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Ale nes Des A/Escin Emilio Ga.—areda Wehbi hace una apropiacién literaria de la famosa pie—zi La casa de Bernarda Alba, de Garcia Lorca, para tomar~ — d hogar como un espacio microfascista ce:rado, en el cual 1 =amujer se ve sometida a una estructura falologo- céntrica. —yreligiosa que suprime su potestad y voluntad. Casa que <=zrle propone un acceso contemporineo 2 una sociedad d<—ninada por los hombres que toma de rehén al cuerpo femenino. La escritur== esth marcada por una arrolladora fuerza verbal donde ade ammeris de Lorca juegan un papel importante las listas de productos farmacéuticos, los mitos griegos, Lévi-Straus =, Fausto, las Fantaslas masculinas del socislogo alemin Klcmmus Theweleit y La invencién de la histeria del historiador el arte Georges Didi-Huberman, asf como el universo vi ==stal y textual det artista estadounidense Henry Darger, la ae—=anisica de Gustav Mahler o el reality amexicano “Little Miss Perfect”. Estos materiales son parte de los inea- mientos for _xnales y conceptuales que centran su estrategia en. la estructura opresiva del discurso masculino, construyendo tuna reflexi Sx poética acerca de la problemitica de género, Fiel a su esi, Garcia Webi habita el espacio de la reescri- tura, propo —aniendo un juego donde los texcos van perdiendo ‘su context, al mismo ‘tiempo que componen un paisaje nuevo — reconozee el rosero de mi Madre Teresa de Calcuta y dice, abtiendo sus fauces brutales: “vamos, ser engullide no duele, madre, que tonrie como cs como el regreso al vitero”, para acto seguilo excupirme unos dicntes de leche ammarillentos, llenos de saliva, y agregar: ‘te los manda nu padre, de cecnerdo; son tayos, de cinndo eres una nif’, “Mi padre est muerto”, le cespondo. “No importa’, dice alla tiendo, “pronto cambién ui lo estardi”. Y entonces recuerdo que soy Ifigenia y que mi cuerpo seré alimento para los buieres, pero mis teras son mis bayonetas y estoy dispucsta a dar batalla, Sato sobre el lomo de uno de los cocodsilos y lo mento como una anfibia Lady Godiva para segresar a la isla donde se halle mi cass, mi tome de Barbazul, Micneras cabalgo de vuelta pienso en madke y preguntor “ide esa eoncha sali? y luego piensa en padte y digo: “;pudo su aguachento semen engendrarme?”. ¥ enconces ya lego, csi earde, dleimo comeasil invitado al banguere de mi propio cadaver Todos estén reunidot en Ia plzza del pueblo, No falta nadie. Las fuerzas vivas de la ciudad, las familias endomingadas para cl expecticulo, Todo el ejécito aqueo esti formado en fila deuris 24 del General [ncubo, junto a lo que serd mi sepulcto luego del sactficio. Una madre vestida de fiesta para el sacifcio de su hrija. La eragedia. Qué es la eragedia?, me pregunto, zl bello lamento del coro acompatiando el sacificio ritual del animal cen las fiestas de Dionisio, o el mismo canto atroz de se ani- ‘mal en. el momento en que dl arta lo atraviess? Ya trataé yo de cantar bien fuerte, legado el momento. Me yeigo y les digo: “guarde silencio la multitud entera, Silencio, bocas mudas. Madre Agamenén, General Incubo, cuando hayan bebido la negra sangre de esta doncella, la suerte les seré propicia. Pero hasta las casas més sélidas se edifican sobre los cimientos de los gulags, y los huesos se ocultan, sf, pero —como maldicién de cementerio indigena— los muertos regresarin, Entonces todos aquellos que alguna ver estuvieron vivos se acercarin para cometles los ojos. Y yo también sexé parte del banquete. Ahora sasgo con mis ufias mi vestido de piel para offecerles mi pecho bien abierto con sus tetas de bayoneta, Hiételo, madre”. Entonces ella, cara de rata, da el golpe fatal, y comienza a nsanar mi sangre hasta ia sequedad, Pero antes de que los pispados se sellen, antes de que la mulkitud se disponga a ultrajar mi cadaver, les ofrendo mi tltima batalla, diciendo: Enviérrenme en aire yrseré huracén yseré epidemia. 12 | | Enciérrenme en madera yy seré astillas vy seré estaeas, Entigrrenme en tierra age y-seré maleza, yseré Entiérrenme en piedra y seré sismo y seré voleén, Entigrrenme en agua y seré inundacién yy seré sunami, Entiérrenme en fuego yy seré Quimera seré Salamandra yave Fenix y Dragén. 123 INAS MUERTAS CANCION DE LAS NI Las Vivian Girls esparcen el combustible de los bidones por toda Ua casa y se disponen a incendiarla. Una intenta prender wn encendedor, pero no consique hacer lama, Otra prueba con sn fosforo que sampoco enciende. De a una van intentando prender _fueg de diferentes modes, basta frotan ramsitasdeseperadamente Usan yesqueros, magiclicks, golpean piedras para sacar chispas, pero sodo intento es falda, Mientras sodas las raujers y ifas —menas Bernarda, que a esta aura es casi un animal embalismade més— continian obsesiva pero inftuctuoamente 41 misiin de obtener fuego, se va haciendo de noche en ta casa penumbroce. Bernarda enciende el televison Estén dando La pasién de Juana de Arco, de Carl T! Dreyer: Cuando al fin comprenden que todo conato de incendlo ba de ser vane, ls nits se siontan alrededor del televior para ver le pelicula. Bernasda pone um disco de pasta en un viejo graméfona y en la casa resuenan las Canciones a los nifios muertos, de Gustav Mahler. Tado end inmévil y umbraso (espectalmente las mujeres) ‘asta que el disco termina y Ja television emite a sehal de ate, indicando que le programacién ha serminada, Siendo esea la tiniea luz que ilumina ta ease, Bernarda mira com pena a sts ijas, recordando que alguna vez ella tambien fue joven. Mientas tanto, Adela permanece de cara la pared. Finalmente Bernard apaga tl selessos. Ela hora del deca. Maitana ba de ser wn revo dia 127 Epilogo EL AUTOR COMO PRODUCTOR, ELAUTOR COMO INTERPRETE, Por Federico Irazbal i as Lo primero que produjo la noticia de que Emilio Gateta ‘Webbi se encontraba preparando una versién (luego Hamada “a partir de motivos") de Le casa de Bernarda Alba, le Fedetico Garcia Lorca, fue sonpresa. Dos universos estétcos se encon- traban de manera imprevisible. (Qué podia salir de aquel en- cuentro? {Hay un didlogo posible entre el autor representante por excelencia de la modernidad espaitola y Garcia Wehbi, quien se ubica en una reaccién critica ante la discursividad posmoderna sin volverse por eso misgio modemo? Las pre- {guntas podrfan expanditse hasta el infinite, pero como podri jJurgarse a partic de la publicacién de este libro, Cara que arde «5 un perfecto documento de su tiempo, asf como La casa de Bernatia Alba \o fae del suyo. Detalles, fragmentos, zonas del ceatro lorquiano se enraizan en cl teatro de Wehbi de manera mis que singular, y sc vuel- ven explicitas en esta apropiacién violenta del personaje de Bernardla Alba y de su imaginario. Lorca, como parte de su propia modernidad, fue un experto en la construccién de figu- sas poéticas que refieten a la fertilidad con asociaciones (com- paraciones, metéforas) de fendmenos provenientes del reino de la naturaleza, y muy preferentemence de la botinica, Semillas yy brotes aparecen en su obra, poética y dramatica, draméti- 2 y pottica, sin distincién, Permanentemente se recuse a la 131 creacién de estas figuras literarias como forma, ral ver, de nae tutalizar la descendencia y ast volver salvaje y despiadada a la insitucién que, crisiandad mediante, la cavuelve y legitima: Ia familie. Bader de sangre es el ver una de esas obras en las ‘que puede verse «Smo ef mundo e las plantas explica parte dd conflicio. ¥ Wehbi —alguien que en Jo intimo no etd para mda alsjado del mundo de la fora— saca provecho de esas iguras y repite, en la “Canciéa de lor iterorsesistentes”, que no ndcimos para semilla. Ask abre este coro de nifias que hnacen resistencia desl sus tieros. Desde esa resistencia puede pensarse buena parte ddl attificie a partir del cual Wehbi construye este aparato estético-ideoldgico denominado Casa gue arde. Si Berarda Mba e en Lorca el resukado de una cultura, Bernards Alba esen Wenbi fa cultura nismas por ends, es en ella donde parte del arzificio se asienta. ‘Alba aqui es literatura, porque eso es lo que ella es: un perso- iaje icénico de la cultura hispanoparlante. Ast, Wehbi puede liberarse del reallsmo y ce su verosiml, y jugar con represea- taciones simbélizas que convierten a Alba en el resultado del imaginario social “WBernarda habla] enivando muy lentamente, como wn femtas- tna agro. Perce ro desplanare, prota hace na por ls r= -e0rgue tt gare van drjando en el pica, Seubica en el emnivo de a cosa A lo large de 54 mondo se ransferma definitisamente ’ Fantasma, desplazamiento, garras, cuervo.... Caracterizacién literaria de un narrador que no se oculta. ¥ al decir nariador surge la pregunta inevitable: ghay naractin en el teatro? La academia y la extion sempre sostuvieron que parce de la sin- sgulatidad del texto dramiticn consists precizamente en Ia a sencia de un narrador. Sin embargo esta aseveracion podria ser fuertemente cuestionada, si es que resulta posible encontrar 2 se que naira, como huella, como resto, 0 como afirmacién autoconsciente del carictet narrative de la propuesta, ;Cusn- to hay de Tireratara en el rextro anaurético/posdramtico? Albs hoy es literatura, no cabe ducla, Alba solo puede ser la repre- sentacién de Alba. Bl tiempo y sus temblores (en Ia historia social, politica, arstica) hicieron de Berrarda Alba un sitere de sf mismo: lo nico que puede hacee es representarse a si misma, envuelea en usa clara consciencia de «quello que en camma, Hacer una repreentacion realiscaldramética de Alba es negarle su propia inscripcién en la cultura, Wehbi entiende esto a la perfeccidn y por ello le pone esas ropes y Ja lance ale ‘scena para que sca fo que se esper de ella una ves despojada de la mascara de crueldad que la caracteriza, y asi se convierte, simplemente, en una tesslante social. ¥ lo primero que Alba dice, impone, es el silencio, La Alba de Wehbi y la de Lotce coinciden en ello, Solo que en una, la espafola, el silencio es posibilidad; en Ja de Wehbi, carencia. ‘Pera para elle el silen- cio no hace silenein. Penge el rida std en su cabeza’, escribe 133 ‘Wehbi. Bl narrador se permite opinar acerca del estado mental de Alba. ;Pero cudl es, especificamente, el ruido que ella escu- cha? ;Cual es su sentido? ¥ mds atin: goudl es la fuente? En este punto se encuentra una de las principales matrices di- ferenciales entre uno y otro personaje. El de Lorca, habla; el de Wehbi, cita. Ninguno de los dos alcanza a ser plenamente consciente acerca del modo en que el mundo habla a través de cllos. En ambos la ideologia triunfé yen ambos se encuentra la alienacin en un estado puro. Donde se ve la diferencia es en Ja mirada que desde afuera (el narrador y lo narrado) podemos hhacer de ambos. La Alba de Lorca es un personaje moderno, ‘que se encuentra atravesado de la constitucién ideolégica que cinta yaentonces se estudiaba con fuerza: de qué modo las as, aristicas hacen instituciones sociales, culturales, reli hablar al sujeto. La Alba de Wehbi parlotea, como un cucrvo que grazna. Y su lenguaje —aquel que ki Alba de Lorca crefa ptopio, absolutamente propio en su tirania— queda reducido a pura cita. Pero no una cita al estilo moderno, donde se percibe con laridad cual es la cita, quién cita, a quién se cita y dénde inicia y d6nde acaba la cita. Esta cita esponde mas bien a una concepeidn dialégica del lenguaje, 2 lo Bajtin. Alba habla y en el momento mismo de hablar solo puede percibirse que en. realidad es hablada. Cada tanto, muy de tanto en tanto, ex- plicita el procedimiento: ‘deetaé, mi Agamenén’. Pero donde habla él y dénde habla ella? ;Cudl es el inicio y cudl es el f- nal de cada cita? ¥ todo esto, que podria quedar restringido a 134 4a esfera de la fccién,estallay nos atrapa cuando explicita un proceder sobre el que la cultura, en términos hegeménicos, no duda, “Moisé dio que Dios dio, pero Dior, zdijo?”. Si las tablas son el resultado de un dictado, solo la confianza en Moisés puede convertir su letra en dogma. La Alba de Lorea rcpresen- {2 un conjunto de normas sobre las que nadie dudaba (Alba, sus hijas, criadas y mujeres habitaban un mundo de grandes certezas, con lareligidn como una de ells). La Alba de Wehbi hhabita un mundo mucho més débil, més frgll, mas cinico En él no hay certeza en lo que a todo esto respecta. La nica ccerteza es que la palabra de Alba esté cha de restos de otras palabras dichas, y son esos mismos restos los que van amon- tondndose como ruinas, sin orden, sin jerarquia. Y acd es donde la estética de Wehbi entronca con su propia ‘radicién: el teatro de Wehbi es un teatro hecho de ruinas, de dlesperdicios, de basura. El teatro de Webbi, su dramaturgia y su escena, es el resulado de aquello que queda como rest so- cial, Pero qué es la basura sino aquello que precisamente més habla de nosotros? Bernarda Alba es el monstruo, es la madre, «s la familia, es el eatolcismo. Todo ello llevado al paroxismo, cen drama devenido en tragedia, Esta nueva Bernarda Alba cs Ia parodia de todo ello en tanto no puede ser sino pura repre- sentacién de su propia monstruosidad, su propia maternidad, su propia construccin familiar, su propio ctistianismo. Ese e casualmente el chiqueto al que refiere Bernarda cuando sos- tiene: “..eateex mi chiguera. Y sus limites son mayors que ls 135 gue usedes quieres asignarle”. Bernards —en su casa, en su Feino— nos explica una cueseién muy béstca, proporcional: el chiquero se expande, se desarroll crece. ¥ con dl, Ie basusa, los restos, los desperdicios. Todo aquello que a la sociedad fe sobra y que, por ello, abandona, ocups cada veu una mayor dimensién, Y se expande tanto, amenaza, que sus limites se vwuelven duitosos, ;Queé esté dentro y qué extd fuera del basu- ral? ;Quign et el rey de este basural y, por ende, s legitimo onador “Hentoncsw digas haced arto y verde que srtc nontbnadas roe siempre que lo bagits em alscrecion, puertee adenine. Hared do eto y runes yoo: acrger, 9 et cobijané en mi regaza y _Proteerd por siempre, coma el buen pasar gue stp: solo et 0s ga, deci Para cuando dl texto repone al verdadero enunciactr, el leccor estan Io suficentemente lejos de su fiaente como para saber, con certera, qué es Io que “deota 4”. Bernaida repurgia, e ‘eupe palabras ajenas, no porque carezca de discurso propio, sino porque el discurso propio, en el universo Wehbi, carece de sentido si noes, nieamente, como acto ético, responsable, de a apropizciém de la cits Hablar, parlozay, gemir. Poco importa [a diferencia, En to dos los casos se «rata de citar sin que la cita sea, como en Ia modetnidad, una cita de autoridad. “Dolorida suv mandébula cde macieen de ventrflocuo”: asi finaliza Bernardasu primer largo monélogo. La referencia a la mandibule funciona como figura tmetonimica para devolverle la animalidad al monstrto, al mi mo tiempo que ef monseruo es mostrado simplemente como tun mufieco hecho de palabras ajeras (las del ventrilocuo). Peto, ;dinde esti el hablante original? Perdido. detris ce los restos, de ls sobras, de 1a basura. ¥ probablemence, por més {que rerolvamos en «l basural, él encontraré el modo de mucar, de teansfgurarse siempre en otro pata no serjamés descubierto. Ya lo hemes dicho en otras oporcunidales, peso america repe- tirlor teatro de la ideologia. Eso es, también, el teatro y la li- tcraturm de Wehbi. Observa el fenémeno de lo ideoldgico y le encuentta forma estética. ¥ si fie al conocimiento de su tiem- po, Bernarda Albi es para Lorca la encamacién de la ideologte, en Wehbi muy por cl contrario alle ¢s simplemente un eslabén ‘més de una cadena infinita y, por ende, iomodificable, etemns, Por eso digo que Wehbi. al exhibit a Le cast de Bernarda Alba como “motivos", esté explicitindose a si mismo como intér- prete, como lector, como hermeneuta: por un lado, eacé ol va~ lor de Is obra en toda su singulatidad; pero, por el otro, hay tun plus, un seita, que es precisimente el poder teconocer de qué modo Wehbi, como artista comtemporinco, lee este clési- co espariol ‘Algo semejante hace con le presencia marmérea del hombre, del varén, del padre (pater). Fn Lorea su presencia funcio- na por exclusién, La ausencia de hombres en aquel universo 7 los vuelve més presentes. En Cas gue arde al trabajar con el ‘pater, la estatua romana (como imperio que da origen a eso que hoy denominamos “culcura occidental”), Webi paten- tiza la explictacién de lo ideol6gico y reflexiona acerca de la ley y su imbricacién religiosa y civil. Sila ley siempre es vista como el modo en el que los hombres se orgunizan para poder vivir en sociedad, aqui la ley es la que ensancha la diferencia, la escsién, la fractura. Porque la ley es la inscripcién del otro, sla construccién del otto: el culpable, Este Pater/Dios vaga por el paraiso caido reflexionando ctiticamente sobre su pro- pia escritura —el antiguo testamento— y muy puntualmente sobre el Génesis, ;Qué fue al principio? gEl verbo, la accién, el pensamiento? fl sabe que debe analizarlo muy bien porque en funcién de lo que diga desencadenard un sinntimeto de con- secuencias que moldearén [a vida humana durante milenios. otro, Eva, la hembra. El uno, Adin, el varén, Esa grieta genérica que salva y oprime al mismo tiempo, no es eraduci- ble a una cuestién genérica bioldgica. Aqui no se trata de hombres y mujeres, se trata de los otros pretendiendo ser los tunos. Bemarda Alba podria ocupar el pedestal del pater si no recordara, como en un efecto involuntario de memoria, que lla también fue una joven nif, una Otra. Su pretensién de unidad (amalgamar las diferencias para hacer del mundo un objeto mani- pulable) es lo que le da el cardcter tirénico que no obedece ni al ser hombre ni mujes, sino al estricto orden ideolégico, 138 Porque aqui no es Bernarda el tema. Es, en todo caso, lo que ella representa: la escsion, la fractura, la eliminacién de todo tipo de otredad para garantizar la unidad. Eso es la ley. La hhomogeneizacién de lo individual en nombre de lo colecti vo (podefa tranquilamente asomar, en alguna escena, tanto el Leviatin de Job como el de Hobbes). Pero en ese proceso ho- mogeneizante queda un resto. ¥ es ahi donde se encuentra el basural sobre el que se para Wehbi para la construccién escéni- ca de este espectéculo (en el interior mismo de un dmbito pul- «ro, blanco, equilibrado, proporcional). Ley y educacién son los Ambitos normalizadores por excelen- ia y el modo més econémico de reduccién de restos (pero ‘nunca conducirin a su eliminacién absoluta). Adela lo sabe y lo vuelve evidente, Criar en a igualdad es aplacar la singula- tidad. Irremediablemente. ¥ esa ley y esa educacién es la que nos arroja en la ldgica de la propiedad privada (Ia casa er de Bernarda Alba). Ese verbo omitido en Lorca es recuperado en ‘Wehbi, y cada vez que un padre tecurre al ieulo de propiedad para ordenar a su hijo la obediencia esté recuperando a una Bernatda (la de Lorca) que se retuerce exitosa en su tumba. Y la casa en tanto propiedad es nada mis ni nada menos que la propia existencia del orden. La propiedad privada es lo que da garantia de sedentarismo, y el sedentarismo es lo que le per- mite al Estado el control (la vida némade, dice la Nifia més pequetia, tende a quedarse fuera del control del panéptico). Y por eso cuando hablamos de espacio (Ia ciudad, Ia casa, la 139 ss iglesia, el teatro) hablamos de habitabiidad, de matrices de habitabilidad. Y cada vez que habitamos ef espacio (la ciu- dad, la casa, In iglesia, el ccatro) obedeciendo « esas mactices, estamos aceptando tanto la ley como la propiedad. Y nos con- vertimos et. mansos corderos que sienten felicidad por haber escapado del castico bosque del que los euensos infantilestan- to nes advirticron, El Bosque —la Edad Media lo sabfa— era l mbiro de Io cadtico, lo aleatorio, la harbotie. El bosque es garantia de anarquismo y por eso da miedo, Pero esa figura del bosque, gigue vigente? Welbi nos advierte en [a vor de Adela: “El problema es que ya no sabemas cudl ee bosque y cdl es la casa, Fl adentvo es mds letal que e afuers”.

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