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Una de las consecuencias más grandes de la renuncia a los derechos patrimoniales radica cuando
estos derechos ya se comparten con terceros, donde este sea el caso y el autor quiere renunciar al
derecho patrimonial tendrá que esperar que el contrato o el acuerdo inicial se venza y poder hacer
la respectiva renuncia de ellos. En otras palabras se puede decir que este derecho se puede ejercer
siempre y cuando no se vean afectados los terceros y de ser así, el autor deberá pagarle una
indemnización a los terceros por el daño ocasionado o según el contrato solamente podrá
renunciar a la parte especifica de la obra de la que esté recibiendo un beneficio económico; para
finalizar se puede decir que estos derechos patrimoniales se pueden renunciar en comparación a
los derechos morales debido a que lo único que aportan son retribuciones o explotaciones
económicas mientras que los derechos morales tienen que ver directamente con el pensamiento e
integridad que tenga el propio autor y como estas son cualidades que vienen estrechamente con
la persona, no se pueden renunciar, ni transmitir.