Sei sulla pagina 1di 7

Este virus ha humillado a la Humanidad. Sincerarme: no sabía qué deciros.

He tenido que sentarme, pensar, meditar, llorar un poco y escribir lo que

fluyera.

Mi punto de partida es que esta situación ha venido para quedarse.

Reconciliarnos con el coronavirus. Darse golpes contra la pared es inútil. No

se trata de resignación, sino de poner todas nuestras inteligencias al

servicio de nuestra felicidad.

Nadie -que no sea sociópata o sicópata- puede llevar bien esta situación.

Podemos estar más o menos contentos con algunas de sus consecuencias.

Pero el estrés es ya desadaptativo: no rema a nuestro favor, como sí lo hizo

antes.

La primera consecuencia es que estoy en guerra conmigo mismo. A

diferencia de otras guerras internas, ésta funciona a un nivel inconsciente

generalizado: puede estar detrás de mis cambios de humor, de mis recaídas

en temas que tenía superados, en la forma en la que veo y trato a los

1
demás. En algo muy importante: mi expectativa de futuro. Me he

convertido en un masai.

Ahora que sabemos que esto a a durar, conviene protegernos por dentro y

blindar nuestras relaciones interpersonales:

- Evitar la convicción de caos. Todo está perdido. Quizá sea la reacción de

quien sigue negándose a aceptar que esto es grave, no a saberlo, sino a

experimentarlo. No es una crisis, es lo absolutamente otro. O nos

reinventamos, o pereceremos.

Es posible que haya llegado el momento de pararme y hacer una lista de mis

preocupaciones y mis miedos.

De todo ello, deduciré mi fragilidad. Fragilidad estructural, que no tiene

que ver con la edad o el estilo de vida. Soy frágil de fábrica. Pero estoy

dotado de un mecanismo que me ha hecho llegar hasta aquí: la capacidad

para reinventarme.

2
- La órdenes contradictorias son normales. No puedo juzgar mis

alrededores como lo haría en una situación estructurada. Ahora no hay

andamios, no hay estructuras. Estamos caminando sin red de seguridad. Eso

implica que una decisión puede venir seguida de una contraorden, porque el

pensamiento es lento y no lo abarca todo de un vistazo cuando se enfrenta

a lo nunca antes visto.

Dentro de unos límites, si no acepto las contradicciones estoy condenando a

los demás al miedo a equivocarse, a persistir en decisiones que parecieron

acertadas pero luego se mostraron insuficientes.

En este curso vamos a recibir muchas órdenes contradictorias; no digo

aparentemente, sino verdaderamente. Forma parte de la adaptación

gradual que haremos por ensayo y error. Si soy proactivo, puedo evitar

algunas de esas órdenes. Pero ahora más que nunca se necesita mi

comprensión y mi implicación.

El terreno sanitario es un particular ámbito sobre el que analizar las

contradicciones: información, negacionismo, sobreinformación.

3
- Permitirme flaquear. Flaquear, desanimarse, estar triste, no tener ganas

de nada, no ilusionarse, llorar sin motivo aparente… es bueno. Es muy

bueno. Si son sentimientos acotados en el tiempo y controlados en su

intensidad, son una señal de que mi persona está adaptándose. Cada dolor

me informa de algo. La tarea es buscarle el nombre y dialogar con ese

dolor. Preguntarle hasta qué punto es real y en qué medida es irracional.

Flaquearé también en mis compromisos personales y proyectos

comunitarios. He de aceptar que los grandes proyectos quedan aparcados.

Era un error cuando lo urgente ahogaba lo importante, cuando sólo nos

dedicábamos a apagar fuegos. Pero ahora no queda otra que dedicarse a lo

urgente, sin perder de vista lo importante, pero dándonos tiempo para

afrontarlo.

Va a pasar en el colegio a nivel institucional. La innovación educativa

quedará limitada de momento a lo que ya está en marcha, pero sin

acometer grandes transformaciones, que siguen en el horizonte, sin

embargo.

4
Lo mismo nos sucederá en la labor docente. Muchos expertos coinciden en

que hasta que nos demos cuenta de que en esta situación el nivel de

exigencia no puede ser el mismo que antes, estamos dando palos a la

autoestima de los alumnos y al autoconcepto de uno mismo. ¡No es posible!

Y no pasa nada. Nadie va a perder su futuro porque tengamos que bajar el

listón. Ni se cae el sistema educativo ni se condena a una generación.

- Cuidarnos unos a otros. Mañana comienza la tormenta perfecta. No

porque lleguen los alumnos, sino porque todos comenzaremos el trabajo con

nuestras tormentas perfectas como sombrero. A saber: en lo personal,

desaliento y algo de frustración; en lo profesional, incertidumbre; en lo

sanitario, descoordinación; en la proyección hacia el futuro, cero… Muchas

tormentas juntas.

Romper la dinámica del huracán. No alimentemos la tormenta con más calor

y más humedad. Es el momento de demostrar quiénes somos. Quién es

quién. Y por muy educados que seamos, va a quedar patente quién es

quién.

5
En un cierto sentido, vamos a vivir un Gran Hermano, un mundo de Truman.

Todas las reacciones se magnifican cuando tenemos conciencia de estar una

situación excepcional. Todo se vive con más intensidad. El que es celoso, lo

será más. El que es perfeccionista tendrá problemas para bajar el nivel. El

que tiene algo contra alguien o contra un grupo, los grupitos de amiguitos…

se pueden convertir en cloacas.

Hay una manera de reconciliarse con la era covid a nivel personal: pero

exige una llamada a la conversión personal. Al cambio hondo. Es una

llamada que quizá muchos desoigan; o que la oigan, la sigan y la abandonen

por la presión de los grupitos… Es una llamada a cuidar a los compañeros.

Sé perfectamente que todos tenemos una edad en la que, a pesar de los

buenos propósitos, la personalidad y las elecciones personales están

bastante consolidadas. Las situaciones excepcionales, sin embargo, a veces

abren puertas a grandes cambios. O a pequeños cambios sostenidos durante

grandes periodos de tiempo. Ésa es mi invitación. Cuidémonos unos a otros.

Cambiemos la lógica. Demos una patada en el culo a la lógica.

- Lo último es lo más importante. No me cansaré de deciros que hacéis el

mundo mejor. Que Madrid es mejor gracias a vuestro trabajo, a que miráis a

los alumnos como seres humanos, a que no os conformáis con enseñarles

6
cosas… El virus quiere humillar a vuestros alumnos. No lo permitáis. Sed el

escudo que les aleje del miedo y de la tristeza. Pelead por ellos. ¿Queréis

encontrar algo de sentido en medio de esta puta locura? Haced de muro de

contención entre todo el dolor y el desconcierto que se come por dentro la

alegría de vuestros alumnos.

Que no os despisten sus risas ni sus comportamientos irresponsables. Es

verdad que a menor edad, menos sufrimiento sobre el futuro. Pero estos

chavales están rodeados de adultos y de desinformaciones que les han

minado. Sed vosotros los guardianes de su futuro.

Incluso a pesar de ellos mismos. Su intolerancia no es más que un reflejo

de su miedo. De su desconcierto.

Potrebbero piacerti anche