HUGO VALIA

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El Señor no está distraído. Él sabía que esto sucedería. ¿Qué parte le toca a la Iglesia? ¿Qué
parte nos toca como discípulos de Cristo?
Lo que viene, y que vendrá, pero que seguramente será tapado por una ola espumosa de
alegrías, marchas de orgullo, exposiciones públicas, agresividad, palabras condenatorias y
discriminadoras, y lo que vendrá; igualmente vendrá, y entre tantos cambios que tendrá la
Ley, está la Educación sexual de los niños en la edad de formación de ideas, conceptos y
comprensión.
La Presidente de la Comisión presentó ayer en el Senado, y a grandes rasgos, el Libro, el
Material que será usado para la educación sexual de los niños en donde con dibujos se le
presenta al niño la opción de elegir su propio destino de género. Con el dibujo de un
contorno de un cuerpo humano y con las figuras de los genitales fuera de él, (del cuerpo), el
niño podrá elegir qué le gustaría ser, o qué genitales le gustaría tener. Vale decir, el desarrollo
psicológico del niño con el apoyo de esta enseñanza, será interferido por estas imágenes y
este discurso de elección de su funcionamiento como persona humana sexuada, pero no se
enfatizará que el nene es nene con funciones futuras naturales según fue creado, sino que
podrá participar en su propia elección de género, esto provocará una confusión que será
respaldada al momento de tomar decisiones, por las figuras comunes que verá por TV, (más
de lo que se ve hoy en día), posiblemente en algunos par de papás o par de mamás que
lleven a algún niño a la Escuela, y porque la enseñanza proviene de personas mayores a
quienes les deben sumisión, respeto y aplicación.
Si bien el sexo está en la mente, más allá de los genitales con que se nace, esta enseñanza
obligatoria en las Escuelas oficiales, será una impronta poderosa y muy peligrosa para los
niños, y también para los papás que tendrán que establecer una contra-enseñanza a la que
recibe en la Salita que le toque y en los primeros años de educación.
La sexualidad se desarrolla en la mente, y es por eso que el niño está en peligro. Esto no es
para caer en el pánico y la desesperación, pero si para prestar absoluta atención al tiempo en
que estamos viviendo, no es noticia que estamos en una etapa de la Humanidad
extremadamente complicada, pero justamente por ser así, muchos pueden vivir confundidos,
se pueden apartar de la fe, pueden considerar válidos los argumentos expuestos para el logro
de la deformación de la Ley, tal como ocurrió anoche en el Senado de la Nación, en donde
algunos cambiaron de opinión y votaron por la aprobación.
Hemos oído argumentos y fundamentos contundentes, creíbles, aprobables y eso fue lo que
sucedió. El velo de la incredulidad está sobre gran parte de la Humanidad y esta oscuridad
quiere captar a mas y mas personas, y si lo logra desde la temprana edad, el cometido del
diablo será alcanzado destruyendo la familia, no porque se acabe la raza humana, no porque
no se continúe procreando, sino porque con el avance, apertura, cabezas abiertas, ser pro y
otros adjetivos, el mundo vivirá desorbitado.
Buen momento para revisar nuestros conceptos como cristianos, observar nuestra conducta
como discípulos de Cristo, detenernos y reflexionar cuánto nos ocupamos de nuestros hijos,
nietos, alumnos, alumnos de Escuela dominical, qué enseñamos o cómo somos testimonio a
los jóvenes, como Pastores qué palabra damos desde el púlpito y lugares de enseñanza.
No es suficiente esperar a un episodio extremo para salir a las Plazas y enarbolar unos pocos
versículos bíblicos y "verdades religiosas", sino que el alerta es constante y continuo.
No se puede volver atrás. No se puede llorar sobre la leche derramada, pero se está a tiempo
de cuidar la integridad de los niños. Alertarlos, informarles, enseñarles, amarlos varonilmente
y de manera bien femenina su mamá.
Padres, vuestros hijos son el tesoro mas grande, cuídenlos, edúquenlos, conténganlos, estén
cerca, abrácenlos, no solo por unos días, sino, edifiquen la vida de ellos con el respaldo de
hombres y mujeres notables, que marquen la diferencia. No por ser mejores o tan distintos a
quienes pregonan la igualdad y que no se comportan como iguales, pero sí que sus niños vean
la Imagen de Dios en cada uno de sus padres y en el hogar.