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DOCUMENTO DE APRENDIZAJE

ÁREA:EDUCACIÓN RELIGIOSA

GRADO:10° JORNADA:MAÑANA Y TARDE

1. Vocación y profesión.
CATEGORÍA CONCEPTUAL: 2. Vidas con sentido en el contexto del AT: Vocación de: Abraham,
Moisés, Rut, Samuel, David, Jeremías.
Sustenta desde texto bíblicos, el plan de Dios para la vida de los hombres y
INDICADOR DE DESEMPEÑO
de los pueblos. 20%

Apreciado estudiante

Este documento que te presentamos tiene como objetivo ofrecerte algunos recursos que te ayudarán a reconocer y
profundizar en algunas categorías conceptuales, necesarias para el desarrollo de las competencias propias del área y el
logro propuesto para el grado 10° desde el inicio del año.

Te invitamos a continuar con tu actitud positiva y proactiva desde el trabajo autónomo y aproveches muy bien el tiempo y
los recursos como oportunidades para afianzar tu proceso de aprendizaje.

En el siguiente enlace encuentras 30 esquemas diferentes de cómo podrías organizar el conocimiento que vas
adquiriendo https://es.slideshare.net/jjavhe/organizadores-del-conocimiento-37169175

Recuerda disponer de un ambiente adecuado de estudio, evita las distracciones y maneja bien el tiempo. TEN PRESENTE
QUE ESTE DOCUMENTO Y LOS RECURSOS QUE AQUÍ SE PROPONEN SON PARA AFIANZAR TU
CONOCIMIENTO, NO DEBES HACER ENVÍO DE NINGUN TRABAJO. “Que tu mayor recompensa sea el gozo de
transformarte a través de la valiosa experiencia de aprender”.

Nos vamos a aproximar al sentido de la vocación y la profesión, para comprender el desarrollo de la vocación de los
personajes protagonista de la historia del Pueblo de Israel, como un llamado de Dios para una misión.

VOCACIÓN Y PROFESIÓN

VOCACIÓN PROFESIÓN
Dios, que ha creado al hombre por La palabra profesión es un término
amor, lo ha llamado también al amor, que proviene del lenguaje latín
vocación fundamental e innata de “professio” y “onis» que significa
todo ser humano, porque el hombre acción y efecto de profesar. Se tiene
fue creado a semejanza de Dios, que por definición de este concepto a
es amor. la actividad constante que determina
Desde su nacimiento, cada persona la entrada a un grupo laboral. El
está destinada a la bienaventuranza término además hace referencia a lo
eterna, el Cielo. Dios crea a cada uno que es una profesión, una carrera que
con un propósito, una misión. Esa requiere de estudios universitarios
misión es lo que se conoce como específicos, donde se logra obtener los
vocación. Catecismo de la Iglesia conocimientos necesarios para cierto
Católica, 1604, 1703. desempeño laboral. Por otra parte, Las
La vocación es el llamamiento que personas que estudian y obtienen un
Dios hace oir al ser humano que ha título o certificado se les conoce como
escogido y al que destina a una obra profesionales.
particular en el designio de salvación y
en el destino de su pueblo.

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Ver el video de la conferencia del padre Juan Jaime Escobar: “Vivir la vida como una misión” y
https://www.youtube.com/watch?v=Wn1lOmtyjNo y sacar conclusiones en relación con el sentido de
vocación, misión y profesión.

Leer atentamente el siguiente documento sobre vocaciones en la Biblia. Para ello recuerda hacer uso de algún
organizador gráfico, de los sugeridos en el link colocado arriba, para registrar el conocimiento adquirido.

Ten en cuenta las preguntas que se encuentran al final de cada personaje, como pistas de reflexión que te servirán de
insumo para incluir en el proyecto de crecimiento personal.

VOCACIONES EN LA BIBLIA

Texto tomado de https://www.javerianos.org/formacion/dosieres/101-materialesdossiers16-vocaciones-en-la-


biblia

Leyendo la Biblia, nos encontramos con personas que han sido, por su manera de vivir, testigos de Dios. Se nos presentan
como modelos de fe. Se trata de Abrahán, Moisés, David, Jeremías, Rut...
Son hombres y mujeres que han vivido en épocas muy diferentes a la nuestra y, sin embargo, hay algo en ellos que es
válido para todos los tiempos y lugares: su relación con Dios y con su proyecto.

Queremos proponerte la posibilidad de caminar con ellos: protagonistas en su tiempo. Y al caminar con ellos, queremos
invitarte a ser también tú protagonista, hoy, de un nuevo mundo, de una nueva sociedad: el mundo y la sociedad que Dios
quiere, el Reino que Jesús ha anunciado ya presente entre nosotros.

1. ABRAHÁN: UN NÓMADA

El primer gran personaje que encontramos en la


Biblia es Abrahán. Lee las páginas del libro del
Génesis 12,1 hasta 23,20. En el personaje de
Abrahán nos vamos a detener en esta primera
reflexión.

Abrahán es un pastor que va de una parte a otra


buscando pastos y agua para su ganado. Es un
pastor nómada, inquieto y, a veces, solitario. Es
alguien que busca en el desierto. Abrahán es
natural de Ur de Caldea y vivió hacia el año 1900
antes de Cristo.

Cada ser humano tiene una identidad propia que


es compartida, a su vez por el grupo al que pertenece. Esta identidad se manifiesta en una serie de rasgos y características
como son la lengua, el modo de vestir y de comer, la manera de celebrar la vida o la muerte...

Abrahán también tiene una identidad definida por la relación estrecha que mantiene con su familia, con su tierra y con sus
dioses. Abrahán no es un personaje abstracto, es concreto, histórico, y esto lo hace cercano a nosotros.

PONERSE EN CAMINO

Abrahán está casado con Sara, pero no tiene hijos. Es rico, pero le falta lo más importante: el hijo que pueda garantizarle
una continuidad después de muerto.
Aún hoy hay muchos grupos étnicos para quienes el principal bien es tener un hijo varón que continúe la descendencia
familiar.

Abrahán debía estar triste, y en su soledad, en medio de la naturaleza, en un hueco del día o a la luz de la luna, oraría a
su Dios y se lamentaría delante de Él. Y Dios, que está al lado de los que le invocan con sencillez de corazón, tardó algún
tiempo en revelársele, pero al final lo hizo.
¿Y cómo se le presenta? De una manera desconcertante: "Sal de tu tierra, de entre tus parientes y de la casa de tu padre".
Dios conoce a Abrahán, sabe dónde vive, cuáles son sus preocupaciones, sus interrogantes... y precisamente porque le
conoce se atreve a confiar en él proponiéndole un plan audaz.

UNA HISTORIA NUEVA

Pero salir, ponerse en camino, significa dejar algo. ¿Tendrá Abrahán que renunciar a su propia identidad, al mundo
personal que poco a poco se ha ido construyendo, para caminar con Dios?
Abrahán, en lo secreto de su alma, ha pedido a Dios un hijo. Si fuese padre, sería feliz. Pero a sus setenta y cinco años,
¿qué puede esperar?

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Dios, que rompe los esquemas de nuestra mente y desafía los razonamientos más perfectos, irrumpe en la vida de
Abrahán, no para pedirle satisfacer sus necesidades inmediatas, sino para pedirle que renuncie a lo que tiene y que se
ponga en camino. A partir de este momento, Abrahán se da cuenta de que Dios es mucho más grande de lo que él había
pensado. ¡Sí! Él pensaba que era sólo el Dios de su pueblo, que estaba para protegerlos y satisfacer sus anhelos. Y, sin
embargo, Dios se le muestra en lo desconocido y arriesgado, en el horizonte que se percibe y no se toca.

¿Cuál es la respuesta de Abrahán? Deja lo conocido, lo que le da seguridad y, en el fondo, identidad, y empieza a caminar,
con la única confianza de sentirse acompañado por Dios. El riesgo es grande. ¿Qué encontrará mañana? Abrahán confía
en Dios.
El riesgo, basado en la confianza de que Dios guía nuestra vida, es el elemento básico y fundamental de la historia nueva
que comienza con Abrahán: El futuro no depende ni de ti ni de mí; el futuro está en las manos de Aquel que nos ama y
nos conoce profundamente.

UNA NUEVA FAMILIA

La llamada a Abrahán va acompañada de una promesa: "Haré de ti un gran pueblo... y en ti se bendecirán todas las
familias de la tierra". Abrahán deja su tierra y la casa de su padre, para encontrar otra tierra y otra familia mucho más
amplia que la conocida. Dios llama a Abrahán a salir de su pequeño nido para abrirse a la universalidad. Le llama a salir
de su pequeño proyecto para encontrarse con el proyecto de Dios. Abrahán encuentra una nueva identidad. La identidad
que le viene de unir a los pueblos, de ser con su presencia signo de fraternidad universal. Su tierra no será ya la de Ur de
Caldea, sino la que vaya encontrando en el camino; y su familia no quedará reducida a Sara y Lot, se irá ampliando con
las personas con las que entre en contacto.

PISTAS PARA EL CAMINO

Abrahán es un personaje muy sugerente para todo el que quiere vivir su vida abierta a la humanidad entera.

PARA TU REFLEXIÓN PERSONAL Y PROYECTO DE


CRECIMIENTO:

1. Abrahán, al ponerse en camino encuentra su plena


identidad y el sentido de su vida. Pregúntate qué es lo
que te da a ti identidad como persona: ¿Por qué vives,
luchas, estudias o trabajas...?
2. ¿En qué medida entra Dios en tu proyecto? ¿Tienes
capacidad de riesgo?

Este video te permitirá profundizar en el conocimiento de vida y la misión de Abrahán


https://www.youtube.com/watch?v=jEdw5NXvFE8

2. MOISÉS: SOÑADOR DE LIBERTAD

El final de siglo XX resultó sumamente paradójico.


Por una parte, se celebró los 25 años de la llegada
del hombre a la Luna; se pudo prever y captar en
el momento exacto la caída del cometa
Shoemaker-Levy; se pudo seguir en directo y
cómodamente sentados en casa el traspaso de la
soberanía de Hong-Kong a China o el mundial de
fútbol... Pero aún hoy, nos resulta imposible
detener el drama de tantos pueblos que intentan
sobrevivir en medio de la violencia, el hambre y la
desesperación.

¿Por qué sucede esta dolorosa realidad? ¿Por


qué estamos más interesados en invertir ingentes
sumas de dinero en la fabricación de un satélite que nos permitirá captar una serie de canales de televisión, en vez de
solucionar, por ejemplo, la enfermedad de la malaria que produce millones de víctimas? Parece como si nuestro pequeño
mundo occidental se estuviese encerrando en sí mismo, ocupándose de sus caprichos y delirios de grandeza, dando la
espalda a la existencia trágica de tantos millones de hermanos.

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HACE MUCHOS SIGLOS

Bastantes siglos antes de que Jesús naciese, había una gran potencia dominadora, Egipto, que, como la mayoría de las
grandes potencias de todas las épocas, era lo que era porque sometía a sus intereses a los demás pueblos. Si uno de
ellos se rebelaba, era rápidamente aplastado.

Egipto contaba con el aliciente de ser muy rico en cereales gracias, sobre todo, a las crecidas del Nilo. En época de
sequía o escasez, los pueblos de alrededor bajaban a abastecerse de víveres. Como es lógico, mucha gente, atraída por
el nivel de vida egipcio, se quedaba a vivir allí, realizando los trabajos que iban saliendo para ganarse la vida. Ramsés II,
el gran faraón egipcio, como todos los faraones que ha visto la humanidad, no quiso pasar por la vida sin dejar señales
de sus huellas. Le entró la fiebre de construir monumentos, emulando a sus antepasados. Para ello necesitaba mano de
obra barata. ¿A quién acudir? A los más indefensos y desprotegidos, a los inmigrantes venidos de otros pueblos, a quienes
se destina a los trabajos forzados.

SACADO DEL AGUA

Pero Dios no permanece indiferente ante el sufrimiento humano. Su corazón está al lado de los humillados y explotados
por la sed de grandeza del faraón. La providencia de Dios se manifiesta muchas veces de una manera contraria al modo
de pensar de los hombres. Pero siempre, en circunstancias y situaciones difíciles, surge el grito liberador de nuestro Dios.
Ahora bien, este grito Dios lo hace sentir siempre a través de personas muy concretas y nada especiales.

¿Quién iba a suponer que un niño abandonado en las aguas del Nilo y rescatado por un familiar del faraón, se convertiría
años más tarde en el libertador de su pueblo? Moisés es este niño abandonado y rescatado, que, luego, crece, es educado
en la corte del faraón y es iniciado en la sabiduría egipcia.

Tiene todos los privilegios de pertenecer a la familia imperial. Su contacto con la realidad es limitado. Su mundo está
dentro del palacio, donde se desarrolla su vida de cada día. Desde pequeño se ha acostumbrado a ver la sociedad
dividida: los poderosos, mandan y viven bien; los pobres, están destinados al servicio de los intereses de los primeros.

MOISÉS TIEMBLA

El orgullo de pertenecer al gran imperio, crece en el corazón joven de Moisés. Grandes proyectos e ideas se van gestando
en su mente. Los jóvenes de su generación tienen la obligación de continuar la expansión y la grandeza de la sociedad a
la que pertenecen. Entre las ansias de grandeza y los proyectos de futuro, Moisés decidió un buen día dar un paseo por
las faraónicas construcciones, donde los extranjeros trabajaban de sol a sol bajo la estrecha vigilancia de la policía egipcia.
Y he aquí que, de pronto, observa que un vigilante egipcio maltrata a un trabajador israelita.

Moisés se encuentra, de golpe y sin haberlo buscado, frente a la cruda realidad. La ideología dominante la justificaba con
los argumentos del poder, del orden y de la seguridad nacional. Esta realidad que Moisés descubre no es la que le han
enseñado en el mundo artificial del palacio. En su corazón surge inesperadamente el grito por la justicia: "¡Esto no es
posible!". Y de repente, sin pensarlo, mata al agresor egipcio. Es su respuesta, no meditada, ante un hecho que le
desconcierta profundamente: la grandeza del imperio egipcio está fundada sobre el desprecio de la vida de unos
indefensos trabajadores. Y Moisés vuelve al palacio... Pero su corazón tiembla.

Difícilmente puede conciliar el sueño. Piensa en lo que ha visto y hecho, y en lo que le han enseñado. Está turbado e
inquieto. Las cosas no coinciden. Al amanecer del día siguiente se pone de nuevo en camino. Quiere conocer mejor la
realidad, ahora no desde los manuales, sino desde el barro y los ladrillos. Pero la realidad es compleja. Surge una pelea
entre dos israelitas y él intenta poner paz. Uno de ellos le reprocha el crimen cometido el día anterior. Moisés, al ver que
lo que hizo se sabe, se asusta.

MOISÉS HUYE

La noticia llega al faraón, que decide buscar a Moisés para matarle. El mismo faraón que lo había mimado y educado,
ahora quiere acabar con él. Así pasa con todos los poderosos, que no aceptan la más mínima crítica a su sistema: o te
sometes y te integras, o te buscan para eliminarte. El poder no admite soñadores de libertad ni de solidaridad. Moisés
huye hacia el desierto. Busca su propia seguridad. Y, ante las amenazas de muerte, encuentra refugio en Madián. Debió
ser muy dura la experiencia. Todo pasó muy rápido, casi sin poder reflexionarlo.

Ahora, en el desierto, al lado del pozo, en la serenidad de la noche, Moisés piensa en lo acaecido. Es imposible volver a
Egipto, debido a la amenaza del faraón y al rechazo de algunos israelitas. ¿Qué hacer? "Es verdad que es injusto lo que
está pasando allí, pero debo salvar mi propia piel. Y, además, también tengo derecho a vivir mi propia vida". Moisés se
queda a vivir en la tierra de Madián. Se casa, forma un hogar, adquiere un rebaño para sobrevivir... Y.… los grandes
sueños de conocer la realidad tal cual es y de liberar al pueblo oprimido se desvanecen, caen en saco roto. (Lee Éxodo
1 - 2)

PISTAS PARA EL CAMINO, PARA REFLEXIONAR:

1. Moisés vivió hace mucho tiempo. Muchas cosas han cambiado. Y sin embargo, hay aspectos que coinciden.
Compara Egipto y nuestro mundo de hoy. ¿Encuentras algunas semejanzas?
2. Moisés, a pesar de estar muy bien educado y tener excelentes conocimientos, vive de espaldas a la realidad. Hoy
día, la formación escolar, universitaria, los medios de comunicación social... ¿te ayudan a conocer la realidad de
nuestro mundo?

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3. Ante el peligro; Moisés huye y opta por vivir su propia vida, porque él también tiene derecho a vivir tranquilo y
cómodamente. ¿Qué te parece esta actitud?

En el mundo, a través de personas muy concretas y de situaciones nada especiales, Dios hace oír su grito.

BUSCADOR DE SOLIDARIDAD

Cuando nos acercamos a la Biblia, surge en nosotros la reacción espontánea de idealizar a las personas que encontramos
en sus relatos. Los consideramos seres especiales y extraordinarios, dotados de un "no sé qué" que les hace muy
diferentes a nosotros. Idealizándoles, les quitamos toda la fuerza que pueden tener para nosotros. Qué duda cabe que
Moisés ha sufrido también este proceso. En nuestra mente está un Moisés de película, sobrehumano, rayando los límites
de lo divino. Sin embargo, Moisés era como tú y como yo, de carne y hueso. Era un hombre y de él podemos aprender,
hoy, cómo respondió, en su momento histórico, concreto, a la llamada que Dios le hizo.

EN MADIÁN

Ante el peligro que corría, Moisés huyó y se refugió en Madián. Allí se casó, formó un hogar y se ganaba la vida.
Aparentemente Moisés ha recobrado la tranquilidad. Durante este tiempo, en Egipto hubo un cambio de poder. Llegó un
nuevo faraón que endureció, aún más, las condiciones de trabajo de los extranjeros. Desde siempre al pobre, cuando ha
perdido todas las esperanzas humanas, sólo le queda el grito desesperado hacia Dios. En Él encuentra refugio y consuelo.
"Al menos Él nos escuchará y verá nuestra situación".

Y Dios, que nos sorprende continuamente, resulta que se encuentra cerca, muy cerca de ellos. Pensamos en un Dios
tranquilo en lo alto del cielo, pero Él está mucho más próximo de nosotros que nosotros mismos. Dios escucha las quejas
de los pobres, oye sus gritos y se interesa por ellos, porque ellos son su gran debilidad.

En todas las épocas, también en la nuestra, Dios ha estado y está al lado de los más débiles y marginados. Si pensásemos
en un Dios que no se preocupase de ellos, no sería el Dios bíblico, sería una proyección del hombre. (Éxodo 2,13 - 3,17)

EN EL DESIERTO

En el desierto, sin más horizonte que el cielo, el ser humano se interroga por el sentido de su vida. Allí encuentra el lugar
de la purificación, del conocimiento de sus apegos, del suspiro por la libertad.

Moisés en el desierto, aparentemente moraba en la tranquilidad, pero la situación que vivían sus hermanos en Egipto
debió de darle más de una vez vueltas en la cabeza. En su interior había una llama que no podía extinguirse. Por más
que él intentara dejarla de lado, una y otra vez afloraba en sus pensamientos. "Es imposible seguir viviendo sin dar una
respuesta a esta inquietud que no me deja vivir", se diría Moisés. Y un buen día decidió acercarse a esta inquietud para
conocerla profunda y realmente. Y se puso en camino... Y Dios, que conoce el corazón humano, ve las intenciones de
Moisés y sale, insospechadamente, a su encuentro.

Dios nunca deja solo a quien se pone en camino de discernimiento y búsqueda sincera. Antes de dar el primer paso, Él
ya te ha ofrecido su mano para caminar juntos.

"MOISÉS, DESCÁLZATE"

¿Y cómo sale Dios al encuentro de Moisés? Llamándole por su nombre. Dios conoce a Moisés. Conoce su caminar, su
pasado, sus deseos de un mundo justo, su lucha en favor de los débiles, su decepción, su huida y su refugio en Madián.
Dios ha estado con Moisés, aún cuando él no se haya dado cuenta.
"Si escalo el cielo, allí estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro; si vuelo hasta el margen de la aurora, si
emigro hasta el confín del mar, allí me alcanzará tu izquierda". Y, ahora, le sale al encuentro para llevarle a la plenitud de
lo que busca, para dar respuesta al interrogante que no le deja vivir.

Pero, quizás, Moisés quería nadar y guardar la ropa. Su deseo de búsqueda iba unido a un deseo de seguridad. Y Dios
no quiere términos medios, o se pone uno en la búsqueda, dejando de lado las pequeñas seguridades, o termina uno
engañándose. Si quieres entrar en el camino de Dios, hazlo libremente y descubriéndote, desnúdate ante la Verdad.
Incluso las sandalias, que te protegen los pies de los posibles peligros, te sobran: ¡DESCÁLZATE! Dios te guiará por
sendas desconocidas.

Y la verdad es que Dios está en el fango y en el sudor. Está donde los hombres sufren, lloran y cargan con el peso de la
injusticia. Se halla donde los hombres están perdiendo el rostro humano. Dice Dios: "He visto la opresión de mi pueblo en
Egipto, he oído sus quejas, me he fijado en sus sufrimientos".

Moisés se descalza ante un Dios que se ocupa de quien está perdido, de quien sólo es un número para el sistema, de
quien sufre los programas de planificación hechos desde arriba.

"YO TE ENVÍO"

Y Dios está tan enamorado de los hombres y en particular de los últimos de la tierra, que decide pedir a Moisés su
colaboración. ¡No, Dios no está loco! Somos obra suya y por eso confía en nosotros. Es tan grande su confianza que deja
la responsabilidad de este mundo en nuestras manos. A menudo, descargamos la responsabilidad de lo que sucede en
los demás. Que si gobernantes, que si ejércitos, que si poderosos... Y así seguimos viviendo autoconvenciéndonos de
que no es tarea nuestra. Es una manera barata de autojustificar nuestro poco deseo de preocuparnos por los demás.

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Pues bien, en el desierto no valen las excusas, ni tampoco las justificaciones. Lo único que vale es la disponibilidad para
dejar que Dios haga en nosotros cosas grandes. Es verdad que somos pequeños, pero no inútiles. Es verdad que cuando
pensamos en todo lo que hay por delante, nos atenaza el miedo, pero, ¡ay de nosotros si nos dejamos condicionar por
este miedo!

EL AMIGO DE DIOS

Y Moisés se pone en marcha confiando en la promesa que Dios le hace: "Yo estaré en tu boca y te enseñaré lo que tienes
que decir". Así, Moisés inicia con su pueblo una de las historias de liberación más apasionante que ha conocido la
humanidad. ¡No estaba solo! "El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con un amigo"

PARA TU REFLEXIÓN PERSONAL Y PROYECTO DE


CRECIMIENTO:
1. Dios se nos presenta viendo y escuchando la opresión
de su pueblo. ¿Te sientes cercano a los que más
sufren? ¿Ves la situación en la que viven? ¿Escuchas
sus lamentos? ¿Cómo?
2. A pesar de que aparentemente Moisés vivía en la
tranquilidad, había algo que no le dejaba vivir. ¿Qué
inquietudes tienes en tu interior? ¿Cómo les das
salida?
3. Y Dios deja la responsabilidad de este mundo en
nuestras manos. ¿Te sientes interpelado a colaborar
con Dios en la realización de un mundo más justo?
¿De qué manera?
4. El Señor hablaba con Moisés como habla un hombre
con un amigo. ¿Cómo es tu relación con Dios?

Este es un buen video que nos narra la historia de Moisés https://www.youtube.com/watch?v=xC-odaGrLA4

3. SAMUEL: AQUÍ ESTOY, SEÑOR

Nos situamos en el siglo XI a. C. Un tiempo de


transición.

Israel pasa de un modelo de confederación tribal a


una monarquía centralizada, imitando con ello a los
pueblos vecinos. Fueron momentos difíciles, se nos
dice que "la Palabra del Señor era rara". El pueblo
se alejaba de Dios en su afán de ser como los
demás.

Cuando eclipsamos a Dios de nuestras vidas, nos


llega la inseguridad, cedemos el paso a los
intereses personales. Ya no buscamos ni la verdad
ni la vida. Nuestra mentalidad se adapta a lo que
domina, a lo que está de moda. Hacemos cosas, pero no vivimos.

LA VIDA DE UN JOVEN

En este contexto se desarrolla la vida de SAMUEL. En esta reflexión nos detendremos en el período que va desde su
infancia hasta su juventud. Veremos cómo nació y se desarrolló su disponibilidad al proyecto de Dios, hasta el punto de
decir: "Habla, Señor, que tu siervo escucha". (Lee 1 Samuel, 1,1 - 4,1)

Desde la infancia, Samuel vive al servicio del Templo. Había sido entregado por su madre a Dios para que le sirviera. Elí,
el sacerdote encargado del Templo, es quien lo acoge y hace de él su ayudante. Samuel es un adolescente que cultiva
las actitudes de generosidad, del trabajo bien hecho, de prontitud para el servicio y de disponibilidad. "Hace cosas" para
servir a Dios.

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Elí es una persona preocupada para que todo lo que se hace en el Templo salga bien y se observe todo el ritual. Está
apenado por el comportamiento de sus hijos. Pero es incapaz de ir más allá. No es una persona acostumbrada a la
Palabra de Dios.
Esta situación va a influir mucho en el pequeño Samuel. También él, a pesar de todos sus valores humanos y su
disponibilidad para servir, no está abierto a la Palabra de Dios, tiene poca familiaridad con Dios.

Esto también nos puede pasar a nosotros. Hacemos muchas cosas para los demás, dispuestos a ayudar y a echar una
mano, pero sin haber sentido aún a Dios como Padre y amigo.

SUCEDIÓ UN DÍA

Es en este contexto donde Dios se hace presente interesándose por Samuel. Era un día cualquiera. Sucedió en aquel día
como podía haber sucedido en otro momento. De una manera inesperada e imprevista. Era de noche. Samuel "estaba
durmiendo". Como muchas veces pasa en nuestra vida diaria, no nos damos cuenta de las cosas importantes y la vida
se nos escapa de las manos. Vivimos, pero estamos dormidos.

Samuel "dormía en el santuario del Señor", allí donde tenía su trabajo y sus ocupaciones habituales. "Donde estaba el
Arca de la presencia de Dios". Samuel vivía rodeado de Dios, pero él no se daba cuenta. El Señor estaba a su lado y él
no lo sabía. Samuel dormía.

¡Cuántas veces nos ocurre lo mismo! Vivimos nuestra vida como si Dios no existiese, sin percibir que su presencia inunda
todo nuestro ser y que, en palabras de S. Agustín, "es lo más íntimo de nosotros mismos".

EL SEÑOR LO LLAMA

Jamás hubiese pensado Samuel que el Señor le iba a salir a su encuentro. Para Samuel, Dios era algo abstracto, una
idea, un objeto; nunca había experimentado que Dios es sobre todo una persona. El Señor, que lo conoce muy bien, se
le acerca, le susurra palabras al corazón y lo llama por su propio nombre. Samuel, en su disponibilidad, cree que es Elí
quien lo llama y le responde inmediatamente. Samuel no es capaz todavía de distinguir la variedad de voces que recibe.
Para él, todas son iguales. Sin embargo, hay voces que son diferentes, que hablan al corazón. Y es que por aquel tiempo
Samuel hacía muchas cosas para Dios, lo servía en el Templo, pero "no lo conocía todavía".

No nos puede pasar a nosotros algo parecido: ¿años y años en grupos, en la Iglesia, participando en la Eucaristía,
colaborando en tantas cosas y, sin embargo, no conocemos todavía a Dios?

Sólo más tarde, Samuel empieza a darse cuenta, con la ayuda del sacerdote Elí, que esa voz no proviene del exterior,
sino de su interior. Descubre que Dios está con él, que se interesa por él y que le ofrece su amistad y su intimidad.

HABLA, SEÑOR

Su disponibilidad natural, ahora, Samuel la pone al servicio de Dios. Es Él quien habla. Samuel, por su parte, escucha.

Seguir a Jesús es ponerse en camino y dejarse guiar por Aquel que nos conoce, nos ama y quiere ayudarnos para que
nos situemos en el Proyecto de Dios y nos convirtamos en Protagonistas del Reino. La escucha de la Palabra es el medio
más eficaz para ir descubriendo nuestro lugar en dicho proyecto.

Toda vocación es un proceso que va madurando lentamente. Nada sucede de la noche al día. Estar atento a lo
que se vive y se siente, dejarse ayudar por una persona, escuchar la Palabra... son algunos de los elementos
importantes para ir descubriendo la llamada del Señor y poder responderle.

EMPIEZA A CRECER

"Samuel crecía y el Señor estaba con él". Para aquel joven se inicia un nuevo camino. Samuel pasa de una existencia
simplemente buena, generosa, de ser un buen chico, a darse cuenta de la presencia de Dios que inunda toda su vida y
que hace de él un profeta. Poco a poco, mediante la escucha de su Palabra, se va familiarizando con Dios, hasta el punto
de no ser él quien dirige su vida, sino Dios mismo que vive en él.

En este proceso, lo único que Dios nos pide es que estemos disponibles al diálogo, y dejemos que sea Él quien vaya
guiando nuestro camino.

"Y la palabra de Samuel se escuchaba en todo Israel". Samuel deja de ser un niño que hace cosas, y se convierte en un
adulto que vive la presencia de Dios. Si Dios lo ha elegido es para que su palabra pueda ser oída por otras personas,
para que así puedan también ellos entrar en diálogo y familiaridad con Dios. Esto es la misión.

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DOCUMENTO DE APRENDIZAJE

PARA TU REFLEXIÓN PERSONAL Y PROYECTO


DE CRECIMIENTO:
Podemos seguir el mismo camino de Samuel y
reflexionar:

1. En la vida, ¿basta con ser bueno, generoso,


altruista, servicial...?
2. Dios habla, Samuel escucha: ¿Cuándo me habla
Dios?, ¿cómo lo escucho?
3. Elí ayuda a Samuel. ¿Quién me ayuda en mi vida?

Este es un gran video que te mostrará la misión de Samuel y la transición que vive el pueblo de estar
gobernados por los Jueces y pasan al proceso de la monarquía: Saúl, David y Salomón:
https://www.youtube.com/watch?v=34biq4ivs5I

4. RUT: COMPROMISO EN LA ADVERSIDAD

Tomado de : https://vivelabiblia.com/la-vocacion-y-la-biblia-
parte-1/

La historia de las dos viudas Rut y Noemí está escrita


desde la perspectiva femenina. Algunos autores incluso han
pensado que la persona que la escribió pudo haber sido
una mujer. Una mujer joven decide comprometer su vida al
servicio de otra y para ello deja su familia, deja sus dioses,
y deja sus propios planes. Se compromete con su suegra
en su lucha por restaurar a su familia y reclamar sus
derechos. Esto es exactamente lo que entendemos por
vocación.

Para Rut como para todos los seres humanos, la vocación es un asunto de libre decisión. Cada persona tiene la
oportunidad y el derecho de decidir si acepta la invitación de dedicar su vida a un proyecto o misión. No podemos llamar
vocación a una misión determinada cuando la persona ha sido obligada a tomar esa decisión. Rut toma la decisión de
acompañar a su suegra, y aunque es invitada a reconsiderar su decisión ella mantiene el propósito de unir su vida a los
planes y futuro de su suegra.

Un segundo elemento importante en la vocación de Rut y de todas las personas tiene que ver con el futuro. La decisión
se toma sin conocer ni tener certeza de los resultados. La vocación lleva implícito un acto de fe; la persona que decide
aceptar la invitación a dedicar su vida a una causa lo hace en la confianza de que tal acto está dentro de la voluntad de
Dios. La situación de Rut es todavía más compleja, ya que ella decide acompañar a su suegra a un país diferente,
donde su manera de vivir, de creer y de actuar será completamente diferente. Su compromiso, su vocación, la mantiene
firme, segura de haber hecho lo correcto y de que Dios le permitirá cumplir sus propósitos.

Un tercer elemento que podemos descubrir en la vocación de Rut y también en la de muchas personas, es que el
compromiso con Dios nos lleva a hacer o decir cosas que van contra corriente. La vocación de Rut la llevó a dejar la
seguridad de su propia tierra para acompañar a una mujer anciana y aparentemente sin futuro. La vocación llevó a Rut a
buscar a Booz en forma poco ortodoxa, para que cumpliera su papel de liberador. Por último, nos damos cuenta de que
aun sin tener grandes capacidades podemos ser convocados por Dios para una misión.

“Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios”. (Rut 1,16) Éstas son las palabras que Rut pronunció al renunciar a su
propio pueblo y a sus dioses.

Nota: Te invitamos a leer en tu biblia, los cuatro capítulos del libro de Rut.

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DOCUMENTO DE APRENDIZAJE

PARA TU REFLEXIÓN PERSONAL Y PROYECTO DE


CRECIMIENTO:
1. De los elementos descritos sobre la historia de Rut,
¿qué aporte puedes tomar para tu proyecto de vida?
2. En nuestro proyecto de vida, como en la historia de
Rut, siempre habrá adversidades que debemos
enfrentar. ¿Qué enseñanzas te deja Rut para asumir
estas situaciones?
3. Rut abandonó su pasado, sus dioses y comenzó a vivir
desde la experiencia liberadora del Dios de Israel. Y
Tú, ¿de cuáles experiencias del pasado necesitas
liberarte?

Comprende mejor la vida y vocación de Rut en este video


https://www.youtube.com/watch?v=f984fG4-xlE

5. DAVID: DEBILIDAD DE UN HOMBRE

En nuestro caminar, ayudados por las personas


que hallamos en la Biblia y que han vivido
situaciones análogas a las nuestras, nos
encontramos con DAVID, personaje central en la
historia del pueblo de Israel. La vida de David es
amplia y profunda. Hoy nos vamos a fijar sólo en
un aspecto de la rica personalidad de este rey:
su debilidad.
(Leemos 2 Samuel 11,1-12,14.)

UN JOVEN CON SUERTE

David hizo en poco tiempo una carrera fulgurante.


De ser un joven pastor al cuidado del rebaño de
la familia, pasa a ser elegido como futuro rey y
poco después, a ser consagrado como tal. Es
valeroso, es justo, es alegre y la suerte le sonríe.
Delante de sí tiene una gran responsabilidad. Se le considera el elegido por Dios para guiar a Israel por el camino de la
Alianza. De él, de su manera de hacer las cosas, de relacionarse con los demás, va a depender, en gran medida, que el
pueblo camine en la dirección correcta. David vive una época de gran esplendor. Todo le sonríe y él se siente escogido
por Dios. Él piensa que si Dios está con él, nada le puede fallar. Es joven, inteligente, lleno de fuerza y de vitalidad, siente
que nada ni nadie puede oponerse a sus proyectos.

LA DEBILIDAD HUMANA

Pero David es humano. El hecho de ser elegido por Dios no le da ninguna ventaja respecto a los demás, ni le exime de
nada. Es una persona, como cualquiera de nosotros, con sus virtudes y debilidades.

A David cada día se le presenta como una nueva oportunidad. Delante de sí tiene la posibilidad de realizar el proyecto de
Dios. Una hermosa tarea que le pide sacar a flote lo mejor que tiene en su corazón. Pero, justo por las enormes
posibilidades que tiene, la tentación de considerarse autosuficiente y de creerse seguro está al acecho de David. Es la
tentación en la que tantos caemos.

El camino del creyente, del escogido por Dios, no es algo ya hecho, sino algo que se va haciendo. Es necesario caminar,
no detenerse, vivir despierto y estar vigilante. Y, sobre todo, hay que aprender que el camino no puede hacerse solo.

Se nos dice que David estaba durmiendo. Dormir es lo contrario de estar despierto. Uno puede vivir dormido en la vida,
aunque cada día se levante, camine, coma, trabaje y se divierta. Uno vive dormido cuando no se mantiene fiel a los
valores en los que cree y a la misión por la cual ha comprometido su vida. David se durmió en los laureles conquistados.

VIVIR DESORGANIZADO

La desorganización, en la vida de cualquier persona, es algo que se va originando poco a poco, no llega de golpe. Empieza
cuando no se mantiene la actitud de vigilancia.

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David cede a un deseo tan simple como el de la comodidad. Prefiere quedarse en Jerusalén antes de asumir el riesgo y
la responsabilidad de marchar donde tiene que ir: al frente de sus tropas. Cree que domina la situación, que nada va a
pasar; empieza a ceder, pierde la vigilancia sobre sí mismo. La comodidad le conduce a la pereza. Se aleja de los demás
y se va convirtiendo en el centro. Poco a poco el horizonte, que antes era amplio y enorme, se reduce a deseos narcisistas.
Los suyos están luchando. David duerme la siesta. Se levanta al atardecer envuelto en su soledad. El resultado es
conocido, se acuesta con Betsabé, la mujer de Urías, un soldado que estaba luchando en el frente.

David llega a la culminación de un proceso de pecado que empezó con algo muy simple a lo que no se le dio la importancia
que tenía: se creía seguro, se había aislado de los demás y había perdido la vigilancia. ¿Quién recuerda al David alegre,
seguro de sí mismo, confiado, respetuoso con los más indefensos, solidario con su propia gente? Ahora es arrogante,
encerrado en su palacio, en su soledad.

HACER CÓMPLICES A LOS DEMÁS

El mal es irreparable. Pero David vive aún encerrado dentro de su reducido círculo de sentimientos y es incapaz de
comprender el alcance real de su desorden. Su autosuficiencia le ha cegado.

Cuando uno ha perdido el horizonte, no es capaz de ser dueño de sí mismo. Cuando es el egoísmo el que rige el
comportamiento, la inseguridad y el miedo empiezan a dominar a la persona.

Eso le pasa a David. El hombre seguro es ahora inseguro, el que era fuerte es ahora débil. David necesita introducir a
Urías en su propio círculo, para tranquilizar su conciencia y quitar importancia a lo que ha hecho. Necesita que otros vivan
como él para autojustificarse.

LA LEALTAD DE URÍAS

Pero Urías no es David. Tiene una misión que realizar y prefiere morir antes que ser incoherente con lo que se ha
comprometido. David insiste, pero Urías no cede ante lo fácil e inmediato, permanece fiel a aquellos que están sufriendo
y luchando. Esta es la gran diferencia entre ambos. Mientras David pone en primer lugar sus deseos, sin pensar en los
demás, Urías pone a sus compañeros en el centro de su vida y une su suerte a la de ellos. David, que no es capaz de
mirar más allá de su propia nariz, no puede soportar que un simple subordinado no ceda a sus presiones y chantajes, y
no entre en su propio círculo. La solución no es otra que acabar con la vida de Urías porque molesta.

ESE HOMBRE ERES TÚ

El profeta Natán sirve de espejo a David para que se vea tal como es, en su debilidad y en su pecado. "Ese hombre, que
ha hecho el mal, eres tú". El que ha destrozado una vida y arruinado una familia es David. "He pecado contra el Señor",
es la respuesta de David. Se ha dado cuenta. Natán le ha ayudado a abrir los ojos y ver la realidad que está viviendo. A
pesar de su pecado, Dios le aguarda de nuevo. David acepta su debilidad, pone su confianza en Dios y junto con los
demás vuelve a emprender su camino.

Sólo la presencia de alguien, desde fuera, puede ayudarme a darme cuenta de quién soy, de cómo estoy viviendo y hacia
dónde camino. Para ello, se necesita humildad y apertura a los demás, sobre todo a quien puede ayudarme. La
autosuficiencia conduce al narcisismo.

PARA TU REFLEXIÓN PERSONAL Y PROYECTO DE


CRECIMIENTO:
Lee detenidamente el Segundo libro de Samuel 11,1 -
12,14 y también el salmo 50.

1. ¿Encuentras algunos puntos de semejanza entre la


experiencia de David y la tuya? Detente en ellos y
analízalos.
2. Imprescindible para que David vuelva a encontrarse
consigo mismo, con los demás y con Dios, es la
presencia de Natán. ¿Tienes a alguna persona que
te ayude a ir leyendo lo que estás viviendo?

Conoce un poco más la vida de El Rey David https://www.youtube.com/watch?v=J45KtwTIje4

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6. JEREMÍAS: SEDUCIDO POR DIOS

La relación que Dios mantiene con el hombre es de


amor, ternura y cariño. Antes incluso de formarse en
el seno materno, el hombre ya está en el corazón de
Dios. De ahí que Dios tome la iniciativa de entrar en
la vida de las personas, para, caminando con ellas,
hacerlas protagonistas de una historia más humana
y más fraterna. La respuesta a esta iniciativa de Dios
es distinta según las personas.

Algunos la acogen con alegría; otros la rechazan,


pensando que Dios no es quién para dirigir sus vidas,
y otros luchan contra Él porque no lo ven claro,
porque el futuro que se les presenta es incierto o
porque ven contradicción entre lo que Dios propone y lo que ellos quieren.

Jeremías es una de esas personas que luchan continuamente contra Dios. Su vida es la historia de una seducción
continua por parte de Dios, de un ir y venir, de un dejarse y un esconderse. Esta seducción, Jeremías la vive de una forma
paradójica. Por una parte, la siente como una violación y, por otra, la experimenta como fuente de gozo y de alegría.

Para seguir mejor el camino que ha recorrido Jeremías te puedes detener en algunas páginas de su libro, sobre todo en
los siguientes textos: Jeremías, 1,4-10; 15,10-21; y 20,7-18.

UN HOMBRE DE SU TIEMPO

Jeremías nace hacia el año 650 a. C. en Anatot, un pequeño pueblo cercano a Jerusalén, la gran capital del reino de
Judá. Es hijo de Jelcías, sacerdote del templo.

En Anatot se tiene muy presente la memoria del Éxodo y del pacto que Dios había sellado con su pueblo. Un pacto que
subraya que lo que Dios quiere son corazones generosos y entregados a los más pobres. Se recuerda a Moisés, a Elías,
a Amós... Y se vive en actitud polémica con los notables de Jerusalén, que han vaciado de contenido el culto a Dios.
Desde pequeño, Jeremías es iniciado por su padre en la historia del pueblo de Israel. Una historia leída como historia de
salvación, donde Dios ha estado y está al lado de su pueblo, en los momentos fáciles y difíciles. Jeremías va creciendo
en este ambiente.

Entretanto, más allá de Anatot, las cosas no están tranquilas. Hay quienes luchan por ser los dueños del mundo. Asiria,
Egipto y Babilonia se disputan la supremacía. Para ello no ahorran guerras. Está en juego el ser el más fuerte y dominar
sobre el resto. Muertes, violencia, asesinatos, sufrimiento y saqueos están a la orden del día. Cuando hay intereses de
poder y prestigio, las vidas humanas cuentan muy poco. Todo se supedita al fin. Los ecos de todo ello llegan a Anatot.
Jeremías viaja a menudo con su padre a Jerusalén y ve con sus propios ojos lo que está pasando. A la vuelta, en casa,
con los amigos, comenta esta realidad. ¿Quién puede detener todo este desorden que no tiene en cuenta el plan de Dios?

LOS PLANES DE JEREMÍAS

A Jeremías le duele esta situación, pero no se da por aludido. En Anatot cultiva la tierra, transmite la Palabra de
Dios recibida, "es catequista", y tiene buenas relaciones con sus paisanos. ¿Quién es él, tan joven, para cambiar el
mundo? Es verdad que las cosas están feas y que, por la ambición de los que están arriba, los pobres siempre salen
perdiendo. Y, desde luego, esta sociedad, tal y como está ahora mismo, no es del agrado de Dios. En la mente de
Jeremías está muy presente la Alianza. Pero, ¿qué puede hacer? Poco.

Además, él ya tiene sus planes de futuro: se ve casado con una chica del pueblo, formando una familia y, además de
trabajar para sacarla adelante, seguirá siendo "catequista", porque, eso sí, quiere que la Palabra de Dios sea transmitida
de generación en generación. Jeremías es sincero y transparente. No está de acuerdo con la situación que vive el pueblo
y desea en el fondo de su corazón un mundo diferente. Mientras trabaja, piensa mucho en todo lo que ve y escucha. Su
corazón se vuelve cada día más sensible. Se da cuenta que no puede desentenderse de este mundo tan poco humano.

DIOS QUIERE ALGO MÁS

Al mismo tiempo, la Palabra de Dios, que él ha aprendido de su padre y que enseña a otros, le escuece en su interior, no
le deja dormir tranquilo. Sin que él se dé cuenta, esta Palabra le está llevando por caminos que él desconoce.

Un día, mientras estaba descansando del duro trabajo, sentado debajo de una parra, con el botijo del agua al lado, tuvo
una fuerte sensación en su interior; él contará que era como una voz que le decía: "Antes de formarte en el seno materno,
te conocía; antes que tú vieses la luz, te había consagrado; te he establecido profeta de las naciones".

UN JOVEN ASUSTADO

Jeremías se siente desconcertado. ¿Qué significa esta voz?, ¿de dónde proviene?
Pasan días, meses, y Jeremías experimenta, con más fuerza, esa voz en su interior. Se pregunta: ¿Quién es ése que
antes de venir al mundo ya me conocía y me amaba?, ¿quién es ése que quiere que yo, pequeño y desconocido, sea su
profeta? Intuye que Dios le está hablando a través de su corazón. Siente miedo, mucho miedo. La responsabilidad es
demasiado grande. "¡Ay, Señor mío, mira que no sé hablar, porque soy muy joven!".

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En el interior de Jeremías empieza la lucha. Él ya tiene hechos sus planes para el futuro, quiere una vida tranquila, sin
más complicaciones que las que tiene cada día.
Al mismo tiempo, Jeremías conoce la Palabra de Dios, conoce los profetas y sabe que cuando Dios entra en la vida de
una persona, ya no la deja. Intuye que Dios conoce perfectamente a cada uno y cuando pide algo a alguien es porque le
da la capacidad para responder.

ME HAS SEDUCIDO

Hasta ahora, Jeremías, que conocía todo esto, no lo había sentido como dirigido a él: "No digas que eres un muchacho;
a donde yo te envíe, irás; lo que yo te diga, lo dirás. No les tengas miedo, yo estoy contigo. Hoy pongo mis palabras en
tu boca". Pero la lucha continúa. Jeremías no se da por vencido, quiere escapar, olvidarlo todo. Busca salidas que le
ocupen el tiempo, que le impidan detenerse a pensar. Pero no puede desentenderse, habría sido un cobarde. Y además
intuye que la verdadera felicidad la encontrará acogiendo el plan que Dios tiene sobre él.

Y al final de la lucha, a Jeremías no le queda otra salida que ponerse en las manos de Aquel que lo ama y le invita a ser
luz de salvación para otros pueblos: "Me sedujiste, Señor, y yo me dejé seducir".

Seducido por Dios, Jeremías sale de su pueblo. Sólo lleva entre sus manos la pasión por Dios, por la verdad, por los
pobres y el sueño de un futuro nuevo para el pueblo. Y sólo tiene como instrumento la Palabra de Dios: Palabra de
denuncia y de esperanza. ¿Qué encontrará? Nadie lo sabe. Él tampoco. Sólo Dios, que es quién lo conduce. Jeremías
tiene 23 años, es el tiempo de amar.

PARA TU REFLEXIÓN PERSONAL Y PROYECTO DE


CRECIMIENTO:
1. Jeremías se siente débil, tiene miedo, pero encuentra
fuerza en la Palabra de Dios. ¿De dónde saco yo mi
fuerza para vivir cada día?
2. "Me dejé seducir". Jeremías es libre cuando se deja
seducir por el Dios que detesta las injusticias. ¿Dónde
percibo yo la presencia de Dios? ¿En qué fundamento
mi libertad?

Constatamos que a partir del momento en el que, vencidas todas sus resistencias interiores, Jeremías se pone en las
manos de Aquel que lo ama profundamente, inicia para él una nueva etapa en su vida.
El combate no había sido fácil: Jeremías soñaba con una vida normal, tranquila. Creía en Dios, pero no pensaba que Dios
se iba a fijar en él y, menos aún, que Dios quería hacer de él su luz ante las naciones.

Muchas habían sido las objeciones: "Mira, que no sé hablar, que soy joven e inexperto...". No eran más que excusas
sugeridas por el miedo. Jeremías, comprendiéndolo, cede al amor de quien lo amaba antes de formarse en el seno
materno.

SALIR DE SÍ MISMO

Jeremías sale de su pueblo, del lugar que lo había visto nacer y crecer. Deja lo conocido, lo que había sido su punto de
referencia, el lugar donde él se sentía seguro. En sus oídos resuena: "No tengas miedo, que yo estoy contigo". Con la
confianza que da el sentirse guiado por Dios, se pone en camino hacia lo desconocido y lo imprevisto. Entre sus manos
sólo lleva la pasión por el Dios de la Alianza y por la verdad, maltratada y burlada continuamente. Le duele el corazón por
los pobres, principales víctimas de un sistema que pisotea la dignidad del débil. Sueña con un futuro nuevo para el pueblo.
Sueña con una sociedad donde se viva el proyecto de Dios.

LA FUERZA DE LA PALABRA

Para realizar la misión que ha recibido de Dios sólo tiene la Palabra, una palabra de denuncia de un sistema corrompido
y una palabra de esperanza, ya que todo es posible aún si hay un cambio del corazón. Pero anunciar esta palabra no es
fácil. Jeremías descubre que no es ni todo negro ni todo blanco, sino que abunda el gris, y que es preciso observar la
realidad para saber discernir el bien del mal.
Este observar y discernir la realidad, hoy como ayer, depende mucho del lugar donde uno se ubique. No es lo mismo vivir
en una zona acomodada, donde aparentemente nada falta, que en un barrio donde hay paro, fracaso escolar... No es lo
mismo mirar la realidad desde España, que desde una favela de San Pablo o desde los suburbios de Manila.

Jeremías se pone, desde el inicio de su actividad misionera, al lado de los pobres; con ellos vive su relación con Dios y
con la sociedad, no esporádicamente, sino aceptando correr su mismo destino.

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EL PRECIO DE UNA OPCIÓN

Quien vive con pasión la realidad de los pobres y la incorpora a su propia vida, no puede callar ante lo que sucede a su
alrededor, alza su voz para que se oiga en todos los rincones.

Para hablar, Jeremías elige la puerta del Templo, el lugar más céntrico y concurrido. Allí denuncia a una sociedad que ha
rechazado el proyecto de Dios, una sociedad que explota al emigrante, al huérfano y a la viuda, que derrama sangre
inocente, que roba y mata, a una sociedad hipócrita que, presentándose bien, está corrompida en su interior. Jeremías
paga su valentía a un precio muy alto. Sus amigos se vuelven enemigos, sus hermanos lo calumnian e incluso planean
eliminarlo, ya que resulta demasiado molesto.

En estos momentos oscuros y difíciles, el profeta, abandonado y delatado, encuentra consuelo sólo en la Palabra de Dios:
"Cuando recibía tus palabras, las devoraba; tu palabra era mi gozo y mi alegría íntima; yo llevaba tu nombre, Señor". Por
paradójico que resulte, esta palabra que es su fuerza y la alegría de su corazón, es, al mismo tiempo, la causa del escarnio
y burla constante a la que se ve expuesto. Jeremías, pese a las invitaciones que recibe para que se acomode, es fiel a la
misión que se le ha encomendado. Es coherente, no admite la más mínima relajación.

EL FRACASO EN LA MISIÓN

Ser instrumento de Dios no garantiza a Jeremías el éxito en la misión. Más aún, parece como si el fracaso formase parte
de ella. ¡Esto es demasiado! Contra sus deseos iniciales, había dejado Anatot, su pueblo natal, para anunciar la Palabra
de Dios, y ahora resulta que es él quien está sufriendo en propia carne las consecuencias de anunciar esta palabra.
Sin duda, Jeremías pensaba que, al ser Dios quien lo había llamado, su destino sería el triunfo. Soñaba que, con Dios, lo
tendría todo a su alcance y que todos reconocerían lo bien fundado de sus palabras.
Ahora, sin embargo, encuentra rechazo, fracaso y persecución. ¿Qué pasa? ¿Es que Dios se ha olvidado de él? Jeremías
acusa a Dios diciéndole: "Te me has vuelto arroyo engañoso, de agua inconstante". Y, ¿cómo le responde Dios? "Si
apartas el metal de la escoria, volverás a ser mi boca".

Jeremías debe convertirse, purificar sus intenciones, sus motivaciones, debe aceptar que, si la Palabra de Dios es
rechazada y humillada, también lo será su profeta.

"TÚ, SÍGUEME"

Es como si Dios le dijese: No es tuyo ni el triunfo ni el resultado, tuya es sólo la tarea.

Amigo, no sigas a Dios para tener éxito, ni para sentirte a gusto, ni mucho menos para evitar complicarte la vida. Sigue al
Dios de la Alianza porque Él ha tocado las fibras sensibles de tu corazón y te ha hecho extraordinariamente humano. Y,
cuando te pongas a disposición de Dios, todo lo que hiera la dignidad de otras personas, te herirá también a ti. Y, en este
camino, Dios te promete sólo su presencia y su amor. Jeremías lo comprende y esto le basta.

PARA TU REFLEXIÓN PERSONAL Y PROYECTO DE


CRECIMIENTO:
1. Jeremías se coloca al lado de los pobres, y,
desde ahí, ve, observa y analiza la sociedad. ¿Al
lado de quién estoy yo? ¿Desde qué intereses
analizo la sociedad?
2. Al comprometerse por los más débiles, Jeremías
sufre el rechazo, incluso de los amigos. ¿Cuál es
mi experiencia en este campo?
3. Jeremías, al ponerse al lado de los que no
cuentan, asume un estilo de vida coherente con
ello. ¿Cómo es mi estilo de vida?

Esta, es la Vocación profética de Jeremías, no te la pierdas:


https://www.youtube.com/watch?v=_Nf4IcDuyTc

Escucha esta hermosa canción de la Hermana Glenda: Tú mi alfarero. (Inspirada en la vocación del profeta Jeremías)
https://www.youtube.com/watch?v=TqmOOJA7AuE&list=RD9l_OtYj3UEk&index=3

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DOCUMENTO DE APRENDIZAJE

¿De acuerdo a vocaciones de la Biblia expuestas en el documento ¿cuáles serían las características que debería
tener un líder en la actualidad, para intervenir las realidades sociales, económicas y políticas de la época?

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