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Arnaldo Cifelli
Presentación
Todo este libro está pensado y redactado teniendo en cuenta un hecho incuestionable:
en general, se predica mal.
En medio de una sociedad que no respira tan en cristiano como antes, el Pueblo de
Dios tiene una acuciante necesidad de proteger, alimentar y robustecer su fe. Sin
embargo, el descreidito de la predicación -y específicamente de la homilía- es muy
grande. Hace décadas que prestigiosos autores se preguntan ta qué punto la homilía
es responsable de la decisión de tantos cristianos de no participar en la misa dominical
(P. Tensa, en Phase 95).
Por su parte, quien realiza este gozoso y nada fácil ministerio de la predicación
experimenta cuánta actualidad sigue ateniendo la afirmación del Concilio Vaticano II:
(...) la predicación sacerdotal, en las circunstancias actuales del mundo resulta, no
raras veces, dificilísima (PO 4).
Poco o nada se ha avanzado desde 1990. En LPNE, los obispos, con singular
franqueza, admitieron que las respuestas a la Consulta al Pueblo de Dios reflejan, con
alto índice, la existencia de homilías superficiales y poco preparadas como también
alejadas de la vida real. Y exhortan a los formadores de nuestros seminarios mayores
a preparar especialmente a los seminaristas para este ministerio. A la vez, invitan a los
diáconos y sacerdotes a realizar un cambio muy serio en este aspecto (51).
El camino por recorrer queda iluminado por la pregunta con que el Obispo consagrante
presenta la misión profética a los aspirantes al orden presbiteral, y por extensión, a
todo predicador:
La predicación es, a la vez, una mística, una doctrina y una técnica. Exige santidad,
sabiduría y arte de la comunicación.