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ARTE
FILOSOFÍA
HISTORIA
LITERATURA MODERNA
VARIA
REVISTA TRinESTRflL
(Antes REVISTA b E ARAGÓN)
nflbRib
NOviEnsRE v - ^ n c n i x
NÚnERO xvi
ES PROPIEDAD^
La Sección Arqueológica
en la Exposición regional gallega.
(Santiago, 1909.)
(1) A propósito de esta pieza, hago constar mi estrañeza por no haber en-
contrado en la Exposición, como creí, abundantísima serie de estatuitas de
azabache, y a que este arte fué potentísimo en la Compostela de los siglos
X V y X V I . Aunque hecho para la exportación, ¿cómo no quedó algo eu la loca-
lidad?
LA SECCIÓN ARQUEOLÓGICA 783
el viejo. Pero todos se decían que esta obra tenía que ser posterior
á dichos dos maestros.
No hay sino dos pintores del séquito de los mencionados do&
apóstoles de la pintura sevillana del siglo xvii que puedan ser Ios-
autores del cuadro del Prado: Sebastián de Llano y Valdés ó Pablo
Legot. Ambos los mejores pintores del claro-oscuro en Sevilla, entre
los años 1630 y 1640. Zurbarán y Cano, que son naturalmente «hors-
concours», tenían en este tiempo muy otra manera de pintar. Pero
Llano y Valdés no puede ser el autor, por varias razones: Siempre
ñrmaba sus obras con su nombre y año; su pintura es más dulce y
más vaporosa, y sus tipos, por fin, son otros. Creo que se puede de-
cir con toda seguridad que Pablo Legot es el que pintó este cuadro^
P . LEGOT. MUSEO DE B D D A - P E S T .
800 ALKTE
He aquí ya completo el libro cuya primera parte fué acogida con ge-
neral aplauso á flnes del año anterior. Como no podía menos de ser, los
doctos apreciaron en cuanto vale la enorme labor del Sr. Lampérez acu-
mulada en dicho primer volumen; manifestaciones honrosísimas le fue-
ron otorgadas, cuales tal vez no haya merecido por acá otro libro de
erudición artística, y el publico ha debido sentir la importancia del tema
y su trascendencia en la cultura nacional, acogiendo con extraordina-
ria demanda el libro. Temeridad parecía confiaren que su publicación
fuese reproductiva en ambiente como el nuestro, tan poco favorable al es-
tudio y tan rehacio para lo que atañe á la mera satisfacción intelectual;
sin embargo, el éxito ha debido rebasar lo calculado cuando este segun-
do volumen lleva por adehala grandes fototipias, sobre un número ma-
yor aiin que en el primero de ilustraciones intercaladas.
Ya resulta más tangible lo que, al dar cuenta del primer volumen,
augurábamos respecto de que el libro haya de ser un vehículo de pro- '
greso enorme para la cultura artística en nuestro país, trascendiendo al
extranjero y facilitando la exploración metódica de tanto y tanto mo-
numento mal conocido ó ignorado como poseemos. Sin tal guía, muchos
de nuestros edificios aparecerían como enigmas aun para personas ilus-
tradas, que malamente hablan de hallar orientación y modelos compa-
rativos en libros extranjeros, siempre ineficaces en tratándose de lo que
nuestro arte tiene de especifico y original. Ahora, lo consignado por •
el Sr. Lampércc inicia en todo ello, con tan grande acopio de doctrina,
que difícilmente podrán señalarse tipos de arquitectura medieval no cla-
sificados ea este libro, y así es de esperar que en adelante las excursiones
artísticas, ya por iniciativa individual, ya bajo la organización de so-
ciedades, tomen impulso y resulten más provechosas.
A l o menos, ya no serán nombres extranjeros, como Street y Enlart
los que hayan de colacionarse para el estudio de nuestra arquitectura
cristiana en conjunto; ya podemos recabar predominancia, y luego ha-
brán de venir estudios regionales más completos y depurados, cuanto
802 ARTE
SUMARIO
II
III
la retina más sensibie que los demás. Con esta maniobra la imagen
se hace clara y distinta, su localización en el espacio más fija y se
gura. Esa mayor fijeza se desprende del conocimiento más claro
que poseemos de la dirección ó de las líneas de mira, así como el
conocimiento de las líneas de mira se desprende de nuestra destre
za ó aptitud en fijar la posición del globo ocular y acomodar el
cristalino. Nos encontramos aquí con el juego de dos funciones tan
distintas como son la fotoscópica y la inervación muscular: la pri
mera es independiente en absoluto de nuestra voluntad; la segunda
predetermina el sitio de la retina que ha de ser afectado; y a que no
es difícil comprender (lue saber qué sitio ha de ser afectado, es lo
mismo que sab-.r cómo he de volver los ojos y acomodar el cristalino
para que la luz, al atravesar los medios del ojo, siga tal ó cual de
terminada dirección. El conocimiento, pues, de la dirección que si
gue el rayo luminoso en la visión distinta, se desprende del senti
miento de inervación que prefija el sitio retiniano que el rayo lumi
noso ha de herir. Ese conocimiento no es innato; es obra de un
ejercicio incesantemente repetido; á fuerza de fracasos y nuevos
tanteos acaba por perfeccionarse y consolidarse en un sabio auto
matismo, y con tal intimidad se fusionan el sentimiento de la direc
ción y el del sitio retiniano, que parecen una misma y sola cosa, sin
que por la observación interior nos sea posible discriminarlos.
Tenemos un conocimiento exactísimo de la situaci(3n de todos
los puntos sensibles á la luz de que se compone ia retina, aun cuan
do no se hallen comprendidos en el espacio central, en que es dada
la visión distinta. Sabemos, por ejemplo, que la luz que afecta al
lado derecho de la retina procede del lado izquierdo, y viceversa;
sabemos también que, sea cualquiera el punto afecto, para que el
rayo luminoso que lo impresiona sea visto más distintamente, hay
que volver el ojo de cierta manera y acomodar el cristalino debida
mente. Basta esta observación para persuadirnos de que poseemos
el conocimiento de la situación de cada uno de esos puntos ó stc|ínos
locales retinianos, y a que no nos sería posible, de no ser así, trans
portar la impresión recibida en este punto á otro. No es necesario
que nos detengamos á demostrar que un movimiento voluntario pre
fijado por dos puntos, presupone el conocimiento de la situación de
uno y otro.
En resumen: la inteligencia conoce los sitios de la retina que son
afectados por la luz por medio de los movimientos que imprime al
globo ocular (y aun con los de la cabeza), y por la acomodación
LA LN'TUICIÓN SENSIBLE SEGÚN 823
* :
****
Dn. SURBLKU.
NOTAS BIBLIOQRflFICnS
En este libro nos ofrecen sus autores una exposición de las múltiples
teorías que para explicar el conocimiento han aparecido en las escuelas
filosóficas alemanas, inglesas y francesas en todo el siglo xix. Esa varie-
dad inmensa de opiniones sobre la verdad, la realidad y la objetividad
del conocimieuto, va seguida y completada por las especiales doctrinas
de cada filósofo sobre los problemas capitalísimos de la lógica, el juicio,
el silogismo, la inducción, etc.
Los autores, por alarde de escrupulosidad y por el afán de ser fieles
en la exposición de doctrinas ajenas, han procurado en lo posible con-
signar fielmente los pasajes que, á su juicio, contenían el pensamiento
peculiar de cada filósofo.
Se comprende esta escrupulosidad, puesto que no se limitan á serme-
ros expositores, sino que discuten, aunque con excesiva concisión, las
ideas que van exponiendo.
Han empleado como base de su clasificación, mejor diriamos agrupa-
ción, el carácter realista ó idealista, y como no les satisface el idealismo
contemporáneo por sus concesiones al realismo, nos encontramos á filó-
sofos como Wundt entre los realistas exagerados.
Son muchas las obras que los autores examinan y discuten, quizá con
detrimento de aquellos filósofos que realmente debieran ser estudiados
con más amplitud; pero indudablemente como labor de información es
este libro de una grandísima utilidad.
A. G. I.
B. SPAVENT.»: 1.a filosofía italiana nelle sue relazioni con la filosofía europea. Un vo-
lumen en 8.°, de xxu-3¡j páginas. Bari G. Laterza, 1909, 3,5o liras.
torial de Daniel Jorro (Paz, 23, Madrid), que acaba de aumentar su ca-
tálogo con la publicación de los Principios de Psicología de W. James.
La obra se compone de dos gruesos volúmenes, en los que el autor ha
aprovechado todas las investigaciones de la Psicología moderna; contie-
ne descripciones ingeniosas y verdaderamente sugestivas de los hechos
psíquicos más complicados, y aun cuando no aprobemos ni su espíritu
ni su tendencia, francamente positivistas, hemos de reconocer que la
obra del psicólogo norteamericano es de positiva trascendencia.
Afortunadamente, el editor ha encomendado la traducción á persona
muy competente en esta clase de estudios. El Sr. Parnés se ha preocu-
do con exceso de conservar hasta los matices de expresión, y quizá ha-
brá de atribuirse á esta fidelidad escrupulosa algunos giros de lenguaje
un poquito violentos y aun oscuros con que tropieza alguna vez la.
atención del lector.
A. G. l.
JEAN DES COGNETS: les idees morales de Zamarline. Un volumen de 62 páginas. Pa-
rís, Bloud et C.ie, 1909, 0,60 francos.
No es este libro, como el titulo pudiera hacer creer, una biografía del
ilustre dominico francés, aun cuando el autor nos dé al final un boceto
biográfico; es un estudio sobre pedagogía, sobre los procedimientos de
educación empleados por el P. L. y sobre las causas de los brillantes re
sultados obtenidos en su empresa.
tíoy que los estudios sobre educación y los métodos pedagógicos se
hallan á la orden del día, es en sumo grado interesante el conocer las
doctrinas, los procedimientos y el espíritu que guiaron al insigne orador
y que le hicieron cosechar tan copiosos y saludables frutos en la forma
ción y regeneración moral de la juventud que, como dijo Montalembert,
«constituyó la pasión dominante de toda su vida.»
El autor de este libro, hermano en religión del P. L., se ha propuesto
mostrar cuál fué el lazo de la afección mutua entre el P. L. y los jóve
nes; y á este efecto, expone los caracteres y rasgos generales de su la
bor, estudiando después separadamente algunas de sus doctrinas, entre
las que resaltan las relativas á la magnanimidad y la castidad, que cons
tituyen capítulos muy interesantes del libro.
El P. N. ha entresacado con discreción suma los materiales de las
obras del P. Lacordairo, de su correspondencia, de documentos afín iné
ditos y de informes recogidos de viva voz.
G. 0.
suerte las bases de la que llama Teología ascética, ocúpase luego en po-
ner de maniflesto la necesidad de adelantar en la vida cristiana, desva-
neciendo de paso las falsas ideas acerca de la perfección.
Por este ligero extracto de las materias tratadas en el libro de Mon-
señor T., fácilmente se colegirá la utilidad que para todos tiene, máxi-
me si se tiene en cuenta que abundan en él las observaciones de fina psi-
cología y doctrinas de gran eticaeia moral,
G» C.
ccr.TiinA 00
858 FILOSOFÍA!
Los católicos todos, que desde hace algún tiempo vienen consagrando
sus esfuerzos al estudio de los diversos problemas sociales, tratan, como
es natural, de inspirarse en lo posible en las enseñanzas de la Iglesia y
de su divino Fundador; pero hasta ahora ninguno que sepamos ha inten-
tado hacer un estudio verdaderamente sintético del Evangelio para
descubrir en él el pensamiento de Jesús acerca de la familia, la sociedad,
la justicia, el trabajo, la propiedad y la riqueza, y no se ha emprendido
ningún trabajo verdaderamente científico sobre la enseñanza social del
divino Maestro,
El doctísimo Abate L. ha comprendido que el interés filosófico y teo-
lógico de la vida de Jestts no debe hacer olvidar su significación social y
humana, y que no debe verse tan sólo en el Evangelio una doctrina in-
dividualista, y ha escrito esta hermosa obra en que analiza y expone las
doctrinas evangélicas acerca de los problemas sociales en lo que tienen
860 FILOSOFÍA
M. A. P. i
HISTORIA
REVISTA BIBLIOGRÁFICA
Guerra de la Independencia.
u
bOCCJAENTOS
Sitios de Zaragoza.
públicos, etc., con este motivo traza un resumen de los dos Sitios,
bien escrito y adornado con patrióticas excitaciones y recuerdos de
tan gloriosos hechos.
Es muy curioso y nuevo el estudio del estado del espíritu públi-
co deducido de las proclamas de Palafox, la impaciencia é insubor-
dinación de los paisanos y el efecto de la epidemia sobre los ánimos;
finalmente, el autor traza magistralmente el estupor de las muche-
dumbres al ver que la ciudad capitulaba y el enemigo se enseño-
reaba de ella; este estupor, natural después del cansancio por tan
larga y terrible lucha, pone fln á estos estados colectivos que de tan
galana manera describe y estudia el Sr. Borobio.
C5
BlBLIOQRnFinS
JULIO SOMOZA GARCÍA SALA: Gijón en la Historia general de JIslurias. Dos volú-
menes en folio: 1, Época romana; 11, Tiempos medioevales. Oviedo, 1908.
}• con feliz idea acordó que ésta fuera la publicación de una historia de
la villa, á fin de que fueran conocidas sus vicisitudes en el pasado; el
complemento afortunado de tan plausible acuerdo fué encargar de esta
labor á dos técnicos reputados en investigaciones históricas y conocedo-
res de la historia regional vasca: los Sres. Echegaray y Múgica.
Acudieron éstos preferentemente á los archivos, y con las fuentes do-
cumentarlas, su conocimiento del medio vasco actual é histórico y las
excelentes condiciones de narradores y seleccionadores del material his-
tórico que poseen, han compuesto una sustanciosa monografía que pue-
de servir de modelo para trabajos análogos; en ella no hay leyendas.,
glorias ni párrafos altisonantes é hiperbólicos; van organizando y expo-
niendo sencillamente los datos que arrojan las fuentes documentarlas,
adicionados con muy discretas reflexiones por ellos sugeridas: la vida
material é intelectual y administrativa, las fiestas, paso de reyes, vicisi-
tudes militares y eclesiásticas, tienen su desarrollo en capítulos separa-
dos y dan idea de las vicisitudes de la villa.
Felicitamos por tal discreción en el concebir y ejecutar á cuantos en
esta empresa tuvieron parte.
ábsides, etc., de estas iglesias; el autor trata de que despierte por este me-
dio la curiosidad de los eruditos motivando trabajos más minuciosos de
estos interesantes restos arqueológicos; entre estas iglesias hay algunas
antiquísimas y que seguramente han de proporcionar verdaderas sor-
piesas á los entendidos en este linaje de estudios.
E. I. y R.
Decano de la F a c u l t a d do Filosofía y L e t r a s
do Clermont-Ferrand.
NOTICIAS
II
La Poesía.
III
El Poeta.
(1) FERHAIir.
l-ERRARl 887
(1) Véase Cosas de España (2." serie), por EL CONDE D E LAS N A V A S . Ma-
di'id, 1595.
888 LITERATURA Mü¡)i:u\A
IV
«ne poeta con que contaba el habla castellana>> y «en quien pa-
«recían vinculadas las cualidades y virtudes de la clásica hi-
«dalguía española» (1). «Sus hermosos versos no son efímeras
«manifestaciones de pasajeras modas literarias, sino .elabora-
«dos por mano maestra con mármol de la mejor cantera na-
«cional» (2). Y en labor tan compleja no aparece meramente ex-
puesto ó iniciado cada tema de por sí. F E R R A R I no se contenta
con pasar el rastrillo sobre la tierra, no; llega siempre hasta
sus entrañas, abriéndolas con arado de doble vertedera. A más
del «vigor y como consecuencia el color y el relieve escultu-
ral» (.3), para nosotros, la característica en toda la obra del
poeta es la perfección en conjunto, conseguida por u n a armo-
nía insuperable entre la grandeza y oportunidad del pensa-
miento y la exquisitez en la forma de su expresión. Bien pue-
de desafiarse á cualquiera á que encuentre, en cuanto escribió
(1) Al hombre.
898 LITERATURA MODERNA
gan más derecho á usar de ella. Por no hacerlo asi siempre, andan des-
quiciados no pocos problemas semejantes, que exigen gran tacto, tra-
yéndonos un día ú otro enojosas consecuencias. Prescindo, pues, en
cierto modo de lo que constituye el fondo de La bella Easo, pero no de-
jaré de observar que precisamente ese fondo, por lo que tiene de can-
dente, es lo que debiera hacer que todos quisiéramos enterarnos de un
libro así y lo consideráramos como de verdadera importancia.
No se trata aqui puramente de vulgares rivalidades entre sagardúas
y maketos, como el autor escribe, sino de una lucha más seria para con-
servar lo típico de un rincón de tierra española y expeler lo allegadiza,
lo que se ha ido sobreponiendo hasta llegar á absorber lo otro. Hay aquí
la queja indignada de un hombre amante de su país que se halla conver-
tida en cortesana á la mujer que él conoció como casta y robusta cam-
pesina. La protesta es dura, virulenta: proporcionada, al fin y al cabo,
á la indignación. Easo es la ciudad que corrompe cuanto á ella ae acer-
ca desde el campo, y marca uu contraste algo semejante al que ya hacía
notar Ija aldea perdida de Palacio Valdés, que también es otra lanza
rota en pro de lo característico que va desapareciendo. El .Sr. Campión
llega más lejos, y la literatura es para él algo secundaria: le suministra
más bien el vehículo para que sus ideas se hagan más vivas, más tangi-
bles, con los ejemplos tomados de la realidad. Lo literario tiene, sin em-
bargo, positivo valor en esta novela. Ofrécenos tipos llenos de vida y de
interés; descripciones sentidas, animadas; estudio inteligente de las mo-
dalidades locales del lenguaje; mucho color y la suficiente habilidad
para que el lector llegue al final de la novela interesándose por saber
qué suerte le cabe en definitiva á la desdichada protagonista, la cam-
pesina á la que llamaron La bella Easo, como la ciudad que el autor
mira con verdadera ojeriza, y que bien ptiede confundirse con San Se-
bastián. La mayor tacha que cabe poner á esta novela en lo literaiio,
es hija del excesivo deseo de realismo, que conduce al autor á pintar al-
gunos cuadros (ó á contar alguna anécdota), que no sólo censurarán al-
gunos «moralistas gruñones», como dice el autor del prólogo, sino otras
muchas personas á quienes sobrará razón. Daña siempre á un autor el
decirlo todo, y se expone á que se crea que ciertas cosas sirven de cebo
para el lector vulgar, que no es precisamente el que necesita un li'ro
de esta clase, cuyas aspiraciones son otras.
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS "^"'^^903
(ya que lucha, entre otros inconvenientes, con el recuerdo de otra tribtc-
na, la de la Sra. Pardo Bazán); pero á mi me ha infundido el deseo de
seguir leyendo á tan buen conocedor de has pintorescas costumbres va-
lencianas, que han ido adquiriendo ya carta de naturaleza en la litera-
tura castellana.
J . DELGADO CARRASCO: Vida ajenlro. Un volumen de 19,5 por i 3 , con 208 pági-
nas. Madrid, «Biblioteca Hispano-Americanau. Librería de P u e y o , 1910. P r e -
cio, 3 pesetas.
NOrnS BIBLIOGRÁFICAS
(1) En la página 107 aparece una vista del anfiteatro de Itálica, con el epí-
grafe de ser de Mérida, error que so afianza en el texto. En esta ciudad uo
existtín_siao restos informes del anfiteatro.
910 VARIA
tar menos del cariño con que han tratado cuanto se refiere á la tri-
nidad monumental de Egara.
Fáltame espacio para seguir esta nota bibliográfica. Quédense á
un lado los reparos de opiniones, los excesos de regionahsmo, los
relatos históricos un tanto apriorístico" ¿Quién que haya puesto
su pluma en trabajos de esta clase podrá darse por libre de erro-
res y de visiones mal enfocadas?
El arte español cuenta en este libro con un fundamento serio de
estudio. Seguramente los dos volúmenes que faltan completarán y
solidificarán el edificio.
V . L . R.
guian, bien que mal, algo mejor que el espontáneo impulso del que ig-
nora.
El del Sr. Barrón, sobre materia trillada, tiene muy mayores ven-
tajas.
Y eso que no puede asegurarse que haya apurado la investigación,
con ser tan fácil. Puedo ofrecerle, sin mérito ninguno, una prueba al
canto.
De los autores de las 400 obras catalogadas, dice él que no conoce sino
P! nombre de cinco escultores. Lo dice y pone en Índice especial, los ciñ-
ió nombres de Leone Leoni y AgosHno Busti [il Bambaja), italianos, del
siglo X V I ; del flamenco Lucas Faid'Herbe, del siglo xvii; del escultor en
marfil Andrea Pozzi, del .siglo xviii, y de nuestro D. José Alvarez, de
siglo XIx, autor de la estatua de la fundadora del Museo.
Pues yo le voy á decir un sexto nombre de autor, y no sólo por juicio
de estilos, sino por tradicional conocimiento de la verdad de la atribu-
ción. El gran relieve en pórfido que representa á cuatro niños (núm. 300),
y el otro chico, también en pórfido, que representa á Hércules niño (nil-
mero 297), son obr.is del escultor neerlandés Franz Duquesnoy, llamado
ü Fiammingo en Italia (1594 f 1651), una merecida gloria del arte por
i a belleza é ingenuidad de sus figuras de niños. Creo que en los antiguos
inventarios de la Real Casa, pero desde luego en Ponz, al describir en
el Palacio uno de esos relieves, y luego por la Academia de San Fer-
nando, cuando <e catalogó el otro guardado por ella antes de la forma-
ción del Museo, se dico terminantemente, lo que es bien notorio, que son
obra de Duquesnoy, el para mi muy afortunado rival del Bernini, el
Rubens de la escultura italo-flamenca.
No sé, por último, porqué el Sr. Barrón no pone en la lista de auto-
ros á Jovani Melchor Peros, autor de los dos bustos firmados por él, del
Príncipe D. Juan J. de Austria y del supuesto Conde-Duque; pero de
éstos, de éste en realidad, me he ocupado especialmente en otras notas
mías (1).
¡Ya tenemos Catálogo impreso del Museo del Prado, Pintura y Es-
cviltura; del Museo de Reproducciones Artísticas (primera parte, una
mitad según acierto á calcular) ; tenemos Catálogo dol Museo de Ta-
rragona, del de Sevilla! ¿Cuándo tendremos Catálogo del Museo Ar-
queológico Nacional?
ELÍAS TORMO.
rrar huella, que el lector ateato, por censor que se crea, no puede menos
de ])roclamar aqui las virtudes corporativas, profesionales, de un escogi-
do, corto, número de individuos del Cuerpo de Archivos.
E. T.
El autor, hijo del catedrático del Instituto de León del mismo nom-
bre, da á conocer y publica textualmente varios documentos de las ac-
tas del cabildo catedral, que demuestran que el famoso poeta y músico,
padre del teatro español, residió e n León, donde ya se sabia que tenia la
916 VARIA
sa labor del Sr. Sanchis Sivera, digna de toda rivalidad con las del ca-
nónigo Martínez y Sanz y con el académico Pérez Villaamil, más se
acerca al primero, y sin embargo rivaliza con el segundo en importan-
cia ya que no en investigación monumental.
Precisamente el monumento en sí mismo vale mucho menos, y los
documentos no consiguen darnos clara historia cronológica sino de sus
complementos, todavía ojivales (la torre del Miguelete y el aula capitu-
lar, con la prolongación de las naves), y de sus modernizaciones y posti-
zos barrocos (la portada principal y las capillas, rehechas todas las de
las naves). Ni siquiera del cimborrio ó linterna, tan hermoso, se aclara
bien su edificación, por guardarse pocos documentos del siglo .xiii y de
la mayor parte del sifflo xiv
Pero en cambio, ¡qué de noticias desconocidas, acerca de pintores y
escultores, aun de los de más remota fecha!
Espigar aquí no lo consiente el espacio de que dispongo en la Revis-
ta. Bastará que diga que en dos notas á que apenas da el texto impor-
tancia, está la plena demostración de que Gherardo di Giacomo Starni-
na, el gran pintor florentino de la segunda mitad del siglo xiv, que sa-
bíamos había sido favorito de no se sabe qué rey de los de España (,se
creía que de Castilla), tuvo en Valencia encargos de frescos y de reta-
blos, á solicitud de diversas órdenes monásticas, como he hecho notar,
desentrañando la puridad de las notas de este libro, en tinos artículos
míos en el diario ^ alenciano Las Provincias, números de Agosto últi-
mo, días 12 y 16.
Pues revelaciones semejantes, dignas de nuevo estudio, abundan en
el trabajo dei Sr. Sanchis Sivera, publicado además con lujo, con algu-
nos fotograbados intercalados, con 65 fototipias de las más curiosas obras
de arte y con índices y apéndices necesarios para facilitar todo trabajo
que se haga sobre el libro, como las muchas que yo pienso hacer so-
bre él, Deo volente.
E. T.
LAURA PITTONI: Jacopo Sansovino, scullorc. Venecia, Instituto véneto di Arti gra-
fiche, Í909. Un volumen en 4.°, 439 páginas, con 120 fotografías.
A7idrea Sansovino, y es del todo verosímil que Niculoso, iiotro cerca nis-
ta como él, aprovechara su habilidad escultórica, encargándole el mode-
lado de dicho gran relieve, de su estilo, así como de las otras hasta tres
obras (íntegras ó en fragmentos) que en Sevilla se conservan de igual ó
parecido arte y de igual ó parecida manufactura (1).
El tamaño del grande y hermosísimo relieve parece abonar la hipó-
tesis, por los peligros del transporte marítimo de tan grandes piezas,
argumento que no es decisivo, pues habría de aplicarse también al reta-
blo de San Pablo de Burgos, hoy del Museo Arqueológico de Madrid (2).
Pocos años después {Sansovino volvió á Italia al terminar, justo, el
siglo xv) llega á Sevilla otro de los pocos grandes escultores de la épo-
ca, el digno rival de Miguel Ángel, Pietro Torregiano, que de Inglate-
rra vino á España á morir. ¿Y no es verosímil que sus estatuas de Sevi-
lla, el incomparable San Jerónimo—para Goya, con razón, la mejor es-
tatua existente en España—y la bellísima Madonna, terra-cottas de
gran tamaño, no se modelaran en Sevilla y no se cocieran en los hornos
de Triana?
Asi lo cree todo el mundo, y por iguales razones inductivas asi creo
yo que en Sevilla, en Triana, se dio á cochura el gran relieve esmalta-
do que creo obra de Sansovino, al compararlo atenta y menudamente,
con sus demás obras anteriores y posteriores, reproducidas en el libro,
flfrezco mi creencia al superior comcimiento que tienen el Sr. Gestofo
Pérez de la historia gloriosa de la cerámica sevillana, y la signora Pit-
toni de la obra y estilo del grande escultor (3).
Antes que esta monografía que en tan alto lugar deja á la escritora
veneciana, había inaugurado sus trabajos monográficos con otro que de-
dicó á los artistas de su propia familia y apellido: hox Pittoni.
Y por cierto que del más famoso de ellos, Giovaii Battista, pintor ve-
neciano del tiempo de Tiépolo, no tuvo sino la noticia tradicional en
Italia, y en la familia, de que algo habia trabajado para el Rey de Es-
paña. Con las noticias de archivos de Palacio que registró D. Pedro de
Madrazo (Fííy'c ar^í.vízto) y el examen de la obra del pintor, que, con
mis alumnos, habla yo estudiado en El Escorial (Colegio), pude ofrecer
á la autora, para una segunda edición de su libro, con una fotografía
del P. Mañero, mi impresión de que venció Pittoni á sus rivales en el
concurso que Felipe V y la Farnesio organizaran, con escenas de las vic-.
tonas de Alejandro, para decoración de uno de los salones de La Granja.
Los otros C07icuTsantes fueron Conca, l'hnperiali, Costanzi, Solimena,
Creti, Trevisani y Carie Van Loo.
E. T.
J UAN MENÉNDEZ PIDAL: San Pedro de Cárdena: Restos y Memorias del antiguo monas-
terio. New-York-París, Revue Hispanique, igo8.
Este libro, como otros del autor. La dicha del vivir y El empleo de la
vida, es un mosaico de sentencias en que brilla lo feliz de la expresión
y la exactitud del pensamiento. Ediciones numerosas acreditan el éxito
del libro.
En teoría, todos ó casi todos los hombres aprecian la paz y la dicha
como los mayores beneficios que se puedan disfrutar; pero en la práctica
muchos se apartan de ellas por ir tr as la riqueza, el poder ó la fama. El
autor nos invita á reflexionar sobre la vida, á fin de no dejarnos descon-
certar por contrariedades y vicisitudes.
Lord Avebury consagra sus últimos capítulos á la paz: paz del alma,
paz con los hombres, paz con Dios, paz consigo mismo. El adquirir 1&
paz es una de las condiciones de la dicha; el autor predice un porvenir
brillante y próspero á los pueblos, si éstos saben afirmar la paz de las
naciones. _
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS 925
CYON (Elie de): Dieu et science. Essais de Psichologie des Sciences. Un volumen en
8 . ° , de x v i - 4 4 5 páginas. Alean, París.
y'puede ser también un gula para las familias cristianas. La obra está,
naturalmente, dividida en dos partes. Trata la primera de la Religión, y
se divide en cuatro secciones, en las que se estudian, respectivamente
Dios, el hombre, Jesucristo y la Iglesia Católica, La segunda parte, de-
dicada á la Moral, se divide en dos secciones: la primera estudia la
Etica, la segunda' el Derecho.
DR. DON NICASIO BANDE, Presbítero: ta cuestión del dia, desenlace del problema
N o r t e africano y el porvenir de España. Barcelona, 1909.
Fausto (Doctor).
Homenaje á D. Teodoro Llórente, C 15, 549.
Galo Ponte.
La trata de blancas, VII, 3.
WKKHmif ÍNDICE 945
García Arista (D. Gregorio).
Cantares baturros, I, 140.
- Un estreno en Madrid, III, 105.
Los aprensivos, VI, 68.
Notas bibliográficas, I, 249; II, 222; III, 767; VII, 223 y 386.
445, 446; VII, 431; VIII, 56, 57, 106, 107, 109, 152, 151, 199, 202, 299, 300,
301, 353, 355, 414 y 415; C 2 , 558, 560 y 564; C 3, 872; C 4, 1210 y 1211;
C 5, 317 y 321; C 6, 630 y 631; C 8, 1138; C 9, 222 y 226; C 10, 611; C II,
819 y 823; C 12, 1117, 1119, 1121-1123, 1125, 1128, 1129-1132, 1139
y 1141; C 13, 78 y 86; C 14, 362; C 15, 640, 644, 645, 649 y 657; C 16,845,
846 y 849.
Leonardón (H.)-
Vide Riba,
Mestres (Apeles).
Homenaje á D. Teodoro Llórente, C 15, 540.
CUI.TUHA 61
954 ÍNDICE
Quintero (Pelayo).
Apuntes biográficos sobre doña Teresa Nicolau, C 6, 581.
Surbied (Dr.).
Fhiido vital, VIII, 281.
Crónica científica, C I, 236.
Crónica francesa: El lóbulo de la memoria, C 5, 311.
Los caracteres y su clasificación, C8, 1116.
La novela de los neuromas, C 12, 1109.
Cuestiones de cerebrología, C 16, 835,
Velilla(D. JosA).
La vida. ¿Tranquilo?, III, 365.
Cuadritos de género, III, 437.
Varia, III, 642.
La tortuga veloz. Nieve y sol. El alma de Bécquer, III, 721.
Contrastes, III, 782.
Poesías, VII, 352 y 406.
>
Wulf (De).
Métodos escolásticos antiguos y modernos, V, 190 y 276.
Oficinas de la Revista:
Calle de Preciados, 23.