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La Unidad de los Creyentes

Al discutir el plan de salvación en sus diferentes


epístolas, el apóstol Pablo varía un poco el énfasis
sobre algunas doctrinas. En Romanos, por ejemplo, él
enfatiza especialmente acerca de la fe aparte de las
obras. En Gálatas, acerca de la fe aparte de las
observaciones ceremoniales. Mientras que en Efesios
concede suma importancia a la doctrina de laUNIDAD
DE LOS CREYENTES.
Tomemos como tema de esta meditación el pasaje en
el capitulo 4 de esta epístola a los Efesios versos 1 al
16.
En ninguna otra parte del Nuevo Testamento se trata
el tema de la unidad de los santos de una manera tan
hermosa como en esta porción.
En los versos 1 al 3, el habla de la unidad del Espíritu.
Esto no quiere decir naturalmente, que no puedan
haber entre los creyentes diferentes opiniones aun
acerca de algunas doctrinas o métodos para el trabajo
en la Obra de Dios, ya que en el verso 13 se indica
claramente que todavía no hemos llegado a la unidad
de la fe. Pero en cambio se nos amonesta a guardar la
unidad del Espíritu en el vínculo de la Paz en lo cual
debemos poner toda solicitud y diligencia.
Más adelante la Palabra de Dios nos muestra cuáles
son las siete unidades que ligan y componen para
recibir el alimento que nos hace tomar aumento de
cuerpo para edificarnos en amor.
UN CUERPO: La biblia enseña de la manera más clara
que todos los creyentes somos bautizados por un
mismo Espíritu en un Cuerpo, y esta unidad del cuerpo
de Cristo elimina toda clase de diferencias sociales,
raciales o de nacionalidad. Toda acepción de personas
es condenada duramente en la Palabra de Dios.
(Santiago 2:1-5)
UN ESPÍRITU: No hay sino un solo Espíritu Santo el
cual opera desde el principio de la creación y a través
de toda la Biblia. Sólo que ahora en esta maravillosa
dispensación de la gracia, este Espíritu tiene un
ministerio glorioso, el cual es bautizar a todos los
creyentes en un solo cuerpo. Si reconocemos la
presencia del Espíritu Santo en la vida de nuestros
hermanos nos sujetaremos a ellos en el temor de Dios.
UNA ESPERANZA: Esta esperanza bienaventurada
que unifica y purifica a la iglesia no es otra que la
segunda venida del gran Dios y Salvador nuestro
JESUCRISTO. Cuando todos miramos al gran día en
que seremos semejantes a Él porque le veremos como
Él es, todas nuestras diferencias quedan eclipsadas
ante tan gloriosa esperanza.
UN SEÑOR: Esta creencia en un solo Señor es una
tremenda fuerza de cohesión en la Iglesia. Desde el
momento en que reconocemos que no hay varios
señores de la Iglesia sino que Uno Solo es el Jefe
Supremo, desaparecen los deseos de dominar y tener
señorío sobre las heredades del Señor.
UNA FE: Existe un cuerpo de doctrinas que se llaman
fundamentales sobre las cuales no pueden haber
diferencias de criterio. Estas doctrinas se refieren al
plan de salvación anunciado por el Apóstol Pedro el día
del nacimiento de la verdadera iglesia de Dios. Es a
saber

 ARREPENTIMIENTO, BAUTISMO en agua por
inmersión en el Nombre de JESUCRISTO para remisión
de los pecados y elBAUTISMO del
Espíritu Santo con la señal inicial de hablar en otras
lenguas. Sobre esto no deben haber divergencias.

UN BAUTISMO: Si hay alguna doctrina que haya


causado las más profundas divisiones en el llamado
Cristianismo, es esta del bautismo. Pero Pablo habla de
un solo bautismo, y este bautismo debe ser de acuerdo
con el plan anunciado por el Señor a Nicodemo. O sea
el nacimiento de agua y del Espíritu. Estos dos
elementos, agua y Espíritu, constituyen el solo
bautismo de que nos habla el pasaje que comentamos.
UN DIOS Y PADRE: De todas las siete unidades, esta
de la fe en un solo Dios, es la más importante. El
primer mandamiento de todos es: Oye, Israel, el Señor
nuestro Dios, el Señor UNO es. Cuando todos llegamos
a entender y conocer y creer que no existe sino un solo
Dios, y todos tributamos adoración a este Dios
indivisible, este hecho constituye la más grande fuerza
de unidad en la Iglesia.
Otro motivo de unidad en la iglesia lo constituye la
comprensión de parte de los Ministros de que nuestros
ministerios son dones concedidos por el mismo Señor a
la Iglesia como un Cuerpo.
De manera que el verdadero Ministro debe estar
dispuesto a ministrar a la Iglesia en general donde
quiera que sus servicios sean requeridos. Los
diferentes Ministerios se deben, no a la habilidad o
piedad personal, sino a la gracia que recibimos
conforme a la medida del don de Cristo. Y esta gracia
debe ser usada para la perfección de los santos, para
la obra del ministerio, en la fe al conocimiento del Hijo
de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la edad
de la plenitud de Cristo.
Este despliegue de los diferentes ministerios por toda
la Iglesia en general causa el crecimiento de los
creyentes y su afirmación en la fe a fin de no ser
engañados por la estratagema de los falsos maestros
que emplean con astucia los artificios de error.
Pongamos sumo cuidado para que ahora que la Iglesia
en Colombia ha llegado, por la gracia de Dios, a este
grado de crecimiento y desarrollo, no vayamos los
Ministros a tener criterio de orden local solamente y
busquemos sólo la comodidad personal y no la
edificación del Cuerpo de Cristo tal como se presenta
en la Epístola a los Efesios.

Domingo Zúñiga Cortés


Superintendente de la IPUC
Tomado del HERALDO DE LA VERDAD
Enero 1969, No. 81

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