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CAPÍTULO III

PARÁLISIS PARADIGMÁTICA EN LA
CONSTRUCCIÓN DEL CONOCIMIENTO CONTABLE

Introducción

Desde el momento en que Thomas Kuhn (1962) introdujo en el léxico


científico, a través de su obra “La Estructura de las Revoluciones Científicas”,
el concepto de “Paradigma”, se comienza a entender de una forma más clara,
por qué los científicos e investigadores de las ciencias naturales y sociales
interpretan y explican al mundo de una forma particular.

El conjunto de creencias científicas, reglas, axiomas y corolarios que


manejan los artífices del conocimiento orientan la forma en que vemos al
mundo y descubrimos la realidad. Es por ello que durante los últimos
doscientos años, a partir de los trabajos de Augusto Comte, hemos percibido
los fenómenos de la realidad de acuerdo con los postulados del paradigma
positivista.

El concepto de paradigma nos ha permitido entender la gran diferencia


entre las ciencias naturales y las ciencias sociales; en las primeras, la realidad
puede ser fácilmente parcelada y objetivada, para ser aprehendida con
instrumentos de medida muy precisos; en la segunda, el estudio de la realidad
es mucho más complejo, pues se trabaja con fenómenos infinitamente variados
y en movimiento. También se ha observado que el científico segrega los datos
que no calzan en su paradigma o los manipula para que se ajusten al mismo,
creando una explicación de la realidad de acuerdo con sus reglas particulares,
la cual podría estar alejada de las percepciones realizadas mediante otros
paradigmas.

También hemos visto cómo por el obsesionado uso del paradigma


científico se han rechazado ideas que encierran posibles innovaciones en la
percepción de la realidad; y sin embargo, éstas nunca vieron la luz, pues
murieron al chocar contra los paradigmas científicos establecidos.

El concepto de paradigma, desde la perspectiva de Thomas Kuhn, ha


develado una nueva dimensión de la investigación, de la construcción del
conocimiento y de las ciencias naturales y sociales en general. A partir de la
obra de este autor el conocimiento ha avanzado a una velocidad vertiginosa,
pues el llamado de atención a la ciencia ortodoxa ha permitido la adopción de
nuevas ideas, métodos y procedimientos en la práctica científica. Sin embargo,
en algunas ciencias sociales el concepto de paradigma no ha tenido el efecto
que ha producido en las ciencias naturales, puesto que muchos investigadores
aún utilizan los mismos postulados, que obligan a explicar el mundo bajo viejos
esquemas, amarrados a obsoletas interpretaciones de la realidad. Uno de los
casos más elocuentes de lo señalado es la ciencia contable, en la cual no se
han revisado, a la luz de la nueva física, los contenidos, pertinencia y vigencia
de los principios de contabilidad generalmente aceptados. En relación con esto
hemos visto cómo en ciencias fácticas, por ejemplo la física, química y
matemática, han cambiado algunos principios, producto de investigaciones y
revisiones rigurosas de los postulados convencionales; y sin embargo en la
contabilidad nos concentramos más en la práctica que en los mismos orígenes
de esta ciencia.

Las crisis paradigmáticas y el surgimiento de una nueva razón

Los paradigmas han orientado el saber científico a través del tiempo; no


son permanentes, están sujetos a cambios originados por crisis de distinta
naturaleza que tienen su impacto en el pensamiento filosófico, que generan
nuevos esquemas de vida, nuevas formas de pensar, una nueva lógica y un
nuevo saber.

En las postrimerías del Siglo XX y comienzos del Siglo XXI observamos


cómo una nueva razón científica emerge con gran fuerza, influyendo en todas
las manifestaciones de la vida del hombre y básicamente en la manera de
conocer la realidad que le rodea. Asistimos al derrumbamiento de paradigmas
morales, políticos, industriales, comerciales, ecológicos y filosóficos. La crisis
paradigmática viene acompañada de un mundo globalizado que deconstruye
las antiguas y clásicas corrientes filosóficas y formula las nuevas reglas del
pensar, del convivir y de la relación entre los distintos seres que pueblan la
tierra.

Como producto de esta crisis paradigmática hay un reacomodo de los


distintos países en bloques regionales; se derriban las barreras y fronteras de
tipo económico- comercial; las materias primas ya no están lejos de su sitio de
procesamiento; las comunicaciones acercan al hombre y sus circunstancias;
en la industria los mecanismos de gran tamaño son sustituidos por equipos
más pequeños de alta capacidad productiva; el volumen de producción se ha
cambiado por el pequeño lote de altísima calidad; las grandes cantidades de
bienes y servicios han sido sustituidas por reducidos servicios prestados con
mayor eficiencia; las grandes corporaciones se han atomizado y convertido en
unidades más pequeñas fáciles de manejar y mucho más efectivas; se
producen alianzas estratégicas para complementar, diversificar y distribuir la
producción en cualquier parte del mundo; la forma de competir ha cambiado,
hay una nueva razón que se configura en una fórmula distinta de
competitividad: precio – costo – ganancia; las empresas evolucionan de
estructuras piramidales hacia organizaciones aplanadas o inteligentes cuyas
unidades se agrupan en áreas claves; los gerentes orientan su acción hacia la
excelencia; las organizaciones en general se dirigen hacia la búsqueda de un
propósito previamente definido; se disminuye la incertidumbre a través de
planes racionales y metas predeterminadas; se simulan distintos escenarios en
los cuales la empresa podría estar inmersa en un futuro; las organizaciones en
general definen sus principios filosóficos y se adaptan a las corrientes
económicas vigentes buscando sobrevivir en un mercado donde el más apto es
el que triunfa.
Todo este panorama configura un cambio paradigmático con un
trasfondo epistemológico donde se vislumbra, más allá de los hechos, una
nueva razón, una nueva visión del mundo, nuevos métodos para hacer
conocimiento y formas creativas de relación nunca antes vistas.

Lo anterior forma parte de un renacer, producto de la muerte de


antiguos paradigmas, donde un factor que forma parte del nuevo paradigma
tecnológico juega un papel fundamental para el avance, evolución y cambio en
el pensar y en la vida del hombre; este factor es la teleinformática, la cual ha
acelerado el proceso de globalización, el conocimiento físico de la tierra y del
espacio, el tratamiento de grandes volúmenes de datos, la transformación de la
ciencia y profundos cambios en la vida y costumbres del ser humano. Este
elemento tecnológico constituye la fuerza principal que ha contribuido al
derrumbamiento de antiguos paradigmas y a la instauración de los nuevos. Se
ha dicho que las crisis traen consigo novedosas formas de recrear al mundo,
satisfactorias para el hombre. Al parecer estamos frente a una de ellas; la
misma nos obsequia nuevos paradigmas para reconstruir la ciencia, la
tecnología y el conocimiento del hombre sobre su mundo.

La Contabilidad como concepción heredada de Descartes y Newton

Hay una estrecha vinculación entre la evolución de la Contabilidad y los


avances científicos propiciados por los descubrimientos de René Descartes e
Isaac Newton. Los trabajos de Alex Hamilton (1998) acerca de la Herencia
Cartesiana y la Física Cuántica dan cuenta de esto y ayudan a comprender
esta relación, mediante una explicación amplia y clara, que muestra, sin lugar a
dudas, los aportes de dos grandes colosos de la filosofía y de la ciencia, a la
Contabilidad; por ello me voy a permitir citar y parafrasear al mencionado autor
en los aspectos fundamentales referidos a la herencia cartesiana y newtoniana
impresa en la Contabilidad. Es importante reiterar aquí, que los planteamientos
de Hamilton sobre la herencia cartesiana y newtoniana en la Contabilidad
constituyen un referente obligado para el estudio del trasfondo epistemológico
del problema paradigmático en esta ciencia.

Para este autor, vivimos en una civilización en la cual han predominado


las estructuras de pensamiento del siglo XVII, donde se ha dado una
explicación mecánica y cuantificable al universo y a las cosas vivientes.
Todavía a finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI vivimos atados a dos
grandes paradigmas, la visión metódica del mundo de René Descartes y los
principios de la física mecánica instaurados por Isaac Newton.

Señala Hamilton, que entre los años 1500 y 1700 la forma de pensar del
hombre medieval y su manera de percibir al mundo cambian dramáticamente;
esta nueva mentalidad le dio a la civilización occidental los rasgos que la
caracterizan en la actualidad y sentó las bases del paradigma que ha dominado
nuestra cultura durante los últimos 400 años.

Para Hamilton, antes del año 1500 la visión del mundo era orgánica,
había una interdependencia entre los fenómenos espirituales y los fenómenos
materiales; las necesidades comunitarias tenían mayor importancia que las
necesidades individuales; la ciencia medieval estaba basada en el
razonamiento y en la fe y su principal objetivo era entender el significado de las
cosas y de los hechos en lugar de su predicción y control. Los científicos
medievales consideraban a Dios, el alma humana y la ética como aquellos
temas de mayor importancia; pero todo esto empieza a cambiar alrededor del
año 1500 con la revolución científica, la cual se inicia con Nicolás Copérnico,
quien pone en duda y cuestiona la visión de la tierra como centro del universo y
al hombre como figura central de lo creado por Dios, dogma aceptado durante
más de mil años. Esta irreverencia científica ofendió profundamente la
conciencia religiosa de esa época; pero el verdadero cambio en la opinión
científica de entonces fue producto de los trabajos de Galileo Galilei, quien,
mediante el uso del telescopio y su extraordinario talento para la observación,
invalida la vieja forma de ver el cosmos y certifica la hipótesis formulada por
Copérnico como teoría científica válida. Galileo hizo una original combinación
de la experimentación científica con el lenguaje matemático para formular las
leyes que rigen el universo y la naturaleza; y postuló que solo se estudiarían las
propiedades esenciales de los cuerpos materiales, forma, número y
movimiento, que podían ser medibles y cuantificables por los científicos; las
demás propiedades como color, sonido, olor, sabor, eran sólo proyecciones
mentales subjetivas que debían ser excluidas del alcance y dominio científico.

La Contabilidad, gracias a los descubrimientos de Fray Luca Pacciolo,


nace con la revolución científica, se alimenta de la forma de pensar de la época
y expresa en sus principios el método científico utilizado en la búsqueda de la
verdad.

Hamilton explica, que la estrategia metodológica de dirigir la atención


científica solo a las propiedades cuantificables de la materia ha sido una norma
en la práctica de la ciencia moderna; sin embargo, esto ha tenido un gran
costo. La ciencia ha dejado de lado aspectos intangibles de gran relevancia
que determinan comportamientos y cambios significativos en las variables
estudiadas. Esta concepción de la ciencia se reproduce íntegramente en la
contabilidad, disciplina en la cual la cuantificación de los hechos comerciales ha
constituido su mayor fortaleza. Esta obsesión de los científicos por la medición
y la cuantificación ha producido los más profundos cambios que ha conocido el
mundo durante estos últimos 400 años; sin embargo, no podemos dejar de
pensar que la concepción del mundo y el desarrollo de la ciencia ha podido ser
diferente.

Según Hamilton, este profundo cambio en la visión del mundo fue


consolidado por dos grandes figuras del pensamiento filosófico: René
Descartes e Isaac Newton. La visión filosófica del primero fue influida
profundamente por la nueva física y la astronomía que descubrían Copérnico y
Galileo; por consiguiente no aceptó ningún conocimiento convencional, sino
que intentó el desarrollo de todo un nuevo sistema de pensamiento. Una
revolución epistémica de esta envergadura no sucedía desde Aristóteles.

Hamilton expresa, que Descartes se centró en distinguir la verdad del


error en todas las áreas de aprendizaje, manteniendo que todas las ciencias
eran totalmente certeras y rechazaba todo conocimiento concebido como
probable; consideraba cierto sólo aquello que pudiera ser conocido a la
perfección, donde no existiera duda alguna; aquí Descartes muestra la
limitación de su nueva filosofía. La física del siglo XX ha demostrado que no
hay verdades absolutas en la ciencia, que todas nuestras teorías y conceptos
son limitados, aproximados y relativos. Muchos investigadores y profesionales
de nuestra sociedad actual tienen una arraigada convicción en el Método
Científico, como la única vía válida para comprender los fenómenos de la
realidad.

El Método de René Descartes y su visión personal de la naturaleza han


influido profundamente en todas las ciencias modernas, siendo todavía muy útil
en nuestros días, sólo si se reconocen sus limitaciones. Sin embargo, la
comunidad científica de los tres últimos siglos ha adoptado la metodología de
Descartes como la única vía para reconocer la verdad absoluta.

La Contabilidad no ha sido una excepción; en sus postulados


fundamentales se observa la marca indeleble del método cartesiano; verbi
gratia: modelos de estados financieros, métodos de depreciación, cálculo del
enriquecimiento, etc.

Para Descartes, según lo expone Hamilton, el universo material era una


máquina y toda verdad debía ser deducida a través de una demostración
matemática. La naturaleza funcionaba de acuerdo con leyes mecánicas; y todo
cuanto sucedía en el mundo material podía ser explicado en términos de la
distribución y el movimiento de sus partes integrantes. Esta visión mecánica de
la naturaleza se convirtió en el principal paradigma de la ciencia que lideró la
investigación científica y la formulación de teorías sobre los fenómenos
naturales, hasta el momento en que la física del siglo XX descubre una nueva
realidad.

Esta visión mecánica del mundo constituye el más remoto antecedente


de la teoría sistémica y el modelo cibernético, los cuales tienen influencia
directa en la conformación del pensamiento estructuralista aplicado en la
Contabilidad actual, en cuyo ejercicio se opera con sistemas contables
racionalmente estructurados en partes, con funciones y objetivos
interrelacionados.

Señala Hamilton, que el genio de la física que completó la revolución


científica y el sueño cartesiano fue Isaac Newton, matemático que desarrolló
una fórmula completa de la visión mecánica de la naturaleza, logrando así una
gran síntesis de los trabajos de Copérnico, Galileo y Descartes. El dominio de
las ciencias matemáticas por Newton era tal, que produjo un método
denominado Cálculo Diferencial e Integral para describir el movimiento de los
cuerpos sólidos. Este importante logro intelectual ha sido reconocido por
Einsten como probablemente el mayor avance del pensamiento que un solo
individuo ha tenido el privilegio de crear. La teoría matemática del cálculo
diferencial e integral ha sido aplicada en Contabilidad con gran éxito en el
estudio de funciones de costos, utilidades y otras variables de tipo financiero.
Hamilton explica, que la teoría de Newton postula que los cuerpos son
atraídos hacia el centro de la tierra por la misma fuerza que hala los planetas
hacia el sol. Este fue el inicio de las leyes que gobiernan todo el sistema solar.
El universo newtoniano consiste en un gran sistema mecánico que opera según
leyes matemáticas exactas. Esta figura de una máquina–mundo perfecta
implicaba la existencia de un creador externo, un Dios monárquico que
gobernaba todo imponiendo su ley divina. Durante los siglos XVIII y XIX se
utilizó la mecánica newtoniana con gran éxito. La teoría de Newton se pudo
aplicar en el movimiento de planetas, satélites, cometas, hasta el más ínfimo
detalle; así como también en otros fenómenos relacionados con la gravedad. El
sistema matemático del mundo se convierte rápidamente en la correcta teoría
de la realidad, lo que generó enorme entusiasmo entre los científicos e
investigadores en general. La imagen del mundo como una máquina perfecta
introducida por Descartes fue confirmada por Newton, quien se convirtió en su
máximo exponente. Descartes y Newton, dos colosos de la ciencia, influyeron
significativamente en la manera en que se percibía el mundo en aquella época
y para la posteridad. Sus aportes han servido para lograr avances de mucha
trascendencia en beneficio de la humanidad; sin embargo, su obsesión por la
medición y el control los obligó a considerar solamente, lo que percibían los
cinco sentidos.

Agrega Hamilton, que lo anterior luce muy bien si se hubiese advertido


que este nuevo método científico sólo estaba midiendo una fracción de la
realidad, aquella fracción que sólo percibían los sentidos. El problema grave
estuvo en describir esta fracción como la única realidad. Como consecuencia
de esta concepción de la ciencia, la educación de los siguientes siglos se
centró en esta pequeña fracción de la realidad. Nosotros recibimos este legado,
somos hijos de esta forma de ver al mundo y los fenómenos en general. Sin
embargo, la física de principios de siglo descubrió otra realidad mucho más
amplia; la misma tiene la impronta de Albert Einsten, un científico de
extraordinario nivel intelectual, cuyos trabajos son monumentos filosóficos que
marcan el inicio del pensamiento del siglo XX. Este pensador se concentró en
construir una base científica sólida y unificada para la física; y durante esta
búsqueda Einsten creyó firmemente en la integridad de la ciencia, en la
armonía innata de la naturaleza, en la divina y variada inteligencia del universo,
y en la capacidad del ser humano para ver más allá de lo aparente.

El conocimiento y la práctica contable, lo mismo que otras ramas del


saber social, han sido fuertemente influidos por los descubrimientos de
Copérnico y Galileo, por el método cartesiano y por la física newtoniana, pues
el ritmo de su evolución como disciplina científica se ha visto marcado por el
determinismo observado en el funcionamiento de un mundo concebido como
una máquina, en la metódica y racional demostración matemática, en los
principios de la física clásica y en la exactitud del cálculo diferencial e integral;
saber que constituye el arma más poderosa del científico moderno.

Como corolario de lo anterior, una de las ramas de las ciencias sociales


que ha reproducido con mayor fidelidad en su acervo científico el rigor del
método cartesiano y los principios de la física clásica, ha sido la Contabilidad,
hecho que se observa en la bidimensionalidad de la teoría de la partida doble,
que se apropia de los dos ejes cartesianos para representar esquemáticamente
la transacción comercial, en la medición y cuantificación de los hechos
económicos como verdad objetiva, en la concepción de que la verdad contable
se basa en la evidencia escrita o la presencia física de los bienes y en el
principio del conservatismo, que no es más sino la reproducción de la ley física
de la conservación de la energía. Como se observa, en la Contabilidad se
reproducen muchos principios de la física que le han dado las características y
el perfil de ciencia que hoy tiene. Pero ha sido tan fuerte y determinante la
influencia del método cartesiano y de la física newtoniana en la contabilidad,
que ha sido muy difícil observar los fenómenos contables desde otra
perspectiva, como la realidad que la física de comienzos del Siglo XX ha
descubierto.

La Contabilidad ante la insurgencia paradigmática

A escasos trece años de haberse iniciado el III Milenio, unos cuantos


sectores de las ciencias no han llegado todavía al siglo XX. La Contabilidad se
encuentra entre ellas, pues, muchos de los que la ejercen no están
convencidos siquiera que se trata de una ciencia social. En este campo del
saber humano, muchos ignoran en la práctica, el contenido y las implicaciones
de la teoría de la relatividad de Einsten, del principio de incertidumbre de
Heisenberg, de la física cuántica de Max Planck, del principio de exclusión de
Pauli y otros logros científicos alcanzados a comienzos de este siglo, que
pudieran haber enriquecido el acervo científico contable, su método y su
ejercicio, para bien de las organizaciones y de la sociedad. Las verdades
absolutas del siglo XIX, producto de la herencia cartesiana, sobre los principios,
tautologías, métodos y procedimientos contables siguen viviendo en la mente
de muchos expertos en contabilidad, como si la revolución de la física, de la
cibernética, de la teleinformática y, por extensión de las ciencias económicas y
administrativas, nunca se hubiera dado. Hay un dominio de mucha densidad de
los antiguos paradigmas en los diferentes campos de la contabilidad; en la
enseñanza, en los métodos y técnicas, en la filosofía de esta ciencia, pero
sobre todo, en la investigación contable.

Ahora, cuando el análisis o proceso cuantitativo a través de las más


sofisticadas y complicadas técnicas de los programas contables arribó a la
cúspide de la contaduría sin resolver los más graves problemas de naturaleza
contable, financiera, patrimonial y operacional, muchos investigadores de los
círculos cuantitativos comienzan a estudiar y buscar la aplicación de nuevos
métodos o paradigmas de investigación. Las razones son muchas, pero quizá
la de mayor relevancia la constituye el callejón sin salida hacia donde nos ha
conducido la orientación netamente cuantitativa de la contabilidad y su limitado
método, la desilusión que han producido sus pobres resultados en áreas como
el análisis financiero, la auditoría, el costeo, etc.

A pesar de que nos llegan noticias de metodologías cualitativas


emergentes, desde las fronteras de otras ciencias, a través de los trabajos de
investigadores prominentes como Cronbach, Campbell, Cook, Snow,
Bronfenbrenner, etc., los contadores públicos aún permanecemos investigando,
explicando y resolviendo problemas bajo la visión cartesiana y newtoniana.
Padecemos una enfermedad genética letal; tenemos parálisis paradigmática.

El paradigma positivista y su incidencia en la Contabilidad

La historia de la Contabilidad podría considerarse como una serie de


esfuerzos racionales por construir, comprender explicar y someter a un ciclo
determinado los fenómenos, realidades o magnitudes contables. Sin embargo,
sabemos que “la ciencia vale tanto cuanto es capaz de probar” (Martínez,
1994). Esta afirmación define la ciencia por su capacidad de probar lo que
afirma. Al respecto Descartes señala que ninguna ciencia tiene la capacidad
para demostrar científicamente la solidez de sus propios fundamentos. Si
aplicamos esto a la Contabilidad concluiríamos en que la misma no es capaz
de probar la firmeza o consistencia de la base donde hunde sus raíces, sin
utilizar algunos axiomas externos, como por ejemplo los de la física. Es por ello
que la ciencia contable debe hacer públicos y justificar los presupuestos
científicos en los que se apoya y el enfoque que la orienta. La carencia de
estos elementos constituye una barrera para la cabal comprensión de los
fenómenos investigados. Sin embargo, este requisito no es tomado en cuenta
por muchos investigadores en Contabilidad, quienes no justifican sus puntos de
partida, ocultando bajo el hermoso ropaje de un lenguaje florido, profundos
errores en el andamiaje lógico sobre cuya base se construye el conocimiento.

En relación con lo anterior, Martínez (1994) señala que de la elección de


un enfoque epistemológico y metodológico determinado, dependerá la
magnitud de la investigación, las técnicas aplicadas, las teorías que
construyamos y el valor de nuestras contribuciones a la ciencia. Si aplicamos
esto a la Ciencia Contable tendríamos que señalar que el paradigma científico
utilizado para configurar el marco epistemológico y metodológico de la misma,
ha sido la orientación positivista.

El postulado fundamental de la filosofía positivista sostiene que fuera de


nosotros existe una realidad externa y objetiva totalmente elaborada, y que
nuestro sistema cognoscitivo crea internamente imágenes de esta realidad
exterior; por lo tanto, ser objetivo es copiar la realidad sin deformarla; y la
verdad consistiría en la fidelidad con que se reproduce la realidad en nuestro
intelecto. Este es un supuesto aristotélico sobre cuya base se ha construido la
ciencia de los últimos siglos (Gutiérrez, 1994).

Esta corriente ha influido profundamente en la Ciencia Contable, al hacer


que sus teóricos, buscando plena objetividad, absoluta certeza y una verdad
incuestionable, inspirados por las obras de Rocke, Hume, J.S. Mill, Comte,
Mach y otros, se hayan apoyado en el registro, resumen, clasificación y
cuantificación de la transacción comercial, para construir la estructura de los
conocimientos contables. Es por ello, que solo la transacción comercial y su
mensurabilidad en términos de la teoría de la partida doble debía ser
considerada como fenómeno adecuado para la investigación contable; sólo lo
verificable empíricamente, a través de la impronta de la operación comercial,
sería aceptado en el cuerpo de esta ciencia; la indiscutible y verdadera relación
sería la de causa y efecto; las condiciones, términos y lenguaje fundamentales
de la ciencia contable debían representar entidades mensurables y verificables,
de lo contrario, serían desestimadas por carecer de sentido e importancia
contable.

De lo anterior se desprende que la Contabilidad haya sido considerada


como un código lingüístico, el lenguaje de las finanzas y sus principios y
axiomas se derivan inductivamente de los datos; del mismo modo sus teorías
se infieren de las observaciones.

Los teóricos de la Contabilidad sostienen como base de esta ciencia los


principios de la mensurabilidad, verificación y equilibrio. Una proposición
contable tiene sentido si es verificable, medible y mantiene en equilibrio la
ecuación contable fundamental. Estas ideas se amplían y fortalecen con la
lógica matemática de Bertran Russell, que diversifica y enriquece el espectro
de posibilidades de la Contabilidad con las llamadas definiciones operacionales
de Bridgman, cuyo propósito será hacer observables y mensurables todos
aquellos fenómenos difíciles de medir.

De lo anterior se desprende, que las grandes reglas filosóficas del saber


contable son: la objetividad del conocimiento, el determinismo de los
fenómenos, la experiencia como fuente del saber y su posibilidad de
verificación, y la lógica formal como garantía de exactitud, todo lo cual
configura el concepto de verdad contable.

La Contabilidad vista a través de la nueva física

En las primeras décadas del siglo XX se produce una revolución de los


conceptos fundamentales de la física que hace insostenible los postulados
positivistas. Einsten expone la relatividad de las entidades espacio y tiempo,
señala que los mismos no son absolutos, sino que dependen del observador; y
de esta manera invierte gran parte de la física newtoniana. Heisenberg postula
el principio de la incertidumbre, el cual explica cómo el observador afecta y
cambia la realidad que estudia invalidando el principio de la causalidad; Pauli
estructura el principio de la exclusión, a través del cual se concluye que hay
leyes–sistema no derivables de las leyes de sus componentes, lo que nos
ayuda a entender cualitativamente fenómenos nuevos con características de
niveles superiores de organización; Niels Bohr formula el principio de la
complementariedad, el cual establece que puede haber dos explicaciones
opuestas para cualquier tipo de fenómeno; Max Planck, Schrodinger y otros, a
través de la mecánica cuántica, determinan relaciones que gobiernan el mundo
subatómico, y señalan que la nueva física debe estudiar entes inobservables,
puesto que la realidad física se acompaña de cualidades bastante alejadas de
lo sensorial.

Mientras pasa todo aquello, la Contabilidad ha permanecido inmóvil


observando y aplicando de manera contemplativa y dogmática, principios y
tautologías positivistas como la del equilibrio de la ecuación patrimonial,
cuando los nuevos principios de la física nos están advirtiendo que la verdad
contable es relativa, que no hay una absoluta certidumbre en el
comportamiento de variables contables cuantificables, que la relación entre
activo, pasivo y capital puede tener interpretaciones diversas y contrapuestas.
Quizá uno de los más grandes mensajes de la física a la Contabilidad esté
precisamente en el equilibrio de la ecuación patrimonial, el cual ha sido
asegurado por la exactitud del cálculo matemático, mientras la física del siglo
XX nos descubre una realidad financiera multivariada y multidimensional en
permanente cambio, caos o desequilibrio.

En apoyo a lo anterior, la química de Prigogine, desde su particular


ámbito científico explica el caos que pervive internamente en cada ser,
fenómeno o cosa natural, y que permite reproducir y perfeccionar la existencia.
Este descubrimiento le está advirtiendo a la Contabilidad que las variables
consideradas por esta ciencia entran en un equilibrio aparente porque nuestra
voluntad es forzada por el paradigma cuantitativo dominante, mientras la
variada, compleja y trascendente realidad interna del fenómeno permanece
inexplorada.

Una de las contribuciones de la física que más podría desconcertar a los


teóricos de la Contabilidad, la hace Heisenberg (1958), citado por Martínez
(1994), con el principio de la indeterminación aplicado a las ciencias sociales.
De este principio se infiere que la incertidumbre del investigador contable no
reside tanto en la imperfección de sus métodos y procedimientos de medición,
o en las limitaciones humanas para captar la realidad, o el hecho de que el
observador perturba o manipula los valores de las variables consideradas, sino
en forzar las potencialidades contables o financieras a convertirse en realidad,
como hace el auditor con su informe o el planificador financiero con el
presupuesto, hechos en los cuales la realidad es una formulación cuantitativa
particular a la cual se le da credibilidad sólo por el hecho de haber sido
elaborada por un experto. Aquí la transición de la posibilidad contable a la
realidad contable tiene lugar en el acto de la observación. Es el observador el
que con su metodología fuerza a la realidad a revelar una u otra posibilidad.

La posición de Heisenberg presenta una interesante combinación de


aspectos de la “potencia” aristotélica y de la “causa” newtoniana, formando una
visión distinta de la realidad estudiada.

Parafraseando a Gutiérrez (1986), esto representa para la Contabilidad


el fin de su realismo ingenuo, propio de la epistemología positivista, y la
bancarrota del determinismo cuantitativo.

Los descubrimientos de los físicos cambian tanto las cosas en


Contabilidad, que cada vez son más las hipótesis no susceptibles de
contrastación empírica o demostración cuantitativa, y por tanto la idea de una
ciencia contable totalmente objetiva es una ilusión. En razón de lo anterior, por
objetividad de los datos, podríamos entender, solo su reproducibilidad en un
contexto donde todos manejamos los mismos conceptos contables. Al respecto
Heisenberg señala, que “la realidad objetiva se ha evaporado”, y que lo que
observamos no es el fenómeno en sí, sino el fenómeno expuesto a nuestro
método de interrogación.
En relación con la objetivación en Contabilidad, pensemos en los
significados tan diferentes que pueden sugerirnos construcciones hipotéticas
como las siguientes: riesgo, solidez, seguridad, confianza, rentabilidad social,
costo social, capital humano. Aquí el observador es parte de la realidad
observada; él afecta y es afectado por el fenómeno que estudia. Quizá la
apreciación subjetiva del investigador contable pase a ser también objeto de
estudio.

Las alteraciones que se producen en los objetivos de estudio de la


Contabilidad, pueden ser explicados a través de la “propiedad de Heisenberg”,
sobre la cual advierte Oppenheimer (1954), citado por Martínez (1994), que
toda intervención para tomar una medida o para estudiar el mundo, crea una
situación nueva, única, no plenamente previsible.

Así, la presencia de auditores externos en una empresa produce en los


empleados comportamientos diferentes; un balance general que demuestre
poca liquidez puede espantar a un inversionista; una empresa sólida con
índices altos de rentabilidad, gerenciada por ejecutivos sin crédito y sin
trayectoria empresarial, es desestimada por los inversionistas.

Además de lo anterior, el investigador contable nunca puede


desprenderse de los valores que orientan su actuación. Los valores personales
intervienen de manera inevitable en la selección de problemas, en los métodos,
técnicas y recursos que se emplean para su estudio. Incluso son estos valores
los que conducen la interpretación de los resultados. Aquí se aplica la tesis de
Protágoras “el hombre es la medida de todas las cosas”.

La orientación postpositivista tampoco ha llamado suficientemente la


atención de los teóricos de la Contabilidad. Este movimiento o corriente del
pensamiento filosófico se inicia a fines del siglo pasado con las obras de
Dilthey, Wundt, Brentano, Ehrenfels, Husserl, Max Weber y William James.
También le hacen un aporte importante a su desarrollo Wittgenstein, Toulmin,
Hanson, Kuhn, Feyerabend, Lakatos, Polanyi y Popper (Martínez, 1994). Estos
autores cuestionan, entre otras cosas el principio de causalidad lineal y
postulan un “cambio total en la manera de pensar” que sirve de fundamento
para la instauración de nuevos paradigmas en la investigación contable. La
orientación postpositivista constituye la base para un paradigma emergente de
investigación contable que todavía no hemos logrado instalar en nuestros
medios académicos y profesionales.

La orientación postpositivista hace un rescate del sujeto y de su


importancia. Así se desprende del tratado lógico–filosófico de Ludwig
Wittgenstein y de los trabajos de sus seguidores que conforman el Círculo de
Viena (Schlick, Carnap, Neurath, Feigl, Godel, Hempel, Reinchenbach, Ayer),
científicos, matemáticos, filósofos, que lideraron el postpositivismo a nivel
mundial y quienes sostenían que la mente construye la percepción, o el objeto
conocido, informando o “moldeando” la materia amorfa que capta mediante los
sentidos, por medio de formas propias o categorías, como si impusiera sus
propias leyes a la materia; es decir, lo que se percibe y su significado,
dependerán de nuestra formación previa, de nuestras expectativas teóricas
actuales, de nuestros valores, actitudes, creencias, necesidades, intereses,
temores, ideales, etc. (Martínez, 1994). Al respecto Polanyi (1958) citado por
Martínez dice, que todo conocimiento es conocimiento personal.

Ante este nuevo enfoque los cimientos de la investigación y de la ciencia


se estremecen; se derrumba la objetivación cuantitativa y entra en escena la
credibilidad que puede generar la percepción del experto, quien predice e
interpreta la realidad simulada orientando y forzando su materialización, lo cual
es confirmado por el principio de indeterminación.

En la Contabilidad también puede decirse que la realidad es construida


por el sujeto de acuerdo con sus propias circunstancias. Sin embargo tenemos
frente a nosotros un muro inmenso que saltar, la herencia positivista.

El “Efecto Paradigma” en la investigación contable

Cuando una nueva idea no concuerda con nuestra manera de pensar o


hacer las cosas, cuando pensamos que una propuesta amenaza nuestro éxito
pasado, la posición y el crédito conquistado, podemos estar frente a nuevos
paradigmas.

Al respecto Barker (1974) señala, que es muy fácil rechazar una nueva
idea; las nuevas ideas producen cambios, alteran el status quo, generan
incertidumbre. Las nuevas ideas son resistidas en todo el mundo y son
descartadas por personas que asumen que el futuro es simplemente una
extensión del pasado, pero las ideas que nos han traído a donde estamos hoy,
son las mismas que nos llevarán hacia el mañana.

Advierte Barker, que ese fue el problema de Galileo, defensor de la


Teoría de Copérnico, quien sostenía que el Sol, no la Tierra, era el centro del
sistema solar. Ésta, sin duda, fue una idea revolucionaria, contradecía la
observación obvia; pero la pregunta real es ¿por qué esa resistencia? ¿Qué es
lo que nos impide ver, aceptar y entender nuevas ideas? Piensen en algunas
de las nuevas ideas que hemos observado en las dos últimas décadas, desde
computadoras inmensas que costaban millones de dólares hasta computadoras
personales con la misma potencia a las cuales cualquiera puede acceder;
desde la actitud de que la calidad era un lujo para pocos hasta el hecho de que
todos pueden obtener esa calidad. Éstos y muchos otros cambios son más que
simples mejoras, son revoluciones, cambian al mundo para siempre, nos hacen
revisar nuestros antiguos métodos de hacer las cosas; nos abren las puertas a
posibilidades nunca antes previstas; nos liberan de las limitaciones; sin
embargo, cada una de estas ideas fue resistida en un principio por gente
inteligente.

Todo lo anterior tiene que ver con paradigmas, una palabra de moda en
estos días en los contextos científicos. Los paradigmas son una serie de reglas
o reglamentos que hacen dos cosas; primero establecen límites; segundo,
estas reglas y reglamentos nos explican cómo resolver exitosamente
problemas dentro de esos mismos límites.
En su obra, La Estructura de las Revoluciones Científicas, Thomas Kuhn
investiga cómo los científicos cambian sus paradigmas en física, química,
microbiología, y qué pasa cuando esto no ocurre. Lo que detectó Khun
contribuye a explicar porqué muchas veces somos incapaces de anticipar
cambios significativos.

Señala Barker, que los paradigmas actúan como filtros que seleccionan
los datos que llegan a la mente del investigador. Aquellos datos que
concuerdan con su paradigma son reconocidos fácilmente. Los investigadores
ven este tipo de datos con gran claridad y comprensión. Y eso está muy bien,
pero Kuhn también descubrió un alarmante efecto negativo. Con algunos de los
datos los investigadores tenían gran dificultad, porque esos datos no
concordaban con las expectativas creadas por sus paradigmas. Y ciertamente,
cuando más imprevistos eran los datos, mayor era la dificultad de los
investigadores en percibirlos. En algunos casos simplemente ignoraban los
datos inesperados, otras veces distorsionaban esos datos, hasta que se
acomodaban a sus paradigmas, en vez de reconocer que constituían
excepciones a la regla; y en casos extremos Kuhn descubrió que los
investigadores eran literalmente incapaces de percibir datos imprevistos, en
otras palabras, los datos eran invisibles.

En conclusión los paradigmas filtran nuestras experiencias. En todo


momento observamos el mundo a través de nuestros paradigmas.
Constantemente elegimos aquellos datos que mejor se acomodan a nuestras
normas y reglamentos e ignoramos el resto. Como resultado, lo que es
perfectamente obvio para una persona con un paradigma, puede ser totalmente
imperceptible para otra con un paradigma diferente. Este fenómeno es
denominado por Barker “el efecto paradigma”.

Lo anterior explica perfectamente lo que ha estado pasando con la


investigación contable en muchas universidades venezolanas.

La influencia del paradigma positivista ha sido tan determinante en las


escuelas de contaduría pública que ha generado una rígida estructura
metodológica y procedimental de investigación, de la que se deriva un excesivo
esquematismo con el cual se está muy lejos de construir el conocimiento
contable, destruyendo de esta forma innovadoras y creativas ideas de muchos
investigadores noveles. Esta metodología se compone de una serie de
elementos tales como los siguientes: una Comisión de Trabajo de Grado, que a
manera de tribunal inquisidor decide caprichosamente y sin basamento
epistemológico alguno, el qué, cómo, dónde, cuándo y por qué de la
investigación; las inquietudes de investigación deben estar inscritas en las
mismas áreas temáticas de siempre: costos, auditoría, contabilidad general e
impuestos; las nuevas propuestas de investigación que no calcen en el
esquema mental de los miembros de la Comisión son rechazadas, aún cuando
a juicio de algunos expertos, su estudio pudiera hacer contribuciones
significativas a la ciencia contable. Temas tales como: fundamentos contables
de los pasivos medioambientales, entropía financiera de la Ecuación
Patrimonial, la parálisis paradigmática en la investigación contable, vigencia de
los principios de contabilidad, problemática de la investigación contable, de la
ecología global a la teleología contable, la emergente razón contable en función
de la biodiversidad, etc., no son compatibles con el paradigma de quienes
tienen la responsabilidad de orientar la investigación contable en la universidad
venezolana. Los títulos de investigación se repiten indefinidamente: sistemas
de costos, sistemas de control interno, procedimientos de auditoría, sistemas
contables, modelos contables, etc.; estos títulos deben redactarse como lo
indica la Comisión, pues de lo contrario son rechazados de plano; los mismos
deben tener un número de palabras definido, indicar las variables estudiadas,
señalar el sitio y el período en el cual se realizará la investigación. El esquema
del trabajo de investigación hay que seguirlo estrictamente; el planteamiento
del problema debe terminar en una pregunta.

Como se ve, lo más importante es la formalidad y el método, en


detrimento de la profundidad, el descubrimiento y el aporte a la ciencia
contable. Todo esto refleja una actitud metodólatra estéril, producto de una
exageración en la aplicación del paradigma positivista; pero lo más grave de
ello es que denuncia y describe el padecimiento de la enfermedad denominada
Parálisis Paradigmática o enfermedad mortal de certeza.

A través de investigaciones que adelanto sobre esta materia he


detectado algunos síntomas característicos de Parálisis Paradigmática en
Comisiones de Trabajos de Grado de licenciatura, maestría y doctorado, en
asesores metodológicos y de contenido, en tutores y hasta en los mismos
investigadores. Estas argumentaciones constituyen síntomas de la
enfermedad: ese título no me gusta; sobre ese tema no hay información; esa
investigación es peligrosa; cómo vas a medir esas variables; ese es un estudio
demasiado profundo para ti; y un sin fin de razones adicionales. Pero el
verdadero viacrucis comienza cuando se presentan ante estas famosas
Comisiones los anteproyectos de trabajos de grado, cuyas observaciones,
además de reflejar la absoluta rigidez de un esquema recetario, confunden de
tal manera al investigador, haciendo que este trabaje sea únicamente para
satisfacer las exigencias particulares y caprichosas de la Comisión y no para
construir el conocimiento.

La Patología “Todo Menos Tesis” o Síndrome TMT

La parálisis paradigmática en la investigación contable se manifiesta en


una serie de barreras que obstaculizan la producción del conocimiento
científico en las instituciones de educación universitaria. Una de las dificultades
más significativas con las que se encuentran los participantes de programas de
postgrado en Ciencias Contables, en las universidades venezolanas, consiste
en la elaboración del Trabajo Especial de Grado; tarea que en lugar de ser una
aventura interesante por su teleología expresada en la construcción del
conocimiento científico, se convierte en una pesadilla que muchas veces acaba
con las metas e iniciativas científicas de los investigadores, lo que desemboca
finalmente en una patología académica conocida como “Todo Menos Tesis” o
síndrome TMT.

Entre otras causas de este fenómeno se observan las siguientes:


Un débil conocimiento acerca de lo que se entiende por un trabajo de
investigación; falla que se observa en los diferentes actores relacionados
directamente con la elaboración del trabajo. Por otra parte, la carencia de
sólidos conocimientos de las distintas corrientes filosóficas, enfoques
epistemológicos y fundamentos teóricos que orientan y permiten componer el
tejido argumental y las fundaciones científicas del estudio. Además, la recia
incidencia del modelo científico positivista de la modernidad, como hecho
generador de recetas o esquemas metodológicos, a manera de camisas de
fuerza para el investigador, que evitan la búsqueda de otros caminos en el
proceso de construcción del conocimiento y destruyen a la par, interesantes y
novedosas iniciativas de investigación.

En razón de lo señalado anteriormente, y para conjurar estas patologías


investigativas que reflejan parálisis paradigmática, los seminarios sobre
epistemología y metodología deben tener como propósito el desarrollo de
competencias filosófico-científicas y teórico-prácticas en los participantes de
programas de postgrado en Contabilidad de distintas universidades
venezolanas, aplicables a los procesos de búsqueda de conocimientos, que
tienen como fin ulterior, la elaboración de un Trabajo Especial de Grado; todo
esto con base en una amplia y profunda revisión de posturas filosóficas,
epistemológicas y metodológicas, que permitan la creación de tejidos fundantes
de la investigación científica.

Esta Parálisis Paradigmática ha generado como corolario una serie de


mitos, entre los cuales pueden observarse los siguientes: el trabajo de grado
como la máxima expresión de la creación científica, generada por los más altos
niveles académicos; un proceso de investigación no puede realizarse sin la
participación de un Tutor. El trabajo de grado debe ser realizado por un solo
investigador. El trabajo debe referirse a entidades o fenómenos trascendentes
y reflejar un sin número de citas de otros autores en detrimento de los
hallazgos y fórmulas o construcciones lógicas del propio investigador.

Estas posturas obstaculizan el avance de la Contabilidad como ciencia y


la reducen a ocupar un lugar subalterno en el concierto de las ciencias
sociales. Es necesario abrir espacio a la imaginación, para darle cabida a las
nuevas ideas, a las nuevas formas de construir el conocimiento, a los nuevos
paradigmas; no con una actitud metodoclasta, sino con posiciones proactivas y
optimistas hacia la búsqueda del conocimiento que nos insertará con éxito en el
Siglo XXI.

En la investigación contable también se cumple lo que Thomas Kuhn


descubrió: cada vez que nos enfrentamos a algo que va más allá de los límites
de nuestro paradigma tendremos dificultades para percibirlo; simplemente no
lo vemos. Por lo tanto es necesario tener presente, que lo que puede ser
imposible con un paradigma, puede ser fácilmente logrado con otro paradigma.

Cuando se tiene parálisis paradigmática se es incapaz de ver más allá


del propio paradigma. Debemos combatir esta enfermedad y vacunarnos contra
ella. Para esto es importante asumir una actitud flexible ante las nuevas ideas,
estar dispuestos a explorar maneras distintas de hacer el conocimiento, porque
solo con esta postura se pueden mantener abiertas las puertas hacia el futuro.

Los paradigmas afectan profundamente nuestras percepciones de la


realidad, el producto de las investigaciones, el conocimiento construido,
nuestros juicios y nuestras decisiones. El investigador ve lo que espera ver;
pero verá muy poco o nada si el lente de su paradigma está empañado o
vencido.

Ante la expectativa de un nuevo milenio, cargado de retos para las


ciencias en general, la investigación contable debe comenzar a considerar
entidades que no son estrictamente cuantificables, pero que afectan
directamente el objeto de la ciencia contable. En este sentido nos veremos
obligados a considerar variables intangibles, no medibles, mediante métodos y
técnicas convencionales, tales como: la confianza que genera la situación
económica y financiera de una empresa, la seguridad de una inversión, su nivel
de riesgo, el impacto ecológico de las transacciones comerciales, etc. De igual
manera, debemos preguntarnos, si los principios de contabilidad tienen
absoluta aplicabilidad en un mundo que ya se percibe de distinta forma; y
además, si es necesario generar nuevos principios que permitan interpretar
fenómenos novedosos en el quehacer contable.

A manera de conclusión

Ante un escenario mundial complejo, configurado por fenómenos de


distinta naturaleza, donde la ciencia y la tecnología, como actores
fundamentales, evolucionan a una velocidad pasmosa, producto de los aportes
de la teleinformática, la robótica y los sistemas de información aplicados a
procesos productivos y de investigación que minimizan la distancia entre la
ciencia ficción y la realidad, lo imaginable y lo posible, para dibujar un mundo
virtual, multidimensional, diferente al mundo cartesiano, lineal, que hemos
conocido; y a la par, frente a infinitas necesidades humanas, materiales e
inmateriales, generadas por la escasez de recursos y por la carencia de ideales
que orienten al quehacer del hombre sobre la tierra, la Contabilidad como
ciencia, debe asumir una postura diferente; abandonar el razonamiento
producto de la herencia aristotélica y la búsqueda de la verdad sobre entidades
contables trascendentales de carácter universal, para ocuparse de problemas
actuales, interpretando y explicando el papel del contador público ante
procesos, tales como, la globalización de las economías, fenómeno mediante el
cual se reacomodan los intereses de los países desarrollados en detrimento de
las pequeñas economías; la eliminación de fronteras comerciales gracias a la
superautopista de la información, con sus secuelas perniciosas para las
naciones más débiles; la productividad a costa del sacrificio ecológico; la
eficiencia neoliberal en el uso de los recursos naturales y energía terrestre no
renovable; la expectativa del desarrollo sustentable; las cadenas de valor, la
calidad de los bienes y servicios en un mundo de competitividad darwiniana; y
la investigación como vía para construir el conocimiento y contribuir a la
formación de un profesional capaz de enfrentar los retos del III milenio.
Inmerso en este contexto, el contador público de hoy, a manera de
científico social, pertrechado de conocimientos sobre las distintas corrientes
que han orientado el desarrollo de esta ciencia, debe reflexionar, interpretar,
explicar, asumir una postura y proponer soluciones a problemas de la
contaduría, con la finalidad de hacer que ésta sea un instrumento para el
progreso y la felicidad humana, beneficios que se obtienen mediante la
construcción constante del conocimiento, a través de rigurosos procesos de
investigación, en los cuales se aprovechen los aportes de los paradigmas
emergentes.

Conscientes de que siempre existirán otras soluciones a los problemas y


otras puertas que nos conduzcan al futuro, un cambio de paradigmas en la
investigación contable permitirá oxigenar la Contabilidad y darle la orientación
que demandan los nuevos tiempos.

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