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VANGUARDIA- MENCEY
02.2. MARKETING DE HORNACINA
En 1913 el siempre acicalado, y como diría Umbral, recién duchado, Condé
Nast, conocido ya por su éxito en Vogue, comprará los derechos del
nombre de Vanity Fair, y creará un híbrido que llamará “Dress & Vanity
Fair”, que contaría con 4 números anuales. Esta publicación había tenido
ya tres vidas: primero Manhattan 1859-1863, humorística e inocentona;
luego UK, del 1868 a 1914, convertida ya en una publicación de “la flor y
nata de la sociedad”, hasta tal punto que su más ilustrado ilustrador, Sir
Leslie Ward, no dudará en catalogarla como el documento más fiable a la
hora de investigar la Era Victoriana; la tercera versión será de nuevo
americana, a partir de 1890, la cual se jactaba imperturbable de dedicarse
a la caza y captura de todos aquello que de modo masivo amasen el lujo,
gastasen cantidades ingentes de dinero y derrochasen ese ocio ostensible
al que se refirió, un poquito después, Veblen.
Tras esta azarosa historia llegará, ya vimos, Condé Nast, al que sucederá
en 1914 un nuevo editor, Frank Crowninshield, algo así como Paco con
corona en el escudo, que así no más nos da bastantes datos del
personaje. Un nuevo editor que modernizará la publicación, astuto e
incontenible Frank será un producto típico de la Era del Jazz. Vanity Fair
promocionará el trabajo de muchos artistas modernos, Picasso, Matisse, y
Brancusi, de ilustradores, Miguel Covarrubias y Paolo Garretto, publicará
ensayos de nuevs figuras de la literatura, Dorothy Parker, Anita Loos y
Gertrude Stein, D.H. Lawrence y Aldoux Huxley, y ayudará a popularizar y
perfeccionar el género del retrato de celebridades mediante la publicación
de la obra de Edgard Steichen, Man Ray, Cecil Beaton, y Baron de Meyer.
Sin duda Crowninshield, que tan bien avenido estaba con Duchamp,
conocerá a la Baronesa Elsa von Freytag-Loringhoven, quien, como el
editor y el francés, era una asidua del salón de los Arensberg. Pero ella no
fue invitada a la cena. Obviamente no podría arriesgarse a que la
estilizada dama se presentase semi-desnuda con un sujetador de latas de
tomate, con un canario de cresta caída colgando del entretecho una mini
falda, de esas de cinturón, amarilla y unas botas de dominatrix rematadas
con un látigo terminado en una bombilla. Esto se alejaba, allá por 1915,
demasiado del concepto de “hornacina” que el señor corona en escudo
parecía tener tan claro.
1 COLLINS, Amy Fine: “The Early Years: 1914-1936”, Vanity Fair (Marzo 1999), p. 149
2 Esta fotografía fue tomada por Pach Brothers y aparece en el catálogo de Naumann New York Dada,
p. 35. La foto que reproducimos pertenece al Vanity Fair Store y es de 1934, fue tomada por una
amiga de Duchamp, Lusha Nelson, y fue publicada en ese mismo año 1934. Así pues parece que el
francés fue una siduo de la publicación a lo largo de su carrera, antes y después de nacionalizarse
americano.
3 RAINEY, Lawrence: “The Cultural Economy of Modernism”, The Cambridge Companion to Modernism,
ed. Michael Levenson (Cambridge: Cambridge University Press, 1999. P. 51