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Los puntos más importantes de “Fratelli Tutti” del Papa Francisco

Estos son los principales puntos de la nueva encíclica del papa Francisco "Fratelli tutti" (Todos
hermanos) sobre la fraternidad y la amistad social divulgada este domingo en el Vaticano.

1. "El individualismo no nos hace más libres, más iguales, más hermanos. La mera suma de los
intereses individuales no es capaz de generar un mundo mejor para toda la humanidad".

2. "Una sociedad fraternal será aquella que promueva la educación para el diálogo con el fin de
derrotar al "virus del individualismo radical" y permitir que todos den lo mejor de sí mismos".

3. "Es posible anhelar un planeta que asegure tierra, techo y trabajo para todos. Este es el
verdadero camino de la paz, y no la estrategia carente de sentido y corta de miras de sembrar
temor y desconfianza ante amenazas externas". "La paz real y duradera sólo es posible desde una
ética global de solidaridad y cooperación al servicio de un futuro plasmado por la
interdependencia y la corresponsabilidad entre toda la familia humana".

4. "El mercado solo no resuelve todo, aunque otra vez nos quieran hacer creer este dogma de fe
neoliberal. Se trata de un pensamiento pobre, repetitivo, que propone siempre las mismas recetas
frente a cualquier desafío que se presente".

5. "El neoliberalismo se reproduce a sí mismo sin más, acudiendo al mágico 'derrame' o 'goteo' -sin
nombrarlo- como único camino para resolver los problemas sociales".

El Papa Francisco dio a conocer su tercera encíclica. Foto ANSA

El Papa Francisco dio a conocer su tercera encíclica. Foto ANSA

6. "La especulación financiera con la ganancia fácil como fin fundamental sigue causando
estragos". "La fragilidad de los sistemas mundiales frente a las pandemias ha evidenciado que no
todo se resuelve con la libertad de mercado y que, además de rehabilitar una sana política que no
esté sometida al dictado de las finanzas, tenemos que volver a llevar la dignidad humana al centro
y que sobre ese pilar se construyan las estructuras sociales alternativas que necesitamos".
7. "Todavía estamos lejos de una globalización de los derechos humanos más básicos. Por eso la
política mundial no puede dejar de colocar entre sus objetivos principales e imperiosos el de
acabar eficazmente con el hambre. Porque cuando la especulación financiera condiciona el precio
de los alimentos tratándolos como a cualquier mercancía, millones de personas sufren y mueren
de hambre. Por otra parte, se desechan toneladas de alimentos. Esto constituye un verdadero
escándalo".

8. "El hambre es criminal, la alimentación es un derecho inalienable".

9. "Los nacionalismos cerrados expresan en definitiva esta incapacidad de gratuidad, el error de


creer que pueden desarrollarse al margen de la ruina de los demás y que cerrándose al resto
estarán más protegidos. El inmigrante es visto como un usurpador que no ofrece nada. Así, se
llega a pensar ingenuamente que los pobres son peligrosos o inútiles y que los poderosos son
generosos benefactores. Sólo una cultura social y política que incorpore la acogida gratuita podrá
tener futuro".

10. "El desprecio de los débiles puede esconderse en formas populistas, que los utilizan
demagógicamente para sus fines, o en formas liberales al servicio de los intereses económicos de
los poderosos. En ambos casos se advierte la dificultad para pensar un mundo abierto que tenga
lugar para todos, que incorpore a los más débiles y que respete las diversas culturas".

El papa Francisco con la Guardia Suiza. Foto EFE

El papa Francisco con la Guardia Suiza. Foto EFE

11. Hay "un insano populismo cuando se convierte en la habilidad de alguien para (...)
instrumentalizar políticamente la cultura del pueblo, con cualquier signo ideológico, al servicio de
su proyecto personal y de su perpetuación en el poder".

12. "Es fácil hoy caer en la tentación de dar vuelta a la página diciendo que ya hace mucho tiempo
que sucedió y que hay que mirar hacia adelante. ¡No por Dios! Nunca se avanza sin memoria, no
se evoluciona sin una memoria íntegra y luminosa".

13. "Verdad es contar a las familias desgarradas por el dolor lo que ha ocurrido con sus familiares
desaparecidos".
14. "Anhelo que en esta época que nos toca vivir, reconociendo la dignidad de cada persona
humana, que podamos hacer renacer entre todos un deseo mundial de hermandad.(...) Se
necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros
a mirar hacia delante. ¡Qué importante es soñar juntos!"

¿Qué propone Francisco en “Fratelli tutti”? Tratemos de evitar pensar que escribió esta encíclica
para Argentina y procuremos leerla teniendo en mente el escenario mundial que probablemente
el Papa conozca mejor que nosotros

Por Víctor Manuel Fernández

Apenas comenzó su papado, Francisco le puso la firma a una encíclica que había escrito casi
íntegramente su predecesor. Por eso suele decirse que en realidad su primera encíclica es Laudato
si'. Ahora acaba de publicar la segunda, Fratelli tutti. Todos sus demás documentos tienen un
rango menor, son cartas, exhortaciones, pero no encíclicas. Eso significa que Fratelli tutti es
palabra mayor. Junto con Laudato si' reúne la enseñanza más importante de Francisco. Podría
decirse que es un testamento de su pensamiento social, porque en ella están bien explícitas sus
más valiosas ideas sobre los grandes temas sociales.

Invita a un amor a la propia patria que al mismo tiempo sea capaz de crear una amistad social y
dilatarse hacia la comunión universal. Esto se vuelve imperioso hoy, porque resurgen
nacionalismos cerrados, exasperados, agresivos. Por eso lamenta el retroceso en el camino hacia
una Europa unida o hacia una integración latinoamericana. Ahora, la salida de la pandemia, en
lugar de colocarnos nuevamente en la marcha hacia un mundo más unido, corre el riesgo de
agravar las divisiones e injusticias.

La encíclica desarrolla de un modo más completo la llamada “cultura del encuentro”, proponiendo
una arquitectura y una artesanía de la paz social, frente a “los movimientos digitales de odio y
destrucción” donde “el respeto al otro se hace pedazos”.

Francisco destaca que el amor verdaderamente universal, capaz de abrirse a todos, tiene como
base una convicción muy honda: el valor inalienable e inviolable de toda persona humana, la
dignidad inmensa de cada ser humano que nadie tiene derecho a ignorar o a dañar. Por eso es
“inaceptable que el lugar de nacimiento o de residencia ya de por sí determine menores
posibilidades de vida digna y de desarrollo”, ya que así “los derechos humanos no son iguales para
todos”.

El problema es que en nuestro país muchos interpretan mal este mensaje humanista y social de
Francisco, como si él pretendiera que las personas vivan de subsidios, sin trabajar. La realidad es
todo lo contrario. Francisco siempre afirma que lo importante no es repartir, sino que “lo
verdaderamente popular –porque promueve el bien del pueblo– es asegurar a todos la posibilidad
de hacer brotar las semillas que Dios ha puesto en cada uno, sus capacidades, su iniciativa, sus
fuerzas”. Y vuelve a decir en esta encíclica que “ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre
una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo debería ser siempre permitirles
una vida digna a través del trabajo”. Por eso llega a afirmar algo tan claro como esto: “No existe
peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo”. Entonces me parece
incomprensible que algunos periodistas insistan en decir que Francisco fomenta la vagancia y la
dejadez. ¿No saben leer o hay otras intenciones?

También dedica un capítulo a la sana política, porque entiende que el desarrollo de un mundo
mejor requiere una política adecuada y no será posible sin ella. Considera inaceptable que se
piense en reemplazar la política por una suerte de conducción empresaria, como si en las
empresas no hubiera también corrupción y negociados espurios. En esta línea, critica tanto las
desviaciones populistas como las neoliberales. Pero tratemos de evitar pensar que escribió esta
encíclica para Argentina y procuremos leerla teniendo en mente el escenario mundial que
probablemente Francisco conozca mejor que nosotros.

Por otra parte, su pensamiento es el del humanismo cristiano. Por eso sostiene que “todo esto
podría estar colgado de alfileres, si perdemos la capacidad de advertir la necesidad de un cambio
en los corazones humanos, en los hábitos y en los estilos de vida”.

El consumismo individualista, las feroces luchas políticas, la exasperación que provocan las
injusticias, nada de esto debería debilitar el llamado a ser hermanos y hermanas, a recordar que
estamos todos en la misma barca y que es imposible salvarse solos. Pero eso supone estar
realmente convencidos de cuánto vale cada ser humano más allá de las circunstancias. Podremos
estar de acuerdo o no con los diversos puntos que trata Francisco en su nueva encíclica, pero ojalá
podamos dejarnos interpelar por este llamado al amor universal. Creo que nos haría bien.

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