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REVISTA TRinESTRflL ^
(ñntes REVISTA b E ARAGÓN)
nflbRib
Febrero — ncnvi
Nún. I
CULTURñ ESPAÑOLA
CULTURA
ESPnÑOLfl
REVISTA TRinESTRAL
(Antes REVISTA bE nRflQÓN)
Febrero — ncnVI
Nún. I
Gerentes:
Eduardo Ibarra Rodríguez f Julián Ribera Tarrago
ZARAGOZA, Independencia, 32 MADRID, Tutor, 12
CULTURA ESPAÑOLA
La Sección de Historia.
(1) De las ediciones del Fuero de León que hemos consultado (Eiseo: Etpa-
«o Sagrada, tomo XXXV, pág. 340; MnSoz ROMEEO: CoUcñán de fuero» muni-
ñ'pale» y cartas pueblas, pág. 60 del tomo I y único publicado; ACADEMIA DB LA
HISTORIA: Corles de León y Castilla, tomo I, edición de 1861), segaimog la cita-
da de la Academia, que es la mis correcta.
Sección de Historia.
(1) «Qui liabuorit casa iu solare aliono et non habuerit cauallum nel asi-
num, dot semel in anno domino soli decom panes framenti efc mediam cana-
teilam uini et unum lumbum bonum, et habeat domiuum qualecumquo uo-
luerit, et non uendat suam domum nec erigat suum laborem coactus. Sed si
voluerit ipse sua sponto uendere domum suam, dúo xristiani, et dúo iudei
apprecientur laborem illius; et si uoluerit dominus soli daré diffinitum pre-
cium, det etiam et suo aluarooh, et si noluorit, uendat dominus laboris labo-
rem suum oui uoluerit.»
¡o Cultura Española.
(1) «Si uero miles in solo altorius casam habuerit, bis in anno eat oum do-
mino soli ad aiunctam. Ita dico ut eadem die ad domum suam possitreuerti,
et habeat dominum qualecumque uoluerit, ot faciat de domo sua sicut supra
scriptum est, et nulli domino non det nuptio. >
(2) «Qui autemequum non habuerit et asinos habuerit bis etiam in anno
det domino soli asinos suos, sio tameu ut eadem dio possit reuerti ad domum
suam, et dominus soli det illi et asinis suis uictum, et habeat dominum qua-
lecumque uoluerit, et faciat de domo sua sicut supra scriptum est.>
(3) Véase lo que acerca de estas asambleas dice el Sr. Hinojosa en su mono-
grafía El Derecho en el Poema del Cid, que forma parte de su colección de «Es-
tudios sobre la historia del Derecho español», _
Sección de Historia. ¡1
(1) No se olvide que la ciudadíuó arrasada por AUnnnzior, y que, por con-
siguiente, los que la poblaban entonces hubieron de desbandarse.
¡2 Cultura Española.
II
(1) Hemos tenido é. la vista la reproducción que del citado estudio, y por
haberse agotado la edición primera, hizo en 1879 la antigua Revista de Archi-
vos, tomo IX y último da su publicación.
14 Cultura Española.
(1) «Mandamus iterum ut cuius pater aut auus soliti fuerunt laborare he-
reditates regis, aut reddere fiscalia tributa, sic et ipse faciat» (Concilio Le-
gionense, cap. XII).
(2) fOomo el único medio—dice Cárdenas—que el rey tenía de utilizar sus
tierras para proveer á las atenciones del Estado era poblarlas de colonos,
puesto que no tenía siervos bastantes para cultivarlas, necesitaba entregar-
las á los mismos colonos ó á persona que las labrase por su cuenta (Oíu-
DEMAS: tomo I, pág. 209 de su obra ya citada). La afirmación de Cárdenas es
gratuita. Demuéstralo la simple lectura del fragmento del Fuero de León que
acabamos de copiar. Y se olvidó aquel tratadista de que los reyes contaban
también con las prestaciones personales {facendera, serna) impuestas á vasa-
llos que no eran siervos del rey ni de nadie.
Sección de Historia. ¡S
(1) D. EDUARDO i>r. HÍNOJOSA: Origen del régimen municipal en León y Caá-
tilla, primero de sus «Estudios sobre la historia del Derecho español» (Ma-
drid, 1908), pág, 41.
16 Cultura Española.
dada por el rey D. Ramiro, su hermano, ni por sus sucesores, en tiempo del
cual ingresii fuernnt. scurroncs iv eiu.i uillulis et fecernnt in eis quoA illia non
decehat; por ello, el abad Egila se querelló al citado rey D. Alfonso V y á su
mujer doña Elvira, que estaban en Sahagún, 5' habiéndoles leído el citado
privilegio delante de los magnates de Palacio, lo confirmaron en todas sus
partes, coram omni concilio, prohibiendo que ningún obispo, conde ni auto-
ridad real, entrasen en estas villas, pro omicidio, nec pro furto, nec pro nulla-
que cansa- (Obra citada, Sección primern, ])ág. 12, doc. núm. 42.)
Sección de Historia. jg
III
era preciso que vinieran más tarde otros tratadistas que so-
bre los andadores de Herculano y con el auxilio de fuentes
por entonces desconocidas ó no estudiadas, podrían moverse
de modo harto más desembarazado.
Entretiénese á contiimación en la minuciosa pintura de los
que llama propietarios ingenuos no nobles, y no vuelve á ocu-
parse de los solariegos sino de una manera incidental y aun
sin fijarse, pudiéramos decir, en que se le escapa de las ma-
nos una fuente que tiene apresada y que acaso se relaciona
con ellos bastante más de lo que pudo sospechar el tratadista.
«Entre las leyes de Alfonso II—escribe (1)—, promulgadas
en 1211, hállase una en que se muesti'an los últimos vestigios
de la sujeción personal, aunque como excepción, y excepción
ilegítima. L a ley proclama el principio de la libertad indivi-
dual, lo opone á la excepción y la condena.»
Y á renglón seguido copia este fragmento tal como a p a r e -
ce en una versión portuguesa, al parecer de tiempo de don
J u a n I, pues el original latino-bárbaro, según el mismo autor
advierte, no ha podido conservarse: « estahelecemos firme-
mente que qualquer honiem que for livre, em todo o nosso reino,
tome por senhor quem quiser, excepto aqtcelles que moram ñas
herdades alheias e nos testamentos, os quaes nao devem ter ou-
tros senhor es, sendo os das herdades, nos quaes casos (2)
Isto estaielecemos para assegurar a liherdade, de modo que o
homem livre possa fazer d'e si o que entender: E se contra isto
quiser ir algum mire, seja multado em 500 sóidos, e se até a
terceira multa se nao emendar, ser-lhe-háo confiscados os bens,
e elle expulso do paiz.y>
(1) Nosotros, en la primera parte de este trabajo, hemos dado otra acep- ^
Clon á la ayunta ó junta (aiuncta) que menciona el Concilio LcRiononso (ca-'
pitulo XXVI), interpretándola, de acuerdo con el Sr. Hinojosa, como «asam- i
blea judicial que so reunía periódicamente y á estilo germánico, para la reso- i
lucióu de ioó asuntos civiles y criminal, s.. Muñoz se acoge á la autoridad i
de D. Vidal de Canellas, sin tener en cuenta que éste referíase á distinto i
asunto, circunscrito, además, á la constitución aragonesa.
Sección de Historia. 25
^ (1) Bel estado de las personas en los reinos de Asturias y León en los primeros
siglos posteriores á la invasión de los árabes, parte preliminar.
Bibliografías históricas regionales.
ARAGÓN
PRELIMINAR
II
(1) Eu 409 comienza la invasión; en 631 logra Suinfcila poner bajo su cetro
toda España.
(2) Obra citada, tomo II, pág. 57 y siguientes.
(3) Obra citada, tomo II, pág. 70.
(4) Obra citada, tomo II, pág. 72.
34 Cultura Española.
(1) Quedo agradecido al Sr. D. José López Lauda, abogado y estudioso ar-
í^ueólogo residente en Calatayud, por la diligencia que ha puesto en obtener
el significado do algunas palabras, términos regionales y locales que en ol do-
cumento se citan, consultando á varios amigos suyos naturales del valle de
Eonoal. Su diligente empeño es causa de que el documento vaya acompañado
de notas que facilitan su iuteligencia.
(2) Consúltese, á este propósito, el estudio de W. Webster: Le tnot 'Repu-
hlique> dans les Pyrenées oceideittales, y del mismo autor: Quelques notes ar-
chéologiques sur les Tiiceurs el inslüulions de la región pyréneenne, ambos en el li-
bro Les loisirs dun étranger aupaijs basque (Ghalon-sur-Saone, ItíOl), traducidos
^al castellano en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, tomos X y XIV.
36 Cultura Española.
publico concejo para que les sea notorio y vea y entienda cada uno
á lo que será obligado que como dados sean los usos y ordenan9as
les dieren todo el dicho público poder cumplido y bastante a los di-
chos alcalde y jurados y las otras personas que por ellos fueren nom-
bradas para el dicho ffecho. E prometieron de haver y tener por
bueno este poder y lo que en virtud del se hiziere y de reblar y de
todo mal y daño que por razón del venirles pudiere a los dichos pro-
curadores y a ello se obligaron con sus bienes y rentas y del dicho
concejo abidos y por aver y prometiendo ser fieles e jurar y respe-
tar las leyes costumbres y osservancias
los quales todos aceptaron este poder ^.
siendo presentes por testigos llamados y rogados migel de la marca
cirujano y Juan de eibar
y firmaron los siguientes
concejo a toque de campana como lo
tienen de costumbre de se juntar en la villa de garde
Pedro Gayarre Pascual Gayarre
Felipe Bilcas Juan gayarre migel de la marca
Migel fuertes juan ernalz
Juan masterra
Passo ante mi
Miguel losud (?)
En la villa de Garde a los deziseys dias del mes de mayo de mil
y seiscientos y cinco años en presencia de mi el escribano y testigos
infrascritos joan gayarre menor alcalde y juez ordinario de la dicha
villa y domingo esler y joan martinez y sancho ernalz jurados dcUa
y salvador lujar joan gayarre mayor pedro galol blasco mea pedro
gayarre pedro arres domingo lorea y joan mesteno vezinos assi bien
de la dicha villa de garde dixeron que ellos estaban juntos y con-
formes en virtud del poder especial que su concejo les hauia dado y
otorgado por mi presencia ayer domingo que se contó quinze del
dicho mes para tratar ver y azer assentar y poner para el buen go-
bierno de la dicha villa ordenauQas cotos y paramentos como consta
por el dicho poder. Por tanto que en cumplimiento del y descargo
de sus consecuencias en la mejor via modo forma y manera que pu-
dieren y de fecho podían y debían hazian e hizieren los statutos y
ordenancas siguientes.
Primeramente assentaron por ordenanca los dichos alcalde y ju-
rados y diputados en vii'tud del dicho poder que ningún vezino ni
habitante sea osado de hazcr ni cortar yerba eu el panificado (1)
(1) Panificado, dehesa que ha sido rota al ararla y que se destina al cultivo.
Cultura Española.
que sus dueños los dexaren de sembrar dos años continuos que
qualquier vezino se los pueda tomar y que tampoco los puedan con-
seruar ni tener por propios so color de izar en el quartel sino que
las hayan de sembrar y si las dexaren los dichos dos años qualquier
vezino se los pueda tomar sin pena alguna.
10 Iten assentaron por ordenanca que las penas y orden que
han tenido astagora en los vedados vizerales y casalencos lo hayan
de goardar con mucho rigor y puntualidad y que ata quarenta ca-
bezas tengan de pena un real para la goarida y de a y en riba de
qualquier numero sea el ganado en el ^•¡zeral dos duros y en el ca-
salenco un carneslo (1) como sea usado y lo an acostumbrado.
11 Iten en quanto a las mosqueras (2) que ay y tienen en el
termino de la dicha villa por ser como son tan necessarias para la
conseruacion de los ganados de que se aze mención en las ordenan-
zas viejas de la dicha villa acordaron y ordenaron sean oseruadas y
goardadas y que nadie sea osado de cortar ningún árbol ni derrue-
co (3) alguno so las penas de las dichas ordenanzas y de pagar el
daño al albedrio del regimiento de la dicha villa y a, mas de las di-
chas mosqueras antiguas señalaron y mandaron amugar por mos-
quera para el dicho effecto un bosque en el termino de elurna (4)
junto a la preca de miguel datriz y otra en la muga de faso (5) jun-
to a la preca de domingo galcer mayor y otra en el termino de zas-
pe (6) junto a la preca de pascual datriz en el paso y otra mosquera
en uda (7) junto a las precas de francisco lusor y domingo esler y
otra en bagasamaldava (8) las quales quieren por bien común sean
por lo mismo mosqueras y sean obseruadas y goardadas como las
otras viejas y con las penas que aquellas han tenido y tienen.
12 Iten por bien común de la dicha villa los dichos alcalde ju-
rados y diputados acordaron y assentaron por ordenanza que nin-
gún vezino de la dicha villa pueda traer a las cocheras della mas
de a trescientas cabezas de borregos y reses flacos y cansos y desta
condición asta passado^ el dia de nuestro Señor después en cada
(1) Carneslo, pena que consistía en tomar una res del rebaño que causaba
daños en los sembrados.
(2) Mosqueras, lugares donde sestea el ganado.
(3) Derriíecos, los hijuelos ó brotes nacidos al pie de los árboles ó á su alre-
dedor.
(4) Elurna, partida del término de Gardo.
(6) Faso, partida del término de Garde.
(6) Zaspe, partida del término de Gardo.
(7) Uda, partida del término de Garde.
(8) SajosOTíioWam, partida del término de Garde.
^cción de Historia. 4¡
(1) Las consideraciones personales que el autor añade á las noticias que le
han dado ó que ha tomado de osos autores, denuncian bastante desoonocimien-
lo de Itt civilización árabe española, v. gr., el párrafo de las página? 81 y 82.
S2 Cultura Española.
mejor dispuesto. Es la única manera de que los esfuerzos de todos no se
pierdan en el vacio.
¿Quieren los extremeños Investigar la historia árabe de su tierra?
Pues que aprendan primero la lengua árabe (habrá quien se preste á en-
señarla); que se hagan prácticos en las otras disciplinas necesarias para
acometer con éxito la lectura de las obras árabes, y se convencerán de
la abundancia de materiales que tienen á su disposición; que los estu-
dien, y sólo entonces podrán saber lo que la civilización humana debe á
los musulmanes de Badajoz. Hasta que una cosa parecida no se logre, vale
más no ilusionarse con la creencia de que tienen hecha ya la historia
¿rabe de su provincia.
JULIÁN EIBKKA.
Libros recientes:
Mudes critiques sur la vie de Colomb avant ses découvertes, por H. Vig-
naud. París, 1905, xvi-550 páginas.
L'Espagne chrétienne, por H. Lecl6rcq. París, 1905, xxxvii-396 pági-
nas. Pertenece este tomo á la Bibliothéque dliistoire éclesiostique: su au-
tor es benedictino. Expone la predicación del cristianismo eu Es laña y
las vicisitudes de la Iglesia hasta el fln de la dominación visigótica. Se-
gún dice la Rivista Storica Italiana, es una exposición rica en detalles,
completa, nueva en algunos particulares y escrita de un modo claro y
atractivo.
La participation collectivt des femmes a la Revolution frangaise, por
A. Lasserre. París, 1905.
Anales de la Universidad de Oviedo. Tomo III, 1903-905. Con cuatro
fototipias. Oviedo, 1905, viii-313 páginas. (Contiene diversos trabajos
de historia del Derecho y uno sobre la cátedra de Derecho comparado
del profesor alemán Kohler, en que se exponen y discuten las relaciones
entre aquel estudio y el de la historia jurídica.)
D. Pedro López de Miranda, obispo de Coria y Calahorra. Estudio
histórico'por C. Groizard y Coronado. Cáceres, 1905,164 páginas.
F l L O L O Q l n Y LITERnTüRfl
La literatura española en 1 9 0 5 .
« *
* *
*
* *
(1) Este verso y el anterior los tomo de otra versión do Doñihuo, departa-
mento de Eancagua.
(2) Este verso y los tres anteriores los tomo de una versión de Tichuquéñ.
Los romances tradicionales en América. 8S
6.—Lucas Barroso.
(Recitador: Juan Carrasco, do cincnenta y sioto años, natural de Santiago.)
(1) Godos llaman en América á, los españoles. ¿Se aplicó este romance á
cualquier incideute de la independencia de Chile?
86 Filología y Literatura.
Ya le llevan á enterrar
por la plaza del mercado;
al olor de las sardinas
el gato ha resucitado;
por eso dice la gente:
siete vidas tiene un gato.
(1) La copia de esta versión dice Pero lo dejó citado. Me permito hacer plu-
ral los y citados porque en la pronunciación chilena la s final se aspira ó des-
aparece ¿ menudo.
Los romances tradidonaíes en América. 89
9.—La Magdalena.
Versión m u y imperfectamente r e c o r d a d a .
II.—Luis Ortíz.
(Recitador: Toribio Rojas, do cuar enta y ocíio años; lo aprendió en San Fernando;
reside en Santiago.)
13.—Los celos.
(1) Ojota, voz quichua que significa una especie de abarca usada en el
Ecuador, Perú, Chile, etc.
(2) Otra vei'sión de Los Andes repite este verso igual; una de Petorca lo
cambia asi: á andar en esos calzones, y el calzón es un pantalón corto. Los cal-
zoncillones, que no hallo en los glosarios de americanismos, serán acaso el equi-
valente de los zahones, pues la variante andaluza dice:
Tú quo estás acostumbrado
á ponerte esos sajones,
8i te casaras conmigo
te pusieras pantalones.
94 Piloíogia y Literatura.
(1) La galleta es pan bazo de moyuelo ó salvado fino, que se amasa en las
haciendas para racionar á los peones.
Los romances tradicionales en Amérlva. 95
del Brasil ó de Asturias. El pais está preparado p a r a su estu-
dio. El profesor del Instituto Pedagógico de Santiago, D . Ro-
dolfo Lenz, que conoce como nadie la poesia vulgar chile-
n a (1), trabaja actualmente en la propaganda de los estudios
de la literatura popular; su Ensayo de Programa para estu-
dios de folklore chileno, presentado á la Facultad de Humani-
dades de la Universidad de Chile, en la sesión de 9 de Julio de
1905, comienza el cuestionario poniendo como número 1 los
«Romances, corridos, cuentos en verso». De esperar es que,
patrocinada la idea por la Facultad de Humanidades y se-
cundada por una porción de profesores de castellano en toda
la República, iniciados en el Instituto Pedagógico acerca de
la importancia de tales estudios y dotados de una base cientí-
fica p a r a el trabajo, prosperará la buena idea, y d a r á los de-
seados frutos.
Un discípulo del Dr. Lenz, el profesor D . Agustín Cannob-
bio (ya conocido por muy útiles trabajos en este terreno, tales
como su abundante colección de Refranes chilenos), aunque no
había dirigido aún su atención especialmente á los romances,
tenia, entre sus materiales recogidos de boca del pueblo, ¡un
romance que generosamente me comunicó á mi paso por San-
tiago, y que es, por cierto, de los m á s curiosos:
(1) A. FABINELLI; Don Giovanni, Note critiche (en el Giornale Storico della
Letteratura italiana, vol. XXYII, 1896), en la página 23 está el cuento portugués
que cito arriba. Bastante parecido es también el milagro de Leoncio que sir-
vió de asunto á tantas representaciones teatrales de los jesuítas alemanes en
el siglo i v i i y principios del xviii, estudiadas por Zeidler, quien conjetura
qué el tema fué transmitido de España á Alemania. Según lo refiere el
P . ADEIANO POIRTERS en su Larva Mundi, un Conde Leoncio, imbuido de las
doctrinas maquiavélicas, y que no creía en la inmortalidad del alma, al pasar
por el cementerio halla una calavera, y dándole un puntapié le dice: «Si te
queda algún sentido después de la vida y me oyes, vente á mi cena con los
otros convidados». Llegado á casa Leoncio, al ponerse á la mesa, un esqueleto
se presenta á las puertas, y aunque se lo tratan de estorbar, se sienta entre los
convidados, llenos de terror. Por fin el esqueleto dice sor el abuelo del Conde
Leoncio, que viene á asegurar de la eternidad á su incrédulo nieto, al cual
arrebata consigo y se lo lleva despedazado. Nótese que no hay segundo con-
vite
Los romances tradicionales en América. 99
(1) Ya hubo de reparar en esto Farinelli, pues comienza así ol resumen del
romance: «un libertino (perché proprio un libertino?) trova, camiu facendo,
una testa di morto > Parinelli conocía el romance sólo por el resumen en
prosa que anticipó de él (antes de ser publicado porMenénduz Pelayo) E. 0^,-
T A i í K L O eu su Tirso de Molina, Madrid, 1893, pág. 117, nota. La palabra íiter-
tino os demasiado para traducir galán.
(2) Tn. BRAÜA: A Leuda de Dom Jouo (en O Posilivismo, Eevislaphilosopjii-
ca. Porto, IV, pág. 389). En Farinellí, pág. 21, se llama á éste «cajito popolare
delPAlgarvo», por errata de imprenta.
lOO Filologia y Literatura.
16. — E s c o g i e n d o novia.
(Teraióa de Buenos Aires.)
—«Hilo de oro, hilo de plata, »á contárselo á la Reina
>que jugando al ajedrez- »y al hijo del Rey también.»
»me decía una mujer —«Vuelve, vuelve, pastorcillo,
»que lindas hijas tenes.» »no seas tan descortés
—«Que las tenga ó no las tenga, >de las tres hijas que tengo
»yo las sabré mantener; »la mejor te llevares.»
»con el pan que Dios me ha dado —«Esta tomo por esposa,
«ellas comen, yo también.» »por esposa y bella íior
—«Pues me voy muy enojado »por ser su madre una rosa
»á los palacios del Rey, »y su padre un clavel.»
(1) Son cm'iosísimos los Materiales para el estudio del folk-lore misionero y
los Apuntes para un folk-lore argentino, publicados en la Revista del Jardín
Zoológico de Buenos Aires, I, páginas 129 y 367.
(2) Ohras de Lope de Vega publicadas x>or la Real Academia Española,
tomo II, pág. 400 a.
Los romances tradicionales en América. 101 \
aludiendo a l finísimo hilo de seda que se h a c i a en Portugal.
E n el entremés d e Cervantes La guarda cuidadosa, un mer-
c a d e r v a pregonando:
tranzaderas, holanda de Cambray
randas de Flandes, ó hilo portugués (1).
Asi como e n la versión de Buenos Aires se r e c u e r d a , aun-
que á medias, este famoso hilo.
L a versión chilena recogida en Santiago por el Sr. Vicu-
ñ a Cifuentes, conserva el primer verso antiguo, pues dice:
De Francia vengo, señora,
y en el camino encontré
á un caballero y me dijo
que lindas hijas tenéis.
17.—La aparición.
(Versión de Buenos Aires.) I
—«Dónde vas, buen caballero, «niuerta está que yo la vi;
»dónde vas tan solo así?» »el cajón que la llevaba
—«Voy en busca de mi esposa »era de oro y de marfil,
»á quien há días no vi.» >las alhajas que tenía
—«Tu esposita ya está muerta, >no te las sabré decir.»
Es versión incompleta del divulgadísimo r o m a n c e en que
l a esposa difunta se a p a r e c e a l caballero que la viene á v e r .
También oí c a n t a r á unas niñas en Montevideo este romance,
continuándolo h a s t a llegar á la aparición en esta forma:
»las alhajas que llevaba una sombra se acercó: ( = vi venir)
»no te las puedo decir, —«No te asustes, caballero,
»el manto que la cubría »no te asustes tu de mi;
»era puro carmelín.» »que soy tu querida esposa,
Al llegar al camposanto »que hace tiempo no te vi...»
Otras niñas c a n t a b a n m á s :
»que soy tu querida esposa
»que algiin tiempo te querí.»
Al subir á la montaña
Alberto se desmayó,
los soldados le declan:
«teniente, tenga valor!»
19.—Arrullos.
(Versión de Buenos Aires.)
20.—Delgadina.
(Torsión do La Plata.)
2 2 . —Don Claros.
(Buenos Aires.) (?)
2 4 . —El robo de l a p r i n c e s a .
(Provincia do Buenos Aires.)
27 Muerte de Elena.
(Recitadora: Maria Elvira Panizza, de once años; lo aprendió en Montevideo,
donde reside.)
28.—Silvana.
2 9 . — E l novio español.
(Eeoitadora: una señorita do Santa Crnz do la Sierra, Bolivia, que lo aprendió
de su abuela española.)
No me vengas con menazas es mi primo el español;
ni con cartas de perdón, los mismos años tenemos
porque yo no he de quererte, yo y mi primo el de León;
porque quiero á un español; el mismo día nacimos:
caballero bien nacido el dia de la Asunción;
del condado de León, él nació á la media noche,
qxie embarcado viene 4 verme yo nací al salir el sol;
en el barco del amo; él es el sol, yo la luna;
Tres meses ha que navega, para en uno somos dos.
¡quiera guardármelo Dios! Tres meses ha que navega,
Es misia (1) madre su tía, ¡quiera guardármelo Dios!
(1) Véase AGUSTÍN ns AZABA: Descripción é hisloria del Paraguay y del Rio
de la Plata. Madrid, 1847, pág. 177. PEBO HE^NÁSUEZ, en los Comentarios de
Alvar Núñez Cabera de Vaca, Valladolid, 1555, fo!. 130, ihuiui al mismo con-
quistador: Nunfro de Chavos.
TEATRO
L o s e s t r e n o s en n a d r i d .
CRÓNICn
Santiago Rusiñol.
Buena gente, comedia en cuatro actos traducida del catalán por Gregorio
Martínez Sierra y representada por primera vez en el teatro de la Comedia
de Madrid el 11 de Enero de 1906.
*
* *
*
* #
***
***
II
*
_ Teatro. l¿7
Ya han pasado seis años. Martín ha vivido en Oporto y allí se
ha casado y ya tiene una hija. ¿A que no aciertan quién es su mu-
jer? Nosotros tampoco lo hubiéramos adivinado si no nos lo asegu-
raran las criadas de Martín. Se casa con una hermana de la mujer
á quien asesinó. Las criadas están en la cocina y murmuran; en la
vieja casa esperan aquel día á los señores que allí vienen á insta-
larse. Martín se ha adelantado, y entre él y su criado hay un diá-
logo por el que sabemos que Santiago ha borrado completamente
las huellas del crimen; el señorito puede estar tranquilo. Una per-
sona sabía algo y ya ha dado cuenta á Dios. Aquella persona era su
madre, y él la tuvo encerrada hasta su muerte.
Las señoras comienzan á moverse, agitadas, en los palcos.—¡Qué
horror! ¿Un parricidio?—Esa es la interpretación que doy & un sor-
do murmullo que se extiende por la sala.
Martín vuelve demacrado, desalentado; los remordimientos lo
acosan y siente como todos los criminales pasionales un afán irre-
sistible de hablar de su crimen y de volver al lugar en que lo per-
petraron. Tal vez no tiene otra explicación, á juicio nuestro, el raro
capricho de volver á vivir en aquella casa. Y tanto como los remor-
dimientos, le escarabajea y lemuerde otra cosa: es la verdad, que la
lleva dentro, y teniendo hambre de sacarla fuera, de gritarla, tiene
que recogerla y esconderla, porque la verdad en él es el crimen.
Como aquella casa está en el campo, la guardia civil vela por ella
y en sus paseos de ordenanza se detienen allí á ofrecer sus servi-
cios. Aquel día traen amarrado á un criminal de cuidado y piden
para él una taza de caldo, pues viene casi examine. Martín ve en él
un hermano de crimen y le atiende, le sirve, le consuela y consigue
que los guardias le quiten grillos y cadenas.
Todos vemos en aquel presidiario el contraste que la autora ha
querido buscar para aumentar la confusión y los remordimientos de
Martín y censtu-ar de paso la desigualdad con que la justicia y la
sociedad suelen castigar el delito en los altos y en los humildes. ;
Ese recurso es ya viejo, peio una gran habilidad técnica y un arte i
hondo y fino pueden justificarlo muy bien. Muñoz y Pavón tiene
una escena parecida en su reciente hermosa novela Paco Góngora,
pero aquella escena de la catedral de SeviUa es tan motivada y deli-
cada y fina que sacude la sensibilidad y llama las lágrimas á loa
ojos, mientras que ésta es brusca, desagradable y, sobre todo, des-
pegada del conjunto. Nos parece que aquello es un postizo y que
además no saca de él gran partido.
También al criminal le pide Martín la verdad; que no niegue,
128 Filología y Literatura.
*
* *"
.**
T el público protesta indignado contra aquellas cosas estupen-
das que acaba de presenciar.
Yo creo que en la sala, como en la escena, el vértigo de la verdad
y de la justicia nos arrastra á todos por igual.
Skveeino Aznak.
Ignacio Iglesias.
Las urracas, comedia en tres actos, traducida al castellano por Antonio Pa-
lomero, estrenada en el teatro de la Comedia el 2o de Noviembre de 1905.
no sns personajes. ¿Qué quedará dentro de poco, si por este camino va-
mos, de todo el trabajo realizado por el naturalismo y el realismo en la
literatura? Habrá sido en gran parte sermón perdido, y ya lo está siendo
para los que se proclaman francamente románticos, no sólo en el fondo,
sino en los procedimientos. Y sin embargo, el naturalismo y el realismo
estaban en lo cierto en esas y en otras de sus exigencias. No debieran
cambiarse nunca algunos de sus principios, aunque diéramos mayores
vuelos á la fantasía de lo que se usaba hace algunos años y levantára-
mos algo más nuestro punto de mira. El realismo debe unirse con el idea-
lismo en vez de luchar ambos por ver quien vence á quien; pero en esas
relaciones entre uno y otro debe andar por medio la verdad. Si no que-
remos hacerlo así ahora y reaccionamos excesivamente en contra de lo
que ayer triunfó, otras generaciones serán las que se encarguen de res-
tablecer el perdido equilibrio, diciéndonos que nos equivocamos dos ve-
ces: en la primera dirección, y en la segunda, por ser demasiado absolu-
tos en una y otra. Galdós es, precisamente, de los que funden el realismo
con el idealismo, y esto por modo altísimo, genial; pero ¿por qué no ha
de ser siempre realista en el diálogo y en el modo de mover las figuras
en ciertos momentos determinados? Ambos procedimientos son conquistas
de su época definitivas ó que, cuando menos, merecen serlo.
Noto que á alguien podrá parecer lo que he escrito atrevido afán de
aleccionar á un maestro. No hay tal cosa, sino únicamente el deseo de
expresar una opinión .sincera y leal, aunque de dicho maestro se trate,
qiie al fln y al cabo lo que aquí debe juzgarse es un libro y no una per-
sonalidad. En ésta no hay que decir que existen siempre, como ya han
indicado otros antes de ahora, grandezas á lo Dickens, á lo Balzac y
aun á lo Goya. No he de venir yo á ponerlas en tela de juicio.
Limitándonos á Caísandra, no estará de más hacer constar, como con-
clusión, que su principal valor acaso estribe en ser reflejo exacto de un
estado de alma: e! de una parte de la sociedad española en e.stos últimos
años. Es una fecha, un dato histórico, además de una obra artística.
E . D . PBRÉS.
J. D. M. FORD: 'TO hite the du>t>, and st/mhoUcal lay communion (aparte de
Publications of the Modern Language Association of America, XX, 2), 1905.
OivA JoH TALLGREH. Las z y 9 del antiguo castellano, iniciales de silaba, estu-
(extrait des Mémoires do la Socióte
diadas en la inédita 'Gaya.' de Segovia
Néo-philologiciue a Holsingfors, tome IV, 1906). Helsinki, imprenta Cen-
tral, 1905, 50 páginas, en 8."
La cuestión del uso y etimología de la 2 y la 9 en el antiguo castella-
no es quizá una de las más difíciles de nuestra fonética; pruébalo desde
luego el muy distinto resultado á que llegan los dos principales trabajos
pxiblicados sobre esta cuestión por los señores Cuervo y Ford. El joven
filólogo finlandés O. J . Tallgren contribuye al esclarecimiento de esta
materia con el Opúsculo cuya portada se copia arriba, No es este folleto
Notas bibliográficas. Í4I
más que una parte, una muestra á veces incompleta, de los estudios con
quo el Sr. Tallgren acompañará la edición que prepara de la famosa é
ignorada silva de consonantes, conocida con el nombre de Gaya de Pero
Guillen de Segovia, cuya publicación total será de la más grande impor-
tancia para el conocimiento del vocabulario y la gramática del siglo xv.
La gran utilidad de la Gaya es ofrecer nuevo y abundante caudal de
vocablos (por ejemplo, la grafía rara gogo): espejialmente de inflexiones
verbales (por ejemplo, esponza, esponze, de esponjar), que el Sr. Tallgren
ordena y estudia atentamente, depurando las etimologías. A veces, el ma-
terial do la Gaya es insuficiente, y ganaría siendo completado; asi, para
el caso de cumDY no ofrece la voz orzuelo o r d e o 1 u, y Tallgren descarta
su gemela berQa * v i r d i a, explicando go^o de un hipotético * g ii s t i u.
Página 7, n. MansiUa, con s larga, debe sor el pueblo de la provincia
de León, y no una repetición de manzilla. Hay otros nombres propios no
notados por el autor como tales, y escritos por él eon minúscula en las pá-
ginas 42-49 de su opúsculo; asi el del famoso monasterio portugués de
Álcobaga; el do Alconuega, quo debe ser la forma antigua del pueblo de
la provinciy de Guadalajara llamado hoy Alcuneza; los de Caragena y
Luzón, en la provincia de Soria, escritos con igual ortografía, aquél en
el Libro de la Caza de D. Juan Manuel (86, 7, edic. Baist), y éste en ol
Poema del Cid, derivado del antiguo nombre de tribu L u s o n e s; Huen-
cimillan, hoy Fuencemillán ó Fuentemilláu, en la provincia de Guadala-
jara; Pucardán, que será variante de Puigcerdá.
Como nombres de personas están el del filósofo y médico árabe Aui-
gena, y el de Qendubete, que es el nombre que se da á Sindbad en el Libro
do los Engaños y Asayamientos de las mujeres: «un sabio quel desian
Cendubete.»
R. M. P ,
n o s n i c o
Como dato útil damos la siguiente lista de algunas de las obras estre-
nadas en los teatros de Madrid, desde 1.° de Enero á ai Diciembre 1905:
— Keal. Se estrenaron con motivo del tercer centenario de la publica-
ción del Quijote: La primera salida, de Selles; La aventura de los ga-
leotes, de los Sres. Quintero; El caballero de los espejos, de Ramos Ca-
rrión; Loa á Cervantes, de Fernández Shaw.
— Español. Andrónica, tragedia en tres actos, de Guimerá, traduci-
da en verso al castellano por D. Luis LópezBallesteros; A fuerza de
arrastrarse, farsa cómica en tres actos y un prólogo, original de D. José
Echegaray; Bárbara, tragicomedia en cuatro actos, de Pérez Galdós;
Rosas de otoño, comedia en tres actos, de Jacinto Benavente; El médico
de su honra, refundición, en tres actos, por D. Fernando Diaz de Men-
doza; £ í SMSÍO de la condesa, entremés, de Jacinto Benavente; Cuento
inmoral, monólogo, del mismo; Manon Lescaut, historia de amor en siete
cuadros, traducción de Alfonso Danvila y Jacinto Benavente; La Míral-
ta, drama en tres actos, de Ángel Guimerá, traducido al castellano por
D. Luis López-Ballesteros; La musa loca, comedia en tres actos, de los
Sres. Quintero; La sobresalienta, saínete lírico en un acto y tres cuadros,
de Jacinto Benavente, música de Chapi.
— Princesa. Ótelo, el moro de Venecia, tragedia en cinco actos, de Sha-
kespeare, traducida al castellano por F. Navarro Ledesma y José Cubas;
El encanto de una hora, diálogo original de Jacinto Benavente.
— Comedia. La muerta, drama en un acto, escrito en catalán por Pom-
peyo Creuhet, arreglado al castellano por D. José Pablo Rivas; J^ujica, co-
media dramática en cuatro actos, de Francisco Acebal; La madre eterna,
drama en tres actos, de Ignacio Iglesias, traducido del catalán por don
José Jerique y D. Rafael Roca; Juventud, drama en un acto, de Ignacio
Iglesias, traducido por Jurado de la Parra; La noche del amor, drama
lírico en un acto, de Santiago Rusiñol, traducido por Jurado de la Parra,
música de Morera; Los viejos, drama en tres actos, de Ignacio Iglesias,
traducido al castellano por Jurado de la Parra; La crónica escandalosa,
comedia en tres actos, de Miguel Ramos Carrión; Amor y ciencia, drama
en cuatro actos, de Pérez Galdós; Las urracas, comedia en dos actos, de
Ignacio Iglesias, traducida al castellano por A. Palomero; Las cigarras
hormigas, juguete cómico en tres actos, original de Jacinto Benavente.
— Lara. Secreto de confesión, comedia en dos actos, de Miguel Echega-
Mosaico. 143
ray; La cizaña, comedia en dos actos, de Manuel Linares Ei vas; El nuevo
servidor, humorada de los hermanos Quintero; Mañana de sol, paso de
comedia, de los mismos; Lo posible, juguete cómico en un acto, de Manuel
Linares Rivas; El enfermo crónico, comedia en un acto, de Santiago Eu-
siñol; Chiquilladas, juguete cómico en un acto, de Vital Aza; El rayo
verde, comedia en dos actos, de Eugenio Selles; En cuarto creciente, co-
media en un acto, de Linares Eivas; Los malheclwres del bien, comedia
en dos actos, de Jacinto Benavente.
— En el Cómico se estrenó i a cueva de Salamanca, saínete lírico en un
acto, dividido en dos cuadros, obra del teatro picaresco de Cervantes,
refundida por D. Francisco de Iracheta, música de D. Juan Gaj-.
— En la Escuela de Estudios Superiores establecida en el Ateneo de
Madrid, explican: D , Rafael Salillas, acerca del tema Z/a novela picares-
ca; y D. Julio Cejador, sobre Lingüistica.
En el Ateneo Barcelonés dan el segundo curso de unas lecciones so-1
bre Literntura catalana antigua D. Antonio Rubio y Lluch y D . Jaime
Massó y Torre uts.
~if- En el teati-o Principal de dicha ciudad ha venido celebrándose du-
rante el pasado año, y continúa en el actual, una serie de veladas selec-
tas en que se han representado traducciones catalanas de obras clásicas.
Moliere, Shakespeare, Sófocles, Eurípides, Goldoni, han desfilado por
aquel teatro, que tiene por empresario á un conocidísimo artista y por
director de escena á otro. El público y la prensa han recibido con simpa-
tía los esfuerzos de ambos en pro del buen gusto.
Han salido á luz los dos primeros tomos de una edición muy cuidada
y lujosa de las obras completas del poeta Jacinto Verdaguer. Otras
obras del mismo han sido también dadas á la estampa, como una colec-
ción de poesías titulada Al Cel.
Tomamos de El Diario de Barcelona:
«Se ha publicado la convocatoria del Congreso Internacional de la
Lengua Catalana, que se ocupará en el desarrollo de los estudios filoló-
gicos en Cataluña, tratará las cuestiones históricas y literarias que con
dicha lengua están relacionadas y cuidará de atender al conocimiento y
extensión de la misma.
»El Congreso, que se pone bajo la protección del Ayuntamiento y de
la Diputación de Barcelona, se celebrará en los últimos días de Abril. Han
prometido concurrir, y han señalado ya importantes temas para sostener,*
los profesores Schadel, de Halle; Couson, de Bélgica; Saroyhandi, Cuervof
y FonlchéDeiboBC, de París; Beer, de Víena; Farinelli, de Insbruck, y
Parodi, de Florencia.»
Ha fallecido el editor D. Juan Gili, que había publicado, entre otras
muchas obras, una Colección Elzevir Eustrada, que llamó mucho la aten-
ción por su buen aspecto exterior y baratura, tanto como por los libros
y autores que en ella figuraron. Entre estos últimos se hallaba el malo-
grado Juan Ochoa, que D. Juan Gili tuvo el buen gusto de acoger, á pe-
144 Filologia y Literatura, i
sar de que su nombre no era de los que se cotizaban á buen precio en el
mercado. Hijo del difunto es D. Gustavo Güi, conocido é inteligente edi-
tor también.
Leemos en La Vanguardia del 3 de Enero de este año:
<E1 Sr. D. PLoque Chabás ha recibido una carta del Sr. Menéndez Pe-
layo dándole la enhorabuena por su hermosa edición del Spill de Jaume
Roig, que es, á juicio del doctísimo critico é insigne bibliógrafo, la pu-
blicación más importante que hasta ahora se ha hecho de un texto poéti-
co catalán, y el quo ofrecía mayores dificultades.»
-if- Impresiones sugeridas por el Quijote es el título del discurso que en
conmemoración del centenario leyó ante la Universidad de Barcelona
D. Antonio Rubio y Lluch, catedrático de Lengua y Literatura españo-
las en dicha Universidad. Acaba de ser impreso, formando un elegante
folleto de 30 páginas, y es un trabajo notable por su estilo y por su fon-
do, al que ha sabido dar relativa novedad su ilustrado autor, á pesar de
lo gastado del asunto. Se lee con provecho y con gusto.
La Eeal Academia de Buenas Letras de Barcelona ha recibido un
oficio de la Real Academia de Suecia, firmado por el rey Osear, propo-
niendo que se designe á un literato catalán para que figure en el con-
curso del premio Kobel.
Advertimos en general que, según Jos estatutos del premio Nobel de
literatura, «el derecho para presentar candidaturas corresponde á los
individuos de la Academia Sueca, á los de la Academia Francesa y á ios
de la Academia Española, á los miembros de las Secciones literarias de
las otras Academias, asi como á los de las instituciones y Sociedades lite •
ravias análogas á las Academias, y á los profesores do estética, de litera-
tura y de historia de las Universidades. Son los miembros particulares de
dichas instituciones—y no las Academias, Sociedades, etc., como tales—
quienes tienen el derecho para proponer candidaturas».
M. Morel Fatio explicará este año, en su cátedra de L'Ecole des Hau-
tes Etudes, los textos castellanos de la Edad Media, dando una lección
semanal. En el Colegio de Francia explicará la Vida de Miguel de Cer-
vantes.
-if- Ha fallecido en París M. Mauricio Bixio, que fué colaborador de Le
Temps y había publicado traducciones, calificadas de excelentes, de Ijis
novelas de Galdós y de Blasco Ibáñez.
En la Sorbona, un profesor de la Universidad de Harvard, de origen
español, D. Jorge Santayana, dará, hasta Marzo próximo, una lección
semanal, en inglés, sobre el movimiento filosófico americano, ó, prin-
cipalmente, sobre el de las ideas en Inglaterra y el eco que hallan en loa
Estados Unidos, tanto en la filosofía como en la literatura. Asisto á las
conferencias, que se han celebrado hasta ahora, uu público numeroso, en
el que figuran no pocas señoras de la sociedad elegante.
El nombre de Jorge Santayana no es desconocido en la liter.'ttura in
fflesa contemporánea, por ser el de uu poeta cuio retrato basta ver para
Mosaico. 14S
notar en él el tipo español, aunque el Sr. Santayana escriba habitualmen-
te en inglés. En sus versos habla con cariño de España y cUce que nació
á orillas del Tajo. Suponemos quo esto poeta será el conferenciante de la
Sorbona.
Recientemente dijo Lord Rosebery, en un discurso, que se supone
que la muerte del famoso poeta inglés Keats fué ocasionada por un ar-
ticulo publicado en la Revista de Edimburgo. Un periódico de su pais ha
hecho notar que, como es sabido, no fué la Revista de Edimburgo la que
publicó el articulo á que Lord Rosebery aludía, sino la Quarterly Review
y que, por otra parte, ningún devoto de Keats presta hoy crédito á la
leyenda de que un articulo de revista le matara. Como la leyenda en
cuestión ha hallado también eco entre nosotros, no estará do más recor-
dar la opinión de los críticos ingleses. El mismo Keats había escrito que
no sentía la menor humildad ante el público, y que sus propias críticas
le hablan atormentado muchísimo más quo cuantas pudieran escribir
contra él las dos revistas que más duramente le atacaron: la Blackwood
y la Quarterly.
-tf~ Don Quichotte, drame heroX-comique, ha llamado el poeta Juan Ri-
chepin á la obra quo se estrenó en ol teatro de la Comedia Francesa, de
París, el IG de Octubre del pasado año, y que ha publicado luego ol edi-
tor Fasquelle. Es una tentativa más para llevar á la escena la novela de
Cervantes; pero es obra de valor literario y sello propio. Está escrita en
hermosos versos, y consta de tres partes y ocho cuadros. Resulta xin dra-
ma francés, de corte clásico, con personajes españoles, y las escenas arre-
gladas por el dramaturgo, según le ha convenido, siguen siendo pinto-
rescas é interesantes. La principal novodad que ha introducido Richepin
en su obra es quo D. Quijote muere viendo que su idealismo ha llegado á
convencer á Sancho de algo, de la verdad de su gobierno en la ínsula
Baratarla. El hidalgo mauchego es el idealista que ha sombrado y que
ve, con sorpresa y júbilo, germinar la semilla en el cerebro del vulgo. Es
éste un final modernizado, en el quo hay grandeza y simbolismo, aunque
quizá poco ajustados á la genuina ortodoxia cervantista. Sea como fue-
re, la obra no puede confundirse con la multitud de las escritas por los
que se han atrevido á poner mano en ol Quijote. Nótase fácilmente que
el drama es de un poeta y literato de verdad. En la literatura francesa
de hoy parece continuar la tradición de Cyrano de Bergerac.
- ^ E n t r e las traducciones del Quijote que se han publicado con motivo
del centenario, citaremos la del eminente hispanista sueco D. Eduardo
Lidforss, á quien debemos fundamentales estudios sóbrelos antiguos mo-
numentos de nuestra literatura, algunos de ellos redactado en castellano;
agotada la primera edición de su Quijote de 1892, la reimprime ahora:
Den sinnrike Junkern Don Quijote af la Mancha Ofversatt och fOr-
sedd med upplysanda noter afKa. LIDI'ORSS, Jubileumsupplaga; Stoc-
kholm, Fahlcrantz & C", 1905, cuatro volúmenes. También podemos ci;
tar, aunque no acabada de publicar, la traducción del antiguo cónsul de
CULTUllA 10
146 Filología y Literatura.
España en Francfort del Main, el Dr. Liidwig Braunfels, perfecto conoce-
dor de nuestro idioma y traductor también de varias comedias de Lope,
Tirso y Calderón y del antiguo Romancero; es la última traducción ale-
mana aparecida en 1883 en modesta edición, que ahora se reimprime en
cuatro elegantes volúmenes: Der sinnreiche Junker Don Quijote von der
Mancha übersetzt, eingeleitet und mit Erlduterungen versehen von
LüD. B R A U N F E L S , Neue, revidierte Jubilaeumsausgabe; Strassburg, K.
J. Trübner, 1905; un escritor de fino gusto literario, Heinrich Morf, qiie
prologa esta segunda edición, hace un cumplido elogio del mérito artís-
tico de la traducción. (Comp. Bibliogr. de L. Rius, I, núm. 1094 y 777.)
-if- Moliere y el teatro español se titula una obra francesa que ha publi-
cado la casa Hachette y C.'', de París. Es original de E, Martinenche,
autor de otro libro conocido: La comedia española en Francia. La última
obra de Martinenche está destinada á demostrar la influencia que ejerció
en Moliere el teatro clásico español.
-^t- Del editor Armand Colin es también otro volumen que nos interesa:
Espagnols et Portugais chez eux, por M. Quillardet.
Through Five Republics of South America es el título de una obra
reciente del editor Heinemann, de Londres, escrita por Perey F. Martin,
y que trata de la Argentina, Brasil, Chile, Uruguay y Venezuela.
-if- De los editores Dent y C.'^ es otra obra inglesa: hi tlie Track of the
Moors. Sketches in Spain and Northern África, cuyo autor es Sybil Fitz-
gerald. Ambos volúmenes llevan numerosas ilastraciones, y en el segun-
do se recogen impresiones recibidas en Andalucía.
Ha visto la luz, en Milán, recientemente, una traducción italiana de
la novela de Valora Las ilusiones del doctor Faustino.
D. Adolfo Hillman, entusiasta y culto difundidor de la literatura es-
pañola contemporánea en Suecia, acaba de publicar un lindo folleto de
diez páginas á dos columnas y con doce grabados, cuj'o titulo es Los
dramaturgos españoles modernos {Om Modern spansk Dramatik).
Stockholm, 1905.
Balance d e actualidad.
SU
Cií
-deunalist:: :üD.LuÍ£
'^¡.éndez de ik,
: = ;:3 de Olivare-
La Venus del espejo. I6t
del Museo del Prado—, cuanto dista su fresco suelo de la aridez in-
fecunda de la estepa castellana.
Yo no sé si algún día habrá en Galicia grandes pintores, dignos
paisistas de la tierra gallega; quizás la belleza de ésta, tan á la
mano, tan por todas partes, habrá de solicitar el afán estético de lo
pintoresco en los naturales menos, mucho menos, que en los artistas
forasteros. Lo que sé, lo que se puede decir, es que en la historia
del arte galiciano falta la Pintura.
Y no falta, en cambio, la Escultura. No debo exagerar la impor-
tancia de ésta; no debo extremar el paralelo; no debo inducir á na-
die á error. Galicia, para mi, es en unas épocas de la Historia casi
el único centro peninsular visitado de la cristiandad occidental:
en la Edad Media, en el apogeo de la Edad Media; pero es Galicia
después la región española más aislada de los centros artísticos, y
aquella en que tomara nuestro feudalismo, en la época misma de su
general decadencia, caracteres más bravios y dureza más arraiga-
da y perdurable: así el feudalismo secular como el episcopal y el
abadengo. Las artes de la cultura en los siglos x v y xvi, en los si-
glos del renacimiento, ¿cómo habían de florecer en país cuyas ciu-
dades mismas no eran—como en Italia, como en Alemania, como en
Francia, como en el resto de España—asiento de libertades muni-
cipales y emporios de una verdadera clase media, cuya existencia
en Galicia, como clase predominante, al menos, es un mito aun en
los siglos posteriores de la civilidad europea? Si de poderosos (de
magnates, prelados, cabildos) vino la protección á las artes an-
tiguas, precisa reconocer que solamente en las clases medias se re-
clutaron los artistas, en el gusto de ellas se educaron, é hijos de
ellas por la gloria fueron enaltecidos. Nótese el hecho, comproba-
ción elocuente de estas consideraciones: en los primeros años del
siglo XVII, bajo Felipe III, era un artista gallego, Gregorio Hernán-
dez, el que llevaba el primer nombre en la Valladolid todavía cor-
tesana de entonces; como era un gallego, Felipe de Castro, en el
Madrid de Fernando VI, el artista español de mayor nombradla. -
Pero uno y otro, no en Galicia, sino fuera de ella, hubieron de per-
feccionar su educación y aprendizaje; fuera de ella, sobre todo,
hubieron de castigar su estilo y su gusto.
Toscas en general son las obras del arte plástico gallego, en las
que siempre parece que perdura el arte románico, allí connaturali-
zado—el arte románico, espontaneidad, sencillez, ingenuidad é in-
correción en flguras, grupos y ornatos—, pero sobre toscas declaran
el mal gusto, el gusto nada castigado ni depurado, de aquellas gen-
174 Arte.
II
(1) El conde de Tolosa, Ponce II, que vivía por 1045, y dicen que debió
morir por 1061 (según los escasos datos que en este instante tengo ¿ la mano),
visitó de peregrino el sepulcro de Compostela acompañado de un su único
bermano varón. Bajo el reinado (que casi puede llamarse así por la real inde-
pendencia de que hacían gala en sus Estados los condes de Tolosa, Albi, Ca-
hors, Ehodez, Perigord, Carcasona, Agen etc.), de sus hijos Guillermo II
(que falleció por 1090, y había regularizado en 1072 la vida canónica del ca-
bildo de Tolosa) ó Ramón II (que murió cruzado en Trípoli, después de agre-
gar á la corona heredada de su hermano los Condados de Agde, Nimes, Bo-
ziers y aun Provenza) es cuando se concibió la idea de construir el templo
de San Serenín y se puso mano en la grande obra. Este D. Ramón II, conde de
Tolosa, que la presidió, era yerno del rey de Castilla y de León y Galicia Al-
fonso VI, por haberse casado con Doña Elvira, su hija.
(2) Sostiene el Sr. Lampérez que de los problemas constructivos que el tra-
zado de la Catedral compostelana supone, no aparecen en Galicia monumentos
en que se vean los indispensables tanteos que habían do preceder 4 solucío-
SANTIAGO DE COMPOSTELA
PÓRTICO DE LA GLORIA
• i eiíi;- í A d o r Ij. Aiioi;--
de í u - (iesceiidienles SOL';-.
haudo 1 1 V Alfonso IX). out
en los días de Maesti-o Mateo, casi puede decirse, además, que era
Compostela principal centro de toda una Monarquía, capital moral
de la misma, lugar de coronación de los monarcas y de sepelio
para los despojos.
Recuérdese al caso que el vigor regional de Galicia, una sola
vez en toda la historia política y literaria de España, apareció en-
tonces triunfante, ya no con tendencias autonomistas, sino todo lo
contrario, ejerciendo primado y hegemonía sobre una nacionalidad
entera, sobre todo un reino al menos. Una vez en la historia, enton-
ces, Galicia que de una manera ó de otra había afirmado su perso-
nal espíritu en sublevaciones—como una contra Fruela I, en el si-
glo viii; otras, del conde de Galicia, Nepocíano, contra Ramiro I, y
del conde Fruela contra Alfonso III, en el ix; del conde Gonsalvo
contra Sancho I, y de Bermudo II contra Ramiro III, en el x—-ó su-
gestionando á los reyes intentos de desmembración para apaño de
segundones de la dinastía—Ordeño II, rey de Galicia, en el siglo x;
García I, en el xi; Urraca, con su marido D. Ramón, poco después—,
logra por fin, con las luchas de doña Urraca, ya reina, con su hijo
el emperador D. Alfonso VII, educado en Santiago, y con la rama
de sus descendientes segundones «reyes de León» privativos (Fer-
nando n y Alfonso IX), que Compostela sea cabecera de una parte ^
nes tan definidas como las que aquel trazado supone, mientras en el Sur de
Francia, en especial en Auvernia, se ven los precedentes constructivos for-
mando serie y verdadera escuela local que extendió sus ramas alargándolas
hasta San Vicente de Avila y Santiago de Compostela. Yo, discrepando, con
grandísimo temor, de esa tan autorizada opinión, me atreverla á sostener
que los tramos del coro en la nave de los pies de la Catedral de Lugo eran no
mala imitación, sino tanteo preliminar de las soluciones compostelanas, si
los datos documentales no me llevaran á titubear en esa convicción.
Don Adolfo Fernández Casanova, arquitecto también, y también distingui-
do arqueólo, demostró que de las dos gemelas, la iglesia santiaguesa es la más
perfecta, con ser la comenzada antes; pero ello no creo baste á rechazar la
, perfecta verosimilitud histórica de la más reciente hipótesis francesa de que
el que trazó San Serenín para Tolosa, trazó después la Catedral de Santiago,
teniendo en Galicia la fortuna de asistir á su construcción cuando otros, que
no él, dirigían la ejecución de sus planos en Tolosa. San Serenín, restaurado
por Viollet-le-Duc, sin postizos ni vecindades, la he podido admirar yo, ha-
ce unos años, en extensísima plaza como gallardo conjunto; la basílica del
apóstol, en cambio, está absolutamente oculta ó desfigurada al exterior, como
todos nuestros grandes templos, por la agregación de capillas, dependencias y
claustro y la vecindad del palacio episcopal—cuyas salas góticas, hoy aban-
donadas, producen tan fuerte impresión en el ánimo, llevándonos á los tiem-
pos legendarios de la silla ambicionadlsima de Compostela.
CUITÜBA U
Í78 Arte.
HISTOIRE DE L'ART, depuis les premien temps ehrétiens jusqu'á nos jours.
Publiée sous la direction de Andi-é Michel. Armand Colín, París, 1905.
(1) Véase la nota puesta en la página 19 del tomo I de las 'Noticien de l»t
arqv.ittciot y Arguxttclura de Eapaña.
Bibliografía. I9t
están abiertas tres siglos después de la construcción del ábside? ¡Medra-
das hubiesen estado las defensas de la muralla de Avila, en la que está
aquél, si en ella se hubiesen abierto tales ventanas!
Queda para discutir en el libro de M. Enlart ia parte más importan-
te: las atribuciones de escuelas y épocas de muchos monumentos de Es-
paña. Tarea es ésta larga j- profunda que prometemos acometer en otra
ocasión. La que hoy hemos emprendido tiene por objeto señalar la im-
portancia de la Historia de André Michel, primera en la que se da á
nuestra vieja arquitectura el puesto que merece; pero también advertir
los errores, guiados del mejor deseo, pues sólo con el concurso de los es-
tudiosos de cada país puede llegarse á la confección de una Historia ge-
neral exacta y concienzuda. La depuración completa, ó por lo menos el
conocimiento más fiel de nuestra Arquitectura medioeval, sólo un ar-
queólogo español puede acometerla, y creemos que no ha de pasar mucho
tiempo sin que ss intente.
V . LAMPÉREZ.
FiLOSOFÍn
La Sección de Filosofía.
*
* *
L A LÓGICA D E LA VOLUNTAD.—Todos los psicólogos reco-
nocen que los actos de la voluntad v a n acompañados de fenó-
menos conscientes, representaciones, juicios, etc.; pero difie-
r e n sus opiniones al a p r e c i a r el infiujo de la idea ó represen-
tación en el acto voluntario. Unos estiman que los juicios y
razonamientos que preceden á la volición no son causa de
nuestras acciones, y que, por consiguiente, no h a y relación
de dependencia necesaria entre el acto voluntario y sus a n t e -
cedentes lógicos. Son, pues, el entendimiento y la voluntad
dos fuerzas mentales irreductibles.
E n frente de esta opinión sostiene Lapie en su Logique de
la volante que entre la volición y sus antecedentes intelectua-
les se da un partilelismo riguroso h a s t a el punto que los ca-
r a c t e r e s de toda volición se corresponden con los c a r a c t e r e s
de los juicios antecedentes; que los defectos intelectuales ex-
plican las debilidades de la voluntad, y que la virtud m o r a l
es exclusivo resultado de cualidades intelectuales. No h a y ,
pues, en el e s p M t u dos fuerzas irreductibles, sino que, como
198 Filosofía.
(1) «El individuo es justo para consigo mismo cuando se considera como
igual á si mismo y no sufre ninguna disminución de su ser sin reconquistar
lo que lia perdido En un agregado de seres independientes reina la justicia
cuando cada uno de los agentes está sometido á las leyes de la justicia indi-
vidual, cuando cada acción positiva va seguida de una sanción positiva, cada
acción negativa de una sanción negativa, cuando agentes iguales reciben por
los mismos actos la misma recompensa ó el mismo castigo, cuando la emoción
es proporcional al valor de los actos y al de los agentes. Por último, en una
sociedad de seres solidarios, reina la justicia cuando cada asociado, después
del acto, recoge una parte de beneficio ó sufre una parte de pérdida propor-
cional á su valor y á su papel ea la obra común», pág. 45.
200 Filosofía.
* *
(1) Edic. Cairo, 1312 Hég.—Cfr. Algazel, Dogmática, moral y ascética, por
M. Asín (Zaragoza, 1901), pág. 172.
(2) Edic. Cairo, 1293 Hég.—Cfr. Mohidín apud Homenaje á Menéndez y Pe-
layo (Madrid, 1899), II, 221.
La psicología del éxtaxis 2Ü
experiencia religiosa. Su estudio, por consiguiente, posee el
interés, no de dos misticos individuales tan sólo, sino de dos
tipos. Y si se añade que su inñuencia en la vida religiosa del
islam h a sido enorme, determinando el nacimiento de innume-
rables órdenes y cofradías ascético-místicas que todavía hoy
extiendeu su acción por todos los paises musulmanes, desde
el Atlántico hasta la India, se comprenderá sin trabajo lo mo-
tivada que h a sido mi elección p a r a poder reflejar en breves
páginas lo más interesante que p a r a el psicólogo arroja la
observación de la vida mística musulmana.
El asunto es inmenso: más de seiscientas páginas, bien nu-
tridas, consagra Abenarabí en su Fotuliat fll, 183-752) á la
descripción solamente de los estados previos al t r a n c e extá-
tico; Algazel, por su parte, dedica todo un volumen de su Uiia,
el 4.°, á explicar los diferentes grados ó moradas de la vida
unitiva. Por eso, en la imposibilidad de condensar aquí tan
complicados y minuciosos análisis, he preferido limitar mi es-
tudio al fenómeno más característico y culminante de toda la
vida interior, al éxtasis, que como acto tipo representa y ex-
plica todos los otros que son su preparación y germen. L a
doctrina de Algazel v a resumida, porque casi nunca es ex-
presión de su vida personal, sino narración de estados ajenos.
La de Abenarabí, en cambio, abunda en descripciones auto-
biográflcas; por esto y por tratarse de un místico español, casi
completamente ignorado en su patria, los análisis y los textos
sustituirán al resumen.
II
(1) Cfr. Les lendances fondameiitales des mystiques ehrétiens {Rev. Phil., Ju-
lio y Noviembre, 1902).
222 Filosofía-
(1) Croo que Abenarabí quiere decir que si en el éxtasis conserva el místi-
co alguna conciencia, aunque vaga, de su personalidad, no habrá llegado al
grado de que aquí se trata, pues su inconsciencia será como la del que sueña,
el cual se da cuenta de su persona y no cree soñar, sino vivir realmente como
si estuviera en vigilia.
La psicología del éxtasis....- 22S
(1) Fotuhat, II, 751-2. Esta misma alegoría de las dos luces empleó ol Doc
tor Iluminado, Eaymundo Lulio, para hacer imagiuahle la comunicación de
la luz de la fe al entendimiento humano, en su Liber mirandarmn demonstra-
tionum {Opera omnia, edic. Magunt., II, lib. 1.°, c. 34, pág. 13): « qnemad-
modum lumen oandelae descendit inferius per fumum candelae recenter CXT
tinctae quaesubtus stat prope candelam accensam et hoc ideo quia ignis ap-
petit ascenderé cum sua forma bene sequitur quod intellectus et suum
intelligere habeant possibilitatem ascendendi superius, hoc est, recipiendi ar
tículos pro obiectis>. La identidad del símil, hasta en las palabras, y la ana
logía del fin que con él se proponen ambos místicos (Abenarabi y Lulío), de-
La psicología del éxtasis 231
nnncia imitación flagrante, que viene á, confirmar una vez más la tesis soste-
nida por mi maestro, Sr. Ribera, de que Lulio fué un sufi cristiano imitador
de Abenarabi ó de algún discípulo suyo (Cfr. Orígenes de la filosofía de R. Lu-
lio, apud Homenaje á Menéndez y Pelayo, II, 195). Por lo demás, no son estas
las únicas imitaciones que las obras de Lulio contienen: los principios cardi-
nales de su metafísica son copia de los de Abenarabi, según demostraré en
otra ocasión.
232 FUosofia.
(1) Cfr. Fotuhat, I, 857, donde habla de los místicos quo al llegar á cierto
grado adquieren la dote de la iluminación imaginativa: dice que en el éxta-
sis se imaginan cualquier deleite, v. gr., el do la unión sexual, y engendran,
aunque fantásticamente, hijos. Añade Abenarabi, con alguna audacia, que
de tal delectación no son responsables porque están estáticos. Pero no es
esto lo más extraordinario, sino que á reglón seguido afirma con toda serie-
dad, sin sombra de ironía, que esos hijos, á las veces, dejan de ser fantásti-
cos y pasan á ser sensibles, es decir, reales. De tales místicos, así hombres
como mujeres, dice que conoció muchos en Sevilla, Tremecén y Meca.
La psicología del éxtasis 233
(1) Cfr. Doutfcé, Les marahouts, París, 1900, pág. 34, 75.
(2) Fotuhat, I, 324. Más adelante añade qno éstos pasan sin comer ni beber.
Casos tales cita Abenarabi, que parecen inverosímiles. ¡Así asegura que
Abuocal ol Magrebi pasó cuatro años en Meca. Almacari (edic. Cairo, 1302
Hég., III, 157) refiere también que en los años 840-850 (1436-1446 de J. O.) llegó
á Tremecén una mujer de Ronda, que ni comía, ni bebía, ni orinaba, ni defe-
caba, ni tenia el flujo menstruo y que aseguraba alimentarse durante el sue-
ño. El sultán la encerró en una cámara de su palacio, vigilada de cerca por
médicos, y así pasó un año entero. Lo mismo se refiero de una tal Aixa, natu-
ral de Argel. ,
234 Filosofía.
La cuestión cerebral está hoy, más que nunca, á la orden del día,
y nuestros lectores no se admirarán de ver que le consagremos el
primer lugar en esta crónica.
¿No es acaso el cerebro la base de la actividad humana, la con-
dición de la vida psíquica, el necesario instrumento del pensar cons-
ciente? ¿Cuál es la naturaleza de su íuncionamiento? ¿Está dividido,
fraccionado, desmenuzado en tantos centros cuantos ofrece su su-
perficie, ó, por el contrario, presenta, mediante esos centros unidos
y asociados, una unidad profunda que asegura la innegable unidad
de la conciencia? Tal es la cuestión que se plantea y que es preciso
resolver á la doble luz de la razón y de los hechos.
La lógica nos obliga á creer en la unidad de la vida cerebral. No
podríamos, en efecto, admitir su división en pequeñas vidas sepa-
radas, especiales, autónomas, cuando todos nuestros actos psíqui-
cos acusan el consensus fisiológico del órgano, cuando la unidad de
la conciencia, condicionada por el cerebro, es tan evidente y tan
necesaria.
Los hechos corroboráñvel testimonio de la introspección. Los
centros de neuronas están asociados entre sí por una infinidad de
clama y exige una causa, y esta causa no puede ser otra que el
alma viviente. He aquí lo que demuestra la fisiología por sus más
recientes descubrimientos, que son á la vez el más espléndido testi
monio en pro del esplritualismo tradicional.
II
ni
Revistas nuevas.
Necrología.
análisis de Revistas.
The Journal of Philosophy Psychology and sclentiflc Methods. Vol. II. 23,
9 Noviembre 1905.—KATB GORDON, The Eelation of Feéling to Discri-
•niination and Concep¿¿o?i.—IRVIXG KING, The Real and the Pseiido Psy-
chology o f Religión.—W .-P. M o s T A O U E , Panpsycliisni and Monism.—
PBRCY HUGHES, Dr. Bush's Definition of Consciousness.—Reviews and
Abstraéis of Litterature.—Yoi. II. N° 24, 23 Noviembre 1 9 0 5 . - K A T B GOR
DON, Feeling and Conception.—WII-L S . MONROL, Mental elements of
Dreams.—Discussion.—Reviews and Abstraéis of Litterature.
Libros recientes.!
II
III
IV
BIBLIOGRnFtn RECIENTE
dra parodiar, remedar ese acto, con ese mismo fin supuesto, pero
DO es faena de pedagogo el hacerlo realmente en la Andiencia.
ün orador parlamentario hablará en el Congreso de cualquier
asunto de interés propio ó general; podrán aprenderse, por su dis-
curso, altas teorías políticas, asuntos financieros, de minas, de ca-
rreteras, de administración, etc., etc.; pero ese acto no es posible
que sea pedagógico, pues no se hizo con intento de enseñar.
Un comerciante informará á otro comerciante, un industrial á
otro industrial para hacer sus tratos y combinaciones, y podrán
esos informes ofrecer ocasión para que se aprenda; pero no pueden
constituir método de enseñanza.
Más aún: al maestro ebanista ocurrirásele ordenar de palabra
á un oficial ó aprendiz la manera de proceder en una obra que le
ha pedido un cliente, y dará esa orden con intento, no de enseñar
á ese oficial ó aprendiz, sino de que éste i'ealice la faena conforme
á los deseos del parroquiano. Ese acto ya no es pedagógico, aunque
resultara que el oficial ó aprendiz hubiera aprendido por ello la ma-
nera de realizarla. ¿Por qué?
Porque lo que caracteriza lo pedagógico no es sólo el medio in-
directo empleado, sino el fin. El fin es esencial para determinar la
naturaleza de estos actos, pues según se tenga uno ú otro fin, cam-
bian completamente las condiciones de los mismos.
El abogado, al informar en la Audiencia, expondrá únicamente
las doctrinas jurídicas relacionadas con su pleito y. pertinentes al
caso, por cuya decisión favorable actúa; él se halla interesado en
ocultar, no sólo aquello que directamente perjudique á su causa,
sino lo que indirectamente pudiera suscitar dudas y perplejidades
en los jueces. La impresión que busca producir no es la pedagógica:
sostiene que la ley es clara, evidente y explícita en lo favorable á
su cliente, aunque sea turbia y nebulosa para un jurista desintere-
sado, como ha de ser el pedagogo. Este, enseñando en su clase, to-
maría precisamente la posición contraria, de exponer la doctrina
general, sin tener en cuenta el interés especial de un hecho, que
sei-ía lo último que á él se le podría ocurrir. Los fines distintos de-
terminan la marcha en direcciones distintas de la conducta huma-
na, en este y en todos los demás ejemplos, en este y en todos los
ramos.
Cuando guía el fin pedagógico del enseñar, es de esencia el aco-
modarse en los actos de enseñanza á conseguir la impresión pedagó-
gica; y todo lo que se haga con ese fin, está desviado y á veces con-
trapuesto de los otros fines. En el acto sencillo de ordenar el maes-
288 Varía.
(1) No creo que el lector interpretará estas frases mias como aplauso á la
conducta de los que van á las Cortes á defender intereses personales, menudos
y rastreros, en oposición á la conducta del catedrático, cuyo decoro ó digni-
dad le impiden descender á tan bajo nivel; sin embargo, me conviene de-
clarar mi opinión de que á las Cortes se debe ir á defender intereses, los más
nobles, los más justos, los mas honrados, sí, pero intereses sin los cuales no se
conciba al oficio de la» Cortes; para entretenerse charlando sin utilidad al-
296 Varia.
guna no se han establecido. Por tanto, el que por simple vanidad de lucir BU.
ciencia y su facilidad oratoria, ó por el gusto de aparecer envuelto en bri-
llante aureola de virtud, se presenta allí apartado ó desligado de todo interés
mundano ó terreno, cual si acabase de bajar de esferas sublimes ó celestes, ése
no ejecutará al pronunciar su discurso ningún crimen ni acción infame; pero
podrá decirse que ha perdido el tiempo y lo ha hecho perder á los demás; y
eso, á mi juicio, no es maravillosa ni extraordinaria virtud. Kutro la conducta
del que defiende los más caros intereses, los más nobles, y la del que no de-
fiemde ninguno, media un ibismo.
sunñRio
SECCIÓN bE HISTORIA
Páginas.
La Sección de Historia 1
F. Aznar Navarro.—Los .solariegos en León y Castilla 4
E. Ibarra.—Bibliografías liistóricas regionales: Ar.igón. 1. Pre-
liminar.—II. Aragón antes de aparecer el reino do Aragón. . 27
P. Longás Bartibás.—Documentos inéditos: Ordenanzas munici-
pales de la villa de Garde (valle de Roncal) 35
BiBLiOGRAPi.4. CEÍTiCA.—J. Humbcrt: Les origines vénézuélien-
nes.—L'occupation allemande du Venezuela au XVP siéde.
(R. Altamira) 45
M. E. Martínez.—Historia del reino de Badajoz durantela do-
minación 7nusulmana. (J. Ribera) 50
Studí di diritto rotnano, di diritto moderno e di storia del di-
ruto. (A.) 52
REVISTA DE REVISTAS. — (Españolas, italianas, francesas,
belgas) 54
NOTICIAS.—LIBROS RECIENTES 62
SECCIÓN bE F I L O L O G Í A Y L T E R A T U R A W
(1) Dosde ol número '2.°se B u b d i v i d i r á osta. sección en dos secciones: waa, Sección de
Literatura moderna, dirigidu por E. Góraoz de Saquero y Ramón 0. P a r e s ; otra, Sección de Filo-
logia V Historia literaria, por R. Menánde:: Pidal, como se anuncia en liis x>ortadas.
P&giniM.
SECCIÓN DE ARTE
SECCIÓN a s FILOSOFÍA
VARIA
Sección dg H I S T O R i n
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