Sei sulla pagina 1di 11

UTOPÍAS CARTONERAS LATINOAMERICANAS EN EL SIGLO XXI

Carlos Ríos

bossamundo@hotmail.com

Prof. en Historia del Arte con orientación en Artes visuales

Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP)

República Argentina

Eje temático: El campo editorial: difusión y edición de textos

Abstract: El presente trabajo propone una relectura del rol de las editoriales cartoneras en América

Latina. Surgidas hace más de quince años en la República Argentina, en medio de una crisis

económica que expulsó a muchos escritores del circuito editorial tradicional, hoy las editoriales

cartoneras se han multiplicado y puesto en red sus catálogos. En la mayoría de los casos, el libro

cartonero no ha perdido su identidad y todavía persisten las marcas económicas y sociales que

determinaron su emergencia. Con materiales reciclables y próximas a experiencias artísticas

combinadas, dichas editoriales construyen nuevos lectores y ponen en circulación, de manera

simultánea, a autores recientes y otros vinculados con distintas tradiciones literarias y con el ámbito

académico.

Palabras clave: literatura - editoriales cartoneras - redes - circulación - campo editorial


La experiencia de una década

Permítanme comenzar esta exposición centrándome en una breve y singular entrevista realizada por

Leroy Gutiérrez para el sitio SobreEdición al editor, poeta narrador argentino Washington Cucurto

(Santiago Vega), uno de los fundadores de la editorial Eloísa Cartonera, entrevista que tuvo lugar en

el marco de la Feria de Frankfurt en el año 2010, ocasión en que la República Argentina fue el país

invitado de honor. Es aquí, en esta entrevista que se desarrolla cuando una de las ferias más

poderosas del mercado editorial del mundo empieza a cerrar sus puertas, donde podríamos situar el

punto de inflexión de una experiencia autogestiva que en apenas una década inscribió en la historia

de las editoriales latinoamericanas un modo diferente de concebir al libro, en todas las facetas de su

constitución.

En dicho video puede observarse a Cucurto en la Feria de Frankfurt, a punto de vaciar el

pequeño stand donde estuvo produciendo libros cartoneros. Todavía está lejos el Premio Príncipe

Claus que la editorial recibirá en 2012 y que le permitirá abrirse a otros proyectos de carácter

extraliterario, entre ellos la compra de una parcela de campo para producir vegetales orgánicos; en

el Año del Bicentenario de la República Argentina, Washington Cucurto había sido invitado a

participar en el Museo Kuntz1 en una exposición de arte sobre la Argentina poscrisis, con una

muestra de libros y fabricando ejemplares “en vivo”; del museo pasó a la feria donde estaba la

mayoría de la comitiva argentina de escritores y editores. Con los cartones que encuentra en la feria

compone libros, se abre allí un efímero espacio de producción y circulación de las obras del

catálogo de Eloísa Cartonera. Podría decirse que Cucurto lleva a cabo una breve performance

editorial; del museo pasa a un ámbito de mercado, donde los libros, como sabemos, no se hacen: se

negocian. La entrevista, de poco menos de cuatro minutos de duración, exhibe a un Cucurto

cansado que muestra, en ese cansancio, un saldo, el remanente de lo que la Feria de Frankfurt le

1 Escribe Gustavo Sorá: “Cucurto fue a Frankfurt como expositor individual en el Kunst Museum de la ciudad. Allí,
en el centro histórico, en un sitio de vanguardia estética, él disponía de un taller-instalación, donde montaba a la
vista de los visitantes sus libros de literatura con tapas de cartón reciclado y pintadas a mano. Sin embargo se sentía
aislado, como bicho raro. De allí su deseo de integrarse a la comunidad de la feria y aproximarse a los
emprendedores culturales con mayor afinidad.” (Sorá, 2013, p. 121)
dejó. A pedido del entrevistador, cuenta –por enésima vez– de dónde surge Eloísa Cartonera, cómo

trabajan los miembros de la editorial, cuál es la singularidad del libro que produce la editorial, qué

diferencias existen entre un libro manufacturado por las editoriales industriales y uno que recicla los

cartones recolectados en las calles de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En el pequeño stand,

las palabras “precariedad” y “pobreza” resuenan contra las paredes vacías; Gutiérrez le pregunta a

Cucurto por qué está en la Feria de Frankfurt y Cucurto, además de contar la historia de Eloísa

Cartonera, fija su posición respecto al libro-objeto, reflexionando en torno a su materialidad y el

efecto que debería causar en los lectores, algo que no sucede con los libros-mercancía que en la

Feria de Frankfurt pasan de mano entre editoriales. Dice Cucurto:

El libro siempre tiene que ser una buena noticia. Tiene que producir algo positivo en

las personas. Muchas veces nos encontramos con los libros muy bien hechos, muy

bien impresos, muy interesantes, con cartulinas, con sus colores, sin embargo son

libros que no conectan con la gente porque son caros, porque son muy elitistas, porque

hablan de temas que a nadie le importa, entonces la idea es un poco recuperar el libro,

hacer que el libro sea una buena noticia en tu vida. Me parece que nuestros libros son

una buena noticia. Un libro económico que genera en la gente algo lindo. (Gutiérrez,

2010)

Lo que impacta no es tanto el relato –al que nos hemos “acostumbrado” a fuerza de

escucharlo en las voces de sus protagonistas una y otra vez– como la gestualidad que abre, en

simultáneo, otras líneas de sentido: Cucurto apoya sus dedos en el entrecejo, bosteza repetidas

veces, se pasa la mano por la cabeza como si quisiera despejarla del peso del entorno, estira sus

brazos, se distrae de la cámara y mira hacia afuera, se aprieta los ojos, busca las palabras en el aire,

las palabras por momentos tardan en llegar. La figura del editor agotado va imponiéndose en la

entrevista. Es el tiempo en el que la Feria empieza a plegarse sobre sí misma; Cucurto habla desde
el cuadrilátero donde, como ya se ha dicho, ya no quedan libros, los estantes lucen vacíos y

sobreviven en su lugar un par de afiches de Eloísa Cartonera; es un momento donde la editorial

“toca el cielo con las manos”, aunque ese cielo sea un poco de plástico, además de ancho y ajeno.

Eloísa Cartonera llega a la Feria de Frankfurt por accidente, por una deriva circunstancial de las

acciones pero enamora a quienes circulan por la feria; la editorial es incapaz de negociar porque no

tiene nada que negociar; como síntesis de una felicidad a la cual desconfiarle, Cucurto afirma

modestamente que “los libros gustaron”; sin embargo, sus gestos muestran que la Feria de Frankfurt

lo recibió y al negociarle un espacio por la vía institucional, le impuso un cerco; digamos que atrapó

al fundador de Eloísa Cartonera para confinarlo a cierta escena donde sólo queda la memoria del

producto puesto a circular, el producto evaporándose; ya no hay libros en el stand, el editor-artista

está imposibilitado de seguir, alejado de su taller cartonero situado en Buenos Aires: ya no hay

libros, el público se retiró, las razones y la expectativa para estar allí se han desvanecido. La

maquinaria puesta en marcha dentro de Feria de Frankfurt se autoabastece, exhibe sus mejores

cartas para luego guardarlas; su sistema, en apariencia, ha vencido otra vez. En apariencia: el

repertorio gestual del fundador de Eloísa Cartonera dentro de la feria internacional puede leerse

como un acto performático cargado de desdén; allí donde desfilan los reyes de la edición mundial,

en el espacio máximo de la mercantilización de la cultura literaria, Washington Cucurto bosteza2.

“Un laboratorio de formas vivas”

El cartón corrugado nació a mediados del siglo XIX, en Inglaterra, como un modo de preservar

2 Resulta muy esclarecedora la perspectiva de Gustavo Sorá en su artículo “El mundo como feria. In(ter)dependencias
editoriales en la Feria de Frankfurt”, donde afirma: “Lo que me interesa remarcar es que la Feria de Frankfurt
(también) aparece como un lugar deseable para editores de pequeños emprendimientos, aún cuando no tengan casi
nada para negociar. ¿Contradice esto la caracterización corriente de Frankfurt como una 'feria de compra y venta de
derechos'? El argumento que predomina cuando se le pregunta a los pequeños editores por las razones de su
presencia, se centra en una cuestión pedagógica: aprender, lo cual puede querer decir aprender para conocer
tendencias, conectarse, renovarse, para crecer, etc. En el caso de los editores independientes la intención también se
orienta a la asociación colectiva para planificar políticas e instituciones que permitan lograr de manera colectiva lo
que ningún caso singular alcanzaría de modo individual.” (Sorá, 2013, p. 116)
objetos de consumo durante su traslado; dicha necesidad es originado por un negocio; el valor del

objeto es custodiado por el recipiente de cartón, que lo separa de un exterior hostil, amortiguando

movimientos bruscos que lo pondrían en peligro. En el cartón se revela el celo con el que el capital

custodia la mercancía; con la diseminación de su uso, la industria favorece aún más la

comercialización y las constituciones de stock. Un siglo y medio después, en la capital de un país

extremo al sur de Sudamérica que padece una crisis de la que todavía no se repone, un grupo de

escritores que no podían, por razones económicas generales y las específicas del campo editorial,

tomó el cartón de las calles y se puso a armar libros. En poco tiempo, armó un catálogo diverso y

puso a un puñado de familias a trabajar. El cartón, fijado a las hojas donde se exhiben textos

literarios, inicia otro ciclo de preservación.

Surgidas hace más de quince años como réplicas de la experiencia de Eloísa Cartonera en la

República Argentina y diseminadas en la mayoría de los países de Latinoamérica entre los años

2003 y 2013, periodo en el que se hicieron visibles a partir de blogs, de las participaciones en ferias,

del intercambio de los títulos de sus catálogos y el dictado de talleres de elaboración de libros

cartoneros, hoy las editoriales cartoneras que han permanecido activas y otras que están surgiendo

en los últimos años, si bien no perdieron las características iniciales, han encontrado otros modos de

inscripción en el sistema de circulación de obras literarias y nuevos modos de relacionarse.

Estas editoriales mantienen con el mercado una relación y una coexistencia más o menos

conflictiva, siempre en trance de renovación, regulada por la presencia anómala del cartón

corrugado el cual, a pesar de ser intervenido plásticamente, no pierde sus orígenes plebeyos; es el

cartón de calle que también usan las personas que duermen en la vía pública para protegerse del

frío; es el que se recolecta en carros tirados por caballos o por las mismas personas para venderlo

por kilo a las empresas recicladoras. Algunas editoriales optan por recolectar ellas mismas el cartón

o directamente lo adquieren a quienes lo producen.

Autogestivas, independientes, colectivas y artesanales, las editoriales cartoneras incluyen

todas esas expresiones. Cada cartonera gestiona sus modos de producción de los libros, del taller
editorial “puertas adentro” a los talleres con participación de los lectores; de la adquisición del

cartón a quienes lo recolectan en la vía pública a ser recolectados por los mismos colectivos; varían

los modos de circulación según aparezcan en librerías, en ferias alternativas o en las ferias del libro

institucionales de cada país. Rechazan cualquier apoyo del Estado o trabajan con tales apoyos. Los

modos de legitimación de esta práctica editorial también son diversos; el recelo que llega a objetar

la calidad literaria de un libro sin conocerlo, sin haberlo leído siquiera, se construye con las

objeciones que cuestionan la intervención descuidada o la sobrecarga estética en el mismo soporte y

en las condiciones legales o contractuales de edición. Cada libro, como es sabido, construye un

lector. Quienes leen los libros de las editoriales cartoneras, por lo general, saben qué van a encontrar

en sus catálogos una serie de obras que se caracterizan por ser aquellas que han construido su

campo de fuerza desde la periferia hacia el centro del canon; estos autores ineludibles en las

literaturas regionales traccionan, a su vez, a los autores emergentes.

Las editoriales cartoneras son originadas por colectivos que trascienden las acciones

artísticas al pensar la edición autogestiva como una herramienta contrasistema y en simultáneo

abriéndose a las circulaciones más estables de las librerías; haciéndose fuertes en el ofrecimiento de

un libro a bajo costo; desafiando los alcances del copyright al poner a circular las obras con

licencias creativas más permeables y concesivas con el lector; ocupando el espacio público y

diversas instituciones con sus talleres de fabricación de libros que nuclean un público heterogéneo

en un espacio de producción artesanal, donde el aura se restituye desde la construcción única del

objeto.

Como es sabido, el tiempo de realización de un libro cartonero no es el del mercado; está

condicionado por la rapidez de su confección en relación con la proximidad de los lectores que

dejan de ser potenciales para ser una realidad que impacta en el proyecto, ajustándolo a distintas

necesidades según los casos de cada editorial. El libro está haciéndose, sus lectores muchas veces

intervienen artísticamente sus tapas o esperan el tiempo que tardan los materiales plásticos en

asimilarse al soporte de cartón para llevárselos. Los libros cartoneros tienen a su favor el bajo costo
de producción que se replica en el Precio de Venta al Público (PVP), aunque la distribución en

librerías puede aumentar el valor de consumo final3. Sin embargo, no todas las ediciones responden

a este esquema de composición; hay tapas que se trabajan en serie y luego se ensamblan a los

interiores; otras veces, las fotocopias deslavadas dejan paso a impresiones que proceden de sistemas

de duplicación más cuidados, de impresoras hogareñas o de pequeñas imprentas. De todos modos,

el carácter artesanal de los libros cartoneros termina imponiéndose por sobre las condiciones

industriales.

¿En qué reside la fuerza de ese objeto sencillo, manipulable como cualquier otro libro? Es

posible pensar que es un objeto híbrido, un producto cultural cuyas intersecciones expanden su

territorio de circulación. Un libro cartonero, liviano, diseñado en word o en programas al borde de

la obsolescencia, hecho con fotocopias o impresiones hogareñas, pegado, cosido o abrochado, con

sus tapas intervenidas, sin solapas con los datos del autor o la autora, sin contratapas firmadas por la

editorial o por alguna figura que atraiga, con su prestigio o autoridad, a los lectores. Un objeto a

medio camino entre ser una obra proveniente de las artes visuales y preservar aspectos relativos a

la industria del libro. Es en esa hibridez que tensa su campo, donde se resuelve su presencia, ese

atractivo de objeto que se replica en flujos y reflujos de aura.

Aunque las editoriales cartoneras4 fueron gestándose en distintos países a través de

colectivos culturales y grupos de afinidades literarias y estéticas, no todas llegan al objeto libro con

tapas de cartón impulsados por crisis económicas. Es cierto que el bajo costo de producción

estimula la proliferación de libros cartoneros; sin embargo, las prioridades económicas dejaron paso

a nuevas valoraciones como es el caso de la bibliodiversidad, la toma de conciencia sobre la

posibilidad del reciclado de materiales industriales y el cuidado del medio ambiente. A la par, los

proyectos de editoriales cartoneras significan una toma de posición política ante el sistema

capitalista que subyace al negocio del libro visto como objeto de consumo destinado a públicos
3 Vale citar el caso de Ultramarina Cartonera, cuyos libros, en el año 2009, tenían un costo de diez euros en librerías,
hecho que un lector criticó en uno de los foros abiertos en su página.
4 Entre otras Animita Cartonera (Chile), Eloísa Cartonera (Argentina), Dadaif Cartonera (Ecuador), Felicita Cartonera
(Paraguay), Kurupí Cartonera (Bolivia), Mandrágora Cartonera (Bolivia), Nicotina Cartonera (Bolivia), Santa
Muerte Cartonera (México), Sarita Cartonera (Perú), Textos de Cartón (Argentina), Yerba Mala Cartonera (Bolivia),
Yiyi Jambo (Paraguay) y La Cartonera (México).
masivos.

El libro cartonero puede variar sus tiradas según las ventas, puede mudar de espacios de

circulación con facilidad y ser parte de un catálogo maleable; esa condición de mutabilidad

determina lo inestable de los colectivos que lo producen, haciendo perdurar esa matriz sencilla y

económica, una falla providencial en el corazón del mercado internacional de libros de literatura.

De algún modo, podría pensar a los libros cartoneros en su conjunto como el reverso de la industria

editorial; su borrador, su mala copia, un fenómeno de distorsión, con un procesamiento de los

materiales en los lindes del libro-objeto; las acciones de producción de libros en el espacio público

pueden ser observadas como acciones encuadradas en lo que Bourriaud dio en llamar estética

relacional: el arte concebido como “un laboratorio de formas vivas que cualquiera se puede

apropiar”. Es en ese hálito de lo artesanal donde regresa el aura de los libros, ese valor de objeto

único, siempre semejantes, nunca idénticos, siempre en disponibilidad de un hacerse, de

materializarse en un lapso breve de tiempo. En la intervención comunitaria de sus tapas con

diferentes materiales procedentes del mundo de la plástica persiste una escena del mundo laboral

cuya fuerza es la de su anacronismo; al fragor de las máquinas de una industria editorial que no

puede detenerse, que introyecta en el mercado millones de libros por año al mismo tiempo que

retira otros millones del mercado para destruirlos. Allí donde existe un libro cartonero se explicita

una posibilidad, la de que las cosas en el mundo editorial podrían hacerse de otra manera. En

síntesis, observamos la configuración de espacios de intervención que se fortalecen y ganan

visibilidad gracias a los objetos que producen sociabilidad (Bourriaud, 2008, p. 14-15).

Renovación de los circuitos

Respecto a los agrupamientos desarrollados por las editoriales cartoneras en los últimos años, cabe

mencionar dos experiencias centrales: a) el intento de construir un Movimiento Cartonero


Latinoamericano y b) la constitución de una Red de Editoriales Cartoneras de Latinoamérica.

El primer caso nació en el año 2009 y aglutinó a medio centenar de editoriales de quince

países; en el blog de la editorial mexicana La Rueda Cartonera se consigna que “las cartoneras están

fuera del presupuesto de cualquier gobierno, no comulgan con las grandes editoriales y el mercado

editorial” y que el movimiento les permite generar un punto de intersección de los catálogos y

“conformar una nueva propuesta contra la globalización y la comercialización del libro, pero con el

interés y la fuerza de unificar la cultura latinoamericana y el mundo” (La Rueda, 2009).

En el segundo caso, ocho editoriales de Chile, Argentina, Bolivia, Ecuador y México se han

unido en una misma plataforma digital, incluida dentro del portal de la Universidad Nacional de

Córdoba de Argentina, con el propósito de “integrar y potenciar la actividad editorial cartonera en

Latinoamérica” y el objetivo de “visibilizar la diversidad cultural latinoamericana a través del

fomento de la actividad editorial cartonera y su articulación con nuevos actores y públicos”. Allí

comparten y disponibilizan más de 30 títulos de Ecuador, México, Argentina, Chile y Bolivia,

además se recopilan artículos y notas de prensa publicadas entre los años 2011 y 2014. La iniciativa

de este proyecto está coordinado por los integrantes de La Sofía Cartonera, editorial que nació en el

ámbito universitario, a través de un programa de extensión.

Otra editorial que surgió dentro de la universidad es Malha Fina Cartonera de Brasil. Este

proyecto de realización de libros cartoneros que nació en el año 2014 y recibe apoyo de la

Universidad de San Pablo a través del Programa Unificado de Bolsas (PUB). Tiene puntos de

contacto con La Sofía Cartonera y ambas editoriales han traducido obras del español y del

portugués respectivamente. Como objetivos, Malha Fina Cartonera se propone, a través de su blog,

“propagar o saber cartonero: da produção material dos livros até reflexões sobre este novo modo de

produção editorial, surgido na América Latina” y también reflexionar “do fenômeno cartonero a

partir de uma perspectiva crítica ou teórica, com vistas a construir um arquivo que efetivamente

possa ser consultado pelos interessados na área” (Malha Fina, 2015).

En sus postulados, estos dos proyectos cartoneros recuperan y fortalecen el papel de los
colectivos editores en tanto “gestores culturales”, pues reafirman una doble valoración en el regreso

a la materialidad del libro cuando ponen el acento constructivo tanto en la objetualidad del soporte

como en la circulación de literatura en diversas tramas sociales. En los márgenes del mercado

editorial, asimilándose en mayor o menor medida a las instituciones o rechazándolas, cuestionando

la fatalidad de un libro condenado a ser, íntegramente, una mercancía, el trabajo de las cartoneras

latinoamericanas no se detiene. Inmersas en las redes sociales y en contacto con instituciones, no

pierden de vista la fortaleza material y acaso predestinadamente aurática que posee el cartón

proveniente del espacio público y vuelve a circular por el mismo espacio transformado en un objeto

de transmisión artística y cultural. Será, por fin, la vida sensible del libro que ha dejado de ser,

como afirma Jorge Luis Borges, “un ente incomunicado” para constituirse bajo la forma de “una

relación, un eje de innumerables relaciones” (Borges, 1974, p. 747).

Bibliografía general

Borges, J. L. (1974). “Nota sobre (hacia) Bernard Shaw”. Obras completas. Buenos Aires,

Argentina: Emecé.

Bourriaud, N. (2008). Estética relacional. Buenos Aires, Argentina: Adriana Hidalgo.

Eloísa Cartonera (2009). “Mucho más que libros”. Argentina. Recuperado de

http://www.eloisacartonera.com.ar/historia.html

Gutiérrez, L. (2010). “Washington Cucurto y Eloísa Cartonera”. SobreEdición

[https://www.youtube.com/watch?v=wmMcyIcqBfo] Frankfurt, Alemania.

La Rueda Cartonera (2009). “¿Qué es La Rueda Cartonera?”. México. Recuperado de

http://laruedacartonera.blogspot.com.ar/

Malha Fina Cartonera (2015). “Editorial”. Brasil. Recuperado de

https://malhafinacartonera.wordpress.com/editorial/
Red de Editoriales Cartoneras de Latinoamérica (2017). “El proyecto”. Argentina. Recuperado de

http://redcartonera.eci.catedras.unc.edu.ar/

Sorá, G. (2013). “El mundo como feria. In(ter)dependencias editoriales en la Feria de Frankfurt”.

Comunicación y Medios. Chile. Recuperado de

http://www.eduvim.com.ar/sites/default/files/descargas/foros/actividades-de-capacitacion/sora-

dujovne-frankfurt.pdf

Ultramarina Cartonera (2009). “¿Por qué lo hacemos como lo hacemos?”. España. Recuperado de

https://editorialultramarina.com/por-que-lo-hacemos-como-lo-hacemos/

Vila, A. (2016). “¿Qué es una editorial cartonera?”. Revista Polvo. Argentina. Recuperado de

http://www.polvo.com.ar/2016/01/que-es-una-editorial-cartonera/

Potrebbero piacerti anche