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STC9490-2018

Radicación n.° 11001-02-03-000-2018-02005-00


(Aprobado en sesión de veinticinco de julio de dos mil dieciocho)

Bogotá, D.C., veinticinco (25) de julio de dos mil


dieciocho (2018).-

Decide la Corte la acción de tutela interpuesta por


Carmen Guevara Gutiérrez y José Julián Cárdenas
Zúñiga, contra la Sala Civil del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Bogotá, trámite al que fueron
vinculados el Juzgado Cuarenta y Nueve Civil del
Circuito de la misma ciudad y la parte pasiva del juicio
declarativo a que alude el escrito de tutela.

ANTECEDENTES

1. Los gestores del resguardo reclaman la protección


constitucional de su derecho fundamental al debido
proceso, presuntamente conculcado por la autoridad
jurisdiccional convocada, con la providencia emitida en
audiencia el 14 de mayo del año en curso, en el marco del
proceso declarativo de resolución de contrato de promesa de
compraventa que promovió frente a Beatriz Helena, Manuel
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Antonio, Carlos Arturo y Gustavo Mejía Londoño, con


radicado No. 2013-00760-00.

Exigen, entonces, para la protección de la mentada


prerrogativa, que se deje sin valor ni efecto la citada
decisión, y que como consecuencia de ello, se ordene a la
Sala Civil del Tribunal Superior de Bogotá, «proferir sentencia
de reemplazo con fundamento en la inexistencia del cumplimiento de
los PROMITENTES VENDEDORES, de la palabra honrada y las
obligaciones prometidas en el CONTRATO DE PROMESA DE
COMPRAVENTA, celebrado el 23 de octubre de 2012, respecto del
inmueble apartamento No. 201, situado en el segundo piso del edificio
NEMEQUENE, (…) de la carrera 6 No. 26 B 51 [de la misma ciudad]» (fl.
33).

2. En apoyo de su reparo y en cuanto interesa para


la resolución del presente asunto, aducen en lo esencial,
que el litigio referido en líneas precedentes lo iniciaron con
el propósito que se declare resuelto el mencionado
convenio, por lo que durante el curso del mismo, dicen,
probaron el incumplimiento contractual de los
demandados, al no haber hecho entrega de «los documentos
necesarios» para poder gestionar un préstamo ante el Fondo

Nacional del Ahorro, recursos con los que se pretendía


pagar el saldo adeudado el día de la firma de la escritura
pública de venta, esto es, «el 20 de diciembre sin escribirse el
año», tal y como quedó pactado en las cláusulas tercera y

cuarta de dicho acuerdo de voluntades.

Aseveran que no obstante lo anterior, el Juzgado


Cuarenta y Nueve Civil del Circuito de esta capital en fallo

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proferido en audiencia el 20 de noviembre de 2017,


desestimó lo pedido y las súplicas de la demanda de
reconvención formulada por el extremo pasivo, tras concluir
que «la fecha de la firma de la escritura pública quedó abierta en el
contrato de promesa de compraventa», por lo que «de ninguno de los
contratantes se puede predicar haber honrado la palabra y cumpli[do]

con los términos del contrato», motivo por el cual había lugar a

declarar la resolución del mismo, pero «por mutuo disenso».

Finalmente refieren, que apelada la citada decisión


por ambos extremos procesales, en providencia del 14 de
mayo hogaño la Corporación acusada revocó lo resuelto
para acoger las pretensiones de su contraparte, luego de
desechar sus pedimentos y las excepciones de mérito que
propusieron frente a aquéllas, aduciendo que fueron ellos
los incumplidos, argumento que desconoce, afirman, los
artículos 1546, 1602 y 1603 del Código Civil, sumado a que
«el ACTA DE TESTIMONIO ESPECIAL No. 183 emanada del Notario 47
del Círculo Notarial de Bogotá, de fecha diciembre de 2012 hecha a

instancia de los PROMITENTES VENDEDORES», tenida en cuenta

por la citada autoridad, «no es prueba de cumplimiento», dado


que, como quedó consignado en dicho instrumento, solo
allegaron para perfeccionar el contrato prometido, copia
auténtica de la promesa de compraventa, reproducción de
los poderes generales otorgados por los no comparecientes y
de sus cédulas de ciudadanía, documentos que no sirven
para protocolizar una escritura pública de compraventa,
pues también son necesarios, de acuerdo con la
normatividad notarial y de registro, aseguran, los
certificados de tradición del inmueble, del pago de

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valorización e impuesto predial, así como fotocopia del


reglamento de propiedad horizontal y paz y salvo por
concepto de cuotas de administración, determinación que
intentaron debatir sin éxito a través del recurso
extraordinario de casación, pues la aludida Colegiatura
negó su concesión mediante proveído del 8 de junio pasado,
razón por la cual acuden a este mecanismo especial de
protección (fls. 24 a 34).

3. Una vez asumido el trámite, el día 17 de julio


hogaño se admitió la acción de tutela y se ordenó el
traslado a los involucrados para que ejercieran su derecho a
la defensa (fl. 40).

RESPUESTA DEL ACCIONADO Y LOS VINCULADOS

a. La titular del Juzgado Cuarenta y Nueve Civil del


Circuito de Bogotá, luego de memorar las actuaciones que
se han surtido en el juicio declarativo que se debate,
informó que remitió en calidad de préstamo el expediente
contentivo del mismo, por lo que queda atenta a
proporcionar cualquier información adicional que se
requiriera (fl. 47).

b. El Magistrado ponente de la decisión adoptada por


la Sala Civil del Tribunal Superior de la citada ciudad, se
limitó a manifestar que en ésta «se indicaron las razones de
hecho y de derecho que sirvieron de soporte [a la misma]», siendo

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devuelto el expediente al juzgado de origen el pasado 18 de


junio (fl. 50).

c. Al momento de registrar el proyecto de fallo, no se


habían efectuado más pronunciamientos por parte de los
involucrados en la presente queja constitucional.

CONSIDERACIONES

1. Como es sabido, la acción de tutela es un


mecanismo particular establecido por la Constitución
Política de 1991 para la protección inmediata de los
derechos fundamentales de las personas, de carácter
residual y subsidiario, porque sólo procede cuando el
afectado no disponga de otro medio judicial de salvaguarda,
salvo que se utilice como mecanismo transitorio para evitar
un perjuicio irremediable. Ahora, tratándose de
providencias o actuaciones judiciales, el mencionado
instrumento se torna aún más excepcional, pues sólo
resulta viable cuando se advierta un proceder del
funcionario judicial que se pueda tildar de irrazonable,
arbitrario o caprichoso, caso en el cual se faculta la
intervención del juez constitucional para evitar o remediar
la respectiva vulneración de los derechos fundamentales.

2. Descendiendo al caso concreto, se advierte con vista


en los elementos de juicio obrantes en las diligencias, que la
protección constitucional rogada por los señores Carmen
Guevara Gutiérrez y José Julián Cárdenas Zúñiga, resulta

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improcedente, pues la determinación emitida en audiencia


el pasado 14 de mayo por la Sala Civil del Tribunal Superior
de Bogotá, por medio de la cual se invalidó la sentencia
dictada el 20 de noviembre de 2017 por el Juzgado
Cuarenta y Nueve Civil del Circuito de la misma ciudad,
para en su lugar, entonces, i) «[n]egar tanto las pretensiones de
la demanda inicial, como las excepciones de mérito formuladas a la

demanda de reconvención»; ii) «[a]coger las pretensiones de la

demanda de reconvención», y en consecuencia, iii) «[d]eclarar


resuelto el contrato promesa de compraventa a que se contrae el

presente proceso»; iv) «[c]ondenar a los promitentes compradores (…) a


pagar en favor de los promitentes vendedores (…) la suma de

$22’000.000 a título de cláusula penal por incumplimiento»; y, v)


«[c]ondenar a los [últimos] restituir en favor de los [otros] la suma de
$80’000.000, debidamente indexada a términos del índice de precios
al consumidor, a partir del 23 de octubre de 2012 y hasta la fecha en

que se realice el pago», al interior del proceso declarativo de

resolución de contrato de promesa de compraventa que los


aquí interesados promovieron frente a Beatriz Helena,
Manuel Antonio, Carlos Arturo y Gustavo Mejía Londoño,
tuvo como fundamento argumentos jurídicos que de
manera alguna pueden considerarse caprichosos o
absurdos, lo que descarta la posibilidad de censurar esa
decisión en el campo de la acción de tutela, dado que no se
trata de un comportamiento ilegítimo que claramente se
oponga al ordenamiento jurídico.

3. En efecto, la aludida Corporación en punto de


analizar los reparos aducidos tanto por los demandantes,
aquí tutelantes, como por los demandados, a través del
recurso vertical que presentaron contra el fallo de primer

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grado, no solo tuvo en consideración la normatividad


aplicable al asunto, sino también las pruebas recaudadas
en el reseñado juicio, de las cuales pudo concluir, por un
lado, que los primeros no demostraron la obligación que
alegan haber desatendido la parte pasiva, esto es, la de
proporcionar unos “documentos” para tramitar un crédito de
vivienda ante el Fondo Nacional del Ahorro con el fin de
poder cancelar el saldo del precio pactado en la citada
promesa de compraventa, pues a más que no se incluyó en
dicho acuerdo una cláusula accidental en esos términos, de
ningún otro elemento de convicción se logró determinar que
los contratantes hubiesen estipulado de manera verbal tal
deber; y por el otro, que como éstos no atendieron
oportunamente sus obligaciones, y contrario sensu, la
contraparte acreditó haber acudido a la cita convenida para
la firma de la correspondiente escritura pública de
compraventa, resultaban procedentes las pretensiones de la
demanda de reconvención, razón por la que debía revocarse
la providencia apelada, para así, acoger las súplicas de los
demandantes en reconvención.

Ciertamente, escuchado el audio que contiene los


pormenores de la diligencia donde se dictó la determinación
atacada, advierte la Corte que para desestimar los reparos
esgrimidos por los accionantes como sustento de la alzada,
dicha Colegiatura precisó, luego de explicar los requisitos
necesarios para la procedencia de la acción resolutoria
invocada por las partes, lo siguiente:

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«Sobre el tema de la no valoración del testimonio del señor Luis


Eduardo Collins Garcés, a la sazón representante de la firma
Collins Asociados Ltda., importa destacar que si bien ese testigo
manifestó que fue en su oficina donde se redactó la promesa de
compraventa comprometida en este escenario, y que estuvo
presente cuando se firmó, nada de su declaración apoya los
cargos de incumplimiento endilgados a los promitentes
vendedores, pues no aparece que el deponente haya dejado claro
que fueron los promitentes vendedores los que hubieran
desatendido los términos contractuales, en la medida que nada
refirió sobre el tema que la demandada Beatriz Helena Mejía
Londoño por su capricho se negó a cumplir el contrato
manifestando que ella no tenía que anexar ningún documento
para el FNA.

En punto al indicio grave que se le atribuyó al demandado Carlos


Arturo Mejía Londoño mediante providencia del 8 de mayo de
2015, al no haber asistido a la audiencia prevista en el artículo
101 del Código de Procedimiento Civil, es del caso puntualizar
que tal no se hace extensivo a los demás promitentes
vendedores, porque esta sanción jurídica resulta de su propio
negligente proceder, que no respecto de sus codemandados
quienes no se vieron afectados con esa penalidad, debiéndose
destacar que tratándose de sanciones, estas deben hallarse
expresamente previstas en el ordenamiento jurídico, sin que
puedan hacerse extensivas por analogía o interpretación a otros
sujetos procesales individualmente considerados. Además, debe
tenerse en cuenta sobre el tema que según previsión del artículo
248 del Código de Procedimiento Civil, recogido con idéntico texto
por el precepto 240 del Código General del Proceso, que “para
que un hecho pueda considerarse como indicio deberá estar
debidamente probado en el proceso”; y es lo cierto que el tema
del “hecho” generador del incumplimiento que se atribuye a los
demandados promitentes vendedores, finalmente no fue
demostrado, como adelante se expondrá. De manera que ni por

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extensión, ni por supuesta prueba del incumplimiento, puede


achacarse el indicio grave a efectos de darle sustento a la
pretensión por incumplimiento desde la perspectiva de la
pretensión de la demanda inicial.

Sobre la no adecuada calificación de los interrogatorios rendidos


por los propios demandantes iniciales que, según el apelante,
dan cuenta del incumplimiento contractual de la demandada
Beatriz Helena que representa grupo de demandados iniciales,
es menester precisar que de esas declaraciones de parte no
puede extractarse confesión como para darle solidez al cargo de
incumplimiento de los demandados iniciales (demandantes en
reconvención), porque a la propia parte no le [es] dable crearse su
propia prueba, esto es los propios demandantes iniciales no
pueden por sí y ante [sí] venir a declarar que sus demandados
son los incumplidos al no haber honrado el clausulado
contractual.

Y respecto del testimonio de Oscar Herrera Rodríguez,


ciertamente no se rescata nada en particular del incumplimiento
endilgado interpartes, pues en su declaración advirtió,
puntualmente, que no le consta nada sobre las circunstancias de
modo, tiempo y lugar que se ajustó la promesa de compraventa
aquí debatida, amén que ni siquiera refirió los hechos
desencadenados a partir de la firma de ese contrato.

Verdaderamente no se probó lo atinente a la constitución en


mora de los prominentes compradores respecto de los
promitentes vendedores para que cumplieran el contrato de
promesa, cuando ni siquiera el apelante precisó el medio
probatorio referido a la probanza de ese supuesto de hecho.

Si los promitentes compradores optaron por cumplir la promesa


de compraventa con un préstamo otorgado por el Banco de
Colombia, es del caso destacar que ese proceder no corresponde

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a lo convenido, porque lo estipulado por los contratantes, fue lo


del préstamo con el FNA, que según da cuenta el informativo no
se acreditó que siquiera se hubiera tramitado. Pero, es que esa
deficiencia hubiera podido superarse con el préstamo de otro
banco, como así lo pretendieron los promitentes compradores; en
este sentido debió haberse procedido con la anuencia de su
contraparte los promitentes vendedores, beneplácito que no se
demostró aquí; y más allá de esa anuencia, también hubieran
podido acreditar para el momento de la fecha de la suscripción
de la escritura pública fijada para el 20 de diciembre de 2012
(véase hecho 2.3 de la demanda) la realidad del desembolso
producto del préstamo. Pero, así no está probado, amén que
ningún medio de prueba apunta a establecer que la demandada
Beatriz Helena se negó a suministrar documentos necesarios
para consolidar el préstamo».

Acto seguido, procedió a estudiar los reparos de los


demandados, demandantes en reconvención, advirtiendo lo
siguiente:

«Los incumplimientos frente al contrato promesa de compraventa


se le atribuyen a los demandantes iniciales (promitentes
compradores); primero, por no haber asistido a la notaría a la
firma de la escritura pública; y, segundo, al no haber tramitado
el crédito ante el FNA.

Este reparo en verdad tiene vocación de prosperidad, porque


realmente los promitentes compradores, a la sazón demandantes
iniciales y demandados en reconvención, no acreditaron haber
concurrido a la notaría 47 de Bogotá el día 20 de diciembre de
2012 a las 3.00 de la tarde, a honrar su compromiso, esto es
suscribir la escritura pública que compraventa conforme su
compromiso contractual.

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Y se afirma que no concurrieron el 20 de diciembre de 2012


porque pese a lo que advirtió la juzgadora de primera instancia
en cuanto a que “no se estipuló un año en el cual debía
comparecer para efectos de la celebración del negocio jurídico
sino que simplemente se indicó que lo sería el 20 de diciembre a
las 3 en la tarde en la notaría 47, año que bien podía ser
cualquier otro distinto del 2012”, lo cierto es que al tenor de lo
que manifestaron los actores iniciales (promitentes compradores)
en su demanda: la firma de la escritura pública lo sería el 20 de
diciembre de 2012 (hecho 2.3), data esta admitida por los
demandados iniciales (promitentes vendedores) al dar respuesta
a ese hecho, es manifestación de la parte actora que de todas
maneras configura confesión a términos del artículo 197 del
Código de Procedimiento Civil, vigente a la fecha de presentación
de la demanda.

De manera que (…) no les era permitido a los promitentes


compradores sustraerse a cumplir su compromiso pretextando
indeterminación del año para el perfeccionamiento del contrato
prometido, cuestión que verdaderamente no ha podido
desconocer la juzgadora de primer grado.
Con todo, es de verse que su contraparte sí demostró el hecho de
la comparecencia a la notaría en los términos convenidos, según
da cuenta el documento que obra al folio 148 del primer
cuaderno del expediente, que corresponde al acta de testimonio
especial No. 183 extendida en la Notaría 47 de Bogotá el 20 de
diciembre de 2012 que recoge el hecho de la asistencia a la
notaría indicada por parte de los promitentes vendedores.

Sobre el tema de los documentos a que aludió la actora inicial


que dice no le fueron suministrados por los promitentes
vendedores, la sala acoge la alegación de la parte demandada
inicial (promitentes vendedores) porque, en puridad, esos
documentos son públicos a los que puede acceder cualquier
persona; de manera que ese pretexto carece de sentido.

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Finalmente con apoyo en lo que se acaba de considerar, se


puntualiza que los demandantes en reconvención o promitentes
vendedores resultan ser los contratantes cumplidos en ese
contexto contractual, por lo que la conclusión a la que arribó el
juzgado de primera instancia no resultó acertada, pues no se
configura aquí el mutuo disenso tácito pregonado».

Inferencias todas de las cuales concluyó, de cara a la


demanda de reconvención, que:

«Contrario a lo inferido por el Juez de primera instancia, la parte


demandante en reconvención sí acreditó tener la calidad de
contratante cumplido dado que no dejó de ejecutar prestaciones
a su cargo, a la luz del artículo 1546 del Código Civil y de
conformidad con la Jurisprudencia reciente en punto a la
resolución contractual, sí tiene legitimación en la causa por activa
para pedir a su arbitrio la resolución del contrato con la
respectiva consecuencia económica.

Por lo anterior, teniendo en cuenta que en este grado de


conocimiento no fue objeto de reparo y por lo tanto, es pacífica la
validez del negocio jurídico en contienda, según se apuntó en
precedencia, y como quedó establecido el incumplimiento de los
demandados en reconvención, a la sazón promitentes
compradores, queda establecido que los promitentes vendedores
sí tenían legitimación en la causa por activa para demandar la
resolución contractual y que la sentencia de primer grado
entendió sin más prueba que una percepción desatinada
relacionada con “un abandono recíproco de sus prestaciones”» (fl.

37 CD, Min. 39:13 a 50:15).

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4. Por virtud de lo anterior, se insiste, se descarta la


eventualidad de predicar que en esa labor la Colegiatura
censurada hubiera incurrido en una actitud susceptible de
ser cuestionada positivamente a través de esta excepcional
herramienta, dado que, como quedó visto, los demandantes,
aquí actores, en su condición de promitentes compradores,
no probaron el incumplimiento de su contraparte, es decir,
la obligación de proporcionar una serie de documentos para
tramitar un préstamo ante el Fondo Nacional del Ahorro,
dinero con el que pagarían el saldo del precio pactado en la
promesa de compraventa tantas veces mencionada, pues
sencillamente no se logró demostrar en el juicio la
existencia de la citada obligación, tal y como bien lo
dilucidó el Tribunal acusado en la providencia que acaba de
transcribirse; de ahí que, con justa razón, no podían salir
avante sus pretensiones, más sí las de sus contendores en
reconvención, toda vez que quedó acreditado, de un lado,
su incumplimiento al no haber pagado el precio en la forma
y término convenido, y de otro, que los promitentes
vendedores estuvieron prestos a cumplir sus obligaciones,
al punto que acudieron a la cita prevista para protocolizar
la respectiva escritura pública de compraventa, hecho que
lógicamente generó que se acogieran las pretensiones
incoadas por éstos.

5. En ese sentido, no tienen razón los tutelantes


cuando afirman que la Colegiatura accionada desconoció
los artículos 1546, 1602 y 1603 del Código Civil, y que erró
al dar mérito probatorio al «ACTA DE TESTIMONIO ESPECIAL No.
183 emanada del Notario 47 del Círculo Notarial de Bogotá, de fecha

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diciembre de 2012 hecha a instancia de los PROMITENTES

VENDEDORES», para tener por sentado que éstos habían

honrado sus obligaciones, pues a más que sus inferencias


se encuentran ajustadas a dichos preceptos y a lo que esta
Corte ha establecido respecto de ellos, el citado medio de
prueba da cuenta de la intensión de aquéllos de cumplir lo
pactado a su cargo, esto es, acudir a la firma del contrato
prometido, pagar la mitad de los gastos notariales que
conlleva dicho acto, hacer entrega del bien inmueble objeto
de venta libre de todo gravamen, entre otras 1, sin que sea
relevante para tales efectos que aquéllos no hayan acudido
con la totalidad de los documentos necesarios para
formalizar el mentado instrumento, dado que lo que
interesa, para el presente asunto, es la intención del
contratante de allanarse a cumplir sus obligaciones, siendo
este aspecto uno de los presupuestos necesarios para
incoar la acción resolutoria contractual frente a la parte
incumplida2, cuestión que impide sostener, entonces, que
en la reseñada providencia, o en la que en ésta se confirmó,
se hubiera incurrido en alguna de las causales de
procedencia del amparo denunciadas, único supuesto que,
como repetidamente se ha señalado, le permite obrar al
mecanismo excepcional interpuesto, respecto de proveídos o
actuaciones judiciales, no siendo, pues, la simple
discrepancia con lo decidido una razón para que se admita la
intervención del juez de tutela frente a las referidas
determinaciones, ya que como de vieja data lo tiene dicho la
Sala, no constituyen causal de procedencia del resguardo

1
Ver cláusulas cuarta, séptima y octava (fls. 1 a 8).
2
Ver al respecto, CSJ SC de 8 de abril de 2014, Rad. 2006-00138-01, citada en SC15762-2014, entre
otras.

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«las meras discrepancias que se tengan con las interpretaciones


normativas y las apreciaciones probatorias en las decisiones judiciales,
por ser ello de competencia de los jueces» (ver hace poco en STC1468-

2018, STC3631-2018 y STC4936-2018).

6. Así mismo, esta Corporación ha sostenido, que «el


juez de tutela no es el llamado a intervenir a manera de árbitro para
determinar cuáles de los planteamientos valorativos y hermenéuticos
del juzgador, o de las partes, resultan ser los más acertados, y menos
acometer, bajo ese pretexto, como lo pretende la actora, la revisión

oficiosa del asunto, como si fuese uno de instancia» y, que «la


adversidad de la decisión no es por sí misma fundamento que le allane
el camino al vencido para perseverar en sus discrepancias frente a lo
resuelto por el juez natural» (mencionada últimamente en STC3639-
2018 y STC7874-2018).

7. Por todo lo expuesto, se desestimará lo


pretendido con el escrito de tutela presentado ante esta
Corporación.

DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Civil, administrando justicia en
nombre de la República de Colombia y por autoridad de la
ley, DENIEGA el amparo incoado a través de la acción de
tutela referenciada.

Comuníquese lo aquí resuelto a las partes y, en


oportunidad, remítase el expediente a la Corte Constitucional

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para que asuma lo de su cargo, en caso de no ser


impugnado este fallo.

Remítase a la oficina judicial de origen el expediente


enviado en calidad de préstamo.

AROLDO WILSON QUIROZ MONSALVO


Presidente de Sala

MARGARITA CABELLO BLANCO

ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO

LUIS ALONSO RICO PUERTA

ARIEL SALAZAR RAMÍREZ

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OCTAVIO AUGUSTO TEJEIRO DUQUE

LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA

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