, ¿qué dice?

T: Que la CGT debe cumplir una función de coordinación orientadora, de promoción en la


lucha del movimiento obrero. Y volviendo al caso, la CGT de Córdoba levanta con sus
pronunciamientos, con su coordinación, con la convocatoria a los cuerpos orgánicos para
debatir los problemas de la clase obrera. Nosotros hemos reclamado insistentemente a la
CGT nacional la convocatoria del Comité Central Confederal. No nos hemos largado
solos, nos hemos largado las veces que eran necesarias pero, previamente, hemos
reclamado la convocatoria del Comité Central Confederal. R: Quiero aclarar. Quizá nunca
el Comité Central Confederal se reunió más veces que siendo yo secretario general. Lo
que ocurre es que el Comité Central Confederal, integrado por cuatrocientos secretarios
generales, donde también está el compañero Tosco, tomó resoluciones de acuerdo con la
estrategia que se imponía ese Comité Central Confederal. Lo que implicaría que si el
compañero Tosco hubiera ido tendría que aceptar lo que se resolviera.

—El señor Tosco se ha definido en una serie de medidas de tipo económico a


establecer en forma inmediata en el país: control de cambios, dominio del comercio
exterior...

R: De acuerdo.

—Manejo de las importaciones y exportaciones...

R: De acuerdo.

—Nacionalización de la banca...

R: Nacionalización de la banca.

—Nacionalización del crédito...


R: Es decir, recuperar la soberanía del país en todos los niveles fundamentales en lo
económico. Totalmente de acuerdo.

—¿Y en qué no está de acuerdo con Tosco?

R: Si ése es el esquema que se plantea en un proceso que permita recuperar la entidad


soberana al país, creo que en eso...

—¿Y en el traspaso de las fuentes de trabajo?

R: No. En eso no estoy de acuerdo. Estoy de acuerdo con un capital al cual el gobierno le
haga ajustar las reglas del juego para que ese capital esté al servicio de la comunidad y
cumpla una función social.

—José López Rega dijo alguna vez que el socialismo nacional podía parecerse, de
alguna manera, al nacionalsocialismo. Parece peligrosa la afirmación de López
Rega y quisiera que usted, Rucci, como cabeza del movimiento obrero, diga si cree
que el socialismo nacional se parece en algo al nazismo.

R: Cada pueblo, en materia de socialismo, ajusta más que nada a su idiosincrasia los
matices del socialismo. Probablemente este proceso nos lleva a características
socialistas. Y va a ser el resultado del pensamiento, del sentido de los argentinos.

—Pero no me ha contestado la pregunta.

R: Le estoy contestando en el sentido de que el nazismo no tiene nada que ver con el
socialismo que nosotros podemos plantear en la Argentina.

—Usted ha estado recientemente con Perón. ¿Perón va a regresar? Sí o no. En caso


afirmativo: ¿cuándo? R: ¿Usted ha escuchado en alguna oportunidad que el general
Perón haya dicho que no va a regresar?

—¿Usted, Tosco, cree que el general Perón va a regresar?

T: Yo creo que Perón tiene derecho, como todo argentino, a regresar al país y hacer valer
con plenitud sus atribuciones ciudadanas. Pero no puedo oficiar de adivino. No sé si va a
volver.

—Según insistentes versiones de estos últimos días, se habría ofrecido a Rucci el


Ministerio de Trabajo si ganara el Frejuli.

R: No es cierto.

—¿Y si se diera, aceptaría?

R: Yo me debo a mi movimiento y eso, en su oportunidad, determinará mi respuesta por sí o


por no. Pero quiero que quede perfectamente en claro que es una versión totalmente
infundada.

—¿Habló con Perón de eso?

R: No se habló con el General.

—Vamos entonces a las conclusiones, por favor.

R: En alguna medida este programa ha pretendido ser útil a la opinión pública, para que
conozca lo que yo sostengo como la verdad de lo que represento y creo en este aspecto el
resultado puede ser positivo.
T: Agradezco la oportunidad de haber podido exponer ante la opinión pública y el pueblo
el punto de vista que no es mío sino de la clase obrera y el pueblo de Córdoba.

—¿Cree, Rucci, que queda algo por decir?

R: Coincidir también con lo que dice el compañero Tosco, que estoy convencido de que lo
que yo he expuesto no es solamente el punto de vista del pueblo de Córdoba sino que
incluyo al pueblo de Córdoba en el pueblo de todo el país.

—¿Puede ser que a partir de ahora no haya más solicitadas entre ustedes?

R: Cada uno sabe de su obligación y asume las responsabilidades. Yo sé de mi


obligación como secretario general de la CGT y he asumido esa responsabilidad.

T: En tanto y en cuanto sea necesario fijar las posiciones de lucha de la unidad


combativa, nosotros hemos de continuar con esta misma práctica del movimiento obrero.
HECTOR J. CÁMPORA
Mensaje al Pueblo Argentino
9 de marzo de 1973.

El pueblo argentino volverá a ser, pasado mañana, protagonista de su historia. En las últimas
semanas recorrí el país. Vi cómo, en todas partes, las fuerzas profundas de la sociedad combaten
por la dignificación de la vida nacional.

Que nadie se engañe. El 11 marzo, esas fuerzas votarán masivamente por la reconstrucción del
país. Quedarán atrás 17 años de derrota. Quedarán atrás 17 años de incansable resistencia.

El Gobierno Justicialista de Liberación volverá a levantar las tres banderas de la soberanía


política, la independencia económica y la justicia social.

Soberanía Política después de 17 años en que el país fue conducido por minorías subordinadas al
interés externo, o sin fuerzas para imponer una política nacional. Independencia Económica
después de 17 años en que los monopolios han desarmado el aparato productivo y han impuesto
una verdadera colonización.

Justicia Social después de 17 años en que la ganancia de las empresas extranjeras se basó en la
caída brutal de los ingresos del hombre argentino. En esos 17 años avanzaron la pobreza, la
desocupación, la enfermedad, la desprotección. En esos 17 años no hubo soberanía popular.

En esos 17 años, la rebeldía fue castigada con la más despiadada represión.

En esos 17 años, los trabajadores perdieron sus salarios. Los empresarios perdieron sus
empresas. El interior del país languideció. Los profesionales y técnicos debieron emigrar. La
educación, en todos sus niveles, perdió jerarquía.

A nadie puede extrañar la firme reacción del pueblo ante esta destrucción sistemática de la
argentinidad.

Estos últimos días, el país ha sido testigo del debate agónico de quienes quisieran evitar nuestro
triunfo. La provocación en nuestros actos, las amenazas desde la cúpula del actual poder, la
discriminación en el uso de los medios de difusión, el fantasma de la proscripción, la pretensión de
condicionar nuestra futura acción de gobierno, todos los medios fueron movilizados para apuntalar
un régimen que se desmorona.

La respuesta popular al régimen fue el apoyo masivo a la campaña electoral del Frente
Justicialista de Liberación. Esa movilización fue destinada a asegurar un triunfo. Y deberá
proseguir, alegre y firme como hasta ahora, para garantizar la entrega del gobierno.

Si el régimen no proscribió al Frente Justicialista de Liberación, es porque al hacerlo hubiera


demostrado la esencia tramposa de los comicios que se preparan.

En estas elecciones, el Frente deberá reunir en la primera vuelta más de la mitad de los votos
para alcanzar el poder. De lo contrario, deberá ir a una nueva elección. Los teóricos del
continuismo creen que en la segunda vuelta, el Frente Justicialista de Liberación tiene menor
capacidad que otras fuerzas para ganar nuevos votantes.
Ésta es la esencia de la trampa. A esa trampa se contesta de una sola manera. Sepultando al
continuismo y a la proscripción bajo la avalancha de nuestros votos. Ganaremos en la primera
vuelta. Y ganaremos en condiciones tales que, para proscribirnos, el régimen deberá enfrentar a
todo el pueblo.

El triunfo masivo del Frente Justicialista de Liberación pondrá a las Fuerzas Armadas ante una
alternativa crucial. O cierran filas con el pueblo para la reconstrucción nacional, como lo quiere la
inmensa mayoría de sus cuadros, o se aíslan definitivamente y se convierten en tropas de
ocupación, como lo quieren los personeros del privilegio y la dependencia.

El Frente Justicialista de Liberación canaliza el patriotismo del pueblo. El Frente Justicialista de


Liberación conoce el patriotismo de los hombres de armas, y confía en que la cordura, finalmente,
se impondrá.

No se juega aquí el destino de un partido, o de un grupo de partidos. No se trata de saber si


Héctor Cámpora u otro candidato ocupará el sillón presidencial. Se trata de saber si la sociead
argentina va a seguir dividida y enfrentada, o va a retomar el rumbo de la grandeza y la
fraternidad.
Destruir el país demandó 17 años. Reconstruirlo no será tarea de un día. Pero para que no
queden dudas sobre cuál es nuestro ánimo, me comprometo a adoptar una serie de medidas de
reconstrucción desde el primer día de mi gobierno.

El salario será restituido, a través de un aumento masivo e inmediato. No será un nuevo engaño a
los trabajadores. La reactivación de la economía defenderá los ingresos, terminará la
desocupación, preservará la empresa nacional y generará un nuevo ciclo de prosperidad en el
país.

La banca será nacionalizada. El ahorro argentino estará al servicio del crecimiento nacional y la
justicia social.

El comercio exterior será nacionalizado, y pasará de las manos de los monopolios a las del
pueblo.
La importación de bienes que se produzcan o puedan producirse en el país será cerrada de
inmediato. La empresa nacional contará con la protección y la asistencia del Estado.
Se restablecerá la paz interior. La Constitución y las leyes votadas por los representantes del
pueblo constituirán la única normatividad del Gobierno Justicialista de Liberación.

Las leyes y los tribunales especiales serán abolidos. Se dictará una amplia y generosa ley de
amnistía para todas aquellas personas condenadas o procesadas como consecuencia de haber
trasgredido una norma penal obedeciendo a móviles políticos. Desaparecerá la violencia de arriba,
y el disenso se podrá expresar democráticamente.

La visionaria tercera posición del general Perón volverá a orientar la política externa argentina. Se
plantearán sobre la base del respeto mutuo y la equidad en las relaciones con los centros de
poder. Se establecerán vínculos con Cuba, Vietnam del Norte y Corea del Norte.

El Frente Justicialista de Liberación encarna las tradiciones de la historia. Por eso integran sus
filas las grandes mayorías populares.

El Frente Justicialista de Liberación encarna el porvenir. Por eso la juventud es su vanguardia.

El Frente Justicialista de Liberación encarna la Justicia. Por eso, pensando en sus hogares, están
con él las mujeres argentinas.

Nada me ha conmovido más que ver, en todos los rincones del país, a los niños haciendo la señal
de nuestra victoria. Porque somos, un movimiento con raigambre y con futuro, pensamos en esa
niñez maravillosa. Queremos entregarle una patria altiva, grande, digna y justa. Esa señal de la
victoria será contestada en las urnas.
QUE NADIE SE OPONGA AL TRIUNFO DEL PUEBLO.
DARDO CABO
“Ante la muerte de José Rucci”
Editorial publicado en:

El Descamisado. Año 1 Nº 20. 2 de octubre de 1973

La cosa, ahora, es cómo parar la mano. Pero buscar las causas profundas de esta violencia es la
condición. Caminos falsos nos llevarán a soluciones falsas. Alonso, Vandor, ahora Rucci. Coria
condenado junto con otra lista larga de sindicalistas y políticos. Consignas que auguran la muerte
para tal a cual dirigente. La palabra es "traición". Un gran sector del movimiento peronista,
considera a un conjunto de dirigentes como traidores y les canta la muerte en cada acto. Estos
dirigentes a su vez levantan la campaña contra los infiltrados, proponen la purga interna. Arman
gente, se rodean de poderosas custodias personales y practican al matonaje como algo cotidiano.
Como es toda esta historia, cuando comenzó la traición y cuando comenzó la muerte.

Los viejos peronistas, recordamos a estos burócratas hoy ejecutados o condenados a muerte. Los
conocimos luego de 1955, cuando ponían bombas con nosotros. Cuando los sindicatos logrados a
sangre y lealtad, recuperados para Perón y el movimiento, eran casas peronistas donde se
repartían fierros y caños para la resistencia y de donde salía la solidaridad para la militancia en
combate o presa. Coria guardaba caños en Rawson 42, el local de la UOCRA, allí se armaban
bombas y se preparaba la resistencia; Vandor bancó la mayoría de las células más combativas del
movimiento. Eran leales, eran queridos, habían llegado a los sindicatos por elecciones y
representaban a la base del gremio; más allá que le gustaran las carreras o tuvieran un vicio
menor, "los muchachos los querían" y en serio. Perón confiaba en ellos.

No tenían matones a sueldo, en cambio amigos en serio los acompañaban. Si uno quería hablar
can Vandor podía invitarlo a la esquina de Rioja y Caseros o caerse al mediodía en un boliche a
cuadra y media del sindicato, agregarse a la mesa o apartarlo a una cercana. Las puertas de los
sindicatos estaban abiertas, siempre. A lo sumo una mesa de entradas con un par de muchachos
con algún fierro, pero sin mucha bulla, más para cuidar las fierros que adentro se guardaban que
para cuidar a nadie. ¿Quién iba a matar a Vandor en 1962?

Pero de pronto las puertas se cerraron, o fueron reemplazadas por sólidos portones con sistemas
electrónicos. Ya no andaban con amigos, sino "con la pesada". Su vida rodeada del secreto
impenetrable. Las elecciones en los sindicatos iban precedidas por una intrincada red de fraudes,
tiros, impugnaciones, expulsiones. Denuncias de las listas opositoras y todo un sucio manejo que
dejaba como saldo una gran bronca: delegados echados, afiliadas expulsados, acusaciones de
troskos o "bichos colorados" que justificaban el arreglo con el jefe de personal para arreglar el
despido.

También las versiones: se negociaba con el enemigo, se apretaba a Perón, se guardaban sus
órdenes o no se cumplían. Perón tiraba la bronca: "hay que cortarles las patas'' o "los traidores
generan anticuerpos". Y la bronca se extendía. Rosando García cayó en una bronca entre
pesados. Alonso en una limpia operación comando. Los métodos se tecnificaron al mismo ritmo
de la traición. A puertas electrónicas: tiros dirigidos con telescopio. Se decía siempre que era la
CIA.

Pero la bronca estaba adentro. Una historia de traiciones, negocios con el enemigo, levantamiento
de paros, elecciones fraudulentas, apretadas a Perón. Uno tras otro los cargos se acumulaban. A
más, los matones hacían las suyas: sacudían a los periodistas, reventaban militantes, impunes
recorrían la ciudad armados, si caían presos salían enseguida. La policía empezó a protegerlos.
La división se agravó, se agrava cada vez más.
Rucci era un buen muchacho. Lo cargaban en la UOM cuando andaba (mucho antes de ser
siquiera interventor en San Nicolás) con saco y corbata. Hasta trabita usaba, y el Lobo lo cargaba.
Pero no era mal tipo. Tenía su historia de resistencia, de cárcel. Las había pasado duras, como
cualquiera de nosotros. De pronto aparece en al campo de Anchorena prendido en una cacería
del zorro. Apoyando a Anchorena para gobernador de la provincia da Buenos Aires. ¿Quien
entiende esto?

Algo debe tener de transformador eso de ser secretario general. Algo muy grande para cambiar
así a la gente. Para que surjan como leales y los maten por traidores.

Por eso no hay que disfrazar la realidad. El asunto está adentro del movimiento. La unidad sí, pero
con bases verdaderas, no recurriendo al subterfugio de las purgas o a las cruzadas contra los
troskos. No hay forma da infiltrarse en el movimiento. En el peronismo se vive coma peronista o se
es rechazado. No se puede pretender que la mitad de la gente que desfiló -por ejemplo- el 31 de
agosto frente a la CGT eran infiltrados o que son locos cuando denuncian y piden la cabeza de la
burocracia sindical. Por un momento, pensar si no tienen razón. Pensarlo antes de empuñar el
fierro y amasijar -por ejemplo-a Grynberg. Porque así la cosa no para.

La unidad así es un mito. Hay que revisar los procedimientos antes de llamar a la unidad, porque
por ahí quedamos más divididos que ahora. Si se usó el fraude para elegir autoridades en los
sindicatos, apelar a abrir la mano y pedir a los trabajadores que limpiamente elijan sus
conducciones. Si se alentó a la pesada para hacer brutalidades en nombre de la doctrina
justicialista, llamarla y ubicarla en donde corresponda que esté. A laburar en serio, o a hacer pinta
con el fierro y pegar un cachiporrazo de vez en cuando.

Sin estas condiciones mínimas no hay unidad que valga. Si todos los peronistas no tenemos
derecho a elegir a quien nos represente, debajo de Perón, en el Movimiento Peronista, así no
camina la cosa. Se va a seguir muriendo gente.

Es cierto que también nos puede tocar a nosotros. Porque por dos veces los pesados le
propusieran a Rucci -fue para la misma época en que se "reventó" Clarín- reventar a "El
Descamisado". El Petiso, como le decían ellos, los paró. Ahora es posible que se vengan a tirar
los tiros que tendrían que haber tirado cuando debieron, porque para eso estaban. Como no
cumplieron en la tarea para la cual estaban quieren compensar dándosela a cualquier gil. Ellos
están dispuestos a erigirse con sus fierros en los dueños da lo ortodoxia. Se sienten los cruzados
del justicialismo, los depuradores. Porque a su juicio todos los que criticaban a José, son sus
asesinos. Todos son troskos, todos son infiltrados.

Nosotros, desde estas mismas páginas criticamos a José Rucci y lo hicimos duramente. Su
muerte no levanta esas críticas, porque no las modifica.

Todos los sectores del Movimiento, incluyendo a la Juventud Peronista y la Juventud Trabajadora
Peronista, incluso la Juventud Universitaria Peronista, sectores desde donde provino la más dura
oposición a los métodos que usó José Rucci, lamentaron esta violencia que terminó con la vida
del secretario de la CGT.

Pero acá todos somos culpables, los que estaban con Rucci y los que estábamos contra él; no
busquemos fantasmas al margen de quienes se juntaron para tirar los tiros en la Avenida
Avellaneda, pero ojo, acá las causas son lo que importa. Revisar qué provocó esta violencia y qué
es lo que hay que cambiar para que se borre entre nosotros. Para que no se prometa la muerte a
los traidores y para que la impunidad no apañe a los matones, ni el fraude infame erija dirigentes
sin base.

Si la cosa es parar la mano para conseguir la unidad, habrá que garantizar los métodos que
posibiliten que los dirigentes sean representativos. Habrá que desarmar a los cazatroskos y
fortalecer doctrinariamente al peronismo como la mejor forma de evitar las infiltraciones.

No es con tiros como van a "depurar" el Movimiento. La única verdad la tiene el pueblo peronista.
Dejemos que al pueblo se exprese.
DISCURSOS CFK
Inauguración Monumento a Evita

PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN CRISTINA FERNÁNDEZ EN EL ACTO


DE INAUGURACIÓN DEL RETRATO DE EVITA, EN LA FACHADA DEL EX MINISTERIO DE
OBRAS PÚBLICAS, EN LA C.A.B.A.

Muchas gracias a todos, muy buenas noches a todos y a todas: la verdad que esta va a ser para
todos, al menos para mí, una noche absolutamente inolvidable. El 8 de marzo del Año del
Bicentenario declaramos a Evita, a Eva Duarte de Perón la Mujer del Bicentenario y presentamos,
en el Salón de las Mujeres Argentinas, en la Casa Rosada, la maqueta de lo que hoy estamos
viendo aquí hecho y construido con inmenso amor, con inmenso respeto a la historia y a la cultura.
Porque no es solamente una representación política, Eva Perón es una auténtico ícono histórico y
cultural de todos los argentinos. (APLAUSOS).

Y quisimos hacerlo, aquí, en su lugar; yo me acuerdo que había estado en Cuba, en enero de
2009, y en el homenaje en la Plaza de la Revolución, a José Martí vi la imagen del Che,
representado en el ministerio en que él trabajaba, y allí me vino a la cabeza cómo es posible que
una sociedad homenajee a un hombre que no es de su país y nosotros no tengamos un homenaje
a una mujer que significó no solamente el ingreso de las mujeres a la política argentina, no
solamente la revolución social más importante de nuestro país, sino también que asumió sin
cortapisas, sin dobleces la representación del pueblo y de la Patria, tal vez, con más pasión y
amor que nadie. (APLAUSOS).

Y allí como con todas las cosas que a veces se me ocurren, empecé a hablar con el Secretario
General de la Presidencia, con Parrilli, que me sigue con el Bicentenario y con todas estás cosas y
allí contactamos con un artista que también, por otro lado, había imaginado esto mismo, sin
conocernos los dos, junto también a Daniel Santoro, a quien primero convoqué y a Mármora, el
otro hombre que imaginó esto que estamos viendo aquí, y pudieron plasmarlo y ejecutarlo.

Yo les pedí que las luces fueran de color ocre, representando el sol de la bandera y que los pilares
que la sostuvieran fueran la bandera de la Patria. También elegí las dos fotos de Evita, las dos
imágenes de

Evita; uno cuando ve esta Evita es como si viera el libro “La razón de mi vida”. Esa fue la primera
imagen que esta Presidenta, siendo muy chiquita, vio de Evita; la encontré revolviendo los cajones
de mi abuelo que guardaba como un tesoro un libro rojo de tapas duras, junto a la libreta de
afiliado peronista, y la primera página que uno abría decía:

“La razón de mi vida”, y en la otra página estaba esto que no era una fotografía, era casi una
pintura. El libro –lo recuerdo como si fuera hoy– de fotos en blanco y negro, de papel brillante,
pero ella estaba en una foto casi en colores, casi pintada. Esa fue la primera imagen, fue la Evita
que conocieron millones de trabajadores cuando creó los derechos más importantes para los
niños, para los trabajadores, para los ancianos, fue la Evita hada, fue la Evita dadora de dones y
generosa.

Por eso la quise mirando al Sur, hacia las fábricas, hacia esos puentes donde, seguramente, miles
de trabajadores cruzaban un 17 de octubre para liberar a Perón. Esta Eva hada tenía que mirar
hacia el Sur. Y también, la Eva profunda, la Eva política, la Eva combativa, la Eva que se envolvía
en la bandera y ofrecía generosa su vida, consumiéndose. (APLAUSOS)
Y yo la verdad que cuando recién escuchaba la voz de este locutor que, tal vez, cuando dijo: “su
pase a la inmortalidad”, no pensó el exacto sentido de esas palabras y que más que una
presentación, estaba afirmando escribiendo una verdad histórica: el pase a la inmortalidad.
Porque ella, la más odiada, pero la más amada; la más agraviada, insultada y descalificada, pero
la más venerada; la más vejada, pero hoy eternamente victoriosa, mirando a la historia
definitivamente, con el amor de su pueblo y el reconocimiento, me atrevería a decir, sin temor a
equivocarme, de todos los argentinos. Porque de algo no se puede dudar y es, precisamente, de
su dimensión histórica, política humana y cultural.

Para terminar, queríamos hacer este homenaje en este lugar, donde hace muchos años, 60 años,
que van a cumplirse en este octubre del ‘51, cuando le vinieron a ofrecer más de 2 millones de
trabajadores la vicepresidencia del país, si alguien merecía eso y mucho más, era esta mujer. Esa
mujer, como muchos le decían, y que hoy, desde el fondo de la historia, nos enseña que nada se
obtiene sin sacrificio, que enfrentarse, como decían recién las imágenes que veíamos, a los
poderosos, tiene un precio, que defender a los humildes y a los que menos tienen, cuesta caro. Y
ella, pagó con su vida gustosa el precio de ser recordada para siempre como la abanderada de los
humildes, como una humilde mujer del pueblo, Evita, como se recuerda a las grandes.
(APLAUSOS)

Hoy queremos rendirle homenaje en nombre de todas las mujeres, porque ella nos abrió las
puertas a todas. En nombre de los jóvenes que levantan su nombre como bandera y lo llevan a la
victoria, en nombre de los millones de trabajadores que han recuperado sus puestos de trabajo,
en nombre de los productores, de los empresarios, de los intelectuales, de los científicos, de los
estudiantes, de todos los argentinos que confían que una patria mejor merece y puede ser
construida por el aporte de todos los argentinos.

Que sea símbolo de unidad, que sea el símbolo de superar viejas antinomias y que desde la
historia nos enseñe que es necesaria la unidad nacional, la unidad de todos los argentinos para
lograr los grandes objetivos.

Muchas gracias a todos, gracias a los artistas que hicieron posible esta maravilla; gracias a los
hombres y mujeres que trabajaron incansablemente.

Este ícono es para todos los argentinos, es también para la ciudad de Buenos Aires, la ciudad
donde ingresaron miles de trabajadores un 17 de octubre y donde las despidieron millones de
argentinos un 26 de julio como hoy hace exactamente 59 años.

Muchísimas gracias, los quiero mucho. Muchas gracias a todos y a todas. (APLAUSOS)
Homenaje al Padre Mugica

Quiero saludar especialmente a los vecinos de la Villa 31 que nos están mirando desde allí, y
desde aquí también hay algunos delegados, también a todos los sacerdotes que hoy nos
acompañan en esto que no es un homenaje al padre Carlos Mugica. La figura y la vida de
hombres como Carlos Mugica, no se homenajean, se celebran y se celebran con alegría por todo
el amor que supo dar, amor por el cual ofreció su vida.

Yo lo escuchaba recién a Juan cuando decía, haciendo mención a la intersección donde hemos
hecho esta maravillosa escultura de Alejandro Marmo, intersección que no por casualidad la
elegimos, este era el lugar donde él había nacido. Juan recién dijo, donde había pertenecido. No,
acá había nacido, pero él pertenecía a algo más que a este lugar. Él pertenecía a los pobres, a los
que sufrían, a los que necesitaban. Él se reconocía en la figura del Evangelio, porque entendía
que el Evangelio era precisamente la doctrina que iluminaba y que trabajaba por y para los
pobres.

Carlos Sergio Francisco Mugica, fue también víctima de una Argentina violenta; su juventud
también había transcurrido en una Argentina violenta, en una Argentina donde los argentinos se
enfrentaban entre sí -y vamos a decirlo sin eufemismos y sin hipocresías, porque yo no hablo ni
con eufemismos ni con hipocresías, ni con parábolas-, le tocó vivir de joven en una Argentina en
donde, finalmente, se dirimieron las cosas a los tiros, con bombardeos y con muertos. Y él lo
recordaba muy bien como tantos otros, como lo recordaba recién el padre Richardelli, que venía
de una familia peronista y era peronista y se hizo antiperonista en el 54 por el enfrentamiento que
surgió entre la Iglesia y entre el gobierno del general Perón. Y él recordaba y sus historiadores
también, que él, que estaba contento frente al derrocamiento de Perón, y un día fue a un
conventillo dijo y vio que la gente lloraba y vio escrito en una pared: “Abajo los cuervos”. No era
por Larroque, todavía no lo conocían.

Fueron momentos muy trágicos, a veces hay que tomarlo con una sonrisa, pero fueron momentos
muy trágicos de una Argentina violenta en serio, donde los argentinos se enfrentaban y que
culminó finalmente también con la muerte de él. Esa Argentina también más tarde, en los años 70,
violenta, se llevó también la vida de Carlos Mugica. Hubo también otra Argentina violenta que
comenzó el 24 de marzo de 1976 y que se llevó a tantos argentinos y también, a tantos
sacerdotes.

Por eso, cuando hoy me levanté por la mañana y miré las tapas de los diarios, como lo hago todas
las mañanas, y vi que alguien resumía o decía: “Hoy la Argentina es una Argentina violenta”, me di
cuenta que querían reeditar viejos enfrentamientos. Y recordé -ustedes dirán qué es este libro que
tengo aquí-… Este libro que tengo aquí es la exhortación del Papa Francisco a los obispos, a los
sacerdotes, a los laicos y al pueblo de la iglesia entero, donde nos dice cosas muy importantes.

Yo quiero leer una parte para entender, porque luego las cosas hay que leerlas completas. Yo
siempre digo que sería tan conveniente que en lugar de ir tanto a Roma a sacarse fotos, lo leyeran
un poco más.

En esta alegría del Evangelio plantea: “Carlos era un hombre esencialmente alegre -además era
de Rácing, lo cual no es poca cosa-, plantea la renovación pastoral de la Iglesia, transformándola
en una Iglesia misionera, en una Iglesia que tiene que volver a misionar y a misionar el Evangelio”.
Y cuando habla de una renovación pastoral, habla que los sacerdotes, los laicos tenemos que
hablar desde el corazón del Evangelio, y dice textualmente en el punto 34: “En el mundo de hoy
con la velocidad de las comunicaciones y la selección interesada de contenidos que realizan los
medios, el mensaje que anunciamos corre más que nunca el riesgo de aparecer mutilado y
reducido a algunos de sus aspectos secundarios. De ahí que algunas cuestiones, que forman
parte de la enseñanza moral de la Iglesia, queden fuera del contexto que les da sentido. El
problema mayor se produce cuando el mensaje que anunciamos, aparece entonces identificado
con esos aspectos secundarios que sin dejar de ser importantes, por sí solos no manifiestan el
corazón del mensaje de Jesucristo. Entonces conviene ser realistas, y no dar por supuesto que
nuestros interlocutores conocen el trasfondo completo de lo que decimos o que pueden conectar
nuestro discurso con el núcleo esencial del Evangelio que le otorga sentido, hermosura y
atractivo”

Y si ustedes me piden que elija el mensaje del Evangelio más profundo que no tuvo eco en ningún
medio de comunicación del documento de ayer, fue que el amor vence al odio, porque esa es la
esencia de Jesucristo, de su piedad, de su pasión. El amor, el amor que venció a los fariseos que
lo echaron del templo; el amor que venció a los sacerdotes que lo entregaran para que lo
crucificaran; el amor que venció a la indiferencia de Poncio Pilatos que se lavó las manos como
muchos se lavan las manos frente a los problemas de los que menos tienen y se regocijan de
estar junto a los que más tienen. Ese es el mensaje del Evangelio, ese es el del dios en que yo
creo. También frente a los problemas que aquejan a la comunidad. Hoy no tenemos una sociedad
enfrentada en forma violenta afortunadamente. A mí me tocó ser joven en esa Argentina violenta,
tener miedo y terror en esa Argentina violenta, violenta en serio.

Por eso, es bueno leer y releer la palabra. “Hoy en muchas partes -dice el Papa en el punto 59- se
reclama mayor seguridad”. Y a continuación, en el punto 60 habla que “los mecanismos de la
economía actual promueven una exacervación del consumo. Pero resulta que el consumismo
desenfrenado, unido a la inequidad, es doblemente dañino del tejido social. Así la inequidad
genera, tarde o temprano, una violencia que las carreras armamentistas no resuelven ni
resolverán jamás. Solo sirven para pretender engañar a los que reclaman mayor seguridad como
si hoy no supiéramos que las armas y la represión violenta, más que aportar soluciones, crean
nuevos y peores conflictos. Algunos, simplemente se regodean culpando a los pobres y a los
países pobres de sus propios males con indebidas generalizaciones y pretenden encontrar la
solución en una educación‘ -fíjense, educación entre comillas, educación entre comillas, dice el
Papa- que los tranquilice a los pobres y los convierta en seres domesticados e inofensivos. Esto
se vuelve todavía más irritante si los excluidos ven crecer ese cáncer social que es la corrupción
profundamente arraigada en muchos países –en muchos países-, en sus gobiernos, empresarios
e instituciones cualquiera que sea la ideología política de los gobernantes”.

Quería leerles algunos de estos fragmentos porque me parece interesante reflexionar todos juntos
sobre esa Argentina que tanta veces nos dividieron. Tal vez los más jóvenes no lo recuerden, pero
no fue casual que el padre Mugica le pusiera a su parroquia en la villa

“Cristo Obrero”. No era solamente porque en la villa había obreros, sino porque él recordaba que
en su época de antiperonista y cuando estaba enfrentado y dividido el país, se había utilizado la
religión para dividir a los argentinos bajo el lema de “Cristo Rey”. Y Rey, Cristo nunca, Jesucristo
nunca se sintió Rey. Jesucristo se sintió el más humilde, el más pecador. Jesús, vino a ofrecer su
vida y por eso Él entendió el mensaje.

Y yo les pido a todos los argentinos, como Presidenta de la República, también a las instituciones
eclesiásticas y de todos los credos, a los sacerdotes, a los laicos, a los obispos que nadie más
permita dividir al pueblo de Dios, porque cada vez que se dividió el pueblo de Dios, masacraron a
sus ovejas y además también, a muchos de sus sacerdotes, a muchos de ellos que fueron
mártires como monseñor Angelelli, como los Curas Palotinos, como tantos otros que ofrecieron su
vida como Carlos Mugica por los pobres.

Por eso, los que crean que con un título de un diario van a provocar a esta Presidenta,
discúlpenme, no lo van a poder conseguir, no me van a provocar.

Pero además también, recogiendo el mandato bíblico, pero también, como lo marcaba recién uno
de los fragmentos, el tema es la inequidad. La inequidad, qué palabrita que suena difícil y es tan
simple, alude a lo que decía Carlos Mugica, alude a una mejor distribución de la riqueza que tiene
un país. A mí personalmente me ha costado sangre, sudor, lágrimas, insultos y agravios pelear
por mayor equidad en la Argentina. Por eso creo que con todos mis errores y mis horrores, que
seguramente con todos los pecados que he cometido y cometeré porque soy humana, estoy
absolutamente convencida de que en esa lucha por que los pobres tengan una vida más digna,
agua, vivienda, tierra, cloacas, trabajo, derechos estoy haciendo el verdadero homenaje que
Carlos Sergio Francisco Mugica, le pedía a todos los argentinos.

Por eso, hoy me siento muy feliz de estar aquí junto a todos ustedes y, fundamentalmente, junto a
él. Yo no lo conocí, no lo conocí personalmente, pero tenía, como todos los jóvenes de aquella
etapa, una profunda admiración por él y por el Movimiento de los Curas del Tercer Mundo, que se
extendió a toda la América latina, figuras como las de Hélder Cámara, por ejemplo, que lideró
también y que fue, a partir del Concilio Vaticano II, con aquel Papa que acaba de ser beatificado,
Juan XXIII, el Papa Bueno. Ese mensaje que se extendió y que significó la opción por los pobres,
después también profundizada por Pablo VI en la “Popularum Progressio”.

Todo eso movilizó a muchos jóvenes, pero también es cierto que hubo errores que finalmente
jugaron a favor de que los argentinos volviéramos a dividirnos. Porque, ¿saben qué? Los
responsables de garantizar el cambio no son los que quieren que todo siga igual, los que tenemos
mayor responsabilidad para que el cambio se haga y se profundice, somos aquellos que creemos
en la necesidad de ese cambio y, por lo tanto, nos obliga a ser más inteligentes y más
responsables.

Por eso también, él decía que estaba convencido, pero que estaba dispuesto a morir pero nunca a
matar.

Este fue también el gran mensaje de Carlos Mugica y esto es lo que hoy debemos tomar con
alegría como lo hacemos. Por eso también, así como él se sintió responsable y así lo manifestó de
muchas cosas que ocurrieron por su rol pastoral con muchos jóvenes, yo también quiero decirles
que me siento responsable de haber incorporado a miles de jóvenes en la Argentina a la política
pero con la alegría de festejar a la política como también dice este libro, como el instrumento para
cambiar la vida de los pueblos.

Así que, en esta hermosa tarde de sol, que no me atreveré a calificar de ninguna otra manera que
no sea una hermosa tarde sol, que no me atreveré a calificar de ninguna otra manera que no sea
una maravillosa tarde de sol y menos, tenemos que aceptarlos con todas las diferencias, el
problema es que ellos también nos acepten a nosotros y nosotros los aceptamos. Esto es…Si nos
aceptamos todos, sería mucho más fácil.

Así que, agradecerles a todos la presencia aquí, a los hermanos de las villas, a los sacerdotes que
entienden el mensaje pastoral del Evangelio y de Jesucristo, haciéndolo junto a los pobres, a su
compromiso y, fundamentalmente, pedirles disculpas a todos los vecinos que hayan tenido algún
inconveniente de tránsito por este maravilloso acto en homenaje al padre Carlos Mugica.

Muchas gracias y muy buenas tardes a todos y a todas.


Sobre la lucha histórica del pueblo vietnamita
CFK dialogó con medios argentinos en el distrito de Cu Chi. 19 de Enero del 2013.

CFK.- ¿Sabés que se ve más allá de los túneles, más allá de las dificultades? La tenacidad, la
decisión de un pueblo, de una tierra en armas, porque en realidad eran campesinos que tomaron
las armas para defender a su patria. Yo recién la cargaba a mi edecana, Claudia, que la adoro,
¿dónde estás Claudia? Me obsequiaron esto que son los símbolos de Vietcong, los guerrilleros
peleaban con esto. Yo le decía a Claudia que tendríamos que traer a hacer entrenamiento aquí,
porque aquí se ve cómo con poquísimos elementos se construye una victoria. Venga Claudia, le
van a dar el retiro después de esto, pero no importa, aquí tengo a Claudia mi querida edecana,
que también vive en Olivos. Yo le decía a Claudia, cuándo te vean así te van a dar el retiro. Pero
la verdad que cuando recién veíamos el taller que tenían donde tomaban las bombas del enemigo
que caían y con esas mismas bombas creaban sus granadas, sus propias armas, cosas
elementales porque los veíamos con cosas absolutamente elementales, con farolitos de aceite, la
imaginación de las trampas para que no les descubrieran los refugios, eso es impresionante. ¿Eso
sabés que es? Eso es amor a la patria; lisa, decidida y llanamente es amor a la patria por sobre
todas las cosas, y también como me señalaba el militar que me acompañó en toda la recorrida,
amor a la paz. Porque nadie que ama a su patria quiere la guerra, al contrario, el que ama a su
patria quiere la paz porque solamente en la paz puede crecer, en la paz se puede estudiar. Por
eso lucharon tanto para poder ganar la paz, pero la paz con la patria. La paz sin la patria no sirve,
la paz con la patria.

PERIODISTA.- Lo impresionante es que se sobrepusieron a elementos químicos terribles…

CFK.- Pero además a dos ocupaciones. Acuérdense que en el 54 cae la colonia francesa en Dien
Bien Phu, allí habían empezado con los primeros túneles. Él me dice que los primeros túneles
fueron de 20 kilómetros y se hicieron contra los franceses, luego fueron 400 y pico kilómetros de
túneles que se hicieron durante la guerra contra los norteamericanos, y prácticamente 20 años de
vivir abajo de la tierra, de aquí a 70, 80 kilómetros de la antigua Saigón, hoy Ho Chi Minh, así que
realmente es un ejemplo impresionante de un pueblo y de la decisión de un pueblo de combatir
por su libertad, por su independencia y por la patria, algo francamente admirable. Y además la
experiencia personal de estar en esos túneles imaginando… Ahora vamos a ir al memorial donde
se recuerda, como su nombre lo indica, a los más de 44 mil combatientes muertos vietnamitas del
Vietcong que murieron en la lucha por la patria. Y yo pensaba cuando estaba en el hospital, en la
sala de meetings, que fue el lugar más angosto para pasar porque era donde se reunía todo el
comando superior del Vietcong, en lo que era este lugar, cuántos miles y miles pasaron por estas
tumbas dejando sus vidas con ilusiones, con esperanzas, bueno…es un poquito tocar la historia.
Es como lo que me pasa cuando estoy en mi patria, cuando estuve en Oltra, entrar en la casa
donde vivía el Chacho Peñaloza y te puedo asegurar que la casa donde vivía el Chacho Peñaloza
era un catre, piso de tierra, no estaba debajo de la tierra pero era una choza muy parecida a esta
que tenían acá. Y me imagino también a Belgrano ordenando quemar todo en el Éxodo Jujeño
para combatir al enemigo. Bueno, de esta manera se constituyen las patrias y de esta manera se
construyen las historias también.

PERIODISTA.- Presidenta: el 29 de abril del 75 tuvieron que irse los yanquis de aquí y nos decían
acá que hace 2 años tienen el orgullo de haber salido de los países bajo el índice de pobreza, o
sea que hace 2 años que ya no están como países pobres.

CFK.- Así es, son uno de los países emergentes del Sudeste Asiático. Esta es finalmente la visita
que le debía a Vietnam porque estuve en dos oportunidades para venir y dije la tercera es la
vencida.

PERIODISTA.- Se cumplen 40 años.


CFK.- Se cumplen 40 años de la conferencia de París que es donde hay el cese del fuego y comienzan
las negociaciones. En realidad luego se siguió combatiendo y finalmente cae Saigón en el 75. Lo
recuerdo, se lo comentaba al comandante cuando venía caminando, yo en el 75 tenía 22 años recién
cumplidos porque fue en abril y yo cumplo en febrero, y me acuerdo que estaba trabajando en mi
oficina y entra un amigo que era de otro partido político, que trabajaba ahí, éramos varios los que
trabajábamos ahí de distintos sectores políticos en economía, y me dicen: cayó Saigón. La verdad que
fue una alegría, porque Vietnam fue un ícono de toda nuestra generación, fue un ícono mundial.
Inclusive creo que debe haber sido la única guerra que Estados Unidos perdió adentro y afuera,
porque la perdió afuera aquí en el frente de batalla pero también se había generado internamente una
fuerte oposición de toda la sociedad o de gran parte de la sociedad norteamericana que no veía por
qué tenía que ver morir a sus hijos, a miles y miles kilómetros de distancia, sin saber qué defendía o
qué quería. Y mirá vos lo que son las cosas, 44 mil vietnamitas muertos, miles también de soldados
norteamericanos muertos y hoy hay excelentes relaciones entre ambos países, y yo digo qué
inutilidad la guerra. Creo que lo que más me queda de todo esto es el amor a la paz y
fundamentalmente descubrir la inutilidad de la guerra, porque hoy quienes combatieron
ferozmente como fueron los estadounidenses con los vietnamitas, son países amigos. Aquí hay
inversiones de Estados Unidos, hay relaciones entre ambos países, y eso debe una enseñanza
para todos los dirigentes políticos, la inutilidad de la guerra. Gracias
FRASES DE PATRIOTAS
“No existe probabilidad de virtud, ni siquiera asomo de dignidad individual, donde se proclama el
estado de necesidad de esa lucha que, es por esencia, abierta disociación de los elementos
naturales de la comunidad. Al pensamiento le toca definir que existe, eso sí, diferencia de
intereses y diferencia de necesidades, que corresponde al hombre disminuirlas gradualmente,
persuadiendo a ceder a quienes pueden hacerlo y estimulando el progreso de los rezagados.

Pero esa operación –en la que la sociedad lleva ocupada con dolorosas vicisitudes más de un
siglo–, no necesita del grito ronco y de la amenaza y mucho menos de la sangre, para rendir los
apetecidos resultados. El amor entre los hombres habría conseguido mejores frutos en menos
tiempo, y si halló cerradas las puertas del egoísmo se debió a que no fue tan intensa la educación
moral para desvanecer estos defectos, cuanto lo fue la siembra de rencores.

Ni la justicia social ni la libertad, motores de nuestro tiempo, son comprensibles en una comunidad
montada sobre seres insectificados, a menos que a modo de dolorosa solución el ideal se
concentre en el mecanismo omnipotente del Estado. Nuestra comunidad, a la que debemos
aspirar, es aquella donde la libertad y la responsabilidad son causa y efecto, en que exista una
alegría de ser, fundada en la persuasión de la dignidad propia. Una comunidad donde el individuo
tenga realmente algo que ofrecer al bien general, algo que integrar y no sólo su presencia muda y
temerosa.”
Juan Domingo Perón: “La Comunidad Organizada” (1949)

“No, amigo Sábato, lo que movilizó las masas hacia Perón no fue el resentimiento, fue la
esperanza. Recuerde usted aquellas multitudes de octubre del 45, dueñas de la ciudad durante
dos días, que no rompieron una vidriera y cuyo mayor crimen fue labarse los pies en la Plaza de
Mayo provocando la indignación de la Señora de Oyuela rodeada de artefactos sanitarios.
Recuerde a esas multitudes, aún en circunstancias trágicas y las recordará siempre cantando en
coro, cosa absolutamente inusitada entre nosotros, y tan cantores todavía que les han tenido que
prohibir el canto por decreto-ley. No eran resentidos, eran criollos alegres porque podían tirar las
alpargatas para comprarse zapatos ¡y hasta libros!, discos fonográficos, veranear, concurrir a los
restaurantes, tener asegurado el pan y el techo y asomar a formas de vida occidentales que, hasta
entonces, les había sido negada”.
Arturo Jauretche - Carta a Ernesto Sábato (Montevideo, septiembre de 1956).

“Yo he dicho infinitas veces que estábamos en contra de toda política internacional imperialista
(…). Eso, eso es lo que quiere el pueblo argentino para todos los pueblos de la tierra. Por eso los
hombres honrados de todos pueblos se suman a nuestra tercera posición (…).

Yo he declarado también que no somos enemigos de ningún pueblo de la tierra puesto que cada
uno merece nuestro respeto y puede hacer lo que quiera dentro de sus fronteras. El mundo entero
ha sido testigo de nuestra posición clara y decidida”.
Sinfonía de Un sentimiento - Leonardo Favio. Discurso de Perón:

“Yo no valgo por lo que hice, yo no valgo por lo que he renunciado, yo no valgo por lo que soy ni
por lo que tengo. Yo tengo una sola cosa que vale, la tengo en mi corazón, me quema en el alma,
me duele en mi carne y arde en mis nervios: es el amor por este pueblo y por Perón”.
Discurso de Eva Perón 17-10-1951

“Compañeros, con profundo dolor he recibido la noticia de una irreparable pérdida para la causa
de los pueblos que luchan por su liberación. (...) Hoy ha caído en esa lucha, como un héroe, la
figura joven más extraordinaria que ha dado la revolución en Latinoamérica: ha muerto el
Comandante Ernesto Che Guevara. Su muerte me desgarra el alma porque era uno de nuestros,
quizás el mejor: un ejemplo de conducta, desprendimiento, espíritu de sacrificio, renunciamiento.
La profunda convicción en la justicia de la causa que abrazó, le dio la fuerza, el valor, el coraje
que hoy lo eleva a la categoría de héroe y mártir”.

Las revoluciones socialistas se tienen que realizar; que cada uno haga la suya, no importa el sello
que ella tenga. Por eso y para eso, deben conectarse entre sí todos los movimientos nacionales,
en la misma forma en que son solidarios entre sí los usufructuarios del privilegio.”
Juan Domingo Perón, Octubre 1967

FRASES DE BUITRES
“Sepan ustedes que la Revolución Libertadora se hizo para que en este bendito país, el hijo de
barrendero, muera barrendero”
Capitán de Navío Arturo Rial a miembros de la CGT, que esperaban reunirse con Lonardi
(1955)

“Es muy difícil que este mes puedan pagarse a tiempo los sueldos de la administración pública.
(…). Todavía seguiremos por algún tiempo la pendiente descendiente que recorremos desde hace
ya más de diez años (…). Las medidas en curso permiten que podamos hoy lanzar una nueva
fórmula: „Hay que pasar el invierno‟.”
Discurso de ajuste del Ministro de Economía Álvaro Alsogaray, 28 de junio de 1959

“Todos fuimos testigos del drama de la democracia argentina, cuyas virtudes se proclamaban con
énfasis religioso y absoluto, mientras la realidad revelaba una práctica viciosa de fraude y engaño
(...). La Revolución cumplió un fallo que estaba dado por la gran mayoría del pueblo al disolver los
partidos políticos, que habían cumplido un ciclo largo y proficuo en el proceso nacional”.
Discurso del Dictador Onganía - 30 de diciembre de 1966

“El hecho social que está a la vista y miden las columnas numéricas de los escrutinios puede
resumirse así: ha cuajado un movimiento tumultuario que irrumpiendo en los procesos ordenados,
deja de lado las medidas, los cuadros y las consideraciones tradicionales, rompe con todo, con
esto y aquello, salta por los principios, los partidos, la universidad, los diarios, la opinión
independiente calificada, y se derrama con fuerza sobre el vasto campo de la política, que ahora
cubre y no sabemos si sabrá dominar”.
La Vanguardia, Diario del Partido Socialista, 19/3/46

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