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Instituto Torres

Quintero
A.C.
Materia: Español.
Opinión Sobre
Aprobación de
Matrimonios
entre
Homosexuales en
el Distrito
Federal, y sus
Repercusiones.
Por:
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José Antonio
Rodríguez León.
Primero de Secundaria.

Metepec, Estado de Méx.; Enero 2010.


“La familia es base de la sociedad y el lugar donde las personas aprenden por vez primera los
valores que les guían durante toda su vida”.
Juan Pablo II

Honorable presidium, estimados profesores y compañeros, queridos

padres de familia, hoy vengo a expresarles mi opinión, sobre el matrimonio entre

personas del mismo sexo y la adopción de niños por parte de éstos, cuya reforma fue

aprobada el 21 de diciembre de 2009 por el Pleno de la Asamblea Legislativa del

Distrito Federal, primera ciudad de Latinoamérica en permitir la adopción a

homosexuales.

Debido a que antes de la aprobación de dicha reforma no se escuchó la

opinión de la ciudadanía, ahora me permito, como adolescente e integrante de la

sociedad, expresar la mía en el siguiente sentido:

Sin ser homofóbico y sin desprecio, ni discriminación, manifiesto que la

homosexualidad es biológicamente anormal. Que se acepte es diferente, todos los

seres humanos tenemos la responsabilidad de perpetuar la especie. La gente

homosexual tiene sus derechos naturales como cualquier individuo, pero no pueden

pedir ser igual a una persona heterosexual, ya que como repito, biológicamente es

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anormal.

Es cierto, cualquier persona es libre de optar por la forma de vida que

quiera tener, como el drogadicto, nadie lo obliga a drogarse. Así, quien se declara

homosexual, es por su libre decisión.

No puede ser normal una relación de este tipo, y respecto de la adopción

se debe tener en cuenta la forma de vida que va a tener cualquier niño en estas

uniones, que posiblemente se le dé buena educación y cariño, pero debe pensarse

también en el posible trauma de un niño ante el señalamiento, descalificación,

discriminación o insultos de los que va a ser objeto por parte de la sociedad, que en

su mayoría va a ser morbosa.

El bien común exige que las leyes reconozcan, favorezcan y protejan la

unión matrimonial de un hombre y una mujer, como base de la familia, célula primaria

de la sociedad, por lo que reconocer legalmente las uniones de homosexuales o

equipararlas al matrimonio, significaría quitar los valores fundamentales que

pertenecen al patrimonio común de la humanidad.

El respeto hacia las personas con tendencias homosexuales no puede de

modo alguno llevar a la legalización de sus uniones, ya que si bien deben ser

tratados con respeto, a su unión no se le puede socialmente dar el estatuto de

matrimonio.

Por tanto, si el matrimonio entre homosexuales es contra natura, por

romper con la institución tradicional de la familia, con mayor razón resulta imposible

el hecho de permitir la adopción de niños a las parejas homosexuales, por vulnerar el

derecho natural de todos los niños a crecer en una familia tradicional, es decir, con el

referente de las figuras insustituibles del padre y de la madre, para disponer de un

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modelo masculino y un femenino y así desarrollarse por completo, por ser éste el

entorno idóneo para la crianza de un niño; máxime que los niños educados por

padres homosexuales acabarán siéndolo también ellos en un porcentaje muy

elevado, debido a que los hijos tienden por naturaleza a imitar a sus padres,

aprenden de ellos a hablar, sus gestos, ademanes y costumbres.

Las personas adultas, debido a la madurez con que cuentan, pueden

convivir o tener una estrecha amistad con personas con diferentes preferencias

sexuales sin poner en riesgo la propia, o bien, decidir libremente su preferencia.

Asimismo, las parejas “gays” pueden quererse mucho e incluso vivir unidos, ya que

nadie en estos tiempos de libertad se los puede prohibir, pero no pueden formar

familias ni matrimonios porque les falta la complementariedad sexual y la transmisión

de vida y, menos aún porque crearían obstáculos a la correcta educación de los

niños que carecen de la madurez para desarrollarse en dichas uniones

homosexuales, ya que la convivencia con éstos podría confundirlos respecto a su

propia preferencia sexual, y no sólo dichos menores podrían confundirse, sino

también los niños criados en familias tradicionales que pudieran convivir en las

escuelas con hijos adoptados por homosexuales.

Deben tenerse en cuenta los derechos de los menores y las posibles

consecuencias psicológicas y del proceso de maduración de los niños adoptados por

parejas homosexuales, con el riesgo de que en un futuro se ponga en peligro la

estabilidad de la cultura conservadora que aún prevalece en el país, además de que

el niño adoptado en esas circunstancias, sería tratado injustamente, segregado e

inevitablemente marginado, quizá no por toda la sociedad, pero sí por un gran

número de personas o familias tradicionales.

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En conclusión, con todo respeto, cada persona es libre de ejercer su

sexualidad con quien y donde les parezca, en su intimidad, a puerta cerrada, sin

afectarnos a los niños y adolescentes que aún nos encontramos en etapa de

aprendizaje, desarrollo y madurez de nuestra propia identidad.

Por eso los invito a rechazar firmemente la legalización en México y dar

marcha atrás en el D.F. a la reforma del 21 de diciembre de 2009

Gracias.

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