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Tristuraban las agras sus temorios Hoy que dulgen y ermedan los

Los lirosos durfían tiestamente larorios


Y ustiales que utilaban afimorios Las oveñas patizan el bramente
A las folces turaban distamente. Y las fólgicas barlan los filorios
Tras la Urla que valiñan ristramente.

¿En qué sentido podría decirse que este poema de Juan Luis Martínez es una
creación poética?

Para entender a cabalidad el texto del poeta chileno Juan Luis Martínez y así poder
responder a la primera interrogante, es necesario, primero que todo, reflexionar sobre si
es o no un poema los dos párrafos anteriores. (son párrafos) (yo pondría un punto
seguido)

Desde el mismo momento en que el autor, J.L. Martínez, plasma en papel una serie de
palabras, ingresa en el ámbito de lo subjetivo donde lo insólito parece posible. Esto es,
sugerido de cierta manera, la interpretación de algo o alguien a través de sentimientos
propios del escritor y hablante lírico. El autor actualiza el discurso poético desde su
perspectiva única, donde “el conjunto de las frases contenidas en el texto, al instituir un
subcódigo propio, distinto al del relato y al de la lengua estándar, se constituye él mismo
en un único signo (…) o en un macro signo” (1).

Visto lo anterior y entrando al estudio de los contenidos de fondo del poemario,


estimamos que ellos se encuentran relacionados con una actitud propia del autor y del
hablante que puede ser reconocida. Se entiende el sentido del texto como poema gracias
a las palabras, que a pesar de ser evasivo su significado no es suficiente para ocultar el
uso de ciertos tipos, como por ejemplo, verbos, sustantivo y adverbios; dando así un uso
especial (subcódigo) al lenguaje.

Es importante discutir brevemente la diferencia entre creación y creación poética, donde


la primera se refiere a tres términos definidos: establecer, instituir y crear, siendo
simultáneamente una acción y efecto. En cambio, y contrariamente a la primera, la
creación poética posee solamente una definición, la de “definir el discurso literario con
relación a los otros tipos de discursos, proponiéndose así un objeto de conocimiento (…)
de los hechos de observación” (2).

Por otra parte, un elemento que apoya la tesis de que el texto de J. L. Martínez es un
poema y una creación poética es el constante uso de una figura lirica, la jitanjáfora como
recurso generador de relaciones entre el poema y el lector.

La jitanjáfora es el “nombre que da Alfonso Reyes a un texto lírico cuyo sentido reposa en
el significante, constituido desde valores puramente sonoros (ritmo, aliteraciones, etc.)”
(3). Insistiré, aún más, con el uso de la jitanjáfora como elemento constituyente del poema
anterior, debido a que es posible afirmar que, gracias a ella se puede encontrar una
estructura lingüística propia de la poesía, coupling, lo que en palabras de Levin es el uso
lingüísticamente específico de la poesía, es decir, la relación fónica, rítmica, semántica,
sintáctica, métrica, etc., que se establece entre los diversos elementos de la obra.

Siguiendo lo anterior, con respecto al uso del lenguaje, este pasa a ser el elemento
central de la obra, ya que al crear un producto completamente nuevo su percepción
absoluta se reduce a un artificio único y abstracto. Ejemplo de esto es la asociación
opositiva entre los términos /Las oveñas patizan el bramente/ y /Las ovejas pastaban el
bramante/, donde bramante hace sugerencia al bramante de cáñamo (4).

Pues bien, de esta forma es posible afirmar que el adueñamiento del lenguaje poético es
propio del autor chileno, basándose en la actividad que el poeta realiza, es decir, la
creación de la realidad subjetiva desde una práctica concreta y real. Para esto se usa
elementos propios de la poesía como lo es, la relación fónica entre una palabra con
significante y significado propio como lo es oveja, y oveñas; el ritmo mediante la
aliteración de los sonidos vibrantes como por ejemplo, /r/ y el uso de un acento tónico
grave; por ultimo una métrica fija usando un endecasílabo con rima a-b-a-b.

¿Cree usted que en el texto de Martínez está presente la imitación?

Verum ipsum factum, lo verdadadero es lo mismo que lo hecho PARA Q SEA MAS
MEJOR YO NO LO PONDRIA en todo caso lo dijo GIANBATTISTA VICO, a primera vista
el autor chileno J. L. Martinez es un innovador en el uso del lenguaje poético, siendo un
creador absoluto de una nueva poesía en la época, con apenas dos libros publicados en
la década del setenta La Nueva Novela (1977), La Poesía Chilena (1978), es uno de los
poetas menos estudiados pero más influyentes de su tiempo.

FALTA UN PARRAFO

Comenzaremos diciendo que para Aristóteles el concepto de mimesis es una actividad


artística recreadora de realidad, en especial la de la naturaleza con el propósito de poder
comprenderla mejor y que mejor manera que haciendo una re-creación de la realidad
mediante la descripción de un objeto a través del lenguaje escrito que permite alargar la
experiencia de la contemplación por más tiempo que el lenguaje oral.

Desde una primera aproximación a lo que es mimesis encontramos la definición


entregada por Aristóteles en su texto Arte Poética “el poeta es un imitador, lo mismo que
un pintor o cualquier otro imaginero, necesariamente imitará de una de las tres maneras
posibles; pues o bien representará las cosas como eran o son, o bien como se dice o se
cree que son, o bien como deben ser. Y estas cosas se expresan con una elocución que
incluye la palabra extraña, la metáfora y muchas alteraciones del lenguaje” (5).

Al analizar el poema desde esta perspectiva nos encontramos con elementos líricos que
generan un texto construido mediante un collage, reconociéndose así como una obra de
estructura moderna donde lo estético se reconoce como elemento constituyente.
No obstante es esta estética de collage, la que logra unir el poema con otros textos,
formándose una intertextualidad con algunos autores contemporáneos y otros de tiempos
anteriores. Entre ellos podemos destacar la similitud con Lewis Carroll, Alfred Jarry,
Georges Perec y Julio Cortázar, entre otros.

Ejemplo de este collage literario es la no utilización de signos de puntuación de forma


constante que produce un efecto de realidad desde el texto hacia el lector que se ve
reforzado con el uso de un lenguaje nuevo pero asociativo hacia ciertas palabras;
lenguaje que podemos encontrar con similitudes en el del escritor argentino Julio
Cortazar: “Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en
hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes” (6) y “Hoy que dulgen y
ermedan los larorios Las oveñas patiza el bramante.”

Sobre la base de lo anterior, se destaca la fuerte presencia del cambio de significante


pero no de significado, propio de autores como Lewis, Jarry y Perec, donde se instaura el
uso del non-sense que según Todorov “es necesario distinguir el verdadero uso que se la
da a las palabras, porque a pesar de que existe una relación textual, también hay una
analogía entre el contexto, la palabra y el sentido, por ende, es necesario “(...) que se
manifieste una incompatibilidad entre el sentido primero de la palabra y el contexto. Luego
es necesario que exista una relación de asociación entre sentido primero y sentido
segundo” (7).

Entonces comenzaremos afirmando que la relación de imitación se encuentra


intrínsecamente ligada a la poesía de Martínez, pero enfrenta una condición especial, el
de la belleza donde no se da como placer sensitivo sino como sensación. Con esto el
poema no depende únicamente de los sentidos, sino que puede ser apreciado como algo
estético de especulación, debido a que el lenguaje usado posee un significado confuso
que es diferente según cada punto de vista, como ejemplo podemos compararlo con la
creación de Carroll, Jabberwocky: “Era cenora y los flexosos tovos en los relonces
giroscopiaban perfibraban. Mísvolos vagaban los vorogovos y los verdiranos extrarrantes
bruchisflaban (Lewis Carroll) y /Y las fólgicas barlan los filorios / /Tras la Urla que valiñan
ristramente/.”

Sobre la base de lo anterior se establece que la imitación se encuentra presente en el


poema de J. L. Martínez, como elemento de convergencia de representación de una
realidad subjetiva.

Como consideración final…..

Bibliografía
(1) Marchese y Forradellas (1990): Diccionario de retórica, critica y terminología literaria,
Barcelona: Ariel. Pág. 321

(2) Ducrot y Todorov (2003): Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje,
Buenos Aires: Siglo veintiuno editores. Págs. 98-99

(3) Marchese y Forradellas (1990): Diccionario de retórica, critica y terminología literaria,


Barcelona: Ariel. Pág. 225

(4) Extraído el 21 de Junio de 2009:


http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=bramante

(5) Extraido el 21 de Junio de 2009:


http://www.apocatastasis.com/poetica-arte-aristoteles-tragedia-comedia.php

(6) Cortazar (1983): Rayuela, Buenos Aires: Seix Barral. Pág. 102

(7) Ducrot y Todorov (2003): Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje,
Buenos Aires: Siglo veintiuno editores. Págs. 218-219

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