Sei sulla pagina 1di 4

A los gobiernos nacionalistas y desarrollistas del siglo XX en Latinoamérica se los

conoció como el movimiento populista que tuvo su origen en México, durante el


gobierno del presidente Lázaro Cárdenas en la década de 1930; este modelo
desarrollista tuvo como base fundamental la proliferación de la industria nacional. En el
caso ecuatoriano el movimiento más representativo fue el Velazquismo ecuatoriano.
El movimiento populista latinoamericano no fue considerado como una dictadura, lo
que si pasaba con el grupo de la burguesía de la época; este movimiento establece un
nuevo sistema de gobierno en donde su principal objetivo fue fortalecer la industria
nacional para de alguna manera mejorar la competitividad de los productos de
exportación, se buscaba mejorar la producción para incrementar los términos de
intercambio y de esa manera poder distribuir la renta agro minera al sector
manufacturero que estaba comandado por la burguesía. Otros de los objetivos era
mejorar las condiciones de vida para el pueblo y entregar completa autonomía al estado,
principalmente al campo ejecutivo.
Para lograr dichos objetivos, el gobierno tuvo que enfrentar a los sectores de la
oligarquía que se oponían a que la renta agro minera se repartiera a favor de la
burguesía industrial, es importante mencionar que a su vez también tenían que lidiar con
el imperialismo ingles por temas de ideologías políticas.
Las practicas populistas para poder lograr con sus objetivos consideraba que se debía
tener un control de la clase obrera y para poder cumplirlo crearon una institución por
parte del Estado llamada “Ministerio de Trabajo”, esta estrategia jugo un papel muy
importante ya que con ello se disminuyeron los conflictos laborales y se apoyaron los
derechos de los trabajadores, logrando así una mejor estabilidad en el campo laboral y
consiguiendo que se mejore la productividad por parte de los trabajadores lo que brindó
crecimiento económico y por tanto acumulación de capitales.
La ideología burguesa que estaba anclada a prácticas nacionalistas implementada por
sus líderes populistas para poder convencer a los trabajadores de los beneficios que
otorgaba una buena relación entre patrones y obreros fue una estrategia central de una
política anti socialista, cuyo eje de transmisión fue la burocracia sindical. [ CITATION
Lui98 \l 12298 ]

Por otro lado, en América latina a partir de las décadas de 1970-1980 se instauró un
nuevo régimen de tipo militar, que velaba por los intereses de la clase más dominante y
moderna. Ahora las fuerzas armadas manejan el poder como una institución. De este
modo surge un nuevo partido político a partir de 1964. Este movimiento se formó con el
objetivo de reformar el sistema de gobierno, establecer nuevos planes, discutir sobre la
política económica, entre otros temas más.
Este movimiento militar estaba enfocado al desarrollo del sistema capitalista actual y
por lo tanto tenían que defender los intereses de la clase dominante, esta burocracia
militar se diferenciaba mucho con los militares del pasado porque ahora se enfocaron en
el sector productivo.
Para poder lograr sus objetivos el movimiento militar estableció un plan yanqui que
consistía en reprimir cualquier intento de oposición por parte del pueblo y convertir a
los militares en una garantía para que la política económica se lleve a cabo con éxito.
Durante las décadas de 1970 y 80 hubo prolongados gobiernos militares en Uruguay,
Argentina (Videla, Viola, Galtieri), Chile (Pinochet), Paraguay (Stroessner), Bolivia
(García Meza, Banzer), Perú (Velasco Alvarado y Morales Bermúdez), Nicaragua
(Somoza), Haití (Duvallier). [ CITATION Lui98 \l 12298 ]
Los golpes militares tenían un objetivo concreto, el cual era la abolición de los
gobiernos populistas y reformistas cuya política no estaba favoreciendo al sector
dominante y al imperialismo. Las fuerzas armadas hicieron su intervención como
institución para mejorar la política en todos sus campos. Para ello crearon ministros
civiles que servían como canal directo entre el gobierno militar y los planes económicos
que tenían los sectores monopólicos. Adicionalmente las fuerzas armadas controlaban
las llamadas empresas estratégicas, se hicieron cargo de construir carreteras, escuelas y
centros de salud. Las dictaduras militares procuraron ganar o neutralizar a los partidos
en contra mediante la ideología “Nacionalista” para imponer la disciplina laboral y la
eficiencia. Este fue un intento fallido para los militares ya que al estar a un servicio de
gran capital, esto generó grandes inflaciones, encadenando al desempleo y también
bajos salarios. Este hecho provoco total descontento para la clase media, a pesar de que
en un inicio ellos fueran los que apoyaran el golpe militar debido a la crisis por la que
estaban pasando.
La recesión económica de 1981-1983 tuvo grandes consecuencias en los países
latinoamericanos. El poder adquisitivo se redujo en un 50%, un mercado interno
restringido y hubo una crisis en la industria nacional.
El departamento del estado Norteamericano vio como el régimen militar fracasó y
propusieron que era el momento de un cambio político. El pobre desempeño económico
de América Latina, con altos niveles de pobreza y desigualdad acentuados por el
modelo militar condujo al replanteamiento del papel del Estado.
Es así que, a principios de los noventa, este nuevo modelo de desarrollo centrado en el
mercado fue auspiciado por los organismo multilaterales (en particular por el Fondo
Monetario Internacional y el Banco Mundial) sintetizado en el Consenso de
Washington, lo que incluyó una serie de reformas implementadas ampliamente en
diversos contextos institucionales y económicos, tanto en América Latina como en
Europa del Este y Asia Oriental: estabilidad macroeconómica, liberalización financiera
y comercial, apertura de las economías a la inversión extranjera, privatización,
desregulación, y concesiones a las empresas multinacionales.
Luego de haber conocido sobre las propuestas del modelo neo-desarrolista
podemos diferenciarla del modelo desarrollista y nacionalista. El desarrollismo como tal
postulaba superar las consecuencias de la heterogeneidad estructural, en economías
afectadas por el modelo agro-exportador y el deterioro de los términos de intercambio.
Autores desarrollistas proponían corregir esas deficiencias mediante procesos de
industrialización, a fin de contrarrestar la baja productividad del agro y la estrechez
general del poder adquisitivo. Confiaban en la eficacia de las políticas económicas y en
la fuerza del estado para mejorar la posición de la región en el capitalismo mundial.
Esperaban inducir un salto desde el estadio periférico hacia algún escalón más
avanzado. Por su parte, autores neo-desarrollistas mantienen la misma expectativa pero
promueven el remedio industrialista en otros términos, como consecuencia de las
grandes transformaciones registradas en el agro. Un acelerado proceso de capitalización
en este sector ha tornado obsoleta la vieja crítica al latifundio y al estancamiento de la
actividad primaria.
En el nuevo escenario los neo-desarrollistas auspician procesos de crecimiento
en coalición con el agro-negocio. El viejo conflicto con la oligarquía exportadora se ha
diluido y los antiguos adversarios son convocados a forjar un bloque común. La
conversión de los terratenientes en nuevos empresarios ha recreado la solidaridad
capitalista entre los adinerados del campo y la ciudad. La tradicional contraposición
entre el liberalismo agrario y el proteccionismo urbano ha disminuido y el neo-
desarrollismo visualiza a la agro-exportación como una potencial proveedora de divisas
para la reindustrialización; pero este cambio implica aceptar la remodelación neoliberal
del agro y la consiguiente concentración de tierras, especialización en exportaciones
básicas, pérdida de cultivos diversificados y acentuado deterioro del medio ambiente.
Al igual que sus antecesores los nuevos desarrollistas estiman que el crecimiento
industrial aumentará el empleo, expandirá el mercado interno y mejorará el consumo.
Pero a diferencia del pasado se han generalizado tecnologías que reducen la utilización
de la mano de obra y la creación de trabajo ya no acompaña el ritmo de inversión. Que
la expansión de la economía sea incentivada por el mercado o la regulación estatal no
modifica esta carencia de empleo. En ambos casos el capitalismo latinoamericano
genera insuficientes puestos de trabajo y estabiliza la precarización en labores
informales, descalificadas y mal remuneradas. El neo-desarrollismo no ofrece
respuestas a esta seria adversidad: esa concepción estima que el deterioro de los
términos de intercambio y la relación centro-periferia, ya no constituyen obstáculos
significativos para el despegue regional. Considera que la reversión del primer
parámetro registrada en la última década es perdurable y que la segunda polaridad
tiende a diluirse con el crecimiento de las economías emergentes. En este terreno se
verifica otra diferencia sustancial con la vieja CEPAL [ CITATION Kat14 \l 12298 ].
El neo-desarrollismo reconoce formalmente la continuidad de las viejas
contradicciones expuestas por la heterodoxia, pero espera disminuir mediante un
acertado manejo de las variables cambiarias, financieras y presupuestarias, pero no
analizan el efecto opuesto que genera la depreciación de esa variable sobre el salario.
Ese impacto se ha verificado tradicionalmente en ciclos devaluatorios que incrementan
los precios internos y empobrecen a los trabajadores. El viejo desarrollismo era más
cauto en este terreno y sólo postulaba un manejo cuidadoso de la cotización de las
divisas parar acotar las ganancias de los exportadores.

Conclusiones
La comparación del populismo frente al neo-desarrolismo trae consigo
conceptos diferenciados y de cierta forma mejorados respecto del uno con el otro que
han buscado dar respuestas a problemas existentes tanto en el desarrollismo como el
nacionalismo con el planteamiento de un modelo neo-desarrollista con sus distintos
enfoques; el neo-desarrollismo propone una mayor intervención estatal, aplicación de
políticas económicas heterodoxas, retomar la industrialización, reducir la brecha
tecnológica e imitar al sudeste asiático con el fin de mejorar su exportaciones; a
diferencia del desarrollismo y nacionalismo (populismo) promueve alianzas agro-
negocio, revitaliza el deterioro de los términos de intercambio, se aleja del enfoque
centro-periferia y prioriza el manejo del tipo de cambio.
Si bien es cierto, las propuestas del neo-desarrollismo lo que buscan es fortalecer
la industria nacional con el fin de volverse competitivos con el exterior; también
mejorar en general las condiciones de vida del pueblo y entregar completa autonomía al
estado, estos objetivos se ven limitados por inconsistencias en este modelo como la
forma de intervención estatal que no siempre funciona de la misma manera en los
lugares donde se apliquen medidas neo-desarrollistas y no siempre esta será una buena
opción o tendrá los resultados esperados basándose en economías en donde si ha
funcionado este tipo de modelo.

Potrebbero piacerti anche