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Introducción
El Instituto Ecuatoriano de Economía Política tiene el honor de publicar en esta
ocasión dos cortos pero inmortales ensayos del célebre economista francés
Frederic Bastiat (1801-1850).
Han pasado 150 años desde que Bastiat escribió estas joyas económicas-
literarias-, sin embargo tienen total vigencia, ya que las verdades que se exponen
son eternas.
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LA FALACIA DE LA VENTANA ROTA
Por Frederic Bastiat (1850)
¿Cuánto cuesta un nuevo vidrio? ¿100 pesos? No es una suma tan importante.
Además, si los vidrios nunca se rompiesen ¿Qué pasaría con los negocios de
vidriería?
El razonamiento continúa. El vidriero tendrá $100 más para gastar en otras cosas
y esto a su vez hará que otros gasten esos $100 y así hasta el infinito.
La ganancia que obtiene el vidriero, no es otra cosa que la pérdida que tiene
ahora el sastre. Ningún nuevo “empleo” ha sido creado.
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Ese olvido se debe precisamente a que el sastre nunca entró en escena.
La gente verá la nueva ventana colocada al día siguiente.
Lo que nunca verán es al nuevo traje, simplemente porque nunca será
confeccionado.
Ven solamente lo que es inmediatamente visible a sus ojos.
Esta “Falacia de la ventana rota”, bajo innumerables disfraces ha sido una de las
más persistentes en la historia de la economía.
Es solemnemente reafirmada cada día por grandes capitanes de la industria,
cámaras de comercio, líderes sindicales, editorialistas y periodistas radiales,
expertos en estadísticas y profesores de economía de las mejores universidades.
Gobierno
Yo desearía que alguien ofreciera un premio por una buena, simple e inteligente
definición de la palabra "Gobierno".
¡El Gobierno! ¿Qué es? ¿Dónde está? ¿Qué hace? ¿Qué debe hacer? Todo lo
que sabemos es, que es un misterioso personaje; y, seguramente, es el más
solicitado, el más atormentado, el más abrumado, el más admirado, el más
acusado, el más invocado y el más provocado de todos los personajes en el
mundo.
No tengo el placer de conocer a mi lector pero yo apostaría diez a uno que por
seis meses ha estado construyendo Utopías, y de ser así, está esperando que el
Gobierno las haga realidad.
Y si sucediera que el lector es una dama: no dudo que ella está sinceramente
deseosa de ver que se remedien todos los males de la sufrida humanidad, y que
ella piensa que esto sería fácilmente realizable, si tan solo el Gobierno lo
emprendiera.
Pero, ¡qué pena! Ese pobre e infortunado personaje, cual Fígaro, no sabe a quien
escuchar, ni a quien acudir. Las cien mil bocas de la prensa y de la tribuna claman
todas a la vez.
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"Funde talleres sociales."
"Nutra a los niños."
"Eduque a la juventud."
"Ayude a los ancianos."
"Envíe a los habitantes de la ciudad al campo."
"Iguale las ganancias de todos los negocios."
"Preste dinero sin interés a todos los que desean préstamos."
"Emancipe a la gente oprimida en todas partes."
"Críe y perfeccione el caballo ensillado."
"Estimule las artes, y provéanos de músicos, pintores, y arquitectos."
"Restrinja el comercio, y al mismo tiempo cree una naviera mercante."
"Descubra la verdad, y ponga un poquito de razón en nuestras cabezas. La misión
del gobierno es iluminar, desarrollar, extender, fortificar, espiritualizar, y santificar
el alma de la gente."
Entonces surge una gran exclamación: - "¡No! ¡En verdad! ¿Dónde reside el mérito
de hacer algo con recursos? ¡Así, no merece el nombre de Gobierno!"
En vez de cargarnos con nuevos impuestos, haremos que retires los antiguos.
Debes suprimir
"El impuesto al tabaco."
"El impuesto al licor."
"El impuesto a las cartas."
"El impuesto a las aduanas."
"Patentes."
En medio de este tumulto, y ahora que el país ha cambiado una y otra vez la
administración por no haber satisfecho todas las demandas, yo he querido
mostrarles que ellos se contradecían a sí mismos. Pero, ¿en qué he estado
pensando? ¡Debí haber guardado esta desafortunada observación para mí mismo!
¡He perdido mi carácter para siempre! Se me mira como un hombre sin corazón y
sin sentimientos -un filósofo seco, un individualista, un plebeyo- en una palabra, un
economista de la escuela práctica. Pero, les pido perdón, sublimes escritores,
quienes no se detienen ante nada, ni siquiera ante las contradicciones. Estoy
equivocado, sin ninguna duda, y estoy dispuesto a retractarme. Yo debería estar
suficientemente contento, pueden estar seguros, si ustedes realmente ya han
descubierto un benéfico e inagotable ser, que se llama a sí mismo Gobierno, el
cual tiene pan para todas las bocas, trabajo para todas las manos, capital para
todas las empresas, crédito para todos los proyectos, aceites para todas las
heridas, bálsamos para todos los sufrimientos, consejos para todos los problemas,
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soluciones para todas las dudas, verdades para todos los intelectos, diversiones
para todos los que las quieren, leche para la infancia, y vino para los adultos - que
puede proveer todos nuestros deseos, satisfacer todas las curiosidades, corregir
todos nuestros errores, reparar todas nuestras fallas, y eximirnos por lo tanto de la
necesidad de previsión, prudencia, juicio, sagacidad, experiencia, orden,
economía, templanza y actividad.
¿Qué razón podría yo tener para no desear ver tal descubrimiento realizado? En
verdad, más que lo pienso, más que veo que nada podría ser más conveniente
que todos tuviéramos dentro de nuestro alcance una fuente inagotable de riqueza
y conocimiento - un médico universal, un tesoro ilimitado, y un consultor infalible,
tal como ustedes describen que es el gobierno. Por esa razón es que quiero
señalarlo y definirlo, y un premio debe ser ofrecido al primer descubridor del Fénix.
Nadie pensaría en afirmar que este precioso descubrimiento ha sido hecho
todavía, si hasta ahora todo lo presentado bajo el nombre de Gobierno ha sido en
algún momento trastocado por la gente, precisamente porque este no satisface las
condiciones bastante contradictorias del programa.
Me aventuraría a decir que temo que somos, en este aspecto, las víctimas de una
de las más extrañas ilusiones que han hecho presa de la mente humana.
¡La esclavitud está desapareciendo, gracias a Dios! Y, por otra parte, nuestra
disposición a defender nuestra propiedad impide que nos roben en una forma
directa y abierta fácilmente.
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indicado para silenciar nuestros escrúpulos y, tal vez, mejor apreciado para
impedir toda resistencia? Por lo tanto, nosotros reclamamos, bajo un pretexto u
otro, y pedimos al Gobierno. Le decimos, "Estoy insatisfecho ante la proporción de
mi trabajo y mis gozos. Me gustaría para restaurar el equilibrio deseado, tomar
parte de lo que otro posee. Pero esto podría ser peligroso. ¿Podrías facilitarme
esto para mí? ¿No me podrías encontrar un buen lugar? o ¿chequear la industria
de mis competidores o, tal vez, prestarme gratuitamente algo de capital, el cual, se
lo puedes quitar de su poseedor? ¿No podrías mantener a mis hijos a costa del
gasto público? ¿O darme algunos premios O garantizarme una competencia
cuando haya alcanzado mi cincuentavo año? De esta manera cumpliré mis fines
con una conciencia tranquila, ya que la ley a habrá actuado por mí, y yo tendré
todas las ventajas del robo, ¡sin el riesgo o su desgracia!"
Como es seguro, por una parte, que todos nosotros estamos haciendo similares
pedidos al Gobierno; y como por otra parte, está comprobado que el Gobierno no
puede satisfacer a un grupo sin añadirle trabajo a los otros, hasta que pueda
obtener otra definición de la palabra Gobierno me siento autorizado a dar mi
propia. ¿Quién sabe si ella obtendrá el premio? Aquí esta:
"Gobierno es la gran ficción a través de la cual todos nos empeñamos por vivir a
expensas de los demás."
Ahora, como antes, cada uno trata de beneficiarse más o menos, del trabajo de
los demás. Nadie se atrevería a expresar tal sentimiento, aun se lo oculta a sí
mismo, y entonces qué es lo que se hace? Se busca un medio; se pide al
gobierno, y cada clase cuando le toca el turno se dirige al gobierno y le dice: "Tu,
quien puede tomar justificada y honestamente, toma del publico, y nosotros
participaremos." ¡Qué bien! El gobierno, está muy bien dispuesto a seguir este
diabólico consejo, para ello está conformado de ministros y empleados- de
hombres, en pocas palabras, quienes, como todos los otros hombres, desean en
sus corazones, y siempre agarran cada oportunidad con anhelo, para incrementar
su riqueza e influencia. El gobierno no es nada lento en percibir las ventajas que
puede obtener de la parte que el público le confía. Está contento de ser el juez y
el amo de los destinos de todos; tomará mucho, porque entonces le quedará una
porción más grande para sí mismo; multiplicara el número de sus agentes; y
agrandará el círculo de sus privilegios; acabará apropiándose de una ruinosa
proporción.
Pero lo más notable de todo esto es la sorprendente ceguera del público ante todo
esto. Cuando los soldados triunfantes solían reducir a los conquistados en
esclavos, eran bárbaros, pero no absurdos. Su objetivo, como el nuestro, era de
vivir a la expensa de otros, y no fracasaron en ello. ¿Qué debemos pensar de una
gente que nunca sospecha que el robo recíproco no es menos robo porque es
recíproco; que no es menos criminal porque es llevada a cabo legalmente y con
orden; que no aporta nada al bien público; que lo disminuye, en la misma
proporción de lo que cuesta mantener el costoso medio al cual llamamos el
Gobierno?
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Y esta es la gran quimera que la nación francesa, por ejemplo, colocó en 1848
para que sirva de inspiración a su gente, como un frontispicio a su Constitución.
Lo siguiente es el principio del preámbulo de esta Constitución: -
De modo que es Francia, o una abstracción, la que debe elevar a los franceses a
la moralidad, bienestar, etc. ¿No es entregándonos a esta extraña ilusión que se
nos ha inducido a esperar todo de una energía que no es la nuestra? ¿No es este
supuesto, ciertamente gratuito, que existe entre Francia y los franceses, entre una
denominación simple, abreviada y abstracta de todas las individualidades y estas
individualidades mismas - relaciones como de padre a hijo, tutor a pupilo, profesor
y alumno? Sabemos que a menudo se dice, metafóricamente, "el país es una
tierna madre." Sin embargo, para mostrar cuan insana es esta proposición
constitucional, se necesita únicamente mostrar que se la puede revertir, no sólo
sin ningún inconveniente sino con ventaja. Sería menos preciso decir:
"Los Franceses se han constituido ellos mismos en una república para llevar a
Francia a un incremento continuo en el grado de moralidad, ilustración y
bienestar."
Los americanos sugieren otra idea de las relaciones de los ciudadanos con el
gobierno cuando pusieron estas palabras tan simples al principio de su
Constitución:
"Nosotros, las personas de los Estados Unidos, con el propósito de formar una
unión más perfecta, de establecer justicia, de dar tranquilidad interior, de proveer
nuestra defensa común, de incrementar el bienestar general y de defender los
beneficios de la libertad para nosotros y para nuestra posteridad, decreta," etc.
Aquí no hay una creación quimérica, no una abstracción, de donde los ciudadanos
puedan demandar todo. Ellos no esperan nada excepto de ellos mismos y de su
propia energía.
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De un lado está el público, el Gobierno en el otro, considerados como dos seres
distintos; este último obligado a otorgarle al primero, y el primero tiene el derecho
a reclamarle al segundo todos los beneficios humanos imaginables. ¿Cuales serán
las consecuencias?
De hecho, el Gobierno no es un lisiado, y no puede serlo. Tiene dos manos - una
para recibir y otra para dar; en otras palabras, tiene una mano áspera y otra
suave. La actividad de la segunda necesariamente está subordinada a la actividad
de la primera. Estrictamente el gobierno puede tomar y no reponer. Esto es
evidente, y puede ser explicado por la naturaleza porosa y absorbente de sus
manos, que siempre retienen una parte, y otras veces todo de lo que tocan. Pero
lo que nunca se ha visto, y nunca será visto o concebido, es que el Gobierno le
pueda reponer a las personas más de lo que ha tomado de ellas. Es radicalmente
imposible para el gobierno otorgar un beneficio particular a cualquiera de los
individuos que conforman la comunidad, sin inferir un daño mayor a la comunidad
como un todo.
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7 Economía y Medio Ambiente. Juan F. Bendfeltd
8 Los Costos Escondidos de la Acción del Lydia Durán Ortega
Gobierno.
9 El Papel del Estado en una Sociedad Libre. Franklin López.
10 Cómo y Por qué se desarrollan los pueblos. Carlos Alberto Montaner
11 Límites al Poder del gobierno de establecer Dora de Ampuero
impuestos.
12 La Previsión en Chile Ayer y Hoy Impacto de Hernán Cheyre
las Reformas
13 La Conservación de los Recursos Naturales Enrique Ampuero Pareja
renovables y los Derechos de Propiedad.
14 La Constitución y las Libertades Económicas. Franklín López
15 Comercio Exterior. Alberto Benegas Lynch
16 Inflación. Ludwig Von Mises
17 Libertad Política y mecanismos de participación Dora de Ampuero
ciudadana en democracia.
18 Desarrollo Económico de Abajo hacia arriba. Michael Novak
19 Introducción a la Teoría Económica de la Randy Simmons
Opción Pública.
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37 Veinticinco años sin el Patrón Oro: Kurt Schuler
Consecuencias para los países en desarrollo.
38 Como salir de la Recesión. Hernán Buchi
39 Los gobernantes son falsos Dioses. Franklín López Buenaño
40 El liberalismo, persona y democracia Fabián Corral
41 La escuela Austriaca de Economía Juan Carlos Cachanosky
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"Hay sólo una diferencia
entre un mal economista y
uno bueno: el mal
economista se limita a los
efectos visibles; el buen
economista toma en cuenta
ambos, el efecto que se
puede ver y aquellos que
tienen que ser previstos. El
mal economista persigue un
pequeño bien presente que
será seguido por un gran
mal, mientras el buen
economista persigue un
gran bien, bajo el riesgo de
un pequeño mal presente".
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