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III.

LA FAMILIA DE LOS CHAVEZ

Las raíces del tronco familiar de los Chávez se encuentran en Ario de Rosales, la bella e
importante ciudad que, lleva el apellido del esforzado federalista D. Víctor Rosales que
en esa zona desarrolló memorables acciones. Ario se distinguió en las luchas por
nuestra independencia, fue la sede del Primer Tribunal de Justicia que organizó la
nación mexicana, y que tuvo una valiosa participación en los hechos políticos del
México independiente. Allí nació el doctor Miguel Silva Macías, quien hospedó en su
casa y acompañó al Barón Alejandro de Humboldt en su exploración al volcán del
Jorullo. Fue Gobernador de Michoacán y fundador de una familia notable.

Ario de Rosales tiene un clima benigno y una rica vegetación. Su comercio era, a finales
del siglo XIX, muy activo principalmente en productos de la región, que allí se
cambiaban por los que llegaban de otras regiones, transportados en recuas que iban y
venían a la Tierra Caliente. Los arrieros que comerciaban por ese rumbo, regresaban
con sus animales cargados de mercancías de aquellas tierras, productos que tenían una
gran demanda en el mercado local y en los de Pátzcuaro, Tacámbaro y Morelia. Ario,
tenía pues, una gran importancia como puerta de entrada a las tierras cálidas y como
punto de intermediación de los productos de todos los climas.

En esta bella y próspera población vivieron, contándose entre los vecinos de mayor
abolengo y arraigo, los Chávez. Este apellido se encuentra frecuentemente citado entre
las personas que desarrollaron una actividad política, y entre ricos comerciantes y
agricultores de la región. Del matrimonio de los señores: Rafael Chávez y Francisca
Villegas nació, hacia 1857, Ignacio Chávez Villegas. En las incipientes escuelas de la
localidad aprendió las primeras letras y, en plena juventud, decidió dedicarse al
comercio y emprendió el camino de la Tierra Caliente y finalmente se estableció en
Zirándaro, perteneciente al Estado de Michoacán. A base de trabajo duro, el joven
Ignacio logró adquirir tierras, en Zirándaro y en Apatzingán, que dedicó a los cultivos
propios de la región; abrió una tienda de abarrotes en la que vendía artículos llevados de
la ciudad de México, de Toluca y de Morelia, conectados ya por el ferrocarril, y cuando
éste llegó hasta Pátzcuaro, le quedaban sólo 51 kilómetros hasta Ario y otros tantos a
Zirándaro, que de ese modo era surtido de todo género de mercancías. Como se trataba
de un hombre serio y responsable, pronto se convirtió en uno de los más respetados
ciudadanos de aquel poblado. Se había instalado en el centro del pueblo, en una gran
finca, que se distinguía de las demás por su extensión y por la solidez de su
construcción. A los treinta años era un comerciante próspero, y se hizo novio de una
jovencita agraciada de Zirándaro, a la que propuso matrimonio, y fue aceptado.[1]
Concertada la boda se procedió a las diligencias eclesiásticas. El párroco Tiburcio
Aragón leyó y publicó la primera "amonestación", el 24 de abril de 1887; la segunda, el
1 de mayo; y la 3a el 8 del mismo mes, es decir una cada semana, como era costumbre.
Como no hubo impedimento, se procedió al matrimonio de aquella pareja. Se levantó la
siguiente acta. ‘‘En esta Iglesia Parroquial de Zirándaro a los cuatro días del mes de
mayo de mil ochocientos ochenta y siete. Yo, el Cura encargado Tiburcio Aragón, casé,
velé según el rito de Nuestra Madre la Santa Iglesia, a Ignacio Chávez, soltero de treinta
años de edad, vecino de este Pueblo, hijo legítimo de Rafael Chávez y de Francisca
Villegas, y a Socorro Sánchez honesta, de diez y ocho años de edad, originaria y vecina
de este Pueblo, hija legítima de Agapito Sánchez y de María Loreto Pineda, y leídos
previamente en esta Parroquia los días estados al margen las tres amonestaciones que
manda el Santo Concilio de Trento, y practicado las diligencias de derecho, sin haber
resultado impedimento alguno, habiendo confesado y comulgado ambos contrayentes
según consta por la correspondiente información, que con el número ocho consta en este
Juzgado Eclesiástico. Fueros testigos: José María Várela y Leovigilda Ramírez. Doy
fe.- Tiburcio Aragón (rúbrica)".[2]

El 21 de octubre de 1887 se presentaron ante el Juez del Registro Civil, don José María
Várela, y manifestaron su voluntad de casarse. Era costumbre entonces que el juzgado
levantaba actas previas y las fijaban en lugar visible con el fin de que, si alguien supiera
de algún impedimento, lo hiciese saber al mismo juez. Si hecha la publicación no surgía
algún inconveniente, se precedía a la ceremonia matrimonial.

El día indicado se publicó en la mañana el acta No. 39, levantada a las 9 horas,
presentándose como testigos: Serapio Estrada y Aurelio Bravo, ambos escribientes del
mismo juzgado. Ese mismo día, a las 19 horas, en la casa del contrayente, se llevó a
cabo la ceremonia formal. El Juez anotó los datos de los contrayentes: Ignacio Chávez,
"de treinta años de edad, célibe, de ejercicio comerciante, originario de Ario de Rosales
y vecino de este lugar, hijo de don Rafael Chávez y doña Francisca Villegas, ya finados,
vecinos que fueron de Ario de Rosales, así como la señorita María Socorro Sánchez, de
dieciocho años de edad, célibe, sin ejercicio, originaria y vecina de esta población, hija
de don Agapito Sánchez y de doña María Loreto Pineda, ya finados, vecinos que fueron
de este mismo lugar, y no necesitando el pretendiente, por ser mayor de edad, del
consentimiento paterno, y contando la pretensa con el de su abuela materna, doña
Francisca Pineda, para casarse", después de las preguntas de consentimiento de ambos
contrayentes, "les hice tomar las manos derechas, les leí los artículos primero, segundo,
tercero y cuarto de la Ley de 23 de julio de 1859, y declaré a nombre de la sociedad...
que el matrimonio quedaba perfecto y concluido". Fueron testigos de esta ceremonia los
mismos señores Estrada y Bravo, más el señor Jesús Paz, de oficio sastre, casado.[3]

Este fue el principio de una familia numerosa, algunos de cuyos componentes habrían
de figurar de modo destacado en la historia de Michoacán, de México y del mundo. En
los últimos días del año de 1888 nació una niña que falleció a los pocos días de nacida;
le llamaron Sara. El primer hijo que llegó a la edad adulta, nació el 19 de febrero de
1890, y fue registrado con el nombre de José Salvador. Al año siguiente, el hogar se
alegró con la llegada de una niña, a la que pusieron Aurora, nacida el 28 de septiembre
de 1891. Posteriormente, sin saberse el motivo, ella cambió su nombre por el de
Etelvina. Luego vendría Arturo, nacido el 30 de junio de 1893. Más tarde, Rodolfo, el 8
de mayo de 1895.[4]
El 6 de febrero de 1897, don Ignacio Chávez Villegas pagó 37 centavos por el registro
de su quinto hijo, que habría de llevar su nombre. El acta No. 49 del libro de ese año,
dice:

''En el pueblo de Zirándaro, a las 11 once de la mañana del día 6 seis de Febrero de
1897, mil ochocientos noventa y siete, ante mí, Plácido Torres, Juez del Estado Civil de
este Municipalidad, compareció el Ciudadano Ignacio Chávez y presentó para su
registro un niño vivo nacido el 31 treinta y uno de Enero último, a la 1 una de la mañana
en la casa sin número de su habitación, situada en la 2a. segunda manzana de este
pueblo, a quien puso por nombre Ignacio Chávez, hijo legítimo del mismo que lo
presenta, de 40 cuarenta años de edad, casado, comerciante, y de María Socorro
Sánchez, de 26 veintiséis años de edad,* casada, sin profesión, vecinos de este lugar, (a)
quienes leída (el acta) solicitaron se hicieran constar sus nombres (de sus padres):
siendo abuelos paternos Rafael Chávez y Francisca Villegas, y maternos Agapito
Sánchez y Loreto Pineda, ya finados. Presenciaron el acto los Ciudadanos Lucas E.
Barajas y Manuel Granados, mayores de edad, empleados, soltero aquél, casado éste, de
vecindad y sin parentesco con los interesados (a) quienes leída que les fue la presente
acta se manifestaron conformes y firmaron.- Plácido Torres- Lucas E. Barajas.- Manuel
Granados.- Rubricados".[5]

Después nacerían más hijos de aquel matrimonio: Adulfo (sic), el 7 de noviembre de


1899; el 2 de diciembre, el cura Antonio Taboada, de la Parroquia de San Nicolás, le
bautizó con los nombres de Narciso Adolfo; Nicandro, el 3 de agosto de 1901; Alfonso,
el 16 de febrero de 1903. El último de los hijos nacidos en Zirándaro fue Carlos, el 6 de
febrero de 1907.

Ignacio, convertido ya en una figura de relieve internacional, evocaría allí en Zirándaro,


en 1970, las figuras de sus padres; la madre, "como la dulzura misma, como si fuera
toda la ternura que puede caber en un alma de mujer. Madre de sus hijos, lo era también
de la inmensa parentela y de todo el que tuviera un sufrimiento en el pueblo. Cuando
pienso en la santidad tengo que pensar en ella". De su padre dibujó esta estampa: "La
imagen de mi padre era muy diferente. Tenía todas las recias virtudes de un varón, la
fortaleza, la energía y una rectitud de conciencia insobornable. La palabra empeñada era
sagrada para él y la lealtad era como una religión. Sin tener cultura libresca, era un
hombre de fina cortesía, muy provinciana, de ágil ingenio y amena conversación, todo
encuadrado en la dignidad de un gran señor". En 1971 agregaría a estos retratos: al de
"Mamá Socorrito", "la madre augusta, que fue el símbolo de todas las bondades y
venero infinito de ternuras''; y de don Ignacio: " Su espíritu liberal avanzado y sus
prendas cívicas de conductor le ganaron el amor y la confianza de los hombres de este
pueblo (Zirándaro) del que fue presidente municipal. Yo era niño cuando vi por vez
primera arder una lámpara eléctrica en Zirándaro. Fue él quien trajo, de uno de sus
viajes a la capital, una pequeña planta de energía". Concluía: "De este tronco viene la
tribu nuestra. La lista de los hermanos es larga, pero de ella quiero evocar los nombres
sólo de los dos que fallecieron ya, que estaban entrañablemente ligados con Zirándaro:
Salvador y Adolfo Chávez, Dos cabales ejemplares de hombres, en que la pasta humana
estaba hecha por igual de bondad y entereza, de conciencia cívica y de honestidad
transparente. Salvador, todo prudencia y suavidad en su trato; Adolfo, todo calor
humano y radiación de simpatía. Los dos abrazaron en su juventud, como toda la
familia, la causa de la Revolución que nacía, y ambos, hombres de paz y de amistad,
empuñaron el rifle para hacer triunfar sus ideas. Fue así como llegaron de nuevo a
Zirándaro, empujados un día por los vaivenes de la lucha".[6]

En los primeros años de nuestro siglo, el Directorio de Michoacán, que contiene datos
oficiales, menciona a los Chávez, de Zirándaro. Don Ignacio Chávez Villegas aparece
como agricultor y comerciante. Se anota que posee tierras en las que cultiva maíz y
ajonjolí, y es propietario de una tienda de abarrotes en la cabecera, que lleva por nombre
"El Gran Cairo".

Otro Chávez agricultor es Tomás, con el mismo tipo de cultivos que Ignacio, pero con
propiedades en San Gerónimo. Se menciona a Rodolfo Chávez, dueño de una tienda de
abarrotes, llamada "El Mediterráneo". Debe tratarse de algún pariente, tal vez, porque el
hijo de don Ignacio, Arturo, como hemos visto nació en 1893 y en la fecha del
Directorio tendría apenas cinco años de edad.[7]

Respecto a ' 'El Gran Cairo", resulta curioso ver en el mismo libro una tienda de igual
nombre en Ario de Rosales, instalada en el Portal Alvarez No. 1 y propiedad de Vicente
Alarcón. Esta tienda existía aun en 1907, según se puede ver en el periódico "El
Ensayo", editado en Ario de Rosales. En el No. 37, del 29 de septiembre de 1907 se lee:
"El Gran Cairo". “Antes de que ocurra a otra casa pase Ud. a ésta. Aquí encontrará todo
cuanto necesite en el ramo de abarrotes y ropa, etc. etc." El propietario es el mismo:
Vicente F. Alarcón. ¿Existiría alguna relación entre ambas tiendas, si se toma en cuenta
que don Ignacio Chávez Villegas era de Ario de Rosales? ¿El o su padre fundarían
aquella tienda en Ario con ese nombre, y al poner la de Zirándáro usaron el mismo por
alguna razón especial?[8]

El 3 de junio de 1907, el Gobernador de Michoacán solicitó un padrón de los causantes


de impuestos de Zirándáro, y en él figura como el más rico de la población don Ignacio
Chávez. Registra impuestos por valor de $10,134.00 divididos en $8,194 sobre Bienes
Raíces, y $1,940.00 sobre Bienes Muebles. La "tienda mixta''' 'El Gran Cairo" tenía
ventas anuales de $4,000.00. Ninguno de los otros propietarios tenía esa capacidad
económica. Los más prósperos, pagaban impuestos anuales como sigue:

Ausencio Chávez $400.00


Agripina Hernández de Chávez $250.00
Hilario Chávez $270.00
Demetrio Chávez $100.00
Felipe Chávez $100.00

El apellido Chávez figura tanto en Zirándáro como en Ario de Rosales. En este lugar, en
1907, figuraba un señor Enrique Chávez V. ¿Sería Villegas, pariente de don Ignacio?[9]

Don Ignacio luchó denodadamente para impedir que Zirándáro quedara separado de
Michoacán y pasara a Guerrero. En sus Evocaciones, el hijo escribió: "Mi padre se
había opuesto al proyecto y encabezaba el movimiento de los habitantes para defender
su ciudadanía michoacana. Todo fue inútil y el laudo fue ejecutado. No pudiendo
impedirlo, cuando menos se negó a acatarlo. Como un viejo patriarca levantó sus
tiendas, vendió sus bienes o los abandonó, sin importarle pérdidas, y tomando consigo a
su familia emigró a una pequeña ciudad de Michoacán. Era la única forma de protesta
que tenía a su alcance".[10]

Don Ignacio Chávez Villegas fue propietario rural, un terrateniente en Zirándaro. Era
dueño de la hacienda de Chupícuaro, que tenía una extensión de 20,000 hectáreas e
igual número de cabezas de ganado. Sus hijos tuvieron también propiedades agrícolas
en Apatzingán. Ignacio fue dueño del rancho Los Tabachines, que siempre apareció a
nombre de su hermano Nicandro. Este rancho colindaba con los de otros hermanos: La
Virgen, de Adolfo; Las Canoas, de Arturo; La Loma, de Rodolfo; y Agua Buena, de
Salvador, contigua a California, del General Lázaro Cárdenas. El ingeniero Raúl
Chávez Sánchez, hijo de Arturo (a quien debemos estos datos) era propietario de El
Triángulo. Los hijos de don Ignacio Chávez Villegas tuvieron, al igual que su padre,
amor a la agricultura, además de las profesiones que todos ellos desempeñaron.

La familia Chávez Sánchez radicó en la ciudad de Tacámbaro, que ostenta los blasones
de hechos gloriosos en la defensa del país frente a la intervención francesa. Allí adquirió
don Ignacio fincas, huertas y tierras de labranza y siguió como un hombre rico en su
nueva morada. Aquí nació Sara, registrada como Sahara (8 de enero de 1909), la última
hija de aquel prolífico matrimonio. En Zirándaro, el primer fruto de aquella unión,
como ya quedó escrito, antes de José Salvador, fue una niña que murió casi al nacer y a
la que pusiera por nombre Sara. De modo que la primera y la última de las hijas de don
Ignacio y doña Socorro, llevaron el nombre de Sara.[11]

En Tacámbaro, desde su llegada al comienzo en 1908, los esposos Chávez Sánchez eran
muy estimados en la sociedad tacambarense. Don Ignacio era de los hombres notables
del pueblo. Las personas de todas las clases sociales le reconocían sus cualidades, su
don de gentes y su generosidad. El 31 de julio, día de su cumpleaños, sus amistades se
reunían en su casa y, al estilo provinciano, organizaban un acto en su honor. Esa era una
bella costumbre entre las personas de cierto relieve social y que era común en varias
poblaciones michoacanas -¡oh, recuerdos de mi niñez!, desaparecida desde hace tiempo.

El 31 de julio de 1910 hubo un acto del que tenemos a la vista el programa. Invitaron:
doña Socorro S. de Chávez, la esposa, y las señoritas María Villalobos, Sara Torres y
Etelvina Chávez Sánchez. La función de homenaje fue en el domicilio familiar: Salazar
número 5, a las 8 de la noche, "hora fija". A esa hora, la orquesta que dirigía el maestro
Florentino Herrera ejecutó la Obertura Robimon. Luego, un grupo de aficionados de la
localidad presentaron la obra en tres actos Hernán o La vuelta del Cruzado, de Fernando
Calderón. Los papeles fueron representados por: Etelvina Chávez, María Villalobos,
Sara Torres, Ulises Sánchez, Herminio Jiménez, Antonio Solorio, Alfredo Marín y el
joven Arturo Chávez. En los intermedios tocó una polka y una jota, al piano, el maestro
Serapio Iraizoz. Terminada la representación teatral, el mismo maestro Iraizoz tocó un
trozo de La Viuda Alegre, y como número final, la señorita Etelvina Chávez, que tenía
una hermosa voz, cantó El Anillo de Hierro, una Romanza y Pasión del Alma Mía,
acompañada al piano por el citado maestro Iraizoz, al piano, y Porfirio Araiza Ortiz, en
el violín. Fue una gran fiesta. Para el baile con que culminó la reunión, se nombraron
comisiones: la de invitación (distintivo azul) estuvo formada por los señores Herminio
Jiménez, Ladislao V. Pisano y Arturo Chávez; la de recepción (blanco): Luis Pérez,
Marcos E. Reyes, Alfonso Torres, Daniel Rentería, Jr., Martín Luis y Rafael Chávez
Alva; la de guardaropa (verde): Rafael Carrasco Sierra, el famoso impresor, Francisco
Zamudio,Samuel Salgado, Luis Cortés, Nicanor Rentería y Jesús Torres Zamudio; la de
"cumplimiento" (rojo), encargada del obsequio a los asistentes a ese baile: licenciado
Joaquín Silva, Juan Spitalier y José Cortés.[12]

Durante los años de la Revolución este tipo de reuniones fueron menos frecuentes. El
centro principal de las actividades militares del maderismo estuvo cerca de Tacámbaro,
en Santa Clara del Cobre, donde el subprefecto, Salvador Escalante, se levantó en armas
y se convirtió en el jefe de aquel movimiento.

La familia de los Chávez se ha multiplicado ampliamente, como puede verse en el


Árbol Genealógico (1996), con investigaciones acuciosas de don Raúl Chávez Sánchez,
hijo de don Arturo y de su esposa doña Esther Sánchez Gaona. En este importante
documento se puede apreciar la descendencia de los hijos de don Ignacio Chávez
Villegas y doña Socorro Sánchez Pineda. La tuvieron. José Salvador, casado con
Guadalupe Farías; Arturo, ya mencionada su cónyuge, Rodolfo con Estela Cook;
Ignacio con Celia Rivera; y Adolfo con Carlota Villasana. Etelvina casó con Sotero
Cuevas, sin descendencia. No casaron: Nicandro, Carlos y Sara.

En una nota de heráldica que encabeza este Árbol Genealógico, se dice que el apellido
Chávez (o Chaves) es oriundo de Portugal, con casas solariegas en España y América.
Pertenecieron a este linaje varios nobles y conquistadores como Nufrío Chávez,
compañero de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, expedicionario en el amplio territorio que
se extiende desde el golfo de Santa Catalina hasta la Asunción, de Paraguay. Este
Chávez fue el introductor de las primeras especies de ganado lanar y cabrío en las
tierras del Plata.[13]

Otros hermanos de don Ignacio Chávez Villegas fueron: Juana (1848); Francisco de
[1]

Paula (1850); Pedro (1953); Dionisia (1855), y Teresa (1859). De esta familia sólo
casaron: Pedro, con Marina Alva (con descendencia) e Ignacio, a quien nos referimos.
[2]
Archivo Parroquial de Zirándaro. Matrimonios, 1887.
[3]
ARCM. Zirándaro. Matrimonios, 1887. Actas 39 y 40.
[4]
ARCM. Las actas de nacimiento de José Salvador (1890, No. 45); Aurora (1891, No. 261); Arturo
(1893, No. 174); Rodolfo (1895, No. 108); Ignacio (1897, No. 49); Adolfo (1899, No. 245); Alfonso
(1903, No. 44); Carlos (1907, No. 34); los demás datos fueron proporcionados por familiares de los
Chávez.

* Pecata minuta que la señora aparezca con dos años menos


[5]
ARCM. Zirándaro. Nacimientos. 1897.

Ignacio Chávez Homenaje en la tierra Natal (14 de noviembre de 1971), en Enrique


[6]

Arreguín, Ignacio Chávez, nicolaita. Morelia, 1980, pp. 46-47.


[7]
Directorio de Michoacán. Formado con datos oficiales...Morelia, 1902, p. 58.
[8]
Periódico "El Ensayo" No. 34 Ario de Rosales, septiembre de 1907, p. 4.
[9]
El Padrón en APE.
[10]
I. Chávez. Evocaciones de mi vida interior, en Arreguín, op. cit., p. 12.

Vid. Árbol genealógico elaborado con dalos que investigó el señor Raúl Chávez
[11]

Sánchez en 1996. Cortesía del autor.

Programa de invitación gentilmente proporcionado por el mismo señor Raúl Chávez


[12]

Sánchez.
[13]
Nota heráldica junto al escudo de la familia Chávez. Árbol Genealógico cit.

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