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Evolució n de la demanda
Previo a estar frente a nosotros contestando por qué cree estar allí,
el paciente ha seguido, muy probablemente, un derrotero que puede
MODELO DE ABORDAJE Y DISEÑ O DE TRATAMIENTOS 25
A: –Tu pareja
S: –Si, exacto. Esas dos cosas son para mí muy importantes, no
funcionan bien y no me hacen funcionar bien a mí en todo lo
que es mi vida cotidiana, mi trabajo, mi familia y demá s. En el
trabajo porque hay días que no tengo ganas de ir y me levanto
porque me tengo que levantar y cuando estoy ahí no quiero estar,
y no hago nada. Con mis amigos nada. Porque no hago otra cosa
que ir del trabajo a mi casa: duermo, me levanto, voy al trabajo,
vuelvo a mi casa y duermo. O sea, no salgo a distraerme, no hago
nada, nada, nada, nada y eso me está haciendo mal.
A: –Entre los dos problemas, ¿cuá l te parece má s importante, el
de tu casa o el de tu pareja?
S: –El de mi familia es importante pero creo que yo no puedo
hacer nada para que cambie la situació n. Creo que es un pro-
blema entre mi papá y mi mamá que si no lo solucionan ellos
creo que yo no puedo hacer nada para que lo solucionen. Y con
mi pareja tambié n, es un problema que yo tampoco puedo hacer
nada para solucionar, lo tiene que solucionar él pero me afecta
un montó n a mí.
A: –¿Y cuá l es el problema?
S: –El problema es que é l está recié n separado, estuvo casado 10
añ os, se separó hace unos meses y tiene sus cosas y sus proble-
mas. Es una situació n difícil porque no puede darme a mí todo
lo que a é l le gustaría darme, y yo no puedo compartir con é l todo
lo que quisiera y ahí es donde me caigo yo.
[…]
tico hace bastantes añ os. Y como vos decís, hoy sin é l no podé s
dormir. Eso a mí me parece que es un problema grave.
C: –O duermo mal… me despierto…
T: –Para el caso es lo mismo. Yo creo que a los 40 añ os sería
bueno que pudieras dormir sin tomar nada. Porque desde los 45
se te va a hacer má s pesado, a los 50 se te va a hacer má s pesado.
Entonces, la medicació n no es inocua. La medicació n…
C: –Produce acostumbramiento.
T: –Tiene una serie de efectos. Vos no podé s vivir toda la vida
con eso. Hay personas que viven toda la vida tomando insulina
porque la necesitan, y otras personas otras cosas. Ya sería otra
historia. Entonces a mí me parece que no es una buena ganan-
cia la que está s logrando porque tomes el ansiolítico. Porque te
va haciendo má s vulnerable, te va haciendo vulnerable. Y a lo
mejor, haciendo psicoterapia, podrías llegar a dormir sin tomar
la pastilla. Tendrías que atravesar, a lo mejor, un período difí-
cil… pero me parece que tal vez esto tambié n contribuyó a que
la psicoterapia si te sirvió este tiempo, no te sirvió tanto porque
tambié n estabas con este bastó n. Es como que estabas hacien-
do prá cticas para correr la marató n, y por otro lado andando
con muletas. O sea me parece que hace tiempo que vos venís
como jugando a dos puntas con los tratamientos…
C: –Sí.
T: –Y esto no es bueno.
El equipo de admisió n
1. Entrevistadores
2. Observadores
3. Evaluadores
– Decisió n Preliminar
a. Concluye la prestació n
b. Otras entrevistas / estudios (cuá les)
c. Derivació n a otro centro
– Clasificació n
a. Sistema clá sico (DSM– ICD)
b. Modelo basado en el estilo constructivo
– Entrevistas Subsiguientes
a. Dispositivo
b. Evolució n de la demanda y nuevos elementos significativos
c. Decisió n diagnó stica
– Evaluaciones realizadas (informes adjuntos)
– Indicaciones
a. Tipo de tratamiento, incluyendo formato y duració n estimada
b. Objetivos
c. Expectativas de resultados
– Seguimiento
Lo que a mí me pasa...
La rotulació n
Cada paciente le da un nombre a lo que lo aqueja. En esa desig-
nació n reú ne y sintetiza sus conocimientos sobre su malestar o sobre
aquello que lo motiva a consultar. Utiliza para hacerlo los aportes de
la psicología popular y vuelca en esa denominació n las observacio-
nes que ha realizado sobre sí y las que ha recogido de los otros en su
interacció n cotidiana. Esta operació n cognitiva refleja el intento por
organizar una situació n que le plantea mucha incertidumbre. Con
frecuencia el ró tulo reú ne uno o varios síntomas (angustia, depre-
sió n). Cuando el motivo de consulta está vinculado con un fenó meno
situacional, el paciente suele tener má s facilidad para rotularlo (fra-
caso en los estudios, dificultad para formar una pareja).
Ismael: –Y... en realidad, lo que pasa es que uno no sabe cuá ndo
está bien y cuá ndo está mal, es lo que me está pasando hace un
tiempito. Agobiado un poquito por todas las presiones laborales.
Uno es un poco adicto al trabajo, no sé poner límites a las cosas
si se puede decir. Así que eso es, un poco es, la visita y la charla
y empezar a hacer terapia para organizarme un poquito la cabeza
si se puede decir, ¿no es cierto? Porque uno, no sé si decir ú lti-
mamente porque hace 6, 7 añ os que uno viene con una carga de
presiones laborales que cada vez me cuesta má s llevarla y me está
trayendo problemas familiares.
La atribució n
Todos los seres humanos atribuyen cada cosa que les ocurre a
algo. Y aunque podemos tolerar cierto grado de incertidumbre a ese
respecto (variable en cada individuo), seríamos incapaces de sostener
nuestra experiencia si no encontrá ramos alguna forma de explicar el
origen de lo que nos pasa. Al hacerlo, recurrimos tanto a principios
causalistas como finalistas, pero lo importante es poder depositar en
algú n modelo explicativo las razones que supuestamente dan cuenta
de nuestras acciones. Dicha atribució n no se traduce, necesariamen-
te, en representaciones conscientes. Los archivos explícitos de la
mente participan, por el contrario, escasamente en esa operació n. En
la mayoría de los casos, nuestras atribuciones son procesos implícitos
que guían nuestro comportamiento aunque no tengamos registro de
ello. Con la atribució n ocurre algo semejante a la rotulació n; cuanto
má s difícil le resulta al paciente precisar la atribució n de sus acciones
y de sus estados, tanto má s probable es que nos encontremos frente
a alguien que tiene serias dificultades para organizar su actividad
psíquica. Por el contrario, la mayoría de quienes se desempeñ an
con desenvoltura en la vida cotidiana (aú n cuando padezcan de
síntomas agudos o persistentes) tienden a atribuir sus experiencias
(tanto funcionales como disfuncionales) de manera consistente y esa
explicació n delimita la comprensió n de la experiencia disfuncional y
enmarca los cambios que pueden ensayarse.
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La bú squeda
Las personas comienzan relatando la naturaleza de su malestar y,
eventualmente, ingresan luego en la narració n de su historia perso-
nal y de las vicisitudes que la atravesaron. Nos muestran las marcas
de su dolor: sus estados de á nimo afectados, las señ ales físicas del
abandono, del miedo en sus rostros, de su desprolijidad. Nos hablan
de sus síntomas y los exponen como parte de la actualizació n que
acompañ a el movimiento de los fenó menos clínicos. Pero, a partir de
lo que observamos no es fá cil deducir fá cilmente en qué consistirá
el trabajo terapé utico. ¿Qué relació n hay entre lo que los pacientes
dicen padecer, lo que manifiestan de su sufrimiento y lo que esperan
y quieren lograr con su consulta? ¿Qué buscan?
Leo: –¿Qué me lleva a la terapia? Hay una cierta temá tica que
esta relacionada fundamentalmente a mi profesió n, creo yo, no
só lo mi profesió n, pero que por algú n lado hace síntoma. No
puedo explicarlo bien, pero me perturba, perturba tambié n la
relació n con mi mujer y creo que secundariamente la relació n
con mis hijas. El punto central, creo yo sería… no sé si es una
actitud infantil que se mantiene a lo largo del tiempo, creo que
tiene que ver con una mirada, una representació n de mi mismo
que tal vez me gustaría trabajar y cambiar.