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No es un secreto que la literatura tiene efectos recíprocos con la realidad que la ve

nacer, una relación de simbiosis orgánica nace en el seno de toda obra y llena de un
vitalismo irrestricto las individualidades que en ella surgen.
De esta suerte, es factible afirmar que es en la literatura donde es preciso indagar, no
por la memoria de los pueblos, sino por la identidad de estos. Digo esto, por cuanto una
lectura crítica de la literatura latinoamericana, tendrá interés en este aspecto.
Por ejemplo, para Pizarro, el problema que aborda la crítica para la definición de la
literatura latinoamericana, radica en la falta de identidad en el mismo concepto de
‘latinoamericano’: “el interrogante sobre qué es literatura latinoamericana está
directamente ligado a la noción misma de américa latina como concepto. (p.15) Esta
falta de sustento sobre lo fundamental: unas características compartidas en los elementos
del corpus existente.
La propuesta, entonces, de la autora, está en ampliar el concepto de latinoamericano
desde una noción cultural, para entender el proceso de evolución de su literatura, entender
sus cambios, que se originan en un nivel discursivo y estético: “se trata de un proceso
plural por cuanto responden en un mismo periodo […] a una historia de sectores
distintos de la sociedad, así como a diferentes medios de plasmación” (p.19).
En esta disertación, interesa acudir a el aspecto discursivo para entender las diversas
dinámicas (humanas) que tiene lugar dentro de la obra literaria son así mismo un referente
para su delimitación crítica.
En este orden de ideas, para estos menesteres, es propio hablar de una sociología,
pues determinar cómo se presentan las prácticas sociales en la obra, ayudaría a nutrir ese
campo de sentido preciso para el estudio de la propia literatura (concepto de
latinoamericano).
Interesa, entonces, aplicar este presupuesto a la obra “Los de abajo” de Mariano
Azuela, texto, que ejemplifica muy bien la noción de dialéctica de la ruptura y la
continuidad que se explica como: “un discurso que surge y se va constituyendo como tal
en un periodo de lento aprendizaje que es mimético y creativo” (p.29). De esta forma,
se expone la novela como una genealogía de lo social, los discursos existentes en lo
literario, tienen a su vez vínculos, solo físicamente restringidos, con la realidad social, es
decir, la obra literaria es una cuestión ontológica, su delimitación obedecerá a las
condiciones particulares de este fenómeno.
Los de abajo, se entiende, para esta disertación, como una representación de los
campos en los que el autor se ve inserto (en implicaciones cualquieras) y que expone en los
habitus1 que reflejan sus personajes.

1
Los conceptos subrayados se toman de la teoría de Pierre Bourdieu.
Lo anterior, es lo que podríamos entender respecto a la sugerencia de Pizarro de
tener en cuenta una suerte de semiología social “las obras surgen de una determinada
cultura y se insertan en el tejido de la sociedad que las ve emerger.” (p.18)
Sin más dilaciones…
Durante todo el desarrollo se la obra es simple ver un desarrollo épico, un viaje de
transición en la que aquellos bandoleros de “la bola” van de ser un grupo de marginales a
ser aquellos que ejercían la presión. El capítulo final de la obra, hace que el mismo
Demérito reflexiones sobre cuál es la necesidad de la lucha, si ahora ya no se lucha contra
ningún federal, sino entre revolucionarios.
Obviando este hecho, interesa analizar las actitudes, movimientos y reacciones de
los personajes de la obra, a fin de estudiar la visión del autor de los revolucionarios y
entender cómo, la obra se constituye como una fina línea que denuncia la facilidad de los
hombres para pasar de opresores a oprimidos sin ninguna dilación.
Este viaje, de solo ida, con un espejismo de vuelta, nos sigue a Demérito, sino a
Cervantes, un sujeto literarizado que es quien en verdad detenta ese sentido dialectico de
ruptura, de exposición y continuidad.
El Personaje Cervantes, inicia como un Sujeto idealizado, e idealizante; según
podríamos verlo desde un sentido práctico como un individuo desfazado. la obra será su
proceso de asimilación del campo; y su desarrollo de un hábitus acorde, será la realización
del ser histórico.
Aquí debo hacer una pausa. Abordar un análisis detallado de las manifestaciones del
habitus en toda la obra los de abajo es sumamente ambicioso, pues habría que tener en
consideración cada alusión a los elementos de interacción (acciones, gestos y lenguaje);
debido a esto, me interesa revisar solo algunos en momentos puntuales de la obra, para
analizar la noción de revolucionario propuesta por Azuela.
Abordaré los siguientes apartes
 El Cervantes del inicio de la obra es un idealista reivindicativo, que pretende un
ideal de justicia social
“[…] persigo los mismos ideales y defiendo la misma causa que ustedes
defienden.
Demetrio sonrió:
—¿Pos cuál causa defendemos nosotros?…” (cap. V)
Es este idealismo, el que lo va a martirizar durante la primera parte de la obra. El
viajar siendo parte de la revolución abre sus ojos a una nueva realidad: la conciencia de que
los revolucionarios pueden mancillar la revolución.
 La sed del botín del ‘cacique’, se convierte en la acción de dejar al pobre sin el
grano para alimentar a su familia.
“Éste, tímidamente, entró y expuso a Demetrio su queja. Los soldados
acababan de “limpiarlo”. Ni un grano de maíz le habían dejado.
—Pos pa qué se dejan —le respondió Demetrio con indolencia.
Luego el hombre insistió con lamentos y lloriqueos, y Luis Cervantes se
dispuso a echarlo fuera insolentemente. Pero Camila intervino” (cap. XI
pt2)
La intervención de Camila es otro punto importante a analizar. Teniendo en cuenta
que el habitus es un repertorio (de acciones, lingüístico y gestual), la intervención de
Camila manifiesta la alta incidencia de la mujer en el prototipo del revolucionario, lo lleva
al nivel de un esclavo de las pasiones.
Este ejemplo de furor es contrario a la actitud del intelectual, del hombre de ideales,
así como lo expone el autor en un corrillo trivial con lugar justo después de la llegada de
Camila:
“—A mí no me gusta hablar de los amigos en ausencia —dijo el güero
Margarito—; pero sí sé decirles que de dos novias que le he conocido,
una ha sido para… mí y la otra para el general…” (cap. VII pt2).
Furor ausente de ideales , la condición del revolucionario, es representada en
muchos apartes, de saqueo, de mutilaciones familiares, etc. Pero me intereza exponer el
punto más alto de este furor
“Lamento la suerte de Pancracio y del Manteca; pero no me extraña
que después de una partida de naipes se hayan apuñalado. ¡Lástima:
eran unos valientes!” (cap. I pt3)
Nótese, cómo es ahora el mismo Cervantes el que exalta hábitus relativo a la
inconciencia, la desmesura, a lo des-comunal lo que los hace unos ‘valientes’ Elemento
indispensable para quién vive la lucha armada.
 Esta falta de apetitos mundanos, hace parte de los elementos de la transición de
Cervantes, primero la ausencia de toda voluntad de posesión, que se convierte en
un apetito voraz representado en lo material
“—¿En qué quedamos, pues, Codorniz?—
Ya le dije, curro: doscientos por el puro reló…
—No, yo te compro a bulto: relojes, anillos y todas las alhajitas.
¿Cuánto?” (cap. XI pt2)
Aquí, el declive y la deformación del personaje, esa dialéctica de la ruptura, que
propone al mismo personaje como un huevo del que algo se espera, el idealista es, pues, un
revolucionario sin terminar, que debe decaer, que debe hacerse consiente de la realidad y no
de su idea de la misma.
El vuelco completo de la obra, el momento que le da su carácter épico, es también
un punto de inflexión vital para entender la mirada hacia la revolución y es el tránsito sin
sentido del poder.
En la obra el poder es de ostensión fluctuante, pero posee una característica
permanente, hace de quienes los poseen, herederos del hábitus de sus predecesores, esto se
manifiesta en los extremos más alejados de la obra, cuando el exterminio de federales se
convierte en la disputa del poder revolucionario (ejemplificado en la sed de matar
carrancistas, una vez que Demetrio da su apoyo a Villa).
Se inquiere, de esta forma, que la visión del autor, su proyecto político personal,
estima a la solución dada en la revolución, como infructífera, el despotismo permanece solo
cambian las manos del verdugo.

Sean, quizá, esta posibilidad de lectura, un medio para llenar de sentido el concepto
de lo latinoamericano, que solo podrá ser visto, en el marco de lo nacional, de sus unidades
mínimas las cuales, es papel del escritor develar.

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