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Cuatro meses después del inicio de la pandemia del Covid-19, constatamos una
recomposición general del orden político mundial que tendrá consecuencias
importantes en los años venideros. Aun cuando sea algo temprano analizar las
transformaciones geopolíticas en ciernes — porque no sabemos el tiempo que va a durar
esta crisis sanitaria, ni su magnitud, ni la manera en que será superada —, es posible
plantear algunas tendencias de orden general. Estas se ordenan alrededor de cuatro
factores centrales: (1) la transformación del orden bipolar a partir de la caída del bloque
comunista en 1989; (2) el desorden multipolar y la debilidad de la Organización de
Naciones Unidas [ONU]; (3) la emergencia del poderío económico de China, sus
ambiciones de volverse la primera potencia mundial, y su guerra comercial con Estados
Unidos; y finalmente (4) la desunión y la crisis actual de la Unión europea.
Sin embargo, hay que reiterar que el aislamiento, que implica el abandono de la mayoría de
sectores económicos, es una norma muy difícil de concretizar pues depende del nivel económico
de los países y de las clases sociales. Los países del Norte y las clases medias y altas están
afrontando el aislamiento en mejores condiciones que los países del Sur y las clases
trabajadoras del Norte y del Sur donde son muy numerosas (más del 60% de la
población). En efecto, los países subdesarrollados de América Latina, África y Asia están
afrontando esta crisis sanitaria en situación muy precaria. El subdesarrollo está
asociado a sus economías centradas sobre la exportación de materias primas; en
coyunturas de crisis como la que vivimos los precios de éstas bajan, causando el
deterioro general de la economía y del nivel de vida de las mayorías. Actualmente, el
comercio a larga distancia está prácticamente detenido, por lo cual la situación
económica de América Latina y de África es muy crítica y, por desgracia, el nivel de
empobrecimiento aumentará. En efecto, el empobrecimiento en América Latina ya era
preocupante en 2019 pues según la CEPAL[2] aumentó a 30,8%; el Perú tiene 16% de
pobres, entre los cuales 3,7% de pobres extremos. La gran mayoría de latinoamericanos
(76,8%) pertenece a los estratos de ingresos bajos o medios-bajos; en cambio la riqueza
de los estratos de ingresos altos ha aumentado a 3%. Estos índices explicitan la gran
desigualdad social de nuestro continente y el bajo nivel de desarrollo que seguimos
teniendo. Los países que están en peor situación económica son los que han gastado
menos en el campo social. La situación se va agravar a corto plazo, la CEPAL estima que
la caída será de
-5,3% en 2020. Esperemos que los gobiernos puedan tomar medidas urgentes para
afrontar la calamidad socioeconómica anunciada y empezar las reformas sociales
urgentes, respetando los imperativos medioambientales pues el calentamiento global
continua a deteriorar la situación de la humanidad.
En este texto trataré de explicitar los factores que entran en juego en la recomposición
del orden político mundial (en el cual América latina no tienen ningún rol), recordando
algunos hechos históricos y algunas decisiones coyunturales y teniendo en cuenta que la
geopolítica mundial se ordena alrededor de la evolución de la pandemia del Covid-19.
La transformación del orden bipolar a partir de la caída del bloque comunista en
1989
Antes de la pandemia, ya se sabía que el orden internacional que regía bajo el liderazgo
de los Estados Unidos después la Segunda Guerra mundial [1945], no era adaptado al
siglo XXI. El fin de la guerra fría, la desaparición de la URSS y la ascensión de China en
tanto nueva potencia mundial han desestabilizado la balanza de poder político y
económico que tenía como base la dualidad norteamericano/soviética. Después de la
caída del orden bipolar, a partir de 1989, se ha instalado progresivamente un orden
multipolar bajo el liderazgo de la otrora primera potencia mundial, los Estados Unidos.
Este orden más o menos estable y bastante maltrecho desde hace 30 años, ha sido
brutalmente sacudido en primer lugar por la llegada de Donald Trump a la presidencia
de Estados Unidos en 2016 y ahora por la pandemia del Covid-19, y por el nuevo rol
político y sanitario de China, donde, no por casualidad, empezó esta nueva plaga
mundial.
Recordemos que las pandemias son el resultado de la actividad humana nefasta contra
el medio ambiente y China es uno de los países más contaminados del mundo a causa de
la desforestación indiscriminada y de la industrialización exagerada que practican;
además hasta febrero de 2020 se permitía la caza y el consumo de animales salvajes que
son portadores de virus mortales para los seres humanos. Por lo cual, no debe
extrañarnos que China haya estado al origen del Covid-19, como en 2002-2003 estuvo al
origen del SRAS, otra zoonosis de origen animal. Según los científicos, el nuevo
coronavirus fue transmitido en 2019 por los murciélagos a los pangolines y/o a las
civetas en el mercado de Wuhan [ver Villasante, El coronavirus y su expansión
internacional].
En 1989, cuando el Muro de Berlín era destruido, el control dictatorial del Partido
Comunista Chino (PCC) fue también cuestionado vigorosamente a través del
movimiento de jóvenes universitarios, intelectuales y obreros que manifestaron en la
Plaza Tian’anmen de Pekín, denunciando la corrupción y exigiendo reformas políticas
democráticas. Este movimiento social, el más importante después de la Revolución
cultural de 1966 [que produjo entre 20 y 50 millones de muertos], se extendió a
Shanghái y a otras grandes ciudades. El gobierno, dirigido por Deng Xiaoping, ordenó la
represión brutal del movimiento contra la dictadura china, se instauró la ley marcial y se
hizo intervenir al Ejército en junio de 1989. Se estima que la represión sangrienta
produjo entre 7 mil (OTAN) y 10 mil (Estados Unidos, Reino Unido) víctimas civiles.
Los dirigentes favorables fueron puestos en residencia vigilada, en particular el
secretario general del PCC, Zhao Ziyang. Todas las reformas en curso fueron
paralizadas, se expulsaron a los periodistas extranjeros y la represión brutal fue
duramente criticada a nivel internacional. En 1992, el Consejo de seguridad de la ONU
adoptó sanciones económicas y un embargo de venta de armas a China. Sin embargo, el
gobierno chino pudo continuar su política de desarrollo de la economía de mercado y de
control total de la población. Durante los años 1990, el alto nivel de crecimiento
económico permitió hacer “olvidar” la brutal represión del movimiento pro democrático
de la Plaza Tian’anmen; la consigna general era “hay que enriquecerse”. Sin embargo, la
protesta social no se ha terminado, en 2009 muchas asociaciones y personalidades
chinas reclamaron una encuesta oficial en el 20° aniversario del movimiento, pero el
gobierno respondió bloqueando las redes sociales y las publicaciones extranjeras sobre
este tema; la tendencia se reproduce hasta el presente (Le Monde y Wikipedia). Desde
1949, China fue y sigue siendo un país dictatorial y represivo.
Tedros
Adhanom Ghebreyesus y Xi Jinping en Pekín, el 28 de enero (FrendChine.org,)
Las ambiciones de Xi Jinping, que asumió la presidencia de China en 2013 son muy
claras, él ha declarado que quiere remplazar el poderío económico y militar de Estados
Unidos en 2050, el centenario de la “revolución popular china”. Para lograr ese objetivo,
desarrolla una política expansionista en Asia y en el resto del mundo y, gracias al alto
nivel de crecimiento de los últimos 20 años, China produce y vende mercancías a todos
los Estados, a precios muy bajos, y al mismo tiempo invierte y compra mercancías
indispensables para su inmensa sociedad de más de 1,4 mil millones de personas:
productos mineros y agropecuarios.
China se volvió capitalista hace cuarenta años. En efecto, en 1978, el Partido Comunista
Chino lanzó una gran reforma económica, hacia la liberalización capitalista, bajo la
dirección del secretario general Deng Xiaoping. La política maoísta de la autarquía fue
abandonada para privilegiar el comercio mundial, las inversiones extranjeras, y la
creación de zonas económicas especiales. Entre las consignas de la época se decía: “Hay
que volverse rico pronto”, “volverse rico es glorioso”. La industrialización moderna y
agrícola fue privilegiada, sin tener en cuenta ningún marco ecológico. Entre 1978 y 2005
el PIB de China aumentó en 9% par año en promedio. En pocos años China se convirtió
en una potencia económica importante y, gracias a su peso demográfico enorme, el
principal país exportador de mercancías al mundo entero. América Latina y África son
considerados los graneros de China y este país desarrolla una estrategia muy agresiva de
intercambios comerciales y de influencia política.
La China es el primer socio comercial del Perú y ello crea una dependencia económica
importante. Nuestra economía está ligada a los intercambios de mercaderías
manufacturadas chinas (que dañan la industria nacional), contra nuestros recursos
naturales, y la disminución del comercio mundial tendrá efectos directos sobre nuestra
economía que va a contraerse. No obstante, si los empresarios peruanos reorganizan sus
actividades en modo coherente, pensando en el país y no sólo en sus ganancias, esta
transformación puede ser muy benéfica para afirmar nuestra independencia productiva,
innovando en la fabricación de bienes de consumo de base, y creando miles de nuevos
puestos de trabajo.
Esas estrategias han suscitado fuertes reticencias y oposiciones abiertas de los Estados
Unidos y de Europa. Pero si es evidente que existe una competición tecnológica,
institucional y económica, el fondo del conflicto es ideológico y político pues China, las
otras potencias occidentales y el resto del mundo tienen visiones opuestas sobre el rol
del Estado en la economía, la sociedad y los derechos humanos de las personas
consideradas libres y autónomas. Como noté en la introducción, se trata de dos tipos de
gobierno opuestos; para los dirigentes chinos, que siguen llamándose “comunistas”, la
dictadura autoritaria es superior a la democracia y a los derechos humanos, y el
“desarrollo social” adquirido en los últimos años son una “prueba” de la pertinencia de
esta posición. Sin embargo, la apertura del país al capitalismo ha provocado la
emergencia de profundas desigualdades sociales entre las clases populares y las nuevas
clases ricas; y también ha provocado la afirmación de una demanda social por un
cambio radical de régimen, hacia la democracia, la libertad individual y los derechos
humanos.
A inicios del mes de mayo, la guerra comercial se concentró sobre las críticas mutuas
sobre la emergencia de la pandemia y su gestión. Trump acusaba a China de haber
creado el virus en un laboratorio de Wuhan, lo cual era calificado de “demente” por los
Chinos, que además acusaban a los militares norteamericanos de haberlo creado para
hacerles daño. Además, China se vanagloria de haber podido detener la pandemia en su
territorio, con un número reducido de muertos, gracias a la aplicación de medidas de
aislamiento propias a su régimen autoritario. Una situación que es bien distinta en
Estados Unidos y en varios países europeos, donde se encuentran los epicentros del
Covid-19. Sin embargo, los dos países han retomado sus acuerdos iniciados en enero de
2020. Los Estados Unidos se han comprometido a no aumentar más los impuestos de
aduana, y China se ha comprometido a aumentar en 200 mil millones de dólares las
importaciones de productos norteamericanos. No obstante, la recesión actual puede
cambiar las cosas pues la caída de la demanda en Estados Unidos y en Europa va a
reducir las exportaciones chinas; e, inversamente, la exportación de bienes
norteamericanos ha bajado mucho y probablemente no se podrá respetar el acuerdo
establecido (La Tribune del 8 de mayo[9]).
Pero la realidad es mucho más dura de lo que piensa Borrell. En efecto, a fines de marzo,
el Primer Ministro italiano Giuseppe Conte, propuso a los países más afectados por la
pandemia, reclamar al presidente del consejo de la UE, Charles Michel, “un instrumento
común de deuda”, para permitir un financiamiento solidario de gastos de reconstrucción
europea. Francia estuvo de acuerdo, pero para no recomenzar un enfrentamiento
Norte/Sur, como durante la crisis del euro de 2009-2012, propuso aumentar el círculo a
Irlanda, Luxemburgo, Bélgica, Eslovenia, que se sumaban a Italia, España, Portugal y
Grecia. Se redactó entonces una carta de los “Nueve países europeos”. El 26 de marzo se
reunió el Consejo europeo por videoconferencia en un clima de tensión muy fuerte. Los
primeros ministros Pedro Sánchez (España) y Giuseppe Conte (Italia), rechazaron el
proyecto de declaración común que no tomaba en cuenta la demanda de los “Nueve”.
Ambos se opusieron con energía a Angela Merkel y a Mark Rutte, primer ministro de los
Países Bajos, que se negaron a mutualizar las deudas (los llamados coronabonds).
Macron apoyó a Italia y a España, aun cuando ello implique un aprieto paralelo para la
unidad franco-alemana, pilar de la diplomacia europea (Le Monde del 30 de abril[13]).
Escenario 1: la primera ola actual será seguida por varias olas más pequeñas a partir del
mes de junio, durante un año o dos. La intensidad de esas olas dependerá de los países y
del tipo de medidas adoptadas y respetadas por las poblaciones. La norma de
aislamiento será actualizada y paralizada regularmente.
Escenario 2: después de la ola actual habrían dos olas: la primera ola, más grande que la
actual, llegaría entre septiembre y diciembre de 2020; luego vendría otra ola de menor
intensidad en 2021; o varias olas pequeñas. Las medidas de aislamiento deberán
regresar sobre todo en setiembre-diciembre. Este modelo es similar al de la pandemia
de “gripe española” de 1918-1919.
Escenario 3: la ola actual no sería seguida de otras olas pequeñas sino de una extinción
lenta del virus. El Covid-19 infectaría a la humanidad de manera constante, sin seguir
ningún esquema, ni picos epidémicos. Este modelo no necesitaría aislamientos sociales.
La intensidad de la extinción del nuevo coronavirus podría variar en función de los
continentes.
• En segundo lugar, los gobiernos y las sociedades deben comprender que el “retorno al
trabajo” no se hará como si nada hubiera sucedido y como si la pandemia no estuviera
presente en el mundo durante largos meses. La “nueva normalidad” del periodo post-
Covid-19 implica: (1) la restricción de la libre circulación de personas y de mercancías, y
de la sociabilidad humana para tratar de protegernos de este virus y (2) un
empobrecimiento general de la mayoría de la población mundial. Recordemos también
que el Covid-19 puede ser benigno en 80% de casos y nocivo sólo en casos especiales
(personas obesas y con otras patologías, mayores de 65-70 años, en particular los
hombres que tienen una higiene de vida mediocre).
Reflexiones finales
• La coyuntura actual es muy crítica pues estamos en recesión mundial y las clases
trabajadoras se vena a empobrecer aún más. El empobrecimiento ya es una realidad en
Estados Unidos que registra más de 14% de desempleados (más de 33 millones de
personas), y las cifras son muy preocupantes en Asia, América Latina y en Europa. La
Organización Internacional del Trabajo estima que sobre un total de 3,3 mil millones de
población económicamente activa, más de 4/5 están afectados por el cierre total o
parcial de sus puestos de trabajo. El empobrecimiento de las poblaciones traerá como
consecuencia una transformación de la situación política mundial. En un país dictatorial
como China, los alzamientos sociales que han estado siempre reprimidos con brutalidad
pueden crecer y volverse incontrolables; las ambiciones chinas podrían desvanecerse.
En Europa y en los Estados Unidos la crisis y el desempleo están influenciando el
retorno de los reflejos nacionalistas que ya se han manifestado durante la crisis
financiera de 2008. En Estados Unidos, los extremistas neonazis y los “supremacistas
blancos” están aprovechando de la pandemia para difundir su ideología de odio y
reclutar nuevos miembros, sobre todo jóvenes pobres y sin ocupación (The New York
Times del 3 de mayo).
• En ese contexto preocupante, América Latina podría empezar una gran transformación
hacia la unidad política y económica. En efecto, Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la
CEPAL, ha sugerido que la crisis actual puede llevar a crear un polo latinoamericano
para afirmar los lazos que unen nuestros países y reforzar la integración económica,
social y política en el nuevo orden mundial[16]. Ojalá sea escuchada por los dirigentes
latinoamericanos que pasan demasiado tiempo debatiendo inútilmente sobre temas
exclusivamente nacionales, sin evocar nunca la urgencia de incluir en sus agendas la
construcción de una Unión de Estados Latinoamericanos, o de una América Latina Unida. El
futuro geopolítico ya no puede seguir siendo nacional, es imprescindible construir
espacios internacionales capaces de afrontar desafíos planetarios como el que estamos
viviendo en este periodo aciago.
[1] Sobre las pandemias en el mundo ver Villasante, La pandemia del coronavirus y las
nuevas políticas en el mundo y en el Perú, en prensa, Memoria, IDEHPUCP, mayo de
2020.
[3] Ver Marianne, https://www.marianne.net/debattons/billets/l-onu-paralysee-et-
impuissante-est-condamnee-se-reinventer
[4] Ver la petición https://www.change.org/p/united-nations-call-for-the-resignation-of-
tedros-adhanom-ghebreyesus-who-director-general
[5] BBC Mundo, https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-52289020
[6] BBC Mundo, https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-52603147
[7] IFRI, https://www.ifri.org/sites/default/files/atoms/files/ramses2019_bat_ekman.pdf
[8] FranceInfo, https://www.francetvinfo.fr/monde/chine/l-article-a-lire-pour-comprendre-
la-guerre-commerciale-entre-la-chine-et-les-etats-unis_3567797.html
[9] La Tribune, https://www.latribune.fr/economie/international/malgre-le-coronavirus-les-
etats-unis-et-la-chine-promettent-de-ne-pas-relancer-la-guerre-commerciale-847271.html
[10] BBC Mundo, https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-52510375
[12] Euronews, https://es.euronews.com/2020/05/08/borrell-necesitamos-construir-un-
nuevo-multilateralismo-en-el-que-la-ue-tenga-un-papel-imp
[13] Le Monde, https://www.lemonde.fr/idees/article/2020/04/30/les-somnambules-de-l-
europe-face-a-la-crise-du-coronavirus_6038197_3232.html
[16] Ver CEPAL, https://www.cepal.org/es/comunicados/pandemia-covid-19-llevara-la-
mayor-contraccion-la-actividad-economica-la-historia-la