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A grandes rasgos, al llegar los españoles al territorio reche central,
se constataron de
una triple ausencia en las costumbres de los indígenas. Por un
lado, observaron una
ausencia de un poder político centralizado; el desconocimiento de
una figura omnipotente y
omnisciente del Dios cristiano; y de una repartición territorial en
“pueblos”. En efecto,
desde las fuentes españolas, se desprenden dos características
sociológicas mayores: eran
comunidades que vivían en permanente guerra y dispersión.
2.-Estructura sociopolítica:
Esto lleva a al autor a reconstruir la estructura sociopolítica bajo la
cual se sustenta
dicha dispersión y división. Desde los documentos, se forja una
“imagen de un mundo
indígena fragmentado y compuesto por una multitud de redes de
alianzas cambiantes”. (31)
2.1 Los niveles mínimos de integración
Dicha fragmentación responde a los niveles mínimos de
integración en los cuales es
posible determinar la existencia de una 1) familia polígama,
constituída en el seno de la
ruca (casa), 2) la agrupación de diferentes ruca al interior del
caserío, conformándose
patrifamilias, y 3) la agrupación de diferentes caseríos o
patrifamilias en el seno de un
grupo local endógamo, el quiñelob (caseríos aliados). En la ruca
viven el marido y su(s)
esposa (s), sus hijas y sus hijos solteros.
El Quiñelob es la comunidad base compuesta de diversas familias
que colaboran en
las tareas de producción, organizan la defensa de su territorio y
realizan ritos funerarios en
común. En el fondo sería un primer orden de lo que se
denominaría “comunidad entre
familias que forjan alianzas por varias generaciones. Estos grupos
locales, formados por
cosanguíenos y por aliados, se reúnen eventualmente en torno a
un ulmen o “gran hombre”,
el cual ejerce tanto poder como cantidad de mujeres tenga.
Debido a que los primeros contactos entre españoles y reche
fueron esencialmente
bélicos, los grupos a los cuales se enfrentaron los españoles
fueron:
El rewe, que es una unidad superior de reagrupación indígena en
tiempos de guerra
en donde se reúne la gente que compone un quiñelob. Consiste en
un espacio ceremonial al
momento de enfrentarse a una guerra.
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Ayllarewe (aylla: nueve, rewe: agregado conformado por varios
quiñelob) es una
unidad social más elevada que el rewe y surge en tiempos de
guerra en el siglo XVI.
En cuanto a la vida social y la organización de un quiñelob, según
las distintas
fuentes que trabaja Boccara, se desprende que existía una familia
polígama dentro de cada
ruca. El hombre se casaba con varias mujeres que contaban con
una jerarquía de esposas,
siendo la primera mujer, por lejos, la más valorada socialmente.
2.2 Filiación y residencia
Esto lleva al autor a valorar la importancia del parentesco reche en
donde los
intercambios matrimoniales son la base de las modalidades de
filiación dentro del quiñelob.
El régimen matrimonial reche dentro de esta unidad social,
permitía establecer alianzas
entre familias, “de cooperación económica y de solidaridad
guerrera, todas ellas esenciales
para la sobrevivencia y la reproducción del grupo”. (58)
2.3. Poliginia, riqueza y alianzas matrimoniales
Este régimen familiar en donde el hombre tiene varias esposas al
mismo tiempo
tiene una explicación novedosa en cuanto a la función de la mujer.
“La mujer, a la vez
signo de medio y riqueza, parece en efecto encontrarse en la
bisagra de un gran número de
mecanismos guerreros, económicos y políticos. Un hombre que
contara con una o sin mujer
era considerado como un ser vulnerable. La mujer era, además era
la que producía la chicha
para la serie de ceremonias tanto religiosas como bélicas que se
realizaban. La forma en
que se adquiría una esposa era dual: se robaba o se compraba.
En ambas, la compensación
matrimonial (el precio de la mujer) está compuesta por llamas
(ovejas de la tierra) o bien en
mano de obra por el nuevo yerno. De cualquiera de estas dos
formas, el matrimonio era una
verdadera política de parentesco. Sin embargo, las fuentes
señalan que no es posible
confirmar la generalización de la poliginia. Lo que es claro es que,
el hombre que contaba
con varias hijas, podría llevar a ser un hombre bastante rico. Sin
embargo, la riqueza del
ulmen (hombre rico), no sólo estribaba en la cantidad de mujeres e
hijas que poseyera. Se
tiende a relacionar al ulmen con el término de Cacique, pero las
fuentes no delatan una
relación consistente entre ambas asignaciones, pero lo que si es
cierto, es que ulmen era el
termino generalizado dentro de los reche para designar a un
hombre rico que, además,
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destacara por sus habilidades guerrero y de orador. Este hombre,
eventualmente estaba
obligado a organizar grandes fiesta de bebida. En cada
comunidad, resaltaba algún ulmen,
al que se le designaba el cargo de Toqui o jefe guerrero “que los
españoles describen como
el más famoso soldado y el más noble de los ulmen”. (76) Otras
figuras de poder masculino
que se pueden identificar dentro de la vida y la organización
político-social de los reche
eran múltiples. Está el chamán (machi), el jefe religioso
(boquivoye) y los guerreros (cona)
quienes “representan figuras individuales o colectivas del ejercicio
de un cierto tipo de
poder”. (78). Sin embargo, cabe señalar que el poder político
dentro de la sociedad reche no
descansaba únicamente en un líder. Por lo general eran
sociedades multicéfalas (muchos
líderes), muy inestables entre sí, lo que lleva a afirmar que la
sociedad reche es una
“sociedad contra el Estado”. En otros términos el úlmen no
constituye la única figura de
poder, sino que forma parte de múltiples puntos de poder dentro
de un espacio político
heterogéneo. En el fondo, la “sociedad reche es una sociedad sin
jefe, pero no sin poder
político”. (79)Dentro de este contexto socio-político, la guerra es un
verdadero motor de la
maquinaria social indígena, ya sea por conflictos internos o
externos.
2.4 El lebo y el rewe: frontera política identitaria
Dentro de este contexto de conflicto interno-externo, surge el lebo,
como un nivel
crucial de sociabilidad reche compuesta por varios quiñelob. Es ahí
donde “se regulan los
problemas de política interior y exterior y donde son resueltos los
asuntos de justicia, de
guerra, de paz y alianza”. (82) Dentro del lebo se realizan
reuniones festivas y las
ceremonias religiosas a través del rewe que, como señalaba el
autor anteriormente, era un
espacio ceremonial que, esta vez, cada lebo dispone. Además,
esta unidad constituye un
primer nivel de diferenciación identitaria. En él se delimita la
frontera entre el yo y el otro y
se revela, incluso, una unidad territorial claramente definida que
comprende a varios
subgrupos (quiñelob) organizados en torno a un cacique.
Si se considera al lebo, como una instancia de justicia inter-étnica,
el autor revela
que existe una cierta “legislación criminal” en su interior destinada
a salvaguardar la vida,
la propiedad y la personalidad. Se distinguen tres crímenes
que se someten a un
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2.5 Ayllarewe y futamapu: alianzas guerreras y geopolítica
indígena
En suma, el ayllarewe, en el primer siglo de la conquista (XVI) es
un agragado político que
solo funciona en período de guerra. Sin embargo, otro elemento
guerrero que se sitúa
paralelamente al ayllarewe es el futamapu. Éste se aplica a la
división del espacio reche
entres grandes áreas geográficas, es decir es una especie de
demarcación geopolítica
indígena. Ambas unidades, según el autor, van a conocer durante
los siglos XVIII y XIX
“cambios de la misma naturaleza que afectarán a la estructura
sociopolítica reche en su
totalidad. Cabe destacar, que ambas unidades ya se encontraban
en vigencia antes de la
llegada de los españoles, y formaban parte de las guerras
intestinas que se llevaban a cabo
entre los mismos indígenas, aunque las fuentes más verídicas
señalan que el futamapu tuvo
una real aparición en el siglo XVII.
3.- Formas y razones de la guerra reche.
Entonces, la guerra para los reche, ocupa un lugar central dentro
de la maquinaria
social indígena. Como razón inmediata, se puede decir que la
guerra reche es un operador
de cambio, que capta, digiere y diferencia a la cultura a la que se
enfrentan los reche. Por
otra parte, lo que motivaba a la población reche a dedicarse a la
guerra, era la búsqueda de
prestigio por parte del hombre guerrero, cuyos conflictos violentos
se debían a la venganza
(tautulum) la razzia (malón o maloca) y la guerra propiamente tal.
Ésta última tenía por
objeto defender su territorio y su autonomía, no se observa
ninguna intención expansionista
por parte de los reche.
La dinámica guerrera consistía, en suma, a parte de propiciar una
reproducción
interna y externa de los espacios sociopolíticos, también sirve para
la construcción de una
identidad abierta y en perpetua redefinición. En otros términos, “la
guerra funciona como
un dispositivo de construcción/captación de la alteridad, en el
sentido en que es a través de
ella que los reche conceptualizan, integran y asimilan los productos
alógenos y los
extranjeros (huinca) para así reducirlos a un Nosotros en perpetua
redefinición”. (187) Tal
aproximación se puede observar en la adopción del caballo, de
armas de hierro, de la
captura de prisioneros, del robo de indumentaria española, entre
otras. Esto revela el
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carácter flexible de la cultura y sociedad reche que puede ser muy
bien definida como una
sociedad por y para la guerra.
Segunda Parte
El poder creador o espíritu de las conquistas españolas: de la
guerra contra los
“bárbaros” a la “civilización de los salvajes”
En esta segunda parte, el autor examina, desde una perspectiva
política, el lado
español de la conquista. En primer lugar, realiza una presentación
crítica de las principales
hipótesis y conclusiones de los investigadores de los Estudios
Fronterizos, para luego
volcarse a un análisis de “las diversas estrategias de sujeción y de
los diferentes tipos de
poder desplegados por los hispano-criollos orientados a acabar
con sus inconstantes
enemigos”. (23) Dichos dispositivos de poder van a conocer una
evolución a lo largo de la
época colonial, pasando de un modelo de integración-explotación
a otro de asimilacióncivilización. El primer modelo, tiene como
amplitud cronológica desde 1545 hasta 1641,
momento en que los españoles, a través de la violencia y la
implantación ideológica de la
figura del Rey soberano, efectúan la conquista de las masas
indígenas. El segundo modelo,
se ubica desde la segunda mitad del siglo XVII y comienzos del
XIX, momento en el que se
pasa a una empresa política bajo un principio civilizador, cuya
institución clave es la
misión evangelizadora.
2.- Del mito de la guerra permanente a la búsqueda de la paz
inalcanzable
El autor, rompe con los esquemas conceptuales y cronológicos
impuestos por la
nueva historia dominante de la Araucanía que propusieron los
investigadores de los
Estudios Fronterizos. La llamada “guerra de Arauco” asignada por
Sergio Villalobos para
referirse a los tres siglos de contacto hispano-indígena, es para
Boccara históricamente
erróneo y reduccionista. Por otro lado, se intenta deconstruir la
leyenda del guerrero
araucano libre e indomable que se disuelve pacíficamente en una
nación chilena mestizada.
El autor, resalta la ausencia de un análisis sociopolítico del mundo
mapuche en los estudios
realizados por aquella Historia fronteriza lapidando, además, a la
denominada “guerra
defensiva” y “paz fronteriza”, hallándose constantemente
erróneo la definición de la
En primer lugar, se