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ACERCA DEL OBJETO Y LAS PROBLEMÁTICAS DE LA ANTROPOLOGÍA – P. CAMPAN.

Antropología: el “descubrimiento” de los diferente.

Los antropólogos han denominado cultura a la forma de vida que desarrollaron otros grupos. Si algo provoca
asombro es porque el individuo que observa se hace consciente de que lo que tiene frente a él es diferente o
bien, se asemeja muy poco a lo propio. El asombro es el resultado de una relación que se establece entre los
objetos y la conciencia del hombre. Sería “el descubrimiento que el yo hace del otro”, del yo que comparte
con otros individuos ciertas características y que se encuentra con otros, con características diferentes.

Ese otro no necesariamente debe estar fuera de la sociedad a la que pertenece ese yo. Puede estar también
dentro de su propia sociedad o grupo: “las mujeres para los hombres o los locos para los normales”. Se
denomina alteridad u otredad a esta referencia que se hace del otro, cuando nos identificamos con un grupo
y que, a la vez, nos lleva a diferenciarnos de otro. Tiene una relación con el asombro, porque se constituye a
partir de la conciencia que tenemos de lo propio, un conocimiento de aquello que caracteriza al yo - nosotros
ante el otro - los otros (el diferente).

Este interés lo encontramos en la Antigüedad clásica con Heródoto, cuando describe a las distintas culturas o
civilizaciones preocupándose por las diferencias que observaba entre éstas y la propia. Pero, es en el siglo
XV, con el comienzo de los grandes “descubrimientos” de “nuevas” tierras por parte de las potencias
europeas, que esta realidad diferente va a comenzar a verse de otra manera. Es el período en el que se
manifiesta con más intensidad el asombro y se multiplican las descripciones de pueblos de distintos lugares
del mundo. El reconocimiento de la alteridad dejo comprender las características sociales y culturales de los
grupos diferentes y también las de la propia sociedad, y utilizarlos como una crítica para los valores que la
sociedad de la época había desarrollado.

En el siglo XIX, nace la ciencia que tendrá a la diversidad cultural, a la alteridad, como objeto de estudio: la
Antropología. La construcción de su objeto y su técnica han variado de acuerdo con el contexto histórico y
social (dentro del capitalismo) y ha tomado como objeto de estudio la explicación de ese otro, interés que ha
mantenido desde entonces.

Una definición de Antropología.

De manera general, la Antropología significa “hablar del hombre”. Esta disciplina le corresponde explicar
todo lo que al hombre se refiera. De esta manera se pensaba en el siglo XIX, cuando surgió esta ciencia,
convirtiéndose así en la más abarcadora de todas las disciplinas sociales. La Antropología se ha ocupado de
observar, describir y analizar al hombre que se constituye como diferente. Pero además tiene como objetivo
explicar las semejanzas. El antropólogo explora las similitudes (culturales y biológicas) dentro del contexto
de las diferencias que observa. El problema central de la Antropología es explicar las semejanzas y
diferencias de las sociedades, y la continuidad y cambio en el tiempo.
“Si las culturas no difirieran una de otra y si no cambiaran, jamás surgirían cuestionamientos sobre los
mecanismos de cambio o de estabilidad. Pero observamos que las culturas sí difieren una de otra y -en
diferente grado- cambian en el tiempo”.

La definición del antropólogo francés contemporáneo C. Levi-Strauss (1984) señala la amplitud del interés
antropológico: “La Antropología apunta a un conocimiento global del hombre y abarca el objeto en toda su
extensión geográfica e histórica; aspira a un conocimiento aplicable al conjunto de la evolución del
hombre, desde los homínidos hasta las razas modernas y tiende a conclusiones, positivas o negativas, pero
válidas para todas las sociedades humanas, desde la gran ciudad moderna hasta la más pequeña tribu
melanesia”.

La Antropología abarca una gran variedad de temas que cubren distintos aspectos del hombre. Pero también
se hace referencia al hombre en “su extensión geográfica e histórica”, si ubicáramos en un gráfico sus temas
de interés, podríamos hacerlo sobre dos ejes: uno que correspondería a la variable tiempo y otro a la variable
espacio. Y esto es así porque esta ciencia comprende en su análisis “todas las épocas (...) y todos los
espacios” (Lischetti 1994). Es clara la profundidad temporal que maneja esta disciplina, y también es amplio
el espacio en el que trabaja, porque se refiere a todos los hombres.

La Antropología quiere llegar a conclusiones, que serían válidas para todas las sociedades humanas, donde
están contempladas la sociedad moderna, “desarrollada”, y también una pequeña tribu que habita en un lugar
muy distante del nuestro. Al referirse a la evolución humana, Lévi-Strauss nos permite introducir a la
Antropología: el tema de dimensiones biológica y cultural del hombre. Ambas se encuentran relacionadas, y
pasa porque cuando piensa al hombre, la Antropología enfatiza esta bidimensionalidad, ya que nuestra
especie se define por poseer características biológicas -transmitidos genéticamente-, y otras que se adquieren
o aprenden a partir de la vida social.

Ya que los humanos somos en parte animales, la perspectiva bidimensional tiene sentido. Si no, podríamos
cometer el error de considerar el aspecto cultural omitiendo nuestras capacidades y limitaciones de tipo
físico, y si solo nos concentráramos en nuestro aspecto biológico, omitiríamos la cultura. Esta
bidimensionalidad tiene como base una relación dialéctica. Esta manera de enfocar a su objeto de estudio es
la que convierte a la Antropología, dentro de las ciencias sociales, en una “ciencia única”.

La antropología y sus problemáticas de interés.

La amplia gama de estudios que se fueron realizando acerca del hombre y la profundidad que alcanzaron,
llevaron a que esta ciencia comenzara a abrirse en especialidades de acuerdo con lo que se analizara en
forma más específica.

Antropología social o cultural: Los antropólogos sociales están interesados en lo que la gente hace/dice
cotidianamente y en la manera como esta gente se organiza y qué normas observa. Se ocupa de sociedades,
barrios, grupos, comunidades; trata con grupos sociales tales como pobres, obreros, mujeres, para lo cual
realiza investigaciones que buscan comprender y explicar realidades que pueden ser muy distintas con
respecto a la del propio grupo de referencia. El antropólogo no está limitado al estudio de sociedades
campesinas o culturas indígenas, también construye su objeto de estudio en las sociedades “complejas”,
“industrializadas”. Su propósito es explicar las diferencias y similitudes existentes entre los pueblos de
manera diferente a la de aquéllos que lo hacen apelando a “características genéticas” o porque esas
cualidades “se llevan en la sangre”. Utilizan una práctica del trabajo de campo. Y en sus estudios sobre
comunidades, instituciones y problemáticas actuales tienen en cuenta los procesos históricos, los cambios
producidos a lo largo del tiempo en el momento de realizar su análisis.

Arqueología: Estudia sociedades del pasado por sus restos materiales (construcciones, material lítico, restos
óseos, cerámica, entre otros), lo que constituye la cultura material de los grupos humanos. Una de las
principales tareas del arqueólogo es interpretar la cultura material a partir del registro arqueológico. Emplea
diferentes técnicas (una es la excavación) que le proporcionan evidencias para explicar las actividades
humanas en un período determinado y los cambios dados por esas actividades. Su trabajo comprende
también prospecciones, estudios sobre el ambiente, análisis del material recuperado. Utiliza diferentes
técnicas que le permiten fechar los restos materiales hallados para saber la antigüedad que tienen, para que
permitan enmarcarlos dentro de un proceso de cambio. Su propósito es explicar los cambios, empleando
teorías y modelos. Le interesa explicar cómo vivían los grupos humanos en el pasado, cómo se relacionaban,
cómo fueron produciéndose cambios en la cultura del hombre a medida que se modificaba el ambiente y
viceversa. El arqueólogo quiere saber por qué vivían de esa forma.

Antropología biológica: teniendo en cuenta la bidimensionalidad, los bioantropólogos centralizan su interés


en el estudio de la evolución (proceso de hominización) y la variación humana. El hombre ha desarrollado
estrategias adaptativas no biológicas (obtención de alimentos, búsqueda de protección, confección de
artefactos), que hemos denominado como cultura. La influencia de los factores de selección natural en el
proceso evolutivo que condujo al surgimiento de la especie humana han jugado un papel importante.
Trabajan analizando restos humanos antiguos y también con poblaciones actuales para realizar estudios
sobre variabilidad, fecundidad y demografía, entre otros temas de interés.

La Antropología cada vez más comprometida con problemáticas actuales ha propiciado la aparición de
nuevas especialidades, como la Antropología Forense. El potencial que muestra esta especialidad ha
permitido extender la aplicación de las ciencias antropológicas. Los casos en los que interviene la
antropología forense corresponden, a la identificación de restos humanos, determinación de la edad y el
sexo, estimación del tiempo que han permanecido enterrados, si se encuentran en posición primaria o han
sido removidos y trasladados, y esto puede realizarse aún a partir de restos esqueletarios fragmentados. Este
campo de la antropología se ha desarrollado en relación con la antropología social, ya que los restos hallados
han tenido una historia de vida que el antropólogo social se propondrá reconstruir; con la arqueología, por la
aplicación del métodos y técnicas propias de ésta (excavación y observación de la disposición de los restos)
y con la antropología biológica, porque su formación les permite realizar la identificación y el análisis de los
restos hallados.

Estas problemáticas de la Antropología a lo largo de su historia y ciencia se complementan con otras


disciplinas en la medida en que sus teorías y métodos se adecuan a sus problemas. Trabajan con otras
ciencias aportando conocimientos y experiencias, desde esta perspectiva del trabajo interdisciplinario se
logra un enriquecimiento de la tarea científica. En el origen de ambas ciencias, con la sociología, en el siglo
XIX, la práctica antropológica estaba focalizada en las “sociedades exteriores” a Occidente, sociedades a las
que se las percibía como “salvajes”, dadas las diferencias que, desde el punto de vista cultural y tecnológico,
presentaban con respecto al mundo occidental. La Sociología, en cambio, dirigía su mirada a Occidente, a la
sociedad que era considerada como “civilizada”.

En la actualidad, la Antropología (que ha sufrido cambios en su objeto de estudio a partir de la segunda


mitad del siglo XX) ya no centraliza su interés exclusivamente en las sociedades no-occidentales, y ahí es
que se aproxima al trabajo del sociólogo. Ambas disciplinas estudian actualmente realidades muy próximas,
si bien cada una construye su objeto de manera diferente. En consecuencia, las diferencias que se habían
dado con la Sociología en un primer momento, parecen ahora muy difusas. No se separan ni aun
epistemológicamente, compartiendo en parte, métodos y técnicas (Lischetti 1994). Esta situación puede
constituirse como la importancia que han ido cobrando los enfoques interdisciplinarios en la construcción
del conocimiento científico.

La Antropología como ciencia.

El hombre ha creado a lo largo de su historia diferentes maneras de explicar la realidad con la que tiene
contacto. En primer lugar, todo conocimiento científico parte de problemas; no puede hacerlo simplemente a
partir de datos u observaciones, sólo conduce a una recolección de información sin un propósito establecido.
El científico plantea un problema; luego, recoge información; formula una hipótesis; contrasta la hipótesis
con más datos, y finalmente, elabora un modelo. En segundo lugar, la ciencia como actividad pertenece a la
vida social; la ciencia es un fenómeno social, no es absolutamente autónoma. Todo conocimiento científico
está condicionado por el contexto socio-histórico en el que se desarrolla. Los investigadores, como sujetos
sociales, no están ajenos a las circunstancias del medio en el que viven, por que viven en sociedades y tienen
intereses sociales. Frente al objeto de estudio está el científico con su visión de la realidad y con las teorías
que trae con él y que comparte con otros porque responde a propósitos de un grupo, de una comunidad
formada por iguales.

La Antropología como ciencia surge en el siglo XIX. El marco teórico que prevalecía era el que se sustentaba
en la teoría evolutiva. La evolución, seguía una única línea de desarrollo. La noción de evolución se ajustaba
a las ideas sociales, políticas, económicas, de la época. Las ideas de evolución y progreso aplicadas a la vida
social de los hombres, llevaban a explicar las diferencias entre las sociedades ( hasta diferencias biológicas
entre los hombres) a partir de grados diferentes de evolución. A comienzos del siglo XX, la percepción que
se tenía de las sociedades “no occidentales” fue otra: las diferencias serían explicadas desde la teoría
funcionalista, para las cuales las sociedades y sus culturas habían seguido diferentes líneas evolutivas. Y
como ocurrió con el funcionalismo, no se tendrá en cuenta el proceso colonialista y sus consecuencias: la
colonización tenía ahora la necesidad de conocer esas sociedades tan alejadas de Occidente. La “forma de
ver el mundo” y explicarlo conforma marcos teóricos o visiones del mundo que no están alejados del
entorno social.

El científico neutral no existe, porque ningún científico puede ser separado de su contexto social. El intento
de que el científico se “liberara” de cualquier preconcepto (ser objetivo) llevó, a la postura “dura” de los
positivistas, para quienes medir y comparar los datos eliminaba la posibilidad de incurrir en la subjetividad.
Las ciencias disponen de medios adecuados para la comprensión de la objetividad. Si bien el trabajo de
campo (observación participante), metodología originaria de la Antropología, no es sinónimo de objetividad
absoluta, le permite a ésta acceder a un conocimiento más profundo de su objeto de estudio.

En tercer lugar, la ciencia se construye desde ideas que se establecen fugazmente y es una actividad que
genera ideas nuevas a partir de la investigación. Hablar de ideas establecidas temporalmente significa que la
ciencia sufre transformaciones a lo largo del tiempo. Siempre implica un avance que se apoya en los
resultados previos, por eso se construye y conserva una continuidad, aun cuando se produzcan cambios y
rupturas por la caída del marco teórico. Las explicaciones científicas son modificables porque nunca son
finales. La prueba de que las explicaciones científicas sean reemplazadas por otras se encuentra en la
historia misma de la ciencia.

En la Antropología, como ocurre en las ciencias sociales, los hechos que estudia están marcados por la
historicidad, se trata de hechos socioculturales y cambian todo el tiempo, al igual que todo el mundo
material. Las condiciones sociales están sujetas a cambios en el tiempo y por ello, se generan nuevas teorías
para explicar esos nuevos eventos o hechos y el orden social consecuente. Estas transformaciones no
significan que la ciencia se esté acercando a la verdad absoluta, sino que, corresponden una modificación de
los contextos culturales que ejercen su influencia sobre ella.

La Antropología como todas las ciencias sociales ha tenido y tiene en la actualidad, un compromiso
importante con la realidad social. Su compromiso es el análisis de los problemas sociales y la colaboración
con distintos actores para buscar soluciones a estos problemas. El papel que ha tenido toda la ciencia en
inducir e imponer en la mentalidad de los individuos determinados pensamientos que se han traducido en
comportamientos con consecuencias nefastas (el reduccionismo mencionado y su relación con el racismo, o
la aplicación de políticas que propician y perpetúan la desigualdad, por ejemplo).

Fue fundamental la recuperación que han hecho las ciencias sociales del sentido de la historia y su papel en
la interpretación del mundo. Así actúan como “formas de autoconciencia científica de la realidad social”
(Ianni 1998), “desnaturalizando” aquello que se quiere entender como “perpetuo”. La ciencia en muchos
casos ha carecido de “autorreflexión”, no se ha preguntado por qué es impulsada a desarrollar ciertos
proyectos y no otros. La neutralidad en las ciencias podría ser un engaño ya que, en la historia del hombre,
se ha hablado en nombre de la ciencia como un medio para asegurar el statu quo.

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