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En las últimas clases abordamos dos filosofías políticas centrales para los ejes de esta
primera Unidad de la materia.
Los principios del liberalismo –que transitamos de la mano de John Locke, primero, y
John Stuart Mill, después-, y del marxismo –y su reformulación a través de los aportes
de Antonio Gramcsi-, se constituyeron en prismas para analizar las diferentes
fisonomías que el Estado fue adoptando conforme a su contexto, y el modo en que
tales transformaciones impactaron en sus fines y funciones.
Así, el liberalismo y el revulsivo generado por las ideas igualitarias y libertarias que
emergieron levantándose contra los preceptos de los absolutismos monárquicos, se
correspondieron con el innegable ascenso de una burguesía comerciante e
incipientemente industrial que, al ritmo de su progreso económico, procuraba destrabar
los límites que a dicho crecimiento imponía el poder omnímodo de la Monarquía y la
ausencia de derechos políticos. Por eso, como vimos, liberalismo político y económico
–capitalismo- han venido de la mano: la libertad que implicaba romper las cadenas de
sujeción impuestas por el absolutismo monárquico para acceder al irrestricto ejercicio
de los derechos civiles y políticos conformaba una herramienta imprescindible para
garantizar, desde el poder político, la libertad económica que la burguesía anhelaba
(libre comercio, libre cambio, libre competencia, invocación de un mercado
transparente, y recurrencia a la idea de iniciativa y esfuerzo individual como base de
todo progreso y realización).
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Teoría General del Estado – Clase 7
Por su parte, un siglo después, la filosofía política marxista surge como reacción a las
injusticias y desigualdades generadas por la aplicación de las distintas expresiones del
liberalismo, en especial, pero no únicamente, de la expresión económica –capitalismo-,
cuyas consecuencias resultan devastadoras para la mayoría de los miembros de la
comunidad, en especial para aquellos que no son dueños de los medios de producción.
Como vimos, a nivel discursivo el liberalismo sostiene que por haber nacido todos
somos iguales ante la ley y tenemos idénticos derechos. Esto constituye sin dudas un
gran avance frente al absolutismo monárquico. Sin embargo, según señala Marx, en el
capitalismo realmente existente, tales postulados resultan meramente enunciativos: la
revolución burguesa se caracteriza por hablar en nombre de todos, pero beneficia sólo
a una minoría: los propietarios burgueses, adultos, varones, blancos. Instala la
dominación política de la burguesía y el reinado del dinero y el valor de cambio.
Alienación de los trabajadores y plusvalía son ejes de un análisis que encuentra en la
revolución socialista su respuesta más radical. Como proyecto humanista, a partir de la
praxis revolucionaria, el marxismo se propone crear una sociedad de hombres nuevos
liberados de la explotación económica, pero también de la dominación política de la
subjetividad, la alienación y el fetichismo mercantil.
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Teoría General del Estado – Clase 7
En efecto, terminada la contienda bélica, a partir de 1945, devastada por sus efectos
destructivos, Europa se vio fuertemente asistida por la potencia emergente vencedora –
EEUU- que a través del denominado “Plan Marshall” trasladó los beneficios de las
políticas keynesianas aplicadas para paliar los efectos de la crisis del ’30 a los países
europeos occidentales, en especial a los vencidos, mediante créditos blandos y
subsidios que tenían como única condición de efectivización la instalación, por parte
de aquellos Estados, de regímenes democráticos y de políticas integradoras con un
fuerte rol del Estado en materia de protección social y en el diseño de programas de
desarrollo y crecimiento.
Así, países derrotados como Italia y Alemania, que habían sostenido a los regímenes
fascistas y nacionalsocialistas (nazismo), respectivamente, no sólo dieron paso a
1 Seguimos, en este desarrollo, a Sergio Di Gioia, Aportes para una Teoría del Estado, 2008, Ediciones EmeEle.
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Esta nueva filosofía política sepultó la autosuficiencia del liberalismo económico que
dejaba librado al mercado y al libre juego de las fuerzas económicas, la oferta y la
demanda, la asignación adecuada de los recursos.
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Teoría General del Estado – Clase 7
La redistribución del ingreso que se lograría de esta manera, como así también la
implementación de una política tributaria progresista se complementaba con el tendido
de un tejido de seguridad social generado por el Estado, que apuntaba a tutelar a los
sectores más desprotegidos, o en situaciones de mayor indefensión (niñes, ancianes,
mujeres embarazadas, discapacitados, entre otros).
Para ello, naturalmente, debe partirse de las diferencias materiales y objetivas de los
sujetos alcanzados, y de la asunción de las objetivas condiciones de desventaja
(generadas no sólo por imperio de las relaciones de fuerza existentes en el ámbito
económico y laboral, sino también por situaciones concretas que se atraviesan a lo
largo de la vida: embarazos, niñez, ancianidad), para poder generar del Estado el
desarrollo de políticas y protección normativa, con miras a equiparar los puntos de
partida de los distintos sectores sociales.
Tal premisa importa lógicamente un aumento del aparato estatal. Importa además el
desarrollo de un sistema político, la democracia social -integradora y superadora de la
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Teoría General del Estado – Clase 7
El modelo entró en crisis en la década del ’70, de la mano de la llamada “crisis del
petróleo”, generando las condiciones para la emergencia del neoliberalismo, que en
Latinoamérica importó además la constitución de dictaduras militares y en nuestro país
en particular, del Estado Terrorista.