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Ša’úl, Σαῦλος, Saulo de Tarso (Hch. 9, 11), nace ca. 5-10 d. C. en la
populosa capital de Cilicia, importante ciudad portuaria y cruce de
caminos terrestres con una numerosa comunidad judía (Obermayer,
1975, p. 237; Fullat, 2018, p. 47-48). Pertenece a una familia judía
observante y es ciudadano romano, algo poco frecuente en Oriente
en el Alto Imperio (Léon-Dufour, 1977, p. 143); de ahí su cognomen
latino, Παῦλος / Paulus (Hch. 13, 9; Balz-Schneider, 2002, col. 847).
De muchacho profundiza su conocimiento del judaísmo en Jeru-
salén «a los pies» de Gamaliel I el Viejo, «un maestro de la Ley muy
respetado por el pueblo» (Hch. 5, 34; 22, 3) y famoso por su toleran-
cia y por su interpretación liberal de la Torá (Hch. 5, 35-39; Balz-
Schneider, 2005, col. 704-706); en esos años entraría en la secta de
los fariseos (Flp. 3, 5). Tras una etapa de perseguidor de la naciente
secta de los cristianos –participa en el martirio de Esteban hacia el
31 d. C. (Hch. 7, 58; 22, 4; 26, 10)–, su conversión «en el camino de
Damasco» (Hch. 9, 1-6; 22, 5-10; 26, 12-16) le hace pasar de fariseo
fervoroso a «apóstol» (Rom. 1, 1; 1 Cor. 9, 1-2; Gál. 1, 1) del «acon-
tecimiento Cristo». Desde ese momento se convierte en propagan-
dista de la nueva fe, visita varias veces Jerusalén y funda iglesias
locales –a las que dirigirá sus cartas, destinadas a ser leídas en públi-
282 co– en Anatolia y Grecia, a lo largo de sus tres viajes apostólicos.
Arrestado en Jerusalén el año 59 d. C., es trasladado a Cesarea
Marítima ante el gobernador romano, quien, habida cuenta de que
apela al César en su condición de ciudadano romano (Hch. 25, 10-
12), lo envía para ser juzgado a Roma, donde se pierden sus huellas.
La tradición afirma que murió mártir allí ca. 67-68 d. C. (Fullat, 2018,
p. 41; 44; 46-47; 51).
Las cartas irrefutablemente seguras de Pablo (otras del corpus pau-
lino son dudosas, y el resto pseudónimas) se reducen a 1 Tesaloni-
censes (el primer escrito del Nuevo Testamento), datada en 50-51
d. C.; 1 Corintios, Gálatas y Filipenses, datadas entre 53 y 56 d. C.; 2
Corintios, que en su estado actual presenta trazas de constituir la
yuxtaposición de dos y hasta tres cartas dirigidas a la comunidad de
Corinto, datada probablemente en 57 d. C.; Romanos, datada en 57-
58 d. C.; Filemón, datada en algún punto entre 54 y 58 d. C. (Balz-
Schneider, 2002, col. 848; Fullat, 2018, p. 44-47; Piñero, 2008,
p. 253-254; Piñero, 2015, p. 17-18).
Podemos suponer que Pablo, natural de Tarso, de lengua materna
griega, en la que tiene gran competencia e incluso es capaz de crear
neologismos o de otorgar nuevas acepciones a términos antiguos
(Obermayer, 1975, p. 237; Piñero, 2008, p. 256; Piñero, 2015, p. 30-
31), tenía algún conocimiento de las corrientes filosóficas más des-
Bibliografía consultada