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Maruja Barrig
ARROZ CON LECHE.- El cantante se quiere casar con una señorita que sepa
coser y bordar. Pero además que sepa también: hacer las compras, cocinar, lavar ollas y
vajillas, barrer, trapear, tender camas, desinfectar baños, lavar y planchar la ropa de la
familia, levantar a los niños, bañarlos, prepararles el desayuno, llevarlos al colegio- y
recogerlos- vigilar las tareas, pagar las cuentas, hacer trámites. Si se malogró el
microondas, llamar al técnico. Si es un desperfecto menor como un wáter atorado,
desatorarlo. Atender al abuelo, a la madre anciana, a la tía abuela. Llevarla al médico,
comprarle las pastillas, los pañales para adulto, cambiarla. Y si vives en el campo, más
complicado: no hay más que bosta o leña para cocinar, no hay lavadora solo río. La
posta te queda lejos y tienes que andar para llevarle el fiambre al marido que está en la
chacra, sin perder de vista a las gallinas y cuyes que crías.
Sobre la base de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo del año 2010, la
investigadora Ana María Yáñez calculó que las peruanas en las ciudades destinan 36
horas semanales al trabajo por ingresos y los hombres, 50. A las tareas del hogar, esas
mismas mujeres le dedican 39 horas a la semana, mientras que los varones, 15. En
conclusión, en la semana las mujeres trabajarían 75 horas, diez más que los hombres,
según el INEI (libre de feminazis). Además del sello de la devaluación, lo doméstico
consume el tiempo y la energía de las mujeres.