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En la imagen podemos ver una bicapa lipídica de entre 7,5 y 10 nm de grosor. Sin
embargo los lípidos no son las únicas moléculas que constituyen esta estructura;
también abundas las proteínas intrínsecas y/o periféricas, glúcidos y moléculas
pequeñas como el colesterol.
De hecho los lípidos, de media, no llegan a constituir ni la mitad de la membrana
(rondan el 42%). Las proteínas son el componente mayoritario (55%) y los glúcidos
constituyen alrededor del 3%. Estos porcentajes pueden variar bastante dependiendo
de qué tipo de membrana sea (en las membranas internas de las mitocondrias las
proteínas constituyen hasta el 76%), del tipo celular, del tejido y del órgano en el que
se ubique la célula.
Los 3 grupos de lípidos mayoritarios de las membranas son: esfingolípidos,
glicerolípidos (la mayoría son glicerofosfolípidos, con su grupo fosfato + el glicerol
conformando la cabeza polar y los ácidos grasos conformando las colas apolares) y los
esteroles. Dentro de los fosfolípidos, los mayoritarios en las membranas de
eucariotas son: fosfatidilserina, fosfatidiletanolamina, fosfatidilcolina y esfingomielina.
Todos ellos tienen una estructura semejante pero se diferencian en los grupos que
componen sus cabezas polares y en las cargas iónicas. También hay que recordar los
glucoglicerolípidos (1 azúcar + glicerol +2 ác. Grasos).
En la imagen podemos ver un recipiente con agua (doble fase: aire y agua) y la
representación de un típico lípido de membrana con su cabeza polar y una cola
hidrofóbica. Estas moléculas particulares estarán más o menos desordenadas en esa
fase ‘aire’, sin embargo, si las introducimos en agua podemos observar como se
ordenan automáticamente. Ahora estas moléculas, que poseen esa dualidad
hidrofílica/hidrofóbica, quedan organizadas de manera que la parte polar quede en
contacto con el agua y la parte apolar (colas hidrofóbicas) se separe de ella. Este
autoensamblaje hace que las moléculas queden todas paralelas, en orden.
Estas moléculas que poseen esta doble propiedad (al tener una parte apolar y otra
parte polar) se llaman moléculas anfipáticas (palabra conformada por dos prefijos
griegos: pathos quiere decir comportamiento, y anfi que quiere decir doble).
Por el comportamiento de las moléculas anfipáticas nos surgen (espontáneamente, sin
suministro de energía) estructuras somo son las bicapas y las micelas:
-Las bicapas se forman por autoensamblaje
con las colas apolares en contacto ente sí y las
cabezas polares hacia fuera, en contacto con
el entorno acuoso. En definitiva las bicapas se
organizan como si una monocapa fuera el
reflejo en el espejo de la otra.
-Las micelas son estructuras completamente
esféricas con todas las colas hacia el centro de
la esfera y las cabezas polares hacia afuera.
También se pueden formar liposomas, que
son bicapas que se curvan formando
finalmente esferas perfectas pero con un
espacio hueco en su interior.
CARACTERÍSTICAS DEL AUTOENSAMBLAJE
El autoensamblaje molecular (self-assembly) es la asociación espontánea de
moléculas desordenadas para conformar estructuras supramoleculares ordenadas de
gran tamaño.
Las supramoléculas son estructuras formadas por varias macromoléculas y que
desarrollan nuevas y sofisticadas funciones después de la unión de sus componentes
(en la formación de las supramoléculas se generan nuevas propiedades emergentes
que no poseen las macromoléculas por sí solas). Ejemplos de estructuras
supramoleculares pueden ser las membranas plasmáticas, las paredes celulares
(formada por macromoléculas como son la celulosa, pectina, hemicelulosa, etc) o
incluso el ADN (propiedades emergentes impresionantes de almacenamiento de
información genética que no tiene la cadena polinucleotídica por sí sola).
Las interacciones que se forman en las estructuras supramoleculares no suelen ser
fuertes como los enlaces covalentes sino interacciones reversibles como: los enlaces
de H, las interacciones hidrofóbicas y las fuerzas de Van der Waals. Todas estas
interacciones son las que se ponen en juego en el autoensamblaje. Cabe destacar que
los enlaces de H son las interacciones más importantes para entender el
autoensamblaje y son además los más fuertes desde un punto de vista energético.
En términos termodinámicos: la fuerza directriz (driving force) predominante en
medios acuososo es el término entrópico. Es decir la fuerza directriz que realmente
explica los fenómenos de macromolecularidad son términos entrópicos. ¿Por qué
términos entrópicos? porque para hacer referencia a las fuerzas directrices tenemos
que hablar de variación de energía libre (ΔG), que a su vez recordemos que dependen
de la entalpía (ΔH) y de la entropía (ΔS). El balance que constituyen estos términos de
variación de entropía y de entalpía es lo que va a determinar la fuerza directriz.
Conceptos de simetría y economía genética:
Simetría: desde una perspectiva geométrica podemos observar que las moléculas
tienen formas (hexagonales, lineales, circulares, moléculas con muchas
ramificadiones, etc). Pues bien, cuando tenemos un autoensamblaje, es decir,
estructuras supramoleculares, estas suelen tener una gran simetría. Si dividimos esas
estructuras con un eje imaginario (ya sea horizontal, vertical o con un determinado
ángulo) siempre encontraremos que hay partes de esa supramolécula que son
semejantes, a veces como reflejos en un espejo. El ejemplo por excelencia es la bicapa
lipídica ya que cada capa es, a groso modo, un reflejo de la otra.
Economía genética. Este concepto nos indica que cuantos menos genes tengamos,
capaces de procesar toda la información necesaria para construir una determinada
célula o ser vivo más eficiente será ese sistema. Veamos un ejemplo: en una pared
celular vegetal (estructura supramolecular) tenemos numerosos compuestos que la
forman entre los cuales está la celulosa (repetición de monómeros de glucosa). Esta
celulosa no varía de una planta a otra sino que es exactamente la misma molécula la
que compone las paredes celulares de todas las plantas. Esto significa una economía
genética a nivel de los genomas de plantas.
Si en una sola célula cada molécula de celulosa fuese ligeramente distinta
necesitaríamos muchos genes (demasiados e inmanejables) para la síntesis de todas
esas moléculas. En definitiva la supramolecularidad se ve apoyada por una economía
genética.
En la siguiente tabla se resumen las características del ensamblaje:
nX ⇄ Xn
En un medio acuoso, una estructura de bicapa fosfolipídica plana (con sus bordes
expuestos), no es favorable energéticamente, no es estable. Por interacciones
hidrofóbicas esa bicapa lipídica tiende a autoensamblarse formando una esfera. La
esfera es la estructura más favorable energéticamente posible ya que minimiza las
interacciones del agua con las partes hidrofóbicas de las moléculas. Además de a nivel
celular, podemos observar este fenómeno, a simple vista, en las gotas de agua sobre
las hojas de las plantas: el agua se dispone en estructuras redondeadas que reducen
la interacción del agua con superficie de la hoja, que es hidrofóbica. Se forman así
estructuras tridimensionales de mínima energía.
Kkuykhgckh,j
hvjhj
Las moléculas de los cristales líquidos pueden adquirir diferentes estructuras, y según
estas los llamamos como:
a) Cristal líquido nemático: las moléculas están ordenadas, autoensambladas entre sí
formando una especie de fibras que crecen a lo largo de un eje (orientadas todas en la
misma dirección).
b) Cristal líquido esméctico: autoensamblaje de las moléculas en el que se forman
planos bien diferenciados (forman láminas).
c) Cristal líquido colestérico: es similar al esmérico pero cada plano está rotado con
respecto a los que tiene por encima y por debajo.
Los cristales líquidos se descubrieron estudiando una molécula derivada del colesterol.
El mismo colesterol da lugar a ensamblajes de esta naturaleza.
Las células del Epitelio del esófago de los mamíferos manifiestan estructuras y
propiedades de los cristales líquidos.
En este esquema de la izquierda se aprecian muy bien las
diferentes estructuras que forma el cristal líquido en función
de la temperatura y el campo eléctrico. La temperatura va
creciendo de abajo a arriba. Empezamos (abajo) con
estructuras cilíndricas muy ordenadas, luego pasan a
formar capas; cuando se le aplica aún más calor las
moléculas forman una especie de fibras y finalmente vemos
que la estructura queda completamente desorganizada. En
definitiva los cristales líquidos se desordenan a medida que
la temperatura aumenta y se autoensamblan cuando la T
disminuye.
Las estructuras de los cristales líquidos (p.e. estructuras helicoidales) dan lugar a
muchos colores estructurales. La figura (b) representa la interacción de un rayo de luz
con esa estructura ordenada; la luz que emite la estructura refleja las distancias (en
nm) que hay entre las diferentes láminas que forman la estructura. Si la distancia que
hay entre láminas es del orden de las longitudes de ondas del espectro visible
podremos ver esos colores estructurales reflejados por la estructura. No todas las
capas estarán a la misma distancia unas de otras: unas estarán más cerca (se
reflejará una luz más azulada) y otras estarán más alejadas (color más anaranjado).
Los cristales líquidos por tanto pueden ser iridiscentes, que proporcionan color.