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¡Anímate ya, que ahora es tu mejor momento para lo que por tanto tiempo has
estado buscando o esperando lo consigas!
EL CIEGO
Había un ciego sentado en la vereda, con una gorra a sus pies y un pedazo de madera que, escrito
con tiza blanca, decía:
"POR FAVOR AYÚDEME, SOY CIEGO".
Un creativo de publicidad que pasaba frente a él, se detuvo y observó unas pocas monedas en la
gorra.
Sin pedirle permiso tomó el cartel, le dio vuelta, tomó una tiza y escribió otro anuncio.
Volvió a poner el pedazo de madera sobre los pies del ciego y se fue.
Por la tarde el creativo volvió a pasar frente al ciego que pedía limosna, su gorra estaba llena de
billetes y monedas.
El ciego reconoció sus pasos y le preguntó si había sido él, el que re escribió su cartel y sobre todo,
qué había escrito.
El publicista le contestó:
"Nada que no sea tan cierto como tu anuncio, pero con otras palabras".
Cambiemos de estrategia cuando no nos sale algo, y verán que puede que resulte mejor de esa
manera.
Te deseo un Feliz Día... y ten en mente que todo cambio, renueva día a día tu vida...
Decía Einstein:
Eclesiastés 3
Todo tiene su tiempo
1
Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.
2
Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo
plantado;
3
tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar;
4
tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar;
5
tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo
de abstenerse de abrazar;
6
tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar;
7
tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar;
8
tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.
9
¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?
10
Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se
ocupen en él.
11
Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos,
sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta
el fin.
12
Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su
vida;
13
y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda
su labor.
14
He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá,
ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres.
15
Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.
El loco
En un pueblo rodeado de cerros habitaba un loco, la gente del pueblo le llamaba así: "EL LOCO", ¿y
porqué le llamaban así?, ¿Qué acaso hacía cosas disparatadas, cosas raras, cosas diferentes a lo
que hacen la mayoría de las personas, al menos en ese pueblo?.
La gente al verlo pasar se reía y se burlaba de él, humildemente vestido, sin posesiones, sin una
casa que se dijera de su propiedad, sin una esposa ni unos hijos; *un desdichado*, pensaba la
gente, alguien que no beneficiaba a la sociedad, **un inútil** comentaban otros.
Más he aquí que este viejo ocupaba su vida sembrando árboles en todas partes donde pudiera,
sembraba semillas de las cuales nunca vería ni las flores ni el fruto, y nadie le pagaba por ello y
nadie se lo agradecía, nadie lo alentaba, por el contrario, era objeto de burla ante los demás.
Y así pasaba su vida, poniendo semillas, plantando arbolitos ante la burla de los demás. Y he aquí
que ese ser era un gran Espíritu de Luz, que poniendo la muestra de como se deben hacer las
cosas, sembrando, siempre sembrando sin esperar a ver el fruto, sin esperar a saborearlo.
Y sucedió que un día cabalgaba por esos rumbos el Sultán de aquellos lugares, rodeado de su
escolta y observaba lo que sucedía verdaderamente en su reino, para no escucharlo a través de la
boca de sus ministros.
Al pasar por aquel lugar y al encontrarse al Loco le preguntó: _ ¿Qué haces, buen hombre?
Y el viejo le respondió: _ Sembrando Señor, sembrando.
Nuevamente inquirió el Sultán: _ Pero, ¿cómo es que siembras?. estás viejo y cansado, y
seguramente no verás siquiera el árbol cuando crezca. ¿Para qué siembras entonces?
A lo que el viejo contesto: _ Señor, otros sembraron y he comido, es tiempo de que yo siembre para
que otros coman.
El Sultán quedo admirado de la sabiduría de aquel hombre al que llamaban LOCO, y nuevamente le
preguntó:
_ Pero no verás los frutos, y aun sabiendo eso continuas sembrando... Por ello te regalaré una
monedas de oro, por esa gran lección que me has dado.
El Sultán llamo a uno de sus guardias para que trajese una pequeña bolsa con monedas de oro u
las entregó al sembrador.
El sembrador respondió : _Ves, Señor, como ya mi semilla ha dado fruto, aún no la acaba de
sembrar y ya me está dando frutos, y aun más, si alguna persona se volviera loca como yo y se
dedicara solamente a sembrar sin esperar los frutos sería el más maravilloso de todos los frutos que
yo hubiera obtenido, porque siempre esperamos algo a cambio de lo que hacemos, porque siempre
queremos que se nos devuelva igual que lo que hacemos. Esto, desde luego, sólo cuando
consideramos que hacemos bien, y olvidándonos de lo malo que hacemos.
El Sultán le miró asombrado y le dijo : _ ¡Cuánta sabiduría y cuánto amor hay en ti!, ojalá hubiera
más como tú en este mundo, con unos cuantos que hubiese, el mundo sería otro; más nuestros ojos
tapados con unos velos propios de la humanidad, nos impiden ver la grandeza de seres como tu.
Ahora me retiraré porque, si sigo conversando contigo, terminaré por darte todos mis tesoros,
aunque sé que los emplearlas bien, tal vez mejor que yo. ¡Qué Alá te Bendiga!.
Y terminado esto, partió el Sultán junto con su séquito, y el Loco siguió sembrando y no se supo de
su fin, no se supo si termino muerto y olvidado por ahí en algún cerro, pero él había cumplido su
labor, realizó la misión, la misión de un Loco.
Reflexión:
Este cuento sirve para ilustrarnos lo que muchos seres hacen en este mundo, pero callados, sin
esperar recompensa y he aquí que se requieren muchos locos en el mundo, seres que repartan la
Luz, que den la enseñanza, que sean guías en este mundo tan hambriento de la enseñanza
espiritual.