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PSICOLOGÍA Y PSICÓLOGOS ARGENTINOS

DE LOS AÑOS 80`

Lic. Alejandro Roberto Oscar López


Profesor Titular de la Cátedra de
Historia Epistemológica de la Psicología
Universidad de la Cuenca del Plata

1 - INTRODUCCIÓN

Aquí esbozaré, a modo de ensayo, algunas reflexiones acerca de un


pasado reciente, un pasado que aún nos pisa los talones.
Afortunadamente la ciencia historiográfica, después de excomulgar
durante mucho tiempo al pasado reciente como objeto de investigación, lo
ha recuperado, y hoy cuenta con medio siglo de vida. Diversas razones
confluyen para ello. En primer término porque las sociedades han
comprendido que la formación de identidades colectivas o individuales ya
no se construyen mirando al futuro, sino a partir de un pasado que debe
ser recuperado, preservado. Sobre todo si ese pasado está vinculado
directamente con circunstancias traumáticas que requieren una pronta
atención para considerar sus efectos. En segundo término, porque la
ciencia histórica, abandonando el terreno seguro de la objetividad
absoluta, se ha internado en la gleba de la subjetividad privilegiando el
valor testimonial de los actores y la verdad de sus subjetividades. Y en
esta recuperación del pasado reciente como objeto de la historiografía y el
valor del testimonio, adquiere importancia el concepto de memoria. Como
lo señalan Marina Franco y Florencia Levin1 el término memoria “puede
aludir tanto a la capacidad de conservar o retener ideas previamente
adquiridas como, contrariamente, a un proceso activo de construcción
simbólica y elaboración de sentidos sobre el pasado”. Además, la memoria
constituye una dimensión que implica a lo privado y a lo colectivo y
permite trazar un vínculo entre ambos, entendiendo que “los relatos y
sentidos construidos colectivamente influyen en las memorias
individuales”.

En este ensayo intentaré esbozar una caracterización de la


psicología argentina de los años 80`con el propósito de considerar algunos
aspectos relevantes de las luchas y conquistas de los profesionales
psicólogos en torno a la inserción y la responsabilidad que les ha tocado
en la tarea de contribuir al bien común. Intentaré recorrer ese pasado
reciente para poner de manifiesto la tarea de construcción de una
identidad colectiva dentro de un campo social por parte de un cuerpo
1
Franco Mariana, Levin Florencia. 2007. Historia reciente: perspectivas y desafíos par un campo en
construcción. Editorial Paidos.

1
profesional. Se trata de recuperar, para la memoria, momentos de la
historia de la psicología argentina del siglo XX en los que se han producido
importantes cambios en torno a la legislación, la formación, la práctica, el
reconocimiento de la autonomía de la Psicología y de los Psicólogos.

2 - LOS PSICÓLOGOS EN EL CONTEXTO DE LAS PROFESIONES

La década de los 80`encuentra al país atravesando una profunda


crisis. Los sectores sociales anhelan la necesaria e imprescindible apertura
política reclamada por diversos sectores y el colectivo social se dispone a
participar de la reconstrucción del país. El sector profesional argentino se
pregunta de qué modo le cabe participar en esta importante tarea. Más
allá de las diferencias propias del sector profesional, una coincidencia
unifica a este campo social: poner en valor el hecho de que es portador de
un conjunto de saberes y prácticas que debe estar al servicio de la
comunidad. Al mismo tiempo el sector profesional era consciente del
hecho de que su trama fue debilitada durante los años anteriores debido a
que muchos profesionales altamente calificados se vieron condicionados,
por diversas razones, sobre todo políticas, a emigrar del país,
circunstancias que privaron a la comunidad de sus valiosas
contribuciones.

De todos modos fue necesario superar la pérdida de tan importante


masa crítica de profesionales y trabajar en pos de la transferencia del
conocimiento hacia la comunidad a través de diversas prácticas, en el
campo asistencial, en la investigación o la docencia. Junto a estas
acciones, paralelamente, se fueron generando y recuperando las
condiciones de posibilidad para la activa participación de los profesionales
en organización comunitarias, gremiales, científicas, partidarias,
empresariales, culturales, etc.

Los psicólogos argentinos no fueron ajenos a este movimiento


tendiente a promover la emergencia de organizaciones e instituciones con
funcionamiento relativamente autónomo atento a sus necesidades e
intereses, pero no ya como parte del aparato del Estado, sino regulado por
este. La sociedad iba despertando lentamente a la recuperación de esta
posibilidad; los profesionales en general y los psicólogos en particular,
entre ellos. El fortalecimiento de las entidades científico gremiales en las
jurisdicciones provinciales, lideradas por la Fe.P.R.A. (Federación de
Psicólogos de la República Argentina) constituyó una vía posible para
contribuir al colectivo social desde una especificidad profesional que, por
otra parte, venía desde muchos años atrás luchando por su identidad y
reconocimiento por parte de la sociedad y el Estado.

3 - DIFICULTADES EXTERNAS E INTERNAS

El fortalecimiento del rol del psicólogo sostenido desde las entidades


científico gremiales como la Fe.P.R.A., los Colegios de Psicólogos o
Asociaciones de Psicólogos de las provincias, debían sin embargo sortear

2
algunos obstáculos provenientes tanto del exterior del campo de la
psicología como del interior mismo. Desde el exterior el aún vigente
Decreto Ley Nº 17.132 del año 1967, sancionado durante el gobierno del
Gral. Onganía, sobre las incumbencias del médico, en la que se considera
al psicólogo como auxiliar de la medicina; la permanencia del debate, ya
iniciado en los años 60`, sobre el ejercicio de la psicoterapia por parte de
psicólogos -práctica a la que se oponían médicos y psiquiatras-; la
negativa de las obras sociales a generar un nomenclador nacional de
prácticas psicológicas diferenciadas de las médicas; la falta de
reconocimiento de la igual jerarquía de los psicólogos para ocupar cargos
directivos en hospitales, obras sociales, áreas gubernamentales
vinculadas a la salud, el bienestar social, educación o justicia. En suma, la
imposibilidad de acceder a la participación de políticas sanitarias y/o de
otro orden, temática que será recurrente a lo largo de toda la década que
estamos analizando.

En el frente interno de la profesión, tratándose de una práctica


liberal, los psicólogos demostraban escaso interés en participar en
políticas sanitarias, a lo que se suma el reducido número de profesionales
formados en sanitarismo. El predominio abrumador de la práctica
profesional en el campo clínico, principalmente en el orden privado, y el
escaso desarrollo en otros campos de la psicología como el institucional,
comunitario, jurídico o educacional, son algunos de los factores que desde
el interior mismo de la profesión representaban dificultades para lograr la
inserción en diversos planos nacionales provinciales o municipales,
obtener reconocimiento y la ansiada legalización de su práctica.

Sin embargo, el desafío de los psicólogos y de las entidades que los


nucleaban en los años 80` fue trabajar para revertir las limitaciones
provenientes de los flancos externos e internos.

4 - ANTECEDENTES

En esta tarea, la década de los 80` significó un giro importante para


la profesión del psicólogo y para la psicología argentina, en muchos
sentidos. Remontándonos un poco en la historia, la creación de las
carreras de psicología a fines de la década de los 50`, se dio en el marco
del surgimiento de las ciencias sociales en una Universidad por entonces
gobernada democráticamente por docentes, egresados y alumnos. El
surgimiento se corresponde con un creciente desarrollo económico del
país y la Universidad decidió acompañar dicho crecimiento incorporando
nuevas carreras y disciplinas, la Psicología entre ellas. Surgía la necesidad
de forjar espacios de reflexión e investigación, enfocando científicamente
la problemática del hombre, su conducta, su formación, su cultura, sus
instituciones sociales. Los inicios fueron prometedores. Graduados en
Antropología, Sociología, Psicología, Ciencias de la Educación, con un alto
nivel académico y sólida formación comenzaron a desempeñar papeles
relevantes no sólo dentro del país sino también en el exterior.

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Luego de esta floreciente primera etapa, llegó la segunda en la que
la falta de reconocimiento de los aportes provenientes de estas
disciplinas, el escaso valor dado a ellas, la intolerancia ideológica, la falta
de libertad académica y el cierre de carreras, fueron algunos de los
problemas que debieron afrontar los profesionales de estas ramas del
conocimiento. En la tercera etapa, en los 80`, tras la recuperación de la
vida democrática, las entidades que nucleaban a estos profesionales,
Colegios y Asociaciones, resaltan la importancia de las ciencias sociales y
hacen un llamado a sus asociados proponiéndoles tomar consciencia de la
necesidad de revertir el deterioro de la trama profesional que ha dejado el
proceso anterior, y ello es posible con el concurso y participación de todos.

Como se ha dicho, la Psicología formó parte de estas disciplinas y


como todas, enfrentó sus propias cuestiones en el esfuerzo por lograr su
inserción. El primer debate suscitado en el momento en que la carrera es
creada en la segunda mitad de la década de los 50` giró en torno a definir
en qué facultad correspondía ser ubicada. Dos posiciones se disputaban la
pertenencia. Por un lado estaban aquellos que sostenían que la carrera de
psicología debía ser dependiente de la Facultad de Medicina. Posición
sostenida por defensores de corrientes organicistas y biologiotas
apegados a modelos y conceptos de la ciencia que correspondían más al
siglo XIX que al presente. Frente a ellas se erigían argumentos que desde
enfoques científicos defendían la idea de considerar a la Psicología como
una ciencia autónoma y proponían su inclusión en facultades de Ciencias
Sociales. Esta última posición es la que finalmente triunfó. Se suma a esta
definición de posición, el hecho de que la recepción de las carreras haya
tenido éxito desde el principio, demostrado por el interés de los aspirantes
universitarios que la elegían, como también por la recepción del gran
público que comenzaba a demandar atención psicológica a los psicólogos.
Todo ello a pesar de los constantes embates provenientes de sectores
reacios a la aceptación de este nuevo rol profesional, en especial sectores
provenientes del campo médico y psiquiátrico. El debate inicial de los 60`
sobre qué facultad sería la receptora de la carrera de Psicología, se
convertirá en los 80` en un debate acerca de la creación de una Facultad
de Psicología, independiente y gestionada por los mismos Psicólogos.

5 - LUCHAS Y REIVINDICACIONES

El movimiento científico gremial que caracterizó a la Psicología de


los años 80`tuvo metas claras y propuestas concretas sobre un conjunto
de reivindicaciones que se venían planteando en décadas anteriores. El
conjunto de reclamos y propuestas se centraban en: la elaboración de un
anteproyecto de Ley de ejercicio profesional; la determinación de la
incumbencias profesionales por parte del Ministerio de Educación de la
Nación; la formulación de una carrera sanitaria que beneficiaría
principalmente a los psicólogos que se desempeñaban en el ámbito
hospitalario; la inclusión de prestaciones psicológicas en el nomenclador

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nacional INOS (Instituto Nacional de Obras Sociales); y la no menos
importante colegiación.

6 - LA DIVERSIDAD

Un aspecto interesante de este movimiento fue que las entidades


movilizadoras como la Fe.P.R.A. y asociaciones profesionales, A.P.B.A.
(Asociación de Psicólogos de Buenos Aires) entre ellas, buscaron
establecer vinculación con las instituciones de formación de psicólogos
(Universidades) preocupadas, no sólo por la reivindicación de los
psicólogos y sus prácticas, sino también por la formación de los futuros
profesionales. La idea era clara: “la formulación de alternativas que
permitan colocar decididamente a la carrera de Psicología de frente al país
y al servicio de las necesidades de nuestro pueblo”. La estrategia para ello
también era clara: actividades científicas que convoque a egresados,
docentes y estudiantes de Psicología. Aunque resultaba bastante difícil
conciliar opiniones y posiciones de egresados provenientes de diferentes
universidades y por ende de diversos proyectos académicos. Por otro lado
debía tenerse en cuenta además, que confluían en estas actividades
egresados formados en diferentes momentos políticos del país: aquellos
formados en la carrera originaria entre los años 1957 y 1966; los que
estudiaron bajo el “onganiato”; los que lo hicieron entre el 1973 y 1976;
los formados durante el “proceso”; y aquellos que comenzaban a egresar
luego de la recuperación de la vida democrática.

7 - PLAN NACIONAL DE LUCHA

Frente a estas dificultades, conscientes de ellas, los psicólogos, a


través de sus organizaciones, perfilaban un proyecto común que será
sostenido a lo largo de la década. El proyecto incluía: obtención de
legislación adecuada para regular el ejercicio profesional, reivindicaciones
laborales, prestación de servicios y participación en la formación de
psicólogos.

Si bien la idea y el proyecto eran claros, también era evidente que la


tarea por realizar no resultaría sencilla ni exenta de obstáculos y esfuerzo.
Diversos frentes requerían de la acción de los psicólogos para asegurar
que su rol sea reconocido, su práctica valorada y su identidad legitimada.
Por una parte era necesario trabajar con la comunidad para el
esclarecimiento del rol del psicólogo, de modo que ésta tuviera claridad
acerca de qué servicios podría requerir de este profesional. Además,
prevenir que no sea engañada en su buena fe por la oferta de otros
profesionales y no profesionales que ofrecían prestaciones psicológicas sin
la formación adecuada ni los títulos habilitantes. En tal sentido el año 83`
señala un importante ejercicio de esclarecimiento dirigido a la comunidad,
lo que será mantenido en los años posteriores. Desde las organizaciones
de psicólogos se promovía la utilización de espacios de difusión masiva
(diarios, radios, televisión, revistas) con el propósito de generar una

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comunicación con la comunidad donde se destaque el rol del psicólogo
haciendo conocer su lucha gremial; y al mismo tiempo, orientar con
fundamentos científicos y disciplinares sobre el tipo de prácticas del
psicólogo en los diferentes campos de su desempeño. Para logar la mayor
efectividad de estas acciones se las formuló en términos de un Plan
Nacional de Reclamos, con la Fe.P.R.A. a la cabeza.

8 - HACER LEGAL LO QUE ES LEGÍTIMO

El Plan priorizaba sobre todo la búsqueda de la sanción de una


legislación sobre el ejercicio profesional y la delimitación de las
incumbencias del título. En este terreno la empresa consistía en esclarecer
y asesorar a los legisladores acerca de la función y rol del psicólogo, sus
campos de desempeño, sus incumbencias profesionales y todo lo
necesario para que estos lo vuelquen en leyes que regulen la profesión y
garanticen al Estado y a la sociedad la calidad e idoneidad de los
profesionales psicólogos. En materia de incumbencias, la ley 17.132/67 del
gobierno de Onganía ponía freno a la libertad de trabajo del psicólogo.
Estos habían efectuado una presentación en 1980 para que fuera
derogada, centrando el cuestionamiento en el hecho de que la norma solo
admitía que el psicólogo podía intervenir a instancias de un médico, cosa
que a todas luces lesionaba la autonomía de la profesión y de la ciencia
psicológica. El petitorio tuvo opinión favorable de la comisión formada
para su estudio en el Ministerio de Bienestar Social en la que participaron
representantes de las entidades de psicólogos. Sin embargo, la
contraofensiva del gobierno ante esta avanzada, no se hizo esperar. En
septiembre de ese año el Ministerio de Educación emite una Resolución
que, a buen entendedor, ratifica los términos de la ley 17.132. No tardó
más de 24 hs. la respuesta de los psicólogos. El debate quedó abierto e
incluso llego a los medios masivos de comunicación ocupando espacios
importantes. Para los psicólogos esta gesta es considerada un triunfo y
una derrota para el régimen ya que la norma no llegó a publicarse en el
Boletín Oficial y motivó que se reuniera el Consejo de Rectores para emitir
opinión. El resultado de todas estas controversias se verá recién en 1985
cuando el Ministerio de Educación mediante Resolución 2447/85
establezca las incumbencias de título de psicólogo.

Pero, las tareas vinculadas a lograr la sanción de leyes adecuadas y


delimitación de las incumbencias, no resultaban fáciles. Sobre todo porque
implicaban el ejercicio de la participación: de los psicólogos en la lucha por
la defensa de su rol; de la comunidad en la recepción de las prestaciones
psicológicas realizadas por psicólogos –aspecto que por razones históricas,
que no vienen al caso analizar en este trabajo, resultó ser el flanco menos
conflictivo-; de los legisladores y responsables gubernamentales para
representar de manera equitativa los intereses de sectores diversos,
muchas veces enfrentados. Participación sin la cual no hay democracia
real y que en los inicios de los 80`, tras la recuperación de la vida
democrática y con un proceso militar y una guerra irracional perdida, no
resultaba asequible en un lapso de tiempo tan breve. Los siete años

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anteriores, donde la participación fue abolida, prohibida, e incluso
reprimida violentamente, dejaron su huella. Pero, poco a poco, el pueblo
argentino fue demostrando su madurez y progresivamente fue
acercándose a las organizaciones para participar.

9 - LA LUCHA EN CAPITAL FEDERAL, ACOMPAÑADA POR LAS PROVINCIAS

“El tránsito estaba tan pesado que nos


acercábamos a paso de hombre. Se avanzaba
muy lentamente, o así nos parecía.
Marchábamos en el auto de una psicóloga con
Avelluto y Devries. Nos arrimamos a la zona de
la verdad e inquietos hacíamos pronósticos. Se
alternaba el `crónico` optimismo del primero
con el `realismo` del segundo. La ansiedad,
vanamente contenida, se percibía nítida pese a
los disimulados intentos de dominio.”

Con este párrafo inicia la Oficina de Prensa de la A.P.B.A. la crónica


de una campaña. Se trató de un día histórico allá por el año 1983, más
precisamente el 8 de julio de ese año. Jornada en la que los psicólogos
marcharon como parte del Plan Nacional en reclamo de sus
reivindicaciones. Mediante esta acción solicitaban a los futuros
legisladores la ansiada Ley de ejercicio profesional. Los diarios de la época
se hicieron eco de esta manifestación con diversos titulares: “Los
psicólogos argentinos hacen varios reclamos”, “Los psicólogos marcharon
por sus reivindicaciones”, “El diván volvió a la carga”, “En manifestación
los psicólogos hicieron reclamos”, “Se movilizan los psicólogos”. La
ansiedad de Osvaldo Avelluto (por entonces presidente de Fe.P.R.A.) y
Osvaldo Devries (por entonces Presidente de A.P.B.A.) se vio satisfecha
frente al éxito de la convocatoria.

La crónica lo ubica como “un hito fundamental en la reversión de la


actual situación legislativa respecto del ejercicio profesional del
psicólogo”. Se impone a partir de allí una frase que seguirá vigente hasta
que la última provincia argentina logre la sanción de una ley de ejercicio
profesional. La frase fue: “HACER LEGAL LO QUE ES LEGÍTIMO”. Se trata
de una expresión en la que se intentaba dejar claro que el Psicólogo
contaba con un título otorgado por una Universidad reconocida y por lo
tanto legítimo, al mismo tiempo, su práctica estaba legitimada también
por la misma comunidad que requería sus servicios en diferentes ámbitos;
sólo restaba hacer de esa doble legitimación, algo legal. Pero la actividad
de los psicólogos en esa jornada no se redujo sólo a esta marcha, fue
custodiada por otras acciones, entre ellas, entrevistas con diversos
sectores representativos de la vida nacional.

Mientras los psicólogos movilizados hacían oír sus reclamos, estaban


atentos también a lo que sucedía en el país en general. Se transitaban
jornadas intensas y de gran expectativa; la ley de amnistía recibía el

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rechazo de inmensos sectores de la sociedad y la economía asfixiaba; las
internas partidarias se encaminan al tramo final con la esperanza de
vislumbrar un cambio para el país. Testigos y partícipes de la vida
institucional renovada que acompaña los nuevos aires del país, tratando
de dejar atrás las horas oscuras del “proceso” y atesorando el valor
representativo de las urnas, la comunidad de psicólogos siguió bregando
por sus luchas reivindicativas. Aunque no del todo convencidos de que la
nueva vida democrática asegure el éxito de la empresa. Muchos
antecedentes históricos seguían presentes en la memoria y manteniendo
su vigencia (por ejemplo: el decreto Ley 17.132 de 1967 y la Resolución
ministerial de Llerena Amadeo de 1980,).

10 - ESPERANZA Y PARTICIPACIÓN

Luego de dejar atrás el régimen de la dictadura militar y esperando


que la historia juzgue los hechos aberrantes cometidos en él; régimen que
había devastado la trama social del país, surge la esperanza puesta en la
recuperada vida democrática y sus reglas de juego. Los psicólogos
argentinos intentarán jugar el juego democrático con las herramientas que
éste propone, la principal: la participación para lograr los legítimos
objetivos de que son portadores. Participación para que el gobierno, a
través de sus tres poderes, otorgue reconocimiento pleno e inmediato a
sus reclamos. En ello se marcaron prioridades: que el Senado y Cámara de
Diputados de la Nación sancione la Ley de Ejercicio Profesional que regule
su práctica en Capital Federal, Tierra del Fuego e Islas del Atlántico Sur.:
un anteproyecto de dicha Ley y sus fundamentos fue presentado en mayo
de 1984. A esta altura de la historia, ya se habían sancionado leyes en
siete provincias argentinas: Entre Ríos, Santiago del Estero, Misiones,
Salta, Tucumán, Catamarca, San Luís. Durante 1984 lo logarán seis
provincias más: Córdoba, Formosa, Santa Fe, La Pampa, Santa Cruz, Jujuy.

La referencia a las acciones encaminadas por organizaciones de


Psicólogos de Buenos Aires, constituye un ejemplo claro de los
movimientos que a lo largo del país se desarrollaban en paralelo. La
A.P.B.A. en Capital Federal, la Fe.P.R.A. acompañándola e instando a los
colegas del interior a replicar las acciones en sus provincias y ante las
autoridades locales. De este modo, con trabajo y esfuerzo del conjunto, se
iba conformando un collar al que una a una se le agregaba perlas.

11 - ESTRATEGIAS Y ALIADOS

La estrategia no era nueva. Fue pensada en los años 70` cuando,


luego de que los psicólogos se vieron obligados a disolver la Co.P.R.A.
(Confederación de Psicólogos de la República Argentina) durante la
dictadura militar, comenzaron tímidamente y con gran reserva a reunirse
nuevamente para defender a los profesionales, las carreras de psicología y
las agrupaciones de psicólogos. También se vieron en la necesidad de
adoptar un nuevo nombre para la agrupación, ya que la anterior

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(Co.P.R.A.) ligada a Psicología constituía un ataque a los principios del
proceso militar. Ante el temor de los psicólogos y dirigentes de estar
asociados a ese nombre -incluso constituía un delito portar documentos de
la Co.P.R.A.- nace la Fe.P.R.A. el 3 de diciembre de 1977 2. La Lic. Beatriz
Perosio fue su primera presidenta, y será recordada no solo por esa
importante tarea de iniciar una organización representativa de los
psicólogos para recuperar los principios de la Co.P.R.A., sino porque fue
secuestrada y desaparecida un 8 de agosto de 1978 por la injustificada
intolerancia a la libertad de ideas de un terrorismo de estado. Junto a ella,
Osvaldo Avelluto y otros, pensaron una estrategia que se basaba en tener
en cuenta a los aliados. Uno de ellos fue la C.G.P. (Confederación General
de Profesionales).

La agrupación de psicólogos formaba parte de este movimiento de


profesionales argentinos y la vinculación y el respaldo de esta, aseguraba
ciertas garantías a las acciones por emprender. Otro pilar de la estrategia
consistía en ligar a los psicólogos a la comunidad, tratando en la medida
de lo posible de que esta también reconociera la práctica del psicólogo
como práctica social importante. Además de las alianzas con los agentes
externos al campo, era necesario establecer alianzas internas, es decir,
con los mismos psicólogos. El propósito era doble: por un lado mantener
unidos a los psicólogos; y por otro, jerarquizar la psicología dejando claro
ante la comunidad toda la potestad de los psicólogos sobre la psicología.
Esto se lograría a través de la organización de diversas actividades
científicas. Tanto en Capital Federal como en el interior del país se
llevaron a cabo diversas actividades científicas, no solo con el propósito de
propiciar la formación continua de los psicólogos, sino, también,
demostrar a la comunidad en general, a los legisladores, a los que
pudieran pertenecer a otros campos del saber, otros profesionales, estaba
siendo atendida por los psicólogos, que ese era su campo de intervención
y producción. Cuando estas actividades se producían, se intentaba ganar
terreno publicitándolas en los medios masivos de comunicación. Esto era
parte de la estrategia, dar a conocer las actividades de los psicólogos, y
no dejarlas reservadas para el ámbito interno.

La jornada del 24 de mayo de 1984 en Buenos Aires, constituyó otro


hito importante en la lucha de los psicólogos, fecha en la que sin dudas el
recuerdo de Beatriz Perosio estuvo presente en la memoria de quienes
asistieron3. Ese día fue presentado el anteproyecto de Ley de ejercicio
2
GRUPO FUNDADOR: Lic. Beatriz Perosio / Lic. Osvaldo Avelluto / Lic. Graciela Lume (APBA)
Psic. Guillermo Colantoni (Asoc. de Psic. de La Plata y Fed. Psic. Bs. As.) Psic. Stella Maris
Posse / Psic. María J. Desiderio (Asoc. Psic. de La Plata) Psic. José E. Montaña (Col. de Psic.
de Rosario) Psic. María E. Salgado / Psic. Rosa E. Astudillo (Asoc. de Psic. de Santa Fé) Lic.
Hugo Solís (Asoc. de Psic. de Entre Ríos) Lic. María Guillermina Cesco (Asoc. de Psicólogos
de San Juan) Lic. María Rosa Astori (Asoc. de Psicólogos de Viedma) Lic. Susana E. Salar /
Lic. Silvia Espósito Lic. MartaLaura Rodríguez / Lic. Carola Tagle.
Fuente: Fe.P.R.A.
3
En el número 2 de Espacios y Propuestas de la Fe.P.R.A. correspondiente a mayo y junio
del año 1985, se publica la nómina de psicólogos desaparecidos bajo el epígrafe:
“Publicamos la nómina de nuestros colegas desaparecidos, según datos recogidos por
distintos organismos de Derechos Humanos, entre los cuales se encuentra la primera

9
profesional ante los presidentes de los bloques parlamentarios del Poder
Legislativo y ante la Comisión de Salud de la Honorable Cámara de
Diputados de la Nación. Se buscaba principalmente hacer conocer a los
legisladores el hecho de que la formación de Psicólogos, en el plano
universitario, se daba en el marco de una carrera mayor universitaria (se
denominaba así a toda carrera universitaria con una duración de al menos
5 años de duración) y que con el doctorado alcanzaba el más alto grado
académico. Los argumentos en defensa del reconocimiento del nivel de los
psicólogos eran fundamentados en razones éticas y científicas y en
antecedentes jurídicos en el terreno de la asistencia psicológica.
Acompañando ese hecho se realizó también una movilización donde los
psicólogos y estudiantes de psicología ganaron nuevamente la calle bajo
dos lemas: “hacer legal lo que es legítimo” y “Ley justa para los
psicólogos”. Pero el reclamo iba más allá de la ansiada ley, se bregaba
también por el aumento del presupuesto para el área de salud, la defensa
de la salud mental de la población, la inclusión de las prestaciones
psicológicas en las obras sociales y la inclusión de los psicólogos en la
carrera sanitaria. En síntesis, el pleno reconocimiento orgánico del
quehacer del psicólogo en los ámbitos de la salud, la educación, el campo
laboral y forence. La crónica de ese día indica que ni la lluvia ni el frío,
como en la movilización del 83`, detuvieron la marcha. Los psicólogo no
estuvieron solos en esa oportunidad; centros de salud, escuelas de
estudio, colegas del interior, se hicieron presentes acompañando la lucha.

La movilización que las organizaciones de psicólogos (Fe.P.R.A. en


primer lugar) solicitaban a sus miembros requería de una participación
multifacética. Por un lado, mantener los puestos de trabajo tanto en el
orden público como privado, es decir, sostener el quehacer cotidiano de la
práctica. Por otro lado, sumarse a las manifestaciones y a todo aquello
que promueva el esclarecimiento del rol en los espacios masivos de
comunicación, colaborando con artículos sobre temas diversos de atención
del psicólogo. Participar en la vida política y gremial del país y de la
profesión. Formar comisiones de trabajo con colegas, en lo posible con
carácter interdisciplinario en Salud, Educación, Instituciones, Justicia.
Aportar trabajos científicos en Congresos, Jornadas, Seminarios y todo tipo
de actividad vinculada a la formación continua. Todas estas acciones
tendían a lograr que los psicólogos marquen una presencia.

Presidente de Fe.P.R.A. Lic. Beatriz Perosio. Exigimos a sus secuestradores la aparición


con vida y el indispensable juicio y castigo a los culpables del terrorismo de estado: 1.
Elena ANDRES, 2. Juan José AVILA, 3. María Cristina BEJAS, 4. Marta BREA, 5. Margarita
BREGLIA, 6. María BUGNONE, 7. Diana Noemí CONDE, 8. Blas Roberto EVANGELISTA, 9.
Ester Silvia FELIPE, 10. Lilian Nilda FERNANDEZ MENVILLE, 11. Horacio Bernardo FLORES,
12. Diana Iris GARCIA, 13. Hugo Ricardo GARELIX, 14. María Esther GOULECOZIAN, 15.
Eduardo Mario KORIN, 16. María Esther LACROIX, 17. María Delia LEIVA, 18. Beatriz Ofelia
MANCEBO, 19. Liliana Graciela MIZRAJI, 20. Ana María MOBILI, 21. María Inés MUCHIUTTI,
22. María de Lourdes NOIA, 23. Daniel Horacio OLIVENCIA, 24. Irene ORLANDO, 25.
Beatriz PEROSIO, 26. Anabella PIETTELLI, 27. Graciela Noemí RAGO, 28. María Matilde
SANCHEZ, 29. Norma Susana SAVIGNONE, 30. Raquel Alicia SCIARRETA, 31. María
SEOANE TOIMIL, 32. María del Carmen VANELLA BOLL, 33. Carmen Rosa VILTE, 34. Aída
Inés VILLEGAS”.

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12 - SOSTENER LA ORGANIZACIÓN DEL SECTOR

Mejorar y adecuar la legislación en materia de regulación de la


práctica del psicólogo fue la meta propuesta por estas movilizaciones que,
si bien tenían su punto centralizado en la Capital Federal, se extendieron
por todo el país. Pero también era necesario un fuerte trabajo de
concientización para que el interés de los psicólogos en los reclamos no
decayera y la lucha se mantenga hasta obtener los resultados esperados.
La futura Ley de ejercicio profesional requería de una estructura que la
sostenga y la haga real, evitando que sea letra muerta. Era necesario
profundizar la organización del sector. Ligar Ley y colegiación comenzó a
hacerse carne en los psicólogos, porque entendían que un Colegio
permitiría plasmar la solidaridad mutua ya que lo fundante de un Colegio
es la participación de todos.

¿Cuál es el sentido de una colegiación? Este interrogante formó


parte de los debates en las organizaciones de los psicólogos. Diversos
argumentos accedieron a dar respuesta. Junto con la Ley, los colegios de
psicólogos propenderían a brindar un salto importante en la calidad y
cantidad de prácticas del psicólogo. Al tener carácter representativo,
todos tendrían la posibilidad de ser defendidos por igual, de participar en
la toma de decisiones respecto de la conducción de las organizaciones, lo
que requeriría también igual esfuerzo para sostener la conducción, la
gestión de los colegios y asociaciones. Los psicólogos se estaban
convenciendo de que un Colegio de Ley podría otorgar mayor poder para
intervenir en los ámbitos relacionados con la psicología, comenzando por
el otorgamiento y control de la matrícula profesional. Secundariamente, se
comenzaban a perfilar algunas ventajas de una colegiación: la posibilidad
de crear una caja provisional que abarcara temas de la seguridad social; la
alternativa de generar fondos destinado a la creación y sostenimientos de
institutos de investigación en áreas de la psicología y/o bibliotecas
especializadas que estén al servicio de la producción científica del campo.
Y, la no menos importante tarea de redactar códigos de ética sobre el
ejercicio de la profesión.

A favor de la colegiación se expresaban muchos colegas y


agrupaciones; y en desacuerdo también. Los primeros sostenían la
concepción de que un colegio constituía un medio, un instrumento idóneo
para expandir el ejercicio profesional y la consideraban una herramienta
insustituible para la defensa del sector. Los segundos pensaban que se
trataba solo de generar, a través de la creación de colegios profesionales,
una estructura corporativa. Pero lo más importante de la cuestión:
“colegio sí” o “colegio no”, radica en que de ambas posiciones
compartían la idea de que sólo el debate puede generar el espacio para
que algo sea dicho y escuchado, discutido, pensado. Toda la ciudadanía
comenzaba a valorar esos espacios de debate, y los psicólogos, con su
única herramienta de trabajo: la palabra, se encontraban como pez en el
agua. Afortunadamente quedaban atrás las horas en el que el silencio se

11
imponía. Nada más triste que recordar cómo los ciudadanos de Buenos
Aires se levantaron un día y encontraron el obelisco rodeado por un gran
aro en el que se leía “el silencio es salud”, juego de palabras perverso de
la dictadura que, con la excusa de disminuir los ruidos urbanos, escondían
el imperativo de que había cosas de las que convenía no hablar.

13 - BALANCE

A comienzos del año 1985, un balance general indica que se avanzó


en materia gremial. Varias leyes de ejercicio fueron sancionadas ya,
colegios de ley creados, proyectos presentados y alguno con media
sanción. Todas estas leyes y proyectos, más allá de las diferencias locales,
sostenían y defendían:

– la plena autonomía profesional del psicólogo;


– la validez del título de psicólogo otorgado por universidad nacional o
privada reconocida, como única condición para el ejercicio
profesional;
– el reconocimiento de los diferentes campos de ejercicio profesional,
clínico, educacional, laboral, institucional, forense;
– el reconocimiento de la práctica de la psicoterapia, a cargo del
psicólogo, en el área clínica.

Existía en las organizaciones de psicólogos optimismo en que los


años venideros se obtendrían mayores logros. Logros que fueron el
resultado de la labor de muchos años en los que se fue ganando
paulatinamente la legitimación del trabajo del psicólogo, por parte de la
comunidad que requería de sus servicios y valoraba su quehacer y
también de otros sectores.

14 - FALTA DE CORRELATO EN LO LABORAL

Sin embargo los psicólogos, valorando el reconocimiento obtenido


hasta el momento en los planos científicos, gremiales y sociales,
continuaban preocupados porque estos logros no contaban con su
correlato en el ámbito laboral. Una gran mayoría de psicólogos trabajaban
ad honores. Cuando percibían alguna remuneración, esta era insuficiente.
Las partidas presupuestarias en materia de salud, además de escasas,
eran injustamente distribuidas; la contratación de psicólogos en hospitales
o centros especializados nunca fue una prioridad, y el presupuesto
generalmente era destinado a la contratación de otros profesionales o de
personal perteneciente a ramas auxiliares de la medicina. Aunque se
percibían algunos avances, en el terreno de las obras sociales, estas no
incluían prestaciones psicológicas o lo hacían deficientemente y no
estaban en el nomenclador nacional.

12
Mientras, en un nivel comenzaba a legitimarse la tarea de los
psicólogos, en otro, se presentaban limitaciones y discriminaciones. Por
ello la insistencia permanente de las instituciones que nucleaban a los
psicólogos para consolidar la unidad en la lucha. Y esta unidad estaba en
consonancia con la fuerte convicción de que era necesaria la consolidación
de la democracia y que 30.000 psicólogos (datos de 1985) veían aún
cercenada la posibilidad de ejercer plenamente la profesión, costeada con
esfuerzo personal y de la comunidad.

Si bien, a medida que avanzamos en la década se van presentando


aristas que requieren que los psicólogos y sus organizaciones adopten una
posición de lucha y defensa permanente, los logros se van obteniendo
paso a paso. Recordemos que la lucha se presentaba en diferentes
frentes: reclamos para lograr la sanción de leyes de ejercicio profesional
en las provincias que aún no cuentan con una legislación adecuada;
defensa a favor de la generación de fuentes laborales genuinas para los
psicólogos; puesta en valor del derecho a la salud mental de la población,
para la cual los psicólogos se consideraban agentes calificados;
normalización de las carreras de psicología en aquellas universidades
donde se dictaba la carrera; reafirmación de la autonomía de la psicología
y la necesidad de derogar normativas contrarias a dicha autonomía, en
particular las referidas a las incumbencias del título.

15 - NUEVOS DESAFÍOS

1985 será recordado como el año en el que se produce un giro


importante en relación a los reclamos y representa el surgimiento de
nuevos desafíos. En primer lugar se sanciona la Ley de ejercicio
profesional que regularía la profesión en Capital Federal, Tierra del Fuego
e Islas del Atlántico Sur con el número 23.277/85, dejando atrás
definitivamente la 17.132/67. La ciudad de Buenos Aires se suma al collar
de perlas formado por las provincias que ya cuentan con legislación
adecuada para regular la profesión. Se dicta una Resolución del Ministerio
de Educación que establece las incumbencias del título de Psicólogo con el
número 2.447/85, derogando la normativa de 1980 (Llerena Amadeo). Se
produce la apertura del Registro de Prestadores Psicólogos en el Instituto
Nacional de Obras Sociales (I.N.O.S.) haciendo justicia e igualando la
profesión del psicólogo con otras profesiones vinculadas al campo de la
salud. Se crea la Facultad de Psicología en la Universidad de Buenos Aires.

Todas estas referencias a una situación local (Buenos Aires) se


deben, como se señaló más arriba, al hecho de que allí se producía el
epicentro de la movilización de los psicólogos, y las acciones emprendidas
en ese contexto se irradiaban a lo largo del país. En tal sentido entonces,
lo que ocurría en Capital Federal es representativo del conjunto nacional.
Lo allí acaecido llegaba a las provincias y, en menor escala pero con igual
contundencia, se reproducía con matices locales; a la inversa lo que
acontecía en las provincias retroalimentaba la lucha de los porteños y
servía para fundamentar los reclamos locales. El acuerdo entre los

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psicólogos, al menos en este punto, era unánime: se trataba de un Plan
Nacional de Lucha. Presentación de anteproyectos de Ley, algunas
sancionadas antes que la ley nacional, debates en medios de
comunicación, esclarecimiento del rol del psicólogo ante la comunidad, los
legisladores y representantes gubernamentales, constituyeron un
cotidiano en la vida de los psicólogos, tanto en Capital Federal como en
todas las jurisdicciones provinciales de esos años. Principalmente de los
psicólogos que actuaban en representación del conjunto a quienes se
debe agradecer la dedicación a la tarea gremial, en muchos casos
postergando compromisos familiares o destinando horas laborales de la
actividad privada a esta tarea.

16 - AL COLLAR LE FALTAN DOS PERLAS

La lucha de estos años apuntaba, como ya lo he señalado reiteradas


veces, a fortalecer las organizaciones representativas de los psicólogos, la
identidad profesional y acrecentar en calidad la formación académica. Los
logros positivos y concretos que marcan un antes y un después de 1985,
demostraban que la agenda de trabajo y las estrategias ideadas casi ocho
años antes, no eran equivocadas. La sanción sucesiva de leyes de ejercicio
profesional formó parte del plan para ir conformando un collar de perlas
que, desde el interior del país hacia la Capital Federal, fuera creando las
condiciones para la derogación definitiva de la célebre Ley 17.132/67. Sin
embargo al finalizar 1985 aun quedaban dos provincias argentinas sin
norma legislativa: Neuquén y Chaco. Esto significaba que las
organizaciones mantenían el estado de alerta y movilización en
solidaridad con los colegas de esas provincias.

En Neuquén los Psicólogos, al tanto del panorama que ya había


mejorado notoriamente en el resto del país, acuden con preocupación a
sus legisladores que una y otra vez postergan el tratamiento del proyecto
de Ley de ejercicio profesional de la psicología en esa provincia. Los
psicólogos neuquinos denuncias una evidente contradicción cuando
alertan que, en momentos donde la provincia está a punto de recibir un
premio internacional por su sistema de salud, sus gobernantes no parecen
comprender que en materia de salud también juegan un papel importante
las políticas de salud mental. La campaña de los neuquinos mantiene los
principios, estrategias y acciones que a lo largo del país se fueron
proponiendo y reproduciendo. Bajo el lema “Neuquén tiene la oportunidad
de no quedar atrás” se utilizaron los medios masivos de comunicación
para concretar entrevistas radiales y televisivas, marchas, distribución de
volantes explicativos de la situación de la psicología en la provincia y del
Psicólogo como trabajador de la salud mental, adhesiones de la
comunidad y partidos políticos. Con esta serie de acciones se pudo
demostrar nuevamente que los reclamos iban más allá de los intereses
sectoriales y estaban vinculados con el derecho a la salud de la población
y acceso igualitario a dicho servicio.

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La situación en el Chaco era similar a la de otras provincias. No se
contaba con legislación y aun así la labor de los psicólogos había generado
ya un campo diverso de prácticas en dos grandes áreas de competencia:
clínica, y educacional, y en menor medida laboral y jurídica. La Asociación
de Psicólogos se sumó a las estrategias del plan nacional ocupando todos
los espacios posibles para dar a conocer la realidad de la profesión y
esclarecer ante la comunidad el atraso legislativo de regulación de la
profesión de psicólogo. Si bien, a fines de 1983, se pudo cristalizar un
anteproyecto de Ley que ponía énfasis en la autonomía profesional, en
consonancia con otras leyes de ejercicio ya sancionadas y que fuera
consensuado por todos los asociados, recién a principios del 84´ se
pudieron iniciar los contactos con los diputados y comisiones de
legislación de la Cámara de Diputados de la Provincia. Durante los dos
años siguientes la tarea fue incesante. Además de las acciones de
esclarecimiento de la función y rol de Psicólogo dirigidas a la conducción
legislativa, los representantes del gobierno provincial, y en general a la
población toda, se concretaron actividades científicas como parte de la
estrategia con el propósito de poner de manifiesto que la formación
continua jerarquiza la profesión.

Finalmente, las acciones emprendidas en ambas provincias, con el


apoyo de las entidades nacionales, dieron los resultados esperados y las
leyes de Neuquén y Chaco fueron sancionadas en noviembre y diciembre
de 1986 respectivamente completando así el collar de perlas.

17 - HACER REAL LO QUE ES LEGAL

Una pregunta comenzaba a instalarse en el discurso cotidiano de los


psicólogos: ¿mejoraron las cosas con la Ley? El Lic. Sergio Rousseaux, en
una entrevista concedida a Espacios y Propuestas reflexionaba ante esta
cuestión y señalando que podrían ser reconocidas dos posiciones. Por un
lado quienes consideraban que la tarea de las organizaciones estaba ya
concluida y que su existencia perdía paulatinamente sentido. Los objetivos
principales estaban cumplidos y quedaba poco por hacer. La sola
presencia de las leyes de ejercicio profesional garantizaría el cambio tan
ansiado en materia de reconocimiento de la profesión y el hecho de
invocarla y llevar una copia bajo el brazo, abriría las puertas a los lugares
de trabajo en diferentes ámbitos de aplicación. Esta idea ocasionó, en
muchos casos, que algunos colegas se alejaran de las organizaciones
perdiendo interés y declinando en su participación. En el extremo opuesto
se hallaban psicólogos más pesimistas, partidarios de considerar que nada
había cambiado, que todo seguía igual. Para estos, la sanción de las leyes
en todas las provincias del país no trajo aparejada ninguna modificación
de las condiciones de la profesión.

Frente a estas dos posiciones tan extremas, reflexiona Rousseaux,


es importante adoptar una posición de centro, sin que ello signifique
neutralidad. Por el contrario debe ser una clara posición en la que se
reconozca de manera dialéctica un “punto de llegada” y un “punto de

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partida”. La obtención de uno de lo objetivos principales del proyecto
conjunto de los psicólogos de todo el país, la sanción de leyes de ejercicio
profesional, debe considerarse una condición necesaria (“punto de
llegada”) pero no suficiente (“punto de partida”) para dar continuidad al
plan de reclamos y de mejora de las condiciones profesionales de los
psicólogos.

Los años siguientes a 1986 significan la continuidad en la lucha por


hacer real lo que comenzaba a ser legal.

LEYES DE EJERCICIO PROFESIONAL DE LA PSICOLOGÍA


Nº PROVINCIA Nº DE FECHA OBSERVACIONES
LEY DE
SANCIÓN
1 Entre Ríos 5336 11-05-73
2 Río Negro 972- 06-09-74 Derogada en abril 1980 y
Dec.121 restituida por Dec. 1856 en 1984
6
3 Santiago del Estero 4629 14-06-78
4 Misiones 1306 10-10-80
5 Salta 6063 11-02-83
6 Tucumán 5467 25-02-83
6 Catamarca 4024 28-10-83
8 San Luis 4511 28-10-83
9 Córdoba 7106 21-09-84 Ejercicio profesional- 08-09-93/
Ley 8312 - Creación del Colegio
10 Formosa 461 17-10-84
11 Santa Fe 9538 08-11-84
12 La Pampa 818 22-11-84
13 Santa Cruz 1709 27-11-84
14 Jujuy 4124 11-12-84
15 La Rioja 4503 25-04-85
16 Provincia de Buenos 10.306 21-08-85
Aires
17 Corrientes 4025 05-09-85
18 San Juan 5436 19-09-85

16
19 Mendoza 5045 20-09-85
20 Ciudad de Buenos Aires 23.277 27-09-85
21 Chubut 2585 09-10-85
22 Neuquén 1674 17-11-86
23 Chaco 3203 10-12-86
24 Tierra del Fuego 318 27-09-96

(Fuente: Fe.P.R.A.)

18 - COMENTARIO FINAL

Julio F. Villegas en “Problemas centrales para la formación


académica y el entrenamiento profesional del psicólogo en las Américas”
señala, en el marco de la conferencia inaugural del 2do Congreso
Latinoamericano de Estudiantes de Psicología realizado en Santiago de
Chile en 1999, las etapas que ha atravesado el desarrollo de la psicología
en los países del cono sur. La coincidencia en todos ellos, más allá de las
particularidades de cada país, radica en que la psicología y la formación
de psicólogos han atravesado tres etapas sucesivas de constitución.

La primera, denominada “procesos de desplazamiento de la


responsabilidad”, en la que las temáticas de la psicología son el producto
de profesionales y académicos no pertenecientes a la disciplina. En esta
etapa se debe reconocer el esfuerzo de educadores, filósofos, médicos,
abogados que actuaron como fundadores de un campo llamado psicología;
su compromiso queda claro en la abundante producción teórica y práctica
que nos han legado. El interés radicaba en producir saberes psicológicos
aplicables a la resolución de problemas de otros campos profesionales ya
conformados, la educación, la criminología, la clínica médica. En la
historia de la psicología argentina pertenecen a esta etapa nombres como
Rivarola, Matienzo, Piñero, Ingenieros, Etchard, Senet, Mercante, Rimoldi,
entre otros.

La segunda etapa corresponde al surgimiento de los primeros


psicólogos egresados de las nacientes carreras de Psicología y se puede
denominar según Villegas “procesos de difusión de la responsabilidad”.
Este pequeño número de psicólogos que asumía la tarea de generar un
nuevo espacio social y profesional, no contaba aun con organizaciones

17
reconocibles (nos referimos a espacios académicos y asociaciones o
colegios profesionales) que permitieran la apropiación del desarrollo de la
psicología como ciencia y como profesión. La responsabilidad de su
desarrollo era difusa y se distribuía entre estos nuevos agentes y los que
no pertenecían a la disciplina. A esta etapa corresponden, por ejemplo,
Nuria Cortada (primera psicóloga argentina) Pichon Riviere, Bleger, Ulloa
(estos últimos no pertenecían a la disciplina pero contribuyeron
enormemente a su desarrollo).

La tercera etapa se denomina “procesos para asumir nuestra


responsabilidad”. Se trata de un periodo en el que, contando ya con la
presencia de un buen número de psicólogos, distribuidos a lo largo de
todo el país (aunque no de manera adecuada) estos tienen que asumir la
responsabilidad de desarrollar la psicología desde sus organizaciones,
tanto académicas como científicas y gremiales. No hay dudas de que el
periodo que aquí se analiza corresponde a esta tercera etapa.

Por otra parte, quizás no sea demasiado aventurado decir que los
80` constituyen una década en la que se produjo la mayor unidad y
movilización en la lucha llevada adelante por los psicólogos de todo el
país. En particular el periodo que abarca desde 1982 hasta 1986 donde el
movimiento de reivindicación adoptó sus niveles más altos. Sin embargo
la unidad no estuvo exenta de disensos internos que más que debilitarla,
la fortalecían en la medida en que generaba los debates necesarios para
confrontar ideas y opiniones para nutrir los aportes y las propuestas del
plan de lucha. No olvidemos que se trataba de un plan nacional y en ello
se veían implicados todos los psicólogos a través de sus instituciones
representativas: asociaciones y colegios. Pero no sólo era un plan gremial,
era un plan general, es decir, incluía en su formulación estrategias de
defensa y lucha que miraban a la población y las instituciones como
destinatarias y beneficiarias de la labor del Psicólogo. En lo gremial: sí, era
claro que se trataba de defender las fuentes genuinas de trabajo,
reconocimiento del rol profesional, sanción de leyes de ejercicio
profesional, incumbencias: estos grandes temas giraron durante esos años
en las mesas de trabajo y discusión, tanto en el campo interno como en el
externo, sobre todo con representantes gubernamentales del más alto
nivel. El movimiento fue incesante durante este periodo, de la capital a las
provincias, de las provincias a la capital. Todo ello a favor de la lucha por
los derechos de los trabajadores psicólogos y, en el plano general, en
defensa del derecho de la población a recibir una prestación psicológica
garantizada por la historia y por las instituciones formadoras de
psicólogos.

Es posible reseñar en cuatro tiempos la tarea emprendida por los


Psicólogos durante la década de los 80´. El primero, puede considerarse
una resistencia a la dictadura militar. En realidad se inicia aún antes de
comenzar la década de los 80´ en el momento en que, con gran valentía,
un grupo de Psicólogos emprendía la tarea de crear un espacio de
representación dando continuidad a la Co.P.R.A., fundando Fe.P.R.A en
1977. Movimiento liderado por Beatriz Perosio, otros colegas y

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compañeros del momento que supieron interpretar el espíritu del gremio
y, a pesar del complicado momento político e ideológico del país, tomaron
la iniciativa de hacer un llamado a los psicólogos para lograr un
entendimiento en torno a coincidencias básicas.

El segundo, a partir de 1984 bajo las banderas de “hacer legal lo que


es legítimo” y “Ley justa para los Psicólogos”, donde la movilización de los
psicólogos se hace cada vez más intensa al punto de ser considerado un
plan nacional de lucha. Plan que afortunadamente y por acción y decisión
de sus líderes, iba ganando adhesiones de múltiples sectores de la
comunidad profesional y no profesional y de la dirigencia política.

El tercer tiempo, y mediante un fuerte protagonismo del sector,


comienzan a verse los frutos de tan ardua tarea: se sancionan, una a una,
las leyes de ejercicio profesional en las distintas jurisdicciones del país
completando el collar de perlas; quedan determinadas las incumbencias
del título; se abre el registro de prestadores de obra social, para nombrar
sólo algunos de los primeros logros.

El cuarto tiempo se inaugura alrededor del año 1986 con un nuevo


estandarte: “hacer real lo que es legal”. Se trataba de lograr que las leyes
sancionadas y los éxitos obtenidos -como se dijo más arriba- no sean letra
muerta. La tarea continuaba y requería el mismo esfuerzo y entusiasmo
de años anteriores. Obtener fuentes de trabajo genuinas, condiciones
laborales justas y retribuciones equitativas, generar y fortalecer los
contratos con obras sociales, participar y lograr protagonismo en la
elaboración y ejecución de planes de salud y educación, desarrollo social,
comunidad, justicia, continuar trabajando para el reconocimiento del rol
de Psicólogo en los diferentes ámbitos de su desempeño, fortalecer el
ámbito universitario asegurando la formación continua en grado y
postgrado, constituían las tareas a partir de allí.

Deliberadamente han sido dejados de lado en este ensayo, algunos


temas relevantes que también atañen al periodo estudiado. Entre ellos la
problemática de los desaparecidos, más allá de que se mencione la lista
de psicólogos desaparecidos por el terrorismo de estado. También se han
omitido referencias a la hegemonía del psicoanálisis, como teoría casi
exclusiva, que se evidencia en las publicaciones de las principales
organizaciones de psicólogos. Ello es fácil de verificar si se leen los títulos
de alguno de los trabajos: “La terminación del análisis”, “Sobre el
narcisismo”, “El espacio psicótico: reflexiones desde el borde”, “La
Represión”, por nombrar solo algunos. Cada uno de estos trascendentales
tópicos merece más de un capítulo, en especial el primero. Aquí se han
priorizado en particular los movimientos gremiales para dar sentido y
significación a la expresión utilizada por Villegas: “procesos para asumir
nuestra responsabilidad”.

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BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

COUREL RAUL, TALAK ANA MARIA. 2001. La formación académica y


profesional del psicólogo en Argentina (en Problemas centrales para la
formación académica y el entrenamiento profesional del psicólogo en las
Américas. (Volumen I). Universidad Nacional de Chile y Universidad de
Buenos.
ESPACIOS Y PROPUESTAS: Publicación de la Federación de Psicólogos de la
Republica Argentina. Diciembre 1984, Nº 2-Mayo/Junio 1985; Nº 3-
Julio/Agosto 1985; Nº 6-Marzo/Abril 1986; Nº 7-Junio/Julio 1986; Nº 8-
Agosto/Septiembre 1986; Noviembre/Diciembre 1986; Nº 10-Abril/Mayo
1987.
FRANCO MARIANA, LEVIN FLORENCIA. 2007. Historia reciente: perspectivas y
desafíos par un campo en construcción. Editorial Paidos.
GACETA PSICOLÓGICA: Publicación de la Asociación de Psicólogos de
Buenos Aires. Nº 42-Marzo 1982; Nº 43-Mayo 1982; Nº 44-Junio 1982; Nº
45-Julio/Agosto 1982; Nº 47-Octubre 1982; Nº 48-Noviembre 1982; Nº 49-
Diciembre 1982; Nº 50 Marzo 1983; Nº 52-Mayo1983; Nº 53-Junio 1983; Nº
54-Julio 1983; Nº 55-Agosto 1983; Nº 56-Octubre 1983; Nº 57-Noviembre
1983; Suplemento especial Diciembre 1983; Nº 58-Marzo 1984; Nº 59-
Junio/Julio 1984; Nº 61-Agosto/Septiembre 1984;Nº 62-Octubre/Noviembre
1984;Nº 66-Julio 1985;Nº 68-Enero/Febrero 1986;Nº 69-Marzo/Abril 1986.
TORO JUAN P., VILLEGAS JULIO F. 2001. Problemas centrales para la
formación académica y el entrenamiento profesional del psicólogo en las
Américas. (Volumen I). Universidad Nacional de Chile y Universidad de
Buenos.

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