HABLA, TU SIERVO OYE
“Pues tus palabras son mis delicias”
Abril 2020
PALABRAS DE VIDA ETERNA
“Dijo entonces Jesús a los doce:
¿Queréis acaso iros también
vosotros? Le respondió Simón
Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú
tienes palabras de vida eterna. Y
nosotros hemos creído y conocemos
que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios
viviente.” (Juan 6:67-69).
Multitudes seguían al Señor
Jesucristo, las señales que manifestó
no fueron indiferentes a las personas,
¿cómo podrían serlo?; al que tenía
espíritu inmundo se lo quitó, al
leproso sanó, al de la mano seca se la
restauró y así muchos otros milagros
que la gente quedaba asombrada y
glorificaba a Dios por ello (Marcos
2:12). También alimentó a más de
cinco mil personas con tan solo cinco
panes y dos peces (Juan 6:1-15),
demostrando su poder y suficiencia
ante nuestra incapacidad y
limitaciones.
Algo tan básico como el alimento
físico es necesario para sustentar
nuestro cuerpo, si no comemos bien
nos enfermamos, llegando incluso a
causarnos la muerte. El alimento y la
vida van de la mano, ya que una cosa
es consecuencia de la otra. Dios no
es ajeno a esta necesidad, como
nuestro Creador que es, preparó la
tierra para nuestro provecho y
bienestar. Tampoco es ajeno a
nuestra necesidad espiritual porque
el propósito de nuestra existencia va
mucho más allá de solo satisfacer
nuestra hambre física. Fuimos
creados para relacionarnos con Dios
y él es espíritu por lo que precisamos
vida espiritual. En la antigüedad
Moisés recuerda al pueblo el obrar de
Dios, pues dice: “Te humilló y te hizo
pasar hambre, pero luego te alimentó
con maná, comida que ni tú ni tus
antepasados habían conocido, con lo
que te enseñó que no sólo de pan vive
el hombre, sino de todo lo que sale de
la boca del Señor.” (Deuteronomio
8:3 NVI).
El esfuerzo y búsqueda de las cosas
temporales solamente nos agotan y
nos hacen perder de vista el propósito
de nuestra vida y la meta que
debemos alcanzar. Después de
aquella multiplicación de los panes y
peces para dar de comer a más de
cinco mil personas, muchos seguían
al Señor; mas no de forma sincera,
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“De cierto, de cierto os digo que me
buscáis, no porque habéis visto las
señales, sino porque comisteis el
pan y os saciasteis. Trabajad, no por
la comida que perece, sino por la
comida que a vida eterna
permanece, la cual el Hijo del
Hombre os dará; porque a éste
señaló Dios el Padre. Entonces le
dijeron: ¿Qué debemos hacer para
poner en práctica las obras de Dios?
Respondió Jesús y les dijo: Esta es
la obra de Dios, que creáis en el que
él ha enviado.” (Juan 6:26-29). Pero
aún después de escuchar lo que
debían hacer, no creyeron, la dureza
de su corazón y la mirada en las
cosas temporales no sólo les
impedía ver su carencia, sino que
también les condujo a mal
interpretar sus palabras.
Al presentarse como el pan de vida,
nos enseña que, así como el pan
físico satisface el hambre, el recibir,
creer o aceptar a Cristo en nuestra
vida, espiritualmente hablando, es
comer ese pan enviado de cielo para
que tengamos vida eterna. Una vez
entendido esto, observamos en esta
multitud a falsos seguidores puestos
al descubierto tras rechazar la
verdad declarada por parte del
Señor, “Desde entonces muchos de
sus discípulos volvieron atrás, y ya
no andaban con él.” (Juan 6:48-66).
Dios no quiere a nadie que le siga
por obligación o por quedar bien,
mucho menos seguidores
interesados, sino corazones
humildes que al reconocer su
carencia acuden a Cristo por fe y con
disposición para conocerle, “Dijo
entonces Jesús a los doce:
¿Queréis acaso iros también
vosotros? Le respondió Simón
Pedro: Señor, ¿a quién iremos?”
(Juan 6:68).
Es necesario ser confrontados para
ser afirmados, bueno es
preguntarnos a quién seguimos y
por qué. No seguimos a las
multitudes, sino al Señor de las
multitudes, no escuchamos las
murmuraciones de los hombres,
sino las palabras de vida que salen
de su boca, “Y nosotros hemos
creído y conocemos que tú eres el
Cristo, el Hijo del Dios viviente.” (Jn.
6:60-69).
DIANA ZAMBRANO
Nº 62
“¿Quién hay entre vosotros que teme
a Jehová, y oye la voz de su siervo?
El que anda en tinieblas y carece de
luz, confíe en el nombre de Jehová, y
apóyese en su Dios.” (Isaías 50:10).
Los tiempos de tinieblas vienen
también al discípulo fiel y creyente
que camina obediente por la senda
de la voluntad de Dios. Hay tiempos
cuando no sabe qué hacer o qué
c a m i n o t o m a r. E l c i e l o e s t á
oscurecido con nubes. La luz clara
Celestial no ilumina su senda. Se
siente como si tuviese que atravesar
su camino a tientas por la oscuridad.
Lo primero que tiene que hacer es,
nada. Para la pobre naturaleza
humana, esto es una cosa muy difícil
de hacer. En el occidente circula un
proverbio que quiere decir, “Cuando
no sabes lo que hacer, no lo hagas”.
Cuando te abalanzas hacia un dique
de niebla espiritual, no trates de
quebrantarlo a la fuerza; sino acorta
la velocidad de la maquinaria de tu
vida. Si es necesario ancla tu barca o
dejala que se balancee amarrada.
Simplemente, lo que tenemos que
hacer, es confiar en Dios. Mientras
confiamos, Dios puede obrar. El
atormentarse impide que él haga
algo por nosotros. Si nuestras
mentes están perturbadas y nuestros
corazones afligidos; si las tinieblas
que nos cubren nos causan espanto;
si corremos de aquí para allá
haciendo esfuerzos vanos para
encontrar una salida del lugar de
prueba en que nos encontramos y
donde hemos sido colocados por la
providencia Divina, entonces el
Señor no puede hacer nada por
nosotros. La paz de Dios,
necesariamente tiene que sosegar
nuestras mentes y dar descanso a
nuestros corazones.
L.B. COWMAN
Manantiales en el desierto
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“Pues tus palabras son mis delicias”
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“Pablo, apóstol de Jesucristo por
la voluntad de Dios” (Efesios1:1).
Que toda la gloria sea para el Señor.
Pablo no usa la falsa modestia para
referirse al servicio que le ha sido
conferido, mas bien, siempre que
aborda el tema, deja claro quién es el
dador y quién el receptor. Él no
reniega del plan de Dios, pero
tampoco hace alboroto; no pleitea
con Dios el por qué lo ha hecho así, y
mucho menos se envanece por ello.
Todos los creyentes hemos sido
llamados por Dios, él nos ha buscado
y nos ha encontrado en nuestro
propio camino a Damasco, y aunque
no fuésemos perseguidores de los
cristianos (alguno podrá confesar que
lo fue), recorríamos un sendero muy
lejos de Dios.
A todos los creyentes nos
resplandeció un día la luz del
evangelio y postrados en tierra
elevamos al cielo la misma palabra:
¡Señor! Ese fue el día en que nos
rendimos al Hijo como Señor y luego
como Salvador, reconociéndole y
aceptando su sacrificio.
El hombre pretencioso de su propia
sabiduría y ciencia, busca apartar a
Dios de toda explicación y de todo
origen, cuando es Dios mismo el
dador de esa ciencia, como dice en
Romanos 11:33:“¡Oh profundidad de
las riquezas de la sabiduría y de la
ciencia de Dios! ¡Cuán insondables
son sus juicios, e inescrutables sus
caminos!” .
En su afán por encontrar la verdad,
los científicos investigan, hacen
pruebas y experimentos, y siempre
llegan a la misma conclusión: negar
la mano de Dios en la creación.
En consecuencia, todo lo ocurrido en
el principio también es cuestionable,
dudoso y rebatible. Si la palabra de
Dios dice que “La paga del pecado
es muerte” (Romanos 6:23), la
ciencia hará todo lo posible para
retrasar, frenar o revertir esa realidad
espiritual y física que atravesaremos
todos y cada uno, lo crean o no.
Son muchas las décadas y muchos
los experimentos con animales para
conseguir que el hombre viva más
años, retrasar el envejecimiento de
la piel e inclusive desarrollar células
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SOLO UNA REFLEXIÓN
A partir de entonces emprendimos un
nuevo camino, ciegos (sin
conocimiento de Dios) en un primer
momento, pero guiados por otros
creyentes que fueron usados para
recibir del Señor la vista, conocerle a
él y su voluntad en nuestra Arabia,
sirviendo en una congregación y para
sus miembros, porque el servicio no
se entiende sin otro creyente, no hay
ministerios solitarios, todos ellos son
para edificación y bendición de los
demás. Hasta que llega el tiempo en
que el Espíritu nos toma de la mano
para continuar el trabajo en otros
territorios, en otros corazones.
Nuestra África puede ser el
vecindario, nuestra Asia puede ser el
lugar de trabajo, nuestra América
Latina puede ser el hogar. Pablo fue
llevado a Asia Menor y Macedonia,
¿cuál es el lugar donde el Señor te ha
puesto para servir? ¿Se ha pasado ya
el tiempo del desconocimiento o
todavía bebes de la leche espiritual?
¿Has aceptado la exhortación de los
hermanos que Dios ha puesto para el
crecimiento de la asamblea? ¿Has
atendido por igual las necesidades
LA CIENCIA ES DE DIOS
“inmortales”. Pero Dios ha sido claro y
lo sigue siendo en cuanto a la
condición del hombre, separado
espiritualmente y muerto físicamente,
y es que "el pecado entró en el mundo
por un hombre, y por el pecado la
muerte, así la muerte pasó a todos los
hombres, por cuanto todos pecaron.”
(Romanos 5:12).
Salomón, en su consideración de lo
vivido, declaró que todo era vanidad;
el poder, la fama, las riquezas y el
deseo de hacerse con ello invaden tu
mente y corazón, robando el lugar
que le corresponde a Dios. Por eso
exhortaba a los jóvenes a acordarse
del Creador, porque los días malos
vendrían (la vejez) y llegarían los
años de los cuales digan: “No tengo
en ellos contentamiento” (Eclesiastés
12:1).
Por más que el hombre le de la
espalda a Dios y haga todo para vivir
eternamente, en la situación que se
encuentra ahora es imposible, “está
establecido para los hombres que
mueran una sola vez, y después de
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del hermano, del que te sonríe como
el que se distancia de ti?
Así como Pablo fue escogido por
Dios como apóstol de Jesucristo, de
la misma manera cada uno de
nosotros ha sido considerado, en el
perfecto plan de Dios, como
sacerdote, siervo, ministro, obrero,
vocero, maestro.
Por la gracia de Dios Pablo fue
instrumento entre los gentiles y su
gloria era el trabajo en el Señor.
Había cumplido a cabalidad la
encomienda de su Capitán,
ministrando el evangelio de Dios…
en el poder del Espíritu, llenándolo
todo del evangelio de Cristo
(Romanos 15:16-19).
Si hay alguna gloria en ser llamado
“apóstol” la hay también en ser
llamado “obrero” porque ambos son
servicios que buscan la obediencia y
rendición de almas alejadas de Dios y
de almas redimidas en crecimiento,
para la gloria de Dios.
Sin desmerecer el llamado a Saulo,
quitemos la palabra “apóstol” y nos
queda el siervo, buscado y hallado,
usado y entregado.
ANA RUIZ
esto el juicio,” (Hebreos 9:27).
Además, Dios “les ha prefijado el
orden de los tiempos, y los límites de
su habitación” (Hechos 17:26).
Apreciado lector, el hecho es que la
ciencia es de Dios y él decide dar
sabiduría y conocimiento al hombre,
“sabiduría y ciencia te son dadas” (2
Crónicas 1:12). ¿Te has preguntado
cómo responde el hombre a esa
verdad?. Queremos ser dioses,
controlar la esfera terrenal, y no
conforme con eso, manipular la
esfera espiritual, a Dios, su palabra y
lo que en su soberanía ha
establecido. Pablo le aconseja a
Timoteo que evite “los argumentos
de la falsa llamada ciencia” (1
Timoteo 6:20), no nos dejemos
impresionar por ella.
Hay algo en nosotros que sí es
inmortal, el alma, que vivirá la
eternidad de salvación o la eternidad
de condenación según el hombre
escoja mientras vive.
“Haceos tesoros en el cielo, donde ni
la polilla ni el orín corrompen”
(Mateo 6:20).
JOAB CERVINI
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“Pues tus palabras son mis delicias”
Abril 2020
“El principio de la sabiduría es el
temor de Jehová; Los insensatos
desprecian la sabiduría y la
enseñanza.” (Proverbios1:7)
El temor de Jehová es una vida de
adoración, de obediencia y servicio.
El temor de Jehová = Adoración.
Dejemos pues que sea el Señor que
lleve a cabo su obra en nuestra vida,
para ello debemos primeramente
presentarnos a él con un corazón
limpio, genuino, sincero, humillado y
dispuesto. Por esto es necesario
pasar tiempo a solas con el Señor,
escudriñar y meditar en su palabra,
derramar nuestro corazón, confesar
nuestros pecados y pedir que sea él
quien saque a la luz todo aquello que
pueda estorbar y así tener un corazón
limpio de enojo, envidias, amargura,
resentimiento, hipocresías, etc., “Si
confesamos nuestros pecados, él es
fiel y justo para perdonar nuestros
pecados, y limpiarnos de toda
maldad.” (1Juan 1:9), “Así que,
amados, puesto que tenemos tales
promesas, limpiémonos de toda
contaminación de carne y de espíritu,
perfeccionando la santidad en el
temor de Dios.” (2 Corintios 7:1) “Si
alguno se limpia de estas cosas será
instrumento para honra, santificado,
útil al Señor y dispuesto para toda
buena obra.” (2 Timoteo‬ ‭2:21)
Una vez limpio y purificado nuestro
corazón, estamos preparados para
una adoración genuina en la cual Dios
se pueda complacer totalmente. La
adoración empieza de dentro hacia
fuera, no puede ser de otra manera,
primero un corazón purificado y
después un corazón dispuesto. Una
vez hecho esto podemos presentar
de forma audible una gran reverencia,
admiración, alabar a Dios por su
santidad, hermosura, perfección…
“Dad a Jehová la honra debida a su
nombre; Traed ofrendas, y venid a
sus atrios. Adorad a Jehová en la
hermosura de la santidad; Temed
delante de él, toda la tierra.” (Salmos
9 6 : 8 - 9 ) , “ Ve n i d , a c l a m e m o s
alegremente a Jehová; Cantemos
con júbilo a la roca de nuestra
salvación. Lleguemos ante su
presencia con alabanza;
Aclamémosle con cánticos. Porque
Jehová es Dios grande, Y Rey grande
sobre todos los dioses. Venid,
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EL TEMOR DE JEHOVÁ
adoremos y postrémonos;
Arrodillémonos delante de Jehová
nuestro Hacedor. Porque él es
nuestro Dios; Nosotros el pueblo de
su prado, y ovejas de su mano…”
(Salmos 95:1-3, 6-8), “Sea llena mi
boca de tu alabanza, de tu gloria
todo el día.” (Salmos 71:8). Esto
debería ser algo continuo en nuestra
vida, en el momento de la prueba, de
la tribulación, de la angustia, del
dolor, independientemente de las
circunstancias y teniendo siempre
en cuenta que es la obra de Dios por
medio su Hijo y del Espíritu en
nuestras vidas. Pablo y Silas son un
ejemplo de adoración en medio de la
prueba, con cadenas, azotes,
humillación y dolor. Su único delito
fue predicar el evangelio, “Y se
agolpó el pueblo contra ellos; y los
magistrados, rasgándoles las ropas,
ordenaron azotarles con varas.
Después de haberles azotado
mucho, los echaron en la cárcel,
mandando al carcelero que los
guardase con seguridad. El cual,
recibido este mandato, los metió en
el calabozo de más adentro, y les
aseguró los pies en el cepo. Pero a
medianoche, orando Pablo y Silas,
cantaban himnos a Dios; y los
presos los oían.” (Hechos 16:22-25),
“Mas la hora viene, y ahora es,
cuando los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre
tales adoradores busca que le
adoren.” (Juan 4:23)
El temor de Jehová = Obedecer.
El obedecer tiene que ver con oír,
recibir, actuar. “Ahora, pues, oh
Israel, oye los estatutos y decretos
que yo os enseño, para que los
ejecutéis, y viváis, y entréis y
poseáis la tierra que Jehová el Dios
de vuestros padres os da. No
añadiréis a la palabra que yo os
mando, ni disminuiréis de ella, para
que guardéis los mandamientos de
Página 3
Jehová vuestro Dios que yo os
ordeno. Guardadlos, pues, y ponedlos
por obra; porque ésta es vuestra
sabiduría y vuestra inteligencia ante
los ojos de los pueblos, los cuales
oirán todos estos estatutos, y dirán:
Ciertamente pueblo sabio y
entendido, nación grande es ésta.”
(Deuteronomio 4:1-2,6). En estos
versos podemos ver claramente lo
que Dios demanda de sus hijos, oír, su
palabra, recibirla y atesorarla en
nuestro corazón, es decir, obrar y
actuar según lo que hemos recibido
de parte de Dios. Es impresionante
ver cómo Dios ha querido desde el
principio de la creación tener una
relación íntima, cercana y personal
con sus hijos, él ha querido mostrarse,
darse a conocer, por medio de su
palabra. No es un Dios ajeno o que
improvisa, él tiene un plan perfecto,
único, santo y justo para todo aquel
que cree y deposita su fe y esperanza
en él. Un pueblo que oye, guarda y
obedece es un pueblo sabio y
entendido, un pueblo temeroso de
Dios. En la Biblia encontramos
muchos ejemplos de siervos de Dios
que obedecieron sin cuestionar, sin
reprochar, sin dudar. Noé obedeció a
todo cuanto le mandó su Dios, creyó
fielmente e hizo todo tal cual Dios le
hablo. Fue una situación
seguramente difícil, imagino a
muchos burlándose de Noé mientras
él construía el arca, esperando una
lluvia torrencial que hasta ese día
nunca había sucedido. Imagino a Noé
predicando lo que iba a suceder, el
juicio de Dios sobre el pecado, la
maldad que había sobre la tierra era
mucha y aún después de dar
testimonio durante meses solo se
salvó Noé y su familia. Noé oyó
(atendió), recibió (atesoro, guardó) y
obedeció (acción). Como
recompensa a su obediencia:
“Bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les
dijo: Fructificad y multiplicaos, y llenad
la tierra... He aquí que yo establezco
mi pacto con vosotros, y con vuestros
descendientes después de
vosotros;... y no exterminaré ya más
toda carne con aguas de diluvio, ni
habrá más diluvio para destruir la
tierra.” (Génesis 9:1, 8-9, 11),
(Santiago1:22-25). Continuará...
ALEXA CASTRO
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“Pues tus palabras son mis delicias”
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“Porque somos hechura suya,
creados en Cristo Jesús para buenas
obras, las cuales Dios preparó de
antemano para que anduviésemos
en ellas.” (Efesios 2:10)
Algunos versículos resumen
admirablemente nuestra vocación.
Este es uno de esos textos en el que
Pablo, en una frase, identifica los
ingredientes indispensables para
encasillar la vida dentro de los
perfectos propósitos de Dios.
Mi buen amigo el Dr. Jim Wilder me
ayudó a entender el significado de la
expresión “hechura”. La palabra en
griego es poeima, de la cual se deriva
nuestra palabra “poema”. Su sentido
es lo que ha sido creado
especialmente por las manos de
Dios. Con el tiempo, sin embargo, la
expresión comenzó a asociarse con
una de las formas más antiguas del
arte, la poesía, que requiere una
destreza creativa particular. La frase,
entonces, podría traducirse “somos
poema de Dios”.
La particularidad de un poema es que
emplea versos, estrofas y ritmos para
representar de manera especial la
belleza, el misterio o las tragedias de
la vida. Estas combinaciones se
conocen como “la métrica” de una
poesía. En la cultura clásica
occidental el acento de la métrica gira
entorno de los sonidos de las
palabras. Es decir, se construían las
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POEMAS DE DIOS
estrofas de tal manera que tuvieran
cierta musicalidad. Un buen ejemplo
lo provee esta estrofa de la poesía
Todavía, de Mario Benedetti:
No lo creo todavía
Estás llegando a mi lado
Y la noche es un puñado
De estrellas y de alegría
En su creación, la palabra “todavía”
rima con “alegría”, y la palabra “lado”
con “puñado”. El apóstol Pablo, sin
embargo, piensa en la estructura
hebrea de la poesía, donde la
creatividad no se expresa en la rima
de los sonidos, sino en la similitud de
ideas. El Antiguo Testamento está
repletó de ejemplos, tal como esta
estrofa de Isaías 9:2 (NBLH):
“El pueblo que anda en tinieblas
ha visto gran luz;
a los que habitaban
en sombra de muerte,
la luz ha resplandecido sobre ellos.”
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El primer concepto, en este caso, se
repite con una leve variación en la
segunda estrofa.
¿Qué significa declarar que somos
poema de Dios? Hemos sido creados
para poder tener pensamientos
similares a los de Dios. Cuando se
alinean con los del Señor, lo que
hagamos será bueno porque
coincidirá con lo que Dios quiere
hacer.
Este maravilloso misterio nos ayuda
a entender por qué Cristo podía
afirmar que sus obras y sus palabras
eran las que el Padre hacía y
hablaba. Caminaba en tal intimidad
con el Padre que sus pensamientos
estaban perfectamente
sincronizados con los pensamientos
de Dios.
El libro de Hebreos nos recuerda que
el pacto de Dios con su pueblo fue:
poner sus leyes en el corazón y
escribirlas en su mente (Hebreos
10:16).
Parte del desafío que significa creer
en Cristo implica aprender a distinguir
aquellos pensamientos que son
similares a los de Dios. Solamente
practicando aprenderemos a vivir
mejor sincronizados con la mente del
Señor.
“Mas nosotros tenemos la mente de
Cristo” (1 Corintios 2:16).
CHRISTOPHER SHAW
Devocional de día y de noche
De manera que
podemos decir
confiadamente:
El Señor es
mi ayudador;
Hebreos 13:6