Sei sulla pagina 1di 2

Segundo título: ¡Por quién murió Cristo?

Cuando Adán y Eva pecaron, se hicieron dignos del castigo eterno y separación de
Dios, Genesis 2:17, murieron físicamente, habían sido creados para no morir nunca,
eran eternos, se puso fin a su vida biológica, y murieron espiritualmente produciendo la
separación con Dios y la vida.
Del mismo modo cuando los seres humanos pecan, se hacen merecedores de la ira de
Dios y del castigo eterno “la paga del pecado es muerte” Ro 6:23. Al pecar la justicia
de Dios requiere y demanda que eternamente quedan separados de Dios y vivan por
siempre en el infierno recibiendo la ira divina. Esto le sucedió a los ángeles que
pecaron.
 Creemos en la doctrina de la Expiación Ilimitada. Dicha doctrina sostiene que la
expiación es ilimitada en el sentido de que se halla a disposición de todos; más sin
embargo es limitada en el sentido de que sólo es eficaz para aquéllos que crean. Así,
aunque la Expiación y sus beneficios están a disposición de todos, no todos se
benefician de ella. El perdón de pecados y la salvación está condicionada a la fe en
Cristo.
“él es la propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también
para el mundo entero"-- como sigue: "CRISTO SUFRIÓ POR LOS PECADOS DEL
MUNDO ENTERO, y en la bondad de Dios es OFRECIDO A TODOS LOS HOMBRES
SIN DISTINCIÓN, SIENDO DERRAMADA SU SANGRE NO POR UNA PARTE DEL
MUNDO SOLAMENTE, SINO POR TODA LA RAZA HUMANA; porque aunque en el
mundo no se encuentra nada digno del favor de Dios, sin embargo él OFRECE LA
PROPICIACIÓN AL MUNDO ENTERO, ya que sin excepción él INVITA A TODOS A
LA FE DE CRISTO, que es nada más que la puerta a la esperanza" 
 El pago efectuado por Cristo tiene el poder potencial para limpiar los pecados del
mundo (Jn. 1:29). 
¿Cuál fue la causa última que llevó a Cristo a venir a la tierra y morir por nuestros
pecados? Para encontrar la respuesta debemos remontamos hasta algo que hay en el
carácter de Dios mismo. Y aquí las Escrituras apuntan a dos cosas: El amor y la justicia
de Dios.
El amor de Dios como una causa para la expiación la vemos en el pasaje más
conocido de la Biblia: «Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito,
para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Jn 3: 16).
Pero la justicia de Dios también requería que encontrara una forma de que se pagara
el castigo que nosotros debíamos por nuestros pecados (porque no podía aceptamos para
tener comunión con él si no se pagaba ese castigo).
Pablo explica que esta era la razón por la que Dios envió a Cristo para ser nuestra
«propiciación» (Ro 3: 25; esto es, un sacrificio que carga con la ira de Dios a fin de que
Dios sea «propicio» o esté favorablemente dispuesto hacia nosotros): «Dios lo ofreció
como un sacrificio de expiación para así demostrar su justicia. Anteriormente, en su
paciencia, Dios había pasado por alto los pecados; pero en el tiempo presente ha
ofrecido a Jesucristo para manifestar su justicia» (Ro 3: 25).
Pablo está aquí diciendo que Dios había estado perdonando pecados en el Antiguo
Testamento pero no se había pagado el castigo, hecho que hiciera a las personas pensar
si Dios era de verdad justo y preguntarse cómo podía perdonar pecados sin castigarlo.
Ningún Dios que de verdad fuera justo podía hacer eso, Con todo, cuando Dios envió
a Cristo para morir y pagar el castigo por nuestros pecados, lo hizo «para manifestar su
justicia. De este modo Dios es justo y, a la vez, el que justifica a los que tienen fe en
Jesús» (Ro 3: 26).
Que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios
viviente, que El cual (Dios) quiere que todos los hombres sean salvos y lleguen al pleno
conocimiento de la verdad. (1ª Timoteo 2: 4)
El cual (Señor Jesús) se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio
testimonio a su debido tiempo. (1ª Timoteo 2: 6)
Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres (Tito
2:11).
Todo el capítulo 2 de 1ª Timoteo enfatiza la posibilidad de que todos los hombres sean
salvos. Ellos son objetos del poder salvífico de Dios. En el capítulo 4, Pablo una vez
más introduce esa certeza. Para Tito, Pablo escribe sobre esa universalidad de la
provisión divina de la salvación. Cristo, la efectividad histórica de la gracia salvadora
divina, ofrece el don de la salvación para “todos los hombres” y no para algunos. Pedro
sigue en esa línea: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por
tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca
sino que todos procedan al arrepentimiento”. (2ª Pedro 3:9)
“es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen.” (1ª Timoteo 4:10)
Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres (Tito
2:11).

Potrebbero piacerti anche