De acuerdo con el art. 2758 del cód. civil:La acción de
reivindicación es una acción que nace del dominio que cada uno tiene de cosas particulares, por la cual el propietario que ha perdido la posesión, la reclama y la reivindica, contra aquel que se encuentra en posesión de ella.
A pesar de que en nuestro derecho no existe uniformidad de
opiniones acerca del ámbito de aplicación de la acción reivindicatoria, no media controversia alguna respecto de la vigencia de dicha acción en cuanto a modo de tutela del dominio y el condominio.
En efecto, tanto la corriente restrictiva[36], como la amplia[37],
están de acuerdo en el sentido de que el dueño y el condómino están legitimados para ejercer la reivindicación cuando está en juego la existencia misma de tales derechos reales (art. 2756, cód. cit.).
Sin embargo, dada la particular naturaleza del condominio,
nuevamente se plantean una serie de cuestiones interpretativas respecto del ejercicio de dicha acción real.
Ante todo, deben distinguirse dos supuestos, puesto que la
reivindicación puede plantearse entre los condóminos o respecto de terceros. a) Ejercicio de la acción entre los condóminos
La reivindicación entre condóminos está expresamente
prevista por el art. 2761, pues aunque esta norma apunta al objeto de la acción, deja establecida la reivindicabilidad de las partes ideales de cosas muebles o inmuebles por cada uno de los condóminos contra cada uno de los coposeedores.
Si bien la fuente literal de esta disposición es el art. 3914, Nº 1
del Esbozo de FREITAS, la solución ya aparece consagrada en el Digesto (ley 8, 3, 1, 6), como se menciona en la nota, en la que también se cita a MOLITOR y MAYNZ.Este último autor sostenía que se puede reivindicar la parte indivisa o intelectual que se tiene en la propiedad de una cosa, pues nada se opone para que el juez ordene restituir el poder parcial que cada comunero tiene sobre la cosa, con tal que la extensión del derecho, es decir, la cantidad de la parte, sea determinada[38].
En consecuencia, la medida de la reivindicación cuando es
ejercida entre condóminos está dada por la parte indivisa.
Esta es la única solución posible, si se tiene en cuenta que el
condominio en el Código Civil, siguiendo la tradición romana, se encuentra estructurado sobre la inexistencia de partes materialmente determinadas. El derecho de cada condómino no se ejerce sobre una porción de la cosa delimitada desde el punto de vista físico, sino que se representa por una parte ideal, traducida en una cifra: un medio, un tercio.
Por ello, si un comunero tiene la mitad indivisa, habrá otro que
tendrá la restante mitad indivisa, o si uno de ellos tiene el tercio, los demás tendrán los dos tercios que quedan.
En consecuencia, un condómino jamás estaría legitimado para
reivindicar toda la cosa, pues sólo tiene derecho sobre su porción ideal, mientras que el demandado lo tiene sobre la suya. Aunque este último lo haya excluido de la cosa, y hasta es probable que, consumando un acto de interversión de título, se encuentre usucapiendo el dominio del todo, la medida de la acción será siempre la parte indivisa.
Por lo mismo, es obvio que el comunero desposeído tampoco
podría reclamar la restitución de una parte materialmente determinada, ya que nunca ha tenido derecho alguno sobre ella y la conducta desplegada por el demandado no podría mejorar su situación ni alterar la naturaleza misma del condominio.En tal sentido se ha dicho que, si bien el derecho del condómino se extiende a toda la cosa y no a una porción material de ella, cuando intenta la reivindicación contra otros condueños lo es sólo por su parte ideal, la cual tiene que ser cierta y determinada en relación con los otros condóminos[39]. Se ha considerado que en realidad no se estaría en presencia de una verdadera acción de reivindicación, puesto que a través de su ejercicio no se reclama y reivindica de los otros copropietarios la cosa común, sino que tan sólo se persigue el reconocimiento del derecho desconocido por el accionado[40].
El art. 2761 utiliza la expresión reivindicables de manera
impropia, por cuanto el hecho de que uno de los comuneros se dirija a los otros para que le reconozca su participación, no tiene nada que ver con la acción reivindicatoria:no hay dominio ni pérdida de la posesión ni entrega del inmueble, ni siquiera hay una acción dire cta sobre el mismo[41].
El código no se ha colocado en la hipótesis corriente de la
reivindicación, es decir, de una persecución, sino que ha encarado el problema bajo el aspecto interno de la comunidad[42].
Esta opinión no es compartida por otros autores, quienes
consideran que si le es negado al condómino el uso y goce de la cosa, si es privado de la coposesión de ella, es lógico que la ley le acuerde el derecho de reivindicar su parte ideal, por medio de la cual se persigue el reconocimiento de su derecho y también ese uso y goce en la medida en que aquélla se lo concede[43].
Si se ejerce la acción, el condómino debe haber sido excluido
de la posesión por parte de otro condómino, de modo que no se trata de reclamar un mero reconocimiento del derecho, sino el reintegro de aquélla, lo que constituye el objetivo final de cualquier acción reivindicatoria[44].
Si un condómino que excluye a los demás, comienza a poseer
en forma exclusiva, es obvio que ha consumado un acto de interversión del título, por lo que normalmente estará usucapiendo el dominio.
Por lo tanto, la demanda de reivindicación producirá la
interrupción civil de dicha prescripción (art. 3986).
Al dictar sentencia el juez condenará al demandado a restituir
la posesión al condómino reivindicante, aun cuando el art. 2794 deberá ser aplicado adaptándolo a la modalidad propia del condominio: no tendrá que dejar desocupado el inmueble, sino simplemente, permitirle el acceso para que pueda usar y gozar de la cosa común conforme al art. 2684, sin perjuicio de la posibilidad de pedir la partición (art. 2693) o de arribar a un régimen de administración si así lo resolvieran (art.2699 y sigtes.)[45].
Además del reintegro de la posesión, deberán liquidarse las
cuentas con relación a los frutos que pudo haber percibido el demandado, a los productos de que pudo haber dispuesto, los riesgos que pudo haber experimentado la cosa o las mejoras que la hayan beneficiado, durante el tiempo en que el condómino reivindicante se vio privado de la posesión de ella (art. 2422 y sigtes.). Por ello, concluimos que de perseguirse el simple reconocimiento del derecho, no tendría ninguna finalidad práctica la reivindicación y al condómino excluido de la cosa le sería mucho más útil solicitar la partición.
b) Reivindicación contra un tercero
Si se ha producido la desposesión por obra de un tercero,
puede suceder que todos los condóminos resuelvan ejercer la reivindicación, de modo que no hay duda de que el objeto de la acción será toda la cosa común.
La sentencia condenará a restituir la posesión y ella será
entonces recuperada por los actores, quienes volverán a coposeer como lo hacían antes de consumarse el despojo.
El problema en torno a este tema se suscita cuando sólo
alguno o algunos de los comuneros deciden reivindicar.
Al estar limitado el derecho de cada uno a su parte indivisa, se
plantea el interrogante de saber si la medida de la acción debe circunscribirse a esa parte, o si por el contrario, está facultado para demandar la restitución de toda la cosa. El caso está previsto por el art. 2679: Cada uno de los condóminos puede reivindicar, contra un tercer detentador, la cosa en que tenga su parte indivisa; pero no puede reivindicar una parte material y determinada de ella.
En la nota se citan como fuentes el derecho romano, MAYNZ
y AUBRY et RAU.Estos autores coinciden en que la medida de la acción es la parte ideal[46]. Inclusive, los segundos dicen expresamente que cada comunero puede reivindicar contra todo tercero detentador, su cuota parte ideal, si no para obtener una desposesión, al menos para hacer reconocer su derecho de propiedad. Aclaran más adelante que antes de la partición, ninguno de los comuneros puede reivindicar una parte materialmente determinada de la cosa común[47].
Ahora bien, tal como está redactado el art. 2679, podría
suponerse que el codificador ha adoptado una posición contraria a la sustentada por las fuentes, circunstancia que en buena parte ha sido la determinante de la elaboración de las dos corrientes interpretativas que veremos a continuación y que denominaremos restrictiva y amplia.
I) Corriente restrictiva
Para los sostenedores de esta corriente, el condómino sólo
puede reivindicar la parte indivisa. Los argumentos en que se apoya pueden sintetizarse de la siguiente manera:
a) Las acciones se acuerdan en la medida necesaria para
proteger el derecho invocado, de modo que si se admitiera la posibilidad de reivindicar toda la cosa común, se estaría reconociendo una protección muy superior a la medida del interés del condómino sobre esa cosa[48].
El derecho del condómino no debe ir más allá de su parte,
porque no tiene poder de los otros y porque el derecho de éstos puede estar extinguido por la prescripción o por cualquier otra causa. Si un tercero extraño ha tomado la cosa que pertenece a tres, uno de éstos sólo puede reivindicar su tercera parte, ya que la reivindicación tiene por principal objeto obtener el reconocimiento como condueño de la parte que le corresponde, por cuanto no puede determinarla. Se reduce entonces a hacer reconocer su derecho y tomar la propiedad que le corresponde en la cosa[49].
b) La interrupción de la prescripción causada por demanda
hecha por uno de los condóminos no aprovecha a los otros (art.3992).
Por lo tanto, si uno de ellos acciona contra un tercero, la
prescripción se interrumpe sólo con respecto a él, y como continúa corriendo contra los demás, ya que de hecho la posesión persiste (nota al art. 3992), no es dable admitir que ese condómino pueda reivindicar en nombre de todos los restantes no alcanzados por la consecuencia inmediata de la promoción de la acción[50].
c) El código ha reglamentado los efectos de la sentencia
cuando en una acción confesoria la demanda es entablada por uno de los condóminos o contra alguno de ellos (art. 2799). El silencio guardado respecto de la acción reivindicatoria es significativo, máxime si se tiene en cuenta que en la práctica será mucho más frecuente la reivindicación que la acción confesoria, así como también que los intereses en juego en la primera son muy superiores a los tutelados por la segunda.
Si VÉLEZ SÁRSFIELD hubiera querido conceder al
condómino la posibilidad de reivindicar toda la cosa común, no habría omitido reglamentar los efectos de la sentencia dictada en el pleito reivindicatorio con relación a los comuneros no demandantes[51].
d) El art. 3450 al referirse a la reivindicación de los inmuebles
hereditarios durante la etapa de indivisión, consagra la misma solución limitativa, al circunscribir el derecho del coheredero reivindicante hasta la concurrencia de su parte en la herencia.
AUBRY et RAU sostienen que cada coheredero, antes de la
partición, está autorizado a perseguir, hasta la concurrencia de su parte, el pago de los créditos de la herencia, y a reivindicar los inmuebles que la integran, en la misma proporción.En ningún momento aluden a las acciones conservatorias de los bienes de la sucesión[52] e) Es la tesis sustentada por los autores que han servido de fuente al codificador[53].
Ha sido aceptada en general por los autores y la
jurisprudencia[54].
II) Corriente amplia
Para los partidarios de la corriente amplia, el condómino
puede reivindicar toda la cosa, en base a los siguientes argumentos:
a) No es cierto que el interés del condómino se circunscriba a
la parte indivisa.
Aunque el art. 2680 le veda la realización sobre la cosa común
o sobre la menor parte de ella físicamente determinada, de actos materiales o jurídicos que importen el ejercicio actual e inmediato del derecho de propiedad, dicha norma no constituye un obstáculo para la procedencia de la reivindicación amplia, porque al asegurar a cada condómino a través del ejercicio de la acción real, la plenitud de la copropiedad, no hace más que conservar el condominio tal como le pertenece[55]. b) El art. 3992, invocado por la tesis restrictiva, se vuelve en su contra, por cuanto al analizarlo se omite toda referencia a que los efectos interruptivos sólo benefician al autor cuando no hay privación de la posesión.
Este agregado que es original del codificador, permite deducir
que si hay pérdida de la posesión, ya no concurre el presupuesto básico para la interrupción ad personam, por cuanto no podrá alegarse una suerte de ficción respecto de la posesión, al ser impedida de hecho su continuación (nota al art. 3992).
Si el condómino resuelve ejercer la reivindicación, en virtud de
los efectos relativos de la interrupción civil, únicamente a él favorece su demanda (art. 3992), pero si triunfa y la sentencia condena al tercero a restituir, se produce la privación de la posesión a que alude el art.3992, por lo que en los hechos todos los comuneros aprovechan de los efectos interruptivos[56].
Ello es así por cuanto el efecto interruptivo de la prescripción
causado por la demanda se relaciona directamente con la acción que se ejercita, de modo que si el condómino tan sólo se limita a solicitar el reconocimiento de su derecho como tal, esto es, sin pretender el desapoderamiento del poseedor, dicho efecto sólo juega a su favor. Ahora bien, si contrariamente a ello, el condómino resulta triunfante en la acción de reivindicación la desposesión así obtenida aprovecha a los demás condóminos[57]. c) El art. 3450 sostiene expresamente que cada heredero en el estado de i ndivisión puede reivindicar contra terceros detentadores los inmuebles de la herencia. En la segunda parte de esta norma aparece una limitación respecto del ejercicio de las acciones conservatorias de sus derechos en los bienes hereditarios, al consignar la expresión hasta la concurrencia de su parte. Si bien es cierto que se trata indudablemente de una limitación, no lo es menos que la misma alude sólo a las acciones conservatorias, y no a la acción reivindicatoria, prevista en la primera parte y que guarda perfecta autonomía.
Se ha dicho que esta interpretación contempla la esencia del
derecho del condómino, verdadero propietario con la única limitación del derecho igual de los restantes comuneros y la finalidad de la acción reivindicatoria, que es la recuperación de la cosa desposeída y no la formación de una comunidad de heterogéneos derechos reales[58].
Durante el estado de indivisión ninguno de los coherederos es
cotitular en el dominio de los inmuebles de la herencia considerados individualmente.La sucesión tiene por objeto un todo ideal, de modo que no es posible que actuando el heredero en salvaguarda de un derecho sobre un bien singular para la masa hereditaria, pueda reputarse que está obrando en los límites de una cuota que no está referida a ese bien singular sino a la comunidad, aunque luego en la partición se adjudique o no ese bien[59].
Por ello, más allá de las confusiones que puede crear la
utilización de la conjunción copulativa en la redacción del art. 3450, debe admitirse la procedencia de la reivindicación integral por cada uno de los comuneros, ya que esta solución es la que mejor consulta las necesidades prácticas y evita las inseguridades que se producirían inevitablemente de adoptar la posición contraria[60].
d) El art. 2679 faculta al condómino a reivindicar la cosa en
que tenga su parte indivisa. Ello así, no es lo mismo que decir que puede reivindicar la parte indivisa que tenga en la cosa común.
Es realmente inaceptable la posición de SEGOVIA, quien
sostiene que dicha norma debió decir que el condómino tiene derecho a reivindicar la parte indivisa de la cosa común, y no la cosa en que tenga su parte indivisa[61].
Evidentemente fue intención del legislador dotar a esta norma
de mayor amplitud que la que surge de su fuente. De ese modo, mal puede entonces limitarse el interés del condómino sólo al uso y goce de la cosa, sin correr el riesgo de alterar su contenido, cuando, en rigor de verdad, dentro de sus facultades está la de disponer de su parte y que no se menoscabe la calidad de su título obstando al mejor ejercicio de sus facultades de enajenar.Es evidente que esa calidad se perjudicaría si por la acción de un tercero, fuese convertido en un derecho anómalo, coexistiendo sobre la cosa común un dominio sobre la parte del comunero que ejerció la acción, y una posesión ilegítima sobre las partes de los condóminos que no reivindicaron[62]. Así se ha sostenido que si se admitiera el progreso de la acción únicamente por la parte indivisa, se crearía una figura híbrida entre el reivindicante y el poseedor sin derecho alguno[63].
Se plantearían múltiples interrogantes acerca de quiénes
deberían ser consultados para tomar las medidas de administración, qué sucedería si en la votación el condómino reivindicante no alcanzara la mitad, etc. Como se ha dicho, es evidente que estas incongruencias y muchas más desaparecen con la reivindicación integral[64].
e) El silencio del código al no haber reglamentado los efectos
de la sentencia en la acción reivindicatoria intentada por un condómino, a diferencia de lo que ocurre con la acción confesoria, se explica ya que tales efectos se infieren del juego armónico de todas las disposiciones antes citadas[65].
f) Autores como SAVIGNY[66] y WOLFF[67] y códigos
modernos como el alemán y brasileño se inclinan por la tesis amplia.
g) Actualmente, la jurisprudencia ha terminado por imponer la
reivindicación amplia[68].
Si el codificador afirma que el condómino puede reivindicar la
cosa, o el heredero los inmuebles hereditarios, hay que atenerse al sentido claro de las palabras utilizadas. Por otro lado, como acabamos de ver, en materia de defensas posesorias el art. 2489 faculta al copropietario para ejercer las acciones posesorias sin necesidad del concurso de los otros copropietarios.
Entre tales acciones figuran sin duda las que tienden a la
recuperación de la posesión, cuya similitud con la reivindicación es innegable en lo que hace al presupuesto de la pérdida de la posesión en el demandante y en el propósito de recobrarla de manos del demandado.No se alcanza a advertir cuál podría ser el fundamento de reconocer una acción posesoria por el todo, y una acción real sólo por la parte indivisa, pues de ese modo podrían darse consecuencias absurdas, por ejemplo, cuando se produce el despojo de la cosa común por obra de un tercero. Si uno de los condóminos opta por el posesorio (art. 2482) y demanda la restitución de la posesión de toda la cosa, si luego debe acudir al petitorio, de acuerdo con la tesis restringida, deberá reivindicar sólo la parte indivisa[69].
Por todo ello, debe admitirse que el condómino puede
reivindicar toda la cosa, pues él tiene verdadero interés en recuperarla por el todo, a más que con la reivindicación sólo de su parte indivisa, no se lograría más que establecer una comunidad no querida entre él y el tercero usurpador sin derecho alguno.
De cualquier forma, y con buen criterio se ha sostenido que
todos estos problemas podrían evitarse si el condómino al promover la acción, o en su caso el demandado al contestarla, solicitasen la citación de los restantes comuneros. Mediaría entonces un supuesto de intervención obligada, pues no hay duda alguna de que la controversia es común a todos (art. 94, cód. procesal)[70].