PARTE ESPECIAL

DELITOS COMUNES

INTERPRETACIÓN JURÍDICO-PENAL DEL ARTÍCULO

317 IN FINE DEL CÓDIGO PENAL PERUANO
Homicidio y lesiones graves calificados por la intervención
del integrante de una organización delictiva

Wendy Requejo-Passoni*

RESUMEN

La autora analiza el artículo 317 in fine del Código Penal, precisando que pese a alu-
dir al resultado de muerte y lesiones graves a una persona, se encuentra distribuido en
el Título XIV de los delitos contra la tranquilidad pública. En ese sentido, busca deter-
minar si la ubicación de dicho enunciado legal es adecuada conforme a la sistemática
del ordenamiento jurídico-penal peruano. Además, propone una iniciativa legislativa
para que los subtipos relativos a las muertes o lesiones ocasionadas por integrantes de
una organización delictiva sean reubicados en el título I de los delitos contra la vida, el
cuerpo y la salud.

ello, no resulta insospechado que, a mediados

MARCO NORMATIVO
del año pasado, el Poder Ejecutivo publi-
• Código Penal: arts. 12, 108, 108-C, 162, 189, 297 case el Decreto Supremo N° 17-2019-IN, que
y 317. aprueba la Política Nacional Multisectorial de
PALABRAS CLAVE: Criminalidad organizada / Ho- lucha contra el Crimen Organizado para el
micidio / Lesiones / Organización delictiva periodo 2019-2030. En dicho documento se
califican a las organizaciones delictivas como
Recibido: 01/07/2020 un problema público, ante lo cual corresponde
Aprobado: 17/07/2020 fortalecer las capacidades del Estado mediante
medidas preventivas y represivas, entre ellas,
la actualización de la normativa nacional en
I. Introducción materia de crimen organizado.

En Perú, las organizaciones delictivas cons- El primer abordaje de la criminalidad orga-

tituyen una problemática aún vigente, por nizada moderna en la legislación peruana

* Abogada por la Universidad de San Martín de Porres.

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data del año 2013, con la promulgación de la
Ley contra el Crimen Organizado N° 30077,
la cual estableció procedimientos especiales
relativos a la investigación, juzgamiento y
sanción de delitos cometidos por integrantes
y personas afines a organizaciones delictivas.
Posteriormente, este proceso continuó en el
2016, con la publicación oficial del Decreto
Legislativo que fortalece la lucha contra el
crimen organizado y la tenencia ilegal de
armas N° 1244, el cual reformuló por última
vez al artículo 317 del Código Penal (en ade-
lante, CP), tipificando conductas como cons-
tituir, organizar o promover organizaciones
delictivas.
Cabe señalar que el Decreto Legislativo
N° 1244 dispuso intensificar la reacción puni-
tiva ante determinadas circunstancias. De esta
manera, al extremo in fine del artículo 317
del CP le fue añadido un supuesto típico sin
precedentes, con el siguiente texto: “cuando
producto del accionar delictivo de la orga-
nización criminal, cualquiera de sus miem-
bros causa la muerte de una persona o le
causa lesiones graves a su integridad física o
mental”1. Naturalmente, esta redacción suscita
inquietud sobre el alcance interpretativo que
debiera otorgársele, sin embargo, pronto se
advierte que la mayor problemática radica en
su ubicación en el Título XIV de los delitos
contra la tranquilidad pública, pues su expresa
referencia a matar o lesionar gravemente a una
persona (delito contra la vida, el cuerpo y la
salud) le hace incompatible como circunstan-
cia agravante de un delito de peligro abstracto.
En atención a ello, este trabajo se propone
examinar al artículo 317 in fine del CP,
aplicando tres niveles de análisis: primero,
atribuyéndole un sentido interpretativo con
base a los principios de legalidad y culpabili-
dad penal; segundo, identificando los incon-
venientes derivados de su redacción actual;
y, tercero, ofreciendo una propuesta de lege
ferenda sobre su regulación. Es menester
mencionar que se trata de la adaptación de la
tesis con la cual opté por el título profesional
de abogada, cuyos alcances han merecido
una puntual y necesaria revisión con base
en el Acuerdo Plenario N° 08-2019/CJ-116,
publicado con posterioridad.
Conviene destacar que, si bien este trabajo
aborda una problemática concreta, no es
menos cierto que se trata de un proyecto
académico mayor. Dicho proyecto consiste
en llevar a cabo una lectura sistemática de
la legislación peruana sobre la delincuencia
organizada, empezando por su presencia en
la parte especial del CP. Por tanto, el lector
debe tomar en consideración que, para esta
investigación, toda problemática de índole
legal y/o interpretativa que involucre a las
organizaciones delictivas, merece un trata-
miento integral y no aislado.
Retomando, antes de profundizar en los
niveles de análisis propuestos, es menester
repasar brevemente el estado de la cuestión
sobre este enunciado legal.
II. Antecedentes y posturas doctrina-
rias del artículo 317 in fine del CP
Las versiones del artículo 317 que precedie-
ron a la promulgación de la Ley N° 30077
solían agravar la conducta de integrar

1 En un segundo plano, es preciso resaltar que la redacción del enunciado es sintácticamente inapropiada. Conforme
a las reglas de la moderna gramática española, el vocablo “cuando” se recomienda con la conjugación verbal en
modo subjuntivo, lo cual en el enunciado legal no se cumple, ya que la conjugación verbal se encuentra en modo
presente indicativo. Aplicando las pautas gramaticales, la redacción debería ser: “(…) cuando (…) cualquiera de
sus miembros cause (…) le cause”.

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organizaciones cuando estas últimas estuvie-
ran destinadas a cometer delitos graves. Con
la puesta en vigencia de dicha ley se añadió
también, como circunstancia agravante, el
supuesto cuando el integrante desempeñase
actos de dirección o funciones específicas
para la agrupación (por ejemplo, como ser
líder, jefe, dirigente o financista).
De lo anterior se aprecia que ninguno de los
antecedentes legislativos del artículo 317
guarda semejanza con la redacción actual de
su párrafo in fine, con lo cual se infiere que
carece de referente alguno en nuestra legis-
lación2. Como consecuencia de su insólita
incorporación, diversos juristas nacionales
han abordado a este enunciado desde dife-
rentes puntos de vista.
1. Postura de Valera Humpire
Según Valera Humpire (2017) se trata de un
tipo preterintencional, es decir, que el enun-
ciado describe el supuesto en que el resultado
de muerte y/o lesiones graves es la conse-
cuencia no deseada de una conducta dolosa
cometida por el integrante de una organiza-
ción. Entre sus argumentos, sostiene que es
una problemática similar a la examinada en
el Acuerdo Plenario N° 03-2008/CIJ-116,
relativo al último párrafo del artículo 189
del CP3.
Para comprender mejor esta postura es nece-
sario repasar la definición de delito preterin-
tencional, consistente en “supuestos de tipi-
ficación simultánea, dolosa y culposa, de una
misma conducta, sea que, de no hallarse tipi-
ficada así, el caso se resuelva por concurso
2 Pese a una exhaustiva búsqueda, se ha comprobado que a la fecha no existen pronunciamientos de la Corte
Suprema sobre este específico enunciado legal.
3 Cuyo texto prescribe “la pena será (…) cuando el agente actúe en calidad de integrante de una organización
criminal, o si, como consecuencia del hecho, se produce la muerte de la víctima o se le causa lesiones graves a su
integridad física o mental”.
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ideal, o bien que, fuera de esta tipificación
compleja, la conducta culposa sea atípica”
(Zaffaroni, 1981, p. 428). Por su parte, Wes-
sels, Beulke y Satzger (2018) precisan que
el punto de contacto entre la tipificación
dolosa-culposa se halla implícito en la peli-
grosidad de la conducta dolosa, de lo cual se
deriva la infracción de cuidado.
Ahora bien, Valera Humpire (2017) da por
sentado que la frase “cuando producto del
accionar delictivo de la organización criminal
(…)” comprende a cualquier conducta típica
cometida dolosamente por el integrante de
una organización delictiva; no obstante, cabe
interpelar que ello no es deducible del enun-
ciado normativo. A partir de una perspec-
tiva lingüística en estricto, la frase “accionar
delictivo” no describe una conducta o com-
portamiento, sino que al haberse producido
su sustantivación cumple su función como
sustantivo y no como verbo. Por tanto, si el
texto legal estudiado se tratase de un tipo
preterintencional, el operador de justicia
se encontraría en la posición de determinar
qué conductas típicas dolosas son pasibles
de provocar un resultado preterintencional,
haciéndose borrosa la línea divisoria entre el
intérprete y el legislador penal.
Sin perjuicio de lo anterior, la idea que
Valera Humpire (2017) defiende amerita ser
revisada con detenimiento. Probablemente
su inclinación por la fórmula de la preterin-
tencionalidad sea motivada por la similitud
entre el artículo 317 in fine y el artículo 189
in fine del CP (robo agravado con muerte
subsecuente); empero, que ambos textos
tengan en común el resultado de muerte o
97
lesiones graves a la integridad física o mental
de una persona4, no significa que hagan refe-
rencia a un mismo contenido típico.
La divergencia de estos enunciados es que el
artículo 189 del CP describe a un resultado
típico causalmente derivado de “apoderarse
ilegítimamente empleando violencia”. En
tanto, del artículo 317 in fine del CP no se
desprende nexo causal alguno entre el resul-
tado típico y el indeterminado accionar delic-
tivo de la organización5; en definitiva, en el
artículo 317 in fine del CP no se cumple con
la estructura de un subtipo preterintencional.
2. Postura de Guevara Vásquez y
Toyohama Arakaki
Para Guevara Vásquez (2017) se trata de un
subtipo agravado, pues “hace referencia al
accionar delictivo de la misma, esto es, a
actos concretos que han sido cometidos por
integrantes de la organización criminal que
traen como consecuencia la muerte o lesiones
graves de un ser humano” (pp. 50-51). Siendo
secundado por Toyohama Arakaki (2017),
para quien es “una agravante por el resultado
producto de los delitos cometidos por la orga-
nización criminal, cuando se vulnera la vida
o causa lesiones graves a la integridad física
o mental de una persona” (p. 73).
Para ambos juristas “accionar delictivo de la
organización criminal” equivale a la muerte o
lesiones graves ocasionadas por el integrante,
esto es, como un delito doloso (artículo 12 in
fine del CP). Sin embargo, ninguna de estas
propuestas expone de qué modo la condición
del integrante de una organización delictiva
justificaría el mayor desvalor respecto a otras
modalidades de homicidio o lesiones graves.
Es decir, no desarrollan pormenorizadamente
su posición, únicamente aseveran que es un
subtipo agravado del delito de organización
delictiva, dada su ubicación sistemática.
3. Postura de Páucar Chapa
Este autor afirma que el dispositivo norma-
tivo sanciona a las organizaciones delictivas
que aplican la violencia para la consecución
de sus objetivos, pues a todos los miembros
de una organización les corresponde una res-
ponsabilidad colectiva por las actividades
cometidas en su seno. A modo de ejemplo,
Páucar Chappa (2017) refiere a “la recurren-
cia a los servicios de sicariato o de muerte
por encargo para viabilizar, facilitar o ase-
gurar los fines de la organización criminal
o incluso en casos de ‘ajustes de cuentas’
(settling of score)” (p. 32).
Entre sus argumentos sostiene que a los
miembros de organizaciones que ocasio-
nan muertes se les reprocha responsabilidad
penal por el “modelo de transferencia” de
Silva Sánchez (2015); sin embargo, el citado
jurista español no alude a los delitos que a
través de la organización los miembros pue-
dan cometer, sino únicamente a la responsa-
bilidad por el propio delito de pertenencia a
una organización.
Por el contrario, la postura de Páucar Chappa
parecería aludir al “principio de responsa-
bilidad organizativa” desarrollado en 1999

4 Véase los artículos 152, 279-B, 279-C, 305, 310-C y 315 del CP. En otros artículos expresamente se señala la
previsibilidad del resultado bajo la expresión “si resultan lesiones graves o muerte y el agente pudo prever estos
resultados”; así, véase los artículos 275, 280, 289 y 294-C del CP.
5 Naturalmente, de lege ferenda, los resultados de muerte o lesiones graves cometidos preterintencionalmente
por integrantes de organizaciones delictivas podrían incorporarse a la legislación, a modo de circunstancia de
agravación. En el Derecho comparado resulta ejemplar el Decreto N° 48-92 de la Ley contra la Narcoactividad de
Guatemala (artículos 47 y 52).

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por la Asociación Internacional de Derecho

Penal (2015, p. 610), según el cual sería legí-
timo atribuir responsabilidad penal por los
actos delictivos de sus subordinados a aque-
llos integrantes que cuentan con capacidad
de decisión y control dentro de la organiza-
ción. Hoy en día, este principio es incompa-
tible a la garantía de la responsabilidad por el
hecho propio, pues se pretendería incorporar
un supuesto de responsabilidad colectiva.
Por otra parte, Páucar Chappa (2017) ase-
vera que el desvalor de la norma se ampara
en el uso de la violencia o amenaza como
un medio para la comisión de delitos. Argu-
mento que tampoco se justifica, ya que el
enunciado normativo detalla un resultado de
muerte o lesiones graves a una persona, mas
no el desvalor respecto a los instrumentos
letales o procedimientos intimidatorios apli-
cados por la organización; por lo que este
razonamiento tampoco es aceptable.
Finalmente, este jurista ilustra su postura con
las figuras de sicariato o muerte por encargo y
ajuste de cuentas. En el sicariato el propósito
de la muerte consiste en viabilizar, facilitar o
asegurar la consecución de los fines de la orga-
nización, es decir, la ejecución de otros deli-
tos; empero, este supuesto que ya se encuentra
regulado en el artículo 108 del CP (matar para
facilitar otro delito). En lo relativo al ajuste
de cuentas6, la muerte sería “justificada” por
haber cometido una deslealtad en perjuicio de
la organización, asemejándose también a otro
Comentario relevante
de la autora
También cabe destacar que la
ley estudiada no solo describe un
supuesto de hecho, sino que, en
esencia, establece una modalidad
agravada por la condición del sujeto
activo como integrante de una orga-
nización; en consecuencia, con-
cierne al intérprete valorar la rela-
ción intersubjetiva del estatus de
miembro con el resultado de muerte
o lesiones graves.
subtipo del artículo 108 del CP (matar para
ocultar otro delito).
En ninguno de estos casos Páucar Chappa
abona razones de predictibilidad sobre en
qué casos aplicar el artículo 317 in fine, o
en qué otros aplicar el subtipo agravado del
artículo 108 del CP. En suma, la interpreta-
ción que este autor ofrece es discutible.
4. Postura de Casas Ramírez
Desde la perspectiva de Casas Ramírez
(2018), el artículo 317 in fine del CP es una
adaptación del artículo 570 bis, inciso 3 del
Código Penal de España7, cuya la diferen-
cia sustancial con la ley nacional es que esta

6 Páucar Chappa (2016) define al ajuste de cuentas como “una muestra clara del mensaje comunicativo de poder de
determinada organización criminal (…) se puede desprender que una falta o un defecto en el desenvolvimiento
del rol o de la comunicación acarrearán la eliminación de uno de los integrantes que componen la organización
criminal, o de los denominados agentes periféricos no integrantes” (pp. 311-312).
7 Cuyo texto prescribe: “1. Quienes promovieren, constituyeren, organizaren, coordinaren o dirigieren una
organización criminal serán castigados con la pena (…) si aquélla tuviere por finalidad u objeto la comisión
de delitos graves, y con la pena de prisión (…) en los demás casos; y quienes participaren activamente en la
organización, formaren parte de ella o cooperaren económicamente o de cualquier otro modo con la misma serán
castigados con las penas de prisión (…) si tuviere como fin la comisión de delitos graves, y con la pena de prisión
(…) en los demás casos. A los efectos de este Código se entiende por organización criminal la agrupación formada

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última se restringe a supuestos específicos
(homicidio simple, homicidio calificado
y sicariato), mientras que el texto español
abarca hasta delitos contra la libertad perso-
nal y libertad e indemnidad sexual.
No obstante, ello no es cierto, pues basta una
relectura del artículo 570 bis, inciso 3 del
Código Penal de España para advertir que
prescribe la agravación del tipo de peligro
abstracto de organización delictiva según la
clase de delitos que el ente colectivo se pro-
yecta cometer (la expresión empleada es “si
los delitos fueren”); mientras el artículo 317
in fine del CP no describe una proyección,
sino que un resultado típico (“causa la muerte
de una persona o le causa lesiones graves”).
Dicho de otro modo, estos enunciados legales
responden a distintas estructuras típicas.
Desestimado el estudio comparativo, la
posición de Casas Ramírez (2018) carece de
argumentos.
5. Postura de Prado Saldarriaga
Prado Saldarriaga (2019) asevera que se
trata de una poco útil circunstancia agravante
específica. Sostiene que el enunciado “toma
en cuenta el resultado dañoso producido por
los integrantes de la organización criminal al
actuar en ejecución de las actividades ilícitas
dispuestas por ella” (p. 77), pues un resul-
tado típico es incompatible con la naturaleza
jurídica del artículo 317 del CP.
Ante esta inconsistencia teórica, propone de
lege ferenda que, o bien el delito cometido
sea objeto de agravación, o que sobre el delito
cometido y el delito autónomo de organi-
zación se apliquen las reglas del concurso
de delitos. Todo esto bajo el supuesto que
el comportamiento sea cometido de modo
doloso, pues cuando si se tratase de una moda-
lidad imprudente “tales resultados lesivos
(...) no pueden trasladarse automáticamente
hacia la organización criminal o a todos sus
integrantes, si ellos no fueron dispuestos o
cuando menos considerados y no evitados
por aquella” (Prado Saldarriaga, 2019, p. 78).
Esta postura se aproxima al sentido interpre-
tativo que en esta investigación se le atribuye
al artículo 317 in fine del CP; no obstante, el
autor no profundiza en las razones que moti-
van su interpretación personal, aspecto que sí
recibe atención en este trabajo.
III. Propuesta de interpretación del
artículo 317 in fine del CP
1. Fundamentos para una interpretación
constitucional
Conforme al Tribunal Constitucional, el
control de constitucionalidad implica con-
trastar la compatibilidad de un dispositivo
normativo con los principios constituciona-
les. En materia penal, estos son, principio
de legalidad y de culpabilidad (Expediente
N° 0014-2006-PI).
El principio de legalidad penal exige que
el supuesto de hecho sea expreso e inequí-
voco, de modo tal que permita la subsun-
ción con relativa certidumbre (Expediente
N° 7732-2005-PHC). En el texto objeto de
estudio, se identifica la prohibición de dos

por más de dos personas con carácter estable o por tiempo indefinido, que de manera concertada y coordinada se
repartan diversas tareas o funciones con el fin de cometer delitos (…) 3. Se impondrán en su mitad superior las
penas respectivamente previstas en este artículo si los delitos fueren contra la vida o la integridad de las personas,
la libertad, la libertad e indemnidad sexuales o la trata de seres humanos” (artículo 570 bis, inciso 3 del CP de
España).

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comportamientos (causar muerte o causar
lesiones graves a una persona); sin embargo,
dada su peculiar redacción, el alcance de la
expresión “cuando producto del accionar
delictivo de la organización criminal” es aún
incierto. Ante cuestiones similares, se ha
prescrito que corresponderá al intérprete o
juzgador dotarle de un sentido constitucional
(Expediente N° 0010-2002-AI).
317 in fine del CP se compone de dos oracio-
nes “cuando producto del accionar delictivo
de la organización criminal” y “cualquiera
de sus miembros causa la muerte de una per-
sona o le causa lesiones graves a su integri-
dad física o mental”, mediando un vínculo de
subordinación entre la primera a la segunda,
pues solo esta última contiene a los verbos
rectores.

En tanto, el principio de culpabilidad penal 2.1. Oración subordinada

concibe que la pena solo se justifica una vez
verificada la responsabilidad subjetiva de
quien menoscaba un bien jurídico. Cierta-
mente, en el artículo 317 in fine del CP no se
menciona la vinculación subjetiva del agente
con el resultado típico; por tanto, conforme
al principio de culpabilidad contenido en los
artículos VII del Título Preliminar y 12 del
CP, solo resta admitir que se trata de una
conducta dolosa.
También cabe destacar que la ley estudiada
no solo describe un supuesto de hecho, sino
que, en esencia, establece una modalidad
agravada por la condición del sujeto activo
como integrante de una organización; en
consecuencia, concierne al intérprete valo-
rar la relación intersubjetiva del estatus de
miembro con el resultado de muerte o lesio-
nes graves. En conclusión, el enunciado legal
examinado es compatible a los principios del
Derecho Penal constitucional, lo cual habi-
lita a proseguir con la interpretación de sus
elementos valorativos.
2. Sentido literal
Aplicando el análisis lingüístico de los textos
legales según Chiassoni (2011), el artículo
El artículo 317 in fine del CP introduce
la preposición “cuando”, la cual suele
emplearse para anticipar una explicación o
aludir a un aspecto de temporalidad (Real
Academia Española, 2009). La frase con-
tinúa con “producto del accionar delictivo
de la organización”. Semánticamente “pro-
ducto” podría referirse a una “cosa produ-
cida” (primera acepción del Diccionario de
la Real Academia Española) e, inclusive,
concebirse como resultado o consecuencia
(acepción del diccionario del diario El País).
En tanto, el vocablo “accionar” en su uso
formal significa poner en funcionamiento un
mecanismo o parte de él, o dar movimiento
a algo (primera y segunda acepción del Dic-
cionario de la Real Academia Española),
y en su uso legal es “promover una acción
judicial” (Cabanellas, 1993).
La proposición “accionar delictivo” no es
ajena al entorno judicial8 ni policial, ámbi-
tos donde equivale a conducta o comporta-
miento relativo a un delito. A pesar de que
semánticamente no es aceptable emplear
“accionar” como sinónimo de actuar u obrar
(Fundéu BBVA, 2011) y menos como con-
ducta o comportamiento.

8 En los tribunales de justicia ha sido empleada bajo los siguientes términos: “(…) luego de valorarse los medios
de prueba se determinará su grado de participación y la correspondiente condena, su eventual absolución en el
supuesto que se demuestre su inocencia o exista duda sobre su accionar delictivo” (Corte Suprema del Perú,
Recurso de Nulidad N° 518-2004-Cusco, fundamento 4). También véase el Recurso de Nulidad N° 890-2010-Lima.

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Desde los fundamentos de la teoría del delito,
esta expresión también es problemática. En el
plano abstracto, es válido debatir en torno a la
tipicidad o atipicidad de una conducta, empero
no puede aseverarse lo mismo sobre su carácter
delictivo, pues tal juicio exclusivamente con-
cierne al juzgador. Si un comportamiento ya
es calificado como delictivo, entonces se está
afirmando la existencia de un pronunciamiento
judicial condenatorio, algo poco conveniente
en la descripción de un supuesto legal, el cual
debería ser hipotético y no declarativo. Habida
cuenta de que esta frase es un arcaísmo del
lenguaje jurídico, su incorporación lejos de
resultar inocua dificulta el entendimiento del
enunciado legal estudiado9.
Según Chiassoni (2011, p. 119), la lógica
aplicada a la argumentación jurídica deter-
mina que “[se] prohíbe derivar de las dis-
posiciones (…) normas explícitas que sean
absurdas: ya sea en sí mismas o bien en vir-
tud de previsibles consecuencias de su apli-
cación” (argumentum ab absurdo). Así, es
desaconsejable sostener que una organiza-
ción delictiva tenga capacidad para llevar
a cabo un delito, esencialmente porque un
ente colectivo no cuenta con las condiciones
empíricas para desarrollar conductas penal-
mente reprochables (Zúñiga Rodríguez,
2009). Inclusive, en la doctrina penal existe
consenso en que la organización delictiva es
un elemento normativo y no un sujeto impu-
table (García-Pablos, 1978).
Para resolver con rigor esta controversia, debe
recurrirse al sentido más genuino de la expre-
sión. Cabe destacar que sintácticamente la
proposición “accionar delictivo” cumple la
función de sustantivo, por lo cual no cabría
aducir que se trata de “poner en funciona-
miento un mecanismo” (Diccionario de la Real
Academia Española), sino que habla sobre el
funcionamiento mismo. A saber, la oración
subordinada alude al periodo de la puesta en
funcionamiento de una organización delictiva.
Esta lectura de la expresión no sobrepasa la
literalidad del texto ni le arroga un contenido
dogmáticamente inadmisible (argumentum a
cohaerentia). Además, tampoco no carece de
pertinencia, pues en el artículo 2, inciso 1 de
la Ley N° 30077 se precisa que las organiza-
ciones delictivas efectivamente transitan por
diversas etapas, como su creación, existen-
cia y funcionamiento10. Por último, reciente-
mente este mismo alcance interpretativo de
“accionar delictivo” ha sido empleado por la
Corte Suprema de Justicia del Perú, en refe-
rencia al funcionamiento de las bandas delic-
tivas (Acuerdo Plenario N° 8-2019/CJ-116).
Una organización en funciones ya no es una
fuente de peligro abstracto, sino que repre-
senta un riesgo concreto a los bienes jurídicos
colectivos, sin perjuicio del menoscabo que se
ocasione a bienes jurídicos individuales. De
lo anterior se desprende que el artículo 317 in
fine del CP enfatiza en el peligro concreto que
la organización representa para la sociedad.
En resumidas cuentas, la oración subordi-
nada “cuando producto del accionar delic-
tivo de la organización” explica que algo
determinado es producto o resultado del fun-
cionamiento de la organización delictiva.

9 Los tipos penales no se circunscriben exclusivamente a los individuos con conocimiento judicial especializado,
antes bien, tratándose de una prescripción punitiva principalmente se encuentran dirigidos a la generalidad de
ciudadanos.
10 Durante la etapa de funcionamiento es posible que los integrantes lleven a cabo diversas actividades, alguna de
ellas con mayor relevancia para los fines colectivos (por ejemplo, participar en delitos relacionados con el objetivo
de la organización) que otras (por ejemplo, promover a la organización a través del alquiler de inmuebles o de
vehículos para su equipamiento logístico).

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2.2. Oración principal
El texto legal puntualmente hace referencia a
matar o lesionar gravemente a una persona,
lo cual no deja dudas de que el artículo 317
in fine del CP alude a un delito de resultado
ejecutado por el miembro de una organiza-
ción delictiva.
Sin perjuicio de lo anterior, es preciso examinar
el resto del enunciado legal. Así, cabe detenerse
en el empleo del pronombre “cualquiera”, el
cual sirve para individualizar a “una persona
o cosa indeterminada” (cuarta acepción del
Diccionario de la Real Academia Española).
En principio, la alusión parecería no justifi-
carse, ya que hubiese bastado mencionar sin-
gularmente al miembro de la organización; sin
embargo, encuentro razonable su uso, dado que
a partir de la incorporación de conductas típicas
como promover u organizar un ente delictivo,
la figura del integrante se ha complejizado.
Así, según las tareas o funciones que desem-
peñasen, pueden ser integrantes-fundadores,
integrantes-promotores, integrantes-organiza-
dores, integrantes-financistas, entre otros. En
suma, para el texto estudiado basta con que
el sujeto ostente la condición de integrante,
indistintamente a su desempeño.
Por último, corresponde puntualizar que se
entiende por integrante de una organización
al sujeto imputable que, mediante un acto
implícito o explícito, exterioriza o recibe el
consentimiento de su incorporación al ente
colectivo, momento desde el cual conser-
vará tal estatus hasta su desafiliación (sea por
voluntad propia o de tercero) o hasta que sea
imposibilitado de seguir desempeñando sus
funciones o tareas ilícitas.
3. Motivos del legislador histórico
El artículo 317 in fine del CP tiene su origen
en la delegación de facultades legislativas
que el Congreso de la República del Perú
otorgó al Poder Ejecutivo, oficializada por
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medio de la Ley N° 30506 - Ley que delega
en el Poder Ejecutivo la facultad de legislar
en materia de reactivación económica y for-
malización, seguridad ciudadana, lucha con-
tra la corrupción, agua, saneamiento y reor-
ganización de Petroperú S. A. De acuerdo al
artículo 3, inciso 2, literal a) de dicha ley, se
autorizó a tipificar nuevos delitos o agravan-
tes para fortalecer la lucha contra el crimen
organizado. Lamentablemente este excep-
cional procedimiento limitó la publicidad de
la fase legislativa, reduciéndola a una breve
exposición de motivos, la cual no aporta jus-
tificación alguna sobre la incorporación del
extremo in fine del artículo estudiado.
Sin perjuicio de lo anterior, durante los años
2015 y 2016, en el Perú se produjo la judicia-
lización de 90 a 257 casos contra organiza-
ciones delictivas vinculadas a actividades de
tráfico ilícito de drogas, extorsión y sicariato
(Ministerio Público, 2016, pp. 5-6); contexto
en el cual se forja la legislación sobre la
delincuencia organizada y, por ende, también
el artículo 317 in fine del CP.
Finalmente, el compromiso peruano asu-
mido en la Convención de Palermo del 2000
(Italia) puede haber sido otro criterio que
hubiese motivado a las autoridades a dispo-
ner la promulgación del Decreto Legislativo
N° 1244, pues, al suscribir dicho instrumento
internacional, cada Estado miembro aceptó
la obligación de adoptar medidas duras con
el objeto de prevenir y combatir la delin-
cuencia organizada transnacional (artículo
34, inciso 3 de la Convención de Palermo).
En síntesis, los registros solo permiten inferir
que el legislador ha querido regular a través
del artículo 317 in fine del CP un supuesto
inédito en el ordenamiento jurídico.
4. Finalidad punitiva
De acuerdo a una interpretación teleoló-
gica o funcional, la finalidad atribuible al
103
último extremo del artículo 317 in fine del
CP se sugiere a partir de su relación con los
demás párrafos. Según el Acuerdo Plenario
N° 08-2019/CJ-116 existen cuatro clases de
preceptos relativos a la criminalidad organi-
zada, el delito de organización delictiva, el
delito de banda delictiva, las circunstancias
agravantes específicas y la noción legal de
organización delictiva.
El delito de organización delictiva (artículo
317 del CP) se compone de dos partes, en
la primera describe una serie de conductas
típicas y su sanción en abstracto (tipo base),
mientras la segunda describe las consecuen-
cias punitivas por cometer cualquiera de tales
conductas bajo determinadas circunstancias
(subtipos). Atendiendo estrictamente a ello,
el texto in fine sería un subtipo agravado del
delito base; sin embargo, esto suscita una
contradicción, pues el tipo base de organi-
zación delictiva se configura como un delito
de peligro abstracto cuya consumación no
reclama resultado típico alguno.
Dejando a salvo lo anterior, dadas las carac-
terísticas que revisten al artículo 317 in fine
del CP, ciertamente adopta la forma de una
circunstancia agravante específica (subtipo
agravado específico); técnica que reprime la
desviación valorativa de determinados com-
portamientos típicos (Borja Jiménez, 2015),
es decir, que entre la condición del sujeto
activo y la conducta típica ejecutada (matar
o lesionar gravemente a una persona) debe
mediar una conexión de inherencia.
5. Concepción personal del artículo 317
in fine del CP
En este trabajo se defiende que el texto estu-
diado describe dos conductas típicas (matar
o lesionar gravemente a una persona), cuyo
desvalor se ve intensificado por la condición
del agente como integrante de una organiza-
ción delictiva. En el primer comportamiento
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típico el bien jurídico protegido es la vida
humana independiente, entendiéndola como
el sustrato físico y normativo sobre el cual se
erigen los demás derechos de la personalidad
humana (Castillo Alva, 2008); mientras en
el segundo comportamiento se tutela la pro-
tección de la salud o integridad psíquica y/o
corporal, sin que esto implique la extinción
de la vida humana.
Se advierte que a cada una de las conductas
típicas le corresponde la lesión a un bien jurí-
dico individual: no obstante, dada la expresa
referencia a la condición del agente, tam-
bién se suscita la puesta en peligro de un
bien jurídico colectivo. Así, al contrario de lo
que podría pensarse, el desvalor por la orga-
nización delictiva subsiste, pese a la comi-
sión de delitos en el seno de la organización
(Acuerdo Plenario N° 4-2006/CJ-116).
Sin embargo, no es correcto reducir al
artículo 317 in fine del CP a una irreflexiva
sumatoria de bienes jurídicos, pues al tratarse
de un subtipo agravado se da por cierto que
es un injusto penal único y pluriofensivo.
Para hallar la razón que justificase el recurso
a dicha técnica legislativa, es pertinente
citar al jurista alemán Lampe (2003), quien
asevera que la represión de las organizacio-
nes delictivas (o “injustos de sistema”) se
deben: primero, a que representan un riesgo
potencial, pues cuentan con personas prepa-
radas para el conflicto y con medios técnicos
disponibles que potencian las capacidades
delictivas individuales; segundo, a que desa-
rrollan una especial peligrosidad, congénita a
su existencia y funcionamiento, que conduce
a la ejecución de delitos de peligro concreto
o de lesión; tercero, a que experimentan un
sentimiento colectivo de pertenencia que
afianza su defectuosa resistencia a someterse
a la ley penal; y, cuarto, a que su sola exis-
tencia contradice al ordenamiento jurídico.
En el caso estudiado, el empleo de un subtipo

agravado específico responde a la especial
peligrosidad que deriva del funcionamiento
de la organización.
Sin duda, la dimensión social del bien jurí-
dico colectivo del último párrafo del artículo
317 del CP difiere respecto al bien jurídico
del tutelado en su primera parte (delito de
organización delictiva), pues en este último
aún no se ha materializado daño alguno;
en cambio, en el texto in fine ya existe una
puesta en peligro hacia la comunidad, y por
ello representa un peligro concreto para los
bienes jurídicos colectivos.
La jurisprudencia nacional al pronunciarse
sobre un subtipo agravado, cometido por
integrantes de una organización delictiva,
admite a la seguridad pública como su bien
jurídico colectivo (Recurso de Nulidad
N° 2032-2016-Lima). Según Donna (2002),
se concibe por seguridad pública a la pre-
vención del estado de zozobra que producen
ciertas acciones en la sociedad; distinguién-
dose así de la paz o tranquilidad pública,
ya que exige el desarrollo de un comporta-
miento que represente una fuente de peligro
concreto.
En cuanto a la tipicidad subjetiva, ambas
conductas típicas son reprochables a título
de dolo directo, por haber actuado con cono-
cimiento y voluntad. Del mismo modo, se
admite el dolo eventual cuando el autor se
plantea seriamente la posibilidad de que el
injusto sea ejecutado y se conforme con ello
(Wessels, Beulke y Satzger, 2018). Cierta-
mente el enunciado legal no alude explíci-
tamente a algún elemento subjetivo del tipo,
empero, dada la mención a la condición del
sujeto activo como integrante de una orga-
nización, se desprende que el agente debe
reconocer que su comportamiento responde
al objetivo de la organización, o que se
relaciona de algún modo con aquella. Tal
es su relevancia que si se careciese de este
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Comentario relevante
de la autora
La interpretación que aquí se pro-
pone es que en un mismo texto
legal confluyen alternativamente
dos injustos penales dolosos (matar
y lesionar gravemente a una per-
sona), respectivamente cualificados
por el desempeño del agente como
integrante de una organización
delictiva.
conocimiento no podría imputársele subjeti-
vamente el artículo 317 in fine del CP.
Hasta este punto se ha examinado al artículo
317 in fine del CP desde su pertenencia a
la legislación contra las organizaciones
delictivas, mas no en su relación con otro
enunciado legal muy recurrente en esta clase
de criminalidad, esto es, el subtipo hipera-
gravado de sicariato. Conforme al artículo
108-C, inciso 2 del tercer párrafo del CP,
este subtipo consiste en matar a otro para dar
cumplimiento a la orden de una organización
delictiva.
En términos generales, se trata de un subtipo
agravado del delito de homicidio calificado
(artículo 108 del CP), cuya forma común
consiste en matar dolosamente a una per-
sona, mediando orden, encargo o acuerdo
previo por parte de un tercero (mandante),
con el propósito de obtener para sí o para
otro un beneficio económico o de cualquier
otra índole. En tanto, en su forma hiperagra-
vada, dicha orden forzosamente debe prove-
nir de una organización delictiva, es decir, de
alguna autoridad de la organización (Francia
Arias, 2015).
De acuerdo a la doctrina nacional, la sub-
ordinación del sicario lleva implícita su
105
condición como integrante de una organiza-
ción (Heydegger, 2015)11, pues tal vínculo es
solo alcanzable cuando el sicario (mandata-
rio) reconoce en el mandante una posición
de autoridad. Precisamente, en este extremo,
el subtipo hiperagravado de sicariato eclipsa
al ámbito de protección del artículo 317 in
fine del CP.
Esclarecido lo anterior, la forma común de
sicariato está reservada para relaciones de
subordinación entre mandante y mandata-
rio ajenas a una organización delictiva; en
cambio, el subtipo hiperagravado se aplica
cuando el mandante desempeña una función
de liderazgo o dirección en la organización
y el mandatario/sicario es un integrante. Por
consiguiente, el artículo 108-C, inciso 2 del
tercer párrafo del CP solamente se aplica
cuando media el concurso de dos perso-
nas (mandante y sicario) en el contexto de
una organización de estructura jerárquica,
debiendo consistir la motivación del sicario
en obtener para sí o para otro un beneficio
económico o de otra índole.
A este nivel de análisis se hacen visibles
las coincidencias entre el sicariato hipe-
ragravado y el subtipo del artículo 317 in
fine del CP, pues existe identidad de con-
ducta típica e identidad de circunstancia
agravante. Sin embargo, tal como refiere
Villavicencio Terreros (2006), la dogmática
penal no admite que por error legislativo
dos tipos penales desplieguen paralelamente
los mismos efectos, por lo cual debe recu-
rrirse a determinadas reglas que resuelvan
el conflicto aparente. En este caso, resulta
oportuno invocar al principio de especialidad
que decreta la primacía del tipo legal especí-
fico sobre el genérico.
Bajo la lógica del principio de especialidad
de las leyes penales, la aplicación del sica-
riato hiperagravado prevalece ante supuestos
específicos. Por tanto, resta admitir que el
texto legal estudiado sería únicamente apli-
cable cuando el ejecutor actúe por su cuenta o
cuando la decisión derive de organizaciones
carentes del vínculo de autoridad-integrante
(por ejemplo, redes delictivas). Para salvar
la coherencia normativa se hace imperativo
encontrar diferencias entre una y otra des-
cripción legal, de lege ferenda cada supuesto
típico debe poseer desvalor propio.
IV. Inconvenientes jurídico-penales
derivados de la tipificación actual
1. La inadecuada sistemática del texto del
artículo 317 in fine del CP
Durante muchos años los juristas se han
cuestionado por el mejor método para la dis-
tribución de los tipos penales, arribando al
convencimiento que el único elemento en
común es el bien jurídico tutelado. Desde
entonces, los tipos y subtipos de la parte
especial de los códigos penales romanistas,
han sido estructurados según su objeto de
protección (Boumpadre, 2000).
En el Perú, dicho criterio rige la distribución
del vigente Código Penal. Tratándose de un

11 Desde una orilla opuesta Pérez López (2015) sostiene que no es necesario que el sujeto activo integre a la
organización delictiva; le secunda Francia Arias (2015), para quien la orden no debe ejecutarla el integrante de la
misma organización que el mandante, pues de ser así se configuraría una coautoría y no un sicariato. Estimo que
ninguna de estas posturas asume con seriedad la imperiosa necesidad de distinguir entre orden, encargo y acuerdo
previo; siendo la obediencia un elemento distintivo de las estructuras jerárquicas que se materializa cuando
sus integrantes, quienes mantienen lealtad a la organización, cumplen con sus funciones y/o tareas sin mayor
resistencia (Faraldo Cabana, 2012). Distinto es el caso de los agentes periféricos, quienes no son integrantes y por
tanto pueden motivarse por un encargo o simplemente un acuerdo.

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delito monofensivo, el bien jurídico singular
rige la ubicación del tipo penal en determi-
nado capítulo (por ejemplo, el homicidio en
el Título I de los delitos contra la vida, el
cuerpo y la salud). No obstante, cuando el
tipo penal es pluriofensivo, “la idea del legis-
lador al incluirlo en un título que agrupa a los
delitos referidos a un determinado bien jurí-
dico, indica lo predominante de la protección
de este dentro de aquel espectro” (Creus,
1998, p. 2); es decir, ante la pluralidad de
bienes jurídicos, el legislador podrá ceñirse
por otros criterios como, por ejemplo, desta-
car determinada tendencia político-criminal.
La interpretación que aquí se propone es que
en un mismo texto legal confluyen alternati-
vamente dos injustos penales dolosos (matar
y lesionar gravemente a una persona), res-
pectivamente cualificados por el desempeño
del agente como integrante de una organiza-
ción delictiva. Evidentemente la comisión de
cualquiera de estos comportamientos típicos
menoscaba a bienes jurídicos individuales
(vida, cuerpo y salud) como colectivos (paz
pública).
Según Bustos Ramírez (1987), la tranqui-
lidad pública pertenece a los bienes jurídi-
cos relativos al funcionamiento del sistema,
específicamente a los bienes jurídicos colec-
tivos, cuya tutela se funda en la satisfacción
de las necesidades sociales (macrosocial);
en contraposición a los bienes jurídicos refe-
ridos a las condiciones de subsistencia del
sistema (bienes jurídicos individuales) que
inciden en la relación básica de una persona
con otra (microsocial), como ocurre con la
vida, la salud o la libertad.
La actual disposición del texto estudiado
trasmite el equívoco mensaje que el bien
jurídico más valioso es el colectivo. Pese a
que se argumente que su ubicación responde
a la particular política-criminal en la cual se
enmarca, existen motivos para considerar
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que este razonamiento no es admisible. En
primer lugar, el enunciado legal contiene
conductas típicas relativas a bienes jurídicos
individuales; en segundo lugar, el desvalor
por el desempeño del integrante de una orga-
nización delictiva deriva de la ejecución de
alguna de las conductas típicas, es decir, la
circunstancia en sí misma carece de autono-
mía; en tercer lugar, en los demás subtipos
agravados por la intervención del integrante
de una organización delictiva el bien jurídico
principal corresponde a la conducta típica y
no a la circunstancia (por ejemplo, artículos
162, 310-C, 297 y 315-A del CP); y, en cuarto
lugar, el texto legal describe en un mismo
enunciado dos conductas típicas alternativas,
lo que en puridad da forma a subtipos con
diferentes bienes jurídicos individuales.
Ciertamente, “el problema de la determi-
nación legislativa de los títulos o clases de
delitos, de sus capítulos o especies y de los
tipos o figuras que los integran, corresponde
esencialmente a la tarea política” (Núñez,
2008, p. 14); mas ello no significa que la
distribución de los tipos y subtipos penales
sea caprichosa, ya que el bien jurídico, como
criterio sistematizador, no es un fin en sí
mismo, sino un instrumento metodológico
(Muñoz Conde, 2015).
Por ende, no resta más que admitir que los
subtipos específicos agravados examinados
se encuentran inadecuadamente contenidos
en el artículo 317 in fine del CP, del título
XIV de los delitos contra la tranquilidad
pública.
2. El concurso de leyes con el subtipo
hiperagravado de sicariato
El abandono de la adecuada ubicación sis-
temática de los tipos y subtipos penales ha
conllevado inadvertidamente a la doble tipi-
ficación de un mismo comportamiento; pues,
antes de la incorporación del texto estudiado,
107
en el título de los delitos contra la vida, el
cuerpo y la salud del CP ya se sancionaba a la
conducta de matar para dar cumplimiento a la
orden de una organización delictiva (artículo
108-C, inciso 2 del tercer párrafo del CP).
En el apartado precedente se ha expuesto
que, en aplicación al principio de especia-
lidad, el concurso aparente de leyes habría
de resolverse, en esencia, atendiendo a la
tipología de la organización. Puesto que
el subtipo hiperagravado de sicariato hace
expresa mención a una orden, la organi-
zación debe ser fuertemente jerarquizada;
mientras el supuesto del artículo 317 in fine
del CP se reserva para organizaciones más
flexibles. Lo controversial de esta prác-
tica es que dirige el mayor reproche del
injusto a las características del ente colec-
tivo y no a la gravedad con que se ejecuta la
conducta.
3. La desproporcionalidad de la reacción
punitiva
Otro aspecto problemático es la reacción
punitiva del artículo 317 in fine del CP. Cier-
tamente, en un Estado democrático y social
de Derecho, la discrecionalidad legislativa
debe regirse por los principios de culpabili-
dad, exclusiva protección de bienes jurídicos
y proporcionalidad (Tribunal Constitucional,
Expediente N° 0012-2006-PI).
Según Filangieri, citado por Maggiore
(1972), la distribución de los delitos favo-
rece la crítica a la proporcionalidad con que
se establecen la intensidad de sus sancio-
nes. Desde luego, puesto que la ubicación
12 Cuyo texto prescribe: “la pena será no menor de quince ni mayor de veinte años y con ciento ochenta a trescientos
sesenta y cinco días-multa, e inhabilitación conforme al artículo 36, incisos 1), 2), 4) y 8)”.
13 Según el Acuerdo Plenario N° 08-2019/CJ-116, el rasgo distintivo entre las organizaciones y las bandas delictivas
es que las primeras activan y mantienen negocios o economías ilegales, mientras las segundas son propias de la
delincuencia común urbana.
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de los tipos penales informa sobre la mayor
importancia que se le otorga a determinados
bienes jurídicos respecto a otros, esto tam-
bién aporta un criterio determinante sobre la
razonabilidad de la pena abstracta.
La equívoca distribución de los subtipos
de homicidio y de lesiones graves cualifi-
cados por la intervención del integrante de
una organización delictiva, en el Título XIV
de los delitos contra la tranquilidad pública,
incide también en la percepción de la pro-
porcionalidad de su pena abstracta12. A prima
facie, dicha sanción legal podría justificarse
dada su progresión aritmética con relación
al delito de organización delictiva (artículo
317, primer párrafo del CP); empero, ello
no es aceptable, ya que realmente se trata
de modalidades de homicidio y de lesiones
graves cuya progresión debe corresponderse
a los delitos contra el cuerpo, la vida y la
salud. Una vez advertida esta inconsistencia,
cabe exponer los efectos que derivan de esta
desafortunada decisión legislativa.
Primero, no se justifica el empleo de la pena
de multa y de limitación de derechos (inha-
bilitación). En la descripción del enunciado
legal no se menciona que las conductas típi-
cas de matar o lesionar resulten agravadas
por motivos de índole económica o por el
abusivo ejercicio de algún derecho, sino úni-
camente por la condición personal del sujeto
activo. Sin duda, el fenómeno de la crimi-
nalidad organizada suele asociarse a activi-
dades que reditan ventajas económicas (por
ejemplo, tráfico ilícito de drogas y/o armas,
trata de personas, etc.13); sin embargo, si esta

característica no se relaciona estrechamente
con la afectación a bienes jurídicos como la
vida humana independiente o la integridad
física y/o psíquica, no es razonable la impo-
sición de una pena pecuniaria.
Segundo, la duración de la pena privativa de
la libertad es menor respecto a otros subtipos
de homicidio. Baste advertir que, en el sub-
tipo de asesinato agravado por el móvil o el
medio empleado, la duración de la privación
de la libertad es no menor a quince ni mayor
de treinta y cinco años (artículo 108 del CP),
mientras que en el artículo 317 in fine la dura-
ción no se extiende más allá de los veinte
años. Es decir, la reacción punitiva es más
benévola a pesar que este último supuesto se
trata de un injusto penal pluriofensivo.
Tercero, la duración de la pena privativa de
la libertad es menor respecto al subtipo de
homicidio agravado por la intervención del
integrante de una organización delictiva, tal
como el subtipo hiperagravado de sicariato,
que prevé la consecuencia jurídica de cadena
perpetua. Anteriormente se han expuesto los
motivos para sostener que la principal dife-
rencia entre el sicariato hiperagravado y el
artículo 317 in fine del CP a redes criminales
u organizaciones horizontales; no obstante,
pese que ambos describen un injusto penal
pluriofensivo, el texto estudiado prevé una
sanción considerablemente menos severa.
Por último, considero que el efecto más
grave recae en que prevé una misma intensi-
dad de reacción penal para conductas típicas
distintas. No es aceptable que las consecuen-
cias jurídicas correspondientes a matar a una
persona sean equivalentes a lesionarla grave-
mente. Dado que se trata de injustos penales
disímiles, lo razonable es que cada uno de
ellos sea reprochado según la magnitud de la
afectación al bien jurídico y a su relevancia
(Fernández Carrasquilla, 2011).
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DERECHO PENAL | PARTE ESPECIAL
En suma, el texto del artículo 317 in fine del
CP representa una expresión de exceso de la
discrecionalidad legislativa, dejando fuera
de consideración el tratamiento penal pro-
porcional que debe recibir cada injusto penal.
4. La dificultad en la actividad
interpretativa
En 1970, el jurista Soler afirmó que la deter-
minación del bien jurídico tutelado es la
mejor guía para la interpretación. Efectiva-
mente, la agrupación de los tipos en títulos
y capítulos, además de fijar la prelación de
los bienes jurídicos, trasmite algo sobre la
orientación teleológica que el intérprete
legal puede adoptar (Fernández Carrasqui-
lla, 2011). Por el contrario, una desacertada
distribución puede conllevar a diversas inter-
pretaciones de un mismo texto legal.
Justamente esto último se presenta con rela-
ción al artículo 317 in fine del CP, pues tal
como se expuso en el segundo apartado,
cada jurista ofrece su personal interpretación
según el énfasis recaiga en la tutela del bien
jurídico individual (vida, cuerpo y salud) o
del bien jurídico colectivo (tranquilidad y/o
seguridad pública).
Naturalmente, la multiplicidad de interpreta-
ciones de un mismo texto no resulta favorable
para la preservación de la seguridad jurídica.
Entendiéndola como el “principio que ase-
gura a todos los individuos una expectativa
razonablemente fundada sobre cómo actua-
rán los poderes públicos y, en general, los
individuos al desarrollarse e interactuar en
la vida comunitaria” (Expediente N° 0010-
2014-PI/TC, fundamento jurídico14).
De modo que la inadecuada ubicación del
subtipo de homicidio y lesiones graves cua-
lificado en el último párrafo del artículo 317
del CP dificulta la labor interpretativa.
109
V. Propuesta de sistematización criminal, esto legitima la incorporación de
de los subtipos específicos nuevos tipos penales que repriman dichas
agravados prácticas violentas.

Evidentemente, la tipificación de los enun-

1. Fundamentos político-criminales para
su tipificación
Tal como inicialmente se hizo mención,
actualmente existe una política-criminal
nacional definida contra la criminali-
dad organizada, delimitada por el Decreto
Supremo N° 17-2019-IN, que aprueba la
Política Nacional Multisectorial de lucha
contra el crimen organizado 2019-2030. Esta
decisión del gobierno se ampara en los repor-
tes estadísticos oficiales, según los cuales las
actividades ilícitas asociadas a las organiza-
ciones delictivas no se limitan únicamente a
delitos complejos, sino también a homicidios
dolosos.
De acuerdo al informe del Instituto Nacional
de Estadísticas e Informática (2018), el índice
de personas fallecidas por muerte violenta
asociada a la delincuencia organizada entre
los años 2011 y 2017, fue 14,9 % (p. 35), lo
cual lo convirtió en la segunda causa de los
homicidios en el país en ese periodo. Por su
parte, las Naciones Unidas (2018) reconocen
que el continente americano presenta la tasa
de homicidios más elevada asociada a la cri-
minalidad organizada.
Estos datos exponen que la criminalidad
organizada no solo atenta contra bienes jurí-
dicos patrimoniales, sino que regularmente
también menoscaba a bienes como la vida
humana independiente. A nivel político
ciados legales contenidos en los artículos
317 in fine y 108-C, inciso 2 del tercer
párrafo (sicariato) del CP, responde al pro-
pósito de sancionar semejante realidad; sin
embargo, la defectuosa técnica legislativa
aplicada termina por restarles eficacia. De
ahí que sea menester modificar ambos dispo-
sitivos legales, integrándolos al modelo legal
relativo a la delincuencia organizada, ello en
salvaguarda a la sistematicidad del propio
ordenamiento jurídico peruano.
2. Referentes en la legislación penal
extranjera
La propuesta de lege ferenda que aquí se
defiende cuenta con antecedentes en otras
legislaciones. Así, en el Código Penal de
Guatemala la muerte dolosa ocasionada por
el integrante de una organización delictiva
recibe el nomen iuris de delito de ejecución
extrajudicial (artículo 132 bis)14. De acuerdo
a la legislación de este país, este tipo penal
forma parte de los delitos contra la vida y la
integridad de la persona, junto a otras for-
mas cualificadas como parricidio y asesinato
(artículos 131 y 132, respectivamente).
Este referente legal es una muestra clara de
que la distribución de un subtipo agravado
semejante al artículo 317 in fine del CP puede
ser resuelto atendiendo al criterio sistemático
del bien jurídico, tal como se propone en esta
investigación.

14 Cuyo texto prescribe “(…) cometen delito de ejecución extrajudicial, los miembros o integrantes de grupos o
bandas organizadas con fines terroristas, insurgentes, subversivos o con cualquier otro fin delictivo, cuando como
resultado de su accionar resultare la muerte de una o más personas. (…) Se impondrá la pena de muerte en lugar
de máximo de prisión, en cualquiera de los siguientes casos: a) Cuando la víctima sea menor de doce años de edad
o persona mayor de sesenta años. b) Cuando por circunstancias del hecho o de la ocasión, la manera de realizarlo
y los móviles determinantes, se revelare una mayor peligrosidad”.

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En tanto, en el Código Penal de España tam-
bién se regula a este comportamiento típico
en el artículo 140 del Título I del homicidio y
sus formas15. Cabe destacar que, el texto legal
español aun cuando sea menos exhaustivo
que el delito de ejecución extrajudicial de
Guatemala, aplica con inteligibilidad la téc-
nica legislativa del subtipo específico agra-
vado, dejando fuera de consideración toda
referencia al bien jurídico colectivo, pues
la ubicación del tipo penal está determinada
por su conexión con el delito de homicidio.
3. Redistribución al título de los delitos
contra la vida, el cuerpo y la salud
A lo largo de este trabajo se ha expuesto
la cualidad de la técnica legislativa de los
subtipos específicos agravados, consistente
en criminalizar determinada circunstancia o
forma de cometer un comportamiento típico,
creando así un nuevo injusto. Naturalmente,
un subtipo específico no posee la autonomía
que atañe exclusivamente a un tipo base.
Tratándose de subtipos específicos agrava-
dos por la organización delictiva, Faraldo
Cabana (2012) detalla que “no son delitos de
asociación ilícita para delinquir o de orga-
nización criminal a los que se añade un ele-
mento que los caracteriza frente al género de
la asociación ilícita/organización criminal”
(p. 369). Es decir, es cierto que son figuras
típicas derivadas de otra clase de delitos, que
a pesar de su alcance pluriofensivo innega-
blemente su desvalor recae en la conducta
típica y no en la circunstancia agravante.
En atención a lo anterior, dado que el texto
del artículo 317 in fine del CP describe dos
comportamientos típicos (matar o lesionar
15 Cuyo texto prescribe “1. El asesinato será castigado con pena de prisión permanente revisable cuando concurra
alguna de las siguientes circunstancias: (…) 3. Que el delito se hubiera cometido por quien perteneciere a un grupo
u organización criminal (…)”.
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gravemente a una persona), corresponde
situar a cada subtipo específico agravado en
el capítulo del delito base del cual provienen
(capítulo I y III del Título I de los delitos
contra la vida, el cuerpo y la salud, respecti-
vamente); no solo como medida idónea para
restaurar el orden lógico de los tipos y subti-
pos específicos agravados, sino también para
facilitar la evaluación de la proporcionalidad
de las penas abstractas. Tal como ocurre en
los códigos penales de Guatemala y España,
donde se ubican entre los delitos contra la
vida, y su sanción se establece conforme a la
relación con el delito base.
Como consecuencia de la redistribución, se
advierte que corresponde también reformu-
lar la redacción del vigente subtipo hipera-
gravado de sicariato, debiendo reprocharse
severamente al sicario que, sin desempeñarse
como integrante de una organización, con su
conducta típica promueva al ante colectivo.
Por tanto, resta insistir en lo imperioso de la
reforma legal.
4. Precisión del desvalor de la circuns-
tancia agravante
En el año 1999 la comunidad de penalistas
expertos se reunió para abordar la proble-
mática de los sistemas penales ante el reto
del crimen organizado, plasmando entre sus
conclusiones que “el crimen organizado pre-
senta a menudo características específicas
que pueden frustrar el tratamiento de este
fenómeno a través de los conceptos y medios
tradicionales de la justicia penal” (Asocia-
ción Internacional de Derecho Penal, 2015,
p. 609). Es decir, esta clase de criminalidad
difiere por muchos aspectos de la clásica
codelincuencia.
111
Actualmente los subtipos contenidos en el
artículo 317 in fine del CP alcanzan exten-
samente a toda muerte o lesión grave come-
tida por el integrante de una organización
delictiva de tipología horizontal o red cri-
minal. Sin embargo, si algo se ha encargado
de destacar los estudios criminológicos es
que la criminalidad organizada alcanza una
diversidad de vínculos que complejizan
toda actividad ilícita desarrollada en su seno
(Finckenauer, 2010); de ahí que la técnica de
los subtipos específicos agravados no pueda
considerarse un producto consolidado16.
Al respecto, pese a que los textos legales no
suelen explicitarlo, ciertamente debe mediar
una conexión entre la comisión del delito y
el desempeño del agente como integrante
de una organización delictiva. En un plano
empírico, según la labor específica que el
integrante desempeñe, tal conexión puede
manifestarse de dos modos: que el integrante
ejecute el delito valiéndose de los medios
materiales de la organización, o que el inte-
grante ejecute el delito con el propósito de
facilitar la existencia y/o funcionamiento de
la organización.
Sobre el primer sentido, diversos juristas
coinciden en que la peligrosidad de las orga-
nizaciones delictivas radica en su eficacia
operativa, sea por la mayor participación,
coordinación y/o intercambiabilidad de sus
miembros, o por la propensión a contar con
adecuados medios e instrumentos para la
comisión de delitos17. Esta lógica, respal-
dada con el alto índice de homicidios aso-
ciados a esta clase de criminalidad (Instituto
Nacional de Estadística e Informática, 2018)
justifica la sanción de los subtipos agravados
de homicidio o de lesiones graves cuando es
cometido por el integrante de una organiza-
ción valiéndose de los medios materiales que
aquella le proporciona.
Sobre el segundo sentido, existe un antece-
dente en la legislación italiana antimafia. De
acuerdo al artículo 416 bis del Código Penal
de Italia, corresponde sancionar penalmente
al sujeto que forma parte de una asocia-
ción de tipo mafioso, en tanto, conforme al
artículo 7 del Decreto N° 152/1991, tal com-
portamiento se cualifica si el integrante favo-
rece a su asociación mafiosa. En definitiva,
ambas disposiciones inciden en la vincula-
ción del sujeto a una asociación mafiosa; sin
embargo, solo esta última se aplica cuando
el integrante ha cometido un delito ajeno al
programa asociativo para facilitar las activi-
dades de la asociación (Ronco, 2013).
En la ley penal peruana, el tipo de asocia-
ción mafiosa podría ser equiparado al tipo
de pertenencia a una organización delictiva
(artículo 317 del CP); empero, la descripción
que el integrante lleve a cabo un delito por su
propia cuenta para favorecer a los intereses
de su organización, carece de enunciado legal
equivalente. Básicamente, suele asumirse
que en los subtipos específicos agravados

16 Cabe señalar que en el CP peruano se emplean bajo el mismo alcance las siguientes expresiones “comete el
delito como integrante” (artículos 162, 162-B), “el agente actúa como integrante” (artículos 179, 181, 310-C),
“el agente actúa en calidad de integrante” (artículos 183-A, 186, 257-A, 297, 315-A), “el agente actúe en calidad
de integrante” (artículo 189), “actúa en condición de integrante” (artículo 317-A), “el agente es parte de una
organización criminal” (artículos 153-A, inciso 3 del segundo párrafo, y 303-B, inciso 4 del segundo párrafo), “si
el agente que comete el delito integra una organización criminal” (artículo 225), “(…) constituyen circunstancias
agravantes (…) cuando cualquiera de las conductas descritas se realice (…) por una organización criminal”
(artículo 272, literal c) del segundo párrafo).
17 Véase a Cáceres Julca y Luna Hernández (2016), Páucar Chappa (2016), Faraldo Cabana (2012) y Castillo Alva
(2005).

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 DERECHO PENAL | PARTE ESPECIAL

es siempre exigible que el integrante actúe
respaldado por el designio colectivo, esto es,
con la aprobación de los demás miembros
(Acuerdos Plenarios N° 08-2007/CJ-116 y
N° 08-2019/CJ-116).
sin valerse de los medios materiales del ente
colectivo, el mayor desvalor no recaería en las
circunstancias en que actuó ilícitamente, sino
en el peligro concreto que dicha organización
representa para la sociedad18.

La propuesta de una redacción detallada de los
subtipos específicos de homicidio o de lesio-
nes graves cualificados por la intervención
del integrante de una organización delictiva
no adolece de razonabilidad, por lo que es
menester dimensionar la peligrosidad de esta
clase de criminalidad (Zúñiga Rodríguez,
2009); lo cual se traduce en evaluar los niveles
de afectación a la pluralidad de bienes jurí-
dicos que cada una de estas manifestaciones
conlleva, pues al concebirse que el integrante
ha cometido un delito contra la vida, el cuerpo
y la salud, actuando por su propia cuenta y
Por consiguiente, sin perjuicio de la reubi-
cación y reforma de los subtipos específicos
agravados del artículo 317 in fine del CP,
propongo que también deba incorporarse un
nuevo supuesto de agravación, cuando el
integrante ejecute el delito con el propósito
de facilitar la existencia y/o funcionamiento
de la organización.
VI. Propuesta de reforma legal
Como resultado de esta investigación se
formula la propuesta de lege ferenda:

Artículo 108.- Homicidio calificado

Será reprimido con pena privativa de libertad no
menor de quince años el que mate a otro concu-
rriendo cualquiera de las circunstancias siguientes:
(…)
4. Por fuego, explosión o cualquier otro medio
capaz de poner en peligro la vida o salud de otras
personas.
Será reprimido con pena privativa de libertad no menor de
quince años el que mate a otro concurriendo cualquiera de las
circunstancias siguientes:
(…)
4. Por fuego, explosión o cualquier otro medio capaz de poner
en peligro la vida o salud de otras personas.
Será reprimido con pena privativa de libertad no menor de vein-
te a ni mayor de veinticinco años en los siguientes supuestos:
Cuando la muerte sea cometida por el integrante de una
organización delictiva valiéndose de sus medios materiales.
Cuando la muerte sea cometida por el integrante de una orga-
nización delictiva, con la finalidad de promoverla o favorecerla.

Artículo 108-C.- Sicariato

El que mata a otro por orden, encargo o acuerdo,
con el propósito de obtener para sí o para otro un
beneficio económico o de cualquier otra índole,
será reprimido con (…). Será reprimido con pena
privativa de libertad de cadena perpetua si la con-
ducta descrita en el primer párrafo se realiza (…):
2. Para dar cumplimiento a la orden de una orga-
nización criminal (…).
El que mata a otro por orden, encargo o acuerdo, con el propó-
sito de obtener para sí o para otro un beneficio económico o de
cualquier otra índole, será reprimido con (…). Será reprimido
con pena privativa de libertad de cadena perpetua si la conducta
descrita en el primer párrafo se realiza (…):
2. Cuando mata a otro por encargo o acuerdo, con la intención
de promover a una organización delictiva (…).

18 Cabe destacar que se hace referencia a un peligro concreto, mas no abstracto, el cual queda reservado para los
delitos de organización delictiva tipificados en el primer párrafo del artículo 317 del CP.

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 Artículo 121.- Lesiones graves
El que causa a otro daño grave en el cuerpo o en la
salud física o mental, será reprimido con pena (…).
En los supuestos 1, 2 y 3 del primer párrafo, la pena
privativa de libertad será no menor de seis años ni
mayor de doce años cuando concurra cualquiera de
las siguientes circunstancias agravantes:
(…)
4. El delito se hubiera realizado con ensañamiento
o alevosía.
En este caso, si la muerte se produce como conse-
cuencia de cualquiera de las agravantes del segundo
párrafo se aplica pena privativa de libertad no menor
de quince ni mayor de veinte años.
Artículo 317.- Organización delictiva
El que promueva, organice, constituya, o integre una
organización criminal de tres o más personas con
carácter estable, permanente o por tiempo indefinido,
que de manera organizada, concertada o coordinada,
se repartan diversas tareas o funciones, destinada
a cometer delitos será reprimido con pena (…).
La pena será (…) en los siguientes supuestos:
Cuando el agente tuviese la condición de líder, jefe,
financista o dirigente de la organización criminal.
Cuando producto del accionar delictivo de la orga-
nización criminal, cualquiera de sus miembros causa
la muerte de una persona o le causa lesiones graves
a su integridad física o mental.
VII. Conclusiones
ƒƒ La distribución del subtipo de homicidio
o de lesiones graves cualificado por la
intervención del integrante de una orga-
nización delictiva, en el artículo 317 in
fine del CP es inadecuada a la sistemática
del ordenamiento jurídico-penal peruano.
ƒƒ Asimismo, es impertinente la ubicación
del artículo 317 in fine del CP en el título
XIV de los delitos contra la tranquilidad
pública, porque infringe el criterio sis-
tematizador del bien jurídico-penal que
rige a la agrupación de los tipos y subti-
pos penales del CP peruano de 1991.
ƒƒ Lo anterior ha suscitado el concurso apa-
rente de leyes con otro supuesto del delito
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El que causa a otro daño grave en el cuerpo o en la salud física
o mental, será reprimido con pena (…).
En los supuestos 1, 2 y 3 del primer párrafo, la pena privativa de li-
bertad será no menor de seis años ni mayor de doce años cuando
concurra cualquiera de las siguientes circunstancias agravantes:
(…)
4. El delito se hubiera realizado con ensañamiento o alevosía.
5. Sean cometidas por el integrante de una organización
delictiva valiéndose de sus medios materiales.
6. Sean cometidas por el integrante de una organización delic-
tiva, con la finalidad de promoverla o favorecerla.
En este caso, si la muerte se produce como consecuencia de
cualquiera de las agravantes del segundo párrafo se aplica pena
privativa de libertad no menor de quince ni mayor de veinte años.
El que promueva, organice, constituya, o integre una organización
delictiva de tres o más personas con carácter estable, permanente
o por tiempo indefinido, que de manera organizada, concertada o
coordinada, se repartan diversas tareas o funciones, destinada a
cometer delitos será reprimido con pena (…).
La pena será (…), cuando el agente tuviese la condición de
líder, jefe, financista o dirigente de la organización delictiva.
de homicidio (subtipo hiperagravado de
sicariato), una errónea determinación de
la proporcionalidad de la reacción puni-
tiva, y diversas propuestas de interpreta-
ción jurídica. Todo ello en menoscabo a
la seguridad jurídica nacional.
ƒƒ Los subtipos relativos a la vida, el cuerpo
y la salud cometidos por integrantes de
una organización delictiva, deberían reci-
bir el tratamiento jurídico de subtipos
específicos agravados de delitos contra la
vida, el cuerpo y la salud.
ƒƒ Es menester reformular los artículos 108,
108-C, 121 y 317 del CP, integrándolos
al modelo legal relativo a la delincuencia
organizada, en tutela a la sistematicidad
del ordenamiento jurídico peruano.

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