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Las capacidades cognitivas se refieren al manejo de la información, el aprendizaje y la

utilización de esa información para la resolución de problemas, etc. Los gatos poseen
una inteligencia abrumadora, su cerebro recoge información, la asimila y la usa para
aprender. Aunque los gatos salvajes no son muy inteligentes, se ha comprobado que
los gatos que crecen con personas desarrollan más su inteligencia.

Estos aprenden por medio de la imitación, la observación y las experiencias que les
ocurren y combinan lo aprendido con lo instintivo para sobrevivir. Su memoria está
muy desarrollada, por lo que pueden recordar hechos que les han sucedido y actuar
en consecuencia.

También pueden detectar, a través del olor y de comportamiento, a personas que no


les vayan a tratar bien y las evitarán. De la misma manera diferencian a conocidos de
extraños y defenderán su territorio de estos últimos.

Pueden comunicarse con las personas a través de su maullido, la posición de la cola,


la cara, las orejas… Son muy susceptibles a los cambios y pueden hasta dejar de comer
si perciben de pronto que todo lo que les es familiar desaparece. Su gran curiosidad
les mete siempre en líos, pero también su inteligencia les permite salir de ellos solos.

Es muy común oír, tanto a los propietarios de gatos como a quienes no comparten su
vida con uno de estos maravillosos animales, que no se les puede enseñar y que hacen
lo que quieren. Sin embargo, en este aspecto los gatos no son distintos de otros
animales y también pueden recibir enseñanzas; simplemente se deben tener en cuenta
varios factores importantes: saber cómo aprenden los gatos, qué es necesario, cuáles
son sus limitaciones y qué se debe evitar.

Los gatos aprenden de distintas formas, que son las siguientes:

Les permite saber qué cosas de su entorno son importantes y cuáles puede ignorar. Es
un aprendizaje que se da cuando se exponen repetidamente a las mismas situaciones.
Por ejemplo: cuando adoptamos a un gato es normal que la primera vez se sobresalte
si escucha sonar el teléfono, pero a medida que pasen los días y vayan llamando más
veces, poco a poco irá acostumbrándose y pronto aprenderá que puede ignorar ese
sonido ya que no le pasa nada en ese momento.

Se podría decir que es lo opuesto a la familiarización. Es cuando por ejemplo cogemos


a ese mismo gato y lo ponemos delante de otro gato al que no conoce de nada. ¿Qué
pasará? Lo más probable es que haya gruñidos y bufidos, puesto que además hay que
tener en cuenta que estos animales son muy territoriales; pero con el tiempo,
mostrándoles respeto y cariño a ambos, es casi seguro que se vuelvan amigos (o, al
menos que se toleren).

Es un proceso de aprendizaje gracias al cual el gato aprende que tras un, por ejemplo,
sonido en concreto, va a ocurrir algo que le va a encantar o disgustar. Un ejemplo
típico sería cuando nos escucha llamarle con un tono de voz muy alegre, muy especial,
y acto seguido le damos su lata de comida húmeda favorita. Si siempre usamos ese
mismo tono (no sé si las mismas palabras también) y siempre le damos esa lata,
rápidamente aprenderá que cuando lo llamemos de esa manera va a poder degustar
una comida que no le solemos dar a diario.

Es lo que se usa cuando se quiere que el gato se comporte más o menos veces de una
forma determinada. Por ejemplo, supongamos que estamos sentados en el sofá y lo
tenemos justo delante en el suelo ofreciéndole algunas golosinas. De repente, salta
sobre nuestro regazo.

Las posibles consecuencias que puede tener esta reacción suya son:

• Consecuencia 1: ocurre algo bueno (por ejemplo, recibe una sesión de mimos).
• Consecuencia 2: algo bueno termina (por ejemplo, dejamos de darle
golosinas).
• Consecuencia 3: ocurre algo malo (por ejemplo, lo cogemos y lo volvemos a
poner en el suelo).
• Consecuencia 4: algo malo termina (por ejemplo, al subir a nuestro regazo
deja de estar en el suelo frío).

Estas consecuencias tienen que ser inmediatas o vinculadas con el comportamiento


que ha tenido el animal para que pueda asociarlas a él.

Es el proceso por el que un gato aprende a realizar una tarea mirando a otro peludo o
persona. Es el método que utilizan los gatitos más jóvenes: al observar a su madre,
saben cómo tienen que acicalarse, por ejemplo, o cómo caminar. También les es muy
útil cuando queremos enseñarles a usar el rascador, ya que, si nos ven que pasamos
los dedos sobre este objeto, como si realmente quisiéramos arañar el poste, ellos no
tardarán en imitarnos.
A diferencia de los perros, los gatos han sido tradicionalmente clasificados como
animales un tanto ajenos a comportamientos afectivos con los humanos. Pero esta
percepción ha ido cambiando en los últimos años mediante estudios que comprueban
que la domesticación de estos felinos los ha llevado a cambiar su estilo de vida.

Un estudio publicado en la revista Current Biology señala que los gatos se han
adaptado al estilo de vida humano reconociendo que los primeros juegan un papel
importante en la estructura socioambiental en la que viven los animales. En ese
sentido, de acuerdo con los científicos, esta especie tiene un vínculo con sus
cuidadores, el cual se manifiesta como un acercamiento instintivo con las personas,
sin tratar de hacerles daño y, más bien, interactuando con ellas.

Juan Carlos Molina, veterinario de la Clínica Brasil, dice que los gatos tienen una
manera poco especial el momento de interactuar con los humanos. Con el paso del
tiempo, estos animales han desarrollado una conducta más compleja que en su vida
salvaje. Expresa que estos se caracterizan por ser bastante independientes y buscan su
propio territorio estando solos o en grupo.

Por este motivo la gente quiere uno porque no necesitan sacarlos de paseo a
comparación de a un perro. El veterinario comenta que los gatos sí tienen la capacidad
de ser más apegados al ser humano después de un entrenamiento porque, a pesar que
son independientes, necesitan la misma atención que cualquier otro animal
doméstico.

Los felinos pueden desarrollar inseguridad cuando cambian de hábitat, en el momento


en que una nueva persona llega a su hogar o en presencia de otro animal desconocido.
Sin embargo, el instinto felino les hace ser curiosos, empiezan a distribuir su espacio,
se organizan y se adaptan en cualquier situación. (Diario el comercio, 2019).

Los gatos han sido venerados y admirados por grandes culturas, Napoleón los trajo
desde Egipto con la idea de acabar con las ratas y otras pequeñas alimañas portadoras
de enfermedades infecciosas, y, desde entonces han sido esos silenciosos compañeros
de mirada sobrenatural y afilada astucia de los que tanto podemos aprender.
Los gatos no se someten, sino que negocian y nos aceptan si nosotros los aceptamos a
ellos. Tan sencillo como eso. Es difícil conseguir su cariño mediante amenazas o
golpes, a veces ni siquiera mediante órdenes expresas, los felinos requieren de una
dosis de paciencia, una pincelada de comprensión y un universo de cariño.

Una vez creado el vínculo su fidelidad será absoluta. El trato con un gato es una
sencilla metáfora del respeto y la tolerancia que los seres humanos deberíamos tener
en cuenta, envueltos como estamos a menudo en nuestros micro mundos de prisas y
competitividad.

Otra característica de estos pequeños seres es sin duda su habilidad para ir tras aquello
que desean: son pacientes, meticulosos y saben cómo evaluar los riesgos para volverlos
a su favor. Todos tenemos oportunidades en el transcurso de nuestras vidas, pero el
principal factor es sin duda saber reconocerlas y desplegar todas aquellas capacidades
e instrumentos para poder alcanzarlas.

Si analizamos un poco qué nos hizo perder ese “momento” del cual nos hubiésemos
beneficiado, ya sea por falta de iniciativa o por no haber sabido reconocer la
oportunidad, surge a menudo como causa el factor miedo. Es importante pues estar
atento, despierto, manteniendo a punto nuestras mejores armas y esa confianza felina
con la que introducir “una zarpa” en cada rincón en busca del premio.

Los felinos son ávidos cazadores que conocen muy bien el momento apropiado para
tomarse un descanso. Toda meta requiere una dosis de energía que debemos saber
cómo canalizar de modo óptimo para no sufrir sobrecargas, de ahí que veamos con
admiración a nuestros felinos. ¿Por qué los gatos contagian tanta tranquilidad?
Cuando descansan, lo hacen de manera absoluta, y es que parece que nunca malgastan
sus fuerzas inútilmente.

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