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EN EL SIGLO XX
Las tendencias actuales. i
Georg G. Iggers
Prese n tació n , a d ap tació n y revisió n d e n tilica
de Fern ando S án ch ez M a rc o s
T rad u cción
de Cfehiens Bteg
íU s r iín ih ’ i i i I m im I í i : f o i t l i V rvr**
ISHN: HKW-.WI-X
I V p ó s iío IS. M W M W )
l'rcscnlnción ........................................................... 7
I’iólogo n la edición española ..................... ....... ¡.. 1 l
Introducción .........................................................í. M
se Slcvn ;i cabo esta segunda edición os una buena prueba dei interés
quehn suscitado ln obro y de su oportunidad. E n cstcejiílogo aborda
Ceurg ti. Iggers ei debate historiográfico que se hn realizado en los
últimos cuaíro años,
Hs de justicia dejar constancia asimismo de que la publicación
de esta edición cu castellano tle la obra tlel Prof. Iggers ha sido posible
gracias a muchas personas, tira cías al trabajo de Cíemeos liieg, como
Iradnclur, a ln dedicación de Ana Rey en la preparación tle la edición
y n la entusiasta acogida tle la idea por josep Mnrin Frnnci'is y ios
demás miembros tlel equipo directivo tle Editorial Labor, ln cual
prosigue asistí empeño de re) ornar e impulsar su atención a la teoría
de la bhloria y la historia tle la historiografía.
In tro d u c c ió n
* "Niy.m his" (Ciwliii/lf, rn t;i riln otíj'Jiul} se emplea ¡njiií ris el srnlkln amplio
lie tnupai iones n ;u tH*¡il,iíles «le la vkln pi ¡Ulirn i|iir cu si nik-mns mt tienen siflisificn-
cií'iii lii'ilóiH-,-!. tN. tlt'í TitjtlJ
¡.rírliiifin fusionen en enojfH' a/v
hacia los esfuerzos por establecer una relación más estrecha entre.la
historiografía y las ciencias sociales. Mientras en Alemania la historia
social se veía obligada a pasnr a la defensiva, en Francia fue la
sociología !a que conducía el combate contra la investigación histó
rica universitaria lra<lición al Fu su G w s Jr t¡rirn ce ¿oc/iiir ["Curso de
ciencia social" |, l'mile I >urkltcim negó en IH8 H a ln hislorin cf rango
ile ciencia, precisanu'nk’ porque se ocupaba tic ln especial y, por el lo,
no podía llegar a las afirmaciones generales, empíricamente
comprobables, i|ne constituían el núcleo de un modo de pensar
científico. A insumo, la historia podría sel-tina ciencia auxiliar que
proporcionara información a la sociología. Comí» opinaba el econo
mista brancois Simíand, fuertemente influenciado por ¡ )tirkheim, la
unión de hisloria y ciencias sociales era posible a lo sumo en la
historia económica” . lista subordinación de la historia a la sociología
fue aceptada piinmiy pucos historiadores incluso en l-rancia, pero la
ampliación del objeto tle la hislorin a la sociedad, Ta eco'nññTirTy l.T
e11 iiura, y vi íiCfc'í'i ¡*íhííh vio de ■Ia [íisííífm.a fas :v":: ’■
v,’:>s;íc,a les
empíricas sí fueron lomadas miis en serio (¡ue en Alemania, F,n 190(1
el filósofo I leilri Herr fundó en París, precisanienle con este propó
sito, la revista licvtn' de sytilhcst' hisloriqur, la cual debía servir como
im foro inleniacional para ia discusión crítica y en el que también
intervinieron los participantes en la discusión teórica alemana, entre
ellos I leim ich Rickert y Knrl I.amprech!. F.n América se inicié: una
discusión parecida entre los Isjstoriadores que no compartían ni las
ambiciones hislórieo-filosó/icns tle Lamprechl ni las concepciones
cienlificistas de 1 hirkheim, peni que, sin embargo, estaban conven
cidos tle que una ciencia histórica mulleron debía ocuparse más de
la sociedad y, al mismo tiempo, empozar a intimar más con ¡os
métodos sociocicí(tilicos.
Si en la campaña conlra Lamprechl en Alemania la defensa
contra la temida democralización íue'ima idea dominante, en Amé
rica el interés por una "Nueva hisloria” (Nrti' Ilición/) iba unido al
esfuerzo por escribir la historia para una sociedad democrática
moderna. De osla unión eran conscientes los historiadores que se
aulodenominahan ¡'iv^rrasivc libltinniifi ¡"historiadores progresis
tas"! y se identificaban con los objetivos tle la "era progresista" tle los
primeros años del siglo xx en América*1. Fl carácter universal de esta
nueva postura anle la hisloria se puso de manifiesto un 1904, en la
exposición universal tle St. Louis, donde historiadores de
Norteamérica y Furopn, entre ellos los futuros representantes de la
J.fi rieiirii! historial en ci m¡fia a a di
New I liz/on/ en los ER.UU., Frederick Jnckson Ttinicry james Ha; vey
Robinson, asf como el alemán Kar! Lnmprechl, abogaban por la
historia como tina ciencia ¡nlerdísciplínnr.''*
17.li oposición a la historia política tradicional, que pese a las
vanante; nacionales y políticas tenía una idea homogénea de la
temática y del método de la historia, en la nueva historia social había
tendencias muy distintas entre sí. I'ero todas ellas tenían en común
la idea procedente del hisloricismo clásico según la cual ln historia
era una ciencia orientada hacia una realidad objetiva que procedía de
un modo esl netamente metódico. Sus representantes también se
guían creyendo en un tiempo de progresión lineal, que confiere a ln
historia su coherencia y hace que sen posible ocuparse de ella
científicamente. Continuaban siendo, plenamente conscientes de
ello, historiadores de profesión, con todas las consecuencias que ello
entrañaba para su modo de pensar y trabajar.
OTneToTiTsn'tUvr7rqnf~rtratrrrtci-rdencÍTrs:-i:ma-qtte^npiienba-lns
métodos. tradiciíMíalcs de. a:HJ.cí>.di‘.Lexlos n la historia social, una
segunda que pretendía convertir la historia en una sociología histó
rica; una tercera — que, bien es cierto, no alean?/) relevancia hasta
después de la 11Guerra Mundial— , para la cual los modelos abstrac
tos cié in economía se convirtieron en pairo ¡íes pnrn tina ciencia
histórica cuanlificablc y orientada a ln teoría, y, finalmente, la
"Escuela de los Armales” , que hizo saltar el marco establecido al
poner radicalmente en duda el concepto cié tiempo con el que
trabajaban las demás tendencias ni igual que el hisloricismo clásico.
De la iniciativa alemana en pos de una historia económica y
social se derivaron importantes impulsos para la investigación
internacional. Mientras la Rcvnc tic si/iillirsc de I tenri iíerr se ocupaba
sobre todo de cuestiones teóricas y 'm etodológicas, la
Vii'rlcljnltrzeUschrift fiir Sazittl- nuil W¡il5cUofls¡(tvdi¡clilc ["Revista
trimestral de historia social y económica"), fundada en 1RV3 por
científicos vieneses, se convirtió en ln revista internacional para la
historia social que trabajaba con el método de ln crítica d|¡ fuentes.
Con lodo, el centro de fn atención lo ocupnbn la historia constitucio
nal y administrativa. Un papel nada desdeñable lo desempeñaba el
empeño por proyectar sobre el pasado el moderno estado nuloritanó
de procedencia prusiana; es el caso de Georg von Uelowj el editor
alemán de la VicrlclinliricUsclirifí, después de 1903'17, En Francia ln
historia social se zafó, en los trabajos de I lenri 1 lauser sobre ins
condiciones de vida de los obreros medievales y modernos'"1, de la
38 Oni'fl-íT; lf¡j¡ri?
c. T ra d ic io n e s a m erica na s en h is to ria s o c ia l
(*1 pasado europeo proimuferno. AnuVíói vva pnrn filos un país ele
inmigrantes (¡tie aniñaban ln imagen de in "frontier" j"frtuilcra"}
rural en f 1 oeste, como también in de las grandes ciudades en el
nores lo y en el medio oeste. Unn historia puramente política basada
en fuentes de archivo ñu ora yn suficiente. Las ciencias con Ins que
se cjitorfn asociar la New I lisian/ eran Ins de la sociedad moderna,
¡inte todo ln economía y in socinlogfa. La creencia en un consenso
americano, tan impártanle pnra ln ciencia histórica anterior, era
ahora reemplazada por unn visión nueva que, sin negar dei lodo las
realidades comunes, prestaba mayor atención a los aspectos contra
dictorios.
Resulta difícil hallar un denominador común para in New
I Hsfun/ ¡"Nueva l!istoria"|. Charles líeard"-’ veía en lu.s mullidos
económicos y sociales los laclóles decisivos en el establecimiento tle
la constitución americana; James 1l. Rohinson, Veruon I’arrington y
Cari Becker dieron ln máxima importancia ni papel de las ideas; Pony
MiHe;-r< !p M'i'ídó1
"O’ 1.''' M.d.*■
bnslrthn unn......I
i'xiinsieión
■....... histórica
............... lpuramente
narrativa. Tal como hicieron Turner en su Fivnlicr '/Viese |"Tesis do la
I tontera" ]"' o lleard en su interpretación económica de in historia
americana, la historiografía refería conscientemente ’ T . exposición
del desarrollo histórico n un determinado marco teórico. i’or otro
latín, los New /¡¡¡¡loriiins se alejaban claramente do la asociación entre
ciencias sociales o historia, tal como Durkheim y fiimiand la preten
dían instituir tle un motín mucho más sistemático en f:rancia, y Marx,
1.nmprecht y Max Weber cu Alemania, l'nra los New I lialtirinns, y de
modo similar para t lenri iíerr1"' la asociación eistro investigación
histórica y ciencias sociales os distendida y ecléctica, listas últimas
tíeheu ofrecer conocimientos v posibles modelos de explicación; pero
no si- pretende convertir la ciencia hislórica en tina ciencia social
sistemática. Tanto para los Nere /ftsfurw/is como para I lenri IJerr, el
evolucionismo y el optimismo con respecto al desarrollo tle una
sociedad en vías tle democratización y modernización tienen una
cierta importancia, pero falla la tendencia a predeterminar lo.-
procesos históricos, una tendencia crucial no sólo en ln fe en el
progreso tle Marx sino también en el pesimismo de Weber.
F.n los primeros tíos decenios t|cie siguen a la 11 Guer. a Mundial
se ponen en lela tle juicio los fundamentos políticos y científicos de
estos fVíHjrrssri'i' I //sfiinims |"f lisloriadores progresistas"|, como
ellos mismos se definen, lín la guerra fría se descubro un nuevo
consenso nacional"’. A diferencia tle Huropa, América es entendida
Ul C iniím tf
I
cuino ln sociedad sin clases por excelencia, en la que, con la excepción
de uiiü quería civil "evitable” , jamás se habían librado conflictos
sociales o polfíleos de envergadura. De acuerdo con estos historiado
res, las gratules diferencias sociales han quedado niveladas a! ampa
ro de una expansiva economía de mercado capitalista. En estos anos,
América se convierte cada vez más en el modelo del "mundo libre".
Ln el estadio de! desarrollo social alcanzado, los conflictos ideológi
cos son cada vez más insignificantes*7. Al carácter altamente raciona
lizado de in moderna Sociedad industrial capitalista corresponde
una concepción racionalizada de la ciencia, es decir, a !a queso puede
acceder con métodos de cuantíficación. F;l ordenador aparece en su
justo momento. En lá investigación histórica se introducen,'de modo
creciente, no sólo en América, sino también en Inglaterra, Francia,
Fscandinavia y oíros países, incluso en Sos socialistas,¡ métodos
cuantiSnt'vos. Las cifras lian de reforzar eí carácter científico de la
investigación, j
Sin embargo, Sa aplicación de métodos cuantitativos no signi
fica todavía, en modo alguno, é¡ paso bacín ciencia social
sistemática y analítica. La cuantificación a menudo no es másque un
medio auxiliar para do rumentar estadísticamente las afirmaciones
sobre desarrollos sociríes. Desde la década de los cincuenta, en
Fl; UU. y en otros palies se trabaja cada vez más con la recién
desarrollada tecnologíf de ordenadores y con métodos cuantitati
vos en, ál menos, cunto) campos. En la historia política, el compor
tamiento electoral es co relacionado con variables sociales. Se croan
las bases para una den ografia histórica, si bien en este ámbito la
investigación ha ava ir. ado más en Francia o Inglaterra que en
América. Ln movilidad social es investigada en América con ayuda
tle ios cerosos de pobla'ión, que tienen lugar cada diez años. Por
último, los métodos cu; ntitalivos son cada vez más utilizados a la
hora de analizar proces- 'S económicos'1*. Los métodos cuantitativos
ciertamente pueden asot ¡arse con un concepto de historia que tenga
en cuenta ln singuiarida.t tle la actuación humana y el papel de los
conceptos axiológicos e r las sociedades humanas. Sobre todo, la
investigación histórica ci nntitati va implica la dedicación a personas
concretas, n la vez que .'I análisis del comportamiento colectivo.
Como fuente para ¡a demografía histórica, los registros parroquiales
permiten saber algo sobre la vida de determinadas personas y
familias y también aportan datos aceren del comportnjnienlo de
grandes grupos y sob e sus conceptos axiológicos. listos dalos
46 Grurtf (¡. ¡ w rs
gran área, en este caso las del mundo europeo en la época del
capitalismo temprano, en comparación con el mundo extraeuropeo,
siempre destacando los modos de vida y ele comportamiento. La
última gran obra de BraudeS, su historia nacional francesa01, vuelve
a ser, en cambio, historiografía nacional, que, Sin embargo, persigue
el objetivo de destacar la variedad de las regiones, francesas; y ia
capacidad de supervivencia de Sos modos de vida premodernos,
especialmente de los de la cultura campesina, en la Francia moderna.
Estas observaciones sobre la concepción de in historia y la
práctica historiográíica de los Anuales no pretenden dar ^ entender
que se trata de una ciencia que no hubiera cambiado en el transcurso
de ochenta años. Existe una continuidad entre las concepciones de
historia y los métodos de Febvr y Bloch y de Jos historiadores
posteriores de tos Ammles; con lodo, los Anuales reflejan los cambios
más relevantes en el pensamiento histórico del siglo xx, pero habién-
~doíesc<f¡Tfc rí ctrrsi.rpTO pkrcaráctcT—bar^cstnic k+ras-figura-H-en-pr-i me-r—
piano, pcro-csas. cstriK-turas tienen siempre una dimensión mental,
sin la cual no existirían. Cuando Bloch se ocupa de la técnica, ya sea
del molino de agua o del arado'12, entonces las herramientas con Jas
que trabajan ios hombres en una sociedad determinada, s,on para él
siempre la clave de acceso a su modo de pcnsnry de vivir, A ello se
añade que, especialmente en los trabajos posteriores a ta1 II Guerra
Mundial, se percibe una relación de tensón entre un concepto de
ciencia fuertemente empírico, en algunos aspectos positivista, y otro
cstructuralista que pone en duda esc positivismo. Sobre todo Rraudcl
-" subraya una y otra vez los fundamentos materiales de la historia. Por
materiales él entiende los factores geográficos, climáticos, biokígi-
. eos, tecnológicos y los condicionados por el mercado, los cuales,
naturalmente, no tienen nunca una causa puramente mecánica, sino
que,son configurados por ios hombres; de ahf su interés en la cocina,
la ropa, la moda. Por geografía entiende una gcographic innunitie, la
cual, en la tradición de Paul Vidal de la Dlache, resalta el elemento
humano. A menudo señala los límites que esos factores materiales
imponen a la libertad Humana. En la historia económica de Francia,
que escribió conjuntamente con el historiador de la economía Ernest
Labrous.se'11, le interesan las grandes coyunturas cíclicas que son
importantes para poder comprender la estabilidad histórica y ei
cambio histórico. E¡ siguiente paso, que no dio c! propio Braudel,
pero sf sus discípulos, es la historia económica y social ciíantitativa.
En los años sesenta se impone en Francia, do modoíparecido a
56 (Tn»í¡ lí- ly,X<‘rs
1. El retorno de la narrativa
.íú/..íuhi, L'XílUi!!ie Con ¿tUi ¡lio rrílieo ln. Sorii’d ad pasada v 1;* f
le "1'". Ln idea tle modernización, )ní como es representa!
Wehler, iiielnye, enln/.nmlo enn ln Teoría Crítica, ln ame
itominliva ipie une ln ciencin con los valores políticos, n sabes
In industrialización, como factor principal tle ln modero
económica, "con sn revolución tecnológica, transían:
institucional y cnmhio social permanentes, le corresponde lii
Ilición hiiciii unn sociedad de ciudadanos jurídicamente libre
Ucíimenie responsables y emancipados” . Hl principal comet
unn hislorin alemana de ln sociedad consiste en averiguar |
esln evolución fue tlislinln en Aleiirnnín tjiie en o!ios pn
lútrupa occidental y por t|ué tuvo Ins consecuencias tle fCÍ3 -^
lislrt viiscufación de unn eienrin niinlfticn tle ln histoi
idenl itu ación con en es Indo socint demecrálico se impuso
R o n üb iica Federal, en los años sesee ln v setenta, es decir,
época en la ipie estos valores, tjitr.» en cierta m anera, sorv
m o d e lo a W older, eran cuestionados de forma creciente
cfreulns intelertnales tle Ins sociedades occidentales. Sillo I;
tenía afj*o que ve r con el hecho de que, en A le m a n ia, ln disen:
lili? I ¡a d icio n e s tlel hislorici.snio clásico no oslaba a;ñn, ni
m enos, co n clu id a. Sin em bargo, en lo.s años selenta ln nueva 1
d a tle la historia tic ln sociedad redbió una sólid a base ¡nstihi
! :,l m o no po lio s|íio ei h islo ricism o clásico m antenía ei' las iln iv
des fue <|iíehranlm in. La un ive rsid ad tle llielefeld, lu n d a d a i
y n la q jíe fue llam ad o W ehler, se co n virtió en im lu g ar
I,t> cicitctn histórica n i i'I gijffft X X 67
írrcin s i\v c»sU’ srj;lo, se tlifm 'nciabnn m ucho mas fut'rkníicnU? entre sí
de lo que lo lince la niievn hisloria .cultural,
!,n nueva historia di1 ln vida cotidiana, o micrnhislorln, no se
puede separar tic las valoraciones políticas y filosófico-históricns, a
las cuales se halla estrechamente vinculada. ! ,o que le imporín es ln
gente amiento. Unn hisloria tle in vitln cotidiana y unn historia
m i)iim i tle insélites habían existido desde hacía tiempo, líjcmplos tic
ello son las historias biográficas antiguas y niedievnles, no sólo las
biografías de Plutarco, sino también la descripción de Airuíno de ía
viiln cotidiana de (.'arlnmagno, además de In CulInrniM Urutu inticnlo
dejakob lUirckhardl y dei ( lloihi ilf ln l'.thul Malin de Jolino I luizinga.
Pero en la nueva historia de la vida cotidiana se trata conscieuiemen-
le de aquellos hombres (¡ue 110 llevaban jas lieiid:?:- tlel poder, se
pretende. Sal como lo formula lídwnrd I’. Thompson, "salvar al
«-•-ií-1^ 4 <-H^4 -pHbw-!7-aPa-d4 íKMixllauliriiailcL-L..¡ de ln desmedida nrrognn-
—■
cin de ln posteridad"7"’. fisto significa ni mismo tiempo que se
renuncia n considerar ni poder político cumo ei eíemcnlo Consíiiu-
yente de ln historia, lio lugar de una soln historia, ahora existen
muchas historias, I.os historiadores intentan librarse de una visión
"eluocénlrica", In cuat identifica el progreso occidental con la verda
dera hisloria, pero que no tiene en cuenta las grandes pérdidas en
valores humanos que ncompnñaroi a ese progreso, Se recalca que las
culturas 110 tienen una hisloria unitaria. I.a hisloria no arranca de (tii
centro ni se mueve de forma Umlmenl en una sola dirección. No sólo
existe un gran número tle culturas de igual valor, incluso dentro tle
esas culturas no existe ningún centro en torno al cual se pueda
desarrollar una exposición unitaria. Por ello es posible una multipli
cidad dé historias, enda una de Ins cuales exige métodos específicos
para aprehender ios aspectos cualitativos tle Ins experiencias vitales.
Con la crítica a la concepción de la historia como la tic un
proceso unitario que parle de un centro social y político, se cuestionó
et concepto tle ciencia en el que se basaban ln investigación histórica
y ln historiografía, Se pretendía que ln ciencia que trabajaba con
teorías abstractas y que Irninhn la materia de su investigación como
un objeto, fuese reemplazada por una ciencia alternativa, capa7.de
reconstruir los aspectos cualitativos de las experiencias. Unn ciencia
así requería ln renuncia a una teoría que impusiera "su método y su
lógica al objeto*', tín lugar ele ello debería rúen lar reconstruir "la
lógica informal tle ln vida"7'1. Pero los teóricos de la historia de la vida
cotidiana y de ln microhistoria, como 1lans Medick, tiiovanm Lev!,
Ln aettrín histórica a i el fiy jo X X 85
* Kit <■! n i¡j* m .il N S 'P .U '. ilr- I i«ri/ííSí i/r Athótt't'f
r .n li i ín f i . t t * ¡ i > t u ‘|,il¡*.|,i .tlruK Íü *lt* Ins Itn h .tj.itln ir s . (N, <lri Titnl.)
í./r cicni'in histórica vi i el siylti X X 103
e urop eo d e s u ('puní no eran tanto ios estallidos de vio len cia sin
bien e! ráp id o m ovim iento lin d a lo q u e ellos percibían coi
vulf’ n riz n u ñ n tic’ los valores que, para el Ins, encarnaba ia cuito
titu lillo occidental. Y, m odo parecido n com o haría N ietzsch
lard e, Kieik.oj*nard lam entó cu vísp eras tío ln revolución do IM
la m o d ern a sociedad burguesa hubiese p erd id o !a capacid ad
v io le n cia heroica'’. I .a ciencia y la técnico ernn vistas com o las úl
secu e las de un proceso de racio n alización que d esfruye las rnít
la cu ltu ra en el m ito y en la poesía y que coloca a los hom bres a
natía, lisie p esim ism o cu ltu ral, cu yo s re prese ni.-i ni es postor
por ejem plo Hrnsl Jün¡;or y C a ri Hchm itl, fantaseaban sobn
re n o va ció n tlel m u n d o lecn ificad n en q u e n a s y vio le n cia 1 ot
c o m u n id a d p o p u lar poslm odorna, era conscientem ente eliti
antid em ocrático. A ú n así, d espués de l lM5 in sp iró a pensadores
si bien rechazaban esin postura elitista, adoptaron en m uchos c
aspectos la crítica a la ciencia v n la técnica com o partej.leju'ia.c
ni ca p ita lism o . Pensadores que veían en la ciencia y en ia te
m o d e rn as in slru ín e n lo s parn ejercer el poder sobre los h o m l
parn d e stru ir un im in tlo hum ano.
I la llej;ado n su fin el consenso tle que oxíslo una historia
ésta desem boca en el m otlem n m u n d o occid eulal, el ronsenst
tanto, que, m u y co n tad as excepciones aparto, hn tlo m in ad o el
: s a m ie n io tlei sif’ ln xi.x. Pero oslo no sign ifica, tle n in g u n a m an e ir
: la h isto ria h aya term inado. Debería llevar a co m pren d er qi
existe ln historia, sin o m ú ltip les historias. F.sla intelección es ít
m ental sobre lodo para la m icro h islo n a. Q u e ia historia se cons
: com o un proceso co n tin u ad o o com o una m u ltip lic id a d tle hist
d ep en d o tam bién tle Ins cuestiones que los historiado res planle
pasatlo, A d e m á s, la historia st1 ha revelado com o m ás com pleja
que les parecía a I te¡;el, a Knuke o a M arx. I".s cierlo que nos vi
-en fren tad o s sin cesar con vastos procesos tle m o dernizació n,
lo d o s su s fenóm enos secu n d ario s do orden social, técnico y cu li
los cu ale s nos e m p ujan n planteam ientos m acrohisióricos, l-.n
se n lid o , la premunía tle W e h e r— y tam bién tle B ra n d o !— acerc
c a ra d o r específico tle! m u n d o o cc'd o n lai no r lá a ú n su perad a,
osle planteam iento renuncia al em peño une M arx le.da vía perse¡
el tle d e scu b rir el curso de "la" historia, luí ú ltim a in sin u ó
m ae ro h islo ria no es d eterm in ad a por su objelo, sin o por los plni
n tíen los de los historiadores. I’.u el fondo, el concepto del fin <
h istoria se h alla determ inado , com o su b raya I <itz N ie th a m m e r
I.ii cii’ilt'in h k ló rírn cu el rifllo X X 10 7
m ás nllá d e los pro ced im ien tos de una ciencia social em p írica.
Ln relación del historiador con el objeto de su in vestigación se
hn vuelto m u cho m ás co m plicad a de lo que era en la ciencia histórica
sociocientííica o histon cista tradición!)!. L'.lk) lia co n trib uid o a que .se
haya puesto radicalm ente en d u d a incluso ta p o sib ilid ad de una
aproxim ació n cienlffica a ln historia. Ue hecho, esta n u e va conciencia
ha llevado, en la práctica, no a una d iso lució n , sin o a úna am p liació n
de! quehacer científico sobre la historia. En tos últim os decenios lia
tenido hipar una verdadera explosión de aquellos lemas que son
relevantes parn la historiografía. N u n ca antes ln invesltgriek'm histó
rica se había d edicad o a tantas capas de ¡a población. A l m ism o
tiempo. !a reflexión histórica hn d ad o cabida a aspectos de la vid a que
con anterioridad, cu an d o el estado era el centro de atención y se
distin g uía rigurosam ente entre "la historia y los n ego cio s"n, eran
co n siderado s in sign ifican tes para la historia* Los nuevo.1! tem as que
la investigación histórica exploraba bajo el sig n o de un m u n d o en
■ira iifiu m ia ci.Q u .-rctu iu rfan n u e vo s métodos q ue fuesen m ás allá
tanto de la crítica de fuentes del historicism o clásico com o de ios
m odelos cu antitativos de las ciencias sociales e m p íricas;
A '¡o ra ya no h ay n in g ú n p arad ig m a de la in ve stig ació n h istó
rica, com o ciertam ente existió c'n ias u n iv e rsid a d e s del sig lo xix y de
co m ie n zo s del siglo xx, sin o una m u ltip lic id a d de estrategias de
investig ació n . Los h istoriad o res no han re n u n cia d o a la 'pretensión
de tratar 1a historia científicam ente, si bien ahora con frecuencia ya
no son tan inflexib les al trazar el lím ite entre cien cia y lile ra lu ra . Sin
d u d a , la pretensión de cie n íific id a d tiene tam bién su razón so cio ló
gica, a saber, el hecho de que aún n finales del sig lo xx la historia se
in vestiga, se enseña y se escribe en u n iv e rsid a d e s e in stitucio n es de
in vestig ació n - —tales com o las que se o rig in aro n en el siglo'xix-— .
Estí''m arco institucio n al determ ina en gran m e d id a ln form a en qti2
el c ie n t íf ic o se c o m p o rta co m o tal. S in lu g a r a d u d a s , la
p ro fe s io n n li7 .a d ó n tam bién hn lim itad o las p o sib ilid ad e s de hallar
n u e v o s c a m in o s n o co n ven cion ales en la h istorio g rafía y en el
p e n s a m ie n t o h is tó ric o . Independientem ente d e las d iscu sio n e s teó
rica s, Vlttc a m enudo, co ntrovirtiendo la referencia a la realid ad y la
coherencia Interna de los 'textos', cuestionaban la p o sib ilid ad de una
.historia científica, los historiadores, in clu so cu a n d o se ocupaban de
d csid e o io g iza d a , que) sin em bargo, cnn.itj ellos bien saben, no pued e
co rresp on d er y;i ai ideal clásie o d e im a investigación "objetiva". Unn
gran parle tle la nueva historia cn llu ra l {cuino T h o m p s o n )q u ie re
rescatar al 'V a le d e ro pobre" V al "artesano anlien.'ido" tic la "a rro
gancia tic la p o ste rid ad "17. Hn este sentido, la nueva historiografía se
h a C o m p r o m e tid o con el objetivo de tm m u n d o m ás h u m a n o e n el que
hay lu g ar para las ideas ilu strad as de una sociedad de hom bres
autónom os. lista historiografía adopta nv.ichns cosas tle! logado de In
Ilu stra ció n , in clu id o el em peño por liberarse de! m ito. Pero es
tam bién tina historiografía i|iio ve los lím ites de la Ilustración . La
nueva historiografía no ha reim neiado de n in gún m odo o (¡coparse
cien ((ficam en !e del pasado; p e ro es consciente de la co m p lejid ad del
pasado y tle sil investigación, p a rlico la iin e n te .cn la necesidad tle
p en etraren las estructuras p ro fu u d n s d e la conciencia y del co m p o r
tam iento h um an o s, lio ocasiones se hace entonces necesario recurrir
a la expresión metafórica, de un m o d o que era inaceptable para la
historiografía an ticua. Pero esto 110 quiere decir, com o han exig id o
los que critican a la h istoriografía científica, que !,;slo rin se
d isu e lv a en m etáforas111.
Para ie rm in ar, a lg u n a s observacion es todavía sobre el proble
ma del re lativism o y la d isto rsió n ideológica. T o d a historiografía
surge tic unn perspectiva ligad a a una persona, a Lina época y a una
cu ltu ra, por lo que contiene un elem ento ideológico. T o d o intento de
negar este elem ento de persp ectiva, com o lia o currid o una y otra vez
desdo Hanko hasta los representantes tic una ciencia social em p írica
)’ exenta tic valores, no ha hecho m ás que en cu b rir Kis juicio s de valor
y los p resupuestos ideológicos en los que se basa la ciencia. Pero la
persp eclivitlatf no excluye, de n in g ú n m udo, el enea m in íen lo, esfor
za d o en a lca n za r el conocim iento, con el pasado. Johann C h risto p h
(iatío ro r o b servó hace ya d oscien tos años que no son sin o "la
lo caliza ció n y el punto tle vista del historiógrafo"'* los que hacen
posible el conocim iento histórico. Í; 1 objetivo tle ia d e d icació n cie n
tífica a la historia os ía ap ro x im ació n , por m u)' parcial que sea, a un
p asad o v iv id o y hecho por hom bres reales. Por ello, la in v:,«lig ació n
tle ía historia se 1tos aparece com o 1111 diálogo continuo que n o p iíe d u
ser co n d u cid o tle forma ni exclusivam en te racional ni p uram ente
arbitraria, poro que en todo m om ento debe orientarse hacia ia
re a lid a d . I.a m u ltip lic id a d tle estrategias tle in vestigación y de
p erspectivas co g u iiiva s n finales tle! siglo xx son una g an an cia y han
e n riq u e cid o nuestro acceso al m u n d o histórico.
E p ílo g o a la s e g u n d a e d ic ió n a le m a n a (1995)
i-'
referencia a una realidad, entonces "el '|í|»sitoo' se d isu e lve en
li teralura." En op inión dp Spicgel, este enfoque posa por alio el hecho
. d t que lodo texto nace en un contexto real. A sí, coincide con Cnrroll
S rtiítli'R o scn iicrg en que "el lenguaje por s í m ism o sólo alcanza
sig n ificad o y auloridnd dentro de irnos entornos históricos y sociales
específico*!. A s í como las diferencias lin g ü ísticas estructuran la
sociedad, ins diferencias sociales forman el lenguaje"7. Por consi
guiente, el papel del lenguaje consiste en m ediar entre el’ lexío y la
; realidad. ¿ i
De manera sim ila r argum enta ¡nm bién Roger C h .irlie r, uno de
los m ás destacados historiadores culturales franceses y colaborador
de los /1/rmifrs durante largos años, en 1993 en Le Moiifíc’1,- Constata
q ue las "cerlezns" de la hislo ria social, tai com o era practicada en los
A m a tes, se han tam baleado fuertemente en los últim os d ie z años. E n
prim er lugarC’fuc restablecido en su d erecho.cl.p ap el d e ja s in d iv i
du o s en el establecim iento de v ín cu lo s sociales", con lo que se
lulnuiuecmn
1 l£f;ors: New Otftríimi.c, éd. nlensnnn: Ni'iir üe$t'Un'hláÉBifSi9fiii
2 TicHsehko, vol. i, ¡tííj», 28
% líruyson,* pág. 25 y s„ .l1).1'. ■
4 Kosollock, "Gosdiichío, Ccsdiidilon",* pp.¿. 13!)-143.
5 Rnnku, "kli'L* diT UmviTNnliiislnrio", pág. RS
6 Sobro iros ct’iuvpdimo.s iiii/v diversas do tilia dom'íri sikí.tí b
ricn vónse C'h.iumt,* la re visir* nmonennn S.ocinl fickiiir !ii*hn
IVoliior, Si>ziii!u’is-:cii:u'hi¡fl uini Gcsilnchl^sclnvihiiii^.
7 Wobor, "WissottsdinfS nís BerufV páfi- 612-
3 NíOtirntiimcr; fkgíüiisfmn'.
9 Wbile, Auch Kiiíi r/n/iJW.
Primera p n iíc
1 Kuhn.*
2 ümtrdieu, Suzinlcr Sinit* ’
3 Cí. Wchler, Deulf¡ti& €kMoH$tíi<¡fiti$i!$tli>í'h{s>, .vul, I' png. 4ÍU-
vol. 2, p;1p, 5IM-52Í); NipptftófJ, Í5t’irf#jÉt' Gcschiihtt' Í800-!
pd|», 47ÍH82,
•4 K m ik c , " k lo o di> t U iiiv o r s n liu s lo r k * " . p n g . 72-73.
5 V éase K iih n /
6 Sobre !ns at/ntiomins veniS* Kiaus, C!t. WcCfelkiíkl, Weblev, ÍJéú
! ',iVt'íki!nij¡:;¡<,wfih‘hli' y Nipi’ii.'ftl'.'y, I irulnrhi' CiVchiflilc !ül'í!-
7 Véase N ip p o rd o y , ib ís.t,> pág. 498-533; n sim ¡M iio Igg e rs, Pfii
HiVf/fMtlüm/xten.trlia//.
8 Vóiiso IpRers, “I lislo n o isin ", vol. 7, píig. 4 5fí-4 é l,
9 S ob re " n a lm a lis m o " aunó exp re sió n op ;esln -i " liis lo r id s
véase U m m iss; lam b ién JggeO?, "i lislorieism ".
10 Véase Trueltscb y Mnnnbeim.
r'iriitziisteilic Kriinlulioft*
l()I También Guriyvidi, M ilIrtiillirlíHic Voikskullur.
Scguiula l’nrlc
¡ Stone.* Citamos ni|uí la versión castellana.
2 ib f d ., p í j r . R 9.
3 ib íd ., lili.
4 Véase Geert/., f)»'/»/<’ Hwlnrihtirix, on: Ceert/.,* pág. 7-'13.
fi A reirá do la disensión sobre e! "camiiv.. especial" véase I-
"Neuero Soz.ialgesdiichte", especiaimente p/^. 54-55, iwt
también Kocka,"Deutsdie( ¡cschichte vor 1litler". Adiciona
Hley, VVíífn'íiiriMf'üifMK.
6 Véase Iggers, "Cesdiidilswissenschall in Deulschland i
iVnnki'oidi'';Oeslieidi; Rapbael,” ! lislor¡M’rkonlm versen"; í
St l1Q( * < " , i u ; r i : i ! n 7 ' L'l''t ' ,r'
7 También Pisclier, Krú’x ilrr lllufiiviwu,
8 Kehr, Primal tlrr lnin‘u¡’i'lilik; Sdilnditllnt'.aibnti.
y Woiiler, Dnilzcltr Grzcllsrlinjisxcsrlik/ili', voi. f, pág 17.
!!) Véase VVchler, Hfcuinrrk, pág. TI; I ¡orklieimer, "'[Tadílimic
krilisdie ’í heorie'V
I 1 VVt’liIt’r, í ViifsWii' Gi'üt'llpi'hnfla^i'^chii lili', vol. 1, p;i;;. 16.
12 lbrd., pri«. 7.
13 lb rd ., prtK . 14, 21.
14 Ibíd., pílp. 14,
15 Ibfd., p.1¡;. 12-21).
16 lb r d ., p ¡í|’ . n i.
17 Weiiler, ¡Uunturck, pág. 14.
18 Weliler, Knhrm'ii'li, pág. 19.
l l) Al respecto véase Kiltei', "Noticie So/ialgesdik'bte
2(1 Wehler, l h'tilsdic Gcat'llsclutftr-xwclihhtc, vol. I , pág. II)
21 Véase Weblo!', /Vir/sc/fc Gr^rfhrlinfl^r.'-'rfin'hlc, sobre el de
matrimonia! vol. I, prf|;. 146-148, 172, 2-1.3; sobre las mtijm
trabajo vol. 1, p¡1g. 254-255, y sobre ¡os movi.nienios fem
vo!, 2, pn;v 5, 736.
22 Nipperdey, Ücidsdíi1G w hiihh11FíHMílfiíi; Nipperdcy, De
G w hiclilc IMCi-IUW, 2 vols.
23 Koekn, "i’arndigmawedisel”, pííg. 75.
24 Kocka, Uiih'nirhwfiiíti’rni’nUiin^.
Líí oV'n'w h iz lM cn en el fi<¡fo X X 123
25 Kocka, Angcstí¡lt!.
26 Por ejemplo Niefhammer, Wolinrn; Tcnfeldc, Soztalge&cltldi'te'
Brüggemeier, ¡.ehat vvr Orf.
27 Véase 11 yr. y también Frisch.
2fi Gutman, Wnrk; Gutman, Black Fninil}/.
29 Kocka, ftíirgcrtuní htí 19. jaftrtimderL
■ 30 Un ejemplo interesante de este vínculo es el estudio sobre el duelo
en ln sociedad burguesa en Frcvcrt, Etircinunimer.
31 W it ’riin g, M M v lt m f iir ií Hcíí, pág . 14, 19.
32 Véase ai respecto Hhmer y Mütler. .
33 Marx, Zur ÉriÜk iíer Palilir-dicn Okoiio.inie* prólogo, píSg. 8-9.
34 Bollhapcn, F.infiihntug, pág, 44-46. 1
35 LtJfcefc y otros, Unbm >ii¡l¡xlc V e rg ím g m h iil, pág. 9.
36 Scheeí y oíros, "Forschungcn", pág. 3H1.
37 iosiiuit für Marnsmus-Lcninisinus beim Zentrnlkomitec der
....J. SED (rrj )j Cfisrliirhtr dlTdc.ttlS£hc.U A rbeilerím oe< tiim . .yol. 1, tirólo
:: go, pág. 8.
;38 Cf. Iggers, FJn muierer !u?¡orísdn'r l}lick.
39 Kula, Tiu'ory oflhe Fmñit! Sysleiir* interesante desde un enfoque
antropológico; Kula, MaWflijíí’s nuil M o l
40 Véase Kaye, IltilM t Mnrxkl 1lisloriiuis;* Kayo, Eilticnh'wi of iM ire.
. 41 Lukncs, V&dñwIfcíiiiliXt en: Lukács, Gcsc/ííc/rít: tii/tí
K I i('•.'¡i11ifi(.<(’i I ,‘ pág. 257-397.
42 Marx, iikoiit.’iiiiscli-jiliih'iioj’ltisíhr Mtwuskríjile* ¡
.43 Sobre el debate angloamericano véase Kaye,Rrilish Mnrxisf
I ÜKloriníis;* véase también Wnllersícin, Pfljt tuodente Wcllst/slem*.
44 En Francia con ln escuela de Brnudel, en Inglaterra en el debate en
torno a !a crisis del siglo xvn: véase Richardson.
45 Acerca .de la I ife rntura sobre las teorías deln Dependencia: Mütler,
C) ren7.cn.
46 Alíluisser. !
47 Véase la crítica de Cario Ginzburg a la historia de las mentalidades
en su introducción a: Gisuburg, H it Kfilv nint ilw Wilrwcr,* pág. 7-21.
48 Marx, A'-hlzdmlc fínininin’,* pág, 19B.
49 F.n la írleralura marxisia inglesa, osla participación activa es
designada con la expresión "ageney". ]
50 Ed. alemana, Frnnkfurt 1987. El título alemán: Dic Etifslelwitg der
eii^lischen Arhet/crklu^e es una traducción poco afortunada del
título inglés The M/Jiftí,f <>/Ihe Bngfísh Workinpi Cfe®/ que resalta
el papel activo de los obreros en la constitución de la clase obrera.
12 4
14(1 K o se llc c k , "G c s c liic h tc , H isto rie " ; K o s e lie c k , "G e sch ích tc,
Cescllicilleil”.* : ■
141 Koscileck, "Geschicblc, Historie"; Kosclicck, '‘Ge.schichtc,
Gcscbicbtcn",*
]42 Véase l:urt?l, 1789; Purety Ricbot, PrwuOkissbg. Revolulioir* Furet
y Cteoáf, Trivtsfwm ulhttt o f Poülicn! C u ltu re .
143 1 íunt, Sym bülc i k f M achí.
144 S l’wcII, Work mui R a io lu tio ii in Fruta#, f > % . 1 1 .
145 A g u lb o n , Rvpiihlirjiic mi v illa je .
146 O/.ouf, IV Ie ivw h ü io u n n irc.
\A7 A q u í mi Irnducck'in; cf. T h o m p so n ; Ettislclttttiü * p á$, 9, 11.
148 Sled m an -Jo n cs, pág, 1 1 .
,14 9 C h íld e rs, "Social L an g u a g c”. ¡
.150 Véase la discusión en torno a Damton, O nsgro jíc Kntzawinssnkcr*; .
Cluirticr, “Texis, Sym bols and Frcnclmess"; y la respuesta tle
Damton, "The Synsbolic Elemenl in Hislory".
Consideraciones finales
1 N io tham m cr, P iv íh islo ire ; F u k u y a m íi. !
2 Kierkeganrd.
3 V cnse jiin g e r .*
4 Véase N iclh n m m cr, P onH ikloirc, pág. 16 4 -17 2 .
5 Koselieck, "Zm n Vcrhíiltnis von Vcrgangenheil und Z u k u n ítV
(i Le Cofí, der Kirche"* en: Bioch, P m zt'.w , pág. 393-41T
7 V éase Brnuticl, Dns M iH etiiiccr,1'
8 Pili bey, Aajlm t*
9 Coliingwood,*
10 Cadnmer.'
1,1 Ricueur.*
12 Max Weber, " ü b je k tiviín l",* p ig . 180.
13 Droysen,* pág. 25-26, 398.
14 Ibfd.
15 Dan lo*
16 Véase Rüsen, "W ic krmn man C e scb ich te v e m íin flíg sehreiben?1',
en: R ü se n , Z t’il m ui S iiin , p ág . 1 0 6 -13 4 ; R ü se n , G n a ttizfíg e eitwr
iíM friK . 1
1 7 T iio m p so n , J-jí/s/iw tm ;,* pág'- 1 1 .
18 A nkersm it.
19 F.m B lan ke y Fleischer, T lu vrctík i'r rlcr dcntsclicit 2, ■’
pág, '152-466.
12K ('t'tuy C. í,W ¡ s
Nota [rrcii-'iinar
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línliners, l ’n tn e k ,"I)ie ( Ird m in j;d e rC e sch ich le ,O b crl layuen W h i
en; M crk tif, aíisi 4{t, luun. í», 1992, póg. üOfí-521.
Hajiii!, M ijn il M ., U n lirliik itiitlseine W i'llí IfaM fikiithir itié
!: in n kfu rl nm M am , ÍW 7 . [lid, rasl.: ¡m cttiluni ¡nijiultir‘ cu la E
Media y en el Keiitn iw icn le : vi cojiícaíii tic l ’n B l p # Habríais, M nd
A lia n z a , 1990, ('f;t.
liitrm ch n ij'Ji, Gypflpt'j!, M iiin T ir n d s in .1 l/slnn/, N u e v a Y o rk, I 1.
fl,ki.c:isí.:í(¡ff'isí«t:{l('i!íf/if l lisli>riiiQ iii¡ciii¡it::i,íiictir M a d rid , Cre<
1979, (4a. reim pr.)] .■
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lU’n r d ,C jv ii rjes. ( lie ¡'kiiim iiii<ilu' ¡níi'iar-:!¡;!¡tai ilr r ai.ticrikniu'st'
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Ittlci ¡iirín lio n v f lite a f ilie L liiiir s Sítrlrs, N u e v a Y(
M ;H -M illan, 1'ÍíVI.I
U c ll D a n ie l, I he l'iitl t>f hhvÍ(>^if, N u e v a Y o rk , I9fi0. {Ivd. cnsL: Lt
ilc las itltvltt^üif, M a d rid , T e m o s, .¡
— , /}(V itialiiiitlitfilrie llc G tvclkclm ft, í>rn n k liiii am M ain, 19,H5. |
c a s i: lil lulw ininii'ntt) ilc la societlntl ¡itiel-im lus/iial, M a d rid , Ali
:/.a. ;9,H9.j
Herr, f if f t r i l.íí fjr Inievij e d „ París, (953,
Ülüf.'klniiti n, D avid y C eoff Uley, M iillin itlí'-u h rltrrG cr-d ticItiw h rcH u
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