HABLA, TU SIERVO OYE
“Pues tus palabras son mis delicias”
Diciembre 2020
Este Esdras subió de Babilonia. Era
escriba diligente en la ley de Moisés,
que Jehová Dios de Israel había
dado; y le concedió el rey todo lo que
pidió, porque la mano de Jehová su
Dios estaba sobre Esdras… Y al
primero del mes quinto llegó a
Jerusalén, estando con él la buena
mano de Dios. Porque Esdras había
preparado su corazón para inquirir la
ley de Jehová y para cumplirla, y para
enseñar en Israel sus estatutos y
decretos.” (Esdras 7:6, 9-10)
Una gran enseñanza que me deja el
Señor a través de la historia de
Esdras, la cual ha enriquecido
grandemente mi vida como creyente
y por supuesto me lleva a anhelar que
Dios siga moldeando en mí el
carácter de Cristo, para quizás
parecerme un poco a él, y como no,
seguir su ejemplo. Esdras es otro
ejemplo digno de imitar. Diligente en
la palabra de Dios. Me encanta la
forma como empiezan estos versos,
pues hace énfasis en la palabra que
Dios había dado a Moisés. Qué
importante tener bien claro que la
palabra es la que nos guía, es Dios
hablando a través de ella. Diligente
es una persona que pone mucho
interés, esmero, rapidez y eficacia en
la realización de un trabajo. ¡Cuán
necesario es tener entusiasmo por la
palabra, porque ella es nuestra guía,
la que nos limpia, nos alumbra, nos
descubre lo que somos, nos exhorta,
nos consuela, nos da fortaleza,
esperanza, nos juzga, es Dios mismo
hablando, dando a conocer su
voluntad. “Lámpara es a mis pies tu
palabra, Y lumbrera a mi camino.”
(Salmos 119:105), “Las palabras de
Jehová son palabras limpias, Como
plata refinada en horno de tierra,
Purificada siete veces.”(Salmo 12:6),
“Porque la palabra de Dios es viva y
eficaz, y más cortante que toda
espada de dos filos; y penetra hasta
partir el alma y el espíritu, las
coyunturas y los tuétanos, y discierne
los pensamientos y las intenciones
del corazón.”(Hebreos 4:12).
La palabra de Dios no deja indiferente
a nadie, ella nos desnuda delante de
Dios, deja en evidencia nuestro
pecado y por ella misma somos
limpios, es el alimento espiritual de
todo creyente. Con la experiencia de
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DILIGENTES EN LA PALABRA
Esdras no solo vemos la importancia
de ser diligentes en la palabra,
también podemos ver la necesidad
clara de preparar el corazón para
inquirir (escudriñar), “Porque Esdras
había preparado su corazón para
inquirir la ley de Jehová y para
cumplirla, y para enseñar en Israel
sus estatutos y decretos.” (Esdras‬
‭7:10). Propósitos bien claros en la
vida de este amado siervo del Señor.
Esdras no se conformó solo con
leerla, conocerla de forma teórica, él
procuro y preparó su corazón para
escudriñarla, sacarle el máximo
beneficio, para vivirla, cumplirla y
enseñarla. Seguro que fue su
delicia, su esperanza, su fortaleza
mientras estaba bajo el exilio en
Babilonia. Así debería ser nuestra
actitud, nuestro anhelo delante de
Dios. Una vez hemos depositado
nuestra fe, esperanza, nuestra vida
en la persona del Señor, procuremos
conocerle más y más, y no seamos
conformistas, mediocres,
quedándonos solo con saber de él
en la teoría. Vivamos una vida
agradable ante sus ojos, que
nuestros hechos sean un reflejo del
mismo Señor, de lo que él hace en
nosotros, de la transformación que
obra en nuestro corazón.
Es impresionante ver cómo Dios usó
a Esdras, cómo fue un instrumento
útil en sus manos para la
restauración del remanente de Israel
después de un largo exilio. Cuando
todo era ruina, miseria, desolación,
muerte, allí envió Dios esperanza,
restauración, oportunidad. Vemos
su grande misericordia y fidelidad,
“Porque él conoce nuestra
condición; Se acuerda de que
somos polvo. El hombre, como la
hierba son sus días; Florece como la
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flor del campo, Que pasó el viento por
ella, y pereció, Y su lugar no la
conocerá más. Mas la misericordia de
Jehová es desde la eternidad y hasta
la eternidad sobre los que le temen, Y
su justicia sobre los hijos de los hijos.”‭‭
(Salmos103:14-17)
El obrar de Dios es perfecto, justo y en
su tiempo. Mientras el pueblo sufría
por causa de su propia rebeldía, de su
desobediencia, su pecado, Dios
preparaba, capacitaba corazones
para llevar a cabo su santa y perfecta
voluntad. Salvación, oportunidad,
restauración, esa era la voluntad de
Dios para su amado Israel y para
nosotros en nuestro tiempo.
Cuán necesario es preparar el
corazón de forma sincera, para
deleitarnos, regocijarnos, gozarnos
en las riquezas de la palabra de Dios,
sabiendo que él nos prepara, nos
capacita para llevar a cabo su
voluntad, nosotros solo somos
instrumentos en sus manos.
A lo largo de toda la historia del pueblo
de Israel vemos una necesidad de
restauración continúa a través de la
palabra, así mismo hay necesidad
hoy, ahora. Necesidad de siervos
diligentes, fieles, comprometidos con
la obra, necesidad de llevar el
evangelio a las almas perdidas y sin
esperanza. También los que somos
salvos necesitamos restauración,
arrepentimiento, confesión de
pecado, limpieza espiritual.
La palabra de Dios es poder en aquel
que anhela vivirla, cumplirla y
enseñarla.
“La ley de Jehová es perfecta, que
convierte el alma; El testimonio de
Jehová es fiel, que hace sabio al
sencillo. Los mandamientos de
Jehová son rectos, que alegran el
corazón; El precepto de Jehová es
puro, que alumbra los ojos. El temor
de Jehová es limpio, que permanece
para siempre; Los juicios de Jehová
son verdad, todos justos. Deseables
son más que el oro, y más que mucho
oro afinado; Y dulces más que miel, y
que la que destila del panal. Tu siervo
es además amonestado con ellos; En
guardarlos hay grande galardón.”
(Salmos 19:7-11). “Porque recta es la
palabra de Jehová, Y toda su obra es
hecha con fidelidad.” (Salmo 33:4)
ALEXA CATRO
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“Pues tus palabras son mis delicias”
Diciembre 2020
“Por tanto, si hay alguna consolación
en Cristo, si algún consuelo de amor,
si alguna comunión del Espíritu, si
algún afecto entrañable, si alguna
misericordia, completad mi gozo,
sintiendo lo mismo, teniendo el
mismo amor, unánimes, sintiendo
una misma cosa.” (Filipenses 2:1,2).
Pablo escribe esta carta desde la
prisión en Roma, agradeciendo a los
creyentes la ofrenda de amor enviada
con Epafrodito (4:18). Comienza
dando gracias por ellos, estaban
siempre en sus oraciones. Resalta la
unidad en el evangelio, su comunión
(1:5), su confirmación (1:7), su
progreso (1:12), su defensa (1:17), su
comportamiento (1:27) y su combatir
(1:27). No cabe duda, que los
hermanos en Filipos tenían su mirada
puesta en el Señor, aquel que les
había unido.
En la misma línea que les escribe a
los creyentes en Éfeso, “Yo pues,
preso en el Señor, os ruego que
andéis como es digno de la vocación
con que fuisteis llamados, con toda
humildad y mansedumbre,
soportándoos con paciencia los unos
a los otros en amor, solícitos en
guardar la unidad del Espíritu en el
vínculo de la paz;” (Efesios 4:1-3).
Por lo tanto, el apóstol anima y
exhorta a los creyentes a mantener
ese mismo sentir, lo que hará que su
gozo sea completado al verlos
unánimes en la extensión del
evangelio y del conocimiento de
Señor. Ahora les muestra el ejemplo
por excelencia, para que tengamos
ese mismo sentir que hubo en Cristo
Jesús, es decir, que nos despojemos
de nosotros para agradar a aquel que
nos llamó por su gloria y excelencia (2
P. 1:3).
“Sentir una misma cosa” va más allá
de estar de acuerdo. Es una
exhortación a poner nuestra mirada
en las cosas de arriba, “Si, pues,
habéis resucitado con Cristo, buscad
las cosas de arriba, donde está Cristo
sentado a la diestra de Dios. Poned la
mira en las cosas de arriba, no en las
de la tierra.” (Colosenses 3:1,2).
La palabra “unánimes” es un adjetivo
que hace referencia al conjunto de
opiniones o comentarios que
coinciden en el parecer o en el
dictamen. Esto es lo que significa en
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SINTIENDO UNA MISMA COSA
el mundo que vivimos, pero
permíteme decirte que más que estar
de acuerdo en opiniones es tener el
mismo deseo de agradar a Dios,
porque traerán gloria y honra a
nuestro Dios.
Ahora ese mismo sentir lo podemos
observar en:
“Un mismo sentir” en la alabanza:
“Así que, los que somos fuertes
debemos soportar las flaquezas de
los débiles, y no agradarnos a
nosotros mismos. Cada uno de
nosotros agrade a su prójimo en lo
que es bueno, para edificación.
Porque ni aun Cristo se agradó a sí
mismo; antes bien, como está escrito:
Los vituperios de los que te
vituperaban, cayeron sobre mí.
Porque las cosas que se escribieron
antes, para nuestra enseñanza se
escribieron, a fin de que por la
paciencia y la consolación de las
Escrituras, tengamos esperanza.
Pero el Dios de la paciencia y de la
consolación os dé entre vosotros un
mismo sentir según Cristo Jesús,
para que unánimes, a una voz,
glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro
Señor Jesucristo.” (Romanos 15:1-
6).
“Un mismo sentir” en la
predicación: “Solamente que os
comportéis como es digno del
evangelio de Cristo, para que o sea
que vaya a veros, o que esté ausente,
oiga de vosotros que estáis firmes en
un mismo espíritu, combatiendo
unánimes por la fe del evangelio, y en
nada intimidados por los que se
oponen, que para ellos ciertamente
es indicio de perdición, mas para
vosotros de salvación; y esto de Dios.
Porque a vosotros os es concedido a
causa de Cristo, no sólo que creáis en
él, sino también que padezcáis por él,
teniendo el mismo conflicto que
habéis visto en mí, y ahora oís que
hay en mí.” (Filipenses 1:27-30). El
mismo sentir no va en “el método”,
sino en “el ánimo” de hacer las cosas
(Hechos 15:36-41).
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“Un mismo sentir” en la
esperanza: “Por tanto, si hay alguna
consolación en Cristo, si algún
c o n s u e l o d e a m o r, s i a l g u n a
comunión del Espíritu, si algún afecto
entrañable, si alguna misericordia,
completad mi gozo, sintiendo lo
mismo, teniendo el mismo amor,
unánimes, sintiendo una misma
cosa.” (Filipenses 2:1,2).
Nuestra esperanza consiste en tener
la mirada en los cielos (Colosenses
3:1-3).
“Un mismos sentir” en la
humildad: El ejemplo de Cristo a
imitar. “Nada hagáis por contienda o
por vanagloria; antes bien con
humildad, estimando cada uno a los
demás como superiores a él mismo;
no mirando cada uno por lo suyo
propio, sino cada cual también por lo
de los otros. Haya, pues, en vosotros
este sentir que hubo también en
Cristo Jesús, el cual, siendo en forma
de Dios, no estimó el ser igual a Dios
como cosa a que aferrarse, sino que
se despojó a sí mismo, tomando
forma de siervo, hecho semejante a
los hombres; y estando en la
condición de hombre, se humilló a sí
mismo, haciéndose obediente hasta
la muerte, y muerte de cruz. Por lo
cual Dios también le exaltó hasta lo
sumo, y le dio un nombre que es
sobre todo nombre, para que en el
nombre de Jesús se doble toda rodilla
de los que están en los cielos, y en la
tierra, y debajo de la tierra; y toda
lengua confiese que Jesucristo es el
Señor, para gloria de Dios Padre.”
(Filipenses 2:3-11).
“Un mismo sentir” en querer
continuar el camino: Prosiguiendo
a la meta. “No que lo haya alcanzado
ya, ni que ya sea perfecto; sino que
prosigo, por ver si logro asir aquello
para lo cual fui también asido por
Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo
no pretendo haberlo ya alcanzado;
pero una cosa hago: olvidando
ciertamente lo que queda atrás, y
extendiéndome a lo que está delante,
prosigo a la meta, al premio del
supremo llamamiento de Dios en
Cristo Jesús. Así que, todos los que
somos perfectos, esto mismo
sintamos; y si otra cosa sentís, esto
también os lo revelará Dios. Pero en
aquello a que hemos llegado,
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sigamos una misma regla, sintamos
una misma cosa.” (Filipenses 3:12-
16).
“Un mismo sentir” en la doctrina:
“Os ruego, pues, hermanos, por el
nombre de nuestro Señor Jesucristo,
que habléis todos una misma cosa, y
que no haya entre vosotros
divisiones, sino que estéis
perfectamente unidos en una misma
mente y en un mismo parecer. Porque
he sido informado acerca de
vosotros, hermanos míos, por los de
Cloé, que hay entre vosotros
contiendas. Quiero decir, que cada
uno de vosotros dice: Yo soy de
Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas;
y yo de Cristo. ¿Acaso está dividido
Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por
vosotros? ¿O fuisteis bautizados en
el nombre de Pablo? Doy gracias a
Dios de que a ninguno de vosotros he
bautizado, sino a Crispo y a Gayo,
para que ninguno diga que fuisteis
bautizados en mi nombre. También
bauticé a la familia de Estéfanas; de
los demás, no sé si he bautizado a
algún otro. Pues no me envió Cristo a
bautizar, sino a predicar el evangelio;
no con sabiduría de palabras, para
que no se haga vana la cruz de
Cristo.” (1 Corintios 1:10-17). Pablo
reprende a algunos que estaban
desvirtuando la doctrina de Cristo,
identificándose con otros como si
ellos han hecho la obra de la
redención. Nos insta, pues, a
procurar diligentemente la leche no
adulterada y sentir lo mismo en la
doctrina; creyendo todos una misma
cosa.
¿De qué nos sirve el “mismo sentir?
De una manera lo señala 1 Corintios
1:10 “Os ruego, pues, hermanos, por
el nombre de nuestro Señor
Jesucristo, que habléis todos una
misma cosa, y que no haya entre
vosotros divisiones, sino que estéis
perfectamente unidos en una misma
mente y en un mismo parecer.”
Un mismo sentir nos ayuda compartir
una misma doctrina, lo cual nos hace
crecer espiritualmente para llegar a
sentir una misma cosa.
Podemos concluir entonces, que el
crecimiento espiritual depende de la
unión personal con Cristo, lo que sin
duda traerá un mismo sentir entre los
hermanos. JOAB CERVINI
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SEÑALES. PARTE II
La última vez nos detuvimos para
recordar las señales del Hijo de Dios
durante su vida entre los hombres,
en la esfera celestial y a su regreso.
Sus señales no terminan aquí, no
son solo cinco, porque si nos
adentramos en sus enseñanzas,
encuentros y diálogos, descubrimos
un sinfín de ellas que, como dice
Juan, no bastarían ningún escrito o
meditación para admirarlas.
En esta ocasión mencionaremos las
señales que el creyente, como hijo
de Dios, produce en concordancia a
las de nuestro Señor.
EN SU NACIMIENTO. Así como les
fue dada señal a los pastores por el
nacimiento de Jesús, de la misma
manera el hombre y la mujer que ha
nacido de nuevo selló su vida ese
día que fueron abiertos sus ojos y
eligió al Salvador para rendirse a él.
Sin duda no fue una experiencia
más. Ese día sucedieron cosas que
nos marcaron para siempre: hubo
una palabra que taladró el corazón,
vimos la verdad y tomamos una
decisión que trasciende hasta la
misma eternidad. No necesitamos
una foto de recuerdo porque las
señales hablan y nos traen a la
memoria constantemente el milagro
de la salvación que se efectuó en
nosotros, “De modo que si alguno
está en Cristo, nueva criatura es; las
cosas viejas pasaron; he aquí todas
son hechas nuevas.” (2 Corintios
5:17). Hemos escuchado de aquella
creyente que quitó toda imagen del
altar de idolatría en un rincón de su
casa, o de aquel redimido que cortó
su pelo sin que nadie le dijera nada;
esa hija de Dios que no soñó nunca
más que la ola del mar enfurecido se
levantaba para devorarla, o ese
varón que no tuvo necesidad de
comprobar que el Señor no había
venido aun levantándose y mirar en
la habitación de su madre creyente
para ver si todavía seguía allí.
Múltiples señales de que el tiempo
aceptable llegó y el día de salvación
nos abrazó.
EN SU VIDA. Las señales que el
Señor hizo dejaron a muchos sin
palabras, cerró muchas bocas y
abrió otras para confesarle como
Salvador. Sucede igual con el
creyente, le fueron conferidas obras
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preparadas de antemano para andar
en ellas y alumbrar a muchos, “Porque
somos hechura suya, creados en
Cristo Jesús para buenas obras, las
cuales Dios preparó de antemano
para que anduviésemos en ellas.”
(Efesios 2:10). Obras que expresan
de quién somos, pero que también
desnudan al incrédulo hasta
mostrarles de quién son ellos. Pablo
se despliega al describir cuáles son
las buenas obras que nos distinguen
de los que aún están perdidos, no para
envanecernos, sino para sensibilizar
nuestros corazones y movernos hacia
la práctica del plan de Dios que será
de bendición a muchos, “En cuanto a
la pasada manera de vivir, despojaos
del viejo hombre, que está viciado
conforme a los deseos engañosos, y
renovaos en el espíritu de vuestra
mente, y vestíos del nuevo hombre,
creado según Dios en la justicia y
santidad de la verdad. Por lo cual,
desechando la mentira, hablad verdad
cada uno con su prójimo; porque
somos miembros los unos de los
otros. Airaos, pero no pequéis; no se
ponga el sol sobre vuestro enojo, ni
deis lugar al diablo. El que hurtaba, no
hurte más, sino trabaje, haciendo con
sus manos lo que es bueno, para que
tenga qué compartir con el que
padece necesidad. Ninguna palabra
corrompida salga de vuestra boca,
sino la que sea buena para la
necesaria edificación, a fin de dar
gracia a los oyentes. Y no contristéis al
Espíritu Santo de Dios, con el cual
fuisteis sellados para el día de la
redención. Quítense de vosotros toda
amargura, enojo, ira, gritería y
maledicencia, y toda malicia. Antes
sed benignos unos con otros,
misericordiosos, perdonándoos unos
a otros, como Dios también os
perdonó a vosotros en Cristo.”
(Efesios 4:22-32).
EN SU MUERTE. Así como Cristo
tomó su cruz, hemos sido llamados a
hacer lo mismo, “Si alguno quiere
venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, y tome su cruz, y sígame.
Porque todo el que quiera salvar su
vida, la perderá; y todo el que pierda
su vida por causa de mí, la hallará.”
(Mateo 16:24,25). Jesús tuvo que
decirle estas palabras a Pedro,
porque mientras hablaba de su
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muerte, el discípulo le reprendió para está en los cielos. Y a cualquiera que día glorioso en que su amada iglesia
que se librase de todo sufrimiento, me niegue delante de los hombres, yo sea convocada por el Esposo. El
“Señor, ten compasión de ti; en también le negaré delante de mi mundo quedará desolado por la
ninguna manera esto te acontezca.” Padre que está en los cielos.” (Mateo ausencia de hombres y mujeres que
(v.22). El que es de Cristo, los 10:33). ¿No es Cristo nuestra mejor en estos milenios atendimos las
padecimientos de Cristo vivirá. El señal delante del Padre? ¿No nos señales de amor y dijimos sí a su voz,
creyente que desee transitar su vida mueve esto hacia una gran reflexión? produciéndose en nosotros, por el
cristiana sin dificultades, pruebas o EN SU VENIDA. La señal que el Espíritu, muchas señales más para
tribulaciones, no ha entendido en qué creyente dará, en su condición de que todos se salven.
consiste la salvación, es un salvado, será escuchar la trompeta Siempre ha sido el deseo de Dios
“creyente” de boca, de palabra, pero del Señor en su venida, cuando él “… manifestarse a sus criaturas, dar
no en verdad. A este, no le queda más con voz de mando, con voz de evidencias de su presencia y mostrar
que decir que es cristiano porque no arcángel, y con trompeta de Dios, sus propósitos, “Dios, habiendo
puede emitir las señales del que ha descenderá del cielo; y los muertos hablado muchas veces y de muchas
sido redimido. Pablo mostraba en su en Cristo resucitarán primero. Luego maneras en otro tiempo a los padres
cuerpo las marcas por las heridas a nosotros los que vivimos, los que por los profetas, en estos postreros
causa del evangelio, “Entonces hayamos quedado, seremos días nos ha hablado por el Hijo”
vinieron unos judíos de Antioquía y de arrebatados juntamente con ellos en (Hebreos 1:1,2), y continúa
Iconio, que persuadieron a la las nubes para recibir al Señor en el haciéndolo también por medio de
multitud, y habiendo apedreado a aire, y así estaremos siempre con el nosotros sus hijos, que hemos sido
Pablo, le arrastraron fuera de la Señor.” (1Tesalonicenses 4:16). Esa llamados a ser luz, “Vosotros sois la
ciudad, pensando que estaba misma voz que hoy llama con ternura, luz del mundo; una ciudad asentada
muerto… De los judíos cinco veces “Si oyereis hoy su voz, No sobre un monte no se puede
he recibido cuarenta azotes menos endurezcáis vuestros corazones” esconder.” (Mateo 5:14).
uno. Tres veces he sido azotado con (Hebreos 3:15) se escuchará aquel ANA RUIZ
varas; una vez apedreado; tres veces
he padecido naufragio; una noche y
un día he estado como náufrago en
alta mar; en caminos muchas veces; Bajo las
en peligros de ríos, peligros de
ladrones, peligros de los de mi
nación, peligros de los gentiles,
peligros en la ciudad, peligros en el
promesas
desierto, peligros en el mar, peligros
entre falsos hermanos; en trabajo y
fatiga, en muchos desvelos, en
hambre y sed, en muchos ayunos, en
de Dios,
frío y en desnudez; y además de otras
cosas, lo que sobre mí se agolpa
cada día, la preocupación por todas
el futuro
las iglesias.” (Hechos 14:19;
2 Corintios11:24-28).
EN SU EXALTACIÓN. Desde luego
que en la gloria las señales que
siempre
atraen la atención son las del Cordero
recién inmolado. Sin embargo, en esa
misma escena celestial sucede algo será
que nos lleva a sorprendernos o
como mínimo a espantarnos, y es que
nuestro Señor da señales de nuestra
fe delante del Padre. Él, como
mejor
nuestro intercesor, es el puente entre
Dios y el hombre pecador, y Dios nos
mira a través de su Hijo, quien es su
complacencia. Siendo así, ¿qué es lo
que el
que el Hijo dice de nosotros?, “A
cualquiera, pues, que me confiese
delante de los hombres, yo también le
presente.
confesaré delante de mi Padre que ANA RUIZ
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El lenguaje que usamos para
dirigirnos a Dios es la oración, en la
cual incluimos la adoración, la
confesión, la acción de gracias,
peticiones personales o la
intercesión.
En esta última quiero detenerme con
el propósito de profundizar un poco
más, no sin antes reconocer que el
tema de la oración es digno de ser
atendido por todo creyente en Cristo.
Cuando conocemos más acerca de la
oración, conseguimos tener claros
conceptos importantes que cambian
nuestra perspectiva a la hora de
dirigirnos a un Dios infinito. No son
solo palabras al aire o meras
repeticiones. Como dijera un autor:
«En Su palabra Dios nos habla; en la
oración nosotros le hablamos a él, en
ambas juntas, el círculo de comunión
con Dios queda completado.» Ella es
parte de nuestra nueva vida en Cristo,
si respirar es fundamental para el
buen funcionamiento de nuestro
cuerpo, la oración es esencial para
mantener nuestra comunión con
Dios.
Considerando la intercesión, vemos
que se trata de rogar o suplicar por
personas o situaciones concretas.
Las Escrituras están llenas de ellas,
por ejemplo, notamos cómo Daniel
intercede por la condición espiritual
de su pueblo. Desde muy joven
mostró piedad y fue considerado
justo ante los ojos de Dios, “si
estuviesen en medio de ella estos
tres varones, Noé, Daniel y Job, ellos
por su justicia librarían únicamente
sus propias vidas, dice Jehová el
Señor.” (Ez. 14:14). No obstante, con
espíritu de humildad ora en favor de
su pueblo llegando al punto de
identificarse con éste, “Y volví mi
rostro a Dios el Señor, buscándole en
oración y ruego, en ayuno, cilicio y
ceniza... Hemos pecado, hemos
cometido iniquidad, hemos hecho
impíamente, y hemos sido rebeldes, y
nos hemos apartado de tus
mandamientos y de tus
ordenanzas… Inclina, oh Dios mío, tu
oído, y oye; abre tus ojos, y mira
nuestras desolaciones, y la ciudad
sobre la cual es invocado tu nombre;
porque no elevamos nuestros ruegos
ante ti confiados en nuestras
justicias, sino en tus muchas
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INTERCESIÓN
misericordias.” (Daniel 9:1-23).
Daniel sabía quién era su Dios y por
eso siempre acudía a él, puesto que
“De Jehová nuestro Dios es el tener
misericordia y el perdonar, aunque
contra él nos hemos rebelado… justo
es Jehová nuestro Dios en todas sus
obras que ha hecho, porque no
obedecimos a su voz.” (9:1-19). Sí, él
es Justo y a los que ama disciplina, a
la vez que usa de misericordia y nos
perdona. La experiencia de Daniel es
una vida en armonía con el Dios justo,
haciéndole sensible a la necesidad
de su pueblo, usándolo para su
bienestar conforme al propósito
divino.
Asimismo, en el tiempo de Ester,
apreciamos la intercesión. Cuando el
pueblo judío corría el riesgo de ser
exterminado y Mardoqueo, tío de
Ester, le hace llegar una carta
diciéndole “…que fuese ante el rey a
suplicarle y a interceder delante de él
por su pueblo…” a lo cual ella en un
principio tuvo temor, puesto que su
vida estaba en juego, pero finalmente
envió a decirle: “Ve y reúne a todos
los judíos que se hallan en Susa, y
ayunad por mí, y no comáis ni bebáis
en tres días, noche y día; yo también
con mis doncellas ayunaré
igualmente, y entonces entraré a ver
al rey, aunque no sea conforme a la
ley; y si perezco, que perezca” (Cap.
4). Aquí el pueblo se unió para
interceder por ella y al tercer día Ester
se presentaría ante el rey para hacer
lo mismo por su pueblo. Dios es fiel y
oye a los suyos, respondiendo y
librando conforme a sus designios,
“Este pobre clamó, y le oyó Jehová, Y
lo libró de todas sus angustias.”
(Salmo 34:6).
Y así muchos otros que también son
ejemplos de intercesión. Ciertamente
figura del intercesor por excelencia es
Cristo, “el que murió; más aun, el que
también resucitó, el que además está
a la diestra de Dios, el que también
intercede por nosotros.” (Romanos
8:33-34), de manera perfecta “…por
cuanto permanece para siempre,
tiene un sacerdocio inmutable;
...viviendo siempre para interceder
por ellos.” (Hebreos 7:24).
Es el ejemplo que debemos seguir.
Habiendo recibido una nueva vida en
Jesús y justificados delante del Juez
Anexo 1
justo como está escrito “mas ya
habéis sido lavados, ya habéis sido
santificados, ya habéis sido
justificados en el nombre del Señor
Jesús, y por el Espíritu de nuestro
Dios.” (1Corintios 6:11).
Vivimos tiempos difíciles que Dios
usa para llamarnos a la reflexión, a la
consideración de que somos
colaboradores suyos. ¿Valoramos
este privilegio? ¿somos
responsables con aquello que se nos
ha otorgado? La intercesión es parte
d e n u e s t r o s e r v i c i o a l S e ñ o r.
Necesitamos consagrar nuestras
vidas a él, atender a lo que realmente
es importante, dejando a un lado todo
cuanto impide que realmente
glorifiquemos Su nombre.
Todos sabemos lo importante de una
vida de oración, pero muchas veces
es lo último que hacemos. El Señor,
estando aún en la tierra en presencia
de sus discípulos, intercedió ante el
Padre por ellos y por nosotros: “Mas
no ruego solamente por éstos, sino
también por los que han de creer en
mí por la palabra de ellos, para que
todos sean uno; como tú, oh Padre,
en mí, y yo en ti, que también ellos
sean uno en nosotros; para que el
mundo crea que tú me enviaste.”
(Juan 17:20,21), y aun hoy se
encuentra a la diestra de Dios
intercediendo por nosotros (1Jn. 2:1).
A Pablo, en varias ocasiones, le
vemos rogando por los creyentes
(2Corintios 13:9, Efesios 1:15-23;
Filipenses 1:3-7, etc.) nos exhorta a
que “…orando en todo tiempo con
toda oración y súplica en el Espíritu, y
velando en ello con toda
perseverancia y súplica por todos los
santos” (Efesios 6:18).
¡Contribuyamos al plan divino!
Seamos sensibles a tan precioso
ministerio del cual Dios, en su amor,
ha querido hacernos participantes
renunciando al yo, para que el
Espíritu Santo tome el control de
nuestras vidas. “Así que, hermanos,
teniendo libertad para entrar en el
Lugar Santísimo por la sangre de
Jesucristo,….acerquémonos con
corazón sincero, en plena
certidumbre de fe, purificados los
corazones de mala conciencia, y
lavados los cuerpos con agua pura.”
(Hebreos 10:22). DIANA ZAMBRANO