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Rafael Roca
Hemos visto entonces que la posición de Sciacca surge en dialogo con el idealismo
gentiliano. Para nuestro autor la interioridad y la crítica son dos grandes conquistas de la
modernidad que deben ser preservadas. El problema del inmanentismo no es un exceso de crítica
mente" (Sciacca, 1963, p. 69) en contra de "la interioridad (o el pensamiento) es ella misma la
razón. Aquí se da una paradoja pues siendo el hombre un ser finito estás tres actividades por sí
solas no pueden aspirar más allá de lo finito, pero la verdad se nos presenta como infinita ¿Cómo
(o a ambas) con la verdad cae necesariamente en una contradicción: o bien hace al ser humano
infinito atentando contra su propio sentido de finitud; o bien hace a la verdad finita,
Somos, por tanto, un encuentro entre finito e infinto. La razón, la voluntad, y el sentir
dependen de la inteligencia, entendida como la intuición del ser como idea, de la verdad. La
validez de nuestros conceptos, de nuestros juicios, de nuestro sentir, y de nuestro querer, depende
Como infinita que es está Idea no se identifica ni se adecua a la mente humana. Es por
ello objetiva y dada. Vemos aquí la inversión de la proposición del idealismo: no es la mente la
que forma la verdad, es la verdad la que forma la mente. La que con su presencia hace al Hombre
Pero si está Idea Infinita no se adecua a la mente humana ¿A qué lo hace? A la Mente
Infinita. Abre así al hombre a Dios, estimulándolo e impidiéndole satisfacerse con lo finito. En
palabras de Sciacca
Ella figura en todo hombre, luz de la inteligencia, para impedir que el hombre se
en la voluntad querida o en la belleza sentida; está allí para abrirlo al Ser en sí (del cual
Berenguer García, J., & Russo, F. (2014). Michele Federico Sciacca. En F. Fernandez Labastida