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Tertulias de liderazgo – Líderes en Cristo

Sesión 1 - El líder que resalta junio 16, 2020

Estimado líder,
Te invitamos a leer este material como preparación a la tertulia de liderazgo. El formato
de la misma requerirá que aportes tus puntos de vista, comentarios y vivencias alrededor
del tema.

“Ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y
alumbra a todos los que están en la casa. Así brille vuestra luz delante de los hombres,
para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los
cielos.” Mateo 5:15,16

Luego de conocer el modelo de liderazgo de Jesús, basado en humildad, servicio e


influencia, puede parecer contradictorio ver esta cita de Pablo invitándonos a brillar. Sea
por malas experiencias habiendo sido arrogantes, o por simple miedo a brillar, es más
fácil para mi (pues hablo en primera persona) criticar y quedarme tras bambalinas
disfrazado de sencillez. O tal vez brillo por brillar. Quiero invitarlos a que exploremos
juntos este tema.

La palabra resaltar se define como: “Ser [una persona o una cosa] más visible o
perceptible que otras por alguna cualidad.” Es evidente que está ligada al liderazgo, pues
muchas veces debemos resaltar como medio para alcanzar las cosas que nos han
encomendado. Sin embargo, por lo general nos concentramos en la visibilidad y no en la
cualidad. Somos visibles por las razones equivocadas, o como fin mismo, pero ignoramos
las cualidades que debemos tener como líderes para resaltar positivamente en los
entornos que nos ha puesto Dios a liderar.

Rick Warren ha publicado recientemente una serie titulada “Doing Business with God”, y
en ella ofrece una fórmula para resaltar en Dios que es realmente fantástica. Hay seis
características del líder que resalta.

El personaje que Warren escogió como líder que resalta no es ni más ni menos que José.
Resaltaba tanto donde estaba, que pasó de ser vendido por sus hermanos como esclavo
a ser la mano derecha del faraón, y el administrador del imperio egipcio (su historia la
encontramos en Génesis 37 al 50). Si eso no es resaltar...

La primera característica por la cual los líderes resaltan es su audacia, y José no fue la
excepción. Ésta es definida por Warren como el coraje para pensar o soñar en grande,
tomar la iniciativa, y asumir los riesgos necesarios sabiendo que hay una posibilidad de
fracasar. Sin embargo, debe ser la suma de las tres características, no se vale algo
parcial: el que se queda en sus propias visiones sin ejecutar es soñador, el que inicia las
cosas sin validación es soberbio, y el que corre riesgos porque sí, es temerario.

El líder en Cristo sabe que los sueños deben venir de Dios, o ser validados por Dios. Pide
a Él coraje para iniciar las acciones, es diligente al igual que valiente, y recibe la
templanza para navegar los riesgos porque confía en el que lo sostiene.
 
¿Eres un líder audaz? ¿Has soñado lo suficientemente grande para que nadie te crea?
¿Te atreves a ejecutar cuando hay riesgos? Si crees en Cristo y no eres audaz te estás
quedando corto, es como tener un Ferrari para llevarlo a 40 por la cuadra. Una dosis de
Josué 1:9, y a trabajar.

++

Veíamos la audacia como la primera característica del líder que resalta. Ahora veremos la
simpatía o favorabilidad. Nos guste o no, es más fácil para la gente seguir a un líder
simpático que a un líder antipático.

Elizabeth Bonham Carter hace un espléndido papel de reina de corazones en “Alicia en el


País de las Maravillas”, versión de Tim Burton. Su antipatía es casi deliciosa, y su frase de
“off with his head” (que le quiten la cabeza a este) domina su diálogo. Sin embargo,
nuestro liderazgo se parece a esa caricatura: desde nuestros tronos y reinos mezquinos
queremos decapitar a todo el que se oponga y creemos que podemos darnos el lujo de
ser antipáticos, cuando es todo lo contrario. Otros tal vez queremos agradar a toda costa
y proyectamos falsa simpatía, que el subalterno huele. Ambas son manifestaciones de
orgullo y miedo, que como veíamos, es la consecuencia de Marginar a Dios del Corazón
(ver Módulo “El Corazón”).

El diccionario define la simpatía como “Sentimiento, generalmente instintivo, de afecto o


inclinación hacia una persona o hacia su actitud o comportamiento, que provoca encontrar
agradable su presencia, desear que las cosas le salgan bien, etc.” Esto implica que yo
siento algo hacia el otro antes de que el otro sienta algo por mí. Y esa es la clave: no se
trata de personalidad, se trata de escogencia. Tenemos el paradigma de que unos son
simpáticos y otros no, y es hora de cambiarlo. Cuando veo lo bueno de los otros, me será
más fácil ser simpático. (Ver módulo “La Cabeza” – las personas son objetos de afecto y
no recursos)

Así mismo la simpatía se puede ver como la suma de mis habilidades relacionales, y
también las define el diccionario: “Manera de ser y actuar de una persona que la hacen
atractiva y agradable a las demás.”

Cuando enfoco mis sentimientos y habilidades en el otro, como lo enseñó Jesús en su


modelo de liderazgo de servicio, seré simpático, y si lo soy, tendré favorabilidad, que es
un importante activo en el liderazgo. Las transformaciones de calado, los retos de negocio
del 2020, y cualquier gesta de liderazgo familiar, se benefician si tengo la favorabilidad.

Hay algo que todos podemos pedir como “antídoto”: ver a los otros como los ve Dios, y
estar acompañados por Él para tener favorabilidad. José, nos muestra cómo es en
Génesis 39:2-3: “El Señor estaba con José, por eso tenía éxito en todo mientras servía en
la casa de su amo egipcio. Potifar lo notó y se dio cuenta de que el Señor estaba con
José, y le daba éxito en todo lo que hacía.”

Sin Él no hay simpatía, sin simpatía no resaltamos, sin resaltar no logramos las cosas
grandes, y si no logramos las cosas grandes que nos encomendaron, ¿para qué
lideramos?
++

Las siguientes habilidades para alcanzar la simpatía en el liderazgo son la empatía y la


escucha.

Cuando me siento escuchado me abro como una concha, es la puerta de entrada de la


confianza. (Ver Módulo Hábitos del Hacer – Comunidad). Y, después de muchas recetas
que he visto, la fórmula de la escucha no es otra que la generosidad. Desde el egoísmo
quiero imponer MI punto de vista, por lo tanto, no escucho, sino que preparo mi respuesta
con la boca cerrada. Desde el mismo egoísmo quiero ser escuchado YO primero, y con lo
que sobre de tiempo algo dirá la otra persona.

Ser generoso es darle a la gente lo que quiere, y lo que más quiere es ser escuchada.
Todos vamos de afán con la cabeza abajo mirando nuestro teléfono y evitamos cualquier
incómodo contacto que nos obligue a dar. El que demanda en una corte quiere ser
escuchado, la esposa que pelea también. Si tú quieres ser escuchado, ¿qué te hace
pensar que los otros no?

Obviamente cuando escucho de verdad, la empatía es una consecuencia. Al abrir mis


oídos abro mi corazón, las palabras que escucho se conectan con mis experiencias, al
mirar verdaderamente los rostros puedo sentir el dolor, al estar presente, mi imaginación
se puede poner literalmente en los zapatos del otro. Y esto para conmiserar o para
celebrar. También sucede que el otro está feliz y quiere compartir su dicha, pero no tengo
tiempo para tonterías y hay que seguir trabajando. He visto más líderes empáticos con las
tristezas del otro que con sus alegrías, y también por eso caen.

Por eso Pablo nos dice en Romanos 12:15: “Si alguno está alegre, alégrense con él; si
alguno está triste, acompáñenlo en su tristeza.” La empatía es un baile en el que nos
acoplamos a la pareja que tenemos enfrente.

Nacimos para escuchar más que para hablar (tenemos 2 oídos y una boca), estamos
diseñados para ser empáticos. No dejes que el enemigo en forma de ego y miedo dañe el
designio original y seamos los líderes que Dios quiere que seamos.

++

Con frecuencia usamos la expresión: “fulano es muy capaz”. Siempre me ha llamado la


atención, pues todos sabemos qué significa, pero nadie sabe qué significa, las dos a la
vez. No estamos hablando de “ser capaz” de hacer algo, pareciera que se entiende más
que eso.

Efectivamente, ser capaz no es solamente tener la capacidad y/o la intención de acometer


algo, sino de tener lo que se necesita para crecer a algo más. El líder resalta cuando está
logrando lo que se le encomendó, pero además tiene el potencial y la intención de crecer
para algo más. El estar dispuesto a crecer implica un sentido de la excelencia, de no
conformismo, que además implica tener el compromiso de aprender más.
Mucho se habla de que el que no aprende se estanca, y es complicado por estos días. Al
ritmo que va todo escasamente podemos mantenernos al día con la rutina, y ciertamente
sacrificamos la formación por estar ocupados con el resultado actual. Sin embargo, sólo el
que mantiene su hacha afilada, quien sigue aprendiendo cosas para más adelante, quien
ve lo que hace como parte de algo más grande, resalta.

El problema viene cuando quiero crecer para acceder al privilegio o la gratificación del
siguiente rol y no para servir de manera más amplia. La ambición se vuelve codicia, y el
enemigo se las sabe todas a este respecto.

La solución para el líder en Cristo está en mantenerse constante aprendizaje y aplicación


sobre las verdades y el camino de Jesús. Nunca deja de haber nuevas cosas para
nosotros en la Palabra si la estudiamos con el interés de aprender y aplicar. Y siempre
estaremos creciendo, nunca nos graduamos. Cuando conocí al Señor en el 2014, pensé
que el Evangelio era un “check” pues de niño ya había escuchado la historia de Jesús
desde que nació hasta que lo crucificaron. ¡Cuán equivocado estaba! ¡Cada día encuentro
nuevos tesoros en el Evangelio y es asombroso! Solo si estamos dispuestos a seguir
aprendiendo, a crecer, servir e impactar al ritmo de nuestros sueños con el corazón bien
puesto, seremos capaces. Y sólo si somos capaces resaltaremos.

++

Durante el tiempo que viví en el Reino Unido tuve la oportunidad de apreciar la brillantez
de los ingleses haciendo publicidad. El comercial que más me impactó fue el más sencillo
de todos: el de Ronseal Woodstain (https://youtu.be/OkGaq9xiQZY). Su publicidad se
limita a decir: “hace lo que dice en el tarro”, así de sencillo. En un mundo de promesas
vanas y mercadeo sofisticado, el argumento de cumplir es algo refrescante.

Así es la confiabilidad, cuarto atributo del líder que resalta. Las personas que más se
destacan en el tiempo tienen la característica de ser confiables. Consistentemente
cumplen sus responsabilidades y mantienen sus promesas hasta ganarse la confianza de
sus jefes, de su gente, de su familia.

Cumplir las responsabilidades es simplemente ejecutar todo lo que dice la descripción de


nuestro cargo, como gerente (Mateo 25:21), padre (Proverbios 22:6), o esposo (Efesios
5:25-30). Ser selectivos y decir “eso no lo hago” nos descalifica como confiables.
Interpretar las responsabilidades a nuestro antojo tampoco se vale. Por algo existen las
descripciones del cargo.

Así mismo mantener las promesas es clave para la confiabilidad. Con mi baja asertividad
voy haciendo promesas que luego no puedo cumplir, y olvido que tengo la potestad de
ofrecer una promesa y la esclavitud de cumplirla. ¿Eres de muchas promesas y poco
cumplimiento? ¡Cuidado! No eres tan confiable como crees, la gente no olvida,
especialmente los hijos. Otra cosa es que no te lo digan.
Si cumples tus responsabilidades y promesas en el tiempo, gozarás de la confiabilidad.
No puedes esperar que suceda de inmediato, hay que perseverar. José superó sus
reveses a punta de confiabilidad: una vez en la cárcel se ganó la confianza de Potifar
hasta ser un preso que manejaba la propia cárcel en la que estaba (Génesis 39:22). Deja
de preocuparte porque te confíen cosas grandes y preocúpate por ser consistentemente
confiable. Todo lo demás llegará. El líder en Cristo sabe que eso se llama Mateo 6:33.
Que tu liderazgo sea menos un comercial fastuoso de Chanel y más un simple anuncio de
Ronseal Woodstain.

++

El líder que resalta, y especialmente en estos tiempos, es porque es leal. La lealtad es


una característica en desuso; se asume la deslealtad como rasgo de los consumidores,
los millenials, los matrimonios y nada se sostiene por valores más. El mismo hecho que
tengamos que invertir tanto en “fidelización” dice algo. Cierto es que nuestra mejor
fidelización es hacer las cosas bien, y cierto también que la naturaleza humana tiende a la
deslealtad por su debilidad al dejarse hablar al oído por el enemigo con otras propuestas,
pero a mi parecer lo que pasa hoy es más fuerte que nunca.

La lealtad no es otra cosa que ser fiel a mi jefe, a mi causa, y a Dios, EN TODO
MOMENTO. Es muy fácil ser fiel cuando todo va bien, pero no cuando las situaciones nos
ponen a prueba. Ésta última es la que prueba mi compromiso, la que determina si soy
merecedor de ser resaltado.

Tal vez te jactas hacia adentro diciendo: “he sido fiel en las pruebas”, porque no dejaste a
tu mujer cuando se puso duro el matrimonio, o tal vez evitaste la tentación de recibir una
coima gigante por un contrato. Ese es el momento duro. Sin embargo, la prueba también
viene con las cosas menores. En Mateo 25:21 Jesús dice “en lo poco has sido fiel”, y nos
muestra dónde está la cáscara.

La deslealtad viene cuando hablo del que no está presente, cuando digo algo que no
puedo probar, cuando caigo en el chisme. Mi carácter, y por ende mi carrera, se definen
más en una conversación informal hablando del jefe, que en una junta dura. Cumplo con
las autoridades cuando pago mis impuestos por 10 millones, pero soy desleal con ellas
cuando compro el DVD pirata de 10 mil.

Líder, es momento de confrontación: si sientes que eres leal en lo mucho, verifica que
también lo seas en lo poco. A pesar de ser el apóstol de confianza y cortar orejas por
defender al jefe, Pedro negó a Jesús 3 veces en Lucas 22:54-62 y fue desleal.

Sin embargo, Pedro luego defendió como león a Jesús y sus preceptos, como líder de la
iglesia, hasta pagar con su vida crucificado boca abajo. ¿Qué sucedió? Recibió perdón y
amor en vez de condena por su jefe. En Mateo 26:52-58, Jesús increpa a Pedro por sus
faltas, y en vez de quitarle todo, le da una oportunidad.
Hoy recibo una nueva oportunidad. Hoy llevo a la cruz mi pequeñez chismosa que opaca
mis buenas obras. Hoy admito la verdad y reconozco el líder que verdaderamente soy, no
la foto bonita que muestro por ahí. Papá, perdóname por haber sido desleal, en lo mucho
y en lo poco. Recibo tu amor perdón y comienzo de nuevo.

++

La sexta característica para resaltar es la integridad. Y es la más sencilla, pero a la vez la


más difícil. Quien eres en público y en privado debe ser lo mismo, tu imagen de líder de
empresa, de familia y tu auto liderazgo, una sola. Tu disciplina con los entregables de la
oficina y con tu declaración de impuestos debe ser igual de impecable, tus archivos y tus
camisas en el clóset se deben ver igual. Lo que dices de Dios en público y lo que piensas
en privado, lo mismo. Cuando digan “este man es de una sola pieza”, deben pensar en ti.

Es extremadamente difícil pero así mismo de importante poder ser uno en todas partes.
Mi imagen de buen miembro de iglesia o de empresa no sirve para nada si soy infiel con
mi esposa, y es por una sóla razón: Dios lo ve todo. Punto. El líder en Cristo tiene las
narices limpias para cuando llegue el momento (Lucas 12:35-38).

Ser íntegro es ser uno, en todo momento y lugar. Es hora de arreglar el clóset en la casa
y dejarse de jactar de ser tan ordenado en la oficina. Es hora de escuchar a los hijos y no
sólo al subalterno que te pidió un cafecito. Tal vez hay que perdonar al compañero de
oficina que dijo algo sobre ti y no sólo a la esposa por haber perdido las llaves del carro.
En fin. Rick Warren termina diciendo que quiere vivir una vida tan íntegra que tengan que
inventar rumores sobre él (como hicieron con Jesús).

Resaltar desde estas 6 claves es muy distinto que querer brillar a toda costa. Vivir toda tu
vida intencionalmente como líder es inexorable si eres un líder en Cristo. Empezar una
relación con Él te llevará a mirar todos los aspectos de tu vida, te guste o no.

“para que nadie pueda criticarlos. Lleven una vida limpia e inocente como corresponde a
hijos de Dios y brillen como luces radiantes en un mundo lleno de gente perversa y
corrupta.” Filipenses 2:15

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