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Diseño y Sociedad.

Alvarado Negrete José Luis.

Análisis de grupos en los ámbitos tradicional, preindustrial, Industrial y de consumo de


masas.

Estamos equivocados, somos gordos, somos feos, somos infelices, estamos solos,
incansablemente incompletos, incluso la vida como la conocemos, simple, no vale la pena
ser vivida, a menos de que estemos en el centro del reflector, la buena noticia, es que
todo esto, está a la venta. Esta idea, es parte fundamental para el estilo de vida inducido
que los organismos de poder, pretenden inculcarnos, lo peor de todo, es que esto
funciona. Este trabajo no pretende ridiculizar o exhibir a nadie, sin embargo, la critica es
necesaria, si esperamos cambiar el sistema en que educamos a nuestra sociedad, es
necesario antes analizarlo profundamente.

Tradicional.

Este grupo de personas, tienden a heredar la ideología de padres, valga la redundancia,


tradicionalistas. Su sistema familiar aún es muy nuclear al modo papá, mamá e hijos,
donde el jefe de la familia tiende a ser el proveedor, y la madre quién se encarga de la
educación de los hijos y del hogar. Entre sus aspiraciones están los de convertirse en
licenciados para de esa manera acceder a un nivel económico menos apretado, siendo así
es que entre sus elecciones de carrera están aquellas que han sido más apreciadas en
nuestra sociedad, como el derecho, la medicina, o la arquitectura entre otras. Son
apegados a los valores de la religión católica tradicionalista, descontextualizados un poco
de la actual crisis que vive dicha institución. Su ocio lo dedican fundamentalmente a ver
TV.

Preindustrial.

Este grupo de personas son aquellas que han ido migrando en un cambio generacional del
sistema tradicionalista, y comienzan a introducirse a sistemas de educación, trabajo y
valores más allegados a la modernidad. Sus aspiraciones profesionales migran de las
carreras típicas del sistema tradicionalista y están un poco más acordes a los gustos
específicos del individuo. El núcleo familiar puede ser de la forma anterior o puede irse
modificando, sustituyendo alguna figura por otra, pero sigue siendo nuclear familiar. La
gran mayoría de las personas que viven en la ciudad pertenecen a este grupo. Son uno de
los grupos más activos, pues se encuentran en la base del sistema, por lo tanto ejercen un
gran esfuerzo para sostener el modelo económico, y por ello gran parte de la publicidad
está dirigida a este sector. La gran mayoría de estas personas, están convencidas de la
vaciedad de su vida, y en este caso las relaciones familiares más suavizadas, de poco
contacto e involucramiento. Muchas de sus actividades están regidas por la presión
psicológica inducida por un sistema que les promete ascender en la escala social y
económica, aunque esto es por lo general una gran mentira. Espiritualmente son
desposeídos con dudas, no creen en el dios paternalista, aunque si aceptan que un ente
de este tipo existe.

Industrial.

Este grupo de la sociedad ha llegado a la posición anhelada por la gran mayoría. Sus
necesidades básicas están cubiertas en su totalidad. Tienden a ser personas
comprometidas con un estilo de vida que en la mayoría de los casos, no suple sus
necesidades emocionales o psicológicas, pues las personas que le rodean, están muy
ensimismados como para comunicarse realmente. La ruptura en el nucleó familiar es muy
común, o en su defecto, las familias suelen ser una careta o simple apariencia. Son ratos
de dicha o felicidad dejan de radicar en una buena comida o en un rato con los amigos o
familia, y son exclusivos de aquellos momentos cuando adquieren un nuevo coche, una
nueva empresa, o hacen un nuevo viaje a Europa, adquieren un nuevo título de manera
oficial o aparente. Sus aspiraciones no son tanto económicas, sino más bien de poder.
Suelen vivir en un estado de estrés constante, pues creen que deben vivir acorde a lo que
exige la elite social, y mantener ese estado los presiona demasiado. Muchas debido al
nivel jerárquico que les toca vivir dentro de la sociedad, menosprecian el concepto de
humanidad de las personas que les rodean como sus empleados o sirvientes. En su
sistema de creencias, dios como comúnmente se le representa, difícilmente existe.

Consumo de Masas.

Esta categoría creo yo, permea al total de la sociedad, pues, aún cuando los valores son
creados para ser adoptados por una mayoría, a final de cuentas las minorías que los
crean, terminan adoptándolos ellos también. Son creadores y ejecutores de un sistema en
el cuál ellos son una pieza más, dónde su presencia o ausencia es irrelevante, pues aún
siendo una minoría, hay los suficientes pensando y actuando como ellos, esperando por
ocupar esos lugares. En este caso mi reflexión no está encaminada a describir algo de lo
que ya esboce allá arriba, y que se entiende como el american way of life, la gran mentira
que pretendemos vivir, sino más bien en hacer distinción de las cosas simples de la vida,
que nos llenan y nos hacen sentir plenos y felices, de aquellas que solo nos empobrecen
espiritual y evolutivamente.

En esta época que nos toco vivir, no somos personas, o seres humanos, sino un número
en una larga lista de “derechohabientes”, un folio en lista del padrón electoral o en el
sistema de salud, un usuario de los sistemas de comunicación y transporte, somos un dato
más en el último censo poblacional, somos el target de la última y más enajenizante
campaña publicitaria que nos hará babear por obtener cosas que no necesitamos, con
dinero que no tenemos, encadenándonos a trabajos que detestamos, para hastiarnos
física, mental, psicológica y espiritualmente, haciéndonos creer que la simpleza de
nuestras vidas es una sombra que hay que erradicar, suplirla por la necesidad de estar en
el centro de los reflectores. En este sistema somos lo que hay en nuestra billetera, o la
cantidad de ceros en nuestra cuenta bancaria. Basta ya de creer en ilusiones tan vulgares,
basta de edificar nuestras cortas vidas sobre valores tan efímeros e irreales. ¿Por qué
crear valores?, cuando la vida misma ya tiene un valor por sí misma, ¿para qué intentar
crear algo, en vez de descubrirlo? La vorágine destrucción por el consumo incontrolable de
recursos, hábitats y especies está marcando una pauta para reflexionar sobre nuestra
temporal estancia en el universo, la modernidad y el progreso que nos vendieron hace
generaciones solo ha empobrecido nuestro espíritu como especie, con consecuencias que
no podremos eludir. ¿En verdad era necesario? Espero poder vivir para ver el día en que
colapsemos y todo se venga abajo, quizás eso sea lo necesario, para poder dar el
siguiente paso en el sendero de la evolución: una nueva conciencia.

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