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Dra.

Ana María Arias Zuleta


Magíster en Psicóloga Clínica.
Registro No. 101419

¿PODEMOS CAMBIAR?
A partir de las investigaciones y estudios realizados alrededor del comportamiento humano, hoy
conocemos que para nosotros, hombres y mujeres, es complejo y requiere de absoluta conciencia y de
constante trabajo cambiar nuestra manera de pensar y de comportarnos. Lo que cada ser humano ha
ido aprendiendo en su historia de vida, desde que nació hasta el día de hoy, va quedándose en su mente
y se convierte en las creencias y el conocimiento que tiene sobre el mundo, los demás y sobre sí mismo.

En psicología cognitiva les llamamos Esquemas a esas ideas o teorías que vamos creando a partir de
nuestras experiencias con el mundo y los demás, las cuales se convierten en creencias que guían nuestro
modo de pensar, sentir y actuar. Veamos este ejemplo para facilitar la comprensión: Cuando María
tenía 4 años, su madre, a partir de sus propias experiencias de vida, repetía a todos sus hijos frases
como “no confíen en nadie. La gente siempre tiene un interés oculto y busca dañarnos y sacar ventaja
de nosotros”. Esa frase que María escuchaba constantemente era reforzada cuando veía el
comportamiento desconfiado de su madre ante sus propias amigas y personas cercanas a la familia. A
medida que María fue creciendo fue aprendiendo a pensar en las supuestas malas intenciones que
tenían las personas hacía ella y a desconfiar de las expresiones de cariño, bondad y generosidad que
cualquiera pudiera darle. Al entrar en la adolescencia, María vive la “traición” de su mejor amiga al
enterarse que por medio de ella la profesora tuvo conocimiento de que María estaba consumiendo
drogas. Este hecho confirma y refuerza aún más la idea de María “No se puede confiar en la gente”.
La vida de María continuó con un esquema que guió su vida y su forma de relacionarse, impidiéndole
la tranquilidad y espontaneidad con los demás, y facilitando continuos comportamientos de defensa de
lo que ella asumía “mala” intención de las personas. Cada hecho o situación que ella percibía como
engaño o traición, fue consolidando la creencia y haciéndola más fuerte y resistente al cambio.

En este ejemplo podemos ver cómo María, y el ser humano en general, va creando teorías sobre el
mundo, los demás y sí mismo desde el inicio de su vida. Esas teorías son creadas a partir de lo que va
aprendiendo de sus padres, familia y seres cercanos. Lo que aprende de ellos se convierte en las bases de
lo que va a ser el niño cuando llegue a adulto. Ese aprendizaje puede darse por enseñanzas directas de
los adultos o por observación que el niño hace de esos seres a los que quiere y admira. Luego entran a
crear o reforzar esquemas los profesores, compañeros, amigos y todos los personajes sociales a los que
el niño aprende a admirar. También son parte importante las experiencias que el niño va teniendo con
los demás, las cuales dan al niño una información valiosa para el conocimiento de cómo funciona el
mundo y las relaciones interpersonales.

La mayor parte de estos esquemas o conocimientos van a quedar guardados en la mente del ser
humano y son los que van a formar su personalidad. Dependiendo de ellos el niño, al volverse adulto,
va a ser confiado o desconfiado, tímido o sociable, ansioso o tranquilo, dependiente o independiente,
frío o cariñoso, etc. Es decir, los esquemas, unidos obviamente a la información genética heredada, van
a dar como resultado la forma de ser de un individuo.

Estos esquemas son los que nos dan “ideas” rápidas y automáticas de cómo actuar, sentir, juzgar o
desear en determinadas situaciones. Debido a que son informaciones que vienen con nosotros de tiempo
atrás y son aprendidos de personas o experiencias importantes en nuestra vida, son ideas que fluyen
libremente por nuestra mente de manera involuntaria hasta el punto en que se automatizan y aparecen
sin control ni conciencia en determinadas situaciones. Es por esta razón que no son pensamientos
intencionados y a veces ni notamos su presencia. Si le preguntáramos a María: ¿Qué pensaste en ese
momento en que sentiste rabia y desconfianza?, la respuesta probablemente sería “No sé. Creo que no
pensé nada, sólo sentí”. En realidad María sí pensó. Pasaron por su mente ideas automáticas
relacionadas con su esquema aprendido (no me está diciendo la verdad, es un mentiroso, quiere sacar

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provecho de mí, por ejemplo) pero por ser parte de un esquema adquirido tempranamente María no es
conciente de su pensamiento.

Retomando nuestra pregunta inicial, ¿podemos cambiar? Hoy sabemos que el ser humano sí puede
cambiar su forma de ver el mundo y de comportarse en él, aunque debemos saber que los esquemas o
modos de ver la vida, a los demás y a nosotros mismos nos dificultan el cambio.

Cada uno de esos esquemas aprendidos en la vida va a defenderse en forma tal que cambiarlo va a ser
una tarea complicada. Actualmente se sabe que la mente utiliza la Economía Cognitiva que
significa que para nosotros es más fácil ver lo que ya conocemos y reforzar así el esquema aprendido,
que ver lo contrario a nuestro esquema y de esa manera cuestionar lo aprendido durante la vida. En
palabras más sencillas: vemos lo que podemos ver y de esta manera confirmamos nuestras viejas ideas.
Lo que no concuerde con nuestra idea lo desechamos, no lo percibimos, o peor aún, lo distorsionamos y
lo interpretamos a favor de nuestro esquema.

Siguiendo con el ejemplo de María, para su esquema de desconfianza es bastante fácil concluir ante la
impuntualidad de un amigo “yo lo sabía. Va a llegar tarde para que yo haga el trabajo sola y
seguramente me sacará una disculpa. Por fin lo desenmascaré”. Observemos que María interpreta una
situación específica (impuntualidad de su amigo) a favor de su esquema de desconfianza y maximiza la
situación.
Si por el contrario, su amigo llegara 20 minutos más temprano de lo acordado, probablemente María
pensaría “Hmm, quién sabe qué le pasa. Seguramente piensa irse temprano y dejarme trabajando sola.
Es un aprovechado!”. Observaste? Para María es muy difícil ver y aceptar una situación que
desconfirma su idea o esquema y su tendencia es a no percibir la información (su amigo es puntual y
quiere hacer el trabajo) y acomoda la información distorsionándola para que concuerde con lo que ella
piensa y cree desde su infancia.
Otra probabilidad es que María, para confirmar y mantener su esquema, reciba a su amigo y haga todo
lo posible para que él no participe en la realización del trabajo, asumiendo todo el control del mismo e
impidiendo su colaboración. De esta manera María puede confirmar: “No hizo nada, todo lo hice yo.
Lo sabía, me buscó sólo para que yo le hiciera el trabajo”. Miremos cómo, tal vez sin ser consciente de
ello, María tiene comportamientos que crean situaciones que confirman su esquema. A estos
comportamientos les llamamos Profecías autorrealizadas.

Es de esta manera que los seres humanos funcionamos. Buscamos mantener nuestra posición a toda
costa y nos resistimos al cambio constantemente.

En las relaciones funcionamos de igual manera. O asimilamos las situaciones distorsionándolas para
seguir pensando lo que pensamos o intentamos cambiar las situaciones o a los demás para que se
ajusten a nuestros esquemas. La mayor parte del tiempo vamos por la vida esperando que los demás
cumplan nuestras expectativas y creencias, en lugar de cuestionar nuestros esquemas y adaptarnos al
mundo real tal y como es.

Ejemplo: María dice a su novio, a quien decidió amar y abrirle su corazón “Amor, nunca me dejes ni
me vayas a mentir. Si lo haces me muero!”. Veamos: Para María es difícil amar dado su esquema de
desconfianza. Al abrir su corazón a Miguel intenta, por medio de la manipulación, controlarlo para
evitar su propio dolor. Como decía anteriormente, intenta cambiar la situación (o al otro en este caso)
para que cumpla su expectativa de fidelidad. De esta manera, María no cuestiona su esquema , sino que
busca controlar el comportamiento del otro y seguir de esa manera manteniendo su esquema.

Utilizando este ejemplo para ejemplificar de nuevo la profecía autorrealizada: María posee un evidente
temor al dolor ante una posible mentira de su novio, por lo que asume un comportamiento controlador,
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de desconfianza y celos hacia Miguel. Al pasar el tiempo, él, quien no posee el rasgo de mentir en su
vida cotidiana, empieza a hacerlo ante María con el fin de evitar disgustos, según él, innecesarios con
María. Miguel empieza a observar que María se molesta por situaciones sin importancia y desconfía
siempre de su palabra, y empieza, por temor al reproche o a un problema con su pareja, a utilizar las
“mentiras piadosas” en asuntos poco relevantes. María incrementa su desconfianza al enterarse de las
pequeñas mentiras y vuelve a confirmar su esquema, sin tomar conciencia de que está cumpliendo su
profecía con su comportamiento controlador.

Volvemos nuevamente a concluir: la mente de los seres humanos busca mantener su información y
resistirse al cambio, y hacemos lo que sea (distorsionar la información, crear situaciones o intentar
cambiar el mundo y a los demás) para seguir siendo como somos y pensando como pensamos.

Por todas estas razones, cada uno de nosotros cree poseer la “verdad” o “tener la razón” y, como hemos
visto, la defiende a como de lugar!. Sin embargo, defendemos unas ideas más que otras, pues en cada
uno de nosotros existen unos esquemas que se han “confirmado” frecuentemente, por lo tanto, tenemos
unos esquemas o creencias más rígidas que otras. Mientras más rígidos e inflexibles sean nuestros
esquemas, más rígida será nuestra manera de ver la vida y de actuar en el mundo, y mayores
dificultades y conflictos tendremos cuando en la vida se nos presenten realidades diferentes a nuestros
esquemas. Igualmente, existirá mayor dificultad para cambiar.

Para continuar aprendiendo sobre el comportamiento humano debemos saber que las creencias, ideas o
conocimientos adquiridos en la vida sobre el mundo se llaman Esquemas y las creencias o ideas que
hemos adquirido sobre nosotros mismos se llaman Autoesquemas.

Los esquemas pueden ser:


- Emocionales: Emociones o sentimientos vividos en un momento de la vida que van a activarse
ante situaciones similares.
- Motivacionales: Deseos o expectativas aprendidas.
- Comportamentales: Pautas de comportamiento aprendidas ante determinadas situaciones.
- De control: Juicios y normas.

Los autoesquemas son las ideas y sentimientos que aprendimos a tener sobre nosotros mismos, y su
formación depende de cómo nos sentimos tratados por nuestros seres queridos y lo que se nos haya
dicho sobre nosotros mismos. Toda persona que haya pasado períodos prolongados con nosotros
cuando éramos niños y haya establecido relaciones significativas con nosotros influyó en la formación
de nuestros autoesquemas. También influyeron las comparaciones que hiciéramos de nuestra imagen y
nuestras habilidades frente a los demás.

Los autoesquemas son:


AUTOEFICACIA: Qué tanta confianza me tengo?.
AUTOIMAGEN: Qué percepción tengo de mí mismo? Qué veo en mí?.
AUTOCONCEPTO: Cómo valoro o evalúo lo que soy?.
AUTOESTIMA: Qué tanto me quiero?.

Tanto los Esquemas como los Autoesquemas pueden ser disfuncionales (negativos) o funcionales
(positivos) y generar, en su orden, emociones y comportamientos negativos y positivos. Podríamos decir
que un esquema positivo es una creencia que promueve la adaptación y el bienestar de la persona. Es
una creencia flexible, no absolutista ni generalizada, por ejemplo: “Las personas son en esencia buenas.
Todos tenemos rasgos negativos para corregir. Simplemente debo elegir a mis amistades”. Un esquema
negativo sería “La gente es mala y debo cuidarme de su interés y mala intención”. Fijémonos que el
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primer esquema le facilita a la persona integrarse socialmente y elegir sus amistades según gustos y
preferencias. La segunda creencia impide la integración social y genera en la persona predisposición
ante las personas sin una razón real, generando rabia y angustia constante ante los demás.

De igual manera, los autoesquemas pueden ser funcionales (positivos) o disfuncionales (negativos). Un
autoesquema positivo sería “Tengo capacidades para desempeñarme adecuadamente”. Un
autoesquema negativo sería “No sirvo para nada. Soy un tonto y no podré salir adelante”.
Para la formación de Autoesquemas positivos y adecuados es necesario que el niño se sienta amado,
aceptado, respetado, valioso y capaz para sus seres queridos.

Es importante aclarar que aunque la idea resultante de un esquema o autoesquema disfuncional no sea
real en ese momento específico, el esquema es tan fuerte y ha sido “confirmado” tantas veces que la
persona no puede hacer nada diferente a creer en él. Cree “tener la razón” y actúa según lo que piensa.

La teoría cognitiva plantea que los esquemas influyen en la manera como sentimos y como nos
comportamos. Las investigaciones demuestran que el cuerpo, las emociones, los pensamientos y
comportamientos se influyen mutuamente unos a otros y de manera constante. Por ejemplo en la
ansiedad se presenta el siguiente cuadro: Pedro piensa “Algo malo va a ocurrir en esa reunión”, la
emoción obviamente es de ansiedad y angustia, el cuerpo responde con taquicardia, sudoración, vacío
en el estómago, y el comportamiento resultante va a estar relacionado con evitar el supuesto peligro
haciendo cosas como llamar a sus amigos para que no asistan a la reunión. Miremos cómo cada uno de
los componentes influye en el otro y genera una cadena de situaciones y sensaciones poco satisfactorias
y funcionales para Pedro.

Pensamiento

Cuerpo Emoción

Comportamiento

Partiendo de esta base, la Terapia cognitiva propone un manejo adecuado del pensamiento para evitar
o desactivar la cadena disfuncional y disminuir así los sentimientos y comportamientos destructivos. El
cuestionar y cambiar un pensamiento negativo y absolutista, va a modificar la cadena que seguiría :
emoción negativa, alteración en el cuerpo y comportamiento inadecuado.

Miremos el siguiente cuadro con el ejemplo de Javier:


Situación Pensamiento Emoción Sensaciones Comportamiento

Mi esposa no me Algo le pasó. Ansiedad Taquicardia, Llamar a los hospitales,


ha llamado y ya Se Accidentó. Sudoración, anfiteatro, y amigos
es de noche. Seguro está temblor. cercanos.
en problemas. Salir a buscarla.

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En este ejemplo, Javier, a partir de una situación cualquiera genera un pensamiento disfuncional. Este
a su vez genera una emoción y una reacción biológica, para terminar con un comportamiento o
conducta. Probablemente si le preguntáramos a Javier ¿qué causó la emoción de ansiedad?, su
respuesta sería ”Que mi esposa no hubiera llegado”. En realidad esa situación por sí misma no causa
ansiedad. La que le causó la emoción fue la interpretación que hizo de la situación, es decir, lo que
pensó... esto se comprende fácilmente cuando observamos que a otra personas el mismo hecho le
causaría otras emociones. Pensemos por ejemplo en Oscar, quien al ver que no ha llegado su esposa
siente tristeza. ¿Por qué siente tristeza? Porque su interpretación de la situación, es decir, su
pensamiento, es “ya no le importo. Ni siquiera es capaz de llegar a casa temprano para estar conmigo”.
¿Si ven? No es la situación o el hecho el que causa la emoción. Es la manera de ver la situación la que
causa la emoción desagradable.

Es importante observar cómo, si partimos de un esquema aprendido en la infancia que se manifiesta


como un pensamiento negativo, poco funcional en esa situación específica, la cadena que continúa no es
sana ni facilitará la adaptación y bienestar de la persona.

Veamos otro ejemplo: “Estoy solo en el mundo. Nadie me quiere”- Emoción: Tristeza, desánimo –
Reacción del cuerpo: Somnolencia, disminución del apetito – Comportamiento: Dormir, aislarse de los
demás, llanto.
¿En términos de probabilidades, qué tan probable es el pensamiento inicial?. ¿Estará realmente solo y
no tendrá el amor de nadie?. Tal vez la persona se sintió poco amada en su infancia y trae consigo el
esquema, pero en el momento actual, ya siendo adulta, es muy poco probable que esté completamente
sola y no sea querida por nadie. La persona está distorsionando alguna situación actual y está
pensando, sintiendo y actuando según su esquema infantil.

Otro ejemplo: La novia de Juan decide terminar la relación afectiva con él. Juan piensa “No puedo
dejarla ir. Sin ella no podré vivir. El dolor me matará”. Obviamente la emoción que continúa es tristeza
y abatimiento, y el comportamiento probablemente sea buscarla, rogarle, intentar que cambie de idea.
¿Realmente Juan no puede vivir sin ella?, ¿el dolor de una ruptura lo matará?... la respuesta es no. Si
vemos la situación objetivamente Juan es un ser adulto que no necesita de su novia para vivir y su
dolor hace parte de un duelo que será vivido como todos los seres humanos ante las pérdidas, pero no
morirá. Qué pasa con Juan? Está distorsionando la realidad y actuando según un esquema de su
infancia. Probablemente fue abandonado física o emocionalmente por algún ser querido en su infancia
y en ese momento sintió no poder vivir sin él. Realmente cuando era niño sí necesitaba de su ser querido
para vivir, pero ahora eso no es cierto. Juan está viviendo tan intensamente esta ruptura porque no
logra tomar conciencia de que esos pensamientos vienen de un esquema que ya no es válido .

La Reestructuración cognitiva es una técnica de auto-ayuda que puede ser utilizada por la
mayoría de las personas para cambiar su comportamiento disfuncional o destructivo disminuyendo o
eliminando las reacciones emocionales innecesarias y no deseadas (emociones secundarias). La premisa
sobre la cual se basa la técnica es: “No son las situaciones las que causan nuestros estados de depresión,
agresión o ansiedad, sino que son los pensamientos que tenemos sobre las situaciones los responsables
de estas emociones”. Por lo tanto, cambiando los pensamientos distorsionados, podremos cambiar
nuestras emociones y nuestros comportamientos.

La reestructuración cognitiva pretende desarrollar una habilidad que requiere de motivación para
aprenderla, esfuerzo y práctica. No es algo que nace con nosotros ni que va a incorporarse a nuestra
vida mágicamente. No es difícil pero requiere atención y práctica.
Si deseas aprenderla, el primer paso para empezar a trabajar tus emociones innecesarias es hacer
conciente tu pensamiento que se ha vuelto automático. Es darte cuenta en qué estás pensando.
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Obviamente sería imposible estar conciente de tus pensamientos en cada minuto de tu vida, por eso sólo
vamos a practicarlo cuando aparezcan las emociones desagradables como la agresión con alguien, la
depresión por algún evento, la ansiedad ante algo, etc. En ese momento te detienes y te preguntas: “Qué
me estoy diciendo a mí mismo?”, “Qué estoy pensando?”... el pensamiento puedes detectarlo en tu
mente en forma de frase o de imagen. Te sugiero que mientras desarrollas la habilidad de descubrir tus
pensamientos hagas el ejercicio por escrito y copies la cadena de la siguiente manera:

Situación Pensamiento Emoción Comportamiento

Sugiero comenzar por la columna Emoción por ser la condición más fácil de detectar en nosotros.
Recuerda sólo anotar las emociones desagradables (agresión, depresión, ansiedad, etc.). Luego, en la
columna “situación” colocas el evento externo a ti que disparó la cadena pensamiento-emoción-
comportamiento, es decir, ¿qué pasó?. En la columna pensamiento colocas las frases o imágenes que
pasaron por tu mente en ese momento. Es probable que sean pensamientos sencillos, a veces sin sentido
o poco relevantes, sin embargo cópialos. Y por último coloca en la columna Comportamiento lo que
hiciste ante esa situación: ¿Qué hice?. Lleva este registro de pensamiento por varios días, y sólo después
de que tengas la habilidad para detectar tu forma de pensar ante situaciones y emociones
desagradables, continuaremos con el segundo paso.

La reestructuración cognitiva NO debe confundirse con las técnicas de pensamiento positivo. La técnica
que estoy enseñando no se trata simplemente de intercambiar un pensamiento negativo por otro
positivo, sino en desear reconocer y examinar los pensamientos y la forma como los distorsionamos, de
los cuales resultan emociones y comportamientos desagradables y disfuncionales. La meta no es
transformar un pensamiento pesimista en otro optimista sino sustituir una creencia irracional o
distorsionada automática por otra que sea razonablemente más objetiva, probable y adaptativa para la
persona.

Conclusiones:

- La información genética heredada mas nuestros aprendizajes forman nuestra personalidad. No somos
así “porque sí”. Nacemos con unas características innatas, unas emociones primarias y con
potencialidades a desarrollar, pero son nuestras experiencias y lo que vamos aprendiendo de los demás
lo que da una forma clara a nuestra manera de ser.

- Somos unos constantes creadores de teorías sobre el mundo, los demás y nosotros mismos. Vamos
creando esas teorías a lo largo de nuestra vida a partir de aprendizajes que hacemos de nuestras
experiencias y de los demás (padres, seres queridos, sociedad). Y en nuestra mente se guardan estas
teorías en forma de esquemas.

- Es necesario revisar y ser conscientes de lo que hemos aprendido que guía nuestra vida. Al prestarle
atención a nuestra forma de pensar dejaremos de vivir en “automático” para autoevaluar nuestro
diálogo interior y conocer nuestros esquemas. Al hacerlo, evitaremos emociones y actuaciones
inadecuadas frente a nosotros mismos, el mundo y los demás.

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- En la medida en que conozcamos nuestros principales esquemas y autoesquemas vamos a tener un


mayor control sobre ellos en los momentos en que se activen en alguna situación específica. El no
conocerlos nos impide totalmente educarnos para su manejo y seremos conducidos por ellos, dando
como resultado comportamientos impulsivos.

- Debemos diferenciar las emociones primarias de las secundarias con el fin de aceptar las primarias y
trabajar las secundarias. Al identificar las distorsiones y las ideas irracionales que disparan nuestras
emociones secundarias podremos evitar las sensaciones y comportamientos destructivos.

- El ser humano sí puede cambiar los rasgos de su personalidad que considere disfuncionales. Sólo
necesita detectarlos, querer hacerlo y dedicar atención, tiempo y esfuerzo para lograr modificar sus
esquemas o crear otros nuevos.

- Es nuestro reto personal trabajar con nosotros mismos para adaptarnos a la realidad y no continuar
intentando cambiar al mundo y a los demás para que se ajusten a nosotros.

Mónica María Agudelo Muñoz

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