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El juego simbólico es todo aquel juego espontáneo, que surge de modo natural en

casa, en el parque o en el cole, en el que los niños utilizan su capacidad de


representación mental para recrear todo un escenario de juego.

El juego simbólico es fundamental para el desarrollo cognitivo y emocional de


cualquier niño. El juego de imitar, el de roles, el hacer como si fuera, es el juego por
excelencia de la infancia. Es el que domina gran parte de los juegos en los primeros
años de nuestros hijos. Los padres debemos facilitar el juego simbólico y favorecer su
desarrollo permitiendo que nuestros niños recreen diferentes situaciones y
personajes de forma espontánea o dirigida por un adulto.

Así pues el juego simbólico estimula el desarrollo de las funciones físicas, psíquicas,
afectivas y sociales de los niños en tanto que:

1. Fomenta la imaginación y la creatividad.

2. Incentiva el aprendizaje de nuevas conductas.

3. Promueve la adquisición de habilidades y competencias sociales como el trabajo


en equipo, la cooperación, la negociación, la empatía.

4. Permite la adquisición de nuevo vocabulario.

5. Libera tensiones y ayuda a exteriorizar sentimientos y emociones. Jugando a ser


los niños pueden manifestar sus miedos, angustia, rabia o tristeza de un modo
adecuado sin temor a que nadie les reprenda.

6. Facilita el conocimiento de sus propias posibilidades físicas desarrollando su


Psicomotricidad y dominio de su cuerpo.

7. Facilita el conocimiento del entorno que les rodea y el funcionamiento de las


cosas.

8. Fomenta la autoestima y el autocontrol, proporciona confianza en uno mismo.

9. Estimula la curiosidad, motor de cualquier aprendizaje.

10. Ayuda a estructurar el pensamiento.

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