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CONSEJO SUPERIOR DE

LA DEMOCRACIA CRISTIANA

Al pueblo de Venezuela y al mundo

ACERCA DE LOS DERECHOS HISTORICOS DE VENEZUELA SOBRE LA


GUAYANA ESEQUIBA
El Consejo Superior de la Democracia Cristiana, teniendo presente la
sentencia adoptada por la Corte Internacional de Justicia el pasado 18 de
diciembre, en la que se declara competente para conocer sobre la validez o
no del laudo arbitral que en 1899 le amputa a Venezuela sus derechos
soberanos – histórica y jurídicamente incuestionables – sobre el territorio
que conforma a la Guayana Esequiba y, de ser el caso, establecer nuestra
frontera con la República Cooperativa de Guyana, hace un llamado de
atención al pueblo venezolano dentro y fuera del país.

Considera de grave pertinencia señalar, para su debido registro histórico,


que al momento de defender en estrados los intereses supremos de la
república en la fase preliminar del juicio contencioso ahora planteado, hubo
ausencia del régimen de Nicolás Maduro Moros, quien al igual que el de Hugo
Chávez Frías, respondiendo no a los intereses del país sino a los lineamientos
diplomáticos del régimen cubano y en el marco de la estrategia de la ALBA,
prefirieron sumar apoyos en el seno de la Organización de Estados
Americanos.

Sean cuales fueren las razones - desconocidas por todos - que hayan abonado
en favor de tal comportamiento omisivo y lesivo a nuestra soberanía, incluso
si se considerase que la demandante Guyana no podía acudir
unilateralmente al Alto Tribunal de La Haya sin contar con el consentimiento
de Venezuela, hubo de tener presente el régimen que esa posibilidad estaba
abierta. Ella ha sido motivo de discrepancias entre nuestro país y la misma
Guyana, pero es una de las alternativas de solución contempladas por el
Acuerdo de Ginebra que, en 1966, le da piso cierto, firme y jurídico, a nuestra
histórica reclamación.

La herida abierta que aún sufre el sentimiento patrio desde cuando se


coaligan la Gran Bretaña y la Rusia para, bajo coacción y mediando
prevaricación de los jueces arbitrales en 1899 –como lo demostrara el
Memorándum de nuestro abogado Severo Mallet Prevost de 1949 sobre
cuya base se logra firmar en 1966 el Acuerdo de Ginebra, logro diplomático
de los gobiernos de Rómulo Betancourt y Raúl Leoni– es un elemento a
considerar; pero el mismo ya no es de suyo suficiente para encontrar
“soluciones satisfactorias para el arreglo práctico de la controversia” entre
las partes, entre Venezuela y Guyana, como lo dispone dicho instrumento.
Lo que fuera objeto histórico de controversia política y diplomática –el acto
arbitral írrito e injusto– se ha vuelto ahora una cuestión juridificada, sin
mengua de la exigencia de su resolución práctica, al encontrar como su
fundamento, justamente, al señalado Acuerdo para resolver sobre la
reclamación y que aceptaran Gran Bretaña y la misma Guyana, entonces en
vías de independencia.

La mala fe guyanesa llevó al fracaso de la Comisión Mixta que funcionó entre


1966 y 1970, encargada de encontrar dichas “soluciones satisfactorias”; el
esfuerzo posterior de distención bilateral –destinado a crear un clima de
entendimiento para reanudar las negociaciones y sin ceder en nuestros
derechos– que implicara el Protocolo de Puerto España suscrito durante el
primer gobierno de Rafael Caldera y su no renovación por el gobierno de Luis
Herrera Campíns, al estimarse propicias las condiciones para las
negociaciones de un “arreglo práctico de la controversia”, se estrellaron
contra la tozudez y el rechazo guyanés de 1983. De donde, ambas partes, se
avinieron en poner el entuerto en manos del secretario de la ONU. A él se le
encomendó señalar la vía apropiada, diplomática o judicial, para resolver.
Pero, habiendo dispuesto este el mecanismo de los Buenos Oficios a través
de distintos emisarios personales suyos, designados y aceptados por ambos
Estados entre 1989 y 2017, advirtió el secretario de la ONU que de no avanzar
su último emisario en el encuentro entre las partes de “una solución
satisfactoria para el arreglo práctico de la controversia”, pasado un año
desde su designación y a menos que mediase una oposición conjunta de
ambos Estados referiría la cuestión a la Corte Internacional de Justicia.

No podríamos dejar de señalar que, para el logro de la firma del Acuerdo de


Ginebra y en su implementación durante la democracia, destacaron las
gestiones de los cancilleres Marcos Falcón Briceño e Ignacio Iribarren Borges,
Arístides Calvani y José Alberto Zambrano Velasco, habiéndole
correspondido al último trabajar tanto en el Protocolo de Puerto España
como su no renovación y sostener sin descuidos las gestiones ante el
Secretario General de la ONU. Dejó como legado su obra que recoge la
historia de nuestra reclamación: Our historic claim (1982).

El fallo preliminar de la Corte Internacional de Justicia, en consecuencia,


cierra ese debate preliminar y está Venezuela en la situación de enfrentar
con responsabilidad al medio de solución establecido, para alcanzar el
propósito que le llevara a la firma del Acuerdo de Ginebra mencionado.

Encontrándose la nación y nuestra república en una situación de grave


debilidad, al punto que, salvando las distancias y realidades, vienen a la
memoria aquellas otras en las que diatribas intestinas hicieron perder a
Venezuela el territorio de la Guajira en el extremo occidental y luego ser
víctimas de un arbitraje corrompido, palmariamente contrario a las normas
del Derecho internacional que nos arranca un costado en el extremo oriental,
esta vez media la intervención de una instancia judicial reconocida por su
solvencia, como lo es la Corte Internacional de Justicia. La ausencia de
Venezuela, por ende, ha motivado su advertencia clara y aleccionadora. En
su fallo mencionado recuerda que “cuando un Estado se abstiene de
comparecer ante la Justicia no se le permite luego aprovecharse de su
ausencia”.

Sobre la nulidad del laudo arbitral que en 1899 decidiera arrebatarnos la


Guayana Esequiba y la aceptación por la Gran Bretaña del acto de injusticia
histórica del que hemos sido víctimas, aceptando firmar el Acuerdo de
Ginebra, le corresponde al régimen imperante en Venezuela corregir su
lenidad y llevar ante la Corte todos los elementos que tiene a manos y en su
favor la república. Sobre todo, ha de atacar lo que corresponde en el fondo,
a saber, que el tribunal arbitral dictó un laudo que, en procura de sus
abyectos propósitos, no contó con presencia de juez y abogados
venezolanos; omitió aquél motivar la decisión; decidió no aplicar los
principios de Derecho internacional reconocidos; ni investigó los títulos
históricos de Venezuela apoyados en la titularidad de España; y, al término,
abordó en su sentencia de despojo cuestiones que escapaban al
conocimiento del tribunal arbitral.

El Consejo Superior de la Democracia Cristiana, ante los hechos señalados


hace un llamado al pueblo venezolano en esta hora y considera su deber
obligante alertarlo sobre el momento de gravedad histórica que acusa la
república. Le invita para que de manera serena pero inconmovible eleve su
opinión y asuma una conciencia activa sobre un tema que amenaza el destino
nacional. Que exija del régimen y el sector de la Fuerza Armada que lo
sostiene un comportamiento que no debilite nuestra postura ante la Corte
Internacional de Justicia, y que los sólidos argumentos históricos y jurídicos
que dicen sobre la invalidez de pleno derecho del laudo arbitral de 1899
lleguen oportunamente a conocimiento de los jueces de la Corte, desde el
ángulo de nuestros sólidos argumentos.

18 de enero del año 2021

Por el Consejo Superior de la Democracia Cristiana:

Pedro Pablo Aguilar, Oswaldo Álvarez Paz, Henrique Salas Romer, Humberto
Calderón Berti, Andrés Caldera Pietri, José Curiel Rodríguez, Abdón Vivas
Terán, Julio César Moreno León, José Rodríguez Iturbe, Maritza Izaguirre,
Román Duque Corredor, Haroldo Romero, Gloria Capriles, Nelson
Maldonado, Ivonne Attas, Emilio López, Jesús “Chucho” Ganem, Guillermo
Yepes Boscán, Enrique Naime.

Sec. Ejecutivo Lorenzo Tovar Colmenares.

Consultores: Gustavo Tarre Briceño y Asdrúbal Aguiar.

COPEI: Roberto Enríquez presidente y Robert García Sec. General

PROYECTO VENEZUELA: Henrique Fernando Salas Coordinador General

CONVERGENCIA: Biagio Pilieri Coordinador General

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